Mostrando entradas con la etiqueta escritores españoles. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta escritores españoles. Mostrar todas las entradas

lunes, 25 de noviembre de 2024

Sergi Pàmies: El arte de llevar gabardina

Idioma original: catalán
Título original: L'art de portar gavardina
Traducción: el propio autor
Año de publicación: 2018
Valoración: muy recomendable

Basándonos en su obra, deberíamos pensar que El arte de llevar gabardina es justo otra colección de cuentos cortos o de artículos de Pàmies,  pero resulta que es  una que persiste particularmente en quien la lea: estamos ante un abierto homenaje a la figura de sus padres. Gregorio López Raimundo (así se llamaba, Pàmies tomó el apellido de su madre, también escritora) fue un político de izquierdas que sufrió el exilio en el franquismo y regresó a Catalunya en la transición. Teresa Pàmies, una escritora de renombre. Sergi Pámies nació en Francia por la situación de exilio de estos, ambos comprometidos de forma inequívoca con el bando republicano y la lucha antifranquista. Esta situación incide en su extraña relación con ellos, una relación muy poco al uso por cuanto se hallaban en la clandestinidad, ocultos bajo falsas identidades, cuestión que resultaba poco práctica para una convivencia familiar convencional, pero que da pìe a situaciones curiosas, alejadas por supuesto de la más glamourosa dinámica de series como The Americans: simplemente personas normales intentando llevar una existencia normal.

Es inevitable que la tonalidad en estos cuentos sea algo crepuscular: los dos padres han fallecido ya, pero Pàmies afronta la cuestión, desde el punto de vista literario, con una enorme dignidad y sin la más mínima apelación a la pornografía emocional. Lejos de crear íconos, admite sin tapujos ni reparos los defectos que estos pudieron tener, defectos de personalidad (normalmente, la de aquel que cree que vivir con afinidad a tus principios a veces puede entrar en conflicto con sus relaciones personales) hasta aquellos que acarrea la decadencia física (en un cuento, el editor de Teresa Pàmies rechaza publicar algunos de sus últimos escritos por su escasa calidad). Este tono otoñal aporta cohesión a una colección que cuenta con un autor en plenitud de facultades, Pàmies y su estilo ácido-pero-no-corrosivo, con esa actitud tan suya de aportar perspectiva y relativizar incluso la tragedia más inminente, una especie de polo opuesto a algunos escritores un poco más parduzcos, siempre es capaz de levantar el texto, siempre le aporta un contrapunto ligero (que no frívolo) y esperanzado. Incluso en escritos que hablan de madurez, vejez, decadencia e incluso una cierta melancolía, hay una corriente de perplejidad, de sorpresa, de pasmo ante la inflexibilidad del paso del tiempo, que resulta optimista, fresca y gratificante.

Más libros de Sergi Pàmies en ULAD: aquí


jueves, 21 de noviembre de 2024

Enrique Vila-Matas: Extraña forma de vida

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1997

Valoración: Muy recomendable 


Mi conocimiento de la obra de Enrique Vila-Matas, además de bastante reciente y muy reducido, tiene una característica algo particular, porque se reduce a dos de sus novelas más antiguas y dos de las últimas publicadas. Aunque desde luego no es algo buscado a propósito, creo que me permite establecer una diferenciación bastante clara entre dos etapas separadas por un intervalo relativamente largo: la primera, en los 80-90 del siglo pasado, la segunda en los últimos siete u ocho años. No será un análisis muy científico de su bibliografía, pero me sirve para valorar las lecturas.

De las dos novelas del primer ciclo, si Breve historia de la literatura portátil era un muestrario comprimido, acelerado y bastante loco, también muy divertido, de algunos recursos que Vila-Matas utilizaría en el futuro, en Extraña forma de vida parece que autor barcelonés se recoge en un texto más íntimo y sosegado, hasta cierto punto más convencional. Cierto que también podremos contemplar algunos otros elementos que irán manifestándose más adelante, como el papel del escritor y la dicotomía entre realidad e imaginación, los dobles o parecidos como expresión de dudas sobre la identidad, la decisión (o indecisión) entre dos opciones posibles. Siempre disyuntivas o formas de observar, a fin de cuentas quizá un único problema de indefinición universal que empieza por uno mismo. 

Como es tan habitual, el paso lo marca un personaje-escritor, que en este caso trabaja en un texto realista y que debe preparar una conferencia. Sospechando que su amante ocasional acudirá al acto y que de lo que él exponga en público dependerá que la recupere o le abandone, el sujeto va trabajando su intervención con diferentes enfoques, según vaya pesando en él la voluntad de lanzarse a una aventura seria o el deseo de conservar su estabilidad familiar. En función de ese pensamiento pendular decide incorporar o desechar sucesivos relatos, reales o ficticios, que tienen como único nexo el espionaje: el portugués que conoció en el tren y que trabajaba para los servicios secretos franceses, el abuelo que espiaba la hostia sagrada, el padre que caminaba atento a las voces del subsuelo, el espía doble de Hamburgo que nadie conocía. El mismo personaje, que analiza a sus vecinos como material para su novela, se considera también espía, y en esa  identificación está el corazón del libro, el escritor siempre atento a su entorno, a las historias propias o ajenas, auténticas o inventadas, a imágenes, gestos, actitudes o palabras que va registrando para ser después reproducidas o utilizadas a voluntad.

Pero tampoco nos quedemos con la idea de algo que puede parecer tan serio. Ese hilo conductor del escritor-espía sirve para desplegar algunos de los numerosos recursos que tan bien maneja Vila-Matas. Con escasos de sus habituales guiños a personajes de la cultura, hay toda una exhibición de imaginación que roza a veces alusiones políticas o atmósferas de novela negra, siempre con una destreza admirable para mezclar y entrecruzar diferentes texturas, saltos entre diferentes escenarios y espacios temporales, hasta formar una constelación de pequeñas historias llenas de humor en torno a ese escritor indeciso, que intenta incorporarlas para buscar el impacto deseado.

El trazo es tan fino y la construcción tan elegante, llena de sutilezas, que hacen de la lectura una delicia, algo de apariencia ligera pero donde, a nada que nos decidamos a acercar la lupa, iremos encontrando nexos ocultos, viajes de ida y vuelta en la búsqueda de un camino tanto para el artista como para la persona. Un entramado que funciona como un reloj, y al que solo se le puede achacar que no esté, o eso parece, destinado a levantar algo más sólido. Puede que a Vila-Matas le gusten estos relatos abiertos, tengo la sensación de que es así, que le interesa más dejarlo fluir sin preocuparse de redondearlo del todo, y entonces queda la sensación de haber disfrutado de un libro inteligente, muy bien montado, sí, aunque quizá excesiva y voluntariamente gaseoso.

P.S: Olvidaba decir que en esa dicotomía entre las obras más antiguas y las más recientes de este autor me quedo, dentro de mis limitados conocimientos, con las primeras.


Muchas obras de Enrique Vila-Matas reseñadas en ULADaquí


miércoles, 20 de noviembre de 2024

José María Olmo y David Fernández: King Corp.

Idioma original: español

Año de publicación: 2023

Valoración: vergonzoso, escandaloso

Pues sí, señores, es vergonzoso y escandaloso, y lamentable que libros como este King Corp. se publiquen, y creo que este es un día particularmente señalado para, ya no digamos reseñarlo, sino abiertamente denunciarlo. 

Se trata de un extenso reportaje a cargo de dos periodistas de investigación que incluye multitud de datos muy concretos (entendemos por tanto que muchos de ellos debidamente contrastados) que acreditan de forma profusa, aunque algo dispersa y atropellada, todos los diversos beneficios de los que dispuso, durante su reinado, Juan Carlos I, actualmente conocido como el emérito. Y muchos de después de que este concluyera tras su abdicación, que el libro atribuye al imponente descenso de la popularidad ya no solo de su figura, sino de la institución monárquica. Por no hablar de sus recurrentes líos de faldas, que parecen ser una constante en su reinado, y sus maneras de cubrirlos y financiarlos echando mano de las arcas públicas, una práctica habitual. También mezclar sus funciones públicas con un estajanovista sentido de la oportunidad comercial que se traducía en anotarse generosas comisiones libres de impuestos y controles legales.

Parafraseando a uno de los presentadores de La competència, pregunto ¿Y?.
 

¿Por qué se permite que estos dos señores metan las narices y accedan a información que se entiende es secreta y confidencial? ¿Qué hay de la discreción y el silencio cómplice que merecen gobernantes de tal nivel, que sacrifican sus vidas, su tiempo de merecido ocio y descanso, para que sus súbditos puedan vivir en la humildad y la ignorancia que es, a las claras, la situación que más confort y tranquilidad les aporta? 

