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¡Un abrazo!

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Va por usted.

At. Madrid 4 - Real Sociedad 0

Hace unos días, con toda la solemnidad de algo importante, me preguntaban por un jugador del Atlético de Madrid que, en mi opinión, representase lo que es el Atleti. En ese momento, en menos de un segundo, se me pasaron por la mente los cientos de jugadores que he visto con la elástica rojiblanca pero por alguna razón elegí instintivamente a uno al que nunca he visto jugar: Luis Aragonés. Lo dije porque así lo sentía y porque así lo siento. Porque muchas veces en mi vida me he sentido orgulloso de que esa persona fuese del mismo equipo que yo, y eso no es algo que me pase tan a menudo. Entendía como mía, como nuestra, su forma de entender el fútbol. La fidelidad, el juego, los jugadores, el orgullo, la pasión, la gloria, el desaliento, la disciplina. La Biblia de Luis era nuestra Biblia. Es nuestra Biblia. Y sí, sé que Luis no era perfecto pero es que nadie lo es. Los que somos de este equipo, lo somos entre otras cosas porque sabemos que la vida es así, imperfecta. Y nos gusta. Con subidas y bajadas, con momentos arriba y momentos abajo. Los que somos del Atleti huimos de la mediocridad y los tonos seguros pero grises de los aburridos. Luis no era así y nosotros tampoco. Los que somos del Atleti no nos sentimos cómodos con esas fotos satinadas de gente bañada en gomina, de premios pluscuamperfectos y promesas de felicidad constante e infinita. Pensamos que tienen trampa. No nos lo creemos. Luis tampoco. Ayer Don Luis Aragonés nos dejó solos en este mundo pero somos muchos los que hemos entendido su legado. El primero de ellos, nuestro equipo actual que como mejor homenaje a nuestro ídolo ha escalado hasta lo más alto de la clasificación para despedir al más grande. Transformando en fútbol sus palabras: y ganar y ganar y ganar y volver a ganar.

No creo que me salga urticaria por decir que, por una vez, me parece que el club ha estado a la altura de las circunstancias. Lo estuvo ayer cuando rápidamente movilizó su web y las redes sociales para liderar las riendas del pequeño tributo a nuestro querido 8 y lo ha estado hoy con ese homenaje que le ha brindado en el Calderón. Un homenaje sencillo, que lejos de ser rimbombante o estrambótico ha resultado entrañable, creíble y emocionante. Un breve video por los videomarcadores anticipaba la salida de un puñado de ilustres colchoneros de todos los tiempos que llevaban en sus manos una inmensa camiseta rojiblanca con el número 8. El estadio era ya un clamor y se desgañitaba gritando el nombre de Luis Aragonés. Pero me ha emocionado todavía más otro detalle, seguramente improvisado, que se ha producido durante el minuto de silencio. En ese momento el capitán del Atleti, Gabi, se ha llevado al equipo hacía el lugar en el que estaban los veteranos para abrazarse a ellos en esos segundos. Mi piel de gallina era la piel de gallina del resto de personas que tuvimos la suerte de estar en las gradas, viendo a varias generaciones distintas de colchoneros que despedían juntos y abrazados a un ícono de su equipo. De nuestro equipo. La Real Sociedad, por cierto, no llevaba brazalete negro. Supongo que no tenían nada por lo que rendir homenaje. En fin,...prefiero ahorrarme los comentarios.

Luis no era muy amigo de celebraciones y fiestas pre-partido. Yo tampoco, la verdad, aunque lo de hoy era inevitable. Pero según empezó a rodar el esférico, el runrún se apoderó de la grada, rememorando otras ocasiones parecidas, de inicio festivo y final trágico. El inicio del encuentro además no ayudó mucho a quitarse el fantasma de encima cuando vimos un Atleti parado y espeso enfrente de una Real Sociedad muy bien plantada y sin ganas de arriesgar un ápice. Como una tregua pactada sin pactar, los equipos no hicieron nada (con permiso de una peligrosa diagonal de Diego Costa que paró el cancerbero txuri urdin) hasta que en el minuto 8 el estadio abandonó el silencio inicial y empezó a cantar a coro el nombre del verdadero protagonista de la noche. A partir de ahí, tras unos minutos de incertidumbre en los que los gipuzcoanos metieron a los de Simeone en su área, el Atleti tomó por fin el balón y se hizo dueño del partido. Y empezó a moverlo con criterio con un Mario renacido (buenos minutos iniciales tras su lesión) y un Koke hiperactivo que sin embargo no estaba tan acertado como otras veces. Arriba Diego Costa se peleaba (ganando) con todos mientras Villa parecía con más chispa que otras veces. Volvió a gustarme mucho, otra vez, el bueno de Insúa que sin limitar su labor defensiva estuvo bastante acertado también en ataque. Al que sigo sin ver es al principito Sosa. Creo que necesita hacer bastante más para ser titular en este equipo. El Atleti fue claro dominador de la primera parte pero hasta casi el minuto 40 no llegó el primer gol y lo hizo gracias a una acción de coraje de Insúa que roba muy arriba, abre el balón a Diego Costa y  éste cruza el balón al centro de la portería donde estaba el guaje Villa para marcar. Un guaje, que había mostrado ya antes su adoración por Luis, y que decidió dedicarle el gol en una emotiva celebración que todos sentimos como nuestra. Una pena que se lesionase poco después porque llevaba un par de partidos cogiendo buen tono.

