Mostrando entradas con la etiqueta afroargentinos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta afroargentinos. Mostrar todas las entradas

sábado, 7 de marzo de 2015

Diarios de bicicleta, de David Byrne

1.
David Byrne (ex cantante de The Talking Heads, solista hace mucho, uno de mis músicos favoritos sin dudas) recopiló en 2009 anotaciones de viajes que había hecho recientemente, casi siempre para tocar, todas ciudades a las que llega con su bici plegable. A priori yo creía que era un poco como el libro de Murakami de las maratones (no lo leí), pero sobre la bici. Bueno, no. Se trata mucho menos del asunto de las bicicletas de lo que yo creía. Resulta que David es un militante de la bici, el libro no deja de tener un prólogo y un epílogo en los que aboga por las ciudades pensadas para la bici, en el primero hablando de urbanismo y bardeando a Le Corbusier por su Ciudad Radiante y a Robert Moses, el culpable de las autopistas en Nueva York, y después en el epílogo, en el que habla de sus emprendimientos como militante de la bici y en particular de un evento que organizó para promover las ideas urbanísticas pro-bici que toma de un tal Enrique Peñalosa, ex alcalde de Bogotá, y de lo que éste hizo en esa ciudad (y que aparentemente primero habría sido hecho por otro señor en Curitiba, a otra escala. Léase metrobuses). Salvo por estos dos capítulos, el cuerpo del libro (que es bastante largo, aunque se lee muy rápido y está lleno de fotos, yo lo leí íntegramente en un par de viajes largos en el tren a Ramos Mejía) trata sobre todo de las ciudades que visita David, la historia de esos lugares, las costumbres, la música, y en menor medida las cosas que hace él ahí, y la bici aparece muy de vez en cuando (y no en todos los capítulos).

2.
Entonces, en resumen, el libro es un compendio, hilado por viajes, de las cosas que piensa David sobre las cosas. Por ejemplo, en el capítulo sobre San Francisco, una visita a Silicon Valey lo lleva a reflexionar sobre las innovaciones tecnológicas y el espíritu emprendedor (es un capítulo bastante stevejobsiano), y más tarde al asistir a una muestra de artistas con problemas mentales se pregunta qué es el arte:
Para mí, una mancha en la acera o una masa informe de material aislante puede contener un valor estético comparable al de algunas obras de Franz West, por ejemplo. Tan sólo resulta que una está en la sala de un museo y la otra se suele encontrar en un solar abandonado. Me temo que mi definición de lo que es buen arte es bastante extensa, y no está determinada por la biografía de su creador. A veces, para mí, el arte ni siquiera necesita un autor. No me importa quién o qué lo ha hecho. Para mí, el arte ocurre entre la cosa -cualquier cosa- y la mirada (o la mente) del espectador. Quién o qué lo hizo es irrelevante. No necesito ver el currículum para que me guste.
Los capítulos: "Ciudades norteamericanas" (donde el tema recurrente es el de la crisis económica y su impacto en el urbanismo -acá sí relacionado con las posibilidades de la bicicleta), "Berlín", "Estambul", "Buenos Aires", "Manila", "Sidney", "Londres", "San Fracisco" y "Nueva York". Me gustaron mucho los de Estambul y Manila, básicamente porque no sé nada sobre esas sociedades. En el capítulo sobre Manila, el viaje de David a Filipinas es parte de su investigación para lo que luego sería el musical y disco con Fat Boy Slim, Here Lies Love, que es la historia de Imelda Marcos, hoy viuda del ex presidente/dictador filipino Ferdinand Marcos. Este capítulo de este libro es todo lo que sé sobre la historia de Filipinas.