Quién no ve, no sufre.
 

Por eso, publicar esto, como hace Libros del K.O. célebres por molestar a abnegados dirigentes conservadores gallegos, es vergonzoso y lamentable. Pobre emérito, no se puede ya respetar a la gente mayor que va a lo suyo y se retira a disfrutar modestamente de los ahorrillos ahí, donde el clima le es propicio y la gente le es afín, donde están las amistades de toda la vida. Como los jubilados americanos van a Miami, los españoles van a Abu Dhabi, y ni a eso tiene derecho, parece. También la ilusión de la canita al aire se le niega. A ver si esperaban que saliera en First Dates. Sus hijos, siempre tan ocupados con sus regatas, sus caballos, su preparación académica, ¿qué iban a saber de sus asuntillos? Pocas ocasiones que tienen para verse, como para tener la poca elegancia de hablar de dinero cenando. Papá y sus cosas, quién se iba a fijar en relojes de cientos de miles de euros, coches de edición limitada, mordidas de millones de euros, cuentas cifradas, apartamentos en zonas exclusivas, viajes a todo tren en aviones privados, con el lío que representa reinar un país y que todos esos funcionarios, algunos de ellos unos rojeras de cuidado, te persigan para que firmes leyes que te dan igual, que tú no tienes por qué cumplir. 

No hay dinero que pague eso.

martes, 19 de noviembre de 2024

Luisa María Linares: Soy la otra mujer

Idioma original: Español
Año de publicación: 19
Valoración: Entretenido

Soy la otra mujer sigue los pasos a Paula Denis, una decoradora que es contratada por un ricachón extranjero para reformar una de sus propiedades de Mallorca. La llegada de la joven a La Ensenada del Sol causará revuelo entre sus extraños habitantes, así como entre sus vecinos más cercanos.

"Bestseller" sumamente entretenido, Soy la otra mujer se lee con avidez gracias a la prosa ágil con que ha sido escrito, así como a sus adictivos toques de misterio y romance.

Si lo comparo con otras novelas de Luisa María Linares, diría que no me ha gustado tanto como Apasionadamente infiel, pero que me ha parecido superior a Pablo a las ocho, Juan a las diez. Por cierto, la obra que hoy reseño se parece muchísimo a Pablo a las ocho, Juan a las diez

Ambas comparten a una heroína joven, hermosa y atormentada por el amor, un aliado viril y maduro que la acompañará en sus aventuras, varios personajes moderadamente extravagantes, un puñado de enigmas a resolver, intrigas de toda clase y pasiones de inusitada vehemencia. Sin embargo, creo que estos elementos comunes están mejor ejecutados en las páginas de la novela que ahora nos ocupa.

Su protagonista, por ejemplo, tiene mucho más autonomía que la de Pablo a las ocho, Juan a las diez, hasta el punto que es ella quien salva al hombre en esta ocasión, y no al revés. Y el elenco de secundarios de Soy la otra mujer es muchísimo más interesante y variado, y argumentalmente se lo aprovecha mejor.

Por otra parte, el escenario es más sugerente. Y el misterio (así como el romance, por cierto) se expone por lo general orgánicamente, y sólo hay un par de pasajes en los que creo que se fuerza la maquinaria en ese sentido.

En resumen: Soy la otra mujer es novela sumamente entretenida, que se lee de una sentada y deja un regusto agradable. Quizá hará enarcar la ceja a los lectores más exigentes, pues ocasionalmente abusa de trucos artificiosos para encadenar acontecimientos o dar pistas de determinados misterios; sin embargo, si uno la aborda sabiendo a qué atenerse, disfrutará de un pasatiempo sin pretensiones correctamente elaborado. A veces, eso es todo lo que nos pide el cuerpo, ¿verdad?


También de Luisa María Linares en ULAD: Aquí

domingo, 10 de noviembre de 2024

Pedro Antonio de Alarcón: Narraciones inverosímiles. Selección

Idioma original: Español
Año de publicación: 1882
Valoración: Curioso

Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891) fundó y colaboró con diversas publicaciones literarias, se batió en duelo con un venezolano que le acabó perdonando la vida, incursionó en política, fue nombrado académico y escribió tanto artículos periodísticos, relatos y novelas como diatribas contra la Corona, la Monarquía y la Iglesia.

De su ecléctica bibliografía narrativa, agrupada en tres tomos titulados respectivamente Cuentos amatorios, Historietas nacionales y Cuentos inverosímiles, destacaré algunos de los relatos de éste último volumen, que han sido rescatados por ediciones Insomnes en su particular Selección. Analicémoslos uno a uno: 

"El año en Spitzberg" nos presenta a un hombre que, tras matar a un rival amoroso, es abandonado a su suerte en una isla deshabitada y helada. La premisa y desarrollo de este relato de supervivencia son harto lineales, pero recomiendo leerlo sólo por la belleza de sus descripciones paisajísticas y por el atinado retrato psicológico que hace de un protagonista atormentado por el miedo a la muerte, la soledad y el tedio.

"El amigo de la muerte" narra el delirante encuentro de un zapatero con ésta última. Su extensión (que quizá rebasa la de un relato convencional para adentrarse en la de una novela breve) lastra un poco el ritmo del conjunto, pues por momentos parece que la idea central se estira en demasía. Aun así, resulta una lectura curiosa que hará las delicias a los amantes de la literatura de corte fantástico de la época.

"Los ojos negros" combina toques trágicos (adulterio, venganza...) con aventuras (duelos, batallas navales, naufragios...). Tildada de «historia escandinava imaginada por un andaluz» por el propio Alarcón, es francamente entretenida y satisfactoriamente intensa.

"La mujer alta" es un «cuento de miedo» típicamente decimonónico, en el cual una vieja horrenda preludia la muerte de los seres queridos de un ingeniero. La imaginería grotesca de su esperpéntica antagonista está muy conseguida, así como el suspenso y la tensión que logran alcanzar un par de escenas.

Como veis, los relatos compilados en estos Cuentos inverosímiles. Selección no tienen los personajes más memorables ni los argumentos más complejos. A eso hay que sumarle que su prosa, aunque a todas luces correcta, acusa algunos de los vicios de la literatura decimonónica; a saber, un estilo moroso y reiterativo. Sin embargo, la antología funciona e incluso constituye una lectura más fluida de lo que uno podría imaginar a priori. Además, relatos tan interesantes como "La mujer alta" conviene leerlos al menos una vez en la vida.

Por último querría alabar la labor de Insomnes. Y es que el mimo y oficio que la editorial ha depositado en Narraciones inverosímiles. Selección resulta asombroso. Para empezar destacaría el apartado gráfico del libro; sobre todo esas imágenes en blanco y negro acompañan a los relatos de Alarcón. También me gustan los paratextos que complementan el volumen, una introducción y un apéndice, pues contextualizan adecuadamente a la obra y el autor sin llegar a saturar al profano.

sábado, 9 de noviembre de 2024

Andrés Berlanga: Pólvora mojada

Idioma original: Español 

Año de publicación: 1972

Valoración: Recomendable

Podríamos resumir el argumento de este libro como la historia de un grupo de amigos que intenta volar una de las facultades de la Ciudad Universitaria allá por el año 1969, aproximadamente. El problema es que ceñirnos exclusivamente a lo argumental hace que la idea que se transmite de Pólvora mojada resulte de lo más parcial. Porque esta "novela" tiene diferentes vertientes y lecturas.

Para empezar, hay que decir que Pólvora mojada tiene mucho de novela autobiográfica y documental. El componente autobiográfico se observa en los personajes de Paco y Loren, que reúnen elementos de la vida de autor (origen, profesión, etc); el carácter documental, por su parte, procede del retrato que el autor realiza del ambiente universitario de la época: asambleas, manifiestos, protestas, tensión política, etc. Ahora bien, se trata de un retrato bastante desmitificador

(...)no decirle que no a Paco cuando contó con él para dar ideas y poner en marcha el FAT tenía bastante de inercia aventurera, de tocador de palillos que repica en uno más, de decepcionado que se deja llevar por lo único en lo que puede creer: esa fuerza destructora.

Lo anterior no implica renegar del carácter eminentemente novelesco y ficcional del libro. El contexto sociopolítico es el marco en el que se encuadran unos personajes insertos en una trama que tiene bebe de dos de las principales tradiciones literarias españolas: el esperpento y la picaresca. Ambas permiten al autor ponerse a repartir palos a diestro y siniestro (al mamoneo de cargos y prebendas, al machismo de la época, al periodismo al servicio del poder, a los revolucionarios de salón, al infantilismo de algunas organizaciones, etc) y acercarse, aunque sea de forma más tangencial, a otros temas como el éxodo rural.