La segunda parte comenzó con una cara bien distinta. La Real dio una paso adelante, Carlos Vela decidió tomar el mando del ataque guipuzcoano desde la izquierda y el Atleti, incomprensiblemente, reculó. Mientras los donostiarras se quedaban con el balón e imponían su juego con bastante criterio, el Atleti juntaba demasiado sus dos línea defensivas y dejaba muy separada la línea de arriba. El partido se puso feo para los locales así que Simeone echó una mirada al banquillo y por allí vio a Diego. El brasileño había llegado ayer a Madrid y sin entrenar una sola vez entró en la convocatoria. Su salida al campo tuvo sin embargo el efecto de una sustancia estupefaciente prohibida. El equipo parecía otro y Diego parecía llevar toda la vida entre sus compañeros. Una prueba más de que esa cantinela del periodo de adaptación es algo que no aplica a los buenos. Este Atleti es mucho Atleti y sin que antes sufriese verdaderas ocasiones en contra, la nueva versión del equipo era otra cosa y ya en el primer zarpazo que dio metió el segundo. Error de Vela (creo) en banda izquierda que aprovecha Raúl García para meter un gran pase a la espalda de la defensa rival. Diego Costa recoge el balón con velocidad para encarar la portería y marcar su vigésimo gol en liga. Una barbaridad lo del hispano-brasileño. No me canso de decirlo.

A partir de ahí lo que vimos fue un recital del equipo de Simeone dirigido y orquestado por un Diego que promete buenas dosis de fútbol. Que era exactamente el tipo de jugador que necesitábamos es tan evidente que duele, pero mejor no echemos la vista atrás. El tercero de la noche cayó tras un córner (¡qué sorpresa!) en el que Miranda entra como un toro para incrustar el balón en la red. El cuarto llegó de los pies de Diego que si ya llevaba minutos rondando el gol esperó a un pase del Cebolla desde la izquierda para debutar de la mejor forma posible en su segunda llegada a la orilla del Manzanares.


3 nuevos puntos obtenidos en el inexpugnable Vicente Calderón que, ahora sí, deja al Atlético de Madrid en lo más alto de la tabla y además en solitario. No ocurría desde 1996, el día que el Atleti se proclamaba campeón de liga, pero no podía haber llegado en un día más señalado. Hasta siempre Luis. Va por usted. 

Adiós Luis

Acabo de enterarme de la triste noticia del fallecimiento de Luis Aragonés, Don Luis Aragonés, y sinceramente hoy no tengo el cuerpo como para escribir del tema. Me duele mi corazón colchonero. Hace pocos días me preguntaban el nombre de un jugador que en mi opinión representase lo que es el Club Atlético de Madrid y en menos de un nanosegundo contesté, sin dudarlo, Luis Aragonés. Luis hizo mucho por este equipo, indiscutiblemente, pero para mí su figura trasciende sus logros. No es que fuese del Atleti. Era el Atleti. 

Como inútil homenaje a su persona y a su figura quiero volver a rescatar un texto que escribí hace años cuando la selección conquistó la Eurocopa con él al frente. Aquel día me sentí más de Luis Aragonés que nunca Creo que sigue vigente. 

Adiós. 

Hasta siempre. 

Descanse en Paz.




