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Evidencias y bailes regionales

At. Madrid 0 - R. Madrid 2

Cuando hace un semana el señor que iba vestido de colegiado pitó en final del partido con un reluciente 3-0 en el marcador para delicia de periodistas, empresarios y todas esas personas que glosan las estadísticas fundamentales de este país, servidor, que no pertenece a ninguna de las categorías anteriores, olvidó por completo el Campeonato de España (Copa del Rey) de la temporada 2013-2014. Ipso facto. Sin posibilidad de recuperación. Pasaba a ser un torneo, como el resto de torneos futbolísticos en los que está Barça o Madrid pero  no está el Atleti, que no me merece el menor interés. Por razones obvias, además. Pero el rodillo mediático compuesto por horas y horas de televisión, de radio, millones de megas en internet y toneladas de ese papel que se estropea para describir estupideces, siempre alrededor del Real Madrid, necesitaba que la llama no se apagase. Que siguiese viva hasta el siguiente partido del siglo para que su producción diaria de alfalfa no se viese mermada. Pero un servidor hace lustros que no comulga con todo ese mundo imaginario. Me da absolutamente igual lo que digan. Sus cuitas y demonios. La eliminatoria estaba resuelta y el Real Madrid había sido mejor. Lo sabíamos todos. Desde Simeone a los periodistas. Desde el colegio de árbitros (que por fin podían relajarse) hasta ese ser divino con poderes de protagonista de cómic de la DC llamado Florentino Pérez. Desde el Mono Burgos hasta el que esto escribe.

Lo siento por todos aquellos colchoneros que cayeron burdamente en la trampa de la remontada y ese pastiche prefabricado por el mercado sobre leyendas y momentos espectaculares. Era todo mentira. Más falso que una tertulia de TikiTaka o una columna de Manolete. Y no seré yo quien reniegue del romanticismo en el fútbol o de las empresas imposibles, Dios me libre, pero hay cosas que se caen sobre su propio peso. Esta era una de ellas. Meterle cuatro goles al Madrid sin que además el rival marque es una empresa imposible para casi cualquier equipo del mundo. Mucho más para un equipo con la décima parte de presupuesto como el Atlético de Madrid, incluso en su mejor momento. Mucho más para el Atlético de Madrid sin estar en su mejor momento. Y mucho más para el Atlético de Madrid jugando con los reservas. Decía ya en la previa que si de mí dependiese no hubiese gastado una sola partícula de energía en el partido de vuelta de la copa y muchos colchoneros, por los que siento admiración, no lo entendieron. Apelaban a la épica y al socorrido “dejarse los huevos en el campo”. Lo entiendo, pero a mí no me salía. Me parecía un esfuerzo vano y artificial que podría traer muchas desventajas y ningún beneficio. Me temo que a Simeone, que ya hizo algo parecido el año pasado en la Europa League, le pasaba lo mismo. Y fíjate, mientras lo del año pasado no lo entendí, lo este año lo entiendo perfectamente.

