Mostrando entradas con la etiqueta reporteros gráficos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta reporteros gráficos. Mostrar todas las entradas

jueves, 10 de septiembre de 2015

La reportera húngara como alegoría


No es difícil que en la cobertura periodística de un drama humano acabes encontrándote elementos, con una cámara en la mano, carentes de prejuicios. Pero nunca me había topado con un caso como el de la miserable reportera húngara.

Cuando llegas al lugar donde ha habido un accidente de autobús con decenas de muertos, a la playa donde ha naufragado una patera, al puerto donde Salvamento Marítimo desembarca náufragos ateridos y deshidratados encontrados a la deriva en el Estrecho; cuando te acercas al dolor de un padre a cuya hija han violado y asesinado, o a una familia que vive el drama de una desaparición... nunca falta el típico desprejuiciado que solo piensa en la pieza que tiene que mandar al informativo y lo demás le importa un bledo: si hay que pisar, pisa; y si hay pegar codazos, los pega. Unos lo hacen por dinero, otros por miedo y otros, si me apuras, hasta por placer, que de todo hay entre nosotros, esa es la verdad. He tenido a veces más que palabras con impresentables de esta calaña, pero nunca me encontré, y si fue así jamás me percaté, con alguien que se liara a patadas por odio.

Nunca vi a ninguno, es cierto, llegar al extremo canalla de Petra, la presunta reportera húngara cuyo nombre me gustaría olvidar cuanto antes y cuya actuación cámara en mano, propinando patadas y zancadillas a refugiados que habían roto un cordón policial y corrían para entrar en Hungría, me produce asco como ser humano, y vergüenza y bochorno como periodista.

Ahora bien, le doy un par de vueltas a todo esto, hago un salto en el tiempo y en el espacio y por un momento pienso que la tal Petra y su desmán bien podrían ser una alegoría del periodismo que últimamente nos toca sufrir en nuestro país. Las primeras páginas de muchos periódicos de papel son, prácticamente a diario, verdaderas bofetadas tan agresoras y ofensivas como las zancadillas de la infame reportera. Y las informaciones de muchas televisiones, y de bastantes radios, y de...

Muchas de las cosas que dicen o escriben algunos de los inscritos en la misma Asociación de la Prensa que yo son auténticos puñetazos en nuestros mentones, patadas en la entrepierna de lectores y colegas que no damos crédito a que tener voz en un medio de comunicación pueda llegar a ser utilizado de una manera tan rastrera como lo están haciendo.

Son profesionales del desprejuicio, capaces de cualquier villanía y a quienes importa un verdadero pimiento que aquello de lo que hablan sea cierto. Gentes que violan el innegociable carácter de servicio que da sentido a la existencia del profesional de la información. Yo no sé si la tal Petra era una reportera o una infiltrada, pero contemplar su villanía no solo me lleva a la indignación y a la vergüenza sino a pedir perdón como comunicador por pertenecer a un oficio en el que caben este tipo de personajes.

Personajes que ponen zancadillas a refugiados indefensos o que nos maltratan a diario desde tertulias y portadas de periódicos insultando nuestra inteligencia, mintiendo como bellacos, actuando como edecanes del poder más reaccionario y utilizando su privilegiada atalaya para manipular sin pudor, propagar infundios y sembrar la discordia.

J.T.


lunes, 7 de abril de 2014

Amaral homenajea a José Couso, megáfono en mano




Pocas veces un contratiempo acaba dotando de una carga simbólica tan fuerte a un acto de homenaje. 

Madrid, mediodía del domingo. Frente a la imponente y prepotente embajada de los Estados Unidos en España, tiene lugar una nueva protesta por el asesinato en Bagdad de José Couso porque este martes se cumplen once años ya de su muerte. Encaramados a un modesto practicable, Vetusta Morla interpreta “Maldita dulzura” coreada por buena parte de quienes acompañamos, atiborrando los únicos dos carriles de la calle Serrano en los que nos dejan estar, a la familia de José Couso. A mitad de la canción falla el equipo de sonido. Da igual. Un silencio absoluto permite seguir escuchando al grupo que, como si no hubiera pasado nada, ha continuado cantando a pelo sin detenerse un solo instante. 