“Cadena perpetua es una película magnífica. Una de mis preferidas. Sin embargo lo que más recuerdo de ella no es el excelente guión, ni la interpretación de Tim Robbins ni nada que destaque las suculentas virtudes cinematográficas de la cinta. Lo que más recuerdo es lo bien que queda reflejada la inmensa alegría que se debe sentir después de cobrarte una venganza contra alguien o algo que te ha hecho soportar una penitencia injusta. La imagen de un Tim Robbins blanco y radiante dirigiéndose hacia las calles de su pueblo mexicano soñado de nombre impronunciable (Zihuatanejo) refleja perfectamente el sabor de la venganza más inteligente y elegante. Esa es la imagen que me vino ayer por la noche pero el protagonista no era un Tim Robbins peinado y vestido de blanco sino un Luis Aragonés con aspecto desaliñado (como siempre), mirada perdida (como siempre) y cara de pocos amigos (como siempre). Y es que la selección española con menos jugadores “colchoneros” de las últimas décadas (concretamente ninguno) se acaba de proclamar campeona de Europa y de hacerlo de la forma más brillante que yo recuerde desde que con seis años inicié el visionado sucesivo de mundiales y eurocopas. Sin embargo, por esas ironías que tiene la vida, esta selección sin jugadores que defiendan los colores de atleti tenía evidentes tintes rojiblancos. El autor del gol de la final fue el último ídolo (ficticio o no) de nuestra “bendita” afición mientras que el cerebro, estratega y verdadero artífice de ese cuento de dibujos animados que es hoy la selección española, es un colchonero de pro que nos ha dado muchas y buenas alegrías pero al que los actuales usurpadores del escudo colchonero le dan sistemáticamente la espalda mientras abrazan opciones más fáciles, más toscas y más torpes. Triste paradoja la que tenemos que sufrir los atléticos del corazón viendo como la gloria del mayor hito en la historia del fútbol español la encabezan dos exiliados rojiblancos. 

El caso de Luis Aragonés es distinto. Luis ha pasado muchas veces por el atlético de Madrid primero como jugador y luego como entrenador dándonos ligas, copas y algo que mucha gente olvida como la posibilidad de volver a jugar en primera división después de dos años en el “infierno” de segunda (no sé lo que hubiese ocurrido sin Luis). Ha tenido muchas rarezas porque, reconozcámoslo, es un tipo raro, pero nunca ha dado muestras de falta de personalidad y eso precisamente fue lo que le llevó a enfrentarse con la actual directiva y ser apartado del universo colchonero moderno, ese que nada tiene que ver con el Atlético de Madrid histórico del que estúpidos como yo nos enamoramos. Yo fui de los que me enfadé cuando Luis Aragonés salió de mala manera de mi equipo (porque siempre he sentido debilidad por este tipo) pero ahora casi me alegra ver que su reforzada imagen nada tiene que ver con el bochornoso sucedáneo de Atlético de Madrid que tenemos la desgracia de sufrir. Luis Aragonés ha dado no una sino varias lecciones a tanto y tanto chupatintas advenedizo y tanto y tanto borrego confundido que abraza como suya la idea esperpéntica de que la mejor forma de triunfar en el fútbol es despreciarlo. En esta confusa época que vivimos de chikilicuatres y “miembras” ser fiel a una idea y morir con ella no se lleva. Se lleva la ambigüedad, nadar entre varias aguas y sobre todo no definirse. Luis dijo antes de la Eurocopa que probablemente no fuesen el mejor equipo pero que él iba para ganar el título y que creía que lo ganaría. 

Luis Aragonés es un anacronismo en esta sociedad de mediocres donde el que habla muere y el que tiene personalidad es un freak. Sometido a una brutal presión por estupideces como la de la no convocatoria de Raúl, que abanderaban, con fervor, todos y cada uno de los medios de comunicación, ha sido capaz de hacer de tripas corazón, evitar el daño a su plantilla, asumiendo en carne propia la mierda, mientras seguía hacía adelante. ¿Cuántos de todos esos mequetrefes pedirán perdón? No hacía falta ganar la final para entender las razones que inspiraban a Luis para obrar como obró, pero emociona ver el manteo de los jugadores a su entrenador o las declaraciones de los campeones dedicando la victoria a la misma persona. Algo tendrá Luis cuando todos los jugadores hablan tan bien de él. La otra lección que ha dado es la de que ser fiel a este deporte es la mejor y más bonita forma de ser grande. Independientemente del fabuloso juego que ha desplegado el equipo nacional, que eso es algo que depende también del enorme ramillete de jugadores de que dispone, el mejor acierto de Luis en este sentido es mucho más básico. Lo dijo cuando fue nombrado seleccionador y lo ha cumplido. Dijo que llevaría a los mejores y en función de quienes fueran encontraría la forma en la que pudieran jugar mejor y con personalidad propia. Señor Aragonés. Gracias por todo. Usted si es un fiel representante del Atlético de Madrid que yo entiendo y me enorgullece que aparezca en sus anuarios. Desgraciadamente no puedo decir lo mismo de los que aparecen en los últimos años. 