Cuando camino del Calderón vi la alineación que saltaba al césped, me quede más tranquilo. Las posibilidades de pasarlo mal en el campo, por estar a punto de conseguir lo imposible, se reducían con  cada nombre: Aranzubía, Insúa, Cebolla, Sosa, Raúl García,… Pero es que cuando el balón echó a rodar se disiparon por completo. El Madrid, dispuesto a no sufrir, se colocó bien en el campo y se puso a marear el balón mientras el Atleti se estrechaba cerca de su área corriendo detrás de la pelota sin demasiada fe. Tardando mucho en robar el balón (por falta de intensidad y por mala colocación) pero haciendo el ridículo cada vez que ocurría. Y es que meter tres goles sin delanteros es francamente complicado. Porque Raúl García es rematador (y poco más) pero no es delantero. Ni tiene movimientos, ni tiene picardía, ni tiene velocidad. Si encima el balón se lo tiene que dar Cebolla o Sosa (cada día más indolente y menos jugador) la misión se antoja imposible. Diego como si no hubiese salido. A los pocos minutos Mario Suárez, un jugador muy interesante cuando está en forma pero muy peligroso cuando no lo está (y no suele estarlo), perdió el balón de forma infantil en la zona crítica lo que provoca que Cristiano Ronaldo coja el balón en su lugar favorito y en las mejores condiciones posibles. El pobre Manquillo, que todo lo que tiene de superlativo en ataque lo tiene de déficit en defensa, intentó parar al portugués corriendo como el mercancías, con tan poco tino, que arroyó al morador de la galaxia por el camino. Él propio astro de todos los astros convirtió el 0-1, deleitándonos posteriormente con una de esas celebraciones tan plásticas y que tan bien concuerdan con el señorío de la institución a la que representa. Minutos después, con un lanzamiento al palo de Raúl García entre medias en el único lance decente del equipo en toda la primera parte, el encargado de hacer una demostración de cómo no se defiende fue el otro lateral, Insúa, que decidió zancadillear a Bale y sus millones, cometiendo otro penalti igual de claro y absurdo que el anterior. El astro de todos los astros volvió a marcar y a ofrecernos al planeta tierra otro de sus bailes regionales. 0-2. No habían pasado ni quince minutos.

El roto podría haber sido de escándalo pero el Real Madrid decidió tirar de pragmatismo, no entrar en guerrillas, bajar el ritmo y dejar correr el tiempo. Yo, sinceramente, lo agradecí desde la grada. El Atleti aparecía inofensivo e incapaz ni siquiera de conseguir tirar a puerta. La segunda parte tuvo otro color, con un Atleti con algo más de mordiente y mucho más incisivo pero tampoco consiguió despeinar a los de blanco, que se dedicaban simplemente a pasarse el balón en zonas libres de peligro. Hubo alguna llegada (especialmente destacable la mano que Casillas saca para sacar un tiro de Sosa en lo que fue la mejor jugada del partido) pero todo cae fundamentalmente en la zona de la anécdota.

No quiero acabar esta crónica con un sentimiento pesimista. No lo tengo. Igual que hace dos meses, sigo pensando que es un puto milagro que el Atleti esté donde está. Compitiendo en la élite, tocando las narices a los que antes ni nos dirigían la mirada y llamando a puertas que normalmente veíamos por televisión. Nos elimina el Real Madrid en semifinales y no el Albacete en primera ronda. No perdamos la perspectiva. No caigamos en la trampa del rodillo mediático y apliquemos a los de Simeone las reglas que se utilizan para equipos, como el Real Madrid, que con lo que han costado dos de los jugadores que normalmente están en su banquillo se puede arreglar el presupuesto anual del Atleti. Seamos honestos a diferencia de “nuestros” periodistas. Seamos humildes a diferencia de nuestros rivales. Miremos adelante y por supuesto, nunca dejemos de soñar, porque no tenemos razones para dejar de hacerlo.





PD. El lanzamiento del puñetero mechero es lamentable. Cualquier multa o sanción que le apliquen al autor de esa cobardía me parecerá poca. Cualquier intento de asociación de ese hecho concreto con la afición del Atlético de Madrid me parecerá torticero y repugnante.

Monólogo

Sant Andreu 0 - At. Madrid 4

Ocurrió lo que tenía que pasar. Lo que dictaría la lógica, si es que la lógica tuviese algo que ver o imperase en esto del fútbol. Lo que todo el mundo imaginaba que ocurriría pero también lo que no siempre ocurre. En el Atleti, precisamente, desde la vuelta a la primera división éramos grandes expertos en desafiar a la lógica y en alimentar con realidades los sueños de los equipos modestos que tenían la suerte, en el doble sentido del término, de enfrentarse contra el equipo madrileño. No hace falta echar la vista muy atrás para comprobarlo. La actual etapa gloriosa y envidiable del conjuntó colchonero comenzó sobre las cenizas de la enésima humillación sufrida en el campeonato de España de manos de un Albacete, que entonces militaba en segunda B. Tiempos de entradores pequeños que pensaban en pequeño, puestos ahí por una dirigencia indirigente que atendiendo a las necesidades de perfil bajo que manejaban, dilapidaban la historia, ensuciaban su esencia y destrozaban el espíritu rojiblanco. Pero esos tiempos, que ahora nos parecen tan lejanos, han quedado atrás afortunadamente. Tirando de lo que quedaba de esa centenaria esencia y a base de trabajo, el Cholo Simeone ha conseguido devolvernos con creces todo lo que se había perdido en el camino, para enseñarnos en el campo una máquina de competir. Una apisonadora imparable e incómoda que no hace rehenes ni especula con la profesionalidad. Tenga a quién tenga delante. Sea la competición que sea.