- Esto, en realidad, es como otra lucha. Siempre hay que continuar, proclama Juan Pedro Martín, el vocalista de Vetusta Morla, una vez acabada la pieza a la que no le escatimaron ni los adornos finales. 

Mira hacia la policía que nos rodea y nos vigila, “gentes de azul” les llama, y se dirige a ellos: 

- Si a la gente pacífica se le trata con humanidad y con gestos, la gente pacífica responde con humanidad y con gestos. 

Sube David Couso y explica, también a pelo, que el acto lo pagan con la venta de camisetas, que no tienen subvenciones y que el generador que han contratado no tiene su mejor día. Minutos después parece que el equipo de sonido vuelve a funcionar. 

Es el turno de Amaral. Juan Aguirre abre el fuego con su guitarra y Eva lucha porque su armónica se escuche lo mejor posible a pesar del molesto silbato del policía que regula el tráfico a unos escasos veinticinco metros. Los coches y autobuses que continúan bajando por Serrano -no han cortado la calle- rematan la actuación coral. 

Cuando el dúo está en plena interpretación de su tema “Hacia lo salvaje”, el sonido vuelve a fallar. La vocalista no se arredra, agarra un megáfono aparecido providencialmente y se desmelena cantando “Revolución, este es el día de la Revolución”. La melodía suena poderosa y visceral. Está interpretada con toda la fuerza, desde las entrañas, y todos los presentes corean, aplauden y se emocionan mientras Maribel Permuy, la madre de José Couso, sube las complicadas y peligrosas escaleras que conducen al improvisado atril, con determinación y sin ayuda de nadie, para cerrar el acto. 

El sonido, ahora sí, vuelve a funcionar de nuevo y hace que la voz de Maribel retumbe en las paredes de la embajada y acabe atravesando, desafiante, los cristales de las ventanas blindados para los disparos pero no para los gritos desesperados. 

- Mi hijo fue asesinado por unos terroristas vestidos de militares estadounidenses, clama Maribel. Y continúa 
- Tú, sargento Gibson; tú, capitán Woldford; tú, teniente coronel De Camp. Pido a dios que no me deje pensar lo que me sugieren vuestras caras de asesinos y vuestras manos ensangrentadas.

J.T.

sábado, 5 de abril de 2014

José Couso. Once años ya



José Couso
Crimen de guerra
Investigación y justicia

Con este lema, la familia Couso nos invita a que los acompañemos este domingo a las doce y media frente a la Embajada de los Estados Unidos en Madrid, calle Serrano número 75. Han pasado once años y ni se rinden, ni piensan rendirse.

- Haremos como las madres de plaza de mayo. No le daremos cuartel a ese Estado gamberro. En unas protestas seremos tres, en otras trescientos... Pero siempre estaremos ahí. Como la gota malaya, dentro de treinta años si hace falta.

El 8 de abril de 2003, en Bagdad, carros de combate estadounidenses bombardearon la sede de Al Jazeera, ametrallaron las instalaciones de Abu Dhabi Televisión y dispararon contra el hotel Palestina, lugar en el que se alojaban, y desde el que transmitían sus crónicas, la mayor parte de la prensa internacional que cubría la invasión de Irak.

Ese día asesinaron al productor jordano Tarek Ayoub, al camarógrafo ucraniano de la agencia Reuters Taras Prosyuk y al enviado especial de Telecinco José Couso. Desde entonces, la familia del reportero gallego no ha dejado ni un solo día de reclamar justicia.

- Jose, ha mantenido siempre la familia Couso, no perdió la vida en un lance fortuito.
- A mi hermano lo asesinaron, remarca Javier Couso. El disparo fue absolutamente deliberado.

Esa es su tesis. Por eso llevan once años peleando hasta haber conseguido poner en jaque a los responsables de las muertes y muy de los nervios tanto a los gobiernos del pp como del psoe. Por los papeles de wikileaks nos enteramos hasta qué punto, y de qué manera tan desvergonzada, el embajador estadounidense presionó a buena parte del gobierno de Zapatero y al fiscal general del Estado de entonces para que le pararan los pies de una vez a una familia que les estaba tocando literalmente las narices con tanta reclamación. A ellos, a los amos del mundo. Pero cómo osaban.