Como colchonero entiendo que le debemos algo. Señores directivos, traten de dejar de hacer el ridículo y si de verdad quieren a este equipo recuperen su esencia tratando mejor a las personas que lo hicieron grande y eliminando cuanto antes la mala hierba que no hace más que bulto y con la que desgraciadamente tenemos hoy que convivir.”


"Si Gattuso es una referencia, yo soy un cura"
(L. Aragonés)

Doble cita






Si hay una persona en el universo colchonero que represente la esencia de lo que significa el Atlético de Madrid, ya saben, esa curiosa forma de ir a contracorriente, de no elegir la opción fácil, del orgullo, del resultar incómodo por defender lo que crees, de creerse ganador viajando en la cabeza o en el furgón de cola, de mirar a los ojos, de hablar a la cara… ese es Luis Aragonés.

Este Domingo los atléticos proscritos dan un homenaje al atlético proscrito por excelencia y yo no me lo quiero perder.


 

A renglón seguido, nunca mejor dicho, está convocada también la primera manifestación de “Atléticos por el Cambio” que espero supongo en inicio de algo grande.

Atlético, el Atleti te necesita.

Zihuatanejo (otra vez)


El periodo estival es, salvo por el tortuoso culebrón de los fichajes y hasta que aparezcan después los cuestionados torneos veraniegos, un periodo dónde el fútbol “jugado” tiende a desaparecer y con ello la rabiosa actualidad colchonera (siempre que uno quiera huir de entrevistas bochornosas, rumores de puticlub y demás sucedáneos periodísticos). Si además, como es el caso, está en ciernes la aparición de una de las selecciones españolas con menos colchoneros de la historia en el torneo de todos los torneos me temo que ha llegando la hora para este que escribe decida cerrar el telón hasta la temporada que viene.

En ello estoy, pero antes quería acordarme de un modesto post que escribí cuando la selección ganó hace dos años la Eurocopa. La razón no tiene nada que ver con una petulante necesidad de autocitarme (¡Dios me libre!) sino de rendir homenaje a, para mí, el gran olvidado en esta elogiosa y optimista campaña a favor de nuestra selección: Luis Aragonés. Lo dicho entonces unas horas después del éxito me vale exactamente igual unas horas antes de que la llamada “Roja” entre de nuevo en acción.

Con algunos ajustes de cosas que no vienen a cuento decía algo así:

“Cadena perpetua es una película magnífica. Una de mis preferidas. Sin embargo lo que más recuerdo de ella no es el excelente guión, ni la interpretación de Tim Robbins ni nada que destaque las suculentas virtudes cinematográficas de la cinta. Lo que más recuerdo es lo bien que queda reflejada la inmensa alegría que se debe sentir después de cobrarte una venganza contra alguien o algo que te ha hecho soportar una penitencia injusta. La imagen de un Tim Robbins blanco y radiante dirigiéndose hacia las calles de su pueblo mexicano soñado de nombre impronunciable (Zihuatanejo) refleja perfectamente el sabor de la venganza más inteligente y elegante. Esa es la imagen que me vino ayer por la noche pero el protagonista no era un Tim Robbins peinado y vestido de blanco sino un Luis Aragonés con aspecto desaliñado (como siempre), mirada perdida (como siempre) y cara de pocos amigos (como siempre).

Y es que la selección española con menos jugadores “colchoneros” de las últimas décadas (concretamente ninguno) se acaba de proclamar campeona de Europa y de hacerlo de la forma más brillante que yo recuerde desde que con seis años inicié el visionado sucesivo de mundiales y eurocopas. Sin embargo, por esas ironías que tiene la vida, esta selección sin jugadores que defiendan los colores de atleti tenía evidentes tintes rojiblancos. El autor del gol de la final fue el último ídolo (ficticio o no) de nuestra “bendita” afición mientras que el cerebro, estratega y verdadero artífice de ese cuento de dibujos animados que es hoy la selección española es un colchonero de pro que nos ha dado muchas y buenas alegrías pero al que los actuales usurpadores del escudo colchonero le dan sistemáticamente la espalda mientras abrazan opciones más fáciles, más toscas y más torpes.

Triste paradoja la que tenemos que sufrir los atléticos del corazón viendo como la gloria del mayor hito en la historia del fútbol español la encabezan dos exiliados rojiblancos.

