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miércoles, 12 de junio de 2024

Gaito Gazdánov: El espectro de Aleksandr Wolf

Idioma original: Ruso
Título original: Призрак Александра Вольфа
Traducción (al catalán): María García Barris
Año de publicación: 1947-48, por entregas
Valoración: Entre recomendable y está bien

El espectro de Aleksandr Wolf es literatura de calidad. A fin de cuentas, hace gala de una premisa potente, cierta querencia simbólica, una prosa muy fina, un retrato psicológico sumamente complejo y una exploración temática de escala ambiciosa y alcance universal. Desgraciadamente, la novela del escritor ruso Gaito Gazdánov se desinfla en algunos apartados, cuya falta de redondez debilita al conjunto.

Pero no nos adelantemos y abordemos el argumento de El espectro de Aleksandr Wolf. La trama arranca con un hombre sorprendido por el cuento de una antología. En dicho cuento se relata con total exactitud, desde la perspectiva de la víctima, cómo él mismo disparó, siendo soldado, a un enemigo. Es en este momento que nuestro protagonista descubre que no asesinó al desconocido a quien abatió de joven en defensa propia e inicia una búsqueda para encontrarlo.

Aprovechando este acontecimiento como detonante, Gazdánov despliega no sólo una trama vagamente policial en la que un periodista intenta encontrar a un elusivo autor. También describe una relación amorosa entre el narrador y una misteriosa mujer rusa, o entrega las reflexiones existenciales en torno al destino y la culpa de alguien cuyo pasado lo ha convertido en una persona contradictoria e insatisfecha. 

A mi juicio, lo mejor de El espectro de Aleksandr Wolf es su elegante estilo, ágil y ameno a la par que concienzudo y denso. Asimismo, me ha impactado la profundidad de las ideas barajadas por Gazdánov, cuya intensidad y enfoque evocan a Fiódor Dostoievski.

El argumento es quizá el apartado más débil del conjunto. Porque si bien insisto en que la premisa de El espectro de Aleksandr Wolf es original y funciona a la perfección como detonante de una historia sugerente, la novela de Gazdánov se estira en exceso, pierde el norte durante varias páginas e introduce personajes (pienso en Pierrot, que no aparece hasta el clímax) de forma algo tramposa. Tampoco me convencen sus digresiones en torno al boxeo y el hampa, ambos elementos que, dada su modesta relevancia, no ameritan los párrafos que se invierten en ellos. Por último, señalaría que el trágico final de la obra resulta, creo yo, menos inesperado de lo que el escritor anticipó, amén de apresurado.

Resumiendo: aunque El espectro de Aleksandr Wolf es una obra imperfecta, rezuma calidad. Conviene leerla por la brillantez de su acabado, la solvencia de la caracterización de su protagonista y su capacidad para conmover y hacernos reflexionar.

sábado, 16 de marzo de 2024

Raimon Casellas: Las cañadas indómitas

Idioma original: Catalán
Título original: Els sots feréstecs
Año de publicación (por entregas): 1899
Año de publicación (íntegra): 1901
Valoración: Está bien

Raimon Casellas (1855-1910) fue crítico de arte, periodista y narrador. Els sots feréstecs, su única novela, es la primera en aplicar los preceptos estéticos del modernismo catalán. 

Sigue los pasos del padre Llàtzer, un capellán exiliado a una iglesia de la zona del Figueró y Montmany por las autoridades católicas. Su pecado: «la dèria de fer reviure un savi dels segles morts, (...) furgar la sepultura dels seus llibres, (...) dir que la veritat del món era allí dins, (...) voler d'un hertge fer-ne un sant» (pg. 159). 

Llàtzer, hombre idealista, intentará redimir a los lugareños, gente pobre y  taciturna embrutecida por su mísera existencia. Sin embargo, el ambiente claustrofóbico de su nuevo entorno, la hostilidad de su parroquia y la llegada de una prostituta llamada La Rodasoques provocarán al religioso una crisis de valores e incluso un fatídico desenlace.

Clásico catalán por antonomasia, traducido incluso al español e inglés, Els sots feréstecs supone a la postre una lectura deliciosa, sobre todo para interesados. Sin embargo, presenta múltiples defectos, debido a que originalmente se publicó por entregas, a que supuso la primera (y última, recordemos) incursión de Casellas en la narrativa larga y a que la estética modernista ha quedado totalmente desfasada a día de hoy.

Listemos brevemente los defectos antes mencionados:

  • Su prosa es lenta, espesa y excesivamente descriptiva.
  • Su argumento es tan lineal como esquemáticos los conflictos que lo salpican. La lucha entre el bien y el mal, el individuo y la multitud o el hombre y la naturaleza se suelen explorar actualmente con mayor grisalla.
  • Los personajes representados acusan cierto maniqueísmo y obran de manera exagerada (por ejemplo, el padre Llàtzer es dado a emitir parlamentos).
  • El conjunto se antoja repetitivo. Entiendo que Casellas quiera que calen sus ideas, y que la narrativa de entonces era más enfática que la contemporánea. Sin embargo, tanto volver constantemente sobre los mismos acontecimientos o reflexiones llega a abrumar al lector e incluso provoca que pasajes genuinamente potentes pierdan efectividad.
  • Hay episodios que no aportan gran cosa a la trama, pese al foco engañoso que les dan algunos capítulos enteramente dedicados a ellos. Sucede con el pasado de los criados del rector, con la caída del porquero de l'Ensulcida y, sobre todo, con la introducción de l’Aleix de les Tòfones. 
  • Los personajes antes mentados son bastante superfluos e incluso, en algunos casos, contraintuitivos. L'Aleix, de hecho, tras el primer capítulo, desaparece y no vuelve a hacer acto de presencia hasta prácticamente el clímax, donde emerge de forma esporádica. ¿Acaso hacía falta para encarnar el embrutecimiento de su gente? Entiendo que la Rodasoques, la prostituta que llega a la zona y consigue influenciar a los lugareños, sea diferenciada del resto; sin embargo, que l'Aleix se distinga de una masa que Casellas trata de representar como homogénea me chirría sobremanera.

Por otro lado, las virtudes que le he encontrado a Els sots feréstecs serían las siguientes: 

  • Resulta un documento valiosísimo en lo que a la literatura modernista catalana respecta, dado que se puede considerar una obra fundacional.
  • Pese a su factura totalmente añeja y su desalentadora repetitividad, una vez se le coje el truco se lee en una sentada.
  • Pese a que emplea un léxico completamente anticuado («cabòria», «bosquerols», «rònega», «pollancre», «bagassa»...), además de onomatopeyas y ruralismos varios, resulta fácil de comprender gracias al contexto que dan las oraciones.
  • Su simbolismo es bastante nítido. La naturaleza funciona como telón de fondo a la par que ilustra los diversos temas de la novela. Por otra parte, La Rodasoques es retratada adecuadamente como una amenaza a la salvación espiritual de la parroquia de Llàtzer.
  • La plasticidad de sus imágenes es asombrosa. Me gustan, por ejemplo, aquéllas empleadas para retratar paisajes, atmósferas o fenómenos meteorológicos. Aunque mis favoritas, por su creatividad y precisión, se limitan a describir colores. Cito un par de ellas: «La pols, la humitat, la terra, que ho cobrien tot, donaven a les imatges i als trofeus el to descolorit i fastigós de les coses enterrades... Les retorçades columnes, esculturades de raïms i de caps d’àngel, que un dia foren tot d’or, ara ensenyaven un pam de floridura, com malaltes d’un mal lleig.» (pg. 46) / «Quasi tots duien uns trajos balders, fets d’una roba de vellut obscura, fosca, però destenyida pel frec de la brossa i dels terrossos, així… com d’un to dubtós, que primer hagués sigut negre i després s’hagués tornat d’ala de mosca i hagués acabat per ser de color de gos quan fuig…» (pg. 52)

En resumen: vale la pena descubrir Els sots feréstecs en tanto que obra fundacional del modernismo catalán. Ciertamente, no es el clásico de la época que mejor ha envejecido, pero afrontarlo tampoco supone un tormento. Creo que incluso lo hubiera disfrutado de joven, de haberlo tenido como lectura obligatoria en la asignatura de Lengua y Literatura.

Ah, sabed que la edición que yo he catado, de Lapislàtzuli, tiene una ilustración de cubierta estupenda. Aunque me sorprende que en ella aparezca l’Aleix, personaje que, como he comentado antes, me parece bastante prescindible.

lunes, 9 de mayo de 2022

Isaac Bashevis Singer: El seductor

Idioma original: Yiddish  
Título original: Der Sharlatan
Año de publicación (por entregas): 1967-68
Traducción: Jacob Abecasís y Ronda Henelde
Valoración: Entre recomendable y está bien

A más leo a Isaac Bashevis Singer, más admiro su pluma. Y es que la literatura del premio Nobel polaco derrocha una calidad, sensibilidad y profundidad admirables. Como prueba de esta afirmación tenemos, por ejemplo, El seductor, una magnífica comedia de enredos protagonizada por el contradictorio Hertz Mínsker. 