El partido de esta tarde contra el histórico Sant Andreu, equipo centenario de uno de los últimos barrios que todavía siguen siendo Barcelona con más de cien años de historia y el tercero de la Ciudad Condal tras Barça y Español, ha sido un monólogo colchonero. De principio a fin. Aburrido por lo monotemático y desequilibrado. Sin historia, sin trama y sin ver en ningún momento que existiese una sola posibilidad de que el equipo catalán pudiera hacer algo. El Atleti no dio opción en ningún momento. La alineación del Cholo estaba plagada de cambios pero seguía resultando imponente a ojos de un segunda B y no de segunda B. Era esperanzador para los atléticos ver a Óliver junto a Arda en la zona de tres cuartos, algo con lo que muchos hemos soñado, así como tener la oportunidad de ver a poco habituales como Aranzubia o Manquillo. La salida de ambos equipos dejó claro lo que pasaría el resto del partido. El Atleti dominando, ocupando muy bien todo el campo sin bajar en ningún momento la intensidad que lo caracteriza, mientras el equipo “cuatribarrado” corría detrás del balón. A los pocos minutos Raúl García ya estuvo a punto de marcar con un remate desde dentro del área que un defensor consigue sacar a córner. Poco tiempo después un gran pase desde la izquierda de Filipe Luis y un despiste garrafal del lateral izquierdo del equipo barcelonés, defendiendo por detrás y a muchos metros a su marca, hacía que el propio navarro rematase de primera, poniendo el primero en el marcador. Sin abandonar las inmediaciones del área del equipo catalán en ningún momento, el Atleti siguió insistiendo para que pocos minutos después un pase de Koke a la banda, mientras salía de su portería el equipo rival, es recogido por Manquillo que con clase da el pase de la muerte a Arda para que ponga el 0-2 en el marcador. Llevábamos 20 minutos de partido y ya estaban resueltos el partido y la eliminatoria.

Y así hasta el final del partido. El Atleti bajó un poco el listón de la presión pero siguió dominando el encuentro y el juego lo que le bastó para que el rival no inquietase en ningún momento. Me gustaría destacar el partido de Manquillo que sin ser el mejor del equipo me ha parecido bastante bueno y deja muestras de lo que ya intuíamos. Que es un excelente lateral con una pinta estupenda. Desde mi punto de vista debería jugar más. El resto del equipo rindió a gran altura destacando por encima de todos el turco Arda Turan que hoy volvió a demostrar que no sólo es un jugador soberbio sino que además es especial. De esos que hace lo que otros no hacen en el momento en el que nadie lo imagina. Como punto negativo el flojo rendimiento de Óliver. Muy voluntarioso pero perdido y desacertado. Especialmente durante el balance defensivo en el que siempre aparecía blando y descolocado. No me gusta el cariz que está tomando este tema.

La segunda parte fue incluso más aburrida que la primera, con un Atleti cada vez más cómodo sobre el campo y un Sant Andreu que se apagaba como un fósforo gastado. Escenario que se vio amplificado cuando a los diez minutos de la reanudación Arda, otra vez, acaba en gol una obra de arte iniciada por él mismo, que tras taconazo de Adrián, conducción del propio Arda y otro taconazo de Raúl García, recoge el balón dentro del área para girar dentro del área como un Derviche poseído por la iluminación y hacer el tercero. Los cambios de Simeone pusieron a Diego Costa y Villa en el campo (reservar jugadores es de cobardes) para que éste último cerrase la goleada de la tarde con un cuarto gol que se fabrica por tesón, fe y el detalle de la blandísima defensa catalana que no atina a parar al delantero colchonero.


