Guillermo Puertas odiaba las puertas, pero amaba las ventanas.
Desde pequeño las dibujaba, en papel, en la arena del parque, con los lego, veía y creaba ventanas por todas partes. Se hizo ingeniero de ventanas y tuvo tanto éxito, que en casi todas las casas del mundo hay ventanas suyas, como esa desde la que me estás leyendo.