La historia del trasiego que el sumario del caso ha vivido en los juzgados se mueve entre la tragicomedia y la ópera bufa: ahora lo abro, ahora lo archivo, ahora recurro, ahora me recurren, ahora lo reabro, ahora lo vuelvo a cerrar... Más de ocho años después de estar mareando la perdiz, en octubre de 2011,  los tres responsables de la muerte de Couso fueron declarados en busca y captura por el juez Santiago Pedraz.

Se trata del teniente coronel Philip DeCamp, el capitán Philip Woldford  y el sargento Thomas Gibson. Sus dos superiores máximos también están citados como imputados. Son David Perkins, coronel jefe de la 2ª Brigada de la Tercera División y Buford Blount, Jefe del Cuartel General y Comandante de la Tercera División.

Ahora, claro, no tenemos datos nuevos de wikileaks pero no es difícil imaginar que en la embajada de los Estados Unidos el cabreo debe continuar siendo de órdago. Basta comprobar cómo el gobierno Rajoy ha modificado una ley para que el caso no pueda continuar. De momento el juez que decretó la busca y captura la mantiene y se pasa la decisión del gobierno por el forro. Más lío.

En el trasfondo de aquellas muertes, la de José Couso y sus dos compañeros el 8 de abril, está la obstrucción al trabajo informativo. El objetivo era acallar a la prensa, controlar el relato, dominar quién, cómo y cuándo se administraba la información de lo que estaba sucediendo en Irak justo en los días clave de la invasión.

- Querían cerrar nuestros ojos, nuestra boca y nuestros oídos para que no supiésemos lo que estaba pasando allí,  proclama David Couso en el video que ha colgado en las redes para invitarnos a acompañarle, a él y a su familia, este domingo frente a la embajada estadounidense.

- Han sido once años en los que nos hemos juntado contigo en la calle, en la sede el pp, en la sede del psoe, frente a la embajada de los Estados Unidos, dice también David Couso. Allí hemos recibido tu calor y tu apoyo, un calor y un apoyo que continuamos necesitando. ¿Por qué? Porque no quieren que tengamos justicia, porque quieren que nos quedemos en casa velando a nuestros muertos sin que podamos juzgar a sus asesinos.

Parece que con esta familia los gobiernos de España y los de los Estados Unidos han pinchado en hueso.

En Estados Unidos hay cinco militares en busca y captura internacional, a los que probablemente les inquieta poco la insistencia de los Couso en no cejar hasta sentarlos en el banquillo, pero la Casa Blanca y el Pentágono se ponen de los nervios cuando constatan que van pasando los años y que esta familia, cual pertinaz mosca cojonera, no tira la toalla ni a la de tres. Ni ellos, ni tampoco quienes estaremos acompañándoles este domingo en Madrid frente a la embajada de los Estados Unidos. Habrá también actuaciones musicales: Amaral, Vetusta Morla y Samba da Rua.

Como dice Javier Couso, "no hubiéramos tenido derechos del hombre y del ciudadano si unos franceses no se hubieran levantado; no hubiéramos tenido la dignidad de la defensa de la vida hasta en la muerte si unos judíos en el gueto de Varsovia no hubieran luchado hasta la muerte; no hubiéramos acabado con el racismo si no hubiera habido una señora negra que se sentara en un asiento reservado para los blancos. Por eso, si nos quedamos en casa, si creemos que nada puede cambiar no solo nada cambiará, sino que perderemos lo conquistado por nuestros abuelos, nuestras bisabuelas y por toda la gente que nos ha precedido. No sabemos lo que pasará, nosotros quizás no consigamos sentar a los militares americanos en el banquillo, pero mientras estén en busca y captura toda su vida y mientras el caso permanezca abierto, mientras sigamos investigándoles, es un triunfo absoluto y sabemos que están muy molestos. La justicia no se puede dejar en manos de los asesinos. Jamás.

Maribel Permuy , la madre del cámara asesinado, está orgullosa de la incansable lucha de sus hijos reclamando justicia para el hermano muerto.

- Si ponemos en una balanza los costes, que han sido muchos y muy duros y lo que hemos conseguido, dice Maribel, yo creo que ha valido la pena.

