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Guionista de la historia

Si yo fuese el guionista de la historia, el Atlético de Madrid ganaría esta temporada la Champions League para quemar el trofeo en una pira bautismal nada más recibirlo y anunciar a los cuatro vientos, en prime time, que jamás volverá a jugar esa competición corrupta. Así, con un final tan fordiano me imagino yo el desenlace perfecto a la andadura europea del Atleti de Simeone. Pero no se preocupen. No soy el guionista de la historia.

Adoro los partidos internaciones de clubes y me encanta vivir esas noches en directo pero detesto con todas mis fuerzas (cada vez más) una competición mentirosa que ha sido impunemente adulterada con el único objetivo de ganar dinero. Negocio que diría ese ideólogo del averno llamado Tebas. Con el mismo argumento que emplearía cualquier tratante de blancas, los soldados de la UEFA dicen simplemente estar dando al pueblo lo que el pueblo demanda. Los números les dan la razón pero también se la dan a cualquier morador de las esquinas de Baltimore. No todo es dinero. O sí, porque apoyados en un fiel ejército de empleados audiovisuales son además capaces de apaciguar a los inspectores y justificar cualquier desliz apelando a la magia, a las hadas blancas y a la suerte. Aquí paz y después gloria. 

Lo he pasado mal viendo el PSV-Atleti pero parece obvio que venía condicionado de casa. 

El Atleti salió con poderío. Tocando el balón, dominando, combinando con clase y acosando el área contraria. Es decir, tal y como demandan los rapsodas de las ondas. Una pena que la misma colección de iluminados estuviese en ese momento viendo el "partido" del Barça o el entrenamiento del Real Madrid C. Es lo que vende. 

El Atleti se pareció unos momentos a eso que quieren los vendedores de humo pero el PSV tardó cinco minutos y dos pases verticales en poner las cosas en su sitio. Hasta el punto de marcar un gol que para mí debió subir al marcador pero que un árbitro pésimo decidió anular. Un par de gritos de Simeone arreglaron la situación. Una cosa es dominar con el balón y otra cosa es ser vulnerables de forma gratuita. Una cosa es querer ganar y otra caer en la trampa que te tiende el rival. Ese PSV de Cocu que se ha convertido en equipo compacto y muy interesante. 

El Atleti siguió dominando a partir de entonces pero ahora con bastante más de criterio y sin tener que parecerse a nadie. De esa manera llegó el gol, tras un rechace que recogió en la frontal del área Saúl (¡qué jugador!) y que vino precedido por un aparatoso choque de cabezas que el árbitro podría perfectamente haber parado pitando falta (aunque yo no tenga tan claro que lo fuese). 

Las vociferantes gradas de Eindhoven, que ya antes estaban en un estado de excitación superlativo, echaron el resto para jugar un papel determinante. Primero aupando a su equipo que a base de brío y pelotazos al hueco logró reponerse. Después sacándole al árbitro un penalti bochornoso (piscinazo infame) que desperdició el bueno de Guardado. Bueno, que atajó Oblak en realidad. Y quiero pararme en este punto porque me parece sumamente mezquino juzgar a un portero por una miserable tanda de penaltis. Me dan ganas de vomitar cada vez que veo a alguien poniendo los focos en ese día, en ese momento y en un tipo que encima nos había llevado hasta allí. Un jugador que me parece uno de los grandes aciertos contemporáneos de la secretaría técnica del club. 

El Atleti encaró mucho mejor el inicio de la segunda parte con Koke y Saúl mandado y con Griezmann y Filipe Luis en estado de gracia. Gameiro empezó a formar parte del equipo y el Atleti aprovechó bien las debilidades del rival. Pudo sentenciar fácilmente pero el delantero francés falló dos oportunidades de escándalo (especialmente la primera con toda la portería para él). O se encuentra con el gol en un breve plazo de tiempo o vamos a empezar a tener (otra vez) un grave problema. 

Los errores de cara a puerta provocaron un final de partido agónico, con el equipo holandés volcado y los colchoneros, exhaustos ya para entonces, sintonizando un modo de juego especulativo y pasivo que me aterroriza. 

Tres puntos muy importantes en un grupo infernal en el que cada partido será un poema. Tres puntos que deberían servir, y hablo en primera persona, para apaciguar los ánimos, mirar exclusivamente al siguiente encuentro y tratar de disfrutar antes de sufrir. Prometo ponerme a ello. 

@enniosotanaz

(Foto extraída de Mundo Deportivo) 

Sillas vacías

“El mañana vendrá y se irá sin ningún pesar y por la tarde me volverá el recuerdo de lo que nunca podré olvidar… cuartos vacíos que hacen eco según se suben las escaleras y ropas vacías que caen y cubren las sillas vacías”.

