Mostrando entradas con la etiqueta monarquía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta monarquía. Mostrar todas las entradas

domingo, 24 de enero de 2016

El moribundo Mariano está más vivo de lo que creemos

Si la cara es, como dicen, el espejo del alma, la de Mariano Rajoy desde el pasado viernes es un verdadero poema. Fíjense bien, por ejemplo, en las fotos de su visita al jefe del Estado: se le ve como más avejentado, prominente papada, galopante tonsura y un tinte del pelo sin su proverbial empaque. Es más, en alguna de las fotos de perfil, tanto en Zarzuela como en su posterior rueda de prensa en Moncloa, podría decirse que hasta usa peluquín, de lo desarreglada que lleva la media melena. El sábado en Córdoba, en la reunión que tuvo con la directiva de su partido, parecía tener la voz algo quebrada y no era capaz de enhebrar ni las frases más sencillas sin mirar los papeles del atril…

En una misma jornada, había recibido tres palos gordos seguidos: la oferta de Podemos al Psoe, la imputación a su partido por la destrucción de los discos duros de Bárcenas y la dimisión del número tres del entorno de Soraya por su presunta implicación en el oscuro caso de comisiones de la empresa Acuamed. Estaba abatido y le costaba disimularlo, pero como es un superviviente profesional, al negarse a la investidura encontró la manera de prolongar la incertidumbre, devolver la bofetada y de paso asegurarse las primeras páginas de los periódicos del sábado.

En otro día cualquiera los periódicos hubieran abierto a toda pastilla con la primera imputación a un partido político en la historia de nuestra democracia reciente. Incluso la dimisión de Ramos de Armas, tiempo trabajando codo a codo con Soraya, hubiera aparecido muy destacada en una de esas jornadas escasas de noticias. No fue el caso del viernes 22. Unos días tanto y otros tampoco. "Iglesias ofrece...": trending topic; "Sánchez contesta que gracias, pero que no hay atajos...": trending topic. Así que Mariano decidió no ser menos y terminar de redondear, con su golpe de efecto, una "jornada histórica" más en los pocos días que van de año. Menudo ritmo de jornadas históricas llevamos, pardiez!

La decisión de Mariano de no presentarse a la investidura fue un golpe de efecto a la gallega, quizás para complacer a su afición. O para desconcertarla, vaya usted a saber: no me presento, pero de momento, y cuando llegue el momento ya veremos si me presento. Cuando se le preguntó si contemplaba la posibilidad de que fuera otra persona del pp, y no él, quien acabara presentándose, el candidato intermitente pareció salir de su estado de postración y se revolvió: los votos el 20-D se habían conseguido con él como cabeza de lista, luego no era contemplable la posibilidad de ser sustituido. Tendría el alma atormentada, pero se defendía bien. La experiencia acumulada de tantos años le había resultado útil para competir el viernes en audacia con la osadía de Podemos.

Él también sabe sacar conejos de la chistera, jugar al póker... y esperar, sobre todo esperar. Además, está convencido que juega con las cartas marcadas a su favor. Que Merkel, el Ibex-35, Felipe González y Antonio Caño le harán el trabajo sucio hasta que Sánchez o quien haya de sustituirlo caiga rendido a sus pies. Este moribundo ya ha resucitado varias veces. Desde 2004, nadie daba un duro por él. Le pegaron otro revolcón en 2008, pero en 2011 se desquitó y miren ustedes por dónde va ya el hilo de la cometa.

Más vale pues que no nos dejemos engañar por la cara de derrotado que tenía Mariano el viernes. De este desconcertante personaje (tan torpe unas veces, tan flamígero otras) podemos -y debemos- temer siempre lo peor.

J.T.

viernes, 24 de julio de 2015

La monarquía, el ejército, la iglesia y los nuevos alcaldes


Colau retira el busto del rey emérito de la sala de plenos del ayuntamiento de Barcelona y anuncia que no irá a los actos religiosos de las fiestas de la Merced.

