Mostrando entradas con la etiqueta nuevas tecnologías. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta nuevas tecnologías. Mostrar todas las entradas

martes, 27 de mayo de 2014

¿Para cuándo un 25M en el periodismo?


Ahora que se ha liao parda en el mundo de la política, igual va siendo hora también de que suceda algo parecido en el universo del periodismo. ¿Por qué lo digo? Pues os cuento:

El mismo día en que el Instituto Nacional de Estadística hace público que más de la cuarta parte de las personas que residen en nuestro país se encuentran en riesgo de exclusión social, el mismo día también en que el mismísimo papa de Roma pone Andalucía en el mapa para denunciar el sesenta por ciento de paro juvenil en esa Comunidad o que el FMI vuelve a enfilarnos "sugiriendo" otra subida del IVA y otro bocado a nuestros miserables sueldos... ese mismo día todos los medios, excepto algún digital, relegan estos asuntos y optan por otorgar mayor relevancia a las intrigas de salón, cuchilladas y conspiraciones varias en que están sumidos los partidos políticos en nuestro país desde la noche del domingo:

Que si Aguirre vuelve a las andadas contra Rajoy, que si los aspirantes a liderar el psoe desafían los planes de Rubalcaba, que si Patxi también se va, que si Susana Díaz por aquí, que si Alfonso Alonso por allá...

Los periodistas seguimos sin enterarnos de nada. El tsunami está ahí y nosotros andamos  preocupados por salir guapos en la foto con la ola de fondo. Hacemos periodismo de carril. Gastamos los pocos recursos que tenemos de manera equivocada. En lugar de salir a la calle a buscar y contar buenas historias mandamos las cámaras y los micrófonos a que nos pisoteen la dignidad cubriendo ruedas de prensa en las que ni siquiera se admiten preguntas.

Y cuando salimos a la calle nos vamos a Preciados o a la Puerta del Ángel, micrófono en ristre, a grabar encuestas callejeras en las que preguntamos chorradas. Con lo que ha costado la cobertura de la final de la Champions en Lisboa habría dinero para conseguir, por ejemplo, que Informe Semanal volviera a ser lo que fue durante muchos, pero que muchos años más.

En el oficio periodístico están por un lado los cuatro figurones y directivos que se levantan una pasta gansa y por el otro el resto, una colección de respetables pringaos sin horario y sin prebendas que en el mejor de los casos se lleva a casa mil euros mal contados al mes. Excepción hecha de los que trabajan en medios públicos que están algo mejor pagados pero que, por muy competentes que sean, nunca podrán contarnos las cosas como son, sino como sus jefes quieran que sean contadas. Más dignidad pisoteada.

El mundo del periodismo tiene un reseteado pendiente. Los figurones y los directivos son a sus jefes lo que los políticos que llevan treinta y tantos años en la poltrona son al verdadero poder: mayordomos de los dueños del tinglao. Esta dinámica triste y perversa ha de concluir cuanto antes y la manera de hacerlo es la misma que en política: los puteados somos muchos más y basta con proponernos que las cosas cambien, pero proponérnoslo en serio. Los tiempos son propicios porque internet y todas las nuevas tecnologías pueden ayudar mucho a ello. Pero quizás haya que apretar el acelerador para incomodar más al poder. Denunciar injusticias y destapar escándalos caiga quien caiga es cuestión de tomar la decisión, ponerse a ello y no temer ni a las presiones ni a las represalias. Porque tenemos razón y los resultados no tardarían en demostrarlo. 

El meneo que ha sufrido el bipartidismo en nuestro país tras los resultados del 25M lo tiene que sufrir también el periodismo. Vengo diciéndolo desde hace tiempo. Desde la transición, los prebostes de la política y los de la información han funcionando según unos esquemas muy parecidos que en ambos casos huelen a naftalina y a corrupción. Cambiemos el chip ya. Vayámonos a un comedor de Cáritas y contemos cada día la historia de uno de sus comensales. Contemos el día a día de los Cetis (Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes) de Ceuta y Melilla, busquemos los porqués de cualquier tema polémico, expliquémoslo con todo lujo de detalles y desde todos los ángulos, y dejemos al lector que saque sus propias conclusiones. 