- Por eso no nos vamos a quedar parados, añade David Couso. Y por eso concluye, en el video en el que nos invita a acompañarlos este domingo, con dos palabras contundentes:

- Os necesitamos

Allí estaremos, familia

José Couso
Crimen de guerra
Investigación y justicia

J.T.


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Carta a Ana García, reportera gráfica a quien la policía le robó 24 horas de vida por hacer su trabajo


Una vez, Ana, te dediqué un texto en el que hablaba de ti. Un texto sobre ti para ti. Personal e intransferible. ¿Recuerdas? Lo tuviste pegado durante un tiempo en el interior de tu taquilla en el cuarto de cámaras. Como era para ti y estrictamente tuyo no guardé copia de aquel folio y medio en el que te contaba a ti cómo creo yo que eres tú.

Muchas de las cosas que allí dije tienen desde el pasado sábado 24, cuando te detuvieron y te obligaron a dormir en comisaría, más vigencia que nunca. Solo a una persona con esa sangre en las venas que tú tienes, Ana, solo a una persona con la determinación que tú le pones a tu trabajo, solo a una persona entregada en cuerpo y alma a lo que hace, solo a una persona que sabe como pocas a tu edad lo que es luchar a brazo partido con la vida para salir adelante... solo a una persona como tú podía pasarle lo que te ha pasado a ti y tomártelo como te lo has tomado.

No entienden que no se les tenga miedo, no soportan que alguien tenga tan claro como tú lo tienes que el trabajo está por encima de todo, incluida la posibilidad de que algún histérico con porra no soporte esa actitud y te acabe metiendo en el trullo como te ocurrió a ti cuando grababas para la Sexta la intervención policial contra los ocupantes de una casa en la sevillana calle Lumbreras.

Te imagino ante la policía como tú eres, resuelta y sin amilanarte en absoluto, negándote a entregar el resultado de tu trabajo, defendiendo tu cámara y tu dignidad como defiendes cada parcela de tu vida. Te imagino como gato panza arriba y, a pesar del disgusto que te has tenido que llevar, no puedo menos que sentirme orgulloso de ser tu amigo, de haber sido tu compañero y de que me hayas aguantado como jefe y como plumilla coñazo en tantas y tantas coberturas y viajes como hicimos juntos en aquellos tiempos, todavía no tan lejanos, de CNN+.

A la hora de detener a un profesional de la información durante una actuación policial, no han podido escoger peor ni el momento ni la persona. Cuando Salomé, Alberto, tú y yo abrimos la primera versión de este blog, no podíamos imaginar que "las carga el diablo" acabara convirtiéndose en un título tan premonitorio .

Escribiré sobre tu "aventura" del sábado más tranquilamente, querida Ana, cuando pase un tiempo y podamos analizarlo con perspectiva. Hoy solo quiero dejar constancia aquí de que, cuando decidieron robarte 24 horas de libertad, desempolvaron una manera de actuar que ya creíamos olvidada en nuestro país y que me hace temer lo peor de aquí en adelante a la hora de desarrollar nuestro trabajo.

Sé que a ti esto te da más fuerzas aún para dejarte, como siempre, la piel en tu próxima cobertura. A mí, además de para darte un montón de abrazos, también me sirve para ponerme las pilas, para seguir en la brecha con más ganas de pelea que nunca.

Si pasan cosas así yo tengo que continuar estando ahí. A tu lado y junto a todos los compis que, como tú, sabemos que dejar constancia testimonial de lo que ocurre es la esencia de nuestro oficio. Por eso nos sacrificamos, malvivimos y malcobramos. Pero nos volvemos siempre a casa con una satisfacción que solo entienden los que, como te escribí en aquel texto que tuviste pegado un tiempo en tu taquilla, son de la misma madera de la que tú estás hecha.

J.T.

jueves, 17 de febrero de 2011

Meter codo


Horas de espera. Termina la reunión, el juicio, la visita... da igual. Comienza el desfile de entrevistables a pie de obra canuto en ristre. Aparece el primero. Lo abordamos. Accede. Y toca organizarse.

- Si nos abrimos cabemos todos, se oye.