Mínsker, que vive a expensas de su mejor amigo, el magnate inmobiliario Morris Kálisher, se acuesta con Minne, la esposa de éste. La llegada a Nueva York del ex marido de Minne pondrá la vida de los intregrantes del triángulo amoroso patas arriba.  

De esta novela me han gustado: 

  • Su prosa depurada y dinámica.
  • Sus personajes y las interacciones que éstos mantienen entre ellos.
  • Ciertos giros argumentales.
  • Sus últimos capítulos. Introducen algún que otro elemento abruptamente, pero cierran con tino múltiples arcos y subtramas.
  • Su humor, fino o cáustico según se tercie.
  • El sustrato psicológico que despliega.
  • Su trasfondo misántropo y pesimista.
  • Sus críticas a la comunidad judía y, en concreto, las que dirige a los religiosos, por hipócritas o por intransigentes según se tercie.
  • Las agudas observaciones que hace en torno a la ciudad de Nueva York (y América en general).

Las únicas pegas que puedo ponerle a esta obra son tan insignificantes que para nada lastran al conjunto. Aun así, quisiera señalarlas: 

  • Le falta empaque.
  • No me parecen verosímiles las disertaciones de corte teológico de muchos personajes (algunos de los cuales admiten saber poco de religión).
  • En ocasiones, Singer repite información que ya había dado previamente. Aunque supongo que estas reiteraciones se deben a que El seductor se publicó originalmente por entregas, pueden llegar a molestar.
  • Igual que me sucedió con Escoria, del mismo autor, pienso que a esta novela le falta concesión. En ningún momento se hace larga, pero el mensaje que transmite es demasiado explícito.

Pese a todo lo expuesto, recomiendo esta historia. Aparentemente es vodevilesca, sencilla, localista y mundana; sin embargo, su verdadero alcance es universal. Además, creo que es perfecta en tanto que catalizador del oficio de Singer. A fin de cuentas, apreciamos en estas páginas los personajes, escenarios y temas que obsesionaban al escritor: la desesperación existencial, la congoja espiritual, el sentimiento de desarraigo de los apátridas, el Nueva York tamizado por la mirada de los emigrantes judíos, el adulterio, etc...

Antes de terminar esta reseña querría alabar la edición de Acantilado. Como viene siendo habitual, es tan elegante como bonita. Me gusta especialmente la simpática ilustración de la cubierta, que resume magistralmente el contenido del libro. 
 

También de Isaac Bashevis Singer en ULAD: Aquí

lunes, 17 de mayo de 2021

Yasutaka Tsutsui: Paprika

Idioma original: Japonés
Título original: Papurika
Año de publicación: 1993
Traducción: Jesús Carlos Álvarez
Valoración: Está bien (recomendable para interesados)

¿Conocéis la película de animación japonesa titulada Paprika? Si la respuesta es no, ya estáis tardando. A fin de cuentas, el clásico de culto de Satoshi Kon es una maravilla del séptimo arte. 

Como yo mismo he descubierto hace poco, está basado en una novela homónima de Yasutaka Tsutsui. También hay dos adaptaciones al manga de la misma, y se llegó a plantear un "remake" de imagen real que acabó cancelándose. 

¿El argumento de susodicha obra? La inteligente y hermosa Atsuko Chiba, candidata al premio Nobel de psiquiatría, es una eminencia en su campo. Ha desarrollado un método que le permite tratar los trastornos mentales de sus pacientes accediendo a los sueños de éstos. Sin embargo, hay conspiradores en el Instituto de Investigación donde trabaja que rechazan su praxis científica y harán lo que sea con tal de interrumpir sus avances. 

Si os soy sincero, prefiero la versión fílmica a su recién descubierta contraparte literaria. La Paprika de Kon es más sencilla que la de Tsutsui, pero no por ello deja de entregar una experiencia única. Las bases sentadas por el texto que la influencia están presentes, pero sabe en qué momento simplificar las cosas y cuándo tomarse licencias con respecto al material original, por no hablar de que consigue exprimir al máximo las capacidades del medio audiovisual.

En cualquier caso, recomiendo la novela de Tsutsui porque contextualiza y complementa a la película de Kon (me atrevería a decir, incluso, que ayuda a que podamos entenderla en su totalidad) y, además, tiene sus propias virtudes:

  • Su aportación a la ciencia ficción.
  • Su concepto global.
  • La mala leche de ciertos pasajes. 
  • Su extraña aproximación al erotismo y el deseo, muy propia de Oriente.
  • Sus reflexiones, secundarias pero no por ello menos interesantes, en torno al corporativismo y a la ética de la ciencia. 

Por otro lado, estas son las pegas que le pondría a la Paprika de Tsutsui:

  • Cuesta memorizar los nombre y apellidos de los personajes que recorren sus páginas. 
  • Su narrador omnisciente suelta algún comentario bastante indigesto. Si pretendiera ser irreverente, como sucede en otras ficciones de Tsutsui, no me importaría lo más mínimo; sin embargo, se nos da a entender que las opiniones (sobre las mujeres, su sexualidad y la feminidad, por ejemplo) de dicho narrador son las del propio autor, quien intenta pasarlas por verdades universales. 
  • No aprovecha del todo las ideas creativas que la permean; tampoco las articula de forma brillante a través del medio de que dispone, y eso que el lenguaje tiene un potencial tremendo.
  • A ratos, su estructura se antoja repetitiva. Esto se debe a que el relato abunda en politiqueos, sesiones de terapia y rifirrafes entre el grupo protagónico y sus adversarios; asimismo, hay un rosario de escenas de violación que pierden impacto precisamente por suceder en más de una ocasión. 
  • Malgasta múltiples personajes, a los que es incapaz de hacer participar en el último tercio de la historia o siquiera dar un cierre digno. 
  • Tiene menos acción de lo que su premisa podría sugerir. Esto es especialmente palpable en el inicio, un tanto lento. 
  • Determinadas situaciones exigen que tengamos que suspender la incredulidad en demasía, aunque Tsutsui logra justificar prácticamente todo lo que relata.
  • El antagonista no intimida demasiado y los enfrentamientos contra él (particularmente el final) son algo anticlimáticos.
  • La aletoriedad y el absurdo de la lógica de los sueños se impone a la coherencia narrativa. Lo cual funciona a veces, pero no siempre.

Respecto a la edición de Atalanta que yo he leído, destacaría la traducción más que correcta de Jesús Carlos Álvarez y el escueto pero acertado prólogo de Fernando Iwasaki. La cubierta es sencilla, pero tiene un toque "pop" encantador. 


También de Yasutaka Tsutsui en ULAD: El bonsái DabadabaLo que vio la criada

martes, 23 de febrero de 2021

Dino Buzzati: La famosa invasión de los osos en Sicilia

Idioma original: Italiano 
Título original: La famosa invasione degli orsi in Sicilia
Año de publicación: 1958
Traducción: Juan Antonio Méndez
Valoración: Está bien (recomendable para niños)

La famosa invasión de los osos en Sicilia es un clásico de la literatura infantil. Derrocha imaginación y entrega un mensaje cuyas lecturas no se agotan al trasladarlo a nuestros tiempos. 

Relata cómo el rey de los osos, Leoncio, moviliza a su pueblo para dejar las montañas y conquistar Sicilia. Después de superar duros obstáculos y recuperar a su hijo, que había sido secuestrado por los humanos, el monarca comprenderá que la corrupción de su gente es inevitable si permanecen por más tiempo en la capital italiana.    

Llegados a este punto, dejad que resalte las virtudes de La famosa invasión...:

  • Es sumamente entretenida.
  • Nos obsequia con diversas reflexiones.
  • Su narrador se permite algún apunte la mar de entrañable.
  • Su argumento, aunque episódico y deshilvanado, va concatenando sin dar tregua escenas graciosas, conmovedoras o trágicas. 
  • Su colorido "worldbuilding" compensa su (deliberada) falta de consistencia con ideas extravagantes.  
  • La caracterización del mago De Ambrosiis es satisfactoriamente compleja.

Ah, no os penséis que sólo los pequeños podrán gozar de esta novelita. Su autor, Dino Buzzati también nos guiña el ojo a nosotros, los adultos, al combinar aventuras e introspección, ingenuidad con madurez, en estas páginas. Y al tocar, aunque sea de forma un tanto caricaturesca y atenuando sus consecuencias, temas como la maldad, la violencia, la muerte o la pobreza. 