Hablemos del fracking, inundemos las escaletas y los planillos de informaciones sobre desahucios y estafas bancarias, persigamos los temas de corrupción y no nos limitemos a cubrirlos el día que haya una detención o una citación judicial. Esta es la verdadera información política. La otra, la de las caras, los nombres, el periodismo declarativo y los análísis de tanto sobrao vocero del poder solo interesa a los egos de sus protagonistas y a sus sumisos adláteres... Todo esto se explica en las redacciones, todo esto lo saben quienes ocupan los despachos, pero seguimos haciendo periodismo de convocatoria, de corta y pega y de escaso contraste. Periodismo de poca vergüenza.

En nuestras agendas de contactos abundan los números de teléfono de cargos políticos y de instituciones y escasean los de las fuentes de verdad, esas que nos proporcionan informaciones sabrosas. Y si no escasean, lo parece. Como pasa en política, sabemos hacerlo bien pero no queremos, no nos dejan o no nos atrevemos. Y tampoco pongo el listón muy alto: en un día como el de hoy hubiera bastado con los teletipos para apostar en apertura por informaciones como la del INE, el Papa o el FMI... Pues no: aquí tienes cuarto y mitad de Rubalcaba, otro tanto de Rajoy, de Esperanza Aguirre, de Susana Díaz, de Patxi López... ¡qué pereza!

Lo decía antes: como les pasa a los políticos en lo suyo, parece que los periodistas tampoco hayamos entendido nada de lo que está pasando en nuestro oficio. Los políticos de siempre van perdiendo votos y los medios de siempre van perdiendo compradores. Encerrados en sus chiringuitos y empeñados en mirarse al ombligo, ellos han despilfarrado el capital de credibilidad que tenían... y nosotros también.

Algún día nos llegará el 25M del periodismo y entonces nos quedaremos con cara de alelaos, sin entender nada, sin saber qué decir e intentando disimular de mala manera. Como les pasó a Valenciano, Cospedal o Arias Cañete la noche del pasado domingo. 

Como en política, en periodismo el miedo también tiene que cambiar de bando.Ya.

J.T.

martes, 19 de noviembre de 2013

Cómo buscarse la vida en internet… a pesar del gobierno



"El puesto de trabajo para toda la vida ha muerto. Nos enseñaron a ser mediocres para sobrevivir en el mundo laboral, y eso es una estafa. El mayor valor de un profesional es el talento. Nos da miedo arriesgar y eso beneficia a las empresas"

Estas son algunas de las decenas, cientos de frases, todas ellas por el estilo, que el pasado fin de semana escuché en Sevilla durante la celebración del Evento Blog España, el EBE 2013, la gran cita de la web social en habla hispana que ya va por su octava edición.

Las conferencias de este encuentro, considerado de referencia para los amantes y profesionales del mundo digital, tienen un tono estimulante y reconozco que asisto a ellas con interés porque son un semillero de ideas para sacarle partido a tantas posibilidades como ofrece internet. Pero no puedo evitar percibir en muchas de las exposiciones, talleres, puestas en común y actividades en general un cierto tufillo similar al que desprenden algunos libros de autoayuda.

"- El valor eres tú.
- Cuando dibujas tu propio mapa, la gente te sigue.
- Piensa en cuáles son las necesidades de tu cliente potencial y cómo piensas satisfacerlas."

Sin duda es de agradecer la puesta en común de experiencias profesionales realizadas en el mundo de internet por españoles que trabajan en Munich, Bruselas o Nueva York y que ayudan a abrir los ojos, proporcionan ideas e inducen a muchos a explorar caminos que pueden acabar convirtiéndose en soluciones óptimas para ganarse la vida.

