Samuel Fuller, escritor y director, destacó por atreverse con temas tan polémicos en su cine que tuvo que terminar su carrera alejado de Hollywood trasladándose a Francia dónde ya trabajó anteriormente junto a Godard. Corrupción, violencia, racismo, política… Fue Perro blanco, un filme sobre la discriminación por color de piel, y que tardó diez años en estrenarse en América, el que colmó la gota del vaso, consiguiendo que abandonara su país natal. Autor absoluto de sus obras, pues solía ser guionista, productor y director al mismo tiempo, Fuller fue un icono del cine independiente, afincado esencialmente bajo la etiqueta de serie B, pero cuyas obras no estaban exentas de contenido, siendo alabado y reconocido por directores como Scorsese o Tarantino, que no se cansarán de reclamarle un puesto en la historia cinematográfica de su país.
Tras una larga jornada de rodaje, una joven actriz atropella un perro en medio de la carretera de vuelta a casa. La mujer socorre al perro y después de no encontrar a sus dueños decide quedarse con él para que le haga compañía en su solitaria casa. Poco a poco la muchacha descubre como el perro es en realidad una máquina de matar adiestrada para atacar a personas de color. Antes de deshacerse de él, decide llevarlo a un centro de entrenamiento a que lo reeduquen.
Perro blanco, es un filme que por desgracia ha envejecido muy mal. Nos encontramos con una película que abusa ridículamente de los efectos de maquillaje (si podemos llamar así a lo que hacen con el perro al intentar hacerlo más fiero), está especialmente desenfrenado en los zooms, que buscando enfatizar el horror producen hoy más risa que que miedo, y no vamos a olvidar las interpretaciones para nada destacables, con una protagonista, Kristy McNichol, de un semblante similar al de un muro de carga cuándo debería estar horrorizada. Y bueno, tenemos a un grande en la composición de la banda sonora, el mítico Ennio Morricone que nos trae una música cansina que no es ni de lejos lo mejor del artista italiano. Por no hablar, claro, de lo trillado del argumento.
Pero ojo, aunque todos estos aspectos, causa sin duda de los escasos recursos económicos del filme, sean suficientes para dejar el filme en el olvido, es en realidad su contenido, escondido tras el loco argumento, el que alza la película de Fuller al altar de esas películas de interés creciente. Ya os he avanzado que el director Massachusetts era arriesgado, y si hay un filme que dé fe de ello es sin duda su Perro blanco.
Ya en el primer tercio del filme, la protagonista decide quedarse con el perro tras ser defendida por él de un intento de violación en su propia casa. Un acto que aunque parezca extremadamente baladí y poco trabajado, se convierte al final del filme en un recurso inteligente de guión, que resume estupendamente la esencia de la película, es decir, una transformación que hace de un guión tonto en uno de lo más inteligente. Fuller consigue hablarnos con su película canina, de temas humanos que van más allá del racismo, el eje principal del filme, dónde nos expone como un perro blanco ha sido entrenado por el hombre para atacar a personas de raza negra, todo un acto de odio que busca reflexionar sobre una mala semilla implantada en y por la humanidad que, aunque debe ser erradicada, parece dura de roer. Pero no contento con ello el guión va más allá y reflexiona sobre las segundas oportunidades y si es verdaderamente posible eliminar esa maldad latente dentro de todo hombre. Por eso, nuestra protagonista, decide llevar el perro a intentar que deje el mal hábito del racismo, aunque ello implique más ataques, no se rendirá en intentar corregirlo a base de encarcelamientos y técnicas dónde el animal aprenderá a través del hambre a quién debe obedecer.
Y es justo al final, cuándo conocemos el resultado de todos estos entrenamientos, cuándo podemos volver al inicio del filme, y recordamos esa violación dónde el atacante, una vez reducido por el perro, es detenido por la policía que nos anuncia que el hombre es un reincidente y va a volver a prisión. Un lugar del que salió sin aprender nada, ¿algo premonitorio con el caso del perro? Deberéis ver el filme para saberlo.
Lo que está claro es que a Fuller le gusta hacernos pensar sin darnos respuestas claras, ¿Qué nos quiere decir con su filme? ¿Es buena –y efectiva- esa re-educación social del encarcelamiento? Bien, si aguantamos los aspectos más bajos del filme y conseguimos adentrarnos en sus propuestas, de bien seguro que quedamos satisfechos y dedicaremos más de un momento en reflexionar sobre todo lo planteado.
Tras una larga jornada de rodaje, una joven actriz atropella un perro en medio de la carretera de vuelta a casa. La mujer socorre al perro y después de no encontrar a sus dueños decide quedarse con él para que le haga compañía en su solitaria casa. Poco a poco la muchacha descubre como el perro es en realidad una máquina de matar adiestrada para atacar a personas de color. Antes de deshacerse de él, decide llevarlo a un centro de entrenamiento a que lo reeduquen.