En cuanto a los defectos que le he visto a La famosa invasión..., destacaría los siguientes:

  • Su maniqueísmo.
  • Por momentos cae en lo ejemplarizante.
  • Hay personajes que acuden a la historia de forma repentina, cumplen su papel y luego desaparecen permanentemente. En el caso del "worldbuilding" no me molesta esta aleatoriedad, pero sí lo hace cuando provoca omisiones imperdonables (¿qué sucede con el Gran Duque?) o se emplea para resolver la trama fácilmente (¡qué convenientes resultan las sospechas de Jazmín!).

La edición de La famosa invasión... que yo he leído se la debemos a Gallonero. Solamente le pondría una pega: la letra es demasiado chiquitita. Por lo demás, presenta una maquetación excelente, nos obsequia con un prólogo y un epílogo de un rigor analítico impresionante e incluye los dibujos con que Buzzati acompañó originalmente al texto. 

Y para ir terminando, dejad que os diga que una película de animación del talentoso Lorenzo Mattotti adapta La famosa invasión... Todavía no la he visto, pero tiene muy buena pinta.



También de Dino Buzzati en ULAD: El desierto de los tártaros

lunes, 1 de febrero de 2021

Fiódor Sologub: Un pequeño demonio

Idioma original: Ruso
Título original: Melkij bes
Año de publicación: 1905, por entregas
Traducción: Manuel Abella
Valoración: Recomendable

Un pequeño demonio, de Fiódor Sologub, es un novelón. Su estilo, aunque sencillo, oculta reflexiones enjundiosas tras bambalinas; asimismo, su argumento excusa la sátira más mordaz. En esto me recuerda a Stepanchikovo y sus moradores, otro clásico ruso al que también adoro.

Dejad que introduzca a Peredónov, el protagonista indiscutible de Un pequeño demonio. Este profesor de instituto es un ser despreciable: clasista, vanidoso, cruel, mentiroso, envidioso, codicioso... A lo largo de la obra no se redime; si acaso, se vuelve peor persona. Y, pese a todo, llegamos a empatizar con él. Quizá nos veamos reflejados en su mediocridad, enmascarada tras unos hiperbólicos delirios de grandeza; quizá reconozcamos en su soberbia ese escudo con que nos defendemos de la cruda opinión de los demás, y del veredicto de la aplastante realidad. El caso es que nos es imposible no sentir un poquito de lástima por Peredónov una vez empieza a comprender (muy a su manera) que él no es el centro del universo, sino un efímero trozo de carne cualquiera. Nos es imposible dejar de conmovernos ante sus manías persecutorias, o ante esas alucinaciones en las que una sabandija gris le acosa.

Varios son los apartados en los que la obra de Sologub sobresale: 

  • En plasmar verazmente las dinámicas de una ciudad de provincias.
  • En concebir escenas sumamente grotescas, ante las cuales esbozamos una sonrisa de incomodidad. 
  • En transmitirnos la maldad (absoluta o cotidiana, según se tercie) que habita en el ser humano. 
  • En el retrato psicológico del protagonista, así como de su gradual deterioro mental.
  • En su hilarante sentido del humor. 
  • En su aguda crítica social. 
  • En la insinuación de un erotismo ambivalente.
  • En alcanzar un clímax apoteósico que cierra dos de las subtramas con más peso en el argumento: la de Peredónov y la de Sasha.

Por otro lado, hay algunos aspectos de esta por lo general lograda novela que la lastran un pelín: 

  • Su estructura se antoja, a ratos, algo reiterativa. Esto se debe, en parte, a que muchas escenas se parecen sobremanera a sus predecesoras. 
  • Ciertos personajes, amén de sus interacciones con el protagonista, apenas evolucionan. Es el caso de Varvara o Volodin, por ejemplo. 
  • No acabo de entender qué sentido tenía darle tanto foco a Sasha. A mi juicio, su conflicto no acaba de cerrarse satisfactoriamente. Eso sí, debo admitir que su participación en el baile de disfraces es genial. 
  • Me desconcierta el modo en que se relata esta historia. Sologub emplea un narrador en tercera persona que muy de tanto en tanto deja entrever que forma parte del microcosmos local. ¿Por qué no mantenerlo en el papel de cronista omnisciente todo el tiempo? 
  • Cuesta memorizar los nombres, apellidos y diminutivos de todos los personajes. 

Sea como fuere, debo insistir en que Un pequeño demonio es una lectura muy recomendable. Estoy seguro de que las tribulaciones de Peredónov se me quedarán grabadas durante un tiempo. 

jueves, 1 de octubre de 2020

Emilio de Marchi: El sombrero del cura

Idioma original: Italiano
Título original: Il cappello del prete
Traducción: Rubén López Conde
Año de publicación: 1887, por entregas
Valoración: Recomendable (con matices)

El sombrero del cura, de Emilio de Marchi, fue publicado por entregas en 1887, e íntegramente en 1888. Se considera uno de los precedentes del "giallo" italiano. A fin de cuentas, varios de los elementos que lo componen caracterizan a dicho género: un asesinato, suspense, misterio, terror psicológico, sensacionalismo y toques góticos. En su época fue un "best-seller", tanto a nivel nacional como en el extranjero. Ha sido adaptado al cine y a la televisión. 

Narra las desventuras de Carlo Coriolano, barón de Santafusca que, arruinado a causa de su vida disipada, acaba matando y robando a un sacerdote. El sombrero de éste obsesionará al verdugo y devendrá la prueba con que la justicia logrará detenerlo.

Algo que me ha encantado de esta novela es su protagonista. A base de presenciar sus actos y pensamientos, es desnudado ante el lector. Vemos el contraste entre su infancia y su presente, cómo la consciencia le carcome, cómo sus convicciones científicas titubean ante el miedo a un castigo divino, amén de lo hipócritas que son las racionalizaciones con que pretende justificar su crimen. Vemos su desesperación, su vulnerabilidad o sus ansias de redención, y también su arrogancia o su codicia. Vemos, en suma, a alguien muy humano.

Tengo que felicitar a de Marchi por lo compacto que se siente el argumento de El sombrero del cura. Como ya he dicho antes, esta obra se publicó originalmente por entregas. Aún así, tiene un empaque sorprendentemente satisfactorio. Todo lo que el autor introduce tiene repercusión, incluso los detalles más nimios; hecho nada habitual en los folletines. Y la secuencia lógica que va encadenando los acontecimientos, aunque a veces pueda ser algo azarosa, está perfectamente construida.

El único reproche importante que le puedo hacer a esta historia es su extensión. De Marchi logra imprimir tanta complejidad al barón, así como presentar la ya mentada secuencia lógica de la forma más pormenorizada posible, que para ello necesita muchísimos párrafos. Quizás podría criticar, asimismo, que algunos de sus personajes secundarios son, para mi gusto, demasiado artificiales (criados leales, pobres bienintencionados, religiosos intachables...). Por suerte, la víctima de Carlo, un clérigo consagrado a la usura y la especulación llamado don Cirilo, demuestra que de Marchi no es un simplificador del alma humana.  

Así pues, recomiendo El sombrero del cura a los amantes de la novela negra. Aunque en ningún momento trasciende los límites del género en que se inscribe, este clásico menor tiene interés en tanto que pieza fundacional del "giallo" italiano; además, su lograda ambientación nos transportará al período en que fue escrito, y la complejidad de su protagonista nos fascinará.

Para ir terminando, un último apunte: esta edición de Ginger Ape Books tiene doscientas páginas de letra chiquitita. Enfrentarse a ella, por tanto, cansará la vista a más de uno. Con todo, recomiendo su adquisición, pues la nueva traducción de Rubén López Conde exhibe un oficio tremendo.

jueves, 24 de septiembre de 2020

Arthur Conan Doyle: La tragedia del Korosko

Idioma original: Inglés
Título original: A Desert Drama. Being The Tragedy Of The Korosko
Año de publicación: 1897, por entregas
Traducción: E. F. S. Alonso
Valoración: Entre recomendable y está bien




Un grupo de turistas es secuestrado por guerreros árabes durante una excursión por el desierto de Libia. De esta sencilla premisa se sirve Arthur Conan Doyle para escribir La tragedia del Korosko, una novela de aventuras narrada a modo de crónica periodística.

