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martes, 16 de enero de 2024

Albert Boissière: El hombre sin cara


Idioma original
: francés
Título original: L'homme sans figure
Traducción: José Francés
Año de publicación: circa 1910
Valoración: Divertido

La Casualidad. Así, con mayúsculas. Según la RAE, combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar. Bien, de acuerdo, las casualidades existen, y si algo existe, se puede (se debe) escribir sobre ello, ya sea como tema principal o como recurso. Pero díganme, díganme, a ver qué les parece esta Casualidad (viene un pequeño destripe de las primeras dos o tres páginas de la novela, pero al ocurrir tan temprano espero que se me sepa perdonar): un hombre se ve acusado de un falso crimen y ese mismo día por la tarde, sin buscarlo ni beberlo, recibe la proposición de vivir una vida de millonario bajo otra identidad a cambio de casarse con una hermosa joven. La Casualidad. Qué bien le vino a nuestro protagonista esta en particular. Y qué bien viene para la trama todas las posteriores, prácticamente una por capítulo.

Me parece correcto e incluso interesante, según la ocasión y el modo, el utilizar la casualidad como detonante para desarrollar un argumento; a lo que me niego es a aceptar como recurso legílitimo el uso sistémico de casualidades como elemento sistémico a lo largo de la trama, puesto que lo único que consigue es convertir una historia en un mal folletín, o más actualmente, en un culebrón. Me recuerda esa sensación que aborrezco de las series televisivas, donde el mundo se reduce a seis o siete personas y todo les sucede a ellas y entre ellas...

Si disculpamos esta técnica narrativa, la verdad es que por el resto está bastante bien; lo malo es que hay mucho que disculpar. Es uno de esos libros donde se debe entrenar la capacidad de suspensión de la credibilidad: yo estoy muy bien entrenado gracias a los libros de Anne Rice, si a usted le gustan por ejemplo las películas de superhéroes probablemente también lo estará.

Personalmente, me encantan estas novelas tan típicas de finales del s. XIX, comienzos del s. XX, cuando se empieza a desarrollar el género de novela negra y todavía no se desliga  completamente de los géneros de suspense y terror. Me viene a la mente la colección de nóvela gótica de la editorial Valdemar, con tan buenos ejemplos que viene a ilustrar lo que trato de explicar.

En cuanto a la estructura, la novela está dividida en dos partes de igual longitud, una en América y otra en Europa, el rey de los locos y el rey de los cuerdos. Hay una cierta belleza en esta simetría, y muestras de talento desperdigadas por el resto del libro, en ningún momento cae en excesos lovecraftianos ni se recrea en lo morboso, a pesar de las oportunidades para ello: a juzgar por esta obra, Boissière fue un buen escritor que conocía el oficio.

Salpimentada la novela (al menos mi traducción de Ediciones Rueda) con un uso extraño de la coma, laísmos (“quiero regalarla algo”, chirrido sobre cristal Nº36 en d minor) y alguna que otra falta de ortografía, el conjunto total lo califico como entretenido, sin más. Ni quiere ni pretende dejar huella, pero es una buena opción para leer entre obras más pesadas o de más difícil digestión. Y seguramente mejores.

lunes, 7 de noviembre de 2022

Joshua Cohen Los Netanyahus

Idioma original: inglés

Título original: The Netanyahus

Año de publicación: 2021

Traducción: Javier Calvo

Valoración: está bastante bien


-¿Los Netanyahus? No sé quienes son esos, pero me suenan de algo...

-Normal, porque se trata de un apellido más que conocido: el del político (ultra)conservador israelí Benjamin "Bibi" Netanyahu, que ha sido en varias ocasiones primer Ministro.

_¿Ah, sí? Pues ni idea... yo es que no veo las noticias...

-Ya me imagino. Pues bien, los "Netanyahus" del título se refiere, en efecto, a  su familia y a él mismo, en este caso cuando era aún un niño y su padre Benzion trataba de ser contratado como profesor de Historia en EEUU.

-Humm, qué interesante... (disimula un bostezo).

-Puede parecer un tema no muy divertido, pero, sin embargo, esta novela sí lo es y mucho. Porque, para empezar, el argumento está basado en una anécdota que contaba Harold Bloom, el autor del controvertido canon literario (al menos en este blog): en cierta ocasión, dadas ciertas complicadas circunstancias, tuvo que hacer de anfitrión de la familia Netanyahu, que había acudido junto al pater familias a que éste impartiera una clase como profesor invitado en la universidad de Bloom... y digamos que la cosa no acabó tan bien como cabía esperar. La historia, al serle referida a Joshua Cohen, le sirvió a este para pergeñar esta novela, protagonizada aquí -y narrada- por el profesor Ruben Blum, historiador económico del Bronx neoyorquino que se ha trasladado con su familia a la pequeña universidad de Corbin, en el norte... no, perdón, en el oeste del estado. Allí es donde, en 1960, también pretende ser contratado el doctor Netanyahu, historiador especializado en la Inquisición ibérica y, puesto que por aquel entonces Blum es el único profesor judío del campus, se le pide que forme parte del comité de contratación y, además, sea el anfitrión del israelí. Lo que se vuelve una gran complicación cuando éste aparece en medio de una gran nevada, junto a su enérgica esposas Tzila y sus tres asalvajados hijos varones (Benjamin es, paradójicamente el del medio).

Como ya he dicho, la novela resulta muy divertida porque el tono empleado por Cohen es, en todo momento -o casi- humorístico. En realidad, más de la mitad del libro se centra en las cuitas del profesor Blum: laborales -pues aún no ha sido hecho profesor titular de la universidad y debe andarse con pies de plomo-; familiares -tanto en lo que se refiere a su tozuda hija adolescente como a la injerencia de sus padres y suegros, judíos neoyorquinos todos, pero de diferentes orígenes y clase social-; pero también "existenciales", por así decirlo. Blum es un tipo modesto e inseguro, quizá incluso un tanto pusilánime y se ve obligado a afrontar con⁹ sus limitados recursos tanto los prejuicios a su condición de judío como su escasa consideración como historiador. Algo que contrasta sobremanera con la arrogancia autoconfianza del doctor Netanyahu, sionista militante e "innovador" en sus estudios históricos -por limitada que fuera su formación-, estudios que él además pone al servicio de la causa sionista y de su concepción de lo que debe ser Israel. Algo que queda más que evidente en la segunda mitad del libro, cuando aparece la familia Netanyahu -aunque anteriormente ya hemos conocido bastante la figura del padre a través de un par de cartas hablando de él que le son enviadas a Blum-; a partir de este momento, la sonrisa que la ironía de Cohen había plasmado en el rostro del lector (de este lector, al menos) deja paso, en más de una ocasión, a la franca risa, cuando comprobamos que el desastre puede acechar en cualquier recodo del camino -más aún si se encuentra cubierto de nieve-... o, como bien expresa cierto dicho, "el diablo está en los detalles".

En resumen, una novela de campus bastante divertida, aunque tal vez podría ser más vitriólica, en la que se da un cierto repaso, entre otras cosas, a las formas que adopta o ha adoptado la "juidicidad" (no sé si existe el palabro), esa circunstancia cultural/religiosa que, no lo olvidemos, ha nutrido la literatura de tantos y tan buenos escritores. De forma más sutil, también quizás más profunda, es una novela sobre cómo ocupamos nuestro lugar en el mundo y, sobre todo, cómo fingimos que merecemos ocupar ese sitio o el que aspiramos a ocupar. Y, sobre todo, sospecho que será un libro que le dificulte a Joshua Cohen la posibilidad de visitar Israel en un futuro, ahora que Bibi ha vuelto a ganar las elecciones. En cualquier caso, yo no me arriesgaría...

domingo, 24 de julio de 2022

Juancho Azuar: Cuidado con Chaikovski

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Divercioso
Ilustraciones: Teresa Arroyo

A ver si, ahora que estamos cerca de las 5000 reseñas, nos declaran de una puñetera vez "blog de utilidad pública" y nos conceden una pequeña subvención, que uno tiene sus vicios y nunca está de más una ayuda.

Muestra de esa "vocación de servicio público", hoy traemos un libro ideal para que lectores de unos 10 -12 años (más o menos) pasen un rato de lo más divertido en estas vacaciones de verano y para que, ya de paso, sus sufridos progenitores aprovechen para tomarse un breve respiro. Casi nada, eh! 

