Escondí las lágrimas y las sonrisas del revés bajo siete mantas, tres abrigos, cuatro jerséis de cuello vuelto, los pantalones de pana, los guantes y las bufandas. Regué de naftalina, cerré bien la cremallera y lo subí al altillo del armario.
Al llegar el frío, con la rutina del cambio de estación, saco las cosas una a una; con ellas abrigaré las mañanas de sol gélido, las tardes de lluvia, las noches de escarcha...
L s pen s y n st ba