De ella destacaría:

  • Su brevedad. Se lee, literalmente, en una sentada. 
  • Su empaque. Aunque originalmente fue publicada por entregas, su nivel de planificación es muy alto. 
  • Su prosa, concisa y elegante. 
  • Su bien estructurada y adictiva trama.
  • Su mezcla de drama, acción y romance. 
  • Su inmersiva ambientación. Doyle es capaz de sumergirnos en el escenario, hacer que sintamos el asfixiante calor del sol o el frío de las noches, consigue que veamos los bellos colores que presenta el paisaje. 
  • Sus heterogéneos protagonistas. Los pasajeros del Korosko no son excesivamente memorables (a excepción, quizás, de Miss Adams), pero te caen simpático, están bien caracterizados, tienen interacciones interesantes e incluso experimentan cierto desarrollo a lo largo del relato. 
  • Sus audaces contrastes. Estas páginas superponen Occidente con Oriente, lo moderno con lo atávico, la civilización con la barbarie, la dignidad con la mezquindad, la paz con la violencia, la fe armoniosa con el fanatismo más agresivo... 

Por otro lado, querría señalar aquellos aspectos en que la novela no acaba de funcionar, pues no ha envejecido demasiado bien:

  • La atraviesan varios prejuicios raciales y religiosos, amén de sesgos ideológicos, propios de la época y el contexto en que fue concebida. Al inicio de la narración, tenía la impresión de que Doyle iba a parodiar las actitudes colonialistas y evangelizadoras de los países cristianos. Sin embargo, se va posicionando subrepticiamente (o eso me ha parecido a mí) a favor de la ocupación militar británica de Egipto, o de la preponderancia del Cristianismo por encima del Islam. 

Tampoco me convencen algunas de las decisiones argumentales que toma Doyle:

  • Su manejo de la tensión es, visto en retrospectiva, un tanto artificial. Hay alguna que otra muerte en el grupo protagonista, cierto, y sus integrantes sufren lo suyo, pero el desenlace positivo da la impresión de que el autor velaba extradiegéticamente por su seguridad en todo momento. 
  • Me parecen poco verosímiles las reacciones que los turistas tienen, dada su situación. Salvo alguna rencilla aislada, hacen piña, hasta podría decirse que se muestran altruistas y heroicos. Personalmente, no creo en la bondad humana, y menos todavía en que ésta aflore en situaciones límite. 
  • A esto sumamos que los únicos personajes buenos del relato son exclusivamente blancos (al guía de la excursión o algún aliado sorpresa se les retrata como gente que, si actúan con rectitud, es por interés y conveniencia) y queda clara la parcialidad de Doyle.
  • Los antagonistas de su historia son villanos irredimibles. Les podría haber humanizado un poco para que el conflicto no fuera tan maniqueo.
  • El tonillo ejemplarizante que da al texto es, a mi juicio, un desatino.  

En todo caso, es innegable que La tragedia del Korosko es una novela muy entretenida. La recomiendo encarecidamente, pese a sus defectillos. Defectillos que, admitámoslo, en su mayoría se detectan por culpa de nuestra perspectiva histórica, y que estoy seguro que sus lectores decimonónicos apenas percibieron. 

Ah, el propio Doyle convirtió La tragedia del Korosko en una obra de teatro. Además, existen un par de adaptaciones cinematográficas: una película muda de 1923 y otra, esta vez sonora, de 1932.


También de Arthur Conan Doyle en ULAD: Las aventuras de Sherlock HolmesCuentos de terror

sábado, 9 de mayo de 2020

Wilkie Collins: El hotel encantado

Idioma original: Inglés
Título original: The haunted hotel
Traducción: Miguel Ángel Herranz
Año de publicación: 1878, por entregas
Valoración: Entretenido


El hotel encantado es una novela de misterio decimonónica en la que se entremezclan la coreografía amorosa, la acción detectivesca y lo sobrenatural. Publicada originalmente por fascículos, muchos de sus capítulos acaban en "cliffhangers" llenos de suspense. Tiene problemas de ritmo durante su tramo central, pero es innegable que nos encontramos ante un adictivo "thriller" victoriano.

A la naturaleza folletinesca de esta historia debemos atribuirle la desaparición de algunos personajes y los cierres abruptos de determinadas subtramas. De todos modos, El hotel encantado tiene más empaque del que viene siendo habitual en la narrativa por entregas.

Eso sí: nuestro bagaje nos arruinará varias de sus sorpresas, aquéllas que debieron impresionar a los lectores de la época. A cambio, la ambientación con la que la mayoría de ellos debían estar familiarizados (desde Inglaterra hasta Venecia, escenarios principales de la novela) nos envolverá gratamente.

Llegados a este punto, recapitulemos. A mi juicio, las virtudes de El hotel encantado son:

  • Su brevedad.
  • Su prosa, directa y elegante. 
  • Su adictivo argumento. 
  • El suspense que imprimen sus capítulos, la mayoría de ellos rematados con un  angustioso "cliffhanger" o una nueva pieza para encajar en el rompecabezas global. 
  • Su ambientación, que para muchos lectores del siglo XIX debía ser un decorado conocido pero para nosotros resulta un paisaje exótico y fascinante.  
  • Las interacciones entre personajes son menos lineales de lo que puedan parecer a priori. 
  • Hay un amago de grisalla que aleja sus conflictos del maniqueísmo barato.
  • Su enternecedor clímax. 
  • La escena del sueño de Agnes. No me esperaba un momento tan terrorífico y "gore" en esta ficción victoriana. 

Por otro lado, creo que los defectos de El hotel encantado son los siguientes:

  • Su ritmo languidece hacia la mitad del relato y tarda lo suyo en recuperar fuelle.   
  • El rol de Agnes. Uno cree, al inicio de la narración, que esta virtuosa mujer será la protagonista indiscutible de la historia, que ejercerá un papel proactivo en su resolución. Pues no. Tras un debut prometedor, en el que se la ve haciendo indagaciones, es relegada a un papel pasivo y son los varones a su alrededor los que toman el relevo, incluso aquéllos cuya presencia se limita solamente a algunos capítulos. 
  • Ciertos personajes desaparecen sin más. Lo mismo que varias subtramas, que se cierran sin llegar a solventarse. Esto es, sin duda, fruto del origen folletinesco de la historia y la falta de planificación de la misma. Insisto, empero, en que El hotel encantado tiene bastante empaque, dentro de lo que cabe.   
  • Claramente, la mano aleccionadora del autor está detrás del destino de varios de los personajes moralmente reprobables. Si éstos hubieran tenido, al menos, un arco de redención más orgánico, podría perdonarle a la novela su intención didáctica. Desgraciadamente, no es el caso.   
  • En determinados pasajes, Collins muestra condescendencia para con las mujeres y clasismo para con las personas de baja cuna. Lo cual, huelga decirlo, puede irritar la sensibilidad contemporánea. Por no hablar del abuso que el escritor hace de diversos tópicos nacionales.

En definitiva, recomiendo El hotel encantado a todos aquellos amantes de la literatura de misterio que quieran evadirse unas horas con un "page-turner" de los de antaño. Tengo entendido que Collins ha escrito obras mejores, pero creedme cuando os digo que esta novela os hará pasar un rato endiabladamente bueno, siempre y cuando la abordéis conscientes de sus limitaciones narrativas y de los rasgos inerciales que presenta debido a la época en que fue concebida.

Por cierto, me parece hermosa esta edición de Belvedere. La traducción de Miguel Ángel Herranzes es agradablemente fluida y la imagen escogida para la cubierta, una pintura de Bernardo Bellotto, le va como anillo al dedo a este dramón repleto de enigmas, intrigas, sucesos preternaturales y amor.    

sábado, 4 de enero de 2020

Benito Pérez Galdós: La sombra

Idioma original: Español
Año de publicación por entregas: 1870
Año de publicación como libro: 1871
Valoración: Se deja leer < Está bien


La sombra es una novela breve que relata el sufrimiento del doctor Anselmo, individuo acosado por una imaginación desbordante y obsesionado con un pasado de celos. De planteamiento muy interesante, a esta obra la lastra su harto deficiente ejecución. Aun así, es una opción inmejorable para estrenarse con su autor, Benito Pérez Galdós. 

Empecemos destacando los aspectos positivos de La sombra

  • La prosa de Galdós. Es exuberante y sugestiva. Por momentos algo recargada, vale, pero siempre deliciosa. Sobre todo brilla en las descripciones, enérgicas y coloridas pese a su minuciosidad. 
  • El protagonista. Don Anselmo es fascinante en su extravagancia y peculiar psicología. Un personaje grotesco y, al mismo tiempo, digno de compasión. 
  • El elemento fantástico. Es decir, Paris. Locuaz, carismático, dionisiaco... Simplemente me encanta este tío, exista en realidad o no.
  • Su sentido del humor. A veces fino, otras sardónico. Ayuda a nivelar el tono, a que la cosa no sea excesivamente trágica. 
  • Su exploración de los celos desde una perspectiva filosófica y abstracta (en esto me recuerda a La mujer leopardo de Alberto Moravia). 
  • Su ambigüedad. Las dudas del doctor nunca se confirman ni desmienten, y esta decisión narrativa hace que el clímax de la historia sea estremecedoramente dramático, a la par que dota al protagonista de un alto grado de complejidad.  
  • Sus referencias eruditas a mitología y literatura. El doctor Anselmo, por ejemplo, es una parodia del Fausto de Goethe. Su nombre, asimismo, remite a El celoso extremeño de Cervantes. Paris es, bueno, el Paris de la cultura clásica. Etc, etc... 