Hablamos de "Cuidado con Chaikovski", novela con la que Juan Ramón Azuar Romero (AKA Juancho Azuar) se adentra en la literatura infantil. Además del ya comentado rato de entretenimiento que proporciona la novela, creo que esta tiene otras virtudes. Así...

  • Azuar consigue que, en términos generales, la voz narradora sea creíble. Este creo que es el aspecto más complicado en literatura infantil ya que no es nada fácil ponerse en la piel de un narrador de unos 10-12 años y que sus palabras no suenen excesivamente adultas o excesivamente infantiles.
  • Narrativamente se trata de una historia bastante lograda, gracias a los saltos temporales que dotan de mayor carga al personaje principal.
  • Las situaciones que aparecen en el texto son plenamente identificables para el lector: relaciones familiares o "socioescolares" son contadas sin tapujos pero con humor y delicadeza.
  • Las ilustraciones, obra de Teresa Arroyo, que con su toque bestia y caricaturesco me han despertado más de una sonrisa.

¿Pero vamos a hablar de una novela infantil sin conocer la opinión que sobre ella tiene una lectora de 9 años? No! Aquí os dejo lo que dice Ainhoa, que se estrena hoy en ULAD!! (A ver si tiene más recorrido que su hermana, que ya pasa de su padre, de su madre, de ULAD y de todo lo que no sea fútbol):

Me ha gustado por los dibujos (por las narices que les ponen y porque son graciosos) y por las palabras inventadas del niño: grandigorda, piscologa, matecáticas, etc. La historia encima es graciosa y divertida.

Bueno. Parca en palabras la niña, pero suficiente para hacerse una idea, ¿no?

También de Juancho Azuar en ULAD: El vértigo del trapecista

miércoles, 8 de septiembre de 2021

Geoffrey Willans & Ronald Searle: ¡Abajo el colejio!

Idioma original: inglés
Título original: Down with skool!
Año de publicación: 1953
Traducción: Jon Bilbao
Valoración: divertido

ha todos los ninios i niñas qe enpezais de nuebo el kurso eskolar: ¡No seais exklabos! no permitais la hopresion de padres i profes! Biva la livertaz, ermanos i ermanas de infortunio! ¡Abajo el colejio!

Uf... qué cansado es escribir así, os lo digo de verdad; más aún para una persona como un servidor, que no ha puesto una falta de ortografía en su VIDA (las que encontráis  ocasionalmente en mis reseñas y que señaláis con suma y bienvenida gentileza son por culpa, en exclusiva, del defectuoso software del procesador de textos de blogger.com, os lo aseguro). Pero el caso es que así es como está escrito este libro de Geoffrey Willans -bueno, así no, claro, en inglés, cuidadosamente traducido por Jon Bilbao... o quizás debería escribir "cuidadosamente mal traducido"-, en el que un estudiante de uno de esos típicos colegios privados británicos, santuarios de los deportes de equipo y los castigos corporales, en este caso uno llamado San Custodio, nos ofrece un compendio de observaciones y consejos sobre compañeros, padres y profesores para sobrevivir a los años escolares sin dar ni golpe y recibiendo los menos posibles...

El resultado es una mezcla entre las aventuras de Guillermo el travieso, las del pequeño Nicolás (el original, se entiende) y un Harry Potter sin magia... Así, aprendemos que podemos tener como compañeros tanto a repelentes barbilindos como a prepotentes ricachones; la diversa tipología de "direztores" y sus instrumentos de castigo, así como la de esos infelices que son los profesores; cómo conseguir librarnos de sus clases, tanto de latín, mates o literatura, como de las excursiones botánicas o la religión -el poco eficaz método de aparecer vestido de ángel y colgando de una cuerda hasta que te castiguen por blasfemo). También cómo torturar a esos curiosos especímenes que son los padres y madres cuando acuden al colegio a visitar a sus vástagos o cómo evitar  -o al menos divertirse con la infame comida que se sirve en San Custodio.

Como se ve, se trata de un texto muy divertido, aunque quizá su acidez se nos quede un tanto diluida en estos tiempos, pese a que las dosis de vitriolo no son escasas... claro que quizás aumentasen en los siguientes tres o cuatro libros que Willans escribió con el inefable Nigel Molesworth de protagonista, no lo sé... 
"Pasa a menudo que los padres se preocupan por los pogresos de sus hijos. No se dan cuenta de que todos los niños son unos zoquetes sin celebro, lo que es fácil de conprender viendo a los padres."

En todo caso, el divertimento que supone este libro sería mucho menor sin las desopilantes ilustraciones de Ronald Searle, tan jocosas como el propio texto y que, en verdad, funcionan al margen de éste. Una delicia (bueno, según para quién...):


Así que, ya sabéis, niñas y niños, personas diminutas, que retomáis en estas fechas las clases, después del parénteisi veraniego: tal vez no os guste vuestro cole, vuestros profes o compañeros, pero siempre podía ser peor; podríaas estar en San Custodio... De cualquier forma, ahora y siempre: ¡Abajo el colejio!

sábado, 24 de julio de 2021

Reseña + entrevista: Territorios improbables , de Pedro Torrijos

Idioma: español

Año de publicación: 2021

Valoración: muy interesante y recomendable

Aquellos de nuestros lectores que tengan cuenta en Twitter (que, sin duda, utilizan para compartir recetas de cocina, memes de gatitos y comentarios sobre Eurovisión, nada de propagar bulos e insultos a sus adversarios políticos) es más que posible que conozcan los hilos de #LaBrasaTorrijos, el hashtag que utiliza el arquitecto y profesor -y ahora escritor- Pedro Torrijos para difundir unas maravillosas, sorprendentes y, sobre todo, muy entretenidas historias sobre lugares que parecen imposibles, imaginados tan sólo por alguna mente fantasiosa, pero que en verdad existen o han existido alguna vez y que, desde toda su poesía, originalidad, horror o diversión, nos interrigan y dan respuestas, a un tiempo, sobre nosotros mismos, los seres humanos que los hemos creado (en más de un caso, hay que decir, seres humanos que estaban un poco cucú...).

Por fin, recientemente, Torrijos ha recogido el anhelo de buena parte (por no decir todos) de sus seguidores tuiteros y ha plasmado en un libro muchos de estos fascisnantes hilos. Reunidos en cinco partes -Lo que ya no está, Lo que tenemos delante, pero no vemos, Lo que no podemos dejar de ver, Lo que no queremos mirar, Lo que no debería existir-, encontramos aquí ciudades hechas de aire y ciudades anegadas por la arena, pueblos donde sus habitantes viven enterrados como muertos y otros donde los muertos -también enterrados- superan con mucho a los vivos; pueblos "potemkin" donde nadie mora sus edificios y otros donde, en cambio, todos viven en uno solo. Ciudades abandonadas en medio de la selva o el océano y rascacielos en pleno desierto. Ciudades que crecen sin control como un tumor maligno y edificios que lo hacen como una planta mutante... alguno incluso desafiando al dios que pretende honrar.

Conoceremos la historia de la casa de los cientos de habitaciones y miles de fantasmas, la del edificio que era un serial killer -es literal-, la de la isla de los cadáveres de plástico. La historia del alemán megalómano que quiso crear un supercontinente (y no es quien vosotros pensáis). La del solar más caro y pequeño del mundo; la de la casa que pretendía rascar los Infiernos; la del edificio construido con sombrillas. El museo que es una cicatriz.

Todo ello contado con una amenidad y ligereza -incluso llaneza- también digna de elogio; no os asustéis aquellos/as que huís de los términos demasiado técnicos, conceptuales o directamente pedantes: no encontraréis nada de eso en este libro. Muy al contrario, es un libro para todo el mundo, para ayudarnos a amar la arquitectura, el urbanismo y las maravillas y curiosidades que nos tiene reservadas este nuestro mundo. 

Para quien esté interesado/a, recordad: podéis leer estas historias en los hilos de #LaBrasaTorrijos, que aparecen todos los jueves en la cuenta de Twitter de @Pedro_Torrijos (me atrevo a recomendar, asimismo, otras estupendas cuentas que hacen divulgación sobre diversos temas, como @itineratur , @Wurtz3el , @Azul_Mistico o, sobre cine, la magnífica de @Okinfografia). Y, por supuesto, en este estupendo libro que esperemos tenga continuación en otros muchos de este autor...