Entre los puntos fuertes de la novela destacaría:

  • la construcción de personajes a partir del lenguaje,
  • el lado semidocumental del libro,
  • los riesgos formales que el autor toma en el último tercio de la novela, en la que monólogo interior, narración más o menos convencional o comunicaciones entre los diversos cuerpos policiales durante el asalto a la Universidad se intercalan con la cotidianeidad de la población (¿las 2 Españas, quizás?), y
  • el lenguaje. Si bien inicialmente resulta algo extraño ese lenguaje algo en desuso (lo que cambian las cosas en 50 años), una de los aspectos más logrados del libro es la voz propia que el autor consigue dar a unos personajes de diversos orígenes geográficos y sociales. Parece una estupidez, pero no lo es.

Así que, si bien no es fácil cogerle "el tranquillo", Pólvora mojada tiene una sorprendente vigencia y méritos literarios más que suficientes para justificar su recuperación, aunque hayan pasado más de 50 años de su publicación. 

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Juan Marsé: La gran desilusión

Idioma original: español
Año de publicación: 2004.
Valoración: recomendable.

Un poco difícil emitir valoraciones sobre libros como éste. Se trata de un curioso experimento literario que solo tiene sentido si reconocemos previamente a Juan Marsé y su obra, de la cual hemos dado cuenta en este blog, como la descomunal influencia que representan en la literatura en español. Un escritor militante y comprometido, de opiniones polémicas y no siempre bien procesadas, pero, que, a tenor de lo leído aquí, fueron coherentes hasta el final y poco serviles - cosa que le procuró algún problema - con el poder establecido. En este sentido, Marsé mantuvo una línea inapelable de reivindicación de dos cuestiones fundamentales: esencia literaria asociada a la realidad y a los entornos que pisaba y conocía, reivindicación del origen , de la condición de clase aún cuando el éxito podía hacer tambalear los principios.
Entonces, no a cualquier escritor se le tienta con que haga una semblanza a posteriori de dos décadas, los años 30 y los 40, de enorme trascendencia en la historia de la humanidad. No a cualquiera se le deja libertad absoluta para que haga de eso, que parecería un cauteloso homenaje otoñal, una atractiva elección de anécdotas, hechos sociales y políticos, elementos culturales de un extenso abanico - aquí se habla de Concha Piquer y se habla de Faulkner - y, por supuesto, porque Marsé es básicamente un cronista social en el sentido estricto, y eso le aporta un matiz político que no por subliminal deja de ser demoledor. Por tanto, como lectores, no siempre disponemos - me viene Chaves Nogales a la cabeza - de la posibilidad de una narración de la historia hecha con la suficiente objetividad y a la vez con el estilo de Marsé, tan esquivo con andarse con las ramas, tan directo y preciso. El valor de La gran desilusión, al margen de que cualquier completista de Marsé pueda necesitar leerlo o cualquier lector esporádico acuda por curiosidad, es esa posibilidad de diálogo directo con su autor sin personaje o trama interpuesta. Marsé escribiendo, porque ese es el ineludible tema central y el nudo argumental no solo de este libro sino de la inentrañable historia de la humanidad de la época, sobre el auge del totalitarismo, sobre el nazismo, el fascismo y el franquismo, la Guerra Civil española, la II Guerra Mundial, sin caer ni en demagogia ni, por un momento, en la mínima sospecha de idolatría por otra cosa que no sean iconos culturales. Sin restar importancia a todo lo que sucedía. Marsé hablando de sus recuerdos de esa época es, simplemente, otra manera de disfrutar de su escritura.

Otras obras de Juan Marsé reseñadas en ULAD: aquí

lunes, 4 de noviembre de 2024

Gonzalo Torrente Ballester: La boda de Chon Recalde

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1995

Valoración: Está bien


Yo creo que la obra de Gonzalo Torrente Ballester, que conozco parcialmente, tiene oscilaciones importantes sobre todo en lo que se refiere al grado de experimentación y al riesgo y potencia de sus argumentos. En concreto, creo que hay un cambio significativo desde que empieza a publicar en una muy famosa editorial allá por finales de los años 80. Puede ser un prejuicio por mi parte, y puede también que alguien me pueda rebatir citando obras que no conozco, pero me temo que por esa época don Gonzalo frena mucho o bastante en su ímpetu creativo, y se dedica a crear historias más bien convencionales con las que cualquier ciudadano medio puede entretenerse sin complicaciones y sin incomodarse por cuestiones de fondo ni de forma.

Lo que pasa es que Torrente sigue escribiendo maravillosamente, y es capaz de no perder nivel ya esté buscando caminos difíciles o se deje llevar por terrenos menos arriesgados. Entonces nos encontramos con historias de rasgos más convencionales que a lo mejor no emocionan tanto pero que brillan de otra manera gracias a la magia del autor. Por ahí se mueve esta novela, en la que nos situamos en una pequeña población gallega donde la aristocracia no se vincula a títulos nobiliarios sino a rangos de la oficialidad de la Armada, punto este en el que puede que esté asomando algo de la creatividad que Torrente se resiste a abandonar del todo.

Unos cuantos años después de terminada la Guerra civil vuelven al pueblo las dos hijas de un almirante republicano, prestigioso experto en la guerra naval, que fue fusilado en circunstancias poco claras por haber puesto en duda la victoria alemana. En general la gente sigue valorando más la pertenencia del finado a la élite militar que su desapego al Régimen, por lo que su familia sigue gozando del respeto mayoritario, pero siempre hay excepciones. Y hay también, como en otros lugares y épocas, una pugna por ascender en el escalafón social, en la que dos jóvenes de buen ver y en edad casadera son una competencia que algunas familias no pueden tolerar.

Porque esta es una sociedad en la que casar bien a una hija es una cuestión prioritaria, y en ese entorno singular casarla bien es buscarle un novio con ascendencia en lo alto del escalafón marítimo-castrense. Así que el argumento se desarrolla como podía hacerlo alguna serie de sobremesa en La 1: amores y desamores con jóvenes oficiales, madres que maniobran para favorecer a sus hijas, envidias y rencillas relacionadas con la peculiar segmentación social, pretendientes silenciosos, hermanos con miradas algo más amplias que se plantean huir de esa sociedad paleta.

Efectivamente, también es posible una lectura un poco más profunda que tocaría temas como el penoso papel de la mujer, predestinada a la búsqueda de un buen partido, o la persistencia del rechazo hacia los perdedores de la guerra aún reciente. En definitiva, un fondo crítico que podríamos considerar como políticamente correcto, explícito pero no sangrante, aceptable para el lector hacia el que entiendo que va dirigido el libro. Incluso he querido ver un asomo de atrevimiento y fantasía en esa estratificación social basada en méritos navales.

Todo bien suavecito, fácilmente digerible y moderadamente entretenido. Pero, claro, viniendo de la mano de Torrente Ballester, todo está tan bien narrado, tan perfectamente dosificado, con esa pizca de ironía y la prosa equilibrada, agradable y elegante, que compensa en buena medida lo melifluo de la historia. Da la sensación de que leer a este autor siempre es una experiencia gratificante, aunque se dedicase a escribir el Plan contable o la lista de la compra. La lástima es que, al menos en esta ocasión, en una de sus últimas obras, no se hubiese decidido a poner ese enorme talento al servicio de algo un poco más valiente.


domingo, 3 de noviembre de 2024

Andrés Pérez Perruca: Vida de un pollo blanquecino de piel fina

Idioma original: Español

Año de publicación: 2024

Valoración: Muy recomendable

Que Vida de un pollo blanquecino de piel fina tenía todas las papeletas para gustarme lo sabía desde el momento en que vi que estaba escrito por Andrés Pérez Perruca, quien fuera batería de El Niño Gusano (y Tachenko y Cangrejus). Porque, si la memoria no me falla, El efecto lupa fue uno de los primeros discos (aunque igual fue alguno de La Buena Vida o de Los Planetas) de música independiente que compré. Y, claro, eso ya es jugar con ventaja. Ya lo decía Astrud: LA NOSTALGIA ES UN ARMA.

67 capítulos (uno por cada canción publicada por esta panda de descerebrados), 862 páginas* y 500 notas al pie (como los buenos pases de Juan (Soy Ruso) Señor) componen este loco, obsesivo y quizá, solo quizá, demasiado largo texto en el que hay música, cine, alcohol, fútbol, baloncesto, risas, lágrimas y literatura de la buena.