A continuación, listemos los apartados menos conseguidos de La sombra:

  • Su origen de folletín es demasiado patente. A la novela le cuesta arrancar, y cuando por fin lo hace, tampoco parece tener muy claro qué dirección argumental debe seguir. 
  • Hay un personaje, interlocutor de don Anselmo, que resulta redundante. Se limita a señalar cosas insultantemente obvias que el lector ya puede deducir por su cuenta. O, en el peor de los casos, acota las posibilidades de éste. Cosa imperdonable en una ficción que se beneficia de una atmósfera ambigua.  
  • A mi juicio, el desenlace hubiera mejorado si fuese más abierto, si permitiera que nuestra imaginación (nunca mejor dicho en una trama como ésta) tuviese que discurrir lo relatado.

En definitiva, La sombra es una novela corta, que presenta buenas ideas y está redactada excelsamente. Sus defectillos no deben ser óbice para darle una oportunidad. Si la pluma de Galdós nos encandila, podremos saltar a otros trabajos suyos de mayor envergadura. 


También de Benito Pérez Galdós en ULAD: Aquí

jueves, 26 de diciembre de 2019

Boris Vian: Que se mueran los feos

Idioma original: Francés
Título original: Et on tuera tous les affreux
Traducción: T. P. Lugones*
Año de publicación: 1948**
Valoración: Se deja leer

Que se mueran los feos es un disparate. Un disparate que empieza parodiando a la novela policiaca y no tarda en convertirse en un abigarrado pastiche que combina elementos de género negro con erotismo, aventuras y ciencia ficción. Lo protagoniza Rocky, un culturista que quiere llegar virgen a los veinte años y se unirá al FBI para detener al doctor Schutz, un científico que pretende erradicar la fealdad. Menuda premisa, ¿eh?

Por si quedaba alguna duda, esta obra es tremendamente divertida. La mala escritura, señores, puede garantizar una experiencia única. ¿A qué me refiero con mala escritura? Pues a que Vian escribe mal adrede. Concretamente, estas páginas nos obsequian con:

  • Un mensaje confuso de narices.
  • Un ritmo vertiginoso que impide que ninguna idea acabe de cuajar.
  • Un crescendo argumental, el cual va concatenando un exceso tras otro.
  • Personajes inverosímiles cuyas motivaciones están cogidas por los pelos. 
  • Abundantes giros de tuerca, algunos de ellos muy forzados. El del perro Noonoo hablando, por ejemplo. 
  • Escenas de sexo flagrantemente gratuitas. A destacar una en la que dos pelirrojas clónicas mantienen relaciones lésbicas.  
  • Un sentido del humor chabacano que de tanto en tanto ofrece fogonazos metaliterarios extraordinarios. Señalaría aquí cierta nota a pie de página.
  • Una prosa ramplona salpimentada con términos ridículos como «pardiez», «crápula» o «marranas». 

En definitiva, recomiendo Que se mueran los feos a los amantes del "pulp" más lúdico y desprejuiciado. Sólo Boris Vian, quien se presentó como su traductor***, podría perpetrar semejante diablura.


*Esta es la peor traducción que he leído en mucho tiempo. De lejos. ¿O quizás el material original estaba mal redactado, y T. P. Lugones se ha limitado a respetar ese cutrismo primigenio? Probablemente nunca lo sabremos... Y ahí está la gracia. 

**Que se mueran los feos se publicó por entregas en 1948. Ese mismo año, Boris Vian corregiría y ampliaría la novela.

***La escribió bajo el pseudónimo de Vernon Sullivan, un supuesto autor afroamericano.


También de Boris Vian en ULAD: Aquí

jueves, 17 de octubre de 2019

Edogawa Rampo: El Lagarto Negro

Idioma original: Japonés
Título original: Kurotokage (黒蜥蜴)
Traducción: Lourdes Porta
Año de publicación: 1934, por entregas
Valoración: Se deja leer

El Lagarto Negro es la novela más emblemática de Edogawa Rampo. Originalmente fue publicada por entregas, de modo que muchos de sus capítulos empiezan con un resumen de lo sucedido previamente o acaban en un angustioso "cliffhanger". Evidentemente, esta naturaleza folletinesca resta empaque a la historia, provoca reiteraciones innecesarias y promueve omisiones sonadísimas. Pese a todo, la obra funciona en tanto que entretenimiento "kitsch".

Su argumento es simple: el detective Kogorô Akechi tendrá que enfrentarse, en una batalla sin parangón, a madame Midorikawa, una peligrosa criminal. Estas páginas nos ofrecen el robo de un diamante, damiselas en apuros y un museo del terror. ¿Qué más podemos pedir los fans de la literatura "pulp"? Para nosotros es imposible no encariñarse con El Lagarto Negro; su ingenuidad y sus extravagancias resultan francamente conmovedoras.

Estos son, a mi juicio, los aspectos positivos del relato: 

  • Se lee de un tirón. 
  • No se toma en serio a sí mismo. 
  • Su acabado "naif". 
  • Sus toques de género negro.
  • Las bizarradas "eroguro" que asoman de tanto en tanto.
  • Las referencias a la cultura oriental. 
  • Los cuatro primeros capítulos y la escena de la persecución.
  • El final, aunque es un tanto gratuito y pretencioso.  

Por otro lado, es innegable que esta ficción está repleta de defectos: 

  • Tiene errores de continuidad a punta pala. Por ejemplo: llegados a cierto punto, el narrador deja de referirse a madame Midorikawa como «el Ángel Negro». Así, de golpe. Y, ya que hablamos de apodos, Akechi comienza a llamar a su adversaria «Lagarto Negro», pese a no tener ninguna razón para hacerlo.
  • Hay que suspender la incredulidad para tragarse algunas cosas. El detective comete varias torpezas absurdas, teniendo en cuenta que es un veterano experimentado; madame Midorikawa no se siente tan amenazante como debería; ambos personajes se disfrazan igual de rápido que Mortadelo; en una sola noche, un joven delincuente aprende a actuar como si fuera un erudito... ¿Sigo?
  • Sus golpes de efecto se antojan rocambolescos cuando no directamente inverosímiles. Para colmo, la mayoría no son satisfactorios, pues Rampo nunca da pistas que permitan al lector atento predecirlos.
  • Hay bastante acción a lo largo del relato, pero ésta pierde intensidad por culpa de un manejo infantil de la tensión y múltiples conveniencias. 
  • La homogeneidad de un par de voces acaba siendo un recurso tramposo con el que sembrar una duda facilona. 
  • Desaprovecha ocasiones en las que podría haber dado profundidad a los personajes. Por ejemplo, el sentimiento de culpabilidad que atormenta a Jun’ichi Amamiya, uno de los secuaces de madame Midorikawa, nunca se trae a colación tras la presentación del personaje. La mismísima Lagarto Negro padece una «curiosa enfermedad» (exhibicionismo), y este hecho apenas tiene peso narrativo. ¿Y qué hay de la supuesta admiración mutua que sienten Akechi y su rival, apenas insinuada?  
  • Es evidente que Rampo añade párrafos adicionales, especialmente después de un diálogo, con tal de prolongar los escuetos capítulos que componen este libro. 
  • Usa términos ridículos como «malhechor», «esbirros» o «trifulca».

La novela cuenta con adaptaciones en varios formatos: a la televisión, al manga, a teatro y al cine. De sus dos versiones a la gran pantalla, la más memorable es la que dirigió Kinji Fukasaku y guionizó Yukio Mishima. Este film se toma algunas licencias (aunque, por lo general, respeta la esencia y argumento del material original), por lo que funciona como complemento del mismo. De visionado imprescindible para los que nos encanta la "serie B" genuina.        


También de Edogawa Rampo en ULAD: La bestia ciega, Crímenes selectos

sábado, 21 de septiembre de 2019

Yasunari Kawabata: Una grulla en la taza de té

Idioma original: Japonés
Título original: Senbazuru 
Traductor: Luis Salvador
Año de publicación: 1952
Valoración: Recomendable

Senbazuru (千羽鶴) es la quinta novela de Yasunari Kawabata. Reúne todos los elementos que caracterizan el buen hacer del Premio Nobel de Literatura japonés: prosa delicada, un uso exquisito del lenguaje, atención al detalle, un tono poético que lo empapa todo, descripciones atmosféricas y personajes dibujados con una densidad psicológica considerable. Así pues, pese a su brevedad, esta obra es literatura de alto voltaje.

