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viernes, 2 de noviembre de 2012

Por qué mi amigo Mariano, cámara de televisión, siempre tiene el móvil encendido


Mi amigo Mariano siempre tiene el móvil encendido. Cuando le llaman para una cobertura procura buscar un ángulo diferente al de los demás para sus imágenes. Sabe que de su mirada distinta, original y arriesgada depende que le vuelvan a llamar. La cámara de televisión es suya. Hace un par de meses se la robaron y el seguro también era suyo. Cobra a tanto la pieza mi amigo Mariano. Nunca le falta una sonrisa. Es gentil, detallista y siempre tiene una frase amable a mano. Por eso las chicas lo adoran. Aunque tampoco le falta carácter cuando tiene que pegar un puñetazo encima de la mesa y decir aquí estoy yo,.

En los años que lleva en esta guerra Mariano se ha convertido en un verdadero maestro en el arte de oír, ver y callar. Su prudencia es su supervivencia. Hace como que no oye cuando está de guardia en los juzgados esperando a que un imputado o un detenido termine de declarar y dan las tres. Hace como que no oye cuando el cámara de televisión española, o el de canal sur, o el de efe empieza a quejarse porque no le llega el relevo.

A Mariano nunca le llega el relevo. Dobla jornadas, come bocatas a salto de mata, conduce cientos de kilómetros... pasan los días, los meses y los años y ve prejubilarse a unos y darse de baja a otros. Mariano hace como que no ve cuando los cámaras a los que de vez en cuando sustituye porque tienen días de libranza acumulados se colocan a su lado en  un canutazo oliendo a colonia cara y con ropa de temporada recién comprada. Lo de Mariano es ropa de saldo pura, porque hay que pagar el seguro de autónomo, la letra del coche, la del trípode, la del ordenador para editar y mandar... Tiene que pagar esas letras mientras él espera a cobrar a 90, 120, 180 días facturas en muchos casos de 100 tristes euros.

Nunca le vi un gesto torcido hacia ninguno de sus compañeros "pata negra" y siempre le vi ayudar a quienes, en peores condiciones aún que él, aceptan un sábado o un domingo que telecinco o cuatro los contrate por 50 euros toda la jornada y poniendo ellos el coche y hasta la gasolina.

Son los cámaras que no tienen tiempo de indignarse ni posibilidades de reivindicar nada. Tampoco Mariano. Eligieron un trabajo que les gustaba y andan metidos en una vorágine en la que no sacan para vivir, pero sueñan con algún día poder hacerlo. De momento, se conforman con presumir en casa de haberle hecho un total a un ministro o la llegada del Barsa al hotel de concentración. Todo un honor... que no le pagan. Eso en el mejor de los casos porque por lo general lo que les toca es pringar cuando hay que cubrir una inundación o un incendio.

No tienen sindicatos que les defiendan, ni derechos consolidados, ni saben lo que es una libranza ni cobrar una hora extra. Mucho menos una paga extraordinaria. Por eso ahora, cuando a todas las puertas están empezando a llamar las vacas flacas, a Mariano y a muchos de sus compañeros nada les viene de nuevas porque llevan toda su vida instalados en la estricta lucha por la supervivencia.

Y tienen tanta clase que ahora, cuando aquellos que por hacer el mismo trabajo que ellos cobran el doble y libran por cada festivo trabajado ven llegar sobre sus cabezas la marabunta de los recortes, ni Mariano ni el resto de los que están en sus condiciones o peor les recuerdan a los "pata negra" nada de lo que yo estoy diciendo aquí. Cuando los privilegiados ven amenazados sus privilegios y piden ayuda a colegios y asociaciones varias Mariano, y tantos otros colegas como él miran, escuchan, sonríen, y esperan a que amaine el temporal. Han visto muchos. Este parece más grave. Pero no deja de ser uno más. Las guardias las seguirán haciendo ellos. Sin perder la sonrisa, seguirán atendiendo el móvil a todas horas, yendo a donde los de plantilla se nieguen a ir, trabajando a deshora, comiendo mal, robándole horas al sueño y conduciendo cansados. Facturando 50 ó 100 miserables euros a 90, 120, y hasta a 180 días.

J.T.