Eliminatoria resuelta. A pensar en otra cosa. Eso sí, se me hace muy difícil encontrar algo dentro de mi cuerpo que me anime a acudir al Calderón a morirme de frío en lo que será el partido de vuelta. El Campeonato de España, la Copa del Rey, es un torneo precioso y prestigioso (el más antiguo que se disputa) pero está en manos de burócratas incompetentes. Esa estirpe de personajes de traje y sonrisa falsa que, no sé sabe bien por qué, dominan la Federación Española de fútbol para fabricar aberraciones cutres y paletas con las giras de la selección española o para maltratar y destrozar una competición como esta. Uno echa un vistazo a la Copa inglesa, por ejemplo, y no alcanza a comprender por qué no podemos hacer aquí algo parecido. Pero es lo que hay y mientras Cristiano Ronaldo gane el Balón de Oro o cambie regularmente de peinado parece que todo está bien.  

Agobio

Real Valladolid 0 - At. Madrid 2


Cuando uno, siendo un profano en la materia, pretende jugar a cualquiera de los sofisticados juegos de fútbol que hay para video consola, lo normal es que acabe tendiendo elegir jugar contra un equipo de entre los más flojos que pueda encontrar. Si no lo hace así y comete el error de elegir enfrentarse frente a uno de los equipos poderosos del momento, equipos que en el juego aparecen más poderosos todavía de lo que realmente son, notará una desagradable sensación de agobio. Notará como cada vez que tiene el balón vienen a toda velocidad varios muñecos a quitarte la pelota y te la quitan. Notará como dar un pase de más de dos metros es una tarea quimérica que suele acabar con el balón en los pies del equipo rival. Notará como le cuesta horrores pasar del medio campo con criterio mientras los otros se plantan en tu portería con cuatro pases a toda velocidad. Notará que cuando uno finalmente consigue trenzar una jugada y acercarse a los dominios del rival, los problemas para mover el balón o tirar a puerta son incluso peores. Notará como las faltas y los córners son para uno inofensivos juegos de malabarismo mientras que para el rival se transforman periódicamente en ocasiones de gol. Notará, sobre todo, el agobio constante de no tener ni un solo segundo para pensar en lo que tienes que hacer. Ayer me ponía en los pies de jugadores y aficionados del Real Valladolid y me vino esa imagen a la memoria. Me acordé de esa incómoda sensación. El Atleti, ahora, es ese equipo. El poderoso. De los que no deja pensar. De los que tienen en la cabeza siempre ganar. De los que agobian.

El encuentro empezó como siempre. Con la marca de la casa del equipo de Simeone. Sea quien sea el equipo que esté delante, el Atlético de Madrid exige siempre a sus rivales un nivel de intensidad y entrega que no todos están en condiciones de soportar ni dispuestos a permitirse. La capacidad del rival para adaptarse a la invitación del Atleti hará que el partido se decante hacía un sitio o hacia el otro, de una manera o de la contraria, pero queda claro que los colchoneros plantan las reglas y hay que cumplirlas para competir. Hay que correr, pelear y sufrir. A partir de ahí hablamos. El equipo pucelano, sin embargo, lo entendió bien. Aceptó el reto y mantuvo el nivel. Aupado probablemente por el factor cancha, comenzaron bien el partido igualando la propuesta del Atleti. Una gran lucha sin cuartel en el centro del campo y un ritmo endiablado que aceleraba el paso de los minutos y multiplicaba los errores. El partido no era bonito y apenas había ocasiones de gol. Los de Jose Ignacio Martínez tenían más la pelota pero se topaban con el angustioso pressing del rival y a pesar del aparente dominio eran incapaces de armar fútbol o hacer peligro. El Atleti estaba defensivamente muy bien, pero con el balón mostraba claramente su talón de Aquiles. Una evidencia acrecentada por la ausencia de Arda que hoy por hoy lo es todo en este equipo a la hora de fabricar fútbol. Koke trataba de mover el balón con sentido pero no encontraba aliados. Los mediocentros se precipitaban, Villa estaba perdido entre centrales, Diego Costa volvía a recordar a ese jugador más preocupado de pelearse con los rivales que de hacer equipo y Raúl García sufría mucho en una banda sin que el Atleti llegase y pudiera hacer segundas jugadas, su mejor característica. Jugando en corto y tratando de construir volvimos a ver el tipo de jugador que es en esa tesitura.

