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sábado, 9 de julio de 2016

Pamplona. 38 años sin Germán Rodríguez

Han pasado 38 Sanfermines y nunca se supo quién lo mató. Se llamaba Germán Rodríguez, tenía 27 años y era hijo de una conocida familia de Pamplona. Murió de un disparo en la frente en pleno centro de la ciudad el segundo día de las fiestas de 1978. Los turistas huyeron y los Sanfermines se acabaron ahí. Muy pocas veces en su ya larga historia se suspendieron las universales fiestas de Pamplona. Antes de aquel año solo ocurrió en 1937 y 1938, durante la guerra civil. Conviene recordarlo y repetirlo. La memoria es el principal patrimonio de una sociedad libre.

Perdonar, si; olvidar, no. Así lo proclamaban este 8 de julio en Pamplona quienes desde hace 38 años mantienen viva la memoria de aquel joven militante de la LCR con un emotivo acto que cada año celebran ese día en la confluencia de las calles Roncesvalles y Carlos III. Allí pude presenciarlo yo este viernes, en el lugarexacto donde Germán cayó herido de muerte durante aquellos trágicos Sanfermines sin que hasta hoy se sepa quién fue el autor de aquel asesinato. O sí.

¿Qué fue lo que pasó?

Aquel verano de 1978 en que faltaban pocos meses para que la Constitución se sometiera a referéndum, cuando el ministro del Interior de Adolfo Suárez se llamaba Rodolfo Martín Villa, el ambiente en el País Vasco y Navarra estaba muy  caldeado. Se había iniciado un proceso de amnistía muy parcial y nada satisfactorio, y en ese ambiente tenso y crispado llegaron los Sanfermines. El día 8, al finalizar la faena del sexto toro del segundo festejo, muchos integrantes de las peñas saltaron al ruedo como es tradicional en la plaza de toros de Pamplona, donde la celebración de la fiesta tiene desde siempre una personalidad y un sabor propios. Faltaban pocos minutos para las nueve de la noche. Saltaron también a la arena un grupo de personas que desplegaron una pancarta reclamando amnistía y libertad para los presos navarros y vascos.

Hubo aplausos, silbidos y enfrentamientos en las gradas y en las andanadas. La tragedia empezó a mascarse cuando cerca de cuarenta "grises", que era como por entonces se llamaba a los miembros de la Policía Armada, irrumpieron en el ruedo con material antidisturbios para "restablecer el orden". Dispararon primero pelotas de goma y botes de humo hasta que, finalmente, recurrieron al fuego real. Hubo siete heridos de bala en la plaza. Un verdadero desastre, sobre todo si se tiene en cuenta que la plaza de toros de Pamplona es la tercera más grande del mundo y las veinte mil personas que caben dentro aún no habían podido abandonar el recinto.


Veinte mil personas de las que la mayoría entraron en pánico y huyeron despavoridas  por las calles adyacentes a la plaza, pero hubo muchos que decidieron hacer frente a la tropelía de los antidisturbios y los enfrentamientos se extendieron con más policía y más ciudadanos cada vez, por muchas calles de la ciudad. Apenas una hora después de iniciarse la refriega fue cuando mataron a Germán Rodríguez, que falleció pocas horas más tarde en el Hospital Provincial de Navarra sin que los médicos pudieran salvarle la vida. Los disturbios se convirtieron en una revuelta. La batalla duró hasta la madrugada. Los manifestantes intentaron asaltar el Gobierno Civil y el palacio de la Diputación Foral. El día 9 por la mañana, el centro de Pamplona presentaba un aspecto dantesco y solitario: oficinas bancarias, tiendas y bares destrozados; decenas de coches, utilizados como barricadas –todavía no había contenedores de basuras en las calles- incendiados. Miles de turistas, aterrorizados, abandonaron la ciudad. El balance final de víctimas, además de Germán, fue de once heridos de bala y otros 150 con diferentes lesiones.

38 años después de aquellos hechos, he tenido el honor de acudir al primer acto de homenaje a Germán que se realiza sobre una plataforma colocada por el Ayuntamiento. Nunca hasta ahora el colectivo organizador había contado con apoyo oficial. Pero esta vez, por segundo año ya, allí estaba
Joseba Asiron, el alcalde. Y por primera Ana Ollo, portavoz del gobierno foral. El Ayuntamiento ha colocado una placa nueva en euskera y castellano: "En memoria de Germán Rodríguez Saiz, muerto por disparo de la Policía el 8 de julio del 78".