Si el abordado tiene experiencia en encerronas de este tipo, espera. De lo contrario, comienza a largar pasando del barullo. De los tropecientos cámaras siempre hay alguno que aún no se ha colocado o que pasa del pacto. Alguien también a quien el micrófono no le llega...

Si a la cobertura en cuestión, además de los habituales de la zona, llegan equipos de fuera, sobre todo de Madrid, la cosa se complica. Lo siento, madrileños, es un dato científico, no una opinión.

El caso es que si eres cámara y te encuentras en una situación de barullo cuando luchas por conseguir un "total", más te vale dominar la técnica de "meter codo". Y al tiempo que lo haces con el arte suficiente para que no parezca un agravio represaliable, has de aplicar la contundencia necesaria para que quien intente disputarte el espacio conquistado sepa que no piensas ceder terreno.

Todo esto contando con que el asunto quede entre las gentes del oficio. Porque en las coberturas de enjundia, a los codazos habituales entre nosotros hay que añadir los que nos propinamos con los polis y los escoltas de los entrevistables.


Así, el tiempo que dura la declaración en cuestión se convierte en una permanente trifulca entre cámaras, periodistas, polis y escoltas que recuerdan los rifirrafes dentro del área chica en un partido de fútbol cuando se va a lanzar un córner o una falta peligrosa.

Ellos aprietan, tú haces lo propio y aunque parezca inaudito, hasta este tipo de batallitas puede servir para confraternizar si se gestionan con buen rollo.


Siempre recordaré aquella vez en que mi compañero Alberto libraba una batalla a muerte con un policía nacional (de esos fornidos y vestidos de azul mecánico) para mantener la posición y poder hacer su trabajo. Como quien no quiere la cosa, se metieron codo el uno al otro hasta reventar. Pero eso sí, con estilo, como si fueran gentlemen ingleses. Cuando pasó la marabunta ambos se miraron, sonrieron y uno le dijo al otro:

- La que nos hemos dado,¿no?
- Y que lo digas

Si llego a tardar un poco más en aparecer, igual hasta me los podía haber encontrado de copas.

J.T.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Isaías Bueno, entre lo próximo y lo lejano



Que un reportero gráfico de televisión escriba novelas, las publique y además se vendan y gusten es toda una lección para tanto plumilla petulante como corre por ahí y que a la hora de la verdad no sabe hacer ni la "O" como un canuto.

La mirada literaria de Isaías se ha ido curtiendo durante años con cientos, miles de horas en las que su ojo derecho ha estado observando el mundo a través del objetivo.

Lleva años haciendo poesía con la cámara en una zona de esas a las que les da por arder cada dos por tres, una esquina caliente de las que maceran la sensibilidad de cualquiera sin necesidad de tener que marcharse a una guerra lejana.

¡Cuántas veces se habrá levantado Isaías a las cuatro de la mañana para filmar una patera atestada de inmigrantes recién llegados!

Cuántos cadáveres, cuántos muertos de hambre y frío, cuántos desesperados habrá grabado Isaías a lo largo de su vida, coincidiendo unas veces con Virgilio de Antena 3, otras con Rubén de Telecinco, otras con Carlos o Alberto, de Canal Sur…

Algeciras, zona caliente, es el cuartel general de Isaías Bueno. Allí es donde mi buen amigo de tantos años intenta sacarle a la vida todo el jugo que puede: al lado de Gibraltar, con Ceuta y Marruecos a sólo catorce kilómetros de agua por medio y con los mil problemas de Tarifa, La Línea, Los Barrios o San Roque justo al lado de casa.

Todo esto se lo lleva merendando Isaías solito como mínimo los doce años que hace que nos conocemos. Pues bien, en medio de toda esta vorágine va el tío y saca tiempo para escribir.
Isaías Bueno y su novela

Entre lo próximo y lo lejano”, publicado por la editorial Atlantis, no es el primer libro de Isaías ni será el último. Es, sencillamente, el que tenemos que comprarnos todos ahora mismo, como ya he hecho yo.

Porque la mejor demostración de lealtad, afecto y complicidad que puede hacer uno al amigo que publica un libro es precisamente ésa: pasar por caja, retratarte y pagarlo. Y leerlo, por supuesto.

Así que ya estamos todos poniéndonos a la faena.