El caso de Luis Aragonés es distinto. Luis ha pasado muchas veces por el atlético de Madrid primero como jugador y luego como entrenador dándonos ligas, copas y algo que mucha gente olvida como la posibilidad de volver a jugar en primera división después de dos años en el “infierno” de segunda (no sé lo que hubiese ocurrido sin Luis). Ha tenido muchas rarezas porque, reconozcámoslo, es un tipo raro, pero nunca ha dado muestras de falta de personalidad y eso precisamente fue lo que le llevó a enfrentarse con la actual directiva y ser apartado del universo colchonero moderno, ese que nada tiene que ver con el atlético de Madrid histórico del que estúpidos como yo nos enamoramos. Yo fui de los que me enfadé cuando Luis Aragonés salió de mala manera de mi equipo (porque siempre he sentido debilidad por este tipo) pero ahora casi me alegra ver que su reforzada imagen nada tiene que ver con el bochornoso sucedáneo de atlético de Madrid que tenemos la desgracia de sufrir.

Luis Aragonés ha dado no una sino varias lecciones a tanto y tanto chupatintas advenedizo y tanto y tanto borrego confundido que abraza como suya la idea esperpéntica de que la mejor forma de triunfar en el fútbol es despreciarlo. En esta confusa época que vivimos de chikilicuatres y “miembras” ser fiel a una idea y morir con ella no se lleva. Se lleva la ambigüedad, nadar entre varias aguas y sobre todo no definirse. Luis dijo antes de la Eurocopa que probablemente no fuesen el mejor equipo pero que él iba para ganar el título y que creía que lo ganaría.

Luis Aragonés es un anacronismo en esta sociedad de mediocres donde el que habla muere y el que tiene personalidad es un freak. Sometido a una brutal presión por estupideces como la de la no convocatoria de Raúl, que abanderaban, con fervor, todos y cada uno de los medios de comunicación, ha sido capaz de hacer de tripas corazón, evitar el daño a su plantilla, asumiendo en carne propia la mierda, mientras seguía hacía adelante. ¿Cuántos de todos esos mequetrefes pedirán perdón? No hacía falta ganar la final para entender las razones que inspiraban a Luis para obrar como obró pero emociona ver el manteo de los jugadores a su entrenador o las declaraciones de los campeones dedicando la victoria a la misma persona. Algo tendrá Luis cuando todos los jugadores hablan tan bien de él.

La otra lección que ha dado es la de que ser fiel a este deporte es la mejor y más bonita forma de ser grande. Independientemente del fabuloso juego que ha desplegado el equipo nacional, que eso es algo que depende también del fabuloso ramillete de jugadores de que dispone, el mejor acierto de Luis en este sentido es mucho más básico. Lo dijo cuando fue nombrado seleccionador y lo ha cumplido. Dijo que llevaría a los mejores y en función de quienes fueran encontraría la forma en la que pudieran jugar mejor y con personalidad propia.

Señor Aragonés. Gracias por todo. Usted si es un fiel representante del atlético de Madrid que yo entiendo y me enorgullece que aparezca en sus anuarios. Desgraciadamente no puedo decir lo mismo de los que aparecen en los últimos años. Como colchonero entiendo que le debemos algo.

Señores directivos, traten de dejar de hacer el ridículo y si de verdad quieren a este equipo recuperen su esencia tratando mejor a las personas que lo hicieron grande y eliminando cuanto antes la mala hierba que no hace más que bulto y con la que desgraciadamente tenemos hoy que convivir.”


No escuché a nadie pedir perdón y hoy Luis Aragonés es como un ex marido al que se ha recortado de las fotos.

Antes de animar a la selección sirva esto de humilde homenaje al padre de la criatura.

Hasta pronto.




Seamos lo que somos






"Si Gattuso es una referencia, yo soy un cura"

La precisa frase no es mía sino que viene directamente del talento de un Luis Aragonés que de forma improvisada la soltó a un avispado periodista después de una rueda de prensa. La dijo por coherencia de su propia filosofía que es la filosofía que ha practicado toda su vida, esa que clava a fuego sus cimientos en la solidez de la personalidad propia y en morir con sus ideas. Lo dijo porque hay que ser muy peregrino para afirmar lo contrario como entonces muchos afirmaban. Lo dijo porque Luis Aragonés cree fundamentalmente en Luis Aragonés.

Luis Aragonés fue quien devolvió al fútbol español la gloria de la que ahora presume ese gran amigo de todo el mundo que se llama Del Bosque y lo hizo agarrándose a la idea de buscar la verdad en su propia casa olvidándose de los demás efluvios que siempre vienen del más allá. Durante años y años la selección española había jugado según las tendencias que supuestamente marcaba el fútbol europeo o el iluminado entrenador de turno, adaptando plantillas y jugadores a las características de la tendencia que tocase entonces como esa que por ejemplo obligaba a jugar con carrileros, o enganches, o un solo punta, o al contrataque, o con 5 en la defensa o lo que quiera que hiciese el equipo de moda de entonces tuviésemos o no jugadores para ello. De todos es conocido el éxito de La Roja siguiendo esa valiente filosofía. Cuando Luis Aragonés se puso al frente de la selección española cambió la forma de encarar el futuro y se planteó tres cosas que serían las premisas de una histórica trayectoria que todavía sigue viva. Encontrar a los mejores jugadores nacionales, encontrar la forma en la que los mejores jugadores pudieran jugar juntos y hacer un equipo con ellos que pareciese un equipo y no un conglomerado de figuras.