El lugar donde murió Germán Rodríguez suele ser visitado por las peñas antes de la corrida de toros todos los días ocho de julio por la tarde. Ya en la plaza, ese día mantienen silencio a la salida del segundo toro. Al finalizar el festejo, abandonan el coso  con las pancartas plegadas y sin música. Todo lo que ocurrió en aquellos Sanfermines de 1978 está estupendamente contado en un documental elaborado por Juan Gautier y José Ángel Jiménez, que en el año 2005 se presentó en el Festival de Cine Español de Málaga. En él pueden verse imágenes inéditas tanto de los enfrentamientos en las calles como de la entrada de "los grises" en la plaza de toros. Imágenes, estas últimas, conseguidas gracias a los archivos de una televisión francesa. TVE las emitió en los informativos del nueve de julio del 78 y desde entonces nunca más se supo. Desaparecieron de los archivos y punto.

Fundamental recordar, fundamental no olvidar, reivindicar la memoria y mantener siempre vivo algo que explica unos años de nuestra historia tan convulsos como mal resueltos. Nunca es tarde. El acto de homenaje en Pamplona, este ocho de julio, a Germán Rodríguez, ha sido uno de los episodios más emotivos que he vivido en estos Sanfermines de 2016. Los primeros, por cierto, a los que acudo en mi vida.

J.T.

viernes, 20 de mayo de 2016

Ana y su cámara, en el banquilllo



Le quisieron quitar la cámara y ella se negó. Aquel 24 de noviembre de 2012, los maderos no parecían estar dispuestos a que Ana los grabara mientras ellos actuaban en la Alameda sevillana contra los ocupantes de la corrala “La Ilusión”, en la calle Lumbreras. Ana García Benítez, reportera gráfica de televisión, treinta y cuatro años, tres menos por aquel entonces, carácter y determinación bien plantados, se negó a que los presuntos servidores públicos le impidieran hacer su trabajo. Había sido enviada a la cobertura sin compañero de equipo: ella sola, ella misma con su mecanismo ¡viva la optimización de recursos! Eso debió hacer crecerse a la pasma que, conocedora de la falta de solidaridad en este cada vez más prostituido oficio de comunicar, vio el campo libre para intimidarla. Como Ana –hay que conocer a Ana- no se amilanó, ella y su cámara acabaron en el furgón policial y mi querida cascarrabias terminó pasando veinticuatro horas en los calabozos.

Si en lugar de calabozos sevillanos hubieran sido madrileños, si en lugar de una currante precaria se hubiera tratado de un cámara “first class” pongamos de Tve, Efe o Telemadrid, el pollo que se hubiera montado podía haber llegado a tener hasta repercusión internacional. Pero esto del extrarradio es lo que tiene: muchas de las cosas que ocurren, no existen. Y si a ello le sumamos la precariedad laboral, pues nos acaba saliendo una funesta ecuación cuya resultante es ahí te pudras.

Estos días, tres años y medio después de aquellos vergonzosos acontecimientos, se “celebra” el juicio contra Ana y tienen las narices de pedirle ¡nueve meses de cárcel! Si la repercusión de su detención fue vergonzosamente escasa, la del juicio ahora no se queda atrás en desidia. Si no fuera por la Asociación de la Prensa de Sevilla, algún que otro medio andaluz y ese eficaz invento llamado Facebook, apenas nos habríamos enterado.

Ignorar el marrón que le pretenden colgar a Ana es apostar por la degradación del oficio periodístico, por la barra libre para todo aquel que nos quiera faltar el respeto, es facilitar la impunidad de aquellos a quienes molesta la presencia de testigos incómodos en lugares comprometidos. Si alguien piensa que es solo a Ana a quien están juzgando, se equivoca. Nos están juzgando a todos. Y nos están mandando avisos indisimulados del riesgo que corremos si queremos hacer nuestro trabajo, aunque sea en precario, de manera honesta y resuelta.