Además de por su evidente calidad narrativa, al lector occidental puede interesarle este libro en tanto que puerta de acceso a las costumbres niponas. Sin ir más lejos, indaga en las complejas sutilezas de uno de los ritos más misteriosos del país del sol naciente, la ceremonia del té.

Y, ya que hablamos de la ceremonia del té, destaquemos la importancia que ésta tiene a lo largo de Senbazuru. Kawabata se sirve de ella como paralelismo de la vida. Igual que los objetos empleados en este rito pasan de generación en generación, también lo hacen el amor, el deseo y la culpa de las personas. Fatalismo en estado puro, sí señor.

En resumidas cuentas, esta historia me ha fascinado. Creo que tiene, eso sí, algunos problemillas:

  • Quizás el apartado más débil de la novela sean los personajes femeninos. Kawabata retrata a las mujeres que la pueblan desde una perspectiva bastante misógina; a veces las infantiliza usando diminutivos, otras las objetiviza convirtiéndolas en un arquetipo llano. Evidentemente, comprendo que el lugar y la época en que fue escrita Senbazuru influyó en este aspecto, pero debo advertir que, en este sentido, el libro no ha envejecido muy bien. 
  • Tampoco me acaba de convencer Chikako. Cuando Kawabata nos la presenta, resulta fascinante. Es una suerte de antagonista ambigua, que me recuerda a la temible Cathy Ames de Al este del Edén. Desgraciadamente, Kawabata, igual que le sucediera a John Steinbeck con su hija ficticia favorita, es incapaz de cerrar el arco de este personaje como se merece.  
  • El final de Senbazuru se estanca. Aunque su clímax es muy potente, las páginas que llevan a él se me hicieron demasiado lentas y carentes de acción. A esto súmale que, como ya he dicho, el autor no logra encontrar una forma digna de cerrar el conflicto de Chikako. 

En fin. Senbazuru es una novela con una innegable vocación estética y una bellísima muestra de la sensibilidad oriental. Quizás el énfasis que he puesto en el carácter marcadamente nipón de esta obra ahuyente a algunos lectores potenciales. Sin embargo, sabed que este libro presenta una historia de tintes universalistas, a los que ninguna barrera cultural puede opacar. De modo que lo recomiendo a todo aquel al que no se le atragante la narrativa pausada.

Por último, dejad que hable de esta edición de Círculo de Lectores que he leído. Fue publicada en 1969 y se titula Una grulla en la taza de té. Tiene errores ortográficos, fallos de puntuación y emplea una deficiente traducción de Luis Salvador que, sospecho, no fue directa del japonés. A la labor de Salvador puede reprochársele una predilección por las oraciones interminables y el uso de un léxico arcaizante. Actualmente, esta novela se reedita bajo su título original, Mil grullas. Según tengo entendido, esta nueva edición es más aconsejable.


También de Yasunari Kawabata en Unlibroaldía: La casa de las bellas durmientesLo bello y lo tristeLa bailarina de Izu

sábado, 18 de mayo de 2019

Daniel Pennac: El caso Malaussène 1. Me mintieron

Idioma original: francés
Título original: Le Cas Malaussène 1: Ils m'ont menti
Año de publicación: 2017
Traducción: Robert Juan-Cantavella
Valoración: Recomendable, sobre todo para fans... aunque si no se conoce a la tribu Malaussène, mejor empezar por La felicidad de los ogros


¡Anda que no lo pasaba yo bien ni nada, hace chorrocientos años, leyendo las desventuras de Benjamin Malaussène y su peculiar familia y no menos peculiares allegados! Fue en aquella serie de novelas que en su momento llamaron "el cuarteto de Belleville", por el barrio parisino donde tenían lugar, aunque luego se alargara con un par más  de títulos. De hecho, hasta leí algún otro libro que no era novela, de M. Pennacchioni (lo siento, pero el apellido completo mola más), basados en su otra ocupación aparte de la de escritor: profesor de literatura: Como una novela y Mal de escuela. Sin embargo, ninguno resulta tan divertido como su serie de la tribu Malaussène, claro... Bien, pues dieciocho años después de la última entrega, Los frutos de la pasión, Pennacchioni retoma sus personajes , sus ambientes y sus enrevesadas tramas para una nueva tanda, que tiene su arranque en este El caso Malaussène 1. Me mintieron.

Ha pasado el tiempo, sí, y ni París ni la familia Malaussène ni el propio Benjamin son lo que eran -aunque hay elementos que permanecen, en apariencia, tan inmutable como Julius el Perro-; la ciudad trata de sobreponerse a la psicosis terrorista, los bebés de la familia ya son jóvenes que comienzan a volar por su cuenta -la pequeña Verdún, incluso, ahora es una jueza de instrucción extremadamente seria y respetada- y el viejo Ben ha dejado atrás su función de "chivo expiatorio" -bueno, no del todo- y se dedica, en la editorial en la que sigue trabajando, a lidiar y proteger a la nueva hornada de autores que triunfan contando los entresijos de su vida y circunstancias: los "vevés" o apóstoles de la "verdad verdadera" (lo que por aquí llamamos "literatura del yo", un grado más insoportable, si cabe, que la autoficción). Uno de éstos, apodado Alceste por la Reina Zabo, la jefa de Benjamin, ha escrito un libro, Me mintieron,  poniendo a caer de un burro a sus padres y suscitando así la ira de sus muchos hermanos, de los que nuestro protagonista ha de protegerlo, escondiéndolo en una cabaña de un bosque de Vercors.

Al mismo tiempo, en París se produce el secuestro de un financiero y ex-ministro, Georges Lapietà, cuando se disponía a cobrar una jubilación de oro tras haber hecho de las suyas en el mundo empresarial. Cómo el pobre Benjamin se ve implicado en esta historia es lo que se cuenta en la novela , aunque por desgracia (y creo que hay que avisarlo a posible lectores), en ella no encontremos aún la conclusión del "caso"... ¡Oooh... decepción por parte de los fans! pero sí: este libro es sólo la primera parte de este revival literario , que M. Pennacchioni y la casa editorial han tenido a bien ofrecernos troceado, qué se le va a hacer...

Por lo demás, encontramos aquí de nuevo todo el universo Malaussène: como ya digo, tramas casi imposibles, peculiares personajes (esa mezcla de diversas etnias entre el mundillo literario, las altas esferas, los polis amigos y maleantes afines), casualidades inverosímiles... En fin, la misma mélange que parece haber inspirado a otros novelistas franceses como la deslumbrante Fred Vargas o el menos convincente Frantz Delplanque. Todo aderezado con un sentido del humor irresistible y una prosa tan rica como dúctil, tan ágil y flexible como llena de energía; una prosa de gimnasta olímpico, vaya...

Pero aún quiero mencionar un tema de fondo que, más allá de las mera peripecia, introduce Pennac en el libro, con toda intención: el de la ficción literaria -representada no sólo por esta su novela, sino también por las supuestamente escritas antes de ella y en ella, en una suerte de autorironía metaliteraria, a partir de las narraciones de las aventuras de los Malussène- frente a la literatura de la "verdad verdadera" que defiende Alceste contra, incluso, la ficcionalización de su propio pasado, que él interpreta como un engaño. sin olvidar, por último, la teoría del comisario Coudrier de que la ficción y su necesidad de coherencia contaminan de manera irremediable la realidad... pero, en fin, todo esto habrá que dilucidarlo (si se puede) en próximas entregas, me temo.


Otros libros de Daniel Pennac reseñados en Un Libro Al Día: Mal de escuela

lunes, 4 de marzo de 2019

Isaac Bashevis Singer: El certificado

Idioma original: Yiddish  
Título versión inglesa: The Certificate
Año de publicación versión inglesa: 1992
Traductor: Carlos Lagarriga
Valoración: Entre recomendable y está bien

Esta novela de Isaac Bashevis Singer apareció originalmente en 1967, por entregas, en el diario Forverts. En ella se relatan las tribulaciones de David Bendinger, un joven provinciano que aterriza en la Varsovia de 1922 sin un céntimo. Estamos, por tanto, frente a un "bildungsroman"; uno, además, que sigue los pasos no sólo a un adolescente que debe acceder al mundo de los adultos, sino de un aspirante a escritor que quiere publicar su obra. 

Bendinger recuerda a muchos otros protagonistas singerianos. A fin de cuentas, es un judío al que le falta fe, impulsivo y contradictorio. Asimismo, salta a la vista que es un alter ego del propio Singer. De hecho, los eventos narrados en El certificado coinciden con algunos episodios de Amor y exilio, la autobiografía del premio Nobel de literatura.

