Cada día, varios mensajes en mi buzón de entrada me avisan de tu visita. En un inglés a veces perfecto y otras chapucero alabas mis escritos. Despedida te gusta especialmente y te lo agradezco, a mí también. Te deshaces en halagos sobre mi blog: lo que le favorecen los colores y el exquisito contenido. Mi blog es una casa también, ya lo sabes, y por eso te imagino mirando los cuadros de las paredes, los libros desordenados de las estanterías, este leído, este no, y todos en la misma balda, que ya ni caben. Y me dirías lo mismo, qué preciosa estantería de Ikea, qué buen gusto tienes.
Pero es el final lo que me apasiona. Que me pase por tu blog de limpieza de piscinas, de aceite para coches, de venta de préstamos o seguros. A mí me gustaría que me vendieras besos de tornillo para mesas de roble, abrazos de oso de otoño fugaz o lágrimas de hada recogidas en el bosque al amanecer. Si tienes, querido anónimo, iré a recogerlos.
Gracias.
Gracias.