Perro blanco, es un filme que por desgracia ha envejecido muy mal. Nos encontramos con una película que abusa ridículamente de los efectos de maquillaje (si podemos llamar así a lo que hacen con el perro al intentar hacerlo más fiero), está especialmente desenfrenado en los zooms, que buscando enfatizar el horror producen hoy más risa que que miedo, y no vamos a olvidar las interpretaciones para nada destacables, con una protagonista, Kristy McNichol, de un semblante similar al de un muro de carga cuándo debería estar horrorizada. Y bueno, tenemos a un grande en la composición de la banda sonora, el mítico Ennio Morricone que nos trae una música cansina que no es ni de lejos lo mejor del artista italiano. Por no hablar, claro, de lo trillado del argumento.
Pero ojo, aunque todos estos aspectos, causa sin duda de los escasos recursos económicos del filme, sean suficientes para dejar el filme en el olvido, es en realidad su contenido, escondido tras el loco argumento, el que alza la película de Fuller al altar de esas películas de interés creciente. Ya os he avanzado que el director Massachusetts era arriesgado, y si hay un filme que dé fe de ello es sin duda su Perro blanco.
Ya en el primer tercio del filme, la protagonista decide quedarse con el perro tras ser defendida por él de un intento de violación en su propia casa. Un acto que aunque parezca extremadamente baladí y poco trabajado, se convierte al final del filme en un recurso inteligente de guión, que resume estupendamente la esencia de la película, es decir, una transformación que hace de un guión tonto en uno de lo más inteligente. Fuller consigue hablarnos con su película canina, de temas humanos que van más allá del racismo, el eje principal del filme, dónde nos expone como un perro blanco ha sido entrenado por el hombre para atacar a personas de raza negra, todo un acto de odio que busca reflexionar sobre una mala semilla implantada en y por la humanidad que, aunque debe ser erradicada, parece dura de roer. Pero no contento con ello el guión va más allá y reflexiona sobre las segundas oportunidades y si es verdaderamente posible eliminar esa maldad latente dentro de todo hombre. Por eso, nuestra protagonista, decide llevar el perro a intentar que deje el mal hábito del racismo, aunque ello implique más ataques, no se rendirá en intentar corregirlo a base de encarcelamientos y técnicas dónde el animal aprenderá a través del hambre a quién debe obedecer.
Y es justo al final, cuándo conocemos el resultado de todos estos entrenamientos, cuándo podemos volver al inicio del filme, y recordamos esa violación dónde el atacante, una vez reducido por el perro, es detenido por la policía que nos anuncia que el hombre es un reincidente y va a volver a prisión. Un lugar del que salió sin aprender nada, ¿algo premonitorio con el caso del perro? Deberéis ver el filme para saberlo.
Lo que está claro es que a Fuller le gusta hacernos pensar sin darnos respuestas claras, ¿Qué nos quiere decir con su filme? ¿Es buena –y efectiva- esa re-educación social del encarcelamiento? Bien, si aguantamos los aspectos más bajos del filme y conseguimos adentrarnos en sus propuestas, de bien seguro que quedamos satisfechos y dedicaremos más de un momento en reflexionar sobre todo lo planteado.
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TÍTULO ORIGINAL White Dog AÑO 1981 DURACIÓN 89 min. PAÍS Estados Unidos IDIOMA Inglés DIRECCIÓN Samuel Fuller GUIÓN Curtis Hanson & Samuel Fuller (Novela: Romain Gary) MÚSICA Ennio Morricone FOTOGRAFÍA Bruce Surtees REPARTO Kristy McNichol, Paul Winfield, Burl Ives, Jameson Parker, Lynne Moody, Marshall Thompson, Christa Lang, Paul Bartel, Dick Miller, Samuel Fuller PRODUCTORA Paramount Pictures
GÉNERO Drama
TEMÁTICA Animales. Perros/Lobos. Racismo. Amistad. Drama psicológico
SINOPSIS
Al volver del rodaje de una película, una joven actriz atropella a un
pastor alemán de pelaje blanco. Inmediatamente lo lleva a un veterinario
para que lo cure y coloca anuncios para localizar a su dueño. Como
nadie lo reclama, se queda con él, pero un día ataca sin motivo a una
mujer negra. La joven descubre, horrorizada, que el perro está
adiestrado para atacar a personas de color.
CRÍTICA
+ "Fuller juega a la confusión con una metáfora tan diáfana que admite pocas literaturas. (...) El resultado, polémicas aparte, es un thriller con indiscutible mordiente." (Luis Martínez: Diario El País)
+ "Un prodigio de montaje, de planificación, de depuración de todo elemento no esencial. De narración. (...) Intensa y emocionante." (Jordi Batlle Caminal: Diario El País)
+ "Un prodigio de montaje, de planificación, de depuración de todo elemento no esencial. De narración. (...) Intensa y emocionante." (Jordi Batlle Caminal: Diario El País)
PUNTUACIONES
6,0 | 6,4 | 7,1 | |||
NOTA MEDIA: 6,5 |
TRAILER
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