Decía Billy Brandt que permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que siguen. Esta noche se ha cometido una tremenda injusticia no sólo al Atlético de Madrid sino fundamentalmente al mundo del fútbol. Una injusticia que además de alguna forma ha sido también consentida por los principales actores del carrusel sobre el que gira este deporte. Hacer pagar a una afición por un delito que no ha cometido y que en ningún caso tiene que ver con ella, tenga o no tenga razón la UEFA en su acusación contra la policía española, tiene más que ver con razones oscuras y capciosas que se escapan de lo que es este bendito deporte. Cuando a la injusticia se le suma la política en el camino el engrudo resultante es difícilmente digerible. Cuando además es la UEFA quien conduce el destino del engendro todo se convierte en necedad estúpida. Ver hoy la imagen de un Vicente Calderón completamente vacío en el mismo momento en que el equipo se clasificaba matemáticamente para la siguiente fase de la Liga de Campeones era deprimente. Esa alegría que los colchoneros teníamos guardada en el corazón para noches como esta ha tenido que quedarse difuminada en porciones individuales gracias a la estupidez congénita de unos burócratas que se han adueñado de un espectáculo anteriormente precioso y gracias a los giros de cuello para mirar hacía a otro lado de nuestros defensores en tan hostil cuadrilátero. Gracias a estos señores y a partir de hoy el concepto de justicia deportiva tendrá una nueva definición. O no, porque me da que como en toda fiesta en este carrusel hay gigantes y cabezudos.

Debe ser tremendamente difícil meterse en un partido como el de esta noche cuando todo el gélido entorno te invita a pensar que estás asistiendo a un simple entrenamiento y a la vez algo te dice desde una esquina de tu cerebro que te estas jugando el pase a la 2ª fase de Champions. Me daba miedo este punto teniendo en cuenta la fragilidad de actitud que ha demostrado mi equipo en tantos y tantos partidos. Reconozco que el miedo se transformó en pánico cuando en el minuto 2 de partido ese internacional griego que tantas veces parece tener problemas de equilibrio mental sobre un terreno de juego realizó una entrada asesina que acabó lesionando a Afellay, la estrella del PSV. Pero por un día mis miedos eran infundados y el atlético de madrid hoy si pareció el atlético de madrid en los inicios del partido. Liderado por las personas que siempre deberían ser importantes en este equipo, ya saben: Simao, Forlán, Maniche, Agüero, Maxi,.. el equipo se adueño enseguida del balón, del campo, del ritmo y del juego, que sin ser espectacular si era efectivo, serio y en ocasiones brillante. Con un escenario tan radiante apareció un pase al área desde la derecha que Simao, un jugador no sólo en excelente estado de forma sino también en estado de gracia, se encargó de errar el remate, recoger el rechace y hacer el primer gol. Corría el minuto 13 y la superioridad del equipo colchonero era manifiesta ya para entonces.

Los creativos gestores del video marcador del Calderón proyectaron entonces un video de la afición gritando como forma de celebrar el gol. No hay muchos precedentes de partidos jugados en estas circunstancias pero a tenor de las sonrisas de Simao y Forlán observando el amable esfuerzo no parece que fuese una opción muy afortunada. Lo que si que me imagino que agradecerían los jugadores habrán sido los gritos constantes de un buen puñado de “valientes” que se dieron cita en las inmediaciones del estadio para animar con su calor y presencia al equipo. En una noche que debería estar rondando los cero grados y en un lugar donde no existía una miserable televisión en la que seguir el partido hay que olvidar otras connotaciones y reconocer el coraje y el valor de esta gente.

“Me pregunto si sabes que nunca entendí el que a pesar que dijiste que irías, hasta que no lo hiciste nunca pensé que ocurriría”

Con el primer gol en el casillero la cosa no se pudo poner mejor muy a pesar de lo que suele ocurrir con este equipo teniendo a Javier Aguirre en el banquillo. Hoy en lugar de echarse miserablemente hacia atrás decidieron mantener la posición, adelantar la presión, salir rápido a la contra y jugar al fútbol. En el campo se juntaba un equipo flojo, noqueado anímicamente, perdido pero de la escuela holandesa, esa que dice que a este deporte se juega con un balón y que por tanto lo primero que hay que hacer es tenerlo, frente a un equipo motivado, serio, rápido y con jugadores de primer nivel mundial desprendidos de su tradicional corsé. Miel sobre hojuelas. Desde ese momento hasta el descanso la superioridad colchonera fue abrumadora y solo subió un gol más al marcador, un remate violentísimo de Maxi tras un corner sacado por Simao, por una simple cuestión de casualidades.

En ese momento un joven amigo que estaba viendo el partido con nosotros se alegraba de que el Liverpool fuese ganando al Olympic porque “era más fácil nuestra clasificación”. Mi padre, viejo zorro y viejo atlético él, decía, “no hijo no. El Liverpool tiene que perder si queremos ser primeros de grupo”. ¿Una alegoría del atleti de hoy?... quien sabe.