*          *          *    

Además de por escribir sus divertidos y fascinantes hilos y libro, debo agradecer a Pedro Torrijos la gentileza de haber respondido a unas preguntas para Un Libro Al Día:

-No eres quien ha inventado los hilos de divulgación en Twitter, pero sí uno de sus más conspicuos cultivadores, al menos en España o en español...¿Te podríamos considerar como una especie de rey Aragorn o caballero jedi que capitanea los ejércitos de la luz frente a las hordas de trolls, bots y demás patulea que pulula por las redes sociales?

-Jajajaja, más allá de lo de ser o no un líder, si que creo que formo parte de un tipo de divulgadores tuiteros o creadores de contenido tuitero que intentamos escapar del ruido y la furia que, a veces, se hace dominante en las redes sociales. Y somos bastantes, ojo, no soy el único. Como dije a finales del año pasado, dicen que Tuiter es un lugar hostil pero yo creo que no, yo creo que Tuiter puede ser un lugar estupendo, solo es necesario explorarlo y mirarlo en los lugares adecuados.

-¿Que necesita tener un lugar, edificio o historia para merecer un hilo de #LaBrasaTorrijos? ¿Ser un sitio insólito, paradójico, ejemplificante... o simplemente curioso?

-Que sea susceptible de contar una historia sobre él. Es decir, la inmensa mayoría de los lugares XD. En realidad, lo importante no es ni el lugar ni la historia que se cuenta, sino cómo se cuenta. Al final, todas las historias ya se han contado antes (y, probablemente, todas de pueden reducir a la Anábasis de Jenofonte), así que lo que hace una historia buena es cómo se cuenta; cuáles son sus recursos, sus registros, su tempo, su métrica, su desarrollo...

-En tus hilos y en el libro muestras una vocación no sólo divulgativa, sino también desmitificadora de la arquitectura, huyendo del lenguaje demasiado técnico o rimbombante. ¿Cómo crees que reciben estos hilos tus colegas arquitectos, un gremio que tiene fama de..ejem, estar un tanto encantados de haberse conocido... (por decirlo así)?

-Más que encantados de habernos conocido, creo que los arquitectos somos intelectualmente muy onanistas: hablamos para nosotros de cosas que solo nos interesan a nosotros empleando términos que solo conocemos nosotros. En realidad no es malo que un gremio tenga un lenguaje y un entorno de comunicación particular, lo que es más dudoso es que ese lenguaje y ese entorno de comunicación sea prácticamente el único que se practica. Dicho lo cual, yo creo que a mis colegas arquitectos les gustan mis hilos igual que a cualquier otra persona: algunos les gustarán más y algunos les gustarán menos porque, en realidad, lo que yo cuento es historias, y las historias llegan a todos los oídos que les apetezca escucharlas.
 
-¿Y en tu caso particular, esta labor divulgadora ha cambiado de alguna manera tu forma de ejercer tu oficio?

-De hecho, ahora mismo, esa labor divulgadora es mi oficio. Mi trabajo es la comunicación y la divulgación.

-Los capítulos de tu libro o tus hilos de Twitter muestran ante todo una visión humanista de la arquitectura , en su sentido más amplio; incluso cuando hablas de lugares y edifcios abandonados o que ni siquiera han sido concebidos para que los habiten personas. ¿Te parece que a veces la arquitectura más "espectacular" y los "arquitectos estrella" han olvidado esa vertiente más humanista o eso no es más que otro tópico sobre esta disciplina que tenemos los profanos?

-Creo que todos (o casi todos) los arquitectos quieren que los usuarios de sus edificios vivan lo mejor posible y sean lo más felices posible dentro de esos edificios. Otra cosa es que consigan eso que se proponen, bien por problemas en el diseño, en la construcción, en la normativa, promoción, ayuntamientos y todos los miles de agentes que intervienen en la construcción de un edificio. Hay que tener en cuenta, eso sí, que las funciones de una obra de arquitectura no son únicamente las convencionales; a veces tienen una función simbólica, o histórica. Hacer que todos esos elementos encajen bien no es siempre fácil. Dicho lo cual, yo estoy bastante en contra del concepto arquitecto-estrella, aunque creo que es más un problema de las entidades y los ayuntamientos que los encumbraron que de su labor como arquitectos que, salvo excepciones, suele ser bastante buena.

-Supongo que te resultará casi imposible, porque es como pedirle a alguien que elija entre uno de sus hijos, pero ¿tienes algún hilo ohistoria que te sea favorito, por simple cariño o, al contrario, por la dificultad que te causó encontrar los datos necesarios, etc.?

-Como bien dices, es imposible. Algunos días es una, otros días es otra... Quizá la de Heritage USA, el parque temático dedicado a Jesucristo, que es un capítulo del libro, sea una de las que más me molan.

-¿Puedes adelantarnos alguno de los temas que van a ser objeto de #LaBrasaTorrijos próximamente o mejor esperas a darnos la sorpresa?

-Pues mira, una que contaré en la tercera temporada, que empieza en septiembre, es la de la casa de un millonario francés que iba en silla de ruedas y que limpiaba una inmigrante extremeña. Una historia MUY especial.

Deseando leer pronto ésta y otras nuevas historias, nos despedimos de Pedro Torrijos, agradeciéndole una vez más su amabilidad.

viernes, 16 de julio de 2021

Umberto Eco: Cómo viajar con un salmón

Idioma original: italiano
Título original: Il secondo diario minimo
Año de publicación: como artículos en prensa, desde (1975) 1986. Como parte del libro Segundo diario mínimo, 1992.
Traducción: Helena Lozano Miralles
Valoración: molto facile e divertente... quiero decir, recomendable y divertido.

Tras este curioso título, encontramos un libro no menos recomendable e igualmente divertido: se trata de una recopilación de artículos que Umberto Eco escribió para la revista L'Expresso a partir de 1986 -aunque los hay fechados desde 1975; no sé si para otras publicaciones o si se trata de inéditos-, todos bajo la fórmula recurrente de "cómo hacer tal o cual cosa"; de esta forma, se diría que constituyen una especie de manual de instrucciones para ir por la vida -de hecho, uno de los artículos se titula, precisamente, Cómo seguir las instrucciones-, pese a que algunos de sus "consejos" no parezcan, a priori, de mucha utilidad para nuestra vida cotidiana: se nos explica, justamente, cómo viajar con un salmón (se entiende que muerto y, a ser posible, ahumado), cómo llegar a ser caballero de Malta o cómo salir en los medios aunque no seamos nadie... aunque esto último cada vez es más habitual.

Como se puede cualquiera imaginar, el humor, la ironía e incluso el sarcasmo es la constante en todos estos artículoso capítulos. En algún caso, sobre todo en los últimos, Eco se pone un poco más serio o mejor sería decir que en ellos predomina la reflexión sobre la ironía, reflexión que se centra en cómo la urgencia y banalidad de los medios de comunicación hacen que cualquier asunto acabe por volverse pasajero y superficial, terrreno abonado, ademá,s para las explicaciones absurdas pero fáciles de comprender: Cómo evitar caer en los complots (no quiero pensar que le hubieran parecido a don Umberto estos tiempos de terraplanistas, antivacunas o QAnon); Cómo no olvidar a los pedófilos (y quien dice pedófilos dice los okupas con que nos aterrorizaron los medios españoles el pasado verano; ya veremos qué toca éste...) o, sobre todo, Cómo sobrevivir al caos de los medios (no hace falta mayor explicación).

Cierto es que, probablemente, algunos de estos consejos sean sobre todo aplicables a profesores universitarios de semiótica o, al menos, a académicos e intelectuales en general, pues es sobre las cuitas de su quehacer sobre lo que escribe Eco: Cómo presentar un catálogo de arte, Cómo hacer un inventario, Cómo hacer una introducción, Cómo tirar los telegramas a la papelera -de premios y eventos a los que se le invita sin ser deseados-, Cómo precaverse de las viudas -de todos los herederos de la obra literaria de un escritor, en realidad-; en otros trata de los problemas que pueden asaltar a un frecuente viajero internacional como fue él mismo: para empezar, claro está, el del salmón  -ya digo que no es una metáfora de nada, sino algo literal-, Cómo comer en el avión, Cómo usar al taxista -muy útil-, cómo viajar en trenes americanos... Y también están los de una variedad que me resulta bastante enternecedora: la de los problemas con la tecnología moderna , que va desde los entonces sorprendentes artefactos, hoy diríamos que vintages, de aquellos 80 y 90 del siglo XX -Cómo comprar gadgets, Cómo usar el fax, Cómo no usar el teléfono móvil- hasta las vicisitudes habituales de los usuarios de Internet, ya en el siglo XXI: Cómo castigar a los que practican el spam, Cómo usar la red intentando acordarse de algo... Aunque más entrañables aún resultan los artículos que se refieren a los recuerdos de la infancia y juventud: Cómo comer el helado, Cómo empieza, cómo acaba.