Kichi sustituye en Cádiz un retrato de Juan Carlos de Borbón por otro que rehabilita la figura del anarquista Fermín Salvochea, alcalde de la ciudad seis meses durante la Primera República, activista ilustrado que vivió dedicado en cuerpo y alma -murió en el empeño- a la lucha por la igualdad.

Carmena anuncia que cambiará el nombre a más de doscientas calles madrileñas con efluvios franquistas y, según el ABC, no acude a las recepciones del Palacio Real.

Ferreiro comunica que se ha acabado la historia esa de que el ayuntamiento de A Coruña financie la fiesta de los toros...

Estos rojos no están dejando títere con cabeza, proclaman escandalizados los meapilas y los celosos guardianes de las esencias patrias, esas que durante tantos años les hicieron a ellos tan felices, tan unos, tan grandes y tan libres.

Y no te digo nada ya abertzales como Uxue Barkos, que jura como presidenta de la Comunidad Foral de Navarra sin contar con el arzobispo, ni con el capitán general, ni con representantes de  la policía ni la guardia civil entre los invitados ¡qué escándalo!

O ese tal Martiño Noriega, que no es capaz de entender que está al frente del gobierno de algo mucho más importante que una ciudad: que Compostela es un emblema objeto de deseo de peregrinos de todo el mundo que llevan siglos caminando, sacrificándose y sufriendo para llegar hasta la catedral donde reposan, dicen, los restos del Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo. Y va el nuevo alcalde, el muy provocador, y anuncia que este 25 de julio no piensa acudir a la tradicional ofrenda que cada año se brinda ese día al legendario y carismático apóstol.

O Pedro Santisteve, en Zaragoza, que ha osado no estar presente en la solemne entrega de despachos de la Academia Militar dejando plantado al mismísimo ministro de Defensa, el pobre. ¡Menudo perroflauta el nuevo alcalde, por muy pijoprogre que vista! Capaz será de no estar presente tampoco, allá por el 12 de Octubre, día de la Hispanidad, en los solemnísimos actos de la virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil. Belloch nunca lo hubiera hecho. Tan formal, institucional y cumplido como era el buen hombre.

Pues en esas estamos, queridos amigos, a estas alturas de la película. Me vais a permitir una pregunta: ¿no clama al cielo que aún andemos en estas nada menos que... ¡cuarenta años después del comienzo de la manida Transición, treinta y siete años más tarde de la aprobación en referéndum de la Constitución todavía vigente?

El tiempo ha ido pasando y los tabués continuaban y continúan aquí. Como las tradiciones, colonizando nuestra vida diaria y, en muchos casos, haciéndola girar en torno a ellas. Y cuando por fin se empiezan a cuestionar, cuarenta años después la monarquía, los toros, la promiscuidad iglesia-Estado o la presencia militar en los actos institucionales, cuando se comienzan a promover tímidos gestos simbólicos para cambiar las cosas, la caverna se tira a la yugular inmediatamente y rellena a diario decenas de páginas de periódico, horas y horas de programación en radios y teles... y se rasgan las vestiduras por tan imperdonable osadía. 

Critica la derecha cavernaria que las primeras cosas que estén haciendo algunos de los nuevos alcaldes sea preocuparse por lo que ellos consideran minucias. Saben, pero se lo callan, que no tardarán en saltar los escándalos, que muchas investigaciones están ya en marcha y que bastantes de las cosas que se están encontrando bajo las alfombras son, en palabras de alguno de los nuevos alcaldes, "verdaderas barbaridades".

Lo grande llegará pronto, y lo saben. Como saben también que la gran política suele comenzar por pequeños gestos. Helos aquí. Cuarenta años templando gaitas parece que por fin pueden tocar a su fin. Cuarenta años con la iglesia y los herederos de los vencedores de la guerra civil echándonos el aliento en la nuca y consintiéndolo... como que parece que son suficientes ¿no?