La situación duro algo más de 20 minutos ya que mediada la primera parte, la euforia pucelana se apagó. Los colchoneros mientras tanto seguía a lo suyo, como un rodillo que no levanta nunca el pie del acelerador. Por el camino Manquillo había dejado las dudas iniciales para enseñar el prometedor lateral que es. Uno de esos laterales largos que como puñales son capaces de llegar al área rival con criterio. Buen partido del canterano que fue de menos a más significativamente. Buena noticia. Los últimos minutos de la primera parte ya fueron con un Atleti mandón, que dominaba todas las facetas y que por fin conseguía hilar cuatro pases seguidos. La segunda parte confirmó el cambio a mejor y entonces sí, volvimos a ver a Atlético de Madrid letal. Con más movilidad arriba, Villa y Diego Costa viniendo a recibir, Koke jugando más entre líneas, los interiores viajando al centro, los laterales convertidos en extremos y los mediocentros mordiendo la salida del rival y llevando la pelota al campo contrario. Los de Simeone empezaron a amenazar primero con una de sus armas más letales, el juego a balón parado, y así pudo haber llegado el primer tanto con remate de Raúl García que desbarató Mariño de gran intervención. Pero el buen meta rival no pudo hacer nada poco después cuando una volea de Koke (omnipresente de nuevo) era peinada de forma magistral por Raúl García para abrir el marcador.

El 0-1 del cuadro colchonero coincidía en el tiempo con la entrada de Oh Dios Turan al campo (por un Villa muy apagado)  y por ende con el final del partido. Sí, sí, han leído bien. El final del partido. Por debajo en el marcador y con Arda Turan en el campo, el Valladolid se sentía un profano jugando en la Play Station frente a la selección brasileña. No había nada que hacer. Faltaba casi media hora pero la única duda de los espectadores radicaba en quién cerraría definitivamente el partido y cuando lo haría. Enseguida se postuló el principal candidato. Un Diego Costa más calmado y preocupado por jugar, que asociado con Koke, Turan y Manquillo decidió probar al meta rival. Algo más de diez minutos aguantaron los blanquivioletas el recital colchonero. Un recital que lideraba otra vez el turco que se ha convertido en icono de esa corriente intelectual pujante denominada ardaturanismo. Diez minutos que fue lo que tardó Koke en meter el enésimo gran pase al hispano-brasileño para que éste hiciera el segundo y definitivo gol. Seguían faltando minutos pero el partido hacía tiempo que había terminado.

5 victorias de 5 (3 de ellas fuera de casa), 16 goles a favor, 4 en contra y Diego Costa con igual número de goles que Leo Messi. Los números del Atleti son números de campeón de liga. Son números exagerados incluso para el mejor Atleti de casi cualquier época. En una liga normal, con equipos normales, reglas normales, medios normales el Atleti sería candidato a todo. Así lo contarían los notarios de la realidad y lo analizarían los sesudos analistas deportivos. En esta no. Los notarios escriben desde su finca privada, esa en la que no ven y en la ni entra ni sale nadie, y los analistas rebuznan a gritos desde la pista central del circo, ajenos a lo que pasa fuera. Hoy también. Probablemente en algún momento a lo largo del año el presupuesto y el fondo de banquillo aparezca en la clasificación y sitúe al Atleti en su posición “natural” pero hoy, que el equipo aparece liderando la clasificación y contando partidos por victorias, el Atleti tampoco merece el respeto de unos medios de comunicación sumidos en su propia podredumbre. Esa podredumbre infecta que ha convertido la información deportiva en un ejercicio chovinista y malsano de propaganda tóxica. 