3.
Tema aparte es el capítulo sobre Buenos Aires. Una buena opción es agarrar el libro en la librería y leerse el capítulo de Buenos Aires de dorapa (capaz sean necesarias dos lecturas de dorapa para terminarlo), porque es muy divertido. Asombrosamente, empieza hablando de los afroargentinos. Transcribo:
Buenos Aires está emplazada lo bastante al sur como para ocupar la zona templada que separa esta ciudad -y Santiago de Chile, justo al otro lado de los Andes- de sus vecinos tropicales, un poco más al norte. Hay también enormes diferencias psicológicas: los argentinos tienden a considerarse más europeos, y por consiguiente más sofisticados, que sus vecinos brasileños. Naturalmente, ¡ejem!, los músicos y otros tipos de artistas no comparten una actitud tan esnob como esa, pero, en general, es una pauta que se percibe y se observa tanto en la arquitectura como en la cocina y la forma de vestir.
A pesar de que tanto en el sur de Brasil como en Argentina se asentaron sucesivas oleadas de italianos y alemanes, entre otros, los argentinos probablemente negarán que haya elementos africanos que conformen su cultura, mientras que en Brasil, más al norte, tales elementos siguen siendo claros y visibles, y en muchas ocasiones los brasileños se enorgullecen de su sangre y su cultura africanas. En Argentina, los africanos prácticamente han desaparecido, pero lo cierto es que su influencia permanece, camuflada y negada, aunque intacta.
O sea, no David, no desaparecieron, leé está reseña, pero por lo demás tiene toda la razón.
Lo siguiente que dice también me asombra:
podría contar con los dedos de una mano el número de gente del lugar que vi circulando en bicicleta.
Y luego se pregunta porque en Buenos Aires nadie anda en bici. ¿Qué raro, no?
Otros temas: las repercusiones del New Wave en Buenos Aires (Los Fabulosos Cadillacs y Los Auténticos Decadentes), Mercedes Sosa, Charly García, el cementerio de la Recoleta, una muestra en el Malba, San Cayetano, Leon Gieco, el Palacio de Aguas, la noche de Buenos Aires (¿están todos duros?), el "aburguesamiento" de Palermo, hablar al vesre, perritos, Juana Molina, la compañera Cristina, entre otros temas apasionantes.

4.
Es re libro de vacaciones.

jueves, 8 de agosto de 2013

En cinco minutos levántate María, de Pablo Ramos

1.
Orgullosamente: este libro me lo robé de una librería muy conocida, que está (o estaba, ahora en ese local hay un negocio de ropa deportiva) en un shopping muy conocido,de una zona de esta ciudad conocida entre otras cosas por una canción en cuyo título y letra es mencionada, que escribió un músico conocido por haber sido italiano, haber cantado en inglés, haber sido pelado por el asco que da tu sociedad y haber muerto trágicamente de una adicción a algo con lo que había reemplazado una adicción a otro algo, conocido por ser peor que ese primer algo de cuya adicción, al final, murió. El libro me lo robé en un mismo operativo comando junto a De ratones y de hombres, cuya reseña pueden leer en este blog también. Buen choreo, buenos botines. Realizado sólo porque se pudo, y también por la adrenalina. Fue la primera y única vez que hice tal cosa en un shopping. Véase sobre esto -el robo de libros-, este otro escrito mío en este otro, abandonado, blog.

2.
Hace mucho, leí La ley de la ferocidad de Pablo Ramos, y en mi reseña fui excesivamente duro con ella. No la recuerdo con la carga negativa que le puse a la reseña. Por el contrario. Bueno, En cinco minutos levántate María no es una continuación de La ley... (en todo caso, sería eso que ahora se llama precuela), pero participa del mundo de la otra. Y hay una primera (en orden de aparición), que se llama El origen de la tristeza y que ahora quiero leer.

3.
En cinco minutos levántate María es el monólogo interno de la María del título, madre del Gabriel de La ley de la ferocidad: una mujer de sesenta y pico que vive en una habitación sin ventanas en una casa de clase media baja del conurbano bonaerense. María se despierta en medio de la noche, por un presentimiento, o un sueño, no sabe bien; y en vez de levantarse de inmediato de la cama, como hace siempre (porque quedarse en la cama despierta es de enferma), decide quedarse cinco minutos más (muchos cinco minutos), pensando en su vida, en sus hijos, en su nieto, en su marido, en su padre.