Pero, en fin, para qué engañarnos: sé cuál es el capítulo que vais a mirar en primer lugar aquellos que os decidáis a leer este útil (!) y divertido libro: Cómo reconocer una película porno. Y no, no es cómo vosotros pensáis...

Más obras de Umberto Eco reseñadas en Un Libro Al Día: aquí

domingo, 7 de febrero de 2021

Moderna de Pueblo: Cooltureta

Idioma: español

Año de publicación: 2014

Valoración: divertido... y revelador

COOLTURETA: Dícese del individuo que pretende conseguir alguna notoriedad social (es decir, parecer cool o guay) por medio del conocimiento de diversas manifestaciones culturales y artísticas, a ser posible elitistas y/o vanguardistas; a veces se conoce a estos especímenes como "gafapastas", por su afición a estos adminículos para la mejora óptica, aun cuando no las necesiten (lo que, por cierto, causa no poca perplejidad a quienes desde siempre somos más miopes que Stephen King cuando se levanta por la noche a hacer pis). No hay, sin embargo, que confundir al verdadero cooltureta, cuyo deseo de ser guay y molar no está reñido con un interés auténtico, por más que pueda ser algo errático, por la cultura (entiéndase la música, el cine, cierta literatura y, como mucho, algunas artes plásticas o escénicas... otras variedades como las danzas regionales o la cerámica vidriada no suele ser objeto de su atención); no hay que confundirlo, digo, con el llamado "cultureta de palo", que sólo finge tal interés por conseguir objetivos más espúreos, ya sean de tipo crematístico o lúbrico. Los fenotipos diferenciados de ambos especímenes, el auténtico cooltureta y el de palo, se encuentran bien representados en este cómic novela gráfica, así como de otras subespecies asociadas; verbigracia:


La historia que se nos cuenta es, justamente, la de un joven cooltureta que se muda al barrio bohemio de sus sueños, repleto de tiendas de vinilos, mercadillos vintage, cafeterías prohibitivas y locales de coworking (confieso que este concepto siempre me ha hecho mucha gracia); amén, claro está de mucha gente guapa e interesante. Lo que no significa que a nuestro héroe todo le venga rodado en su vida soñada, sobre todo en lo refrente a sus relaciones sociales y amorosas... Porque, en fin, más allá de este neo-costumbrismo, por divertido que resulte, lo que encontramos en el cómic novela gráfica es la enésima variante de la historia de chico-conoce-chica-fascinante-pero-sobre-todo-que-está-buenorra-aunque-no-le-hace-mucho-caso-mientras-él-pasa-de-su-amiga-simpática-que-sin-embargo-está-loca-por-sus-huesos... (esto me recuerda una peli en la que a la amiga simpática pero feúcha la interpretaba... Halle Berry O_o ). También se remarca la idea de que es más importante la autenticidad y el estar a gusto con uno mismo que conseguir la supuesta excelencia a la que aspiremos (lo que puede aplicarse a cualquier otro coolectivo, desde los coolturistas a los cooleccionistas de coo... vale, ya lo dejo). En todo caso, especialmente divertido para nosotros puede ser contemplar los avances del protagonista en cuestión de lecturas, en aras de hacerse con una culturilla literaria -aunque no queda muy claro si se ha leído todos los libros que aparecen-: así, pasa de El guardián entre el centeno o 1984 de su adolescencia a La insoportable levedad del ser, para acabar con los libros de DFW y Murakami (el malo)... ¿Alguien se siente reflejado?

Porque a estas alturas, más vale reconocerlo: TODOS SOMOS UN POCO COOLTURETAS, vosotros y yo. Vosotros, porque, si no, de qué ibáis a seguir un blog que trata diariamente de libros de ex-yugoslavos raros y guatemaltecas que no conocen ni en su casa a la hora de cenar, o lo que sea... Yo, porque, lo admito, en mi lejana juventud también vi películas rarunas, escuché música que no me gustaba y fingí haber leído libros que ni había abierto (bueno, esto lo sigo haciendo) para tratar de ir de guay. Y eso que en mi época lo que de verdad molaba era tener moto o, más adelante, un VW Golf 16 válvulas, a qué engañarnos... 

También es cierto que este có... novela gráfica (al final se me va a enfadar el prota) es de hace ya unos añitos; no sé si el coolturetismo estará hoy día tan en auge como entonces. Me huelo que ha sido ya barrido, por una parte, por la moda hipster, que no deja de ser una banalización del coolturetismo con vistas a ser deglutido más fácilmente por el mercado. Y, por otro lado, por la ola friki, que ha acabado convirtiendo a buena parte de la población adulta occidental e incluso, sospecho, mundial en expertos en los multiversos DC y Marvel y en los vericuetos de las sagas Star WarsGoTESDLA y yo que sé qué culebrones más... Aún así, el coolturetismo, gafapastismo o simple pedantería pervivirá mientras algún jovenzuelo pretenda distinguirse de la masa (para pillar cacho, tampoco os creáis) citando a un ex-yugoslavo raro de ésos, comparando la peli de un cineasta iraní que conocen cuatro gatos con el cine de Haneke o alabando al arquitecto neozelandés que diseñó los aseos de la Kunsthalle de no sé dónde... Porque ser cooltureta, amigos y amigas de ULAD, no es una moda, sino una elección de estilo de vida, incluso una filosofía existencial, como ser montañero, radioaficionado, swinger o jugador de curling...  Así que repetid conmigo: THE COOLTURETA NEVER DIES!

Real como la vida misma...

También de Moderna de Pueblo en Un Libro Al Día: Coñodramas. La fuga de las secundarias.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Guillermo Roz & Óscar Grillo: El indio cíclope

Idioma original: Español
Año de publicación: 2020
Valoración: Divertidísimo

Yo lo tengo muy claro: la cubierta de "El indio cíclope" es una de las mejores cubiertas que he visto en los últimos tiempos. Y no solo por el colorido o por lo llamativo, sino porque es un perfecto reflejo de lo que encontraremos en el interior. Porque "El indio cíclope" es una novela ilustrada, con texto de Guillermo Roz e ilustraciones de Óscar Grillo, entre lo grotesco, lo delirante y lo divertido.

En cuanto al texto, lo que inicialmente puede parecer una novela negra, con sus gangsters neoyorquinos, sus clubs, sus luchas de poder, etc, se convierte en una novela de "aventuras" llena de humor, gracias a personajes y situaciones a cual más estrambóticas. Así, la acción vuela de Nueva York a Buenos Aires, de Buenos Aires a Ushuaia y de Ushuaia a Nueva York y es protagonizada por, atención, dos capos mafiosos que semejan a Schwarzenegger y Danny de Vito en "Los gemelos golpean dos veces", el hermano gemelo y albino de Carlos Gardel, la sirvienta blancanegra o negrablanca de este, un clarividente indio patagónico dotado de poderes mágicos y la hija "de muy buen ver" de este, un nieto de Darwin con una salud mental de aquella manera, etc.

¿Y cómo se come eso? Pues juntando con mucha imaginación la historia principal y las secundarias, metiendo muchas dosis de humor gamberro, dándole a la narración un ritmo trepidante que hace que pasemos por alto alguna que otra licencia para salvar según qué situaciones y con unas ilustraciones que juegan con un elemento grotesco, feísta y exagerado, especialmente en los dibujos de los personajes. 

En cuanto a las ilustraciones, hay que distinguir entre los personajes y los escenarios. Los personajes son, ya digo, grotescos y desproporcionados, plenos de color, lo que dota al texto de mucha potencia. En cuanto a los escenarios de las peripecias de la troupe de Indio cíclope, hay en ellos algo menos de colorido y más "realismo" que en los personajes. Por momentos, algunas de las ilustraciones de escenarios llegan a recordar al célebre "Díptico de Marilyn" de Andy Warhol. Todo lo anterior me lleva a definir el trabajo de Óscar Grillo como "irreverente pop expresionista" (y que me perdonen los expertos en pintura (bueno, y también los expertos en literatura)).