Vale, pero... ¿Qué es esta Vida de un pollo blanquecino de piel fina: una autobiografía personal, una biografía de un grupo pop, una Quadrophenia baturra, una crónica del indie español de finales de los 90, una novela generacional, un artefacto posmoderno, todas las anteriores, ninguna de las anteriores? Lo que no es es un libro sobre música. O, al menos, no es exclusivamente un libro sobre música. O, al menos, no es exclusivamente un libro al uso sobre música. Porque ya El Niño Gusano era un grupo (quien diga banda deberá batirse en duelo con Perruca y conmigo) muy particular dentro del panorama nacional y un libro escrito por uno de sus componentes no podía ser un libro "normal y corriente". Vamos, que no esperéis eso de sex, drugs and R&R porque ellos eran más bien de Futbolín, Vermut y POP.

Sea como fuere, yo prefiero quedarme con dos palabras: juego y homenaje. 

Si algo queda claro desde la primera página del libro es que aquí hemos venido a jugar, con ese guiño a Rayuela en el "orden de lectura recomendado para un mejor seguimiento cronológico (o tal vez no)". El juego prosigue y Vida de un pollo flirtea con la panda de OuLipo en cuanto a tono e intención, con John Kennedy Toole o los Monty Python en cuanto a humor, diálogos y situaciones, con los escritores posmodernos en las digresiones infinitas, en las ramificaciones que toma el texto en diversas direcciones, etc. Porque la vida es un juego absurdo y aquí hemos venido a jugar y hay hueco para juegos surrealistas, dadaístas, hedonistas, chistes de Chiquito (mecagoendios**, ¿chistes de Chiquito?), etc. Y también, obviamente, porque yo no sé contar lo que pasa en la realidad y lo que hay que hacer es acercarse a la realidad desde otro enfoque.

La parte "homenaje" es clara. Y aquí tengo que irme a Los seres queridos, canción del último disco de LHR ("Por todos los amigos que nos han dejado aquí seguimos, recordando los años que pasamos juntos, a su lado...") porque Vida de un pollo blanquecino es un claro homenaje a los amigos de juventud que ya no están (Algora, ese Poeta Cabezón***, pero también Genzor, JosephO, Rafa Anguso, etc) y a un tiempo, finales de los 90, en el que todavía éramos jóvenes y alocados. Todo ello a través de recuerdos, anécdotas, chascarrillos vinculados o no a la música. Con nostalgia y cariño (¿o se dice Caliño?), sí, pero sin ñoñerías ni idealizaciones tipo Yo fui a EGB.

Resumiendo. Me lo he pasado en grande, me he reído a carcajada limpia y se me ha escapado alguna lagrimica con las andanzas del Gusano Loco, con sus historietas, sus coñas, sus juegos, con este texto cargado de vida, con este artefacto literario del que creo que disfrutarán más quienes anden por los 45-50 años, con este pavo real entre animales innobles y despreciables comensales.

* En el año 862, el príncipe Rastislav invita a Cirilo y Metodio a predicar el cristianismo en lengua eslava en la Gran Moravia. ¿Será casualidad?

** En español en el original (N. del T.)

** Tengo que buscar su Poesía Completa, leerla y reseñarla

martes, 29 de octubre de 2024

Colaboración: Una obra maestra, de Lorenzo Caudevilla

Idioma original: Español.

Año de publicación: 2024.

Valoración: Muy recomendable.


Me encontré con Lorenzo Caudevilla durante el BBK-Legends de 2023. Le conocía por el cómic que había dibujado durante el confinamiento y me habló de un proyecto que tenía entre manos. «Apenas puedo contar nada», dijo, «pero estoy dibujando textos de Juan Carlos Ortega. ¡La hostia!». Unos meses después recibí un email suyo: «Hola, tío. Necesito que escribas el sermón de un funeral». Me dio un par de pautas para el panegírico y santaspascuas. 

Así de poca cosa fue mi aportación.

La semana pasada leí “Una obra maestra”, el cómic del que hablamos. En sus páginas, Lorenzo Caudevilla pone el foco en Jacinto, un escritor narcisista, misántropo y malhumorado, un antihéroe solitario y empobrecido que, sin embargo, alberga el sueño de escribir una obra maestra. Una obra que le sobreviva y dé testimonio de su nombre, sólo una. 

La escritura como proyecto de inmortalidad.

El problema es que Jacinto, ¡ay!, no tiene talento y paga su frustración con el mundo. Pero esto que podría devenir en un viaje a la locura —como en la película del “Joker”— en “Una obra maestra” deriva en una divertidísima sátira que no deja títere con cabeza. Con puntería y mala baba, Lorenzo dispara dardos envenenados hacia la egolatría de los escritores, hacia la autoedición, hacia una industria editorial prisionera del marketing y hacia la irrupción de la inteligencia artificial en el mundo de la narrativa. 

Un ejercicio metaliterario alumbrado desde el humor. 

Diría que incluso desde el cariño.

Todo esto, además, acompañado con un apartado gráfico descomunal. Apabullante. De manera orbicular (op cit), una auténtica obra maestra. La destreza gráfica de Lorenzo Caudevilla abarca cantidad de estilos e incluye desde el trazo belga hasta suntuosas splash-page. ¡Y qué uso del color! No exagero si aseguro que muchas viñetas te llenan los ojos convirtiendo la gama cromática en un personaje más. También propone este cómic un reto adicional para el lector, ya que el autor desperdiga por doquier guiños a obras literarias, cuadros o películas, en una suerte de juego de pistas o agudeza visual. La solución al crucigrama, como siempre, al final, donde también encontraremos una banda sonora para acompañar las andanzas del queridísimo Jacinto.

Porque, a pesar de sus numerosos defectos, nos resulta imposible odiar a Jacinto. Quien más quien menos ha fantaseado en cierta medida con ser escritor de éxito y componer páginas inatacables, utilizando la literatura a modo de un cincel que dé forma a su dolor. Jacinto es un espejo deformante que señala nuestra ridiculez, nuestro empequeñecimiento, nuestra absoluta insignificancia bajo el líquido amniótico de este mundo hecho de apariencias. Si nos divierte su tozudez, su vanidad o su proverbial pereza, es porque es la nuestra.

Jacinto somos todos, sí, enfadándonos por naderías, despotricando de forma pueril en redes y finalmente alzándonos sobre los escombros humeantes del fracaso. Decid la verdad, ¿acaso no buscamos igual que él esa piedra filosofal que nos eleve, nos signifique y nos señale como personas especiales, no transitorias, eternas?

Jacinto escribió como si no supiera que el mundo estaba mal hecho y así hay que vivir.

Desde el arte.

Desde un envanecimiento esperanzado.

Desde las alturas —qué caray— de creer ser mejores de lo que realmente somos.


Firmado: David Villar


lunes, 21 de octubre de 2024

Miguel Delibes: Los Santos Inocentes

Idioma original:
español
Año de publicación: 1981
Valoración: Imprescindible
 
Esta reseña es un acto de justicia, de reparación, una obligación casi, porque es imperdonable que después de más de 5700 reseñas publicadas en este blog, todavía no hubiésemos reseñado Los Santos Inocentes, la que me parece (y no creo estar solo en esta opinión) la obra maestra de su autor, quizás junto con Cinco horas con Mario, y una de las novelas fundamentales de la narrativa española del siglo XX. Es verdad que hemos reseñado un buen puñado de obras de Miguel Delibes, pero me parece incomprensible que esta se nos haya escapado hasta ahora...

Realmente creo que la obra necesita poca presentación, porque es ya un clásico de la literatura española, y también porque la adaptación cinematográfica de Mario Camus nos ha dejado una memoria indeleble de algunas de sus escenas (como ese inmenso Paco Rabal repitiendo "milana bonita, milana bonita"). En todo caso, aquí va un resumen rápido: en una dehesa que nunca se localiza claramente, pero que se sitúa cerca de la frontera con Portugal (en Castilla o Extremadura, por lo tanto) vive una familia de campesinos compuesta por Paco, el Bajo; su mujer, la Régula; sus hijos, Rogelio, Quirce, Nieves y Charito, la discapacitada Niña Chica; y el hermano de Réugla, Azarías, que también tiene algún tipo de discapacidad. Sus destinos están marcados por la voluntad de sus "señoritos": la señora Marquesa, el señorito Iván o la señorita Miriam, que los tratan, sobre todo en el caso de Iván, con una mezcla de displicencia, paternalismo y crueldad, en un ambiente de miseria y violencias simbólicas y materiales.