Sin duda es bueno que quienes hacen apuestas y se arriesgan animen a quienes dudan sobre qué hacer con su vida a que se tiren a la piscina como en su día hicieron ellos. A mí me gusta arriesgarme y lo he hecho muchas veces pero he procurado no olvidar que se trata solo de una opción. Jugársela a cara o cruz no puede acabar convirtiéndose en una obligación. Que la gente esté dispuesta a buscarse el pan como sea no puede significar que le otorguemos carta blanca a quienes gobiernan para que nos recorten conquistas sociales y nos roben derechos laborales con el argumento de que quien apuesta por emprender acaba sacando la cabeza y ganándose la vida sin problema.

Creo que la lucha por salir adelante, buscando ideas en encuentros tan estimulantes como el Evento Blog EBE 2013, ha de combinarse con la pelea permanente por evitar que nos desmonten, una tras otra, las escasas piezas de ese endeble mecano llamado Estado del Bienestar que aún quedan en pie. 

Como la imaginación se dispara cuando te machacan, surgen opciones como el coworking, una iniciativa que permite a profesionales que no comparten empresa, ni tampoco sector de actividad, unirse para trabajar juntos en un mismo espacio. Así, explicaron los ponentes, se combate la soledad laboral y disminuyen los gastos. El coworking nace como uno de los efectos colaterales de una revolución laboral a nivel mundial, añadieron.

Pues mire usted, pues no. Vivimos una revolución, vale, una tormenta que cuestiona millones de actividades, negocios y maneras de afrontar la lucha por la supervivencia. La irrupción de lo digital en nuestras vidas tiene el carácter de verdadero tsunami, de acuerdo. Pero eso no puede convertirse en una coartada para que los de siempre aprieten tuercas, bajen sueldos y se dediquen a mandar gente al paro para salvar lo insalvable en lugar de reconvertirse y buscar salidas junto a los empleados y no mandarlos a hacer gárgaras.

Que ya apenas se pueda plantear que un trabajo sea para toda la vida no puede significar la liquidación del derecho a la estabilidad laboral de aquellos que trabajan para empresas cuyos dueños, que los hay, continúan ganando pasta a manos llenas. 

Los ponentes, moderadores y asistentes en general que han participado en el Evento Blog EBE 2013 eran en su mayoría jóvenes que no solo no están dispuestos a desanimarse sino que tienen miles de ideas. Pero no hay que despistarse: eso es a pesar de la gestión de quienes nos gobiernan. En ningún caso gracias a ella, no perdamos la perspectiva. Que nadie, y menos ningún político, ose interpretar estas actitudes como respaldo a la política de liquidación por derribo que el gobierno del pp lleva practicando durante los dos últimos años. 

Lo que existe es necesidad de sobrevivir, de sacarle partido a la creatividad. Y quienes se mueven lo hacen a pesar del gobierno, a pesar de tanto empresario instalado en el pleistoceno y a pesar de esos bancos saneados con nuestro dinero, con ese dinero que tan fenomenalmente le vendría a tanto emprendedor con ideas y con ganas de comerse el mundo como tuve la fortuna de conocer este pasado fin de semana en Sevilla. Eso sí, yo le quitaría al encuentro el tufillo a libro de autoayuda.

J.T.

miércoles, 7 de agosto de 2013

La carta de Bezos a los trabajadores del "Washington Post"


A mi la carta de Bezos a los trabajadores del Washington Post me mosquea mucho.

Yo no sé si el dueño de Amazon tiene la intención, o no, de entrar como un elefante en una cacharrería en la redacción de uno de los periódicos de referencia más emblemáticos del mundo, pero chirría la prisa que se ha dado, tras adquirirlo por 250 millones de dólares, en escribirle a los trabajadores asegurándoles que pueden dormir tranquilos. O sea, que no pueden dormir tranquilos.

No está entre las cualidades más destacadas de Bezos preocuparse demasiado por sus trabajadores, por lo menos por su calidad de vida. En una de las primeras naves de Amazon los empleados llegaban a soportar temperaturas de hasta 43 grados. Prefería pagar los gastos derivados de atender las lipotimias que invertir en aire acondicionado.

Asegura Bezos en su carta que quiere el Washington Post para "experimentar y para inventar". Es decir, para jugar. Un juguetito para el nene, que total le ha costado lo que gana en un mes. Con la fortuna que acumula ya, podría comprarse cada día, de aquí a final de año, un rotativo de ese nivel. Los dos mil trabajadores y los casi 500.000 lectores del diario saben que está en juego lo que para unos ha sido su medio de vida y para otros su fuente de información.