Con el juicio a Ana García Benítez salimos perdiendo los profesionales de la información, los ciudadanos y la libertad de expresión. Ana plantó cara y ahora quieren que lo lamente. Los medios de comunicación no lo cuentan y a muchos de los periodistas que callan esta historia no se les cae la cara de vergüenza, como tampoco se les cae cuando toleran sumisos, dóciles y genuflexos las presiones y amenazas que reciben del poder. Con su silencio certifican su cobardía.


J.T.

domingo, 9 de febrero de 2014

La tragedia de El Tarajal y el uso perverso del lenguaje


¿Para qué utilizar eufemismos a la hora de hablar sobre la tragedia de El Tarajal, la frontera ceutí entre Marruecos y España? ¿Para qué andarse con rodeos? Para muchos, no se trata de un intento de buscar una vida mejor, ni de un desesperado último recurso para salir de la miseria o de una lucha por la supervivencia allá donde poder encontrar el medio de vida que en su países no existe. No, no es eso. Para los xenófobos, que son muchos, los negros que osan violar nuestra legalidad y nuestras fronteras son unos intrusos que molestan. Vienen en "avalancha". Quieren "invadirnos". Vienen desnudos y hambrientos, pero nos "asaltan" (tve dixit) y claro, pues no queda más remedio que dispararles. Pero con balas de goma, no vaya usted a creer...

Los medios controlados por la derecha, públicos y privados, no se andan con rodeos en el empleo del vocabulario más agresivo. Están siendo crueles y desvergonzadamente xenófobos con tal de justificar esa infame actuación de las fuerzas de seguridad en la frontera de El Tarajal que el pasado jueves desembocó en una espantosa tragedia: 14 personas muertas. Que tve, por ejemplo, emplee la palabra "asalto" para definir el intento de un centenar de desesperados de alcanzar suelo ceutí me escandaliza, pero no me extraña: la xenofobia y el racismo están en el adn de la derecha y sus cachorros mediáticos tienen que estar a la altura. El problema está cuando escucho en la Ser, viernes noche, en boca de un tertuliano de Hora 25, que "si la policía usa pelotas de goma contra nuestras manifestaciones ilegales, no tiene que extrañar que lo haga contra los que intentan "invadirnos" en "avalancha" ilegal. Ni Ángels Barceló, ni Javier Aroca ni nadie lo puso en su sitio. Nadie le dijo que eso no se puede decir ni en broma. Y no lo dijo en broma.

El uso del lenguaje nunca es inocuo y menos en estas cuestiones. Los mismos, y las mismas, que se la cogen con papel de fumar en todo lo tocante al lenguaje de género estoy esperando, ¡ya!, que se pronuncien contra quienes emplean palabras sinónimo de violencia para referirse a las acciones de seres humanos desesperados, jóvenes llenos de energía y de salud, que luchan desesperadamente por encontrarle una salida a su vida y a su futuro.

Basta ya de criminalizar a los inmigrantes.
Basta ya de cuchillas en las vallas, de ataques intimidatorios, de pelotas de goma...
Basta ya de tragedias. Basta ya de referirse a este problema como “avalancha”, “invasión” o asalto”

Búsquense soluciones, por favor, pero sin una sola muerte más. Cuando un africano muere intentando cruzar la frontera "europea", algo nuestro muere también. Muere nuestra dignidad, nuestra capacidad de mirar de frente, limpiamente a los ojos, a quienes, solo por razones geográficas, porque no tuvieron la "fortuna" de nacer donde nosotros, la vida les trata mucho peor todavía.
La muerte de las 14 personas que soñaban con vivir mejor a este lado de la frontera ceutí de El Tarajal es un crimen de lesa humanidad que contraviene todos los códigos éticos, civiles, y yo diría que hasta penales y militares. Porque si no los contravienen, hay que cambiarlos porque esto no puede continuar así.

No podemos construir nuestro porvenir sobre los esqueletos de tanto desesperado a los que no solo les negamos una oportunidad sino que, en casos como el de El Tarajal, contemplamos impasibles cómo pierden trágicamente la vida.