4.
Me gustó mucho En cinco minutos. Y lo leí vorazmente, por lo que éste también se gana la etiqueta droga. Y otra virtud: es corto. Hacía tiempo que quería leer una novela corta: leí dos. También lleva la etiqueta afroargentinos, porque, misteriosamente, en cierto momento de la novela, María va a la Sociedad Caboverdiana de Dock Sud, a visitar a un primo negro que le dice que consiguió trabajo en el Congreso de la Nación: dos elementos totalmente afroargentinos y basados en hechos reales, que si no fuera por una mierda legal ustedes podrían ver -esperemos que en un futuro puedan- en la serie Afroargentina de canal Encuentro, en la que participé como guionista. Capaz Pablo Ramos es afro, es muy posible, o capaz es él el que tiene un primo afro. Claramente -digo, no tengo ningún fundamento pero igual- el personaje de Gabriel es autobiográfico, así que puede ser.

5.
De un tiempo a esta parte Los Tipitos leyeron La ley de la ferocidad, e hicieron una canción en base a, en cuyo videoclip actúan el propio Pablo Ramos y, llevando el cajón, el amigo Héctor Raggio.


También de un tiempo a esta parte, Pablo Ramos grabó un disco con letras suyas, junto al capísimo y multitasking Gabo Ferro. Se llama El hambre y las ganas de comer, y lo escuchan acá.

6.
El final, las últimas treinta o cuarenta páginas, las leí hoy, ocho del ocho, caminando del trabajo a casa, como hubiera querido el General. Lloré con la historia de Pablito, en Díaz Vélez y Salguero.

domingo, 12 de febrero de 2012

Trabajo y cultura afro en la Argentina, de la Subsecretaría de Relaciones Laborales

1. Un día del año pasado el ministro Carlos Tomada se dio cuenta de que decir "trabajo en negro" quedaba mal, y el término se cambió al de trabajo informal o ilegal en los documentos oficiales. Pero además de eso, Tomada decidió promover la organización de una jornada de debate, con académicos y miembros de organizaciones afroargentinas. La jornada estuvo a cargo del Subsecretario de Relaciones Laborales Álvaro Ruiz, y del amigo de todos los estudiantes de Puán, el Doctor Don Huguito 678 Trinchero. Y sí, la jornada se hizo en Puán. Después, Álvaro Ruiz editó parte de la jornada en forma de libro, y yo la leí en un avión por esto de que por motivos ocupacionales tengo que informarme sobre los afros. Las estrellas del índice son probablemente los ministros Tomada, que abre, y Alberto Sileoni, que cierra. Pero además figuran, para alegría de los puanners que leemos este libro por motivos ocupacionales, el amigo Trinchero y la Mgt Marisa Pineau (siempre es un incentivo, cuando nos enfrentamos a una lectura que en principio parece tan árida, encontrar un personaje conocido en el índice, aunque sea UN motivo de semicuriosidad). Contra todo pronóstico, la lectura fue amena, rápida y por momentos divertida.

2. Carlos Tomada es un buen orador, yo lo vi una vez hablando frente a pibes de secundaria acerca del 2001 y a pesar de que enfrentaba un público mayoritariamente hijo de gorilas, logró cautivarlos. Acá habla de lo que decíamos en el punto 1: resulta que la expresión "trabajo en negro" se usa sólo en Argentina: ni en Uruguay existe. Tomada también dice que en la Argentina la idea de libertad "pretendió ser sustituida por la palabra libertad, hermosa palabra también (...) pero todos sabemos que si no hay igualdad en una sociedad, la libertad no es efectiva".

3. A Hugo Trinchero sólo lo vi en la tele, y eso que es el decano de Filosofía y Letras. Dicen que se parece a Mr. Sheffield. En el libro su elocución dura carilla y media. Hace una crítica a La Nación, una chupada de medias al gobierno y no mucho más. Citemos: "Esta es una Facultad de puertas abiertas, una Facultad que quiere colocarse en sintonía con el proyecto nacional y popular..."