“Nunca pensé que las palabras que dijiste eran verdad. Nunca pensé que decías lo que realmente querías decir. Nunca supe cuanto te necesitaba. Nunca pensé que te irías… hasta que te fuiste”

Pero desgraciadamente, porque este atleti es así, lo que parecía un episodio de “la casa de la pradera” acabó convirtiéndose en una especie de “Poltergeist” descafeinado. No había pasado ni un minuto desde el inició del segundo tiempo y en un córner mal sacado por los holandeses y tras una cadena de errores en la defensa atlética el PSV marcaba un inmerecido gol. A partir de ese momento el equipo entró en el estado de catatonia expectante que tan bien conocemos los que seguimos todos los días al equipo y las dudas aparecieron en las gradas imaginarias. El partido se paró, se espesó, se ralentizó, aparecieron las dudas, los patadones, los golpes esporádicos de genio,... Debo ser sincero sin embargo y también vi cosas que son una novedad en el habitual planteamiento táctico del equipo como esa presión a la salida del balón en campo contrario que como mínimo hacía que se jugase lejos de nuestra portería.

Los minutos fueron cayendo sin pena ni gloria, Ramón Calderón se moría de frío en el palco, Aguirre se escondía en su abrigo, Pitarch ponía cara de ser del atlético de madrid y en el campo ocurrían cosas sorprendentes como las entradas por la banda con sentido de Seitaridis y faltas bien hechas por parte de Pernía que se mezclaban con la espesura tradicional. Sólo en los minutos finales se pasó algo de apuros gracias a esa puñetera manía de meterse todo el equipo en el área a defender un resultado corto que debería haber sido más amplio.

Falta un partido y estamos clasificados para la siguiente ronda. Parece que el equipo funciona en esta competición que desgraciadamente ya está amortizada para nuestra dirección deportiva. Se podría intentar sacar conclusiones de porque parece ser todo miel y ambrosía en Champions y puré de hiel en todo lo demás pero hoy no tengo ganas. Prefiero disfrutar en soledad pero sin ambigüedades de algo que unos burócratas me han impedido disfrutar en compañía del resto de colchoneros.

Empty Chairs - Don McLean
American Pie - 1971/BGO

Vamos chicos (PSV Eindhoven - At. Madrid)

“Vamos chicos no os dejéis caer(...). Una cara bonita no significa nada si parece lo mismo que la multitud”

Hay gente que busca en la vida un posición centrada en todo. No expone mucho y de esa manera es difícil llevarse una gran decepción. Algo sano y seguro pero terriblemente aburrido porque es evidente también lo difícil que es llevarse una enorme alegría con una actitud tan poco desafiante. Evidentemente no hablo de mi. Yo soy aficionado al Atlético de Madrid y el atleti, mi atleti, no sabe (o no sabía) de posturas centradas. Paradójicamente, es esa precisamente una de las cosas que más me gusta de mi equipo. Ser del atlético es exponerse cada segundo de tu vida. Es tener que explicar convencido lo aparentemente inexplicable pero hacerlo subido desnudo al encerado público al que se suben los que se salen de la versión oficial. Es tener que hacerlo además ante la inmensa masa que se esconde en el poder de la mediocridad. Respeto cualquier opción elegida en libertad pero dudo que toda esa gente se sienta alguna vez como me siento yo esta noche.

Y es que el Atlético es así y no como nos quiere vender la prensa del movimiento. El atleti podrá tener la cruz de tener que vivir a la venenosa sombra del equipo más poderoso y favorecido del mundo por ser su vecino o con el San Benito de la final de Copa de Europa perdida (repito, final de Copa de Europa y no el trofeo de la “Villa de Cinchilla”), pero no es el equipo mediocre, triste y acobardado que nos quieren vender los ideólogos de las portadas de prensa rosa o los tipos de las ondas que confunden periodismo con “colegueo” y fútbol con Real Madrid.

“Trabajar todo el día no significa nada con el sol siempre fuera de vuestra ventana (...). Que les jodan a los que dicen que la vida es sólo eso antes de la muerte”

El atleti ha dado un puñetazo en la mesa de la Champions League cuando se cumplen 11 años desde que unos dirigentes corruptos y una justicia vendida y farsante no echaron de la partida. Lo ha hecho como lo hacen los equipos de fútbol grandes que es ganando cuando hay que hacerlo y hacerlo con personalidad y dando miedo. El Atleti sigue teniendo un entrenador malo y un director deportivo de chiste pero gracias a Dios también tiene lo que ya tenía la temporada pasada, un grupo de jugadores de un nivel que no se corresponde con el discurso oficial del club. Un grupo de jugadores escaso pero al menos suficiente para formar un once digno y tan peligroso que el día que jueguen como un equipo lo serán todavía más. Desgraciadamente la impericia de algunos hace que la plantilla esté descompensada y mal confeccionada pero hoy no es el día para hablar de eso. Hoy hay que disfrutar, reír, agarrarse al prefabricado discurso del tal Obama y soñar con que efectivamente si, podemos.