Aplaudo los gestos de los nuevos alcaldes y me congratulo. Aunque me sorprendo a mí mismo ponderando algo que, digo yo, tendría que haber sido considerado normal desde hace mucho tiempo ¿no? Me pregunto por qué no ha sido abordado hasta ahora en tantos ayuntamientos gobernados durante tantos años por el psoe, por qué nadie le ha plantado nunca cara a los prebostes de la calle Añastro, sede de la sombría Conferencia Episcopal, y les ha dicho miren ustedes, esto es un Estado aconfesional, según el artículo 16 de la Constitución, así que vamos a ver si empezamos a cumplir ya alguna ley, aunque sea alguna...

Me pregunto, una vez más, cómo es posible que nos hayamos colocado nada menos que en el año 2015 con tantas cosas pendientes que tenían que estar resueltas hace, como mínimo, veinticinco años. Una generación larga heredando indolencias.

He de confesar que temo que ahora también, una vez más, se echen atrás. Que acaben cediendo a la presión y los continuemos viendo entre obispos y generales, presidiendo actos religiosos, financiando corridas de toros, entregando diplomas militares y dejando el cambio de nombres de calles y plazas para mejor ocasión.

Queridos alcaldes y alcaldesas en quienes tenemos puestas tantas esperanzas: ¿no os achantaréis, verdad? Y menos ahora, cuando cada día que pasa están más cerca las elecciones generales y cualquier gesto vuestro cuenta. Mucho.

J.T.


sábado, 21 de junio de 2014

¡Basta ya de información a lo "Corín Tellado"!


Al amigo con el que hablo lo aprecio mucho y creo que él a mí también. De hecho me telefonea porque le dije que volvería en unos días a Andalucía y continúo en Madrid desde hace dos semanas.
- ¿Es verdad, me pregunta, que no dejaban exhibir banderas republicanas en el trayecto que hizo Felipe después de la toma de posesión?
- Sí, es verdad. Controlaron los accesos, intimidaron, coaccionaron… Y aún así repartieron leña y detuvieron gente, no me digas que no lo sabías.
- Pues la verdad es que poco. Algo vi en Público… y en el programa del Wyoming, creo. Pero ya está.
- Tampoco pienses que, salvo en las redes, se ha contado en muchos más sitios, le contesto.
Mi amigo andaluz, Paco se llama, sigue Público y de vez en cuando dice que me lee. No es periodista, consume por lo general información de carril y continúa, aún, votando al psoe.
- ¿Cuándo vuelves? -me pregunta. Claro que estos días tendrás mucho trabajo con lo del nuevo rey ¿no?
- Con lo del nuevo rey no exactamente, le explico. Más bien tengo trabajo intentando explicar modestamente, y con los medios de que dispongo, el fraude que ha supuesto el relevo, la connivencia impresentable del psoe en el episodio, lo difícil que tienen mantener esta farsa por mucho tiempo y la vergüenza que me ha dado esta semana constatar el comportamiento de la mayoría de los medios de comunicación, más rastreros y sumisos que nunca.
- Es que los periodistas sois unos pelotas.
- Es una putada pero llevas razón, no sé si tanto los periodistas como los medios que les pagan. Pero 
es verdad, buena parte de mis colegas andaban estos días encantados de haberse conocido. Y ver juntas en los quioscos todas las primeras páginas de los periódicos daba verdadera vergüenza.
- ¿Y en las tertulias de las teles, qué me dices? Todo el mundo dando jabón que te cagas.
- Y lo que es peor, le contesto, no ya en las tertulias sino hasta en la información propiamente dicha: haciendo suyos en las crónicas el lenguaje más añejo y la jerga más reaccionaria.
- A mí, me comenta Paco, lo que me gusta es leer o escuchar opiniones de analistas que me aporten datos y argumentos para formarme mi propia opinión. Pero con lo del relevo real, hasta en las radios que yo creía progres, todo ha sido pensamiento único. No había manera de contrastar.
- Entregados de pies y manos a la causa, compañero. Una pena. Ya sabes, dame pan y dime tonto.
- Entonces ¿no sirve de nada el relevo? ¿Tú crees que el cambio en la monarquía no va a contribuir a que las cosas mejoren?