Esto no puede ser. No sé qué hacer con mi vergüenza, no sé cómo gestionar esta indignación. De momento aquí quedan estas líneas, con la esperanza de que mis compañeros presuntamente progresistas, al menos ellos, dejen de denominar "avalancha" o "invasión" la lucha de muchos seres humanos por conseguir, a costa incluso de la vida, un futuro mejor.

J.T.

martes, 23 de abril de 2013

La policía ya no podrá reprimir "escraches". Ahora reprimirá "acosos"


Parecía que ir al grano estaba pasado de moda. Sobre todo entre los políticos del pp. Los archivos escritos y audiovisuales del último año en España están repletos de hermosas pruebas que documentan el encendido amor de ministros como Montoro, Mato, Báñez o de Guindos por el empleo del eufemismo, la perífrasis o el circunloquio. Yo lo entendía, porque por mucha cara que uno tenga, salir cada día a la palestra a contar putadas no deja de ser un engorroso marrón. 

Pero mire usted por dónde, con el término "escrache" han decidido hacer una drástica excepción. Sin anestesia, han pasado del uso del eufemismo al del sinónimo para, esta vez sí, ir al grano. De frente y por derecho: 

- El escrache no existe, chicos. Se dice acoso, ¿entendido?

Así que acoso dicen los políticos del pp para referirse al escrache, y acoso repiten también, con incondicional mimetismo, los medios afines cada vez que hablan de las acciones de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). 

Salvo excepciones no he oído ni en Radio Nacional, ni en la Cope ni en Onda Cero, no digamos ya en Intereconomía y demás tedetés, pronunciar en todo abril la palabra "escrache".  Se conoce que al mañanero email de consignas, con el que el partido del gobierno dicen que adoctrina a sus tertulianos y demás paniaguados sobre los temas a tocar cada día, han debido añadirle una postdata determinante:

- Queridos niños, la palabra "escrache" es caca. Se dice "acoso", A-C-O-S-O. ¿Queda claro?

En primer tiempo de saludo, la disciplinada mesnada ha ido sembrando las ondas, las redes y lo que queda de papel impreso del término "acoso" como sinónimo de "escrache". Quedaba por meter en cintura a la policía. Sí, has leído bien, amigo: a la policía, que por lo visto había algunos maderos que de tanto reprimir escraches no sabían que lo que estaban reprimiendo se llamaba acoso.

Así que el ministerio del Interior, arrogándose competencias lingüísticas sin ningún rubor, ha remitido a todas las comisarías una instrucción urgente: "se hace saber a todo el personal que queda prohibido utilizar el término "escrache". Cuando hablen de acciones contra representantes políticos han de referirse a ellas como "acosos, amenazas y coacciones". 

Así que ya sabe usted, bienamado policía que tan celosa y teóricamente vela por nuestra seguridad. Cuando venga a detenernos a la puerta de la casa de un político al que le estamos dedicando un escrache no se le ocurra decirnos váyanse de aquí que el escrache no está permitido, porque como a su compañero de trinchera le pille de mala leche y le oiga pronunciar la palabra escrache se le puede caer el pelo.

Yo reconozco que la palabra escrache bonita no es. Es más bien fea. Pero desde que quieren prohibirla me parece hermosa. Además, van a por nosotros digamos lo que digamos. Como en "La vida de Brian", ya que te van a lapidar por pronunciar la palabra Jehová, habrá que morir repitiéndola una y otra vez hasta el último aliento, ¿no?

- Jehová, Jehová, Jehová, gritaba divertido el viejo condenado mientras lo apedreaban 

Así que ya sabéis

- Escrache, escrache, escrache


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Carta a Ana García, reportera gráfica a quien la policía le robó 24 horas de vida por hacer su trabajo


Una vez, Ana, te dediqué un texto en el que hablaba de ti. Un texto sobre ti para ti. Personal e intransferible. ¿Recuerdas? Lo tuviste pegado durante un tiempo en el interior de tu taquilla en el cuarto de cámaras. Como era para ti y estrictamente tuyo no guardé copia de aquel folio y medio en el que te contaba a ti cómo creo yo que eres tú.