4. La primera mesa de la jornada se llama "Del trabajo esclavo al reconocimiento de la ley". Hablan algunos afroargentinos, miembros de la Asociación Misibamba de Merlo, y algunos académicos. Los de Misibamba hacen más que nada un recuento de anécdotas y la justa reivindicación de su existencia. Porque no estamos diciendo lo más importante, y es que la jornada implica una visibilización oficial de los que oficialmente siempre habían sido invisibilizados. Los remito a la reseña de Buenos Aires Negra. Después pasa algo muy gracioso que es que habla la "Mgt en Ciencias Sociales" Liliana Crespi, agradece a Marisa Pineau el que le haya dado el lugar para participar, y se hace un choclo. Confunde trabajo en negro, trabajo informal, trabajo ilegal y trabajo esclavo, cláramente no entiende la diferencia entre el actual trabajo en negro y el actual trabajo forzado o esclavo -por lo menos en el rato que dura su exposición- y bueno, debe haber sido bárbaro estar ahí. Da un poco de pena, debe haber quedado mal. Y al final un tipo Enrique Manson, historiador y kirchnerista por lo que veo en una gugleada, aguijonea al público con lo de que la esclavitud en la Argentina no fue tan grave (pero sin terminar de decirlo).

5. Este panel debe haber estado interesante. "Invisibilización de los negros y construcción histórico social de una Argentina blanca y europea en el siglo XX". Lamentablemente, los editores no desgrabaron las preguntas del público y la parte de los debates. La primera expositora se llama Karina Bidaseca (doctora), claramente feminista, y es la primera del libro en empezar a vomitar apellidos de teóricos. Aníbal Quijano, Wallerstein, Zizek, Bhabha, Fanon, Césaire, Sartre, obviamente Said y sigue. En dos carillas eh. Y después, cuenta las conclusiones de una encuesta: única parte que me gustó y que aporta.

6. Le sigue un señor Lic. Norberto Pablo Cirio, de la Asociación Misibamba. De pronto, después de leer 47 páginas, leo algo inteligente, es decir, un poco más elaborado. "Si contratar fuerza de trabajo o vender mercancía 'en negro' implica, en esencia, evadir impuestos, entonces podemos entender tal accionar como una variante del contrabando (...), no había diferencia existencial entre comerciar bebidas o ganado (...) y negros". Para Cirio, trabajar "en negro" no se refiere a trabajar como un esclavo, sino a trabajar para un contrabandista, por decirlo así. "Considero, en esta evaluación diagnóstica, que la locución adverbial "en negro" está menos vinculada al esclavizado que al esclavócrata, pues nace de la visión hegemónica, blanca, de la institución de la esclavitud en tanto inescrupulosa fuente de riqueza". Me pareció ingenioso.

7. Alejandro Frigerio (http://alejandrofrigerio.blogspot.com) también dice algo muy inteligente. ¿Vieron que la gente que dice "negro de mierda" después dice que no está siendo racista, y después dice cosas como "esos son negros de alma" o cosas así? Frigerio relaciona el tópico del "cabecita negra" con el tema de la invisibilización: "hay un sistema que permite simultáneamente la ilusión de una blanquedad generalizada (...) y que a la vez marginaliza e invisibiliza a quienes no son considerados suficientemente blancos". Y, por si fuera poco, "no todos los 'negros cabeza' son afrodescendientes, pero muchos sí lo son". A mí me parece que el planteo es impecable. De lo mismo hablan Fidel Nadal (afroargentino) y otros en este video.

8. Y el último de la mesa también dice algo interesante. Federico Pita se llama, presidente de la Diafar (Diáspora Africana en la Argentina). Transcribo algunas frases: "Sobrevino la fiebre y se acabaron los negros en la Argentina. Parece una clase de virus que atacaba nada más que a negros, ¿no?"; "...Sarmiento (...) creó nada más y nada menos que el sistema estadístico del país, basándose en sus ideas racistas y llevándolas a la práctica"; "...crearon categorías ficticias como 'trigueño' (...) ¿cuál es la raza trigueña?". Por poco no putea el señor, pero tiene razón. También rebate la idea instalada de que los negros murieron en las guerras: las mujeres negras y los hijos pequeños no fueron a las guerras.