Olvidándose del doble pivote y las mismas tendencias del fútbol europeo que seguían vigentes desde que los franceses ganaron su mundial, pero sobre todo al contrario de lo que sus antecesores habían hecho y muchos de sus colegas siguen haciendo hoy en día, el bueno de Luis protagonizó la locura de tratar de inventarse su propio sistema. El que mejor se adaptara. Un sistema en el que entraran los mejores, en el que no supusiese un problema jugar con jugadores muy jóvenes, que no importara que las riendas estuviesen en manos de jugadores de aspecto frágil, huérfano de rutilantes y míticas estrellas y sobre todo que tratase de ser protagonista en cada partido sin importar el rival porque eso congeniaba con las características de sus jugadores. El consolidado rey del contrataque durante miles de años acabó “inventando” el fútbol de toque para ponerlo de moda en todo el mundo. Podía haber salido mal pero salió bien y siempre son más placenteras las cosas que salen como uno quiere.

Luis Aragonés dijo muchas cosas en su etapa de seleccionador. Algunas fueron muy graciosas, otras lindaban con el frikismo y otras muchas probablemente sobraban pero para cualquiera que quisiera escuchar y especialmente para sus admiradores (como yo) en esos años el de hortaleza dio toda una lección de cómo debe entenderse el fútbol. De Luis Aragonés he aprendido cosas como que es absurdo jugar a la italiana contra Italia o jugar a la brasileña contra Brasil. Es absurdo apelar al físico contra Alemania igual que es estúpido jugar contra las Islas Mauricio como si fuese la selección Inglesa. Luis dijo que había que jugar siempre siendo la selección española y hacerlo con los mejores porque si perdías con los mejores en el campo probablemente es que simplemente era imposible ganar. Por eso hoy me he levantado deseando ser esta noche el Atlético de Madrid y no otra cosa. Deseo que a nuestra dirección técnica sea consciente de la gloria en ciernes y se le quite de la cabeza esta peligrosa idea de intentar ser más Liverpool que el Liverpool. Somos el Atlético de Madrid.

Desde el pasado fin de semana se ha venido especulando sobre si hoy en Anfield el Atleti jugará con uno o dos puntas lo cual es un discurso que me provoca escalofríos sólo de pensarlo ya que yo no lo veo como un debate entre un sistema con uno o dos puntas sino como la posibilidad de que Agüero o Forlán se queden en el banquillo lo cual es algo que se parece bastante a una pesadilla. Si no estuviésemos hablando de un equipo que esta temporada ha perdido más partidos de los que ha ganado confiaría en las inteligentes labores inesperadas de la dirección técnica pero es que la realidad es francamente desoladora. Si no estuviésemos hablando de Agüero y Forlán, es decir dos de las pocas cosas ciertamente potables que quedan en la plantilla colchonera, sino de casi cualquier otro jugador de la plantilla me daría igual salir con uno, dos, treinta o ningún delantero pero es que estamos hablando de dos de las únicas razones por las que hoy estamos aquí. Dos de las pocas razones que este Atlético de Madrid tiene para huir de la mediocridad incluso cuando el partido se mueve por esos derroteros. Agüero y Forlán han jugado un millón de veces juntos y casi todos los buenos momentos que ha tenido este equipo en los últimos tres años han ocurrido con ellos dos en el campo. ¿Por qué dudar de su capacidad a estas alturas? ¿Por qué hoy es dudoso que puedan seguir haciendo lo mismo en el mejor escenario posible, en esos partidos que cualquier futbolista está deseando jugar?

El año pasado en Champions nos eliminaron con Forlán en el banquillo en un partido en el que un gol nos daba la clasificación. Pocos meses antes habíamos jugado dos veces contra el Liverpool y Agüero lo vio desde el banquillo. ¿Por qué?

Alguien dijo una vez que el que gana de suerte no suele tardar mucho en perder con justicia. La gloria me temo que es fundamentalmente de los valientes y también me temo que las derrotas son menos dolorosas cuando pierdes tú en lugar de una copia mala y descafeinada.