Muchas de las cosas que allí dije tienen desde el pasado sábado 24, cuando te detuvieron y te obligaron a dormir en comisaría, más vigencia que nunca. Solo a una persona con esa sangre en las venas que tú tienes, Ana, solo a una persona con la determinación que tú le pones a tu trabajo, solo a una persona entregada en cuerpo y alma a lo que hace, solo a una persona que sabe como pocas a tu edad lo que es luchar a brazo partido con la vida para salir adelante... solo a una persona como tú podía pasarle lo que te ha pasado a ti y tomártelo como te lo has tomado.

No entienden que no se les tenga miedo, no soportan que alguien tenga tan claro como tú lo tienes que el trabajo está por encima de todo, incluida la posibilidad de que algún histérico con porra no soporte esa actitud y te acabe metiendo en el trullo como te ocurrió a ti cuando grababas para la Sexta la intervención policial contra los ocupantes de una casa en la sevillana calle Lumbreras.

Te imagino ante la policía como tú eres, resuelta y sin amilanarte en absoluto, negándote a entregar el resultado de tu trabajo, defendiendo tu cámara y tu dignidad como defiendes cada parcela de tu vida. Te imagino como gato panza arriba y, a pesar del disgusto que te has tenido que llevar, no puedo menos que sentirme orgulloso de ser tu amigo, de haber sido tu compañero y de que me hayas aguantado como jefe y como plumilla coñazo en tantas y tantas coberturas y viajes como hicimos juntos en aquellos tiempos, todavía no tan lejanos, de CNN+.

A la hora de detener a un profesional de la información durante una actuación policial, no han podido escoger peor ni el momento ni la persona. Cuando Salomé, Alberto, tú y yo abrimos la primera versión de este blog, no podíamos imaginar que "las carga el diablo" acabara convirtiéndose en un título tan premonitorio .

Escribiré sobre tu "aventura" del sábado más tranquilamente, querida Ana, cuando pase un tiempo y podamos analizarlo con perspectiva. Hoy solo quiero dejar constancia aquí de que, cuando decidieron robarte 24 horas de libertad, desempolvaron una manera de actuar que ya creíamos olvidada en nuestro país y que me hace temer lo peor de aquí en adelante a la hora de desarrollar nuestro trabajo.

Sé que a ti esto te da más fuerzas aún para dejarte, como siempre, la piel en tu próxima cobertura. A mí, además de para darte un montón de abrazos, también me sirve para ponerme las pilas, para seguir en la brecha con más ganas de pelea que nunca.

Si pasan cosas así yo tengo que continuar estando ahí. A tu lado y junto a todos los compis que, como tú, sabemos que dejar constancia testimonial de lo que ocurre es la esencia de nuestro oficio. Por eso nos sacrificamos, malvivimos y malcobramos. Pero nos volvemos siempre a casa con una satisfacción que solo entienden los que, como te escribí en aquel texto que tuviste pegado un tiempo en tu taquilla, son de la misma madera de la que tú estás hecha.

J.T.

viernes, 28 de septiembre de 2012

La tarde del 25 de Septiembre


Tres momentos de la tarde de este martes 25S

1. Los apaleamientos de la policía a los manifestantes que intentaban rodear el Congreso de los Diputados en Madrid

2. La disolución del Parlamento de Catalunya y el anuncio de elecciones para el 25 de noviembre mientras los miembros de la Cámara autonómica eran vituperados desde el exterior

3. El contundente blindaje del Parlamento andaluz durante más de una hora en la que nadie podía entrar ni tampoco salir sólo porque poco más de mil personas protestaban fuera mientras el presidente Griñán comparecía en la comisión de los ERE

Estos tres acontecimientos, que coincidieron la tarde del martes 25  en los parlamentos catalán, andaluz y español, creo que han conseguido al menos uno de sus objetivos: cuestionar el papel de quienes, aunque nos representen legalmente, cada vez parece más claro que lo hacen con menos autoridad moral. 

"No nos representan" es ya  algo más que un mero eslogan. Es un estado de ánimo latente, y ahora patente en las manifestaciones masivas, que permite deducir que algo serio parece estar incubándose.

J.T.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Los palos de la policía a los estudiantes de instituto valencianos, una ruina para los asesores de imagen del Partido Popular





Los asesores de imagen del PP andan haciéndose el harakiri por los pasillos de sus posmodernos despachos:

¿Y para esto hemos montado nosotros un congreso tan fashion en Sevilla? -se preguntan

¿Para esto hemos revestido de un glamour que te cagas el congreso triunfal del pasado fin de semana?

