En la ceremonia de entrega de las medallas de Andalucía, el poeta Luis García Montero, granadino que vive en Madrid, flamante hijo predilecto andaluz, concluía su discurso de agradecimiento el pasado martes recordando esta frase de su tocayo Cernuda:
“Confesaré que solo encuentro apetecible un edén… que para mí bien pudiera estar situado en Andalucía”
Perfecto, suena de maravilla si no fuera porque… el poeta sevillano se marchó de Andalucía para siempre con 26 años de edad. Murió a los 61, en México.
Mucho te quiero, perrito, pero pan poquito. El planeta entero está lleno de Cernudas que aman con locura Andalucía, pero que se marchan, nunca más vuelven y se mueren bien en México como el autor de “Los placeres prohibidos”, bien en Buenos Aires, Carolina del Norte o Astaná, capital de Kazajistán. ¿Por qué hay tanto andaluz que se marcha de su tierra si, como también cantaba Cernuda, Andalucía “es un edén donde el tiempo se desliza insensiblemente entre las hojas de las palmas y el lánguido aroma de las flores meridionales”?
Tener tan buen clima y tantos kilómetros de costa parece que no es suficiente. Ni tampoco tanto arte, ni tanto salero, a juzgar por el generoso porcentaje de artistas agraciados con las medallas 2017. Si dejamos las instituciones al margen, entre el resto de premiados este año había una actriz, una cantante, un cantaor, un guitarrista flamenco, una gimnasta, una compositora, dos escritores y un periodista (al que incluyo en este apartado porque al personaje, la verdad, se le puede considerar un verdadero “artista”) Nueve de doce. A los tres restantes, un científico jiennense especializado en inteligencia artificial, un ingeniero experto en robótica y un empresario turístico malagueño les tocó la pedrea, así que no sé de qué nos quejamos.
Sin cuestionar los méritos de los galardonados, y sin entrar a analizar el carácter perverso de este tipo de parafernalias, que acaban siendo una cuestión de escalafón porque los años pasan y a veces cuesta encontrar candidatos, ¿de verdad no hay más andaluces que estén haciendo cosas importantes en el mundo de la ciencia, de la investigación, de la industria, de la agricultura que merezcan las medallas? ¿solo el veinticinco por ciento del total? Si los hay y no son premiados, malo. Y si no los hay, pues… qué quieren que les diga!
Para intentar entenderlo, mejor le pido unos ripios prestados al también exiliado Joaquín Sabina, hijo predilecto andaluz un año antes que su compadre García Montero (el escalafón corre, ya saben), de entre los que el cantante de Úbeda pronunció durante su discurso de agradecimiento, todo él en verso:
“pa ser buen andaluz no es necesario
tocarle tantas palmas al ombligo,
mejor pasar a limpio los pecados,
los eres, la ignorancia, el desempleo,
Andalucía sabe demasiado
lo ingrato que es bailar con el más feo”