- Por supuesto que no. Las cosas habrán mejorado, le contesto, el día en que pongas la radio, o la la tele, y puedas escuchar o ver, honradamente valoradas, las cosas que en realidad te  interesan. Cambiarán cuando los titulares de primera página de los periódicos recuperen la honestidad y vuelvan a ofrecer información en lugar de adjetivos, valoraciones almibaradas o fotos como las que ilustraban las novelas de Corín Tellado. Y eso no lo van a hacer ellos. Lo tenemos que hacer nosotros,  para acabar de una vez por todas con este insolente apagón informativo.

domingo, 8 de junio de 2014

¿De verdad han pasado 39 años?


Cada sábado, desde hace mucho tiempo, me tomo el café y las tostadas acompañado por las "Sabatinas intempestivas" de Gregorio Morán. Esté donde esté, compro "La Vanguardia" en el quiosco (cada vez consumo menos prensa en papel, pero La Vanguardia de los sábados es sagrada) y disfruto como un enano leyendo al maestro.

Este sábado, Morán ha estado especialmente sembrao con su análisis del "momento que estamos viviendo" y la explicación de los tres factores que, a su juicio, tiene en común lo que ocurre estos días con la España de la Transición del 75 al 82. "Secreto, improvisación y fingimiento". Estas son las tres cualidades, con el miedo de fondo, que Morán atribuye a la Transición, justo las mismas que reaparecen ¡39 años después! tras unas elecciones que han dejado al bipartidismo en minoría y han provocado ya, de momento, la dimisión del jefe de la oposición y la abdicación del rey. 

La explicación de Morán creo que ayuda a entender lo que está ocurriendo. Toda la semana llevo yo escandalizado constatando la vuelta a los tiempos de la censura, a la unanimidad mediática en torno a la institución monárquica, al cierre de filas de partidos presuntamente democráticos que demonizan ahora sin rubor las propuestas de referéndum y las reivindicaciones republicanas... ("Somos republicanos, pero tenemos un compromiso con la monarquía", dicen en el psoe)

He escuchado al ex director de El Jueves explicar cómo una portada según él "blanda", comparada con otras que vieron la luz en la historia de la publicación, fue censurada por la empresa editora, que prefirió comerse con patatas los 60.000 ejemplares ya impresos de la revista antes que distribuir el número con un chiste sobre la monarquía en portada. "En el interior podéis hacer lo que queráis, pero en portada nada de coñas con el rey ni con el príncipe, cuenta Albert Monteys que les dijo el representante de la propiedad al comunicarles la irrevocable decisión "empresarial". Ya no hace falta ni echar mano del secuestro judicial, no vaya a ser que sea revocado. Es la empresa propietaria la que se pone el bozal a sí misma. ¿De motu propio? No se lo creen ni hartos de vino. Herida de muerte, la publicación satírica, que nació precisamente en tiempos de la Transición, ha visto estos días cómo abandonan la redacción diez de sus integrantes, algunos de ellos tras gastar más de veinte años de su vida en la publicación. He visto también cómo una redactora del Mundo es conminada a mutilar una de sus informaciones y "si no, ya sabes dónde está la puerta", se le dijo, y cómo apenas nadie da cuenta de ninguna de estas dos fechorías que están pasando desapercibidas para el común de los mortales.

He constatado cómo en el quiosco los periódicos diarios, con sus portadas apestando a incienso hacia el orden monárquico establecido, arrebatan a las revistas del corazón el lugar que les corresponde. Compruebo a diario las escasas voces discordantes, incluso en el universo digital, con el proceso encaminado a cambiar un rey por otro en dos semanas a pesar de tener que hacerlo en plan chapuza descarada porque no se habían previsto ni los mecanismos, ni las leyes, ni las coartadas necesarias para dotar al vergonzoso paripé de toda la apariencia legal necesaria y suficiente. 

