Hoy en el bic naranja la propuesta es escribir con esta fotografía. Yo he tenido la suerte de hacer un microrrelato a cuatro manos con Fulgencio Susano García.
También he escrito otro microrrelato por mi cuenta, aquí quedan los dos:
Foto sensibilidad
Relato a cuatro manos escrito entre Fulgencio García y Ana Vidal
Hace días que observo que ella ya no se refleja en los espejos, no es que yo no la vea, eso no; ella se mueve delante de mí con esa manera de caminar que parece que siempre estuviera descalza.
Hace días que me observa, se debe haber dado cuenta. Desde que comencé la transformación, camino de manera etérea, ando siempre en las nubes. Y cada vez me atrae más su aorta, tan fuerte, tan llena de vida.
Yo no quiero decir nada, no sea que se sienta rara. Además, la pobre padece esas migrañas que la tienen todo el día en la cama con las cortinas echadas y me da la sensación, al entrar en la dormitorio, de que me va a tragar la negrura.
Me oculto de su mirada inquisidora. Pobre. Se preocupa de veras por mi salud y eso que aún no sabe que jamás volverá a ser motivo de preocupación ni para él ni para nadie. Quiero que me acompañe en la que será mi tópica noche eterna.
Me ha extrañado tanto que me dijera, amor, esta noche prepara tu traje de fiesta, que vamos a bailar hasta el amanecer. Quise preguntar, pero colocó su dedo índice sobre mis labios, pidiéndome silencio, y yo ya no supe decir más. Casi como un autómata he buscado el traje y a las ocho en punto, en el momento en el que el sol se ocultaba tras la montaña frente al ventanal, la estaba esperando con la mano extendida mientras ella bajaba, lánguida y majestuosa, las escaleras de la casa.
Ahora bailamos de nuevo, y lo llevo yo; fuerzo el ritmo, no quiero que se dé cuenta de que, ahora mismo, él también flota.
Imagen de Garry Winogrand
Loba
A veces solo necesita que alguien le diga que tiene los ojos más brillantes, las manos más suaves, los colmillos más afilados, antes de morderle la carótida.
Pero ese es otro cuento.
Pero ese es otro cuento.