Para resumir, novela ilustrada tremendamente loca, disparatada y divertida a la que, si he de ponerle algún pero, solo se le puede achacar un final un tanto abrupto. Da igual, el regusto que queda tras la lectura de "El indio cíclope" es más que agradable.

martes, 27 de octubre de 2020

Marc Behm: La doncella de hielo

 Idioma original: inglés

Título original: The Ice Maiden

Año de publicación: 1983

Traducción: Jorge de Lorbar

Valoración: recomendable y divertida

He de reconocer que en los últimos tiempos me he aficionado sobremanera a la divertida serie de FX para HBO Lo que hacemos en las sombras (sí, ya sabéis, la que trata sobre unos vampiros que viven en Staten Island, basada en una peli del mismo título), quizás incluso hasta un punto que alguien podría considerar como... ejem,  obsesivo (ni confirmo ni desmiento que vaya por casa hablando como Nandor el Implacable). El caso es que esta serie televisiva y el largometraje que la originó, me han recordado a una novela, no menos divertida, que leí hace tiempo, y que me he decidido a releer y reseñar para ilustración y solaz de los seguidores de Un Libro Al Día. 

Se trata, como se puede apreciar, de La doncella de hielo, del peculiar escritor y guionista americano (pero que acabó residiendo en Francia) Marc Behm. trata también sobre las aventuras, o desventuras, más bien, de unos vampiros contemporáneos (es decir, contemporáneos de 1983, que es cuando se publicó la novela.. .Imaginad, pues, a los personajes vestidos como una mezcla de Fame o Tootsie y Miami Vice): la bella Cora Dana y el atractivo Tony Logan que viven -o no viven- con bastantes estrecheces económicas en Nueva York. Porque no sólo de sangre vive -o no vive- el vampiro y el dinero les es necesario, como a cualquier mortal, incluso en aquella ciudad que se supone estaba viviendo su momento más bajo en aquellos años; Cora trabaja de croupier en un casino clandestino de la Mafia y no le llega para pagar el alquiler de su apartamento, mientras que Tony se dedica a tocar el piano en un bar y duerme en un garaje abandonado. Al final se plantean lo que haría cualquiera que tuviese dificultades económicas, poderes sobrenaturales y ningún sentido de la ética o la moralidad: dar un buen palo. En este caso, robar el casino ilegal donde trabaja Cora. Pero, ay, una cosa es contar con esos poderes sobrenaturales -convertirse en murciélago, verbi gratia- y otra saber utilizarlos; la pareja de vampiros se ve obligada entonces a recurrir al antiguo compañero de Tony -de hecho, fue quien le convirtió en chupasangre-, un viejo monstruo que proviene de la Inglaterra medieval llamado Brand y que en ese momento malvive -o no- en las alcantarillas de la Gran Manzana, cual gusano enroscado junto a su corazón.

En fin, no voy a desvelar aquí las muchas peripecias y trapisondas que sufren estas simpáticas criaturas de la noche para llevar a cabo su plan, por si alguien (como así espero) se decide a leer la novela. En todo caso, adelanto que, entre otras circunstancias divertidas -incluso despiporrantes-, hay momentos de desinhibida lubricidad, pues es bien sabido que los vampiros están más salidos que el pico de una plancha y para fornicar lo mismo le da carne que pescado, mortales o inmortales... Sólo comentaré que, según sospecho por la fecha de publicación de este libro, se trata en cierta medida de una parodia, o cuando menos de un reflejo irónico, de otra novela más famosa publicada unos años antes, Entrevista con el vampiro, de Anne Rice, libro que, hasta donde yo sé, supuso un cambio importante en este género o subgénero vampírico, además de dar lugar a una exitosa serie de novelas, una película no menos célebre y toda una pléyade de epígonos literarios, cinemátográficos y televisivos de mayor o menor interés, que reflejaban -o no reflejaban, claro- las vicisitudes cotidianas de los "no muertos", más allá del castillo de Drácula o el barco de Nosferatu. También, por lo que sé, la novela está en la línea de otras de Behm, que parece tenía cierta debilidad por las protagonistas bellas, jóvenes y despiadadas.

Como demérito, no obstante, cabe señalar que algunas expresiones sarcásticas sobre personajes de otras etnias diferentes de la anglosajona o de tendencias sexuales poco normativas quizá fueran muy chistosas hace cuarenta años, pero hoy en día nos chirrían un poco, o mucho... Cierto es que encajan más o menos en el tono jocoso de toda la novela y además, cabe suponer cierta responsabilidad a la traducción, un tanto "pedantresca" (es decir, entre pedante y pedestre), pero en fin, es lo que hay y no se puede ni se debe ocultar... Espero que quien lea la novela se quede sobre todo con la diversión, ironía y originalidad que transmite. Y si no es así, siempre le queda Lo que hacemos en las sombras, qué narices...


Otros títulos de Marc Behm reseñados en Un Libro Al Día: La mirada del observador

martes, 22 de octubre de 2019

Aristófanes: Lisístrata

Idioma original: griego antiguo
Título original: Λυσιστράτη
Año de publicación (representación): 411 a.C.
Traducción: Luis M. Macía Aparicio
Valoración: recomendable y divertido

En el año 411 a. C. atenienses y espartanos, junto a sus aliados respectivos, llevaban ya dos décadas zurrándose la badana en la Guerra del Peloponeso, con un resultado, en ese momento, más bien desfavorable a Atenas. Pero en esta ciudad una mujer llamada Lisístrata -en griego, "la que disuelve el ejército"- decide justamente eso, parar la guerra y disolver los ejércitos; para ello convoca a otras mujeres de Atenas y de toda Grecia, para proponerles una forma. llevar a cabo una huelga "de piernas cruzadas"... es decir, nada de sexo hasta que sus maridos sean razonables y lleguen a un acuerdo de paz. Entretanto, además, las atenienses toman la Acrópolis -y, lo que es más importante, el tesoro de Atenea, que sirve para sufragar la guerra-, que es donde se desarrolla la obra.

No quiero desvelar si la treta da resultado o no, pero sí diré que en aquella época, según se da a entender, los griegos iban más salidos que el pico de una tabla de surf (sería cosa de la alimentación orgánica y el aire puro de por entonces) y ni siquiera el recurso a la sana camaradería masculina, que ha hecho célebre a aquellos aguerridos helenos, resultaba suficiente para resistir el embate del deseo hacia sus mujeres. Unas mujeres que, según las retrata Aristófanes, eran a su vez tan libidinosas y débiles de voluntad para soportar las tentaciones de la carne como sus hombres o incluso más (sorprende un poco esta imagen que se da del género femenino, anterior a que la cultura judeocristiana impusiera un modelo más recatado, e incluso pacato); el caso es que a Lisístrata le cuesta lo suyo mantener a sus compañeras dentro de este celibato estratégico, situación, por cierto, que emplea el autor de la obra para conseguir momentos de gran comicidad. Porque, claro, aunque tenga de transfondo la guerra y, en concreto, lances de ésta que no habían sido favorables a las tropas atenienses, ésta no deja de ser una comedia que rebosa humor; un humor, eso sí, más bien procaz y no demasiado fino; muy "mediterráneo", si se quiere decirlo así, pero que hace 2500 años y aun hoy, seguro que hizo partirse de risa al respetable. Todavía más entonces, ya que ellos sí que entendían a la perfección multitud de alusiones y matices que nosotros hemos de conocer leyendo las notas a pie de página. No obstante, ya digo que sigue siendo divertida.