J.T.

domingo, 21 de noviembre de 2010

El privilegio de grabar “un mudo”



Mis amigos los cámaras no lo saben, pero son unos privilegiados: entran donde todo el mundo quiere entrar, ven lo que todo el mundo quiere ver… Alguien podría decirnos a los plumillas que nosotros también, que para eso vamos con ellos.

Pues no.

Hay un terreno que nos está especialmente vedado a los periodistas y en el que los cámaras tienen carta blanca: son los llamados “mudos”.

Para quien no lo sepa, un “mudo” es una especie de “posado” que suele tener lugar durante el comienzo de un encuentro político: una entrevista, una mesa de negociación, una asamblea o un encuentro entre distintos representantes políticos o sociales que puede oscilar de un nivel puramente local hasta las de carácter internacional más trascendentales (Otan, Unión Europea, G20…)

Un mudo es ese momento en el que los reunidos, antes de entrar en harina y ya en el lugar del encuentro, aceptan un pequeño “tiempo muerto” (muy pequeño a veces) para que los cámaras inmortalicen el instante.

Los cámaras. Porque los periodistas se quedan fuera.

Y ese es el “momento privilegio” al que me refería al principio.

Porque, conscientes de que se trata de imagen sin sonido, hay siempre entre los fotografiados alguien que se relaja y deja caer comentarios verdaderamente sabrosos que nunca trascenderán.

Son ya decenios el tiempo que llevo diciéndome que tengo un día que hacerme pasar por cámara para vivir uno de esos momentos.

Mi vocación de “chafardero indomable” no me va a permitir jubilarme sin ser testigo de esas indiscreciones, de esos comentarios que los políticos sueltan relajadamente porque, para ellos, el cámara sólo es un mueble más.

Transparente, invisible, con la cámara al hombro y el ojo en el visor, oyes más cosas que si fueras la secretaria o el chófer. Y eso es un verdadero privilegio.

A algunas ex-secretarias y también a algún que otro ex-chófer les está permitiendo hacerse de oro escribiendo sus memorias.

J.T.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

¡¡¡Tengo un amigo que ha terminado de pagar la hipoteca!!!

Mi amigo JP es cámara de televisión.

Mi amigo JP acaba de pagar su último plazo de hipoteca.

De la alegría, se ha puesto a celebrarlo y se ha quedado sin saldo en la cuenta hasta final de mes.

Mi amigo JP lleva en la batalla muchos años, le gusta lo que hace y procura realizar su trabajo, aparte de con la competencia que todos le conocemos, con la mayor decencia posible.

Cuando coincido con él en una guardia la verdad es que me lo paso bien. Suele poner el dedo en la llaga cuando habla y así lo ha hecho al cambiar impresiones sobre los cada vez más tenues límites que existen entre los informativos y los programas de televisión.

-Juan, es que últimamente vamos a las mismas cosas, coincidimos en las mismas coberturas.

-Siempre hay alguna diferencia, compañero -le digo intentando más templar gaitas que llevarle la contraria.

-Puede, pero la verdad es que hago cuentas y me hubiera salido mucho más rentable dedicarme al "corazón", que a fin de cuentas lo que muchas veces hago es prácticamente lo mismo. Por lo menos habría ganado más pasta y si lo hubiera decidido hace años, hace mucho tiempo que habría acabado de pagar la hipoteca.

- La tienes pagada ya, le digo. Y sigues haciendo lo que quieres hacer. Y eso, querido amigo, es para sentirse orgulloso. Aunque tengas temblando el saldo de tu cuenta corriente.

J.T.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿Quién mató a nuestro compañero Jesús Ruiz de Castro?

Tenía cuarenta y nueve años y ya era abuelo. Estaba de día libre con su familia en la famosa romería de Valme, Dos Hermanas, Sevilla, el domingo 17 de octubre.

En el bullicio (es una romería a la que acuden doscientas mil personas) su gente y él se perdieron de vista.
Cuando lo encontraron estaba tendido en el suelo, inconsciente, con golpes en la cabeza. Los quince días que desde entonces consiguió vivir los pasó ya en coma. Así que no pudo contar qué fue lo que le pasó.