Más allá de este breve resumen, que podría situar a la novela en el ámbito del tremendismo y/o del realismo social de los años 50 o 60 (a pesar de haber sido publicada, insisto, en 1981), esta novela se eleva a otro nivel gracias a la creación de una voz narrativa única: un narrador que no es un personaje, pero que se identifica con los personajes y nos transmite sus pensamientos y sus parlamentos, integrados en larguísimas frases (cada capítulo solo tiene un punto, el punto final), en un estilo indirecto libre muy saramaguiano. Esta voz mezcla los recursos de la oralidad ("a ver, natural, como quien dice...") adoptados de los personajes, con otros fragmentos de un denso lirismo ("el cárabo ejercía sobre el Azarías la extraña
fascinación del abismo, una suerte de atracción enervada por el pánico, de tal manera que al detenerse en plena moheda, oía claramente los rudos golpes de su corazón"), y con la riqueza léxica habitual de Delibes, sobre todo en lo que se refiere al mundo natural del campo castellano, situándose así, perdonadme si exagero, en el nivel de un García Márquez en cuanto a maestría estilística.

No hay duda, por otra parte, que esta novela es una crítica, casi una sátira, del caciquismo y del feudalismo que dominaba (y no sé si aún domina) determinados ámbitos en España: el señorito Iván es "el amo de la burra", como dice el médico, y puede hacer con sus criados, y con sus animales, y con sus posesiones lo que se le antoja, ya sea obligar a Paco, el Bajo a caminar con un tobillo roto, o cegar a todos sus palomos arrancándoles los ojos, o mantener una aventura con Purita, la mujer de Pedro, el Périto. 
 
Mientras tanto, en el otro lado, este poder absoluto, casi medieval, es aceptado con resignación por Paco, el Bajo y por Régula ("ae, a mandar, para eso estamos" es su leitmotiv), mientras que las nuevas generaciones, quizás porque Delibes quería dejar un cierto atisbo de esperanza, muestran su incomodidad o inconformidad con este estado de las cosas ("ninguno salís a tu padre", le dice a Nieves el señorito Iván, que también se queja de que "a los jóvenes les molesta aceptar una jerarquía"). Quizás de hecho el mayor defecto que se le pueda apuntar a la novela es ser maniquea en su presentación de los personajes, convirtiéndose en algo así como una Doña Perfecta de finales del siglo XX; en todo caso, no es un defecto, este maniqueísmo, que impida el disfrute de la novela sino quizás todo lo contrario, sobre todo teniendo en cuenta su desenlace, que intentaré no destripar.

Hay otro aspecto de la novela que me ha parecido muy interesante, ahora que la he releído bastantes años más tarde de mi primera lectura: la relación de los personajes con la naturaleza, y en particular con el mundo animal. Diría que Delibes plantea en el texto una gradación en la integación de los seres humanos en su entorno natural, que va desde Azarías, constantemente comparado con un cachorro, y que tiene la capacidad de empatizar y comunicarse con sus "milanas bonitas", hasta el señorito Iván, cuya relación con la naturaleza es o bien extractiva (el beneficio a través de la explotación agrícola y ganadera) o destructiva (a través de la caza, su afición favorita). En medio se situarían personajes como Paco, el Bajo, también comparado con un perro por su olfato (y por su carácter sumiso), o por supuesto la Niña Chica, que varias veces es identificada ambiguamente con la milana de Azarías. La separación entre lo humano y lo animal, parece insinuar Delibes, no es radical, sino progresiva, y depende de nosotros el modo como la definimos y afrontamos.

Al final, y en parte gracias a la ausencia de una localización geográfica y cronológica claras, Delibes plantea en Los Santos Inocentes una especie de parábola sobre España, sus desigualdades y sus miserias. El hecho de que se publicase ya en democracia, aunque ambientada en el Franquismo, puede ser un intento de llamar la atención hacia las continuidades que, hoy lo sabemos muy bien, existen entre ambos regímenes. En cualquier caso, Los Santos Inocentes es una obra maestra. Leedla, si aún no lo habéis hecho. Por vuestro bien.
 
Otras obras de Miguel Delibes en ULAD: Aquí

viernes, 18 de octubre de 2024

Jesús Fernández Santos: Extramuros

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1978

Valoración: Está bien


Llegué a Jesús Fernández Santos, igual alguien lo recuerda, a través del Libro de las memorias de las cosas, novela publicada en 1971 en torno a las comunidades protestantes en España. Un tiempo después me decido por Extramuros, por lo visto su obra más celebrada, y llevada al cine al parecer también con bastante éxito. Porque hay que decir que Fernández Santos es también un hombre del cine, que dirigió documentales y escribió varios guiones, entre ellos precisamente el de Extramuros. Por aclararlo mejor, el texto fue inicialmente un guion para el cine, que posteriormente el autor reconvirtió en la novela que tenemos aquí, lo cual es un itinerario no demasiado frecuente, al menos en España, y puede tener su importancia al valorarlo como obra narrativa.

El argumento se desarrolla en un convento de clausura en una época indeterminada que, no sé por qué, veo que algunos sitúan en el reinado de Felipe II. Una devastadora sequía y algo que entendemos como una epidemia provocan el abandono de los campos y los pueblos, de forma que el convento, que vive sobre todo de la caridad, va quedando aislado y en situación cada vez más desesperada. Una de las monjas ideará un truco para llamar la atención de posibles benefactores, y esto desencadena los problemas que ocupan la mayor parte de la narración. Aunque el escenario tampoco es insólito, la idea se puede considerar original y se abre a múltiples desarrollos.

Si esto fuese específicamente una novela perfectamente podría haber avanzado por una trama intimista, como en buena parte ocurre con la que citaba antes del mismo autor, centrándose en cuestiones de conciencia, en la culpa o en la disposición de los fieles a creer en la milagrería. Pero, claro, recordemos que esto era un guion cinematográfico, y para no aburrir al espectador seguramente era necesario añadirle algunas especias que le dieran color y picante. Encontramos entonces una priora (¿o es abadesa?) vieja, taimada y envidiosa, monjas banderizas que disputan sin miramientos, la novicia seducida por un monje rijoso, o el duque protector que coloca a una hija díscola para alejarla de las tentaciones o quién sabe si para algo más. Y, sobre todo, una relación lésbica en el interior de la clausura.

Recordemos que estamos en 1978, y esto de enredar a curas y monjas en asuntos eróticos era algo realmente atrevido y que vendía mucho, que también hay que considerarlo. Lo cierto es que Fernández Santos, aunque lanza desde muy pronto señales de esta escandalosa relación, lo hace, al menos en la novela, con mucho tiento, dejándolo claro pero sin resultar demasiado evidente. Siendo generosos hasta podríamos pensar si esa capa del relato se podría interpretar como una especie de amor místico, una atracción hasta cierto punto íntima e inocente o, visto de otro modo, situada en una zona de indefinición donde se sugiere más que se explicita.

Pero aquí lo que nos importa es el libro, y el problema es que tanto esa relación amorosa como el resto de elementos que irrumpen en la trama principal no aportan nada o casi nada, parecen adornos para animar la narración, fuegos de artificio para no centrarse en un relato que pudiera resultar pesado y poco vistoso en una pantalla. De manera que perfectamente podríamos prescindir de ellos, e igualmente de unos cuantos personajes que parecen poco trabajados y hasta con rasgos caricaturescos. Solo la narradora aporta algo de profundidad, siempre insegura, oscilando entre sus convicciones y la incertidumbre ante el desenlace final del engaño. Y, por decirlo todo, el personaje de la monja conspiradora, visto individualmente, tiene cierto interés en su evolución, siempre que el lector le dedique una reflexión que no siempre merece.

Lo que salva del naufragio a la novela es en todo caso la prosa elegante de Fernández Santos, momentos destacables de esas descripciones de paisajes desolados y muros derruidos, siempre con un tono entiendo que voluntariamente arcaizante, muy logrado, si bien puede llegar a saturar en algunos momentos. Es quizá, como dice con sinceridad inesperada Raúl del Pozo en el prólogo, un autor que ‘escribía más pensando en redactar bien que en contar’. Y eso, en el campo de la novela, puede ser un problema que difícilmente se va a solucionar incorporando elementos efectistas que a lo mejor sí pueden funcionar en otros medios. 


También de Jesús Fernández Santos en ULADLibro de las memorias de las cosas

jueves, 17 de octubre de 2024

Iván Humanes: Teoría del Gran Infierno

Idioma original: Español
Año de publicación: 2024
Valoración: Entre recomendable y está bien

Teoría del Gran Infierno es una antología del catalán Iván Humanes. Compila unos ochenta microrrelatos de entre una y dos páginas de extensión, además de un "Prefacio" y un "Posfacio".

A los microrrelatos de Humanes los hermana una querencia por lo macabro, lo extraño, lo siniestro, lo terrorífico y lo cáustico. De ellos me quedo con la potencia ocasional de su imaginería y, sobre todo, con el humor negro que destilan.

Sus registros son variados: historias de género con desenlaces efectistas, piezas atmosféricas e incluso ejercicios metaliterarios (como los de la página 87).