Otra cosa es dilucidar sobre el supuesto "protofeminismo" de esta obra. La verdad, no creo que fuera ésa la intención de Aristófanes, habida cuenta las poco halagüeñas que les dedica a las féminas: "¿Y qué podrían hacer de sensato o glorioso las mujeres, que nos quedamos sentadas llenas de colorete, con nuestros vestidos de color azafrán, las largas cimbéricas que nos llegan hasta los pies y los zapatitos elegantes?"; "¡Ay, cómo es de calentón el género femenino! Con justicia suministramos temas para tragedias, porque siempre le estamos dando vueltas a los mismo." Pero, en fin, tengamos en cuenta  que hablamos de la Grecia del siglo V a. C., una época y un lugar más machistas que un disco de Bertín Osborne versioneando canciones de el Fary (parece ser, además, que en la Atenas democrática la situación de las mujeres era aún peor que en otros lugares de la antigua Grecia). Ahora bien, por otro lado, no sólo se presenta a Lisístrata como una mujer más inteligente que los hombres, sino que las mujeres en conjunto aparecen como un sujeto político activo, algo que, por más que se tratase de una comedia, no podía dejar de chocar en aquella sociedad donde no tenían ningún derecho. La obra, además, es un claro antecedente de otra del mismo autor con un carácter aún más político, que es La Asamblea de las Mujeres. Aunque el traductor de esta edición de Lisístrata y prologuista de la misma (y profesor de la UAM) la sitúa más bien dentro de las comedias "utópicas", ya que plantea una situación inimaginable para aquella época -no ya el éxito de una "huelga de sexo", sino que se tuviera en cuenta de alguna forma la opinión de la mitad femenina de la sociedad-, y precisamente en ese carácter utópico reside -o residía entonces- buena parte de la comicidad de la obra. Lo que no significa, claro está, que hoy debamos pensar lo mismo que hace 2500 años... aunque hay a quien le gustaría, por desgracia.



sábado, 19 de octubre de 2019

Contrarreseña, Mi último suspiro de Luis Buñuel


Idioma original: Francés
Título original: Mon dernier soupir
Año de publicación: 1982
Traducción: Ana María de la Fuente
Valoración: Imprescindible

La memoria, vaya sustancia. Frágil, voluble, delicada. Deteriorada. Hace más de tres décadas leí estas memorias de Luís Buñuel y desde entonces vengo contando asiduamente la anécdota, sacada de este libro, del pueblo del Bajo Aragón que en un año de sequía sustituyó la escasa agua disponible por vino para elaborar el cemento. Vuelvo ahora a estas memorias y la anécdota no está, ausencia total. No existe. Me he pasado más de treinta años convencido de estar refiriendo un hecho cierto acontecido a principios del siglo XX que apenas ocurre en mi imaginación. Bien pensado, quizás a don Luis Buñuel, que nunca quiso renunciar a los desvaríos del credo surrealista, mi delirio continuado le pudiera resultar de lo más razonable y comprensible, pues el inicio de Mi último suspiro ya nos advierte que la memoria es invadida constantemente por la imaginación y el ensueño, y puesto que existe la tentación de creer en la realidad de lo imaginario, acabamos por hacer una verdad de nuestra mentira.

Así pues, lo maravilloso de este libro se halla exactamente en el apasionado alegato que Luis Buñuel Pórtoles (Calanda, Teruel, 1900 – Ciudad de México, 1983) hace de la imaginación, como eje de una existencia, como medida de su propia vida, como flotador al que agarrase sin miedo, ni reparo, ni vergüenza. Buñuel desprecia la ciencia, a la que tilda de presuntuosa, analítica y superficial y a la religión y advierte que aunque le demostrasen la improbable existencia de un Dios creador, no puedo creer, y en cualquier caso, no acepto que pueda castigarme para toda la eternidad.

Buñuel se rebela igualmente frente a la tecnología y también, por supuesto, frente a las ideologías y, pese a su teórica afinidad anarquista, desprecia a sus militantes por su arbitrariedad, imprevisibilidad y fanatismo, para acabar definiéndose como un inofensivo nihilista. Y nos explica que no fue hasta que llegó a los sesenta y cinco años de edad que comprendió y aceptó plenamente la inocencia de la imaginación: Admitir que lo que sucedía en mi cabeza no concernía a nadie más que a mí (…) y que había que dejar ir a mi imaginación, aun cruenta y degenerada, adonde buenamente quisiera. La imaginación, deslizándose entre el azar y el misterio, es la libertad total del ser humano. Nuestro primer privilegio.

Los chirriantes límites de la realidad y la fantasía, debatiéndose en conflicto entre lo preceptivo y lo creativo, entre lo impuesto y lo mágico, entre el deber y el placer, son el territorio Buñuel, que afirmaba con frecuencia haber tenido el privilegio de llegar a este mundo y criarse aún en la época medieval. De sus recuerdos de infancia en Zaragoza me quedo con el cine como espectáculo circense, con pianista y explicador, personaje que contaba al respetable la acción que se proyectaba en pantalla… De su paso por el Madrid de los años veinte queda el recuerdo de su frágil aunque fructífera complicidad con Salvador Dalí y Federico García Lorca, compañeros en la Residencia de Estudiantes. Y después, el salto a París, a Los Ángeles, a México DF. El cineasta aragonés anduvo en tratos con Benito Pérez Galdós, con Charles Chaplin y Billy Wilder, con Tristán Tzara y André Breton, con Catherine Deneuve y Ángela Molina, y nos depara por supuesto una genuina y amplia mirada al siglo veinte.

En este juego buñueliano nada es lo que pareciera o debería. De hecho, la redacción de Mi último suspiro, no se debe al propio Buñuel, si no a uno de sus colaboradores y guionista habitual, Jean-Claude Carrière. Circunstancia que confiere un tratamiento más liviano y atractivo para el lector que el que podría haber deparado el propio cineasta, quien ya desde el inicio se reconoce como poco dotado para tal tarea pese a que su nombre es el único que aparece en portada, a mayor tamaño incluso que el título. Pero, como cualquier memoria mínimamente honrada, también tiene algo de balance de descalabros, fracasos y errores. La confesión de André Bretón en 1955 –es triste tener que reconocerlo, mi querido Luis, pero el escándalo ya no existe-  así como la constatación trece años después, en mayo del 68, de que también la acción se había hecho imposible: al igual que nosotros, hablaron mucho e hicieron poco. Tampoco se censuran episodios truculentos, como sus agresiones a homosexuales que frecuentaban servicios públicos en el Madrid donde él estaba fascinado por la personalidad de García Lorca: La chulería es un comportamiento típicamente español, compuesto de agresividad, insolencia viril y autosuficiencia. Yo he incurrido en ella algunas veces… 

Aunque eligió su propio camino, libre, individual e indomable, Luis Buñuel perteneció a una familia muy rica -de esas que tenían a los hijos entre algodones, con criadas que le llevaban los libros a la escuela- lo que le facilitó en gran manera contactos, medios, posibilidades. Escogió lo que le resultaba más precioso, los sueños, el azar, la risa, el sentimiento, la contradicción y lo cultivó con ahínco, con cabezonería: Si fuéramos capaces de devolver nuestro destino al azar y aceptar sin desmayo el misterio de nuestra vida, podría hallarse próxima una cierta dicha, bastante semejante a la inocencia. En mi casa siempre nos han contado que mi abuela Victoria, cuando salió del pueblo, se fue de criada a Zaragoza, a casa de los Buñuel. Así que no puedo dejar de sentir su presencia por entre estas páginas, incierta o no, pero absolutamente real porque habita en ese precioso ámbito que es mi fantasía.

Mi percepción de este libro la puedo resumir con la calificación de Imprecindible, que en la jerga que usamos los inquilinos de este artefacto completamente irracional que es este blog es como ponerlo por los cielos. Se trata, por tanto, de una contrareseña de la que, en su momento, publicó Santi, quien le adjudicó un Muy Recomendable, que tampoco está nada mal. Puede que los motivos por los que le concedo a estas memorias más parabienes que mi colega reseñador y padre fundador de Un libro al día sean subjetivos o personales y aunque he intentado argumentarlos, no sé si resultarán convincentes. En todo caso, y tratándose de Luis Buñuel, viva la abuela que nos parió.

sábado, 18 de mayo de 2019

Daniel Pennac: El caso Malaussène 1. Me mintieron

Idioma original: francés
Título original: Le Cas Malaussène 1: Ils m'ont menti
Año de publicación: 2017
Traducción: Robert Juan-Cantavella
Valoración: Recomendable, sobre todo para fans... aunque si no se conoce a la tribu Malaussène, mejor empezar por La felicidad de los ogros


¡Anda que no lo pasaba yo bien ni nada, hace chorrocientos años, leyendo las desventuras de Benjamin Malaussène y su peculiar familia y no menos peculiares allegados! Fue en aquella serie de novelas que en su momento llamaron "el cuarteto de Belleville", por el barrio parisino donde tenían lugar, aunque luego se alargara con un par más  de títulos. De hecho, hasta leí algún otro libro que no era novela, de M. Pennacchioni (lo siento, pero el apellido completo mola más), basados en su otra ocupación aparte de la de escritor: profesor de literatura: Como una novela y Mal de escuela. Sin embargo, ninguno resulta tan divertido como su serie de la tribu Malaussène, claro... Bien, pues dieciocho años después de la última entrega, Los frutos de la pasión, Pennacchioni retoma sus personajes , sus ambientes y sus enrevesadas tramas para una nueva tanda, que tiene su arranque en este El caso Malaussène 1. Me mintieron.

