Fotografía de Rafa Turnes
Todos los hermanos hablábamos con ella, a veces por turnos, siempre en la intimidad en que habitaba. Era entrar y encontrarla, esperando. No había manera de no decirle todo lo que sentías, la vida que pasaba sin que ella, en su baño perpetuo, se inmutase.
Poco a poco fuimos saliendo de aquella casa. La dejamos allí, pero nunca la olvidamos. Laura empezó a usar lentillas azules, aunque no logró alcanzar para sí esa mirada triste. Tomás se travestía por las noches, envuelto en lamé plateado y con su marca característica: una equis de esparadrapo en el pezón izquierdo. Inés no dejaba crecer su pelo, lucía una cabeza suave, tersa, brillante. Y Alberto... bueno, él se hizo escaparatista.
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Propuesta de relato a partir de una historia, una fotografía y un maniquí, en conjunto con Inés Arias de Reyna y Alberto Corujo