Desde hace bastantes años ya, como el resto de los rotativos influyentes, el Washington Post desarrolló en internet su versión digital, adaptó el modelo informativo y publicitario a los retos que plantea la red y, también como los profesionales de la información de todo el mundo, sus periodistas y directivos experimentaron, buscaron caminos nuevos e intentaron encontrar respuesta a las preguntas que iba planteando el desarrollo de las nuevas tecnologías: ¿cómo renovarse? ¿cómo reciclarse? ¿cómo reinventarse? ¿qué cosas cambiar en el ejercicio diario del periodismo? ¿cómo y dónde contar las historias? Y ahora viene Bezos con su carta a descubrir la pólvora.

El componente añadido de influencia política y social de los medios de comunicación es quizás un fuerte atractivo para estos nuevos ricos que se encuentran con incunables a precio de saldo por culpa de la implacable crueldad del mercado. A día de hoy los medios de comunicación tradicionales que todavía no han desaparecido o están en manos de un banco o han caído en las garras de tiburones financieros, especuladores de todo pelaje o personajes con cash como Bezos que, con la caida en picado de los precios de los periódicos, se preguntan por qué no divertirse con un juguetito nuevo. Ojalá me equivoque.

Apenas quedan ya en los medios empresarios con vocación de comunicar. El dueño "profesional" de un periódico era alguien cuyos beneficios se debían a su preocupación por el prestigio del medio del que era propietario.

Tenían muy claro que la condición indispensable era  nombrar directores con mando en plaza que dispusieran del presupuestos con criterios periodísticos. Sabían que esa es la única inversión rentable a largo plazo si de lo que estamos hablando es de informar, de comunicar, de contar historias. Pero los presupuestos hace mucho que pasaron a manos de los gerentes, con la coartada de que así lo exigían los nuevos tiempos.

Y no es verdad, a la ruina de muchos medios ha contribuido también que sean los gerentes quienes dictaminen si un viaje se hace o no, si hay coche para una cobertura o si se puede pagar una noche de hotel para que un redactor se quede en un determinado lugar hasta que verifique, compruebe y contraste lo que tiene entre manos, tal y como dictaminan las reglas del oficio periodístico.

Dejar los periódicos en manos de los gerentes significó ir perdiendo el respeto a los lectores, olvidar que el verdadero patrimonio de un medio es y será siempre lo potentes que sean las historias que cuente, la capacidad que tengan de conectar con el interés del lector.

Una empresa periodística, y esto más vale que lo tenga claro el nuevo propietario del Washington Post y si no más vale que respete y avale la opinión de quien entiende el negocio, solo se garantiza el futuro si reinvierte en lo que en su día la hizo fuerte: la información. Un empresario periodístico tiene que conseguir que la gente busque sus productos con ganas y quede contenta tras haberle dedicado su tiempo, su atención, su dinero... Una empresa periodística además ha de ser generosa, tener contenta a su gente. Todas estas reglas son de obligado cumplimiento en papel, en internet o en grafito

La fuerza de un medio es la fuerza de las historias que cuenta, y la fuerza de las historias que cuenta es la energía y el tiempo que un periodista pueda dedicarle a esa historia. Esto nunca desaparecerá, pero tiene que ser verdad que un comprador como Bezos no va a meter sus narices en el trabajo interno del periódico más allá de lo estrictamente imprescindible. En su carta a los trabajadores los tranquiliza diciendo que él va a continuar en el otro Washington, en Seattle, a cinco horas de avión.

Si de verdad tuviera la intención de que fuera así, no hubiera tenido necesidad de decirlo.