Muchos de estos  microrrelatos son autoconclusivos. Otros, en cambio, pertenecen a un argumento mayor, iniciado en el antes mencionado "Prefacio"; éste nos presenta a un aquelarre de viejas que escriben, practican brujería y viven en un faro (que parece ser una especie de residencia).

Este argumento mayor me ha dejado un sabor agridulce. Y es que, aunque arranca con fuerza y sirve para aglutinar (algo tramposamente, todo hay que decirlo) el conjunto, va perdiendo fuelle a medida que se desarrolla. A eso hay que añadirle que, para mi gusto, desaprovecha a sus personajes (sobre todo a la narradora y a Albert), sus toques lovecraftianos y su planteamiento metaliterario. Sea como fuere, hay que reconocerle algunas ideas brillantes, como por ejemplo la expuesta en el microrrelato 56.

Los microrrelatos autoconclusivos cuyo argumento no está ligado directamente con la historia de las viejas me han gustado bastante más. Sobre todo aquellos que no dependen de la eficacia de un giro final, sino que desarrollan un concepto o premisa sugerentes con solvencia. Pienso, por ejemplo, en los número 30, 40, 55 y 68.

En suma, Teoría del Gran Infierno es una antología resultona. Contiene una docena de microrrelatos sobresalientes y exhibe una «unidad total» algo tramposa pero consistente. Ha sido editada con mimo por Pez de Plata, que la engalana con una cubierta y contracubierta texturizadas y un puñado de ilustraciones y fotografías interiores.

miércoles, 16 de octubre de 2024

Roberto Bolaño/A.G. Porta: Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce. Diario de bar

Idioma original: español.
Año de publicación: 1984.
Valoración: bastante recomendable

Habrá quien diga que sabía quién era Roberto Bolaño en 1984. No voy a negar que un libro como este Confesiones… se publique, ya en su momento, y obtenga cierta repercusión posterior, debido al enorme mito generado por sus obras cumbre y, claro, por su trágica desaparición. Dentro de la obra del chileno (que creo, con esta reseña, está prácticamente completa en este blog) podría decirse ya no solo que es una novela de tanteo, sino que registra el inédito hecho de estar escrita a cuatro manos con el escritor barcelonés Antoni García Porta. Una cuestión a la vez curiosa y algo estimulante para el lector bregado: puede uno especular con el reparto de tareas en la configuración de la novela, en partes redactadas por uno y completadas por el otro, en algún curioso vocablo que delate si ésta u otra parte son del chileno o del catalán. Con todo, la novela acaba resultando potente y cohesionada y no he sido capaz de detectar diferencias ni brechas que resulten delatoras. Como en la vigente fiebre de las colaboraciones musicales, y aunque García Porta no haya disfrutado de tal repercusión (pues encima al hombre le ha dado por seguir vivo), el mérito es conjunto e indisociable.

Dije mérito. Desde su curioso título de cierta afectación pop/postmoderna, Confesiones de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce es una novela muy notable, aunque parezca un divertimento punk combinado con algunas gotas de hiperviolencia pre-Tarantino. Son apenas unos días en la vida de Ángel y Ana, dos jóvenes, uno de ellos poeta obsesionado por James Joyce, primer apunte de contextualidad futura con la obra de Bolaño, la otra una chica que es su pareja, o algo así. Uno barcelonés, la otra de fuera. Han cometido un atraco en la turbulenta Barcelona de los primeros ochenta, la del postfranquismo dando coletazos, la de la droga corriendo sin control por toda la ciudad. El atraco ha coincidido con otros sucesos violentos y Ángel y Ana se creen a salvo de la persecución policial recluidos en sendos pisos mientras siguen con su carrera criminal y planifican algún último golpe y una huida a París donde empezarán una nueva vida. Es una narración vertiginosa, atropellada, casi disruptiva, donde Ángel, el poeta, se ha ocultado en un piso destartalado en el barrio de Sants y se cree a salvo de la policía. Piensa en Ana, piensa en Joyce y en Dédalus y se ve proyectado en una chambre de bonne dedicado a la escritura. La posibilidad del último golpe se concreta y se ejecuta.

Por supuesto es una narración vigorosa, casi vertiginosa y poco dada al exceso lírico. Puede que en algún momento se tienda al exceso propio de cierto género criminal, pero todo ello se combina en una especie de atropellada narración donde los estilos se combinan de forma estimulante. De hecho,  la novela nos regala una parte final en forma epistolar. Ángel se dirige a la madre de Ana que, sin haber llegado a venir a España, se ha ido desplazando por el extranjero. Un capítulo final nos muestra a Ángel residiendo en Francia ya como un ciudadano más sin abandonar cierta paranoia de fugitivo cauto y timorato.
La novela se completa con Diario de bar, un opúsculo lleno de fechas y lugares que refiere a la estructura futura de Los detectives salvajes. Obviamente, Consejos… puede parecer una obra menor, un experimento a cuenta de futuros ejercicios más contundentes de estilo. Pero muy lejos de ser algo leve o puramente lúdico: aquí hay chicha de la buena.

De Bolaño en ULAD: aquí

viernes, 11 de octubre de 2024

Manuel Jabois. Mirafiori

Idioma original: español.
Año de publicación: 2023
Valoración: recomendable

Entiendo los artefactos promocionales de las editoriales. Pero otra vez: buenos comentarios sobre un escritor, en la tapa de una novela, pero referidos a otras obras. 

Jabois puede caeros simpático si seguís sus colaboraciones en diversos medios de corte más bien progresista (sin pasarse) o puede pareceros otro escritor de mediana edad, de aspecto algo hipster, crítico (repito, sin pasarse) con aspectos sociales y con opiniones que, sin ser complacientes con el poder, contienen la justa dosis de polémica para que sean a la vez respetadas y poco proclives a ser alineadas con la mayoría. 

Un perfil peligroso, opino, ya que tras esa imagen bohemian bourgeois uno puede encontrarse a compañeros de andanzas como Ray Loriga, Guillermo Prado o Eduardo Soto Ivars. Comprendo que en ese packaging es casi ineludible escribir novelas. Y que estas tengan regusto a ser protagonizadas por personajes muy parecidos a sus autores, o nos suenen hasta autobiográficas. Y que sus autores siempre parezcan venir de pasar una noche terrible pasada en compañía de tipos como Leyva o Sabina y aspiren (vaya, el subconsciente me traiciona) a ser el eslabón perdido entre Javier Marías y Andrés Calamaro.

Por tanto, Mirafiori solo puede ser una novela agridulce con ciertos detalles de humor negro, siempre humor negro de perdedor al que al final las cosas no le van tan mal, pero es que, si hay algo que todos aceptaremos, es que la felicidad raramente ayuda a producir buena literatura. Una verdad como un templo que escritores como Jabois no van a poner en duda. 

Por lo que la historia irremisiblemente cae en cierto tópico, aunque resulte interesante en sus desarrollos paralelos, el hecho de que estos no acaben de concretarse en exceso y no haya una convergencia, algo parecido a un clímax (si uno se decanta por cierto post-modernismo) no puede considerarse un defecto en sí. Pero volvemos a la cuestión principal. El protagonista es un escritor que, a la espera (¡a la cola !) de la novela que lo consagre, anda dedicado a escribir semblanzas que se usarán cuando sus protagonistas fallezcan. Su antigua novia, Valentina, una joven a la que se le aparecen fantasmas. curiosa condición. ha conocido el éxito como actriz, y ahora, unos años más tarde de que hayan acabado su relación, va a encontrarse con él en Málaga, a donde sus compromisos profesionales les llecvan a coincidir. Bueno: quizás el encuentro pueda parecer el clímax de la novela, si bien la perspectiva de él abre la novela y la de ella la cierra en un epílogo hábil, con cambio de narrador incluído. 

La relación se rememora en el cuerpo del libro, y no le negaré ciertos hallazgos y momentos brillantes aunque esas piezas queden desencajadas: el inicio de los amoríos en la adolescencia, el curso de la relación en la juventud, salpimentado con muchos excesos de época (finales de los noventa, inicio del milenio) que castigan y condicionan, polos de atracción y de repulsión. Alcohol, cocaína, vida sexual con fugaces invitados. Muy propio de la época. Las escenas en que se desenvuelve la novela son atractivas y originales. Nada más conocerse, la madre de Valentina fallece y el narrador conoce a la madre de su novia ya de cuerpo presente. Saldrán ambos de su Pontevedra natal (una ciudad, dice en la que cuesta no encontrarse) y se irán al brillante Madrid de la época, acogedor de talentos y rebosante de oportunidades. Con suerte dispar y con una relación que desemboca en una rutina que Valentina intenta romper con encuentros furtivos. 