Secreto, improvisación, fingimiento. Han pasado 39 años y las cosas se hacen de la misma manera. O peor, mucho peor que entonces. Los artículos de Gregorio Morán se venden caros en la Red, pero en este link creo que podéis consultar el de este sábado. En él resume lo que otros muchos venimos diciendo con menor brillantez y contundencia que él desde hace tiempo: Es mentira que el rey llevara planteándose la abdicación desde enero, basta repasar sus declaraciones hasta hace poco (discurso de navidad y de la Pascua militar, esa frase que tanto repitió: "moriré con las botas puestas"). Por otra parte... ¿qué es eso tan gordo que hay que ocultar que hace que aceleremos el aforamiento del ciudadano Juan Carlos para que continúe gozando de inmunidad jurídica una vez que pierda las prebendas de las que ahora goza? ¿Quién o quiénes le han obligado a tirar la toalla y por qué? En las fotos en las que firma la abdicación y le entrega la carta a Rajoy parece como si, fuera de plano, hubiera alguien apuntándole con una pistola.

¿Cómo es que se produce la abdicación sin que esté preparada siquiera la fórmula, las palabras con las que el heredero tomará el relevo? Ceremonia laica, poca o ninguna presencia de mandatarios extranjeros. Como aquellas bodas rurales mañaneras, sin invitados ni boato, en las que los jóvenes enamorados sin recursos huían del pueblo juntos y a los pocos días regresaban, se casaban clandestinamete y ahorraban así a sus agradecidas familias el dinero de la ceremonia y el banquete. 

Secretismo, improvisación, fingimiento. Desde que echaron a Pedrojota y cambiaron los directores de la Vanguardia y El País, desde que Felipe (González) y compañía empezaron a hablar de grandes coaliciones, parecía evidente que algo gordo se estaba cociendo. Con la anuencia de Juan Carlos o sin ella. Los que estaban en el ajo llevaban un tiempo preparando el escenario con cuidado y tranquilidad, pero hete aquí que los resultados de las europeas han trastocado todos los planes y han obligado a pegar un acelerón que no habían previsto.

¡Qué mala suerte tiene la, en breve, nueva pareja real! Les llovió a mares el día de su boda y ahora, diez años después, en el momento culminante de la meta, les llueven chuzos de punta por todas partes. ¿A qué balcón saldrán a saludar? ¿Por dónde circulará la comitiva? ¿Cómo conseguirán que parezca que hay fervor popular?¿Qué pasará con las manifestaciones ciudadanas en contra de los fastos? ¿Cómo las neutralizarán? ¿Cómo las ningunearán en televisión?

Secreto, improvisación, fingimiento... Como hace 39 años, solo que ahora el miedo, a juzgar por cómo actúan, parece que por fin empiezan a tenerlo ellos.

J.T.

sábado, 8 de febrero de 2014

Cristina rompe su silencio



A menos que pudiéramos mejorar el silencio, Borges nos aconsejaba permanecer callados. No suele resultar fácil seguir esta recomendación, pero a fe que Cristina de Borbón, señora de Urdangarín, parece haber puesto buen empeño en ello. Yo no sé ustedes, pero a mí me resulta difícil hasta recordar el timbre de su voz. 

El silencio como escudo, el silencio como refugio, el silencio como arma. El silencio como agresión, porque lo de este sábado es una agresión a la buena fe del ciudadano medio y al Estado de Derecho. Lo de este sábado es un repugnante y denunciable trato de favor: todos los resortes del Estado, el judicial, el policial, el mediático, el político… llevan semanas dotando a la comparecencia ante el juez de la ciudadana Borbón y Grecia de un carácter de excepcionalidad que no habría debido tener nunca. 

Cristina Borbón de Urdangarín es una ciudadana de pleno derecho que, tal como contempla nuestro ordenamiento jurídico, está obligada como todo el mundo a acudir a declarar ante un juez cuando éste la requiera para ello. El asunto tiene un interés que no voy a ser yo quien lo discuta pero admítaseme que, de las exageradas dimensiones que ha acabado adquiriendo esta historia, los principales responsables son quienes, durante demasiado tiempo, han apostado por la estrategia del escaqueo en lugar de por plantar cara. 