J.T.

lunes, 10 de enero de 2011

Ocho reflexiones sobre el periodismo y las nuevas tecnologías


El interesante número de Cuadernos de Periodistas correspondiente al cuarto trimestre de 2010 ofrece la opinión de varios colegas, todos ellos miembros del Consejo de Redacción de la revista, sobre cómo las nuevas tecnologías pueden afectar a viejas reglas de nuestro querido oficio como son la veracidad o rigor. También hablan sobre lo que significa la lucha por las audiencias y cómo afecta esto a nuestro trabajo, o sobre el margen de maniobra que nos deja el actual escenario de sobreinformación en el que nos movemos.

Estas son algunas de sus reflexiones:

1. "El periodismo siempre ha tenido que lidiar con la rapidez, con la inmediatez. En eso, internet no aporta nada nuevo con respecto a un diario que se encuentra con una gran noticia a la hora del cierre” (Guillermo Altares, El País)

2. "Pese a la profusión de fuentes, informaciones y aspirantes a periodistas que acarrea Internet, las marcas periodísticas siguen atrayendo a las audiencias” (Borja Bergareche, ABC)

3. "Internet nos va a permitir ser mejores periodistas y llegar mejor a nuestros lectores. La norma es la misma: conoce a tu audiencia. Y la técnica, la de siempre: olfato, horas de trabajo y buenos titulares” (Borja Bergareche, ABC)

4. "La buena reputación de un medio (sea cual sea el soporte) siempre descansará, como subraya The Financial Times, en la exactitud de sus noticias, la profundidad de sus informes, la perceptibilidad de sus análisis y la claridad de su escritura. Y su calidad vendrá determinada, como señala el libro de estilo de The New York Times por la capacidad para ofrecer una información reconocible y por su imparcialidad” (Carlos González Reigosa)

5. "Los periodistas hemos perdido gran parte de la capacidad que teníamos casi en exclusiva de marcar la agenda informativa. Ahora el público, los interpelan, corrigen, preguntan. Y una de las obligaciones de los periodistas y de los medios es estar atentos para mejorar nuestros productos” (Gumersindo Lafuente, El País)

6. “La información convertida en espectáculo conduce a la pérdida de credibilidad, debilita el rigor y la profesionalidad, convierte a los periodistas en vendedores de artículos defectuosos y aleja a los lectores, oyentes o espectadores. La prensa digital debe buscar su propio lenguaje, pero no puede escapar a la necesidad de jerarquizar y verificar” (Nemesio Rodríguez, Agencia Efe)

7. “Las nuevas tecnologías ponen a disposición del redactor mucha más información para poder acceder mejor a las fuentes, comprobar mejor los datos que publica y respaldar mucho mejor sus historias con documentación que, antes de internet, era mucho menos accesible. El peligro es que muchos se creen que, con las nuevas tecnologías, ya no es tan necesaria la presencia del redactor –los ojos quue ven- para comprobar de primera mano lo que se cuenta. Gran error” (Felipe Sahagún)

8. “Una de las ventajas del viejo mercado era la diferenciación entre periodismo de calidad y sensacionalista. Hoy, la mayoría de los medios conviven con esas dos personalidades… Resultado: una devaluación el periodismo y los medios de calidad, presionados por la búsqueda de resultados inmediatos en tiempos difíciles y una mala inversión para el futuro” (Juan Varela, Periodistas 21.com)

J.T.

domingo, 9 de enero de 2011

Los siete inventos tecnológicos que han cambiado el periodismo


La página web 10.000 words, que dirige el periodista estadounidense Mark S. Luckie y está dedicada a periodismo y tecnología, cree que hay siete fenómenos digitales que han cambiado por completo la manera de trabajar en este oficio.

En el número 21 de Cuadernos de Periodistas, correspondiente al pasado mes de diciembre, aparece reflejada la clasificación según el orden de importancia que le atribuye la página web. Ésta es:

1. Las grabadoras digitales. Han liberado al redactor de anticuadas obligaciones y permite llevar en el bolsillo todo un completo estudio de grabación de sonido. Esto reduce sensiblemente el tiempo necesario para editar y difundir una información.

2. Las redes sociales. Aportan una interesante manera de filtrar y marcar las noticias más interesantes. A los medios les proporcionan un gran porcentaje de tráfico y a los periodistas les permite interactuar directamente con personas e instituciones.

