Año de publicación: 1.921 (escrito en 1.907)
Valoración: Recomendable
Resulta que, un poco por casualidad, me di cuenta de que buena parte de la producción narrativa de mi paisano Unamuno estaba ya reseñada en ULAD, y sin embargo faltaba ‘La tía Tula’. Así que me puse manos a la obra. Bueno, va, es mentira. En realidad encontré el libro por dos euretes en una librería de viejo, y no me pude resistir a oferta tan apetitosa, que me permitía reencontrarme con el viejo profesor, y de paso aportar mi reseña para romper el monopolio unamuniano de un ilustre compañero de blog. (Ya sé que hay lectores a los que no les gustan estas introducciones en plan por qué he leído este libro, o cómo llegó a mis manos. Pero, oiga, el libro como objeto físico también tiene su historia, es algo que llega a nuestra vida en un momento y situación determinados, y eso forma un todo con su lectura, que a veces tiene su importancia y a veces no, pero existe, y al mismo tiempo humaniza de alguna forma al reseñista, y bla bla bla)
Vamos al grano.
La hermana de Tula, Rosa, se ha casado con un tal Ramiro. Y es tan profundo el afecto de Tula hacia su hermana, que se hace cargo de los hijos que van llegando a esa pareja. Tula se encarga de todo, cuida de ellos y los educa como si fueran sus propios hijos. Es más, dirige la vida de Rosa y Ramiro con mano de hierro, implacable, dicta normas y las hace cumplir, mientras los esposos quedan sometidos a su voluntad, reducidos a meros reproductores.
Como ocurre en otras ‘nivolas’ de Unamuno (el neologismo le cuadra bien a esta obra, aunque no se considere paradigma del concepto), el personaje central se come la totalidad de la narración. Tula es así omnipresente y omnipotente tanto en el texto como dentro de la ficción, ocupa todo el espacio narrativo, y los demás son meros outsiders, sin personalidad definida, figuras casi inanimadas, objetos al servicio de la protagonista y del planteamiento del autor. En este sentido, se aproxima a la novela de tesis, aunque de contenido no del todo nítido.
Aunque tratándose del siempre complejo don Miguel la narración admite diversas lecturas, la maternidad es el concepto sobre el que gira la totalidad del breve relato. La maternidad se presenta como una categoría de dimensiones descomunales, una maternidad espiritual que no sólo desborda, sino que abroga directamente la realidad física de la procreación, y pasa a convertirse en una abstracción que incluye los aspectos más profundos de la vida, no ya de los ‘hijos’, sino de cuantos rodean a la ‘madre’. La óptica de Tula no parece estar lejos de la del propio Unamuno, como se deja ver en algún otro rincón de su obra.
A ese concepto de madre como regente espiritual de su entorno llega esta sorprendente mujer transitando el camino de la búsqueda de la pureza, una búsqueda obsesiva y sin tregua. Cualquier otro sentimiento, propio o ajeno, queda por tanto sometido a ese objetivo, justificando por igual la manipulación de niños o adultos, tanto como el rechazo al amor físico. Tula es –ya desde la primera línea del relato- un personaje tiránico, absorbente, que al menos a mi me provoca una profunda aversión, aunque un par de momentos de mínima flaqueza apenas sirvan para suponerle un resto de humanidad.
Y puede que nos llame la atención lo descolorido de la parte final de la novela. Quizá con ello no se pretenda más que subrayar –a fuerza de desnudarlo- el maximalismo del planteamiento que propone. Y tampoco debería extrañarnos semejante apuesta, que ya dice Unamuno en ‘Cómo se hace una novela’ que las novelas ‘en rigor, no acaban. Lo acabado, lo perfecto, es la muerte y la vida no puede morirse. El lector que busque novelas acabadas no merece ser mi lector; él está acabado antes de haberme leído’. Toma ya.
Otros libros de Miguel de Unamuno en ULAD: Niebla, Paz en la guerra, Abel Sánchez, San Manuel Bueno, mártir, Sombras de sueño
Otros libros de Miguel de Unamuno en ULAD: Niebla, Paz en la guerra, Abel Sánchez, San Manuel Bueno, mártir, Sombras de sueño