El equipo esta noche ha salido como debería salir todas las noches. Sé que eso es algo difícil mantener jugando cada tres días pero es a lo que tendríamos que tender al menos. Tengo la ligera sospecha de que muchos de esos “bajones” no tienen que ver con la mala suerte o la casualidad y eso me duele mucho. Agüero marró una ocasión nada más empezar que todos pensamos que recordaríamos el resto de nuestras vidas pero de la que afortunadamente casi ni me acuerdo. Muy poco después culminaba en gol una gran jugada de Maniche y se abrían los cielos. El equipo era serio, fuerte, estaba concentrado, dominaba el partido, no dejaba jugar al rival y mantenía una insólita personalidad que me hacía sacar pecho a muchos kilómetros de distancia. Nunca entenderé porque teniendo todo eso existen entrenadores que deciden parar el partido, perder tiempo, poner al equipo en el borde del área y matar el ritmo cuando te pones por delante en el marcador pero tenemos la desgracia de tener uno de ellos. Jamás lo entenderé y jamás lo admitiré como una opción lógica ni buena (entre otras cosas porque nos ha quitado más puntos de los que nos ha dado) pero tendré que asumirlo a regañadientes. Por suerte la concentración en defensa fue máxima esta vez y las tímida amenaza del PSV se chocaron contra el hoy solvente muro rojiblanco.

“Busca la caja y mira que es lo que hay dentro. Nunca lo encontrarás hasta que no los hayas hecho”

Pero ocurrió el milagro y el equipo, no sé debido a qué o quien pero le doy las gracias, decidió subir unos metros en el campo e iniciar la presión en el entorno de la línea medular. Algo tan simple nos hizo ganar el partido con solvencia. Si fue Aguirre quien lo decidió deberé ser justo y lo incluiré en su disminuida bolsa de puntos a favor. La desagradable y desgraciada “anécdota” de una inoportuna lesión muscular dio entrada a Sinama que reivindicó su fichaje con una gran jugada de banda que dejó un balón en el borde del área pequeña y que le sirvió al Kun Agüero para que nos ofreciese otro de sus recitales de control, fuerza y remate. Un prodigio de jugador pero eso ya lo he dicho muchas veces. De esa manera, tranquilos y frotándonos los ojos, llegamos al descanso y servidor disfruto de una de las cenas más frugales y felices de los últimos tiempos.

La segunda mitad fue un paseo. El equipo salió algo dormido, probablemente por un inconsciente arreón de los holandeses que se dio la mano con la inconsciente relajación de quien se ve infinitamente superior, pero enseguida volvimos a meternos en el partido y colocar la línea de presión donde habría que colocarla siempre. De esa manera, tras un robo de balón en cancha contraria, llegó el tercero. Si robas un balón en el borde de tu área tienes tres opciones: esperar, dar un patadón o recorrer 100 metros con la pelota controlada. Los colchoneros lo llevamos viendo tres años. Si lo robas cerca del área contraria las opciones se multiplican pero además todas son posibilidad de gol. Que se lo pregunten a Maniche que tras un robo de esos fue quien puso el tercer tanto en el marcador a pase (con suerte) de un recuperado para la causa Luis García.

Dejando a un lado al Kun Agüero, que está tocado por la mano de Dios y juega a otro nivel, debería ser justo y destacar también el partido de Maniche. El portugués está muy enchufado y probablemente estemos asistiendo a sus mejores minutos desde hace muchos años. La defensa fue una roca (las dudas de Perea y Antonio López se compensaban con la raza y buen hacer de Heitinga y sobre todo un rotundísimo Ufjalusi) mientras que Conçeisao ocupaba con criterio tanto terreno que el resto de jugadores podían dedicarse a jugar. El partido no tuvo más historia. 0-3 y un futuro esperanzador en esta mal llamada liga de Campeones.

Señores jugadores de mi equipo, creanlo. Son buenos. Son buenos jugadores. Que nadie les convenza de otra cosa. Ni desde la grada ni desde el papel reciclable que se publica todas las mañanas y que tiene como misión fundamental descargar de calostro alguna que otra sucia posadera, ni tampoco desde las supuestas voces autorizadas que viven en el banquillo. Creanlo y todos lo celebraremos.

“Se que es difícil de hacer pero... ¿os hemos dejado alguna vez en la estacada?...¡Vamos chicos!”


“C’mon Kids” (Martin Carr)
The Boo Radleys (1996/Creation)