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domingo, 22 de enero de 2023

Enrique Vila-Matas: Montevideo


Idioma original:
español

Año de publicación: 2022

Valoración: pesado


Lo siento: reconociéndome admirador de la obra de Vila-Matas - evitemos a partir de ahora el término incondicional - las trescientas páginas de Montevideo se me han hecho muy cuesta arriba. Ni siquiera la coartada parisina, el hipotético dinamismo al que los cambios de escenario podría conducir un libro, han llegado a salvar que mi sensación al leerlo haya sido un relativo hastío, un progresivo desconcierto al preguntarme dónde nos llevaba todo esto y una constatación persistente de, no sé si las presiones editoriales producto de su innegable gancho y su reconocido prestigio han tenido que ver, el escritor está ya en una fase de regodeo en su propia capacidad y, á la Picasso, opte por escribir unas cuantas cosas y mantener presencia en anaqueles y volumen en facturación.

A veces más de lo mismo no es lo mismo. Vila-Matas, colosal narrador de la naturaleza humana en El viaje vertical, no aparece aquí. Las peripecias de un escritor en perpetua duda sobre su dedicación a su labor, su asistencia a actos, sus idas y venidas por ciudades de dos continentes, su cohabitación, despojada de todo acto no estrictamente literario, con diversos colegas, resultan, no diré que su excesiva extensión también lo condene, en una entrega de un ejercicio de estilo redundante en exceso. Y puede que a los acólitos pueda gustarnos revolcarnos en continuas referencias a Cortázar - en la práctica, su relato La puerta condenada es lo más parecido al eje de este texto que encontraremos -, a Rimbaud, a Bolaño, a Melville (bueno, a Bartleby), a Tabucchi, a tantos otros que parecen configurar un microcosmos de indudable prestigio pero que no pueden evitar, en su conjunto, una actitud endogámica, casi snob, esa propia de los estudiosos que subrayan - horror - los libros y conservan en su memoria frases, párrafos, nutriéndose de aforismos que muchas veces son más estéticos que prácticos.

Con lo cual esa persecución de puertas en hoteles, esa constante reflexión interior, demasiado interior para ser mundana, demasiado interior para no acabar pareciendo reiterativa y onanista, acusa un paradójico exceso de estatismo. Nada se mueve fuera aunque se viaje y se desplace y se visiten lugares, cafés, restaurantes míticos, aunque se frecuenten encuentros reales y ficticios con destacados miembros del imaginario bibliófilo.

Vila-Matas siempre despierta mi interés y ya he perdido la cuenta de las veces que, incluso por aparentes obras menores, le he prestado mi atención. Montevideo, a tenor de los comentarios en la faja, tenía la apariencia y las hechuras de gran obra. Desde luego, quien quiera acceder a su obra por primera vez, recuerdo, trescientas páginas, seguramente sea presa de sopor y estupefacción. Incluso le veo presa de algún acceso de nostalgia que normalmente atribuiría a otros escritores, no hace falta nombrarlos. Eso me preocupa. Aunque yo también añore y prefiera al hombre joven que coquetea con gentuza en los bajos fondos, aquel pillo que no escribe y trapichea en París. 

Muchas obras de Enrique Vila-Matas reseñadas en ULADaquí

lunes, 30 de septiembre de 2013

Colaboración: Articuentos completos de Juan José Millás

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2011
Valoración: Pesado

Esta reseña la escribo desde el otro lado. Aquí la verdad es relativa. Todo el mundo tiene la razón hasta que no la tiene. Mesura, lo llaman. En el mundo real la cosa se complica. Entra en juego el capital. De pronto, la verdad no es más que una mentira emocionante. Como el Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples. O la Formación Bruta de Capital Fijo. Aquí no hay. Aquí uno puede tener una cosa con la tranquilidad de que siempre podrá tener otra. Sin más.

Llegué ayer. Me mantuve un rato en Babia y con cierto asombro traspasé el umbral. Aquí somos todos idénticos. La misma persona. Yo soy yo, mi suegra y Manuel Mistral, el músico. Entre todos. Así que ando aún bastante perdido. No acabo de comprender del todo el procedimiento. Si miro fijamente a los ojos, me derrumbo. En especial con mi suegra. Nunca me gustó mi suegra. Ya me libré una vez de mi suegra. Pero ahora soy, entre todos, mi suegra, y el nuestro es un nosotros muy difícil de asumir.

Por lo demás, el otro lado es un lugar agradable. A nadie le da por publicar un libro de novecientas cuarenta páginas y mil doscientos veintinueve gramos en un catálogo de biblioteca breve. Por ejemplo. En la mundo real, sí. Allí se levanta un día un mandamás de Seix Barral con ganas de marcha y te perpetra los Articuentos completos de Juan José Millás en una mañana. Lo planta ahí, en tu vida, como un pino. Los Articuentos son breves, piensa. Gustarán.

Y así, desde 2011, se han documentado todo tipo de lesiones musculoesqueléticas relacionadas con el libro. Son lesiones recurrentes, que afectan a músculos, tendones, huesos, ligamentos, discos intervertebrales y nervios de espalda, cuello, hombros y extremidades superiores. Porque los Articuentos son breves pero muchos, muchísimos, nunca nadie se atrevió a contarlos, tal vez por miedo, o por paralización, juntos son demasiados, no hay persona humana que los pueda soportar.

Luego queda lo de dentro. La miga. Los culos más amables de la prensa matinal. La biblia de Millás. Con prologo de Juan José Millás. Algunos de los textos de ficción periodística más destacados de la narrativa española en un soporte fallido. F-a-l-l-i-d-o. Que levante la mano el mandamás. Usted: Hasta Millás pide disculpas en el prólogo. Por favor.

Claro que también puedo estar exagerando. Quizá no haya nada más allá de los sucesos lánguidos de lo cotidiano. Quizá un libro así sea normal y la linea recta que traza el capital continua tras cada torcedura. Si es así, les pido disculpas. En mi nombre, en el de mi suegra y en el de Manuel Mistral, el músico. Entre todos.
Firmado: Álex Azkona