Ha pasado el tiempo, sí, y ni París ni la familia Malaussène ni el propio Benjamin son lo que eran -aunque hay elementos que permanecen, en apariencia, tan inmutable como Julius el Perro-; la ciudad trata de sobreponerse a la psicosis terrorista, los bebés de la familia ya son jóvenes que comienzan a volar por su cuenta -la pequeña Verdún, incluso, ahora es una jueza de instrucción extremadamente seria y respetada- y el viejo Ben ha dejado atrás su función de "chivo expiatorio" -bueno, no del todo- y se dedica, en la editorial en la que sigue trabajando, a lidiar y proteger a la nueva hornada de autores que triunfan contando los entresijos de su vida y circunstancias: los "vevés" o apóstoles de la "verdad verdadera" (lo que por aquí llamamos "literatura del yo", un grado más insoportable, si cabe, que la autoficción). Uno de éstos, apodado Alceste por la Reina Zabo, la jefa de Benjamin, ha escrito un libro, Me mintieron,  poniendo a caer de un burro a sus padres y suscitando así la ira de sus muchos hermanos, de los que nuestro protagonista ha de protegerlo, escondiéndolo en una cabaña de un bosque de Vercors.

Al mismo tiempo, en París se produce el secuestro de un financiero y ex-ministro, Georges Lapietà, cuando se disponía a cobrar una jubilación de oro tras haber hecho de las suyas en el mundo empresarial. Cómo el pobre Benjamin se ve implicado en esta historia es lo que se cuenta en la novela , aunque por desgracia (y creo que hay que avisarlo a posible lectores), en ella no encontremos aún la conclusión del "caso"... ¡Oooh... decepción por parte de los fans! pero sí: este libro es sólo la primera parte de este revival literario , que M. Pennacchioni y la casa editorial han tenido a bien ofrecernos troceado, qué se le va a hacer...

Por lo demás, encontramos aquí de nuevo todo el universo Malaussène: como ya digo, tramas casi imposibles, peculiares personajes (esa mezcla de diversas etnias entre el mundillo literario, las altas esferas, los polis amigos y maleantes afines), casualidades inverosímiles... En fin, la misma mélange que parece haber inspirado a otros novelistas franceses como la deslumbrante Fred Vargas o el menos convincente Frantz Delplanque. Todo aderezado con un sentido del humor irresistible y una prosa tan rica como dúctil, tan ágil y flexible como llena de energía; una prosa de gimnasta olímpico, vaya...

Pero aún quiero mencionar un tema de fondo que, más allá de las mera peripecia, introduce Pennac en el libro, con toda intención: el de la ficción literaria -representada no sólo por esta su novela, sino también por las supuestamente escritas antes de ella y en ella, en una suerte de autorironía metaliteraria, a partir de las narraciones de las aventuras de los Malussène- frente a la literatura de la "verdad verdadera" que defiende Alceste contra, incluso, la ficcionalización de su propio pasado, que él interpreta como un engaño. sin olvidar, por último, la teoría del comisario Coudrier de que la ficción y su necesidad de coherencia contaminan de manera irremediable la realidad... pero, en fin, todo esto habrá que dilucidarlo (si se puede) en próximas entregas, me temo.


Otros libros de Daniel Pennac reseñados en Un Libro Al Día: Mal de escuela

lunes, 13 de mayo de 2019

Elisa Victoria: Vozdevieja


Idioma original: Castellano
Año de publicación: 2019
Valoración: Muy recomendable

Retratar la infancia y salir airoso del empeño tiene mucho mérito literario. Es el caso, desde luego, de Vozdevieja, el relato del verano del 93 que Marina Marrajo, nueve añitos, depara en primera persona a través de las doscientas cincuenta páginas de esta sorprendente novela. Marina está por supuesto desorientada, confundida y temerosa pero también es curiosa, atrevida y resulta tan divertida como inquietante y seductora. La gracia de todo esto radica –en mi opinión- en todos los ingredientes (claridad, mesura, desparpajo, verosimilitud) que Elisa Victoria (Sevilla, 1985) ha sabido aunar en su escritura para caracterizar sobre todo tres personajes que son los surcos por los que va rodando la novela; la propia protagonista además de su madre y su abuela.

Aunque pueda sonar a Perogrullo, un primer acierto radica en no caer en el error de querer construir el personaje de Marina poniéndose en la piel y expresándose  como se supone que lo haría alguien de esa edad; lo que siente y nos cuenta la protagonista tiene la dosis precisa de elaboración y sofisticación como para resultar interesante y atractivo. También su contexto. Ambientada un verano después de la celebración de la Expo en Sevilla, Marina nos va retratando a su madre, joven y soltera, enferma y luchadora, humilde y malhablada, con sus novios raros, sus vaivenes, sus recaídas y, sobre todo, su íntegra insolencia: “Me ha tocado nacer en un hogar frágil y cambiante. Lo único que permanece en mi vida es ella. Donde esté ella estará mi casa”. Quizás ese halo misterioso y ausente de la madre, con muy poca presencia directa en las páginas, sirva para proporcionarle una nueva capa de significado; ya no se trata sólo del propio personaje sino del personaje recreado con los ojos de la niña, con todos los matices que implica, como puede ser la relación que establece con sus novios.

Por su parte, la abuela de Marina tiene setenta y dos años y se nos informa que es bajita, barrigona y no se arrepiente de nada. Exhibe como no podría ser de otra manera, costumbres, hábitos y creencias firmes pero a la vez prodiga atención, cariño y complicidad en abundancia, lo que confiere a la relación con su nieta fluidez y densidad. Así se nos pinta el mundo de Marina Marrajo, frágil y entrañable, humilde pero vigoroso, lleno de estímulos y posibilidades Y decididamente femenino: “Mi herencia viene transmitida solo por mujeres, nadie más cuenta las historias familiares, nadie más toma las decisiones importantes”. Y probablemente la autora haya intuido que en definitiva los tres personajes bien podrían ser el mismo, la misma niña con diferentes edades.

En cualquier caso, Vozdevieja está envuelta en una atmósfera luminosa y sugerente. El personaje de Marina es enrevesado, tiene momentos tiernos y momentos afilados, tiene juegos con muñecas y juegos eróticos, destila ingenuidad y segrega mala baba y se sabe un angelito de Satán. Tiene, por supuesto, esa imperiosa necesidad de quemar etapas, de saltarse los obstáculos que le impiden tener a su disposición todo lo que intuye le gusta a los adultos, aunque por supuesto ya hace sus incursiones en ese territorio prohibido cuando, por ejemplo, logra agenciarse alguna revista de cómics o de contenido guarrillo. Pero lo que le confiere un ritmo, una cercanía y un atractivo tan potente, tan mágico, es, a mi entender, el sentido del humor, el humor corrosivo que desprende: “No tardes, Señor, en permitir que me apodere de la parte prohibida del diccionario. Consiente, querido Señor, que esta sierva se esté ensuciando pronto la boca”. En definitiva, una novela tan cautivadora como recomendable.

lunes, 29 de abril de 2019

Alphonse Daudet: Tartarín de Tarascón

Idioma original: Francés
Título original: Tartarin de Tarascon
Traducción: Manuel Serrat Crespo
Año de publicación: 1872
Valoración: Divertidísimo


Introducción knausgardiana:

14 de marzo de 2019. A eso de las 21:30 bajo la basura y junto al contenedor de papel encuentro una caja de considerables dimensiones con unas letras sospechosas en un lateral. ¡LIBROS! Miro a izquierda y derecha, no vaya a ser que alguien me vea, y abro con cuidado la caja. ¡Oh, sorpresa! Resulta que dentro hay una colección (o parte de ella) de la editorial Planeta, publicada allá por los años 80. Los libros están llenos de polvo y los cantos más amarillos que los dedos de un hombre de 90 años que se haya tirado toda la vida fumando 3 cajetillas diarias de Ducados, pero no puedo evitar cargar con la caja y subirla a casa. Caras de estupor entre mi pareja e hijas, algún pequeño insecto que aparece sospechosamente, etc. ¡Me da igual! Entre los libros hay cosas de Dickens, Mark Twain, Zane Grey, Selma Lagerlof, Joseph Conrad y este "Tartarín de Tarascón" de Alphonse Daudet, así que es "la caja o yo" (esto no lo digo, no vaya a ser que tenga que dormir en la calle).

