¿De verdad vais a tener las narices de culparles de todos los males? ¿De verdad vais a acabar certificando que las derechas, junto a los golpistas que colonizan la médula espinal de las instituciones, han hecho bien su trabajo con tanto bulo, tanto lawfare y tanta infamia? Los quieren enfrentar, y en buena parte han conseguido su objetivo, al tiempo que el común de los mortales ha acabado cayendo en la trampa: los malos de la película son los de Podemos. Pues mire usted, pues va a ser que no. Permítanme algunas preguntas:
¿Qué tiene Podemos para suscitar tanta animadversión por parte de segmentos políticos y periodísticos tan diversos? ¿Qué es lo que hace tanta pupa? ¿Qué es lo que les convierte en destinatarios eternos de arremetidas tan inmisericordes? ¿A qué viene tanta hostilidad?
Desde el día en que El País, años ha, 28 de enero de 2015, publicó a tres columnas en primera página una noticia falsa afirmando que Juan Carlos Monedero "falseó la mayor parte de su currículo académico" hasta el pasado 19 de marzo, cuando este mismo diario publicó un largo informe titulado “Podemos desafía la unidad de Sumar”, la formación política no ha dejado ni un solo día de encontrarse en el punto de mira de todo el espectro periodístico, no solo de los recalcitrantes medios ultras cada vez más numerosos.
Más preguntas: ¿Cómo es posible que un proyecto político que removió los cimientos de un país dormido se encuentre pocos años después en el punto de mira incluso de una buena parte de quienes salieron beneficiados con su irrupción en escena? ¿Qué es lo que suscita tanta inquina? Si son tan malos, si son tan nocivos, ¿cómo es que han conseguido tantas cosas? Si en Podemos son ya tan pocos, ¿cómo es que se les sigue haciendo tanto caso?
¿Qué extraña conjunción astral ha tenido que darse para que ahora intenten comparar a Podemos con Cayo Lara? ¿Que extraños movimientos telúricos se me están escapando, que a medida que leo y escucho entiendo menos? Entre las muchas cosas que no entiendo está el buenismo de quienes predican “vamos a llevarnos bien” al tiempo que no dejan de meter el dedo en el ojo.
No entiendo a quienes, en nombre de la mentalidad práctica, invitan a pasar por alto humillaciones y vejaciones porque “lo importante es que los números den” ¿Y en nombre de que los números den vale todo? No entiendo a quienes asustan anunciando que viene el lobo de la ultraderecha y usan este argumento para desplazar y ningunear el proyecto, el programa y la decisión política que hizo posible el escenario que propició los avances sociales conseguidos en los últimos tres años.
¿A qué viene tanto miedo?¿Qué significa que Yolanda Díaz e Íñigo Errejón “gusten”, pero Podemos no? Pues solo una cosa: que la propaganda de derechas ha hecho pleno al 15 consiguiendo lo que siempre buscó: primero demonizarlos a todos y luego ir desactivándolos por partes como en la fábula del cuervo y el zorro: Qué bonitas plumas, seguro que cantas igual de bien, y el cuervo, cegado por la vanidad, abrió el pico para cantar y dejó caer el queso mientras el zorro lo cogía rápidamente y, antes de salir corriendo, le recordó al incauto que el adulador vive siempre a costa del que lo escucha.
Lo hicieron con Errejón, lo intentan ahora con Yolanda; lo hicieron y continúan haciéndolo incluso con Mónica García, líder de la oposición por Más País en la Comunidad de Madrid, pero de quien no podemos olvidar que hace cuatro años fue la principal responsable de que Díaz Ayuso esté gobernando a día de hoy: se negó a elaborar una lista conjunta con Pablo Iglesias cuando este abandonó la vicepresidencia del Gobierno de la nación, y si no lo hubiera hecho, hoy la autonomía estaría gobernada por la izquierda.
Estoy rodeado de gente que nada tiene que ver con la derecha, que nunca los votó ni los votará, pero que a estas alturas lo que dicen y piensan se resume en que Yolanda Díaz les cae bien pero Pablo Iglesias no. Pero vamos a ver, les digo, que Pablo no tiene ya ningún cargo, que no está en ninguna lista. Solo se explica esta disgresión cuando asistes al bombardeo diario de medios de todos los colores que consiguen confundir no solo a quienes se informan de oído sino a gentes que siguen la actualidad con interés pero que quizás hayan olvidado, por ejemplo, que cuando Iglesias le ofreció a Yolanda ser ministra de Trabajo Alberto Garzón y Enrique Santiago, responsables de Izquierda Unida y del PCE respectivamente, se opusieron. Los mismos que hoy beben los vientos a su lado.
La izquierda fragmentada es el mejor negocio de la derecha. Demostrado ha quedado en Andalucía y en Castilla y León, demostrado ha quedado en Francia, donde que se presentaran cinco izquierdas a las elecciones yuguló las muchas posibilidades con las que contaba Mélenchon para convertirse en presidente de la República francesa. Es la eterna historia de siempre. Y continuamos cayendo en las mismas trampas de siempre.
J.T.