3. Los teléfonos móviles inteligentes. Se han convertido (los iPhone y compañía) en vehículos de una forma inédita para ofrecer noticias y funcionan de una manera eficaz como cámaras de alta definición, tanto de fotos como de vídeo.

4. Google Maps. En las redacciones americanas, esta aplicación ha madurado más que aquí. Resulta muy útil para crear bases de datos complejos basados en la geolocalización. Los que defienden argumentan que éste reúne con sencillez visual la estadística, el periodismo y la geografía.

5. YouTube. Las cadenas de televisión, con algunas reticencias, se han plegado a la evidente potencia de una página a la que se suben cada día cientos de miles de vídeos y que presume de ofrecer, también diariamente, un promedio de 2.000 millones de visionados. En momentos de crisis como catástrofes naturales, accidentes o conflictos armados, proporciona documentos impagables.

6. El ordenador portátil. Un reportero viaja hoy con un laboratorio de edición multimedia en su mochila. El portátil le permite escribir, grabar, editar vídeo y audio y hasta realizar entrevistas por videoconferencia. Una vez terminado, puede transmitir su trabajo desde el mismo ordenadorl y desde cualquier lugar del mundo.

7. Wifi. Mediante esta tecnología, un periodista puede disponer de la inabarcable biblioteca global que es la red para enriquecer su historia y puede permanecer conectado se encuentre donde se encuentre.

Estos siete inventos que ya forman parte de nuestra vida diaria se han ido incorporando a ella sin apenas hacer ruido. En muy poco tiempo se han hecho absolutamente indispensables. Como afirman los compañeros de “Cuadernos de periodistas”, se trata de innovaciones que “han transformado definitivamente tanto la elaboración como el consumo de noticias en todo el mundo”.

J.T.

sábado, 9 de octubre de 2010

John Lennon y mi hija quinceañera


Preparamos mi hija Gádor y yo la comida del mediodía. Ponemos la radio. Por inercia, en mi caso quizás por militancia, la tenemos sintonizada en Radio Tres: escuchamos un programa dedicado a John Lennon que este nueve de octubre, si estuviera vivo, habría cumplido setenta años como muy bien se han encargado google y youtube de recordarnos sin desmayo.

- ¿Quién fue John Lennon, papá?

Eran aproximadamente las dos y media de la tarde cuando Gádor me ha hecho esta pregunta.

- Tráete si quieres el ordenador, le he dicho

El único ordenador que tenemos en casa es un modesto netbook. Mientras preparábamos la comida y la mesa, mientras comíamos y durante el escaso tiempo de sobremesa del que disponíamos antes de la hora en que ella había quedado con sus amigas para pasar la tarde, mi hija ha conocido la historia de los Beatles, de John y Yoko, de Ringo, de George, de Paul… ha visto fotos de todos ellos y las portadas de sus discos, ha escuchado sus canciones y los ha visto actuar juntos y por separado a cada uno: a Lennon cantando Imagine, a Harrison interpretando My sweet lord y a McCartney cantando al piano Let it be junto a sus compañeros en el estudio de grabación… Ni siquiera ha faltado la Plastic Ono Band cantando el Give peace a chance.



Además se ha leído la biografía de Lennon en la wikipedia. Ha puesto especial atención en el período de su infancia, sobre el que hemos comentado el dilema que tuvo John a los cinco años cuando se vio obligado a elegir entre su padre y su madre. Pero lo que más le ha impactado ha sido conocer la edad a la que lo asesinaron –cuarenta años- y lo absurda que fue su muerte a manos de un perturbado.

A las cuatro y media estábamos saliendo de casa. En apenas dos horas, mi hija se había puesto al día sobre la historia y la importancia de los Beatles. ¿De cuánto tiempo y de cuántos recursos hubiera tenido yo que disponer para conseguir esos mismos resultados si su hermana Patricia, que es doce años mayor que ella, me hubiera hecho la misma pregunta en 1998, cuando tenía la edad que ahora tiene Gádor?

Pues eso, que el mundo cambia que es una barbaridad. ¿O soy yo, que quizás lo asimilo a una velocidad menor de la aconsejable?

J.T.