El parte de lesiones hace pensar en una paliza. Con la esperanza de su recuperación, la familia no hizo público lo que le había ocurrido a nuestro compañero Jesús Ruiz de Castro, cámara de Canal Sur adscrito al programa "Andalucía Directo".

La policía, lógicamente, está investigando. La familia, ahora sí, busca pistas, testigos, datos a través de alguien que viera qué pudo suceder. Terrible.

Sus compañeros de trabajo más directos le han dedicado este martes un video homenaje.


Y este número de teléfono 902.102098 para todo aquel que pueda aportar nuevos datos que ayuden a aclarar la muerte de nuestro compañero.

J.T.

viernes, 8 de octubre de 2010

Sus majestades los cámaras


El titular es un homenaje a quienes han sido y son mis compañeros de trabajo durante tantos años ya.

Hubo un tiempo en que tuve la suerte de recorrer el mundo con formidables reporteros gráficos como Maellas, Mata, León, Canete, Menéndez o Márquez (mis disculpas a los que no nombro). Pero aparte de estos monstruos de la imagen periodística, también me han tocado agraviados de la vida que cuando te emparejaban con ellos en una cobertura, te soltaban a las primeras de cambio:

- ¿Tú eres fijo o contratado?

¿Fijo? Toda su entrega ¿Contratado? Ya te podías dar por jodido. Y eso si ibas con realizador, porque si eras un redactor sin realizador tiraban de convenio y te espetaban:

- ¿Qué plano quieres? Tú me dirás dónde pongo el trípode.

Iban de divinos de la muerte, de auténticos dandies de la vida, que paladeaban con delectación el privilegio que les había concedido el destino haciéndolos cámaras de la única televisión de España en una época idílica que desde hace ya tanto tiempo es literalmente impensable.

A este tipo de cámaras también les encaja lo de “majestades”, pero por lo de creerse los reyes del mambo. Y no te digo nada sobre cómo tiraban de “estilo” a la hora de pedir a la carta en el restaurante de turno. La carta en una mano y el reloj en la otra para recordarle al productor del equipo que sólo les quedaba hora y media como mucho para finalizar la jornada. Los muy estresaos.

Estos especímenes existían y existen. Sí, sí, existen aún, os lo aseguro. Y si queréis, otro día os cuento. Pero a quienes yo quería dedicarle hoy lo de "sus majestades", antes de irme por las ramas como he hecho, era a aquellos con los que coincido a diario en la calle desde hace tanto tiempo: a los que veo soportar a redactores incompetentes y chillones, a los que veo grabar verdaderas frikadas sin queja alguna, a los que veo entregados a un trabajo que los tiene como puta por rastrojo y que realizan sin rechistar.

Sin rechistar (o rechistando con mucha prudencia) y cobrando de risa si los comparamos con esos reyes del mambo y de la vida que os contaba más arriba.

Estos últimos, con quienes coincido en las batallas de cada día, son los verdaderos héroes, los verdaderos reyes a los que, desde aquí, les quiero rendir hoy este modesto homenaje desde la mayor de mis admiraciones.


J.T.

domingo, 8 de agosto de 2010

Por qué nos dedicamos a esto


Cuando llevamos quince horas de guardia a la puerta de un juzgado para ver si podemos fotografiar al presunto delincuente a la entrada o a la salida, o para ver si algún abogado se digna contarnos qué está pasando...

Cuando en esas quince horas no puede uno despistarse ni un momento porque es entonces en ese preciso instante cuando ocurre todo…

Cuando para beber o comer dependemos de que uno de nosotros se digne buscar bebida y bocadillos en el chiringuito más cercano, cuando ya no sentimos las piernas, cuando miro las caras de mis colegas exhaustos, sudorosos, alerta…

Cuando estamos en esas… siempre acabo preguntándome por qué nos dedicamos a esto.
Cuando para hacer una triste foto oficial de la visita de un ministro, de un miembro de la casa real, o de un mandatario extranjero nos citan dos horas antes para instarnos a dejar nuestro material de trabajo en un rincón para que lo inspeccionen los perros…

Cuando entre los integrantes del grupo que nos conmina a dejar el material hay siempre un grosero de turno (porque siempre hay mínimo un grosero entre los maderos) que nos trata con la punta del pie…