¿Para esto pusimos en primera fila todas las rubias oxigenadas que tenemos en nómina vestidas de dior, perfumadas de chanel y recién salidas de la peluquería?

¿Para esto -continúan preguntándose- hemos presumido de guapos, de triunfadores, de unidos y de demócratas de todas la vida?

¿Para esto hemos hecho todo lo posible para que estén todos encantados de haberse conocido?

¿Para esto nos hemos esmerado en que todas las medidas porculeras tomadas hasta ahora sean convenientemente ensalzadas por nuestros incondicionales bulldogs mediáticos hasta conseguir que las putadas que le estamos gastando al personal se noten lo menos posible?

Los asesores de imagen del PP andan rasgándose las vestiduras por los jardines de Moncloa, por los vestíbulos de Nuevos Ministerios, asomándose a las ventanas de calle Génova gritando tierra trágame o queriendo tirarse por la ventana.

Toda nuestra operación de imagen -concluyen los asesores peperos- a tomar por culo por culpa de cuatro niñatos de un instituto de Valencia y una delegación del gobierno y una policía que se pone a pegarles palos como si se estuviera acabando el mundo. Pero serán gilipollas?

No lo han podido evitar. Ahora la imagen es la foto de Le Monde, los videos de youtube, la repercusión en medio mundo que tiende ya a equiparar lo que ha ocurrido en Valencia con revueltas graves de otros países como Grecia. Pero ¿cómo pueden llegar a ser tan torpes estos clientes nuestros? se preguntan los asesores peperos mientras se frotan los ojos para verificar que no se trata de un mal sueño.

Lo que estos asesores de imagen bien pagados y mejor mimados no parecen tener en cuenta cuando llevan a cabo estas reflexiones es que tienen unos clientes, el partido popular, cuyo ADN es el que es.

Y que por mucho que se quiera negar la evidencia, la cabra siempre tira al monte y el escorpión siempre pica a la rana en mitad del río aunque se ahogue con ella: es su carácter.

Queridos asesores de imagen del pp. Toda mi solidaridad. Lo tenéis crudo.

J.T.


martes, 5 de julio de 2011

Lavapiés esta tarde-noche: Sencillamente hermoso


"El País" en su página web: 
"Decenas de vecinos del barrio de Lavapiés, en Madrid, se han enfrentado a un grupo de agentes de policía que estaban pidiendo la identificación a varios inmigrantes. Algunos manifestantes han llegado a golpear y zarandear los coches policiales. Al grito de "Fuera del barrio" y "Ningún ser humano es ilegal", la multitud ha hecho retroceder a varias dotaciones policiales.

Los disturbios han comenzado hacia las 20.30 cuando los policías estaban pidiendo la identificación a varios supuestos inmigrantes, según han indicado testigos presenciales. Marcela Jaramillo -nombre ficticio-, vecina del barrio, ha relatado que acudía a una de las asambleas del 15-M en la Puerta del Sol y al entrar en el metro vio a la policía detener a un joven senegalés al que ha preguntado a gritos si le arrestaban por los papeles. Siempre según su versión, el joven ha contestado que sí y Marcela ha salido del metro para pedir ayuda a otros indignados del 15-M, que estaban celebrando una asamblea. Todos han bajado entonces para impedir que lo detuvieran.

Los policías han subido en el ascensor del metro y cuando han llegado a la superficie se han encontrado a cientos de vecinos que trataban de impedir que se llevaran al joven inmigrante. Un centenar de personas ha bajado por la calle Valencia haciendo recular a un coche de la Policía Nacional y a una decena de agentes al grito de "Fuera del barrio" y "Ningún ser humano es ilegal". A pesar de que los agentes amenazaban con porras a los manifestantes, algunos han llegado a empujar con sus propias manos el coche.

Al menos una furgoneta y dos coches patrulla más han llegado en apoyo de los agentes, pero han tenido que retirarse después de recibir numerosos golpes. Los policías se han parapetado en la entrada de la calle Valencia. A las nueve de la noche, parecía que la violencia iba a desbordarse. A pesar de que la mayoría de los manifestantes coreaba consignas pacíficas, algunos miembros muy excitados golpeaban señales y árboles.