La reseña:
Han pasado casi 150 años, que ya son años, desde la publicación de "Tartarín de Tarascón", lo cual para un libro humorístico puede parecer una barbaridad. Nada de eso. "Tararín de Tarascón" no ha envejecido nada mal. De hecho, me lo he pasado en grande leyendo las prodigiosas aventuras de este burguesito más bien feucho, bajito y gordinflón al que uno (no me preguntéis por qué) imagina con el careto y el mostacho de Flaubert.

Más allá de su aspecto físico, Tartarín es un "pobre hombre", cobarde, vanidoso, algo tirando a inocentón (si no a medio lelo), Sancho y Quijote a partes iguales, que por variados enredos se ve inmerso en un "fantástico" viaje desde su meridional Tarascón a la Argelia colonial en busca y captura del terrible león del Atlás. Tartarín, personaje patético y héroe por accidente, vivirá sucesos inverosímiles y nosotros asistiremos, siempre con una sonrisa en los labios, al desfile de variopintos personajes que tratarán de aprovecharse del gran Tartarín. Por suerte para el, todo es tan absurdo y tan disparatado que acabará volviendo a Tarascón en loor de multitudes. 

Además de su aspecto claramente humorístico, me ha llamado la atención el hecho de que Daudet no deje títere con cabeza. Las observaciones ácidas y sarcásticas están presentes a lo largo de toda la obra.  En la parte "tarasconesa", Tartarín y el resto de fuerzas vivas del pueblo son una panda de "rentistas" improductivos a los que les gusta más aparentar que otra cosa. Sirva como muestra que la mayoría de ellos son miembros de una sociedad de cazadores que no caza nada aparte de sus gorros y de opíparas comilonas. En la parte argelina, ni los propios argelinos ni los colonos ni los miembros de la organización colonial salen bien parados, ya sea por tratarse de timadores, de crédulos o de patéticos parásitos, según los casos.

Todo esto en apenas 100 páginas estructuradas en breves capítulos que, entre risas, pullas y sorpresas, se leen en un santiamén y le dejan a uno con la tranquilidad de haber acertado subiendo la caja de marras (aun a riesgo de tener que dormir en la calle).

Así que ya veis. Ni puñetero caso a vuestras familias (midiendo los riesgos, claro). Yo, entre parecer que tengo Síndrome de Diógenes y perderme libros como este, lo tengo claro: prefiero parecer un chalado si eso me sirve, entre otras cosas, para descubrir libritos como este breve, endiablado, divertido y absolutamente actual "Tartarín de Tarascón".  

viernes, 22 de febrero de 2019

Christopher Isherwood: Adiós a Berlín


Idioma original: Inglés
Título original: Goodbye to Berlin
Año de publicación: 1939
Traducción: Jaime Gil de Biedma (1967) Al catalán: Jordi Arbonès i Montull y  Josep Cornudella i Defis  (2016)
Valoración: Muy recomendable

Empecé a ir al acecho de Adiós a Berlín porque sabía que era la novela en la que se basaba –en realidad, apenas sirvió de inspiración- a la película Cabaret, que rodó Bob Fosse en 1972 con una estelar Liza Mineli de protagonista. Descubrir que existía una versión en castellano firmada por Jaime Gil de Biedma aumentó considerablemente el aliciente –y cómo se hace notar la mano del poeta barcelonés. Adiós a Berlín en castellano arranca y suena así: “En lo hondo la calle, pesada y pomposa, bajo mi ventana.”-.

El género cabaretero, con su corrosiva y contagiosa capacidad de sacarnos los colores a las personas convencionales y a los momentos esdrújulos y confusos –como la Europa de entreguerras o la actual- me parece por supuesto una manera deliciosa de hacer reír y de hacer sentir. De quien no albergaba ni remota idea era de Christopher Isherwood (Chesire, Reino Unido, 1904 / California, EE.UU., 1986), apenas que, como W.H Auden, Anthony Burgess o Stephen Stender, formó parte de esa extraordinaria ola de escritores británicos, cultos y sagaces, homosexuales y mundanos, brillantes y transgresores, que produjeron magnífica literatura. Con estos mimbres, desde luego, Adiós a Berlín debía valer la pena. Y así ha sido.

Aunque no se trata estrictamente de una novela al uso -escrita en 1939 juega ya con la hoy apabullante y omnipresente autoficción- puesto que se presenta formalmente como memoria de una experiencia vivida, la de la estancia del propio autor en el Berlín de finales de la década de los 20 y los primeros años 30. En la capital de la República de Weimar, en los momentos previos a la llegada –vía elecciones democráticas, no lo olvidemos- del Partido Nazi alemán al Gobierno, cuando todavía parecía que aquellos estúpidos y grotescos salvadores de la patria no eran más que una broma estúpida que no iba a ninguna parte. Pero el gran disparate fue a más, no se desvaneció: “Dentro de pocos días, pensé, habremos perdido toda afinidad con el noventa y nueve por ciento de la población mundial, con los hombres y las mujeres que se ganan el pan, que aseguran sus vidas y se preocupan por el porvenir de sus hijos. Es posible que en la edad Media las gentes sintiesen algo así cuando creían haber vendido su alma al diablo, era una curiosa sensación estimulante, y no desagradable, pero al mismo tiempo me sentía ligeramente asustado”.

Desde luego, Sally Bowles, el personaje que Liza Minelli encarnaría en el celuloide, es un lujo, inspirado a su vez en la persona de Jean Ross, una cabaretera, modelo, activista y escritora nacida en Alejandría en 1911 con la que Christopher Isherwood coincidió y trabó amistad en sus noches berlinesas. Su dieta apenas incluía criadillas y huevos batidos y su fascinante personalidad se basaba en una atractiva y arrolladora simbiosis de ingenuidad y ambición, de simplicidad y hedonismo: “Tenía una voz sorprendentemente baja y bronca y cantaba mal, sin la menor expresión, con las manos pegadas al cuerpo, y sin embargo resultaba impresionante a su manera, debido a lo extraño de su aspecto y a su aire de no importarle un pito lo que el público opinase”. La atmósfera que desprende la novela es precisamente esa, la de unos personajes aferrándose a la dicha de vivir en un momento en que todo está diabolicamente dispuesto para estallar y hacerse añicos.

El elenco de personajes que pululan por las páginas de Adiós a Berlín incluye unos cuantos miembros de la acomodada familia judía Landauer, así como también la proletaria y aria familia de los Nowak, a los que Christopher Isherwood alquila media buhardilla que le permitía compartir las noches con Otto, y unos cuantos chaperos, buscavidas, idealistas, estafadores, cabareteros y artistas de medio pelo. Gentes arruinadas, desesperadas, supervivientes en una urbe enloquecida y sin rumbo, sin apenas esperanza en el porvenir pero dispuesta a aprovechar cada instante.

La eterna comedia humana aconteciendo en un local como el Lady Windamere de la Tauentzienstrasse, escrita ¡en 1939! con abundante ironía, mordacidad y humanidad: “Para ser una demi mondaine parecía tener escaso tacto y sentido del negocio: perdió un largo rato insinuándose a un señor de edad que claramente hubiese preferido charlar con el barman”. O capturada en sabrosos diálogos sin desperdicio:
“-El otro día estuve en Hiddensee y no había más que judíos. ¡Da gusto volver aquí y ver verdaderos tipos nórdicos!

-Vamos a la otra playa, propuso enseguida Otto. Esta es aburridísima. No hay nadie.

-Vete tú si quieres, replicó Peter furiosamente sarcástico: Me temo que yo me sentiría un tanto fuera de lugar. Una de mis abuelas era medio española”.