9. Tercer panel: huellas del trabajo esclavo en la Argentina del siglo XXI. Luciano Beccaria presenta una investigación de la UBA en la que participó, sobre talleres textiles clandestinos y su relación con los medios, la discriminación y la emigración. Menciona el caso del taller que se incendió en Caballito, habla de la "bolivianización" de la noticia por los medios: cuando los periodistas simplifican la historia reduciéndola a parámetros ya conocidos (esclavitud) y a sujetos "ajenos" a la colectividad (bolivianos), y bueno, más cosas. La Mgt Marisa Pineau habla de la definición de esclavitud. Nengumbi Celestin Sukama, del CONAFRO, habla un poco de todo y del momento político. Álvaro Ruiz habla del momento político. Y la Dra. Alicia Ruiz dice que la igualdad se organiza a partir de las diferencias.

10. El cierre a cargo de Alberto Sileoni está bueno. Debe ser buen orador, nunca lo vi. Esta buena esta frase: "La escuela debe hacer saber a los chicos y a las chicas desde el nivel inicial que es un extraordinario acto de necedad perderse la riqueza que nos da uno que es diferente a nosotros; es un acto de necedad imposible de repetir (...) Es la misión de una sociedad justa también". Fin. Después hay apéndices ilegibles.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Buenos Aires Negra, de Daniel Schávelzon

1. Primero hay que decir que no lo leí por placer, sino por informarme, y que sin embargo, salvo algunas partes más arqueológicas, no la pasé tan mal. El libro se llama Buenos Aires Negra: Arqueología histórica de una ciudad silenciada, y como su nombre lo indica, habla de los afrodescendientes (los esclavos africanos y sus hijos y nietos y generaciones subsiguientes) en Argentina y en particular en Buenos Aires. El autor es arqueólogo (como Indiana Jones pero sin látigo: yo cuando era chico quería ser arqueólogo) y el cariz de todo el libro es arqueológico. Se habla de dónde, cuándo y cómo vivieron los negros en Buenos Aires a partir de hallazgos en excavasiones. La parte más interesante es la del principio, en la que repasa y rebate lo que nos contaron en la escuela y es opinión popular: que los negros en Argentina no existen más porque los mató la guerra de la Independencia, la del Paraguay y después en San Telmo la peste amarilla. Lo cierto es que los negros (o los afrodescendientes o afroargentinos, como es políticamente correcto llamarles) no desaparecieron. Lo cierto también es que sí disminuyó mucho su número en el siglo XX respecto del siglo XIX cuando eran, al comienzo, un tercio de la población. Lo que pasó se llama invisibilización: los afrodescendientes fueron invisibilizados por un discurso europeizante -el que todos conocemos, el de Civilización o Barbarie y la revista Billiken- que dura hasta hoy. Respecto de la disminución de la población afro, Schávelzon dice que lo que pasó fue "un lento suicidio colectivo que implicó reducir al mínimo la reproducción biológica". En su opinión, fue una forma de resistencia. La idea es interesante, y obviamente la desarrolla más de lo que lo estamos haciendo ahora, pero para más información lean el libro (o busquen en internet, no debe ser Schávelzon el único con esta hipótesis).

2. A lo largo de esta primera parte del libro, Schávelzon va demostrando con distintas fuentes (pinturas, escritos) la fuerte presencia y la marcada autonomía cultural de los afrodescendientes todo a lo largo del siglo XIX: habla de religión propia, de ceremonias, de lugares de reunión, de naciones. Luego sí, el libro se vuelve arqueológico y el autor habla del descubrimiento arqueológico de la cultura afro en la Argentina. Esa parte no deja de estar bien escrita, aún para neófitos, pero tampoco deja de ser un poco demasiado específica para un libro de divulgación. Igual está bien, a otro le puede gustar más que a mí. En los dos últimos capítulos, el libro vuelve a reflexionar acerca de la emancipación y la "extinción" de los afros, en un final emotivo con poesía y todo.

3. Viene con fotos, eso está bueno. Algunos de los objetos hallados que describe no se entendería sin ellas.