Unas cinco patrullas más han llegado en ese momento desde Atocha hasta el retén de policías, visiblemente asustados, y una veintena de agentes más, algunos antidisturbios, ha tenido que formar una línea para bloquear el avance de la multitud. Progresivamente los manifestantes han hecho retroceder a la policía. Hacia las 21.30 el incidente ya había sido resuelto sin detenciones.

Un portavoz de la Jefatura Superior de Policía de Madrid ha asegurado a la agencia EFE que el suceso se ha iniciado cuando un extranjero ha sido interceptado al pretender entrar en el metro sin pagar. Ha sido retenido en el lugar y han reclamado la presencia policial. Los agentes se disponían a acompañarlo a una comisaría del barrio pero al salir al exterior de la estación de metro se han encontrado con varias decenas de personas que les han increpado".

La foto la firma Samuel Sánchez

jueves, 30 de septiembre de 2010

Huelga general. Reflexiones en el “día después”


Nos movíamos entre los piquetes y los policías, por el pasillo que los antidisturbios mantenían abierto para que salieran de las cocheras los autobuses pactados como servicios mínimos. Quinta hora de huelga en la madrugada sevillana.

Vivíamos los periodistas esa extraña –y falsa- sensación de privilegio que permite, a veces, el hecho de llevar una cámara al hombro o un micrófono en la mano. Nos movíamos a nuestra bola. Estábamos allí, trabajando... ¿Éramos servicios mínimos?

Al otro lado del cordón policial, perfectamente delimitada por los maderos la línea a no rebasar, veo a muchos amigos míos sindicalistas, encabezados por los también amigos Pastrana y Carbonero.


Me acerco a saludarlos ¿debería yo estar al otro lado? A veces les meto caña, sobre todo cuando veo lo poco que pelean para que mejore la situación de los periodistas en la empresa privada. Pero hoy estoy con ellos. En cambio me encuentro a este otro lado. En tierra de nadie, por donde comienzan a salir, entre abucheos, los autobuses de servicios mínimos.

Tomamos imágenes, metemos micro, Ana me graba una medianilla… hacemos nuestro trabajo. Pero es un día de lucha y no quiero olvidarme de eso. Estoy trabajando, sí, porque creo que así soy más útil. Igual me engaño, no sé.

Lo que está claro es que una jornada como la de hoy apela directamente a tu corazón. Y mi corazón está al lado de los que protestan, como no puede ser de otra manera. Aunque discrepe de ellos, que discrepo mucho.

Uno de los policías, con cara de jefe y de mala leche, se acerca a mí. Estoy detrás de uno de los suyos que me da la espalda y mira de frente a los amigos del otro lado del cordón, con los que estoy conversando. No se esfuerza en disimular que le molesta mi confraternización con los que protestan.


- Oiga, si quiere hablar con ellos, se pasa usted al otro lado

Lo que él no sabe es que yo estoy siempre “al otro lado”. Porque soy sólo un currante. Como él, pobre, aunque el uniforme y la sensación de poder le haga perder la perspectiva.

J.T.

lunes, 27 de septiembre de 2010

El libro del caso Malaya


JAG. Estas son las iniciales de alguien a quien Juan Antonio Roca le pagó doscientos mil euros y hasta hoy no se sabe aún quién es. Alguien que tendría que estar procesado en el caso Malaya pero al que ni el juez ni los policías encargados de la investigación pudieron desenmascarar hasta ahora: el único que se ha salvado.

Según todos los indicios se trata de alguien que se mueve en Madrid en el entorno policial, alguien que tiene o tenía poder en la policía y que al parecer permitía a Roca sentirse “blindado” para cometer todas las fechorías que cometió.

El dinero que Roca le pagaba a JAG le garantizaba, debía pensar el ahora procesado, si no la inmunidad sí al menos información privilegiada para adelantarse a los acontecimientos. A Roca no le salió bien la jugada porque los policías que lo enfilaron no se casaban con nadie, pero estos mismos policías acabaron pagando muy caro su sentido de la honestidad, su exceso de celo profesional.