Con lo fácil que hubiera sido hace meses, digo yo, llegar, escuchar las preguntas que tuvieran que hacerte, contestarlas… y a casita. Así tendría que haber sido, ¿no? Así, y no de otro modo, habría tenido que suceder en esa sociedad normalizada a la que aspiramos y en la que no acabamos de convertirnos. 

¿Por qué no lo conseguimos? La hija del todavía rey de España lo hubiera tenido más fácil si no se hubiera dejado proteger tanto. Alguien, si es que ella no ha sido capaz de verlo, tenía que haberle dicho que tanto escudo protector la vulnerabilizaba. Que tanta defensa la condenaba. Sea cual sea el veredicto, sea cual sea el dinero que tenga que pagar, todo le habría resultado mucho más llevadero si no se hubiera refugiado en el silencio. 

Menos mal que su padre no ha potenciado los cortesanos, porque la verdad es que, esta vez, arribistas y pelotas a su alrededor haciendo méritos para proteger a su hija no le han faltado. Hasta un egregio “padre de la Constitución” tenemos en medio de la ensalada. 

Yo no sé por qué se ha callado Cristina. No entiendo por qué ha estado escondida. Hay silencios y ausencias que estigmatizan por su elocuencia. Con lo fácil que le hubiera resultado copiar a papá, salir a la palestra y soltar aquello de “lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir”… y miel sobre hojuelas. ¿O había miedo de que esta vez ya no colara? Pues en eso llevan razón: esta vez no habría colado. 

Pase lo que pase este sábado, diga lo que diga en el juzgado, creo que Cristina Borbón de Urdangarín, 48 años, casada y madre de cuatro hijos, se sabe condenada por el ciudadano medio. Creo que sabe que la gente suele ser más comprensiva con los sinvergüenzas que dan la cara que con quienes, aún siendo inocentes, esconden la cabeza debajo del ala. 

Es verdad que uno es prisionero de lo que dice y dueño de lo que calla, pero la cosa cambia cuando quien calla termina siendo dueño de lo que, presuntamente, entre silencio y silencio, se ha estado llevando crudo.

J.T.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Las flores en el culo también se marchitan


Al conocido chiste del anciano con la familia desestructurada (exiliado hasta los 27 años, mujer inmigrante, un yerno drogadicto y otro presunto corrupto, nuera divorciada..) le falta la condición de "pupas" de su protagonista. 

No hay rincón de su casa, ni fuera de ella, donde no haya acabado pegándose una hostia este venerable anciano de 75 años. Ha destrozado cristales de ventanas tras estrellarse estrepitosamente contra ellas, apadrinó a su hija mayor en su boda con el brazo en cabestrillo, se le han disparado pistolas sin querer, ha presidido decenas de actos con muletas o con el ojo a la virulé, se ha pegado tortazos históricos por tierra, mar y aire... Esquiando, navegando, cazando... Cazando. 

Yo creo que el ciudadano Juan Carlos ha tentado demasiado la suerte. Hay que reconocer que acredita una amplia, y en muchos casos bastante reconocida, hoja de servicios. Durante decenios supo moverse con la habilidad suficiente para conseguir superar una abultada y arriesgada carrera de obstáculos. Eso ha sido así hasta tal punto, que las hemerotecas están repletas de testimonios de insignes rojos, de reconocidísimos republicanos que le han comido en la mano durante años bajo la frase-coartada "yo no soy monárquico, pero soy juancarlista". 

Tenía Borbón y Borbón sin duda una flor en el culo. Pero todo tiene su principio y su fin, y hasta las flores en el culo acaban marchitándose. Su acreditada intuición para adelantarse a las adversidades parece que no le ha funcionado últimamente. Desde Botswana (abril de 2012) el viento cambió y le hubiera sido muy útil, a él y a todos nosotros, que su proverbial sexto sentido le hubiera funcionado para actuar en consecuencia y adelantarse a los acontecimientos diciendo señores ahí os quedáis. 