También el argumento de la novela es reminicente de otros trabajos de Singer: como ya he adelantado, la acción transcurre en Varsovia, y hay callejeo y enredos amorosos a cascoporro. Por lo general, la historia es interesante y está bien llevada, aunque quizás se le podría reprochar que le sobra alguna subtrama, o que tiende a repetir eventos y situaciones. Por cierto, entiendo que dicha reiteración está justificada: vivir a salto de mata y participar de un proceso burocrático para conseguir un dichoso certificado es lo que tiene. Sin embargo, me hubiera gustado que el autor paliara la sensación de bucle, de falta de progreso, que por momentos se tiene cuando se está leyendo este relato.

El componente judío de El certificado tiene un peso importante. No en balde, hay quien afirma que esta es la novela «más judía» de la bibliografía de Singer. Me lo creo: los términos en hebreo que salpican estas páginas son tantos que hay un prolijo glosario de definiciones al final del libro. Personalmente, me gustó que el escritor no se limitara a victimizar al pueblo judío, pese a que tanto el contexto histórico en el que transcurre El certificado como su argumento se prestaran a ello. De modo que aquí hay una denuncia al antisemitismo y, al mismo tiempo, una feroz autocrítica al judaísmo y al fanatismo de algunos de sus practicantes. 

La prosa del autor es muy dinámica, incluso en aquellos capítulos sin apenas diálogos. Lástima que el argumento reiterativo lastre un poco su fluidez. Asimismo, resaltaría que, aunque el manejo narrativo de Singer es brillante, al conjunto le falta algo de empaque. Por ejemplo, se nos repite tres veces que Bendinger y una mujer con la que está viviendo parecen un matrimonio. Este símil hubiera quedado mejor de sólo sugerirse. Huelga decir que, puestos a emplearlo, con una ocasión bastaba.

La ambientación es uno de los aspectos más logrados del relato. Los que conozcan la coyuntura histórico-político-social de la época la disfrutarán especialmente. Igualmente destacaría la sensibilidad de Singer a la hora de apelar a lo universal en el hombre, su maestría al plasmar la psicología de los personajes con apenas unas pinceladas y el ya mencionado estilo, dinámico pero atento al detalle.

Pese a todas estas virtudes, no puedo recomendar del todo El certificado. Y es que a este texto no le hubiera ido mal una revisión final, que puliera aquí y allá las reiteraciones del argumento o los puntuales gazapos del estilo. En definitiva, esta es una novela disfrutable que, no obstante, le deja a uno la sensación de que podría haberse mejorado.


También de Isaac Bashevis Singer en ULAD: Shosha, La familia Moskat, La destrucción de Kreshev, Escoria, Una ventana al mundo y otros relatos, El seductor, Keyle la Pelirroja

jueves, 31 de enero de 2019

Friedrich Dürrenmatt: El juez y su verdugo

Idioma original: Alemán
Título original: Der Richter und sein Henker
Año de publicación: 1950
Traductor: Juan José del Solar
Valoración: Se deja leer

El juez y su verdugo es la primera novela policial de Friedrich Dürrenmatt. En ella, el autor nos presenta al comisario Hans Bärlach, personaje al que recuperará cuando escriba La sospecha. Huelga decir que ambas historias son autoconclusivas, por lo que se pueden leer de forma autónoma. De las dos, me quedo con ésta: es sencilla en su presentación, pero en todo momento cumple con lo que promete. Las ínfulas de su continuación, en cambio, quedan en papel mojado.

Cuando digo que El juez y su verdugo cumple con lo que promete me refiero a que es un desprejuiciado pasatiempo pulp. No hay que esperar de este texto, pues, nada más que una trama repleta de golpes de efecto. Y ya. En serio, nada de buscarle un trasfondo profundo. Sí, sé que Dürrenmatt te intenta colar un discurso sobre la lucha entre el Bien y el Mal, pero ni caso. Éste es tan anacrónico para el siglo XX, además de escueto, que si le diéramos mucha importancia el libro pecaría de pretencioso.

Aunque estoy siendo algo injusto al insinuar que El juez y su verdugo es maniqueísta con su tratamiento de la lucha entre el Bien y el Mal. Para nada. Al fin y al cabo, uno de los grandes interrogantes que plantea esta pequeña ficción es el siguiente: ¿cualquier medio está justificado con tal de hacer prevalecer a la justicia? El comisario Bärlach encarna a la perfección esta problemática en cierta escena de lo más memorable. Y me callo para no chafaros nada. Sólo aprovecho para avisaros de que Bärlach, protagonista encubierto de esta novela coral, es más interesante que su insípida contraparte de La sospecha. Menos intachable desde el punto de vista ético, no sé si me explico.

A todo esto, todavía no he resumido el argumento de la novela. La cosa es tal que así: el teniente Schmied de la policía de Berna ha sido asesinado. Bärlach y el agente Tschanz serán los encargados de encontrar a su ejecutor. La investigación apuntará hacia un tal Gastmann, un hombre al que el comisario lleva intentando encarcelar casi veinte años. Esta será la última oportunidad de Bärlach, ya que padece una enfermedad estomacal que lo llevará a la tumba en meses.

Suena interesante, ¿no? Ah, pero mucho cuidado con el componente pulp del que os hablaba antes. Si no te van este tipo de cosas, El juez y su verdugo te hará levantar la ceja en más de una ocasión. Y es que, por más que quieras, no puedes tomarte en serio a esta novela. El villano principal, por ejemplo, suelta un monólogo pomposo digno de una de las películas más casposas de James Bond. Por medio tenemos a matones forzudos y una daga con forma de serpiente. Otra repercusión (no necesariamente negativa) que la identidad pulp de este relato ha tenido en él: la trama tiende hacia la acción, más que hacia la investigación.

De modo que, sin ser un libro extremadamente especial, recomiendo leer El juez y su verdugo por tener:

  • Un argumento lleno de giros y recontragiros (que diría Juan) para nada previsibles. 
  • Un mensaje simple pero más o menos conseguido sobre lo quebradiza que es la justicia.  
  • Elementos algo casposos, siempre simpáticos para los amantes de la pulp fiction como yo. 

Lástima, por otro lado, que la prosa de esta novela sea tan irregular. Sus capítulos iniciales, por ejemplo, no están muy bien escritos: diálogos poco naturales, estructuración del relato algo confusa... Y, por el contrario, más adelante hay escenas narradas con absoluta maestría. La del entierro de Schmied es cojonuda. Todavía mejor es, para mí, la que describe el asalto que el coronel Bärlach sufre en su casa. De hecho, tanto los sucesos narrados en la misma como el estilo literario de ese pasaje me recordaron al magistral relato “El corazón delator”, de Edgar Allan Poe.

Sospecho que esta fluctuación entre partes bien y mal escritas se debe a que El juez y su verdugo fue originalmente publicada por entregas. Seguramente su naturaleza de folletín también es la responsable de que el ritmo y la estructuración global de la novela sean algo irregulares. Pero sabiendo lo potente que puede ser Dürrenmatt como escritor, me fastidia que no puliera esta novela una vez iba a publicarse íntegramente. Hay subtramas, como la que explora las diferencias entre el comisario y la criminología moderna, que no aportan nada y bien podría haberse prescindido de ellas. Asimismo hay personajes, como el Dr. Lucius Lutz, a los que se intenta dar una relevancia que al final no acaban teniendo.

En definitiva, El juez y su verdugo no le llega ni a la suela de los zapatos a La promesa, novela policiaca de Dürrenmatt que, a mi juicio, consigue trascender al género en el que se adscribe. Sin embargo, es bastante más estable en su planteamiento que La sospecha. Carece de la ambición de esta última, no lo niego, pero como entretenimiento pulp cumple a la perfección.


Más de Friedrich Dürrenmatt en ULAD: El túnel, La visita de la vieja dama, La sospecha

martes, 27 de febrero de 2018

Laurence Sterne: Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy

Idioma original: inglés
Título original: The Life and Opinions of Tristram Shandy Gentleman
Traducción: J.A. López de Letona
Año de publicación: 1760-67
Valoración: Muy recomendable


Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy se titula así porque… porque así lo quiso Laurence Sterne, un clérigo irlandés del siglo XVIII, dotado de una indiscutible facundia narrativa. Esa es realmente la única razón de ser del título porque, concluidas las quinientas y pico páginas, apenas sabemos nada de la vida y muy poco de las opiniones del caballero Shandy. Sabemos, sí, que el nombre de Tristram le cayó en gracia por el error de una criada; que su nariz quedó perjudicada por el torpe manejo de los fórceps en su alumbramiento; y que a una edad sin definir, seguramente en su juventud, emprendió un viaje a través de Francia del que conocemos unas pocas anécdotas. Eso es lo que el lector llega a conocer de la vida de Tristram Shandy; pero es lo que tiene Sterne, que titula como le da la gana y escribe lo que quiere con libertad absoluta, y esa es justamente la inigualable virtud del libro.

