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domingo, 20 de diciembre de 2020

La extraña Dama, de Javier Roldán

 1.

Retomando el blog, cada vez me cuesta más, un subsidio para este pobre bloguero. 


2.

Leí La extraña Dama (Ed. Alto Pogo, 2015) de Javier Roldán una madrugada del diciembre pasado, en un momento de insomnio. Digo un momento porque se lee así, en un momento: de hecho, recién lo leí por segunda vez (ya estamos en mayo, la fecha de publicación de esta entrada corresponde a la de primera lectura). Es el primer poemario publicado por este discípulo de Osvaldo Bossi (a cargo del prólogo). Después sacó otro libro, que yo leí antes y recomiendo mucho, Villa Trankila (Editorial Santos Locos). Villa Trankila es un objeto más denso y variado, engloba varios temas y tonos. La extraña Dama en cambio hace una propuesta más puntual: siete poemas narrativos, a partir de cuatro textos preexistentes, todos audiovisuales, que son las películas Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939, basada en la novela de Margaret Mitchell), Gravity (Alfonso Cuarón, 2013), Flashdance (Adrian Lyne, 1983), y la telenovela del título del tomo, La extraña dama (Lucy Gallardo, 1989). La película de Fleming merece cuatro poemas, amparados bajo el subtítulo "El viento prometido", en los que la voz cantante la tiene alguno de los personajes, y en los que se mezcla la diégesis de la historia con una suerte de backstage cinematográfico. La segunda parte del poemario ("Es cosa de mujeres") dedica un poema a cada texto, pero aquí la operación es otra, y el argumento de la historia se mezcla con algo más: recuerdos de la infancia junto a la madre para Flashdance ("Donde la bailarina se convierte en el baile mismo"), un diálogo telefónico con Gravity ("Gravedad"), el recuerdo de la abuela para La extraña dama ("Desde tu partida"). Por último, hay una especie de bonus track, el poema "De vez en cuando mamá pierde la consciencia", que se sale de la propuesta y remata a todo ritmo, en un tono más cercano al de su libro subsiguiente.




jueves, 28 de mayo de 2020

Villa Trankila, de Javier Roldán

1.
No lean el prólogo. Hasta en los libros de poesía los prólogos son espoileantes, a vos te parece. En todo caso, léanlo al final. Es que el prologuista, con muy buenas intenciones -de esas que pavimentan el camino al infierno- cita poemas enteros. Es un librito de poesía, o sea, voy a leer esas mismas poesías en breves páginas meamor.

2.
Dicho esto, Villa Trankila me gustó mucho mucho. El tomo, dividido en cuatro partes, recopila un puñado de poesías de este autor, algunas aparecidas primero en otras plaquetas o revistas, y las reúne según los siguientes temas: el amor paraguayo, que vive en Villa Tranquila (Avellaneda); los chongos, otros amores, amores fugaces o intermitentes (esporádicos, dice el autor); los propios padres (xadres, decimos ahora); el mundo del trabajo, o la clase obrera, o la desigualdad social. Cada parte es una estación, y cada estación está marcada por el encuentro con otrx poeta (César González, Osvaldo Bossi, Patricio Foglia, Diego Vdovichenko). El libro, como objeto, es muy precioso, publicado por Santos Locos Poesía, que tiene un modus operandi muy interesante para conformar su colección (tiene un desclaimer como este en el interior del propio libro). Y los poemas tienen todo lo que tienen que tener para gustarme a mí: poder de evocación y capacidad de remate (eso que hace que después de leer un poema tengas que tomar una respiración profunda para atacar el siguiente). La temática homosexual suma, obvio. Pero el poema que más me gustó no va por ese lado. Es el que se titula "La ternura". Este es un extracto:

así me habla al oído y me dice
la Ternura
cuando voy muy temprano
por la mañana en el invierno
al colegio a dar mis clases
en esos colectivos penumbrosos
cálidos de aire enrarecido
y veo a los obreros durmiendo
y a las muchachas de limpieza por hora
cabeceando
mezquinándole sueños al trabajo

la Ternura me habla y me habla
y casi me convence
para que le acomode el pelo
a ese muchacho grandote
de ropa manchada con cal
que sueña en el asiento largo de atrás

la Ternura me habla y me habla
y me señala a esas muchachas jóvenes
de pelo renegrido
que ya tienen las manos de mi abuela María
y que viajan aferradas
a sus carteras baratas        ricas en ilusiones,
me las señala y me dice:

"deciles que son hermosas"

pero no me animo
y le digo:

"Ternura
vos estás loca
no me traigás problemas"

entonces ella
me mira un poco desilusionada
encara  para la puerta del colectivo
y se baja
una parada antes que yo