Extraterrestre

At. Madrid 2 - Levante 0

Si un extraterrestre con cierta inteligencia llegase al planeta tierra, concretamente a la bendita ciudad de Madrid, y echase un vistazo a la liga de fútbol vería con sorpresa como hay dos equipos señalados que lo tienen todo y que además cada año, por principio, reciben como mínimo cien millones de euros más que sus rivales. Porque si. Vería también sin embargo, con cierto estupor, cómo entre medias de ellos dos aparece hoy en la clasificación otro equipo distinto, igualmente histórico, lacerado por años y años de gestión mafiosa y con infinitos menos recursos que los dos poderosos. Vería cómo este año, en contra de toda lógica, ese equipo está realizando una campaña encomiable de un mérito estratosférico, que en buena lid podría considerarse como digna de elogio y estudio por parte de los aficionados al fútbol. El extraterrestre, sin embargo, observaría con estupor creciente que los únicos momentos en los que dicho equipo, el Club Atlético de Madrid, es nombrado por la prensa y medios de comunicación profesionales son para referirse a la venta de Falcao, la venta de Turan, la venta de Adrián, la no renovación de Courtois o la no renovación de Simeone. El Extraterrestre, llegado a este punto y recuperado del espasmo, tendría varias posibilidades: pensar que está en un país que no existe, pensar que la llamada prensa es en realidad otra cosa o que todos se han vuelto gilipollas. Reconozco que en estos momentos yo también tengo algo de extraterrestre. 

Pero si el extraterrestre ha visto el Atleti-Levante que inicia la segunda vuelta del campeonato y si tiene su cerebro límpido de carcoma, estupidez e intereses creados, habrá visto un equipo sólido, bien construido, solidario, alegre y convencido que transmite la sensación de poder con todo lo que se ponga por delante. Llegaba al Calderón el Levante, esa institución milagro que con un presupuesto ridículo se dedica año tras año a dar lecciones de gestión y coherencia deportiva. Los valencianos son un equipo honesto que no engaña a nadie. Saben lo que son, saben lo que tienen, saben lo que pueden hacer y lo hacen muy bien. Su rendimiento no será para ganar la liga pero van al límite de sus posibilidades y para ganarles o para superarles en la tabla hay que hacerlo mejor que ellos porque no te dan nada. En una liga penosa saturada de entrenadores farsantes un equipo como el Levante, haciendo las cosas bien, es capaz de jugar en Europa. Chapeu. Mi admiración para el equipo granota. 

El Atleti de todas formas no hace amigos y trata con el mismo respeto a todos los rivales. Desgraciadamente para ellos, porque esto significa salir a morder desde el primer minuto que es lo que hacen los colchoneros, especialmente en el Calderón. Los primeros diez minutos fueron así, fuerza bruta, intensidad, presión asfixiante… Los periodistas no lo vieron, porque ven los partidos desde casa, pero justo antes del saque inicial el Atleti se disponía en el campo con una ligera variación táctica respecto a otras veces que dibujaba un 4-1-4-1 con Tiago retrasado, Gabi y Koke haciendo un trivote invertido que potenciaba el juego por bandas. No lo entendía (normalmente se ponen en un 4-2-3-1 o incluso en un falso 4-4-2) pero sabía que Simeone estaba detrás. Pasados esos minutos de angustia el Levante supo asentarse en el campo y controlar el partido. Acumulando hombres por detrás del balón y minando el centro del campo apagando así el radio de acción de nuestros centrocampistas. Anulado el efecto inicial y visto que la lucha en esa franja del terreno era y sería complicada, los del Cholo decidieron llevar el balón a las bandas, lo cual, como hemos visto, no era casualidad ni improvisado. Era el plan. Koke, Gabi y Tiago lo entendieron a la perfección y sus robos de balón tenían hoy tatuado el pase a la banda como primera opción. Adrián y Manquillo por la derecha y sobre todo Cebolla y Filipe Luis por la izquierda se convirtieron en los estiletes que necesitaba el equipo en este partido y realizaron su trabajo. Primero con varias llegadas del uruguayo, que comenzó muy bien el partido pero que poco a poco se fue apagando. Después con un gran pase de Tiago que Manquillo, ahora volveremos con el canterano, consigue recoger, doblar al segundo palo y que Adrián acierta a meter en la portería rival con ayuda del defensa. 1-0. Lo mejor que le podía pasar al Atleti. Lo peor que le podía pasar al Levante. 