Cuando después de mil horas de faena sólo hemos tirado tres planos y en la redacción central comienzan a ladrarte exigiéndote que envíes ya el material… siempre acabo preguntándome por qué nos dedicamos a esto.
Cuando en una guardia interminable nos contamos unos a otros nuestras penas, cuando esas penas consisten fundamentalmente en la miseria que nos pagan a la mayoría: mileuristas escasamente con horarios infinitos…

Cuando en un batalleo de los buenos descubrimos que falta alguien porque en su empresa ha habido reducción de plantilla…

Cuando haces cuentas y memoria y concluyes que las cosas cada año van a peor (hoy un cámara de televisión viene a ganar prácticamente lo mismo que hace quince años e incluso menos)...

Cuando me percato de todo esto… siempre acabo preguntándome por qué nos dedicamos a esto.
Cuando te tiras horas en una inundación, en un incendio, entre bomberos, policías, guardias civiles…

Cuando te dejas el pellejo en coberturas que exigen largos y pesados esfuerzos físicos…

Cuando llegas a tu casa hecho una piltrafa después de tres días sin pisarla y sin haber tomado la precaución de llevarte mudas (hasta última hora nunca sabes si te quedas o volverás del lugar de la cobertura)…

Cuando en casa te dicen que a ver cuándo podéis hacer planes en familia y pasan las semanas y los meses sin que esto sea posible… siempre me pregunto por qué nos dedicamos a esto.
Cuando llegas a la conclusión de que esto no va a cambiar, que el puteo, las horas, las guardias y el poco dinero será siempre así… entonces me vuelvo a preguntar por qué nos dedicamos a esto.

Cuando después de desahogarnos, de quejarnos, de contarnos nuestras mil penas bañadas en agua o cocacola (somos tan capullos que seguimos a rajatabla la norma no escrita de no beber mientras trabajamos), llega el momento de salir corriendo porque aparece la persona a la que estábamos esperando o porque por fin se puede entrar a donde la poli no nos dejaba… cuando llega ese momento y todos a una nos ponemos a currar como posesos, cuando ves que no hay ninguno que se escaquee, cuando observas el entusiasmo, las ganas con que lo hacemos y en el grupo puedes casi oler la descarga masiva de adrenalina, cuando te ves en esas… entonces quizás empiezas a entender un poco por qué nos dedicamos a esto.

J.T.

domingo, 1 de agosto de 2010

Mariano Valladolid pasado por agua



Mi amigo Mariano Vallladolid no es fijo de ninguna empresa pública ni privada. Mariano es reportero gráfico autónomo y se gana la vida como free lance realizando coberturas para Canal Sur, Televisión Española o cualquier otra empresa audiovisual que solicite sus servicios.

Vive de lo que vende, así que Mariano entiende que tiene que arriesgarse para conseguir planos diferentes, enfoques originales, imágenes si es posible exclusivas que otros no tengan. No se lo suele pensar mucho para meterse en cualquier fregao y hacerlo además hasta el mismísimo cogollo del meollo.

Lo que le pasó el jueves 29 de julio en Castilblanco de los Arroyos, en la zona norte de la provincia de Sevilla, es la consecuencia de la manera que Mariano tiene de entender el oficio. En la foto que le hizo el compañero de Efe José Manuel Vidal y que he colocado al comienzo del post lo podemos ver literalmente inundado, como si se hubiera metido en una piscina con cámara y todo.

Completamente mojado, Mariano continuaba grabando sin inmutarse todo lo que ocurría durante la fiesta del agua que los lugareños organizan anualmente por estas fechas para celebrar la puesta en marcha en 1986 de un presa cercana que les cambió la vida.

Mariano podría haber tomado los planos desde un balcón y habría cubierto perfectamente el expediente. Pero prefirió organizarse para buscar los mejores ángulos: preparó el equipo a prueba de cubos y mangueras, lo impermeabilizó por completo con doble funda, se vació los bolsillos y se tiró al agua, nunca mejor dicho.

Mariano, compañero, difícilmente te va a faltar a ti el trabajo. Pero cuida la cámara todo lo que puedas, que ya sabes que... "las carga el diablo".


J.T.