Esta noche puede pasar cualquier cosa en Liverpool y lo que ocurra dependerá sólo del Kun y Forlán sino de un millón de factores la mayoría de los cuales son incontrolables. Hay miles de combinaciones de circunstancias posibles, variedad de alineaciones, multitud de planteamientos posibles,… pero rezo para que esta noche seamos el Atlético de Madrid y ganemos o perdamos lo hagamos con gloria, dándolo todo y poniendo toda la carne en el asador. Como hacen los valientes. Como siempre ha hecho el Atlético de Madrid.

¡¡Forza Atleti!!

Zihuatanejo

Cadena perpetua es una película magnífica. Una de mis preferidas. Sin embargo lo que más recuerdo de ella no es el excelente guión, ni la interpretación de Tim Robbins ni nada que destaque las suculentas virtudes cinematográficas de la cinta. Lo que más recuerdo es lo bien que queda reflejada la inmensa alegría que se debe sentir después de cobrarte una venganza contra alguien o algo que te ha hecho soportar una penitencia injusta. La imagen de un Tim Robbins blanco y radiante dirigiéndose hacia las calles de su pueblo mexicano soñado de nombre impronunciable (Zihuatanejo) refleja perfectamente el sabor de la venganza más inteligente y elegante. Esa es la imagen que me vino ayer por la noche pero el protagonista no era un Tim Robbins peinado y vestido de blanco sino un Luis Aragonés con aspecto desaliñado (Como siempre), mirada perdida (como siempre) y cara de pocos amigos (Como siempre).

Cuando inicié este blog hace ahora casi un año decidí que estaría dedicado exclusivamente al atlético de Madrid. Era una forma de centrar las muchas cosas que la mayoría de veces tenemos que decir cuando está el fútbol de por medio. También hace unos días colgué el “último post” de la de temporada despidiéndome hasta la temporada que viene. Bien, lo de ayer ha hecho que aparentemente me disponga a contradecir mis dos premisas anteriores aunque intentaré que el atribulado lector no tenga esa sensación cuando termine lo que tengo que decir.

Y es que la selección española con menos jugadores “colchoneros” de las últimas décadas (concretamente ninguno) se acaba de proclamar campeona de Europa y de hacerlo de la forma más brillante que yo recuerde desde que con seis años inicié el visionado sucesivo de mundiales y eurocopas. Sin embargo, por esas ironías que tiene la vida, esta selección sin jugadores que defiendan los colores de atleti tenía evidentes tintes rojiblancos. El autor del gol de la final fue el último ídolo (ficticio o no) de nuestra “bendita” afición mientras que el cerebro, estratega y verdadero artífice de ese cuento de dibujos animados que es hoy la selección española es un colchonero de pro que nos ha dado muchas y buenas alegrías pero al que los actuales usurpadores del escudo colchonero le dan sistemáticamente la espalda mientras abrazan opciones más fáciles, más toscas y más torpes.

Triste paradoja la que tenemos que sufrir los atléticos del corazón viendo como la gloria del mayor hito en la historia del fútbol español la encabezan dos exiliados rojiblancos. El caso de Torres ya lo he tocado en este mismo blog y para mí, salvo que Torres tenga a bien explicar algún día una versión distinta a la oficial, es un tema cerrado y terminado. Torres no existía.

El caso de Luis Aragonés es distinto. Luis ha pasado muchas veces por el atlético de Madrid primero como jugador y luego como entrenador dándonos ligas, copas y algo que mucha gente olvida como la posibilidad de volver a jugar en primera división después de dos años en el “infierno” de segunda (no sé lo que hubiese ocurrido sin Luis). Ha tenido muchas rarezas porque, reconozcámoslo, es un tipo raro, pero nunca ha dado muestras de falta de personalidad y eso precisamente fue lo que le llevó a enfrentarse con la actual directiva y ser apartado del universo colchonero moderno, ese que nada tiene que ver con el atlético de Madrid histórico del que estúpidos como yo nos enamoramos. Yo fui de los que me enfadé cuando Luis Aragonés salió de mala manera de mi equipo (porque siempre he sentido debilidad por este tipo) pero ahora casi me alegra ver que su reforzada imagen nada tiene que ver con el bochornoso sucedáneo de atlético de Madrid que tenemos la desgracia de sufrir.