Hablaba de Manquillo y hablaba bien. El canterano cuajó un gran partido que lejos de limitarse a cubrir su zona con solvencia (que salvo pequeños detalles lo hizo) se atrevió a ocupar zonas de ataque con desparpajo y mimetizarse con la forma de jugar de este equipo. En el Atleti de Simeone los laterales son piezas clave y hemos visto que el argentino no está dispuesto a prescindir de ellas por una lesión. La buena noticia es esa, que este equipo es imparable también a la hora de admitir nuevos jugadores en su dinámica ganadora. El partido cambió de color como era esperable. El Atleti con mucha menos ansiedad en el juego debido al marcador relajó la verticalidad y se dejó querer. El Levante trató de estirarse algo pero desgraciadamente para los valencianos manejar el balón y el partido no es algo que esté entre sus virtudes. 

El descanso prácticamente llegó sin pena ni gloria y así ocurrió también tras la reanudación. El Atleti se aburría en su tranquilidad y el Levante se veía incapaz de superar a un rival que si bien no tenía las mismas ganar por tener el balón no bajó un ápice en el nivel de intensidad y presión. El levante no podía y el Atleti se dedicaba a mirar el reloj. Se movieron los banquillos intentando cambiar el panorama pero a cada salida del equipo granota de su férreo esquema defensivo respondía el Atleti con una llegada a puerta. En una de esas apareció el segundo gol. Una maravilla de un jugador que se lo merecía: Koke. Me he cansado de decir y repetir en este blog lo que me parece este jugador. Reconociendo todos los defectos que tiene, creo que es el canterano que más recorrido alberga hoy en día. Por sus características de juego, que combinan rigor táctico y desgaste con técnica y recursos por encima de la media, creo que puede llegar a ser un jugador muy importante en este equipo. De hecho ya lo es y este partido es una buena prueba. Que Simeone piense lo mismo que yo me tranquiliza. El gol fue un tiro desde el lado izquierdo que en parábola entra por la escuadra contraria de la portería para deleite de los vecinos del fondo norte. 

El resto del partido fue anécdota (incluidas varias llegadas con tiro al larguero del Cebolla y algún tiro lejano y alguna llegada más o menos peligrosa del Levante). Lo que no es anécdota es la lesión de Falcao que en un arranque cuando se quedaba solo delante del portero se hizo lo que en el campo pareció una rotura de fibra. No es una lesión grave pero si es incómoda, sobre todo cuando no se cura bien. Lo que es incuestionable en cualquier caso es que estaremos dos o tres semanas sin el colombiano. Mala noticia estando en el momento de la temporada en que estamos. 

En cualquier caso el equipo sigue arriba en la tabla, recorta puntos con el Barça, aumenta distancia con el resto de rivales (salvo el Madrid) y sigue vivo en el resto de competiciones en las que participa. Estamos casi en Febrero, hermanos. ¿Alguien recuerda un Febrero en las mismas circunstancias? No pregunten a ningún periodista porque tratarán de asesinar su ilusión y vender a cualquier jugador del Atleti. Piensen por otro lado que si el extraterrestre inteligente del que hablábamos al principio fuese verdad tendría, entiendo que como usted, muy poco interés por los medios de comunicación oficiales y que por el contrario sería del Atleti.