Así que supongo que ya se va viendo que esto no es un relato normal, no sé, la historia o las aventuras de un personaje determinado. El propio Sterne se jacta de su ‘talento digresivo’, porque la digresión es la esencia misma de la obra. Estamos ante un torrente de textos paralelos que desborda todo cauce, y se nota cómo el autor disfruta yéndose por las ramas con el pretexto más nimio, y muchas veces sin necesitar de él. De esta forma, la narración no avanza en absoluto y, como lectores acostumbrados a desarrollos más convencionales, nos sorprendemos al ver cómo se consume más de un tercio del libro, pendientes todavía del nacimiento del supuesto protagonista. Y sin embargo, bien pronto se acostumbra uno a este juego un poco malicioso, y disfrutamos si adoptamos esa actitud tan útil para el lector consistente en dejarse llevar, como lo hizo el público de la época, que brindó una magnífica acogida al libro.

Me permitía llamar supuesto protagonista al caballero Tristram porque a quienes sí tenemos siempre en primer plano es a su padre, Walter, personaje culto, singular y de humor un poco ácido, un artista del silogismo, tan devoto de la filosofía como de interminables duelos dialécticos sobre cualquier asunto que se presente; y su tío Toby, veterano en distintos episodios bélicos, de sencillez y bonhomía sin parangón. Con su charla, recuerdos, opiniones y descabellados proyectos consumen páginas y más páginas en espera de la llegada al mundo de Tristram, acompañados por unos cuantos secundarios que Sterne utiliza a su conveniencia, bien para contrastar la personalidad o los puntos de vista de los Shandy, bien para potenciar su posición. Pero no olvidemos la digresión. Lo que se nos presenta no es para nada una conversación coherente (o varias), sino un despliegue de materiales tan variados como insólitos: la historia de la comadrona que atiende al parto, una larga reflexión sobre el tamaño de  las narices, pequeños cuentos que apenas guardan relación con nada, parodias diversas, una teoría determinista de Walter sobre la influencia del nombre de pila en la personalidad, o un sermón completo, al parecer real, del propio Sterne en torno a la conciencia… interrumpido una y otra vez por los mismos personajes.

Ya hemos visto que el pobre Tristram queda privado de todo protagonismo; pero es que ni siquiera tiene el honor de ser el narrador, o casi. En principio el libro está escrito en primera persona, por tanto con hechuras autobiográficas. Pero tampoco aquí Sterne se siente constreñido por las normas, y la voz del narrador oscila libremente entre el personaje y el propio autor. No sólo eso. La osadía llega hasta trascender el límite del propio texto e involucrar de forma directa al lector, a quien se interpela con frecuencia, y se convoca (o provoca) no solo a opinar, sino a completar el relato a su manera. Sterne no consiente un lector pasivo, quiere mantenerlo alerta, le pregunta, le señala (literalmente, con el dibujo de una mano con el índice apuntando) frases o pasajes que considera relevantes, marca con guiones o asteriscos párrafos que el lector debe rellenar a su gusto, y hasta intercala páginas en blanco invitando a su colaboración. Literatura interactiva como pocas veces se ha visto, y juraría que ninguna en épocas anteriores a este libro.

Tenemos entonces un relato que apenas habla sobre el personaje que se suponía protagonista, que carece por completo de desarrollo y se dedica a acumular multitud de materiales colaterales, en el que no está claro quién es el narrador y quién el autor, y que además involucra al lector de forma expresa y sin complejos. Pero hay todavía más. El repertorio de innovaciones formales incluye capítulos de una o dos líneas, otros colocados en desorden, repeticiones, una representación gráfica de la intensidad de pasajes anteriores del libro, un cuento que no se llega a contar, un dibujo de los movimientos de bastón que acompañan al orador. Mucho, ¿eh? ¿Les vienen a ustedes a la cabeza autores vanguardistas, rompedores? ¿Cortázar, Joyce…?

‘Al diantre las reglas que me obligan a tener que contar así este asunto –si es que hay alguna-. Sé de sobra que lo hago todo al margen de toda preceptiva y si me la tropezase, la cogería, la destrozaría y la echaría al fuego después.’ Más claro, agua.

Podemos deducir por tanto que este clérigo, aparte de cantidades industriales de ironía y bastante malicia, y de un impulso irresistible de escribir sin parar, era un auténtico revolucionario de las letras, un visionario que se anticipó siglo y pico a los más brillantes autores que exploraron los límites de la literatura. Pero me atrevería a decir que nada más lejos de su intención. Todo este aluvión de elementos dispares, esta gran oleada de atrevimiento, se presentan con tanta naturalidad que no hacen pensar en una exploración racional de fórmulas literarias, sino en la genialidad innata de alguien que se divierte escribiendo. Sterne busca –con éxito, desde luego- el entretenimiento de un público amplio, mantener la atención del lector a lo largo de las sucesivas entregas de los nueve volúmenes; y, si al tono lúdico que domina todo el texto le añadimos la multitud de notas eruditas que lo salpican, la conclusión cuadra al cien por cien en la vieja máxima de ‘docere et delectare’. Sobre el primero de los elementos poco puedo decir; pero el segundo lo cumple el Tristram Shandy con toda solvencia.

P.D: También podríamos hablar de las influencias, Cervantes, Rabelais, Sterne y los críticos, las traducciones... Pero en algún momento hay que parar.

viernes, 31 de marzo de 2017

Margaret Atwood: Por último, el corazón

Idioma original: inglés
Título original: The Heart Goes Last
Año de publicación: 2015
Traducción: Laura Fernández Nogales
Valoración: entre recomendable y está bien

Stan y Charmaine constituyen una joven pareja de algún lugar del Rust Belt estadounidense que se han visto afectados por la crisis y la desindustrialización de su ciudad; en consecuencia, han acabado viviendo en su coche, en una situación que amenaza con volverse todavía más precaria (si cabe). ya lo sé, con estas premisas o incluso menos, Donald Ray Pollock armaría un estupendo relato sobre la miseria y desesperanza de la "basura blanca" norteamericana (bueno, algo más esperanzada ahora que van a hacer a América great again). Pues por ahí también parece que van a ir las cosas hasta que Atwood da un quiebro y convierte un relato de "realismo sucio" post-crisis industrial en una suerte de distopía (tampoco estoy muy seguro de hasta qué punto lo es): nuestra desdichada pareja se apunta a un "experimento socio-económico", una colonia o proyecto llamada Consiliencia/Positrón, donde los residentes se convierten, en meses alternos, en habitantes "libres" de la ciudad de Positrón y en reclusos de la cárcel llamada Positrón, en la que deben realizar los trabajos que les son asignados, sin remuneración. Juntos, ambos lugares vienen a configurar una comunidad privada a medio camino de 1984, La lotería de Babel y la primorosa ciudad-decorado de El show de Truman  (lo bueno de esta distopía es que lo mismo puede servir para denunciar los abusos del neofeudalismo de las corporaciones capitalistas que el totalitarismo por parte de los régimenes socialistas; la pueden agitar como advertencia tanto los defensores del ultraliberalismo  como los de la economía cooperativa y el asamblearismo ácrata).

Bien, ¿entonces nos encontramos ante una novela distópica que denuncia hiperbólicamente los males de nuestra sociedad? Pues sí... pero no. Porque el argumento aún da más de un giro y nos ofrece desde una ácida comedia sexual a un tecno-thriller, pasando por una farsa surreal-futurista (todo lo que puede considerarse como tal cuando una historia se traslada a Las Vegas)... o en realidad, todo esto algo mezclado. La razón de estos cambios o quiebros en la narración la explica Margaret Atwood en alguna entrevista como ésta. Al parecer, la idea original para la novela es que fuera apareciendo por entregas, a modo de folletín decimonónico; de ahí la utilización por su parte de los llamados cliffhangers o sorpresas al finalizar cada capítulo para mantener el interés del lector hasta que apareciese el siguiente.

Digamos, pues, que distopía, pero no de una de alta densidad como en uno de los libros más conocidos de esta autora, El cuento de la criada (aunque quizás haya algún elemento común en ambas novelas), sino más ligera y que se desliza hacia la sátira, en el mejor de los casos, cuando no al vodevil. No es que la novela no trate también sobre temas de fondo de bastante interés: para empezar, el libre albedrío, así como el autoengaño al que somos tan proclives las personas, los límites que deberían -o no- tener los avances científicos o el peligro de aplicar soluciones "milagrosas" a problemas complejos, pero tal vez se encuentren algo diluidos en el humor -que Atwood reparte a raudales y de bastante finura- y en la pura diversión literaria. Que eso sí, está asegurada... y no es poca cosa.