Jabois, obviamente, no ha inventado nada y ciertos perfiles son reconocibles. Agradezco el esfuerzo en sacar la novela del puro contexto físico de las relaciones y aportar leves toques casi fantásticos, aunque queden en eso, en apuntes que no toman protagonismo. Aún así, la fugaz relectura que he hecho para redactar esta reseña ha resultado agradable y placentera, cosa que no siempre sucede.

martes, 8 de octubre de 2024

Juan Eduardo Cirlot: Nebiros

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2016 (escrito en 1950)

Valoración: recomendable 


Juan Eduardo Cirlot, poeta y autor de unos cuantos ensayos, escribió una única obra narrativa, que casualmente es este Nebiros que comentamos hoy aquí. Cirlot vivió una etapa temprana en la que se relacionó con círculos surrealistas (llegó a escribir artículos en una revista dirigida por el propio André Breton) y con los artistas de Dau al Set, en particular con Tàpies, con quien colaboraría en varias ocasiones. Era por tanto un personaje relativamente destacado del mundo del arte y la literatura en los oscuros años 40 y 50 del siglo pasado, es decir, en lo más tenebroso del franquismo. Por alguna razón destruyó toda la producción literaria no publicada de sus años más jóvenes, con una sola excepción: de nuevo justamente nuestro Nebiros, que sería rechazado en su día por la censura y del que se conservó algún ejemplar mecanografiado.

Por qué la mojigatería franquista prohibió el texto lo explica el interesante epílogo a cargo de Victoria Cirlot, filóloga e hija de autor, pero se entiende bien con solo leer el libro: no son solo las contadas referencias a la religión y algún comentario muy tangencialmente político, ni tan siquiera el recorrido nocturno del protagonista por diversos prostíbulos incluyendo alguna pequeña escena un poquito, pero solo un poquito, más explícita. Lo que seguramente no pudo soportar el censor es la atmósfera nihilista, la desorientación de un individuo perdido en sus contradicciones, el vacío espiritual que se filtra en cada página. En un país conducido por los caminos infalibles que marcaban el Gobierno en lo material y la Iglesia católica en lo moral debía resultar insoportable semejante grado de descreimiento y angustia.

Porque de todo eso hay varias toneladas. Un protagonista sin nombre, como tampoco lo tienen las calles o la ciudad misma, sale de su oficina y al atardecer se dedica a pasear sin rumbo por las callejuelas próximas al puerto. Entre tanto, deja fluir sus pensamientos sin freno y sin medida. Al principio percibimos un personaje abatido, solitario, gris, ‘con aspecto de desenterrado’, una figura que hubiera fascinado a Cioran, por ejemplo, decepcionado del mundo y de sí mismo. Pero es aún peor. El sujeto es de una inconsistencia tal que a cada página de abatimiento y rendición le sigue otra en la que cambia a un discurso lleno de intenciones luminosas y confianza en el hombre. No soporta la soledad y tampoco la compañía, ni la conversación ni el silencio y, al fracasar siempre en la búsqueda de un término óptimo, el péndulo sigue desplazándose sin fin de un extremo al otro. 

De ahí quizá los tumbos por las calles nocturnas, el deseo de volver a casa enseguida abandonado para continuar la ruta, la estancia en la taberna intentando rehuir la mirada del camarero, la elección de la prostituta deforme. Siempre moviéndose en el fango, a veces de forma literal, en la frontera del sueño, la locura y el recuerdo, se reivindica el derecho al placer (el del mendigo a gastarse la limosna en alcohol, el del obrero a ser feliz por unos minutos en el prostíbulo, cosas un tanto Houellebecq), y cobran protagonismo escenas de la casa familiar y sobre todo la figura inquietante y poderosa del padre, reflexiones e imágenes por donde parecen asomar heridas antiguas y profundas. O quizá es todo obra de Nebiros, el demonio cuyo mérito residía en ‘un pecado que alude la Biblia, que no se puede nombrar o, mejor dicho, del cual se ignora la esencia’. Un mal desconocido y por tanto invencible, una amenaza de la que solo se sabe que existe y que puede estar en el alma del individuo, en su cabeza, en su pasado. Demasiado para el censor, a quien imaginamos asustado ante tanta desolación.

La verdad es que el libro funciona en su mayor parte como novela filosófica en la que el hilo narrativo tiene más bien poco peso, y es más bien un instrumento para ir incorporando las sucesivas oleadas de reflexiones e ilustrándolas con imágenes. Siendo la única obra de Cirlot en prosa, da la impresión de que tampoco se preocupó mucho por establecer un ritmo adecuado al formato y así, la lectura, aunque intensa por la turbación que transmite, puede hacerse algo pesada si se toma como una novela normal. De manera que deberemos verla como una mezcla de ensayo y memorias dispuesta sobre un soporte narrativo cuya utilidad fundamental será transportarnos por las callejuelas infectas, por los recovecos peligrosos del pensamiento y los recuerdos.


lunes, 30 de septiembre de 2024

Martín de Ugalde: Hablando con Chillida

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1975

Valoración: recomendable para interesados


Supongo que casi todo el mundo sabe quién es Eduardo Chillida, escultor vasco cuya obra, con frecuencia de grandes dimensiones, está esparcida por medio mundo, buen parte de ella en espacios públicos. Por su parte, con muy pocas excepciones, Martín de Ugalde les resultará un nombre completamente desconocido. Es un escritor que pasó buena parte de su vida en el exilio, retornando a Euskadi tras el fin del franquismo, cuando adquirió cierta notoriedad como autor de libros de temática vasca, entre ellos alguno de entrevistas con personajes del país, entre los que se inscribe este texto con el testimonio directo del artista.

La vida de Chillida también transcurrió parcialmente en el extranjero, aunque por motivos profesionales y no políticos. Su figura, ampliamente reconocida sobre todo a partir de los años 70 del siglo pasado, fue sin embargo importante desde mucho antes, cuando formó parte de Gaur, un grupo de artistas vascos (Oteiza, Zumeta, Mendiburu…) que impulsaron una profunda renovación de las artes plásticas, trascendiendo el ámbito local y nacional. En la larga charla el escultor cuenta algunos episodios familiares y anécdotas acerca de sus obras, pero sobre todo habla del proceso creativo, la forma de sentir y trabajar los distintos materiales, la búsqueda del espacio vacío que rodea y se inserta en el objeto, o la intención de crear cosas que se integren en el entorno y pasen a ser de dominio público. Naturalmente, muchas cosas para llenar unas 170 páginas, aunque se echan de menos algunos asuntos.

Para empezar, aunque el libro se reedita varias veces, la entrevista deduzco (porque Ugalde no lo dice) que tuvo lugar en 1975. Para entonces, por poner un ejemplo, el famoso Peine del Viento de Donostia-San Sebastián todavía no estaba en pie, ni imaginado siquiera el polémico vaciado de la montaña de Tindaya, y faltaba aún mucho para el conocido rifirrafe con Oteiza. Es decir, que la etapa digamos de mayor visibilidad pública del artista, y por tanto quizá la más atractiva para el profano, queda fuera del texto, que se centra así en un periodo y una temática más íntimos, con informaciones interesantes aunque algo más árido.

Por otra parte, aunque supongo que Martín de Ugalde se habrá trabajado previamente la entrevista, no puede ocultar que sus conocimientos de arte son bastante limitados. De manera que la mayor parte del tiempo se limita a dar continuidad a las reflexiones de Chillida, cuando no a insistir, de forma un poco obsesiva, en asuntos identitarios que en mi opinión solo tienen un peso relativo en la obra del escultor. Cuando toca hablar propiamente de arte, Ugalde se pierde bastante o sale del paso recurriendo a razonamientos intencionadamente abstractos que ni el entrevistado llega a entender. Al no conducir correctamente la conversación, nos perdemos algunos datos interesantes sobre esa etapa inicial en la que Chillida avanza en su proceso de maduración.

No obstante estas carencias, encontramos desde luego ideas de gran interés, como la insistencia en separar la creatividad de la técnica, desaprender lo que se domina para poder explorar nuevos caminos, la relación del artista con los materiales que utiliza, o el entronque con su entorno cultural. Porque, aunque haya quien siga pensando lo contrario, para ser un creador reconocido en todo el mundo durante décadas no basta con inventarse un hierro retorcido o una mole de piedra colgada de un cable: hay muchas horas de reflexión y trabajo, mucha creatividad intentando buscar el camino entre bocetos, materiales y descartes. Pensémoslo un poco cuando veamos obras que a lo mejor no entendemos o no nos dicen nada. Leyendo a un tipo inteligente y sensato como Chillida podemos verlo más claro.


miércoles, 25 de septiembre de 2024

Raúl Ariza: Trilogía elefantiástica

Idioma original: Español  
Año de publicación: 2024
Valoración: Está bien

La Trilogía elefantiástica compila varios textos (revisados para la ocasión) que se publicaron originalmente en las antologías de Raúl Ariza Elefantiasis (2010), La suave piel de la anaconda (2012) y Glóbulos versos (2014). 

