La muerte a los 89 años de José Ángel Ezcurra, fundador y director de la revista "Triunfo", me sirve de excusa para dejar constancia aquí de lo que significó aquella publicación para quienes en los setenta vivíamos una primera juventud repleta de sueños.
"Triunfo" forma parte esencial de la memoria sentimental de quienes tuvimos la fortuna de ser universitarios en la última etapa del franquismo. Que eso sucediera en la universidad autónoma de Barcelona, en Bellaterra, era además un estupendo plus añadido.
Al paisaje de aquella irrepetible etapa pertenecen mis años en Sant Cugat disfrutados junto a los mejores amigos que he tenido nunca, las enriquecedoras clases de literatura de Mainer, Rico, los Blecua, Sergio Beser, los conciertos de Lluis Llach en el campus, las sentadas de Xirinacs a las puertas de la Modelo.... Cuando recuerdo "Triunfo" recuerdo todo aquello. Porque "Triunfo" parecía estar hecha para alimentar nuestro sueños, nuestras ganas de aprender, nuestra urgencia por sentirnos útiles...
Las dos páginas semanales de análisis de política internacional que firmaba Eduardo Haro Tecglen me enseñaron a entender el mundo como todavía lo entiendo hoy. Y además se amparaba en la política internacional para hacernos entender lo que estaba pasando también en nuestro país.
Manuel Vázquez Montalbán, a quien tuve la fortuna de tener también como profesor, destilaba en sus comentarios de "Triunfo", bajo el seudónimo de Sixto Cámara, verdaderas clases magistrales de vida, de política, de cultura...
Y las viñetas de OPS nos zarandeaban como casi cuarenta años después lo hacen las de El Roto en el periódico "El País", porque se trata de la misma persona, Andrés Rábago, capaz de resumir a diario con un solo dibujo las indignaciones de tantos de nosotros.
Rábago continúa en activo, pero muchos de aquellos maestros ya se han ido. El viernes lo hizo Ezcurra, el patrón del barco, del primer medio de comunicación que naufragó cuando cambiaron los aires. La revista resistió en los quioscos hasta 1982, y el ánimo que la insuflaba me atrevería a decir que no ha desaparecido. Y además existe la posibilidad de consultar
sus archivos en digital.
A pesar de la que está cayendo, yo quiero seguir teniendo aquel ánimo: un ánimo de lucha, de inconformismo, de negarse a admitir por cojones que las cosas sean como son y no se le puedan dar más vueltas.
Si consigo que mis hijas mantengan un mínimo porcentaje de esa actitud, me podré dar por satisfecho. El espíritu de "Triunfo" es una manera de entender el mundo. Y eso ni puede ni debe morir con la marcha definitiva de Ezcurra.
J.T