Luis Aragonés ha dado no una sino varias lecciones a tanto y tanto chupatintas advenedizo y tanto y tanto borrego confundido que abraza como suya la idea esperpéntica de que la mejor forma de triunfar en el fútbol es despreciarlo. En esta confusa época que vivimos de chikilicuatres y “miembras” ser fiel a una idea y morir con ella no se lleva. Se lleva la ambigüedad, nadar entre varias aguas y sobre todo no definirse. Luis dijo antes de la Eurocopa que probablemente no fuesen el mejor equipo pero que el iba a ganar el título y que creía que lo ganaría. ¿Se imagina a Javier Aguirre en la misma situación? A mí de hecho me cuesta imaginármelo en cualquier sueño donde aparece un balón de fútbol pero sea como fuere no creo que dijese lo mismo. Lo ha demostrado con empresas menos ambiciosas. Las comparaciones son odiosas pero por eso Luis Aragonés es odiado (aunque ojo, también respetado y temido) por la prensa mientras Aguirre es un tipo “querido” del que nadie habla, ni bien ni mal. Por eso uno es entrenador de fútbol y el otro dice serlo.

Luis Aragonés es un anacronismo en esta sociedad de mediocres donde el que habla muere y el que tiene personalidad es un freak. Sometido a una brutal presión por estupideces como la de la no convocatoria de Raúl, que abanderaban, con fervor, todos y cada uno de los medios de comunicación, ha sido capaz de hacer de tripas corazón, evitar el daño a su plantilla, asumiendo en carne propia la mierda, mientras seguía hacía adelante. ¿Cuántos de todos esos mequetrefes pedirán perdón? No hacia falta ganar la final para entender las razones que inspiraban a Luis para obrar como obró pero emociona ver el manteo de los jugadores a su entrenador o las declaraciones de los campeones dedicando la victoria a la misma persona. Algo tendrá Luis cuando todos los jugadores hablan tan bien de él.

La otra lección que ha dado es la de que ser fiel a este deporte es la mejor y más bonita forma de ser grande. Independientemente del fabuloso juego que ha desplegado el equipo nacional, que eso es algo que depende también del fabuloso ramillete de jugadores de que dispone, el mejor acierto de Luis en este sentido es mucho más básico. Lo dijo cuando fue nombrado seleccionador y lo ha cumplido. Dijo que llevaría a los mejores y en función de quienes fueran encontraría la forma en la que pudieran jugar mejor y con personalidad propia. Esa es la clave: personalidad y juego, dos cosas de las que lamentablemente carece nuestro pseudo-atlético de Madrid gracias a que por desgracia nosotros no tenemos un entrenador con las ideas tan claras o que el que está “en funciones” prefiere nadar en tierra de nadie mientras pasan los minutos pero siempre hacerlo alejado del fútbol.

El Milan de Sacchi puso de moda los carrileros y todos se pusieron a jugar con carrileros. La Francia del mundial de Francia puso de moda el “puñetero” doble pivote y desde entonces todos juegan con ese pastiche. Espero que a partir de hoy cambie la moda y se elimine para siempre esa idea de que hay que jugar mal al fútbol para ser alguien, idea en la que nuestro “peculiar” entrenador (y sus palmeros) se escuda para justificar su patética labor. Espero que a partir de ahora se ponga de moda el jugar con un (buen) mediocentro de contención, tres o cuatro jugadores polivalentes capaces de caer por banda, crear juego y defender, además de uno o dos delanteros rápidos, y generosos de esfuerzo para tapar al rival. Espero que a partir de ahora se ponga de moda jugar bien al fútbol porque esa es la manera en la que España ha barrido a todas las potencias europeas que le han salido al paso.

Señor Aragonés. Gracias por todo. Usted si es un fiel representante del atlético de Madrid que yo entiendo y me enorgullece que aparezca en sus anuarios. Desgraciadamente no puedo decir lo mismo de los que aparecen en los últimos años. Como colchonero entiendo que le debemos algo.

Señor Aguirre, siéntese y trate de entender de qué va todo esto. A ser posible intente aprender también algo de los que saben. Por nuestro bien y por el suyo.

Señores directivos, traten de dejar de hacer el ridículo y si de verdad quieren a este equipo recuperen su esencia tratando mejor a las personas que lo hicieron grande y eliminando cuanto antes la mala hierba que no hace más que bulto y con la que desgraciadamente tenemos hoy que convivir.

Rodeado de tanto presunto colchonero eufórico por la vuelta a la “elite europea” y en contra de todas las representaciones oficiales que aparecen en TODOS los medios de comunicación acariciando esta versión inofensiva y descafeinada de mi equipo me siento como el Tim Robbins del principio de la película pero hoy, después de la hazaña de Luis, me siento un poco más contento. Ver a mi selección jugando de maravilla y ganando es como tener un compañero de celda especial. Espero algún día poder encontrar también, como Luis, mi propio Zihuatanejo.