Brillantes en su trabajo, los inspectores que investigaron el caso Malaya tropezaron entre los papeles de Roca con un escollo que los ponía en un verdadero compromiso, porque se trataba de datos que apuntaban hacia su propia “empresa”, hacia la cúpula policial en Madrid: se atrevieron, lo intentaron, pero nunca consiguieron ponerle nombre ni cara a las iniciales JAG.

Tanto se metieron en el charco que acabaron llenos de barro, y el trabajo más brillante en la lucha contra la corrupción jamás hecho en España acabó con su renuncia voluntaria: con el abandono de los dos principales inspectores del caso cuando éstos entendieron que haber sido tan competentes les estaba llevando a la ruina.

Lo cuentan Héctor Barbotta y Juan Cano en su estupendo libro sobre el caso Malaya (“La última gota, la novela sobre el caso Malaya”, Paréntesis Editorial, colección De facto). Un libro escrito en clave de relato que a mí me parece imprescindible para poder tener una visión completa y una perspectiva adecuada del caso.

Lo que cuentan es que hay dos policías con el suficiente valor para poner en jaque a toda una corporación municipal, dos policías que consiguen aportar documentación para detener a dos alcaldes y a más de una decena de concejales, pruebas con las que el juez procesa a casi un centenar de personas entre empresarios, abogados, funcionarios, políticos y otras hierbas -mundo de la farándula incluido-... Bien, pues estos dos policías acaban pinchando en hueso en su propia casa.

Tantos meses de colaboración con el juez del caso los había hecho amigos. El libro de Barbotta y Cano cuenta el momento en que estos dos hombres acuden al despacho del juez a despedirse cuando ya han pasado casi 14 meses del histórico registro en el Ayuntamiento de Marbella y de las primeras y sonadas detenciones.

Al juez le cuesta admitir que sus amigos quieran marcharse pero acaba entendiendo las razones por las que están resueltos a tirar la toalla: sólo se preocuparon de hacer bien su trabajo y se olvidaron de lo importante que es tener contentos a sus jefes. Y los jefes, mosqueados, no se habían cortado un pelo:

- Ahora podéis ampararos en el juez para saltaros la cadena de mando-les habían dicho, pero él se irá y vosotros continuaréis aquí a nuestras órdenes.

El juez lo entendió todo y antes de darle a sus amigos el abrazo de despedida no pudo evitar un alarde de erudición nada extraño en quien se tira años preparando unas oposiciones y citó a San Francisco de Asís: “No sólo hay que tener valor para cambiar lo que se puede -dijo, también hace falta serenidad para aceptar lo que no se puede y sabiduría para conocer la diferencia”

Los policías que realizaron el trabajo gracias al cual asistimos desde este lunes al macrojuicio que está llamado a marcar época en la historia de la lucha contra la corrupción en nuestro país andan desde hace más de tres años perdidos en el anonimato en comisarías de barrio. Infrautilizados, desactivados, desaprovechados…

Una vez más, como siempre pasa en la vida real, acaban ganando los malos

J.T.

lunes, 21 de junio de 2010

Huelga a la japonesa de los policías de Dos Hermanas



Van los policías locales, se cabrean porque les van a bajar el sueldo y se ponen a multar como locos.

Bolígrafo y block de sanciones en ristre, deciden disparar a todo coche que se mueve o que, estando parado, entienden que no se encuentra debidamente aparcado.

Resultado: De 4-5 multas al día pasan a tramitarse en el ayuntamiento sevillano de Dos Hermanas más de cien. Gran mosqueo de los ciudadanos, pero peor mosqueo aún el del alcalde

- ¿Esto qué cojones es?
- Cumplimos con nuestro deber, alcalde
- Y antes entonces, ¿qué hacíais, mamones?

El caso es que las multas han quedado paradas, el asunto en manos de un juez y los maderos mosqueados, en evidencia.

Se han cabreao porque les han bajado el sueldo y han decidido pegarle patadas a zetapé y al alcalde del pueblo en el culo de los vecinos de Dos Hermanas

Como nos decía el teniente de alcalde:
- Esta tarde tengo dentista. Miedo me da que le hayan bajado el sueldo.

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(publicado por primera vez el 3 de junio de 2010)


J.T.