No ha sido así y él sabrá por qué. En el último año y medio todo lo que rodea a Juan Carlos y a su familia va cuesta abajo y sin frenos. Trapos sucios de su vida privada expuestos al sol, un violento levantamiento de veda que ha rellenado horas y horas de antena en programas televisivos sin escrúpulos, miembros de la familia haciendo el paseíllo en los juzgados por presunta corrupción, una hija huyendo a Suiza... 

Ni siquiera su precaria salud, que le vuelve a colocar en clara situación de minusvalía dependiente durante los próximos no sé cuantos meses, parece que sea suficiente para que ni él ni nadie de quien le rodea se plantee hasta aquí hemos llegado. 

La ocasión la pinta calva y los acontecimientos se lo están poniendo a huevo. Nunca una retirada a tiempo iba a ser mayor victoria. Le están creciendo todos los enanos y él lo sabe. Aunque ha perdido un año y medio precioso, aún está a tiempo de rematar la faena en condiciones no del todo desfavorables. 

Ha gastado cuarenta años de su vida rompiendo puentes con su predecesor, que fue jefe de Estado hasta el último día de su vida. Estoy seguro que no va a querer parecérsele ni en eso.

J.T.

lunes, 15 de abril de 2013

La Tercera República está un poco más cerca


Nada de mayor sentido común que reivindicar la República.

Más que un sentimiento estrictamente reivindicativo, lo que yo he experimentado en la manifestación en la que he participado este 14 de abril ha sido un estado de ánimo gozoso y optimista -acorde con los aires primaverales que por fin se han podido disfrutar este domingo- con el que empieza a celebrarse ya la proximidad de nuevos tiempos.

Los argumentos para defender que algo tan obvio como el advenimiento de la República sobrevenga más pronto que tarde casi que sobran. Empieza a dar pereza repetirlos una y otra vez. Todo lo que ha ocurrido en torno a la corona durante el último año, desde el elefante de Bostwana hasta la imputación de la modosita Cristina pasando por los culebrones Urdangarín y Corina, la verdad es que ha ayudado. Pero no creo que la cuestión sea cómo acabar con una institución cuyos miembros ya se están encargando de cargársela ellos solitos, sino de empezar a apostar, con hechos, por algo nuevo.

No veo yo ganas de cortar cabezas, sino de pasar página. Los ánimos no son revanchistas, ni siquiera de agraviados con ánimo de ajustar cuentas. De lo que se trata es de dar carpetazo ya a una etapa terminada y empezar a escribir de una vez una historia distinta.

En la manifestación de este domingo yo he percibido ganas de tirar hacia adelante, tercera república ya, de empezar a construir, de decir gracias por los servicios prestados, señores, gracias por hacer sus deberes y traernos hasta aquí pero ustedes, si son tan amables, se bajan en la próxima. Ya está bien de apelar una y otra vez a la manida Transición, de ponderar el mérito de quienes hicieron aquellos pactos, de llamar al rey motor del cambio... pero todo eso ha prescrito. Va siendo hora de cambiar el discurso.  

Buena parte de las gentes que yo he visto este domingo en las calles gritando viva la república no habían nacido cuando volvió la monarquía, ni cuando se votó la  Constitución, ni siquiera cuando el golpe de Estado del 23F.  No les podemos seguir contando batallitas por más tiempo. No se puede continuar viviendo de las rentas de lo que se hizo, que por mucho mérito que tuviera entonces, empieza a ser ya pura y simplemente Historia.

La bandera republicana en manos de gente de menos de 30 años significa que se está incubando sin remedio un país diferente que más pronto que tarde saldrá del cascarón. Yo creo que la apuesta ciudadana mayoritaria es abrirse camino como sea. A codazos si es necesario, pero que esto cambie de una vez. 

J.T.