Dichos textos son mayoritariamente relatos de dos páginas de extensión (ahora mismo sólo me vienen a la cabeza cuatro relatos que se alargan hasta las tres páginas), aunque también hay un puñado de poemas salidos de Glóbulos versos. Se ciñen a un registro realista (salvo "Crisis", que narra un fin del mundo inminente), comparten un estilo directo no exento de lirismo y abordan temas similares.

En general funcionan. Sin embargo, no todos lo hacen con la misma efectividad; a eso hay que sumarle que, leídos de corrido, son redundantes (pues exploran temas como la incomunicación entre seres humanos, la soledad, el deseo reprimido o la frustración existencial desde ángulos parecidos) y acusan ciertos vicios estilísticos que no me acaban de convencer (por ejemplo, poner algunas acotaciones de los diálogos en una nueva oración con la primera letra en mayúscula).

También reprocharía a los textos de Ariza que muchos de ellos podrían pulirse. Aquellos que tienen narradores en primera persona no siempre son del todo verosímiles; en "El ruido y el frío" o en "Superhéroe", por ejemplo, se me ocurren un par de ideas para que la voz de niño del primero, y la del narrador en tercera persona centrado en un niño del segundo, sean más convincentes. Asimismo, a los que se cierran con un giro les convendría buscar opciones más imaginativas, ya que en casi todos se revela al último momento una relación adúltera o un crimen pasional.

Así a groso modo diría que en La suave piel de la anaconda se hallan relatos más refinados del volumen. También los hay bastante buenos en Glóbulos versos, acompañados por unos interesantes poemas que actúan como contraparte.

Estos poemas de Ariza también son destacables, por cierto. Sin ser yo un admirador del género, admito que algunos de ellos me han llegado a conmover, en ocasiones incluso más que su versión narrativa. Es el caso, por ejemplo, de "El viajero imaginario", cuyos versos (probablemente asimilados perfectamente gracias al contexto que da previamente el relato del mismo nombre) comparto a continuación:

«Hice el petate
-cuatro cosas, tres poemas y algún sueño-
y me puse a caminar
Doblé dos esquinas que 
resultaron fronteras
y me adentré en selvas
vírgenes como mis 
sábanas
También me bebí vasos
llenitos de ríos con
caimanes y trepé
bordillos del tenor
de un Himalaya

Era ya tan viejo
cuando me anudé los 
zapatos para partir»

Para ir terminando querría mencionar que Trilogía elefantiástica parece haber recibido mimo tanto del autor como de Talentura, la editorial que la publica. Aunque, eso sí, criticaría a ésta última por recurrir a imágenes generadas con IA; no entraré en la ética de semejante proceder, pero diré que las ilustraciones obtenidas se antojan sumamente genéricas.

lunes, 16 de septiembre de 2024

Zoom: Conversaciones sobre la escritura por Andrea Camilleri Y Manuel Vázquez Montalbán

Idioma: italiano

Título original: Dialoghi

Año de publicación: 2021

Traducción: Ernesto C. Gardiner

Valoración: recomendable, sobre todo para fans

Existe un particular género de libros que creo tiene más predicamento en Italia que en otros países (al menos, son italianos los ejemplo que yo conozco) que es el de los diálogos con o entre escritores. En algunos casos, se trata de periodistas u otros autores hacen ua se vuelve na larga entrevista a un colega con el objetivo declarado de publicarla como libro; en otros, como es el caso, se trata de la transcripción de conversaciones, más o menos públicas, entre escritores, como las que se producen en un festival literario, para solaz de sus asistentes o auspiciadas por algún medio de comunicación. Lo ideal, claro está,  es que los participantes en la conversación tengas cosas interesantes y si además se conocen de antes y se llevan bien, se vuelve mucho más fluida.

Eso es lo que pasaba con Manuel Vázquez Montalbán y Andrea Camilleri, que eran amiguetes, lectores mutuos y admiradores recíprocos de la obra del otro - de hecho, es bien sabido y además lo cuenta en este libro, Camilleri le puso Montalbano a su personaje más conspicuo en honor del escritor catalán-; no sólo eso: ambos compartían ciertas circunstancias biográficas, como si origen "periférico" dentro de sus respectivos estados, haber crecido bajo una dictadura fascista y una militancia comunista común. Y, sobre todo, una concepción de la novela negra "mediterránea", diferente en algunos aspectos de la tradición anglosajona o la escandinava 

En las cuatro conversaciones recogidas en este libro -quizá tres, en realidad, pues las dos últimas tuvieron lugar el mismo día y podemos considerarlas como continuación una de la otra- , llevadas a cabo entre 1998 y 2000, disertan sobre todos estos temas y otros más-; desde su formación literaria, su identidad cultural o, cómo no, su afición a la gastronomía, que ha trascendido a sus personajes. He de señalar aquí, por querencia personal, las menciones que hacen a un referente común, también cultivador de la novela policíaca "mediterránea", aunque con un sentido más político: el maestro Leonardo Sciascia. La primera de las conversaciones,  por otro lado, tuvo lugar durante un festival literario en Mantua y por ello cuenta con el interés añadido de algunas preguntas por arte del público (como la inevitable de por qué Carvalho quemaba libros... De hecho, un libro al día ; )

En fin, que se trata de un librito rápido de leer y muy interesante, sobre todo para los muchos seguidores/ as de la obra de estos dos grandes escritores,  ya desaparecidos, y, en los tiempos que corren, a menudo recordados. 

Otros muchos títulos de Andrea Camilleri reseñados en Un Libro Al Día: aquí

Y también unos cuantos (no tantos) de Vázquez Montalbán: acá

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Luisa María Linares: Apasionadamente infiel

Idioma original: Español
Año de publicación: 1955
Valoración: Entretenido

Apasionadamente infiel, novela de Luisa María Linares escrita en 1955 y traducida a varios idiomas, devino en su época un auténtico "bestseller". 

Personalmente creo que es un "bestseller" muy digno. Uno que, sin ser extremadamente memorable o complejo, cumple su función a la perfección. A fin de cuentas, se lee de una sentada y sus toques de misterio y romance entretienen de lo lindo; asimismo, exhibe una serie de virtudes de índole literaria poco habituales en obras similares. 

Trata de cuatro mujeres de vidas y procedencias dispares convocadas a Italia por Stéfano, amor del pasado de todas ellas. Stéfano, envejecido y enfermo, promete legarles parte de la fortuna en su testamento, a cambio de que permanezcan un tiempo junto a él en la opulenta Casa della Rocca.

Ya digo que Apasionadamente infiel entretiene. Y es que Luisa María Linares, con suma habilidad, plantea algo de misterio y romance, introduce nuevos conflictos argumentales y dosifica con tino la información que recibe el lector.  

La autora, asimismo, dota de una nada desdeñable identidad propia a todo su elenco protagónico (incluso me atrevería a decir que al secundario también), pese a lo numeroso que es y a la relativamente breve extensión de la novela. En efecto: Elena, Nicole, Arminda, Irene, Stéfano, su secretario Toni y su médico León tienen caracterizaciones distintivas. También sus arcos (salvo alguno que se antoja un tanto forzado o previsible) funcionan en general. 

Por otra parte, las dinámicas que hay entre personajes me han parecido sumamente interesantes. Sobre todo las que brotan del doctor León; el maquiavélico domino que ejerce sobre Stéfano y la cruel vejación a la que somete a Toni son particularmente perversos.

La prosa de Apasionadamente infiel es otro apartado a resaltar. Sencilla y ágil como es, resulta bastante efectiva en ciertas escenas, refleja adecuadamente la psicología de cada personaje y ostenta un simpatiquísimo sentido del humor.

Quizá le achacaría a la novela un tono global dubitativo (que no sabe si decantarse por la comedia o el cinismo) y un final a todas luces anticlimático (el doctor León merecía dar mucha más guerra). Tampoco me convence su segundo acto, que arranca con muchísima fuerza pero enseguida pierde fuelle (aunque admito que mi relativa decepción en este apartado se pueda deber a que mis expectativas para con la historia iban en una dirección completamente distinta a la seguida por Luisa María Linares).

Ah, pese a que a mí no me ha molestado lo más mínimo, la obra muestra una aproximación a la «lucha de sexos» y al feminismo algo desfasadas. Simplemente lo menciono porque sé que hay gente a la que esto le puede incomodar. Sea como fuere, dado el contexto histórico en el que se concibió Apasionadamente infiel, la novela podría incluso considerarse una adelantada a su tiempo, por más que ya no se ajuste a los cánones actuales.