Mostrando entradas con la etiqueta historia alternativa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta historia alternativa. Mostrar todas las entradas

viernes, 5 de enero de 2024

Alan Moore & Eddie Campbell: From Hell

Idioma original: inglés

Título original: From Hell 

Publicación:  a partir de 1991, por capítulos; 1999, como obra completa

Traducción: Jaime Rodríguez, asistido por Beatriz Barba

Valoración: imprescindible

En el muy improble caso (aunque a saber, que estos suecos, cuando se ponen, están muy locos)de que se concediera el premio Nobel de literatura a un creador del mundo del cómic, me parece que hay pocas dudas de que uno los principales candidatos, si no el primero, sería el guionista Alan Moore, por muchas razones, entre las que se cuentan los guiones de novelas gráficas tan destacadas como Watchmen, V de Vendetta o la que ocupa la reseña de hoy, otra obra magna de este arte (ya no recuerdo si era el octavo o noveno.): From Hell, una recreación/elucubración de la figura y los asesinatos del célebre Jack el Destripador. Como véis, amigues, el espíritu navideño aún no ha abandonado ULAD...

No me andaré con rodeos por miedo a destri... perdón estropearle la lectura a alguien, puesto que en el libro a la autoría de los  crímenes se desvela o atribuye casi desde el comienzo y, de hecho, buena parte de la novela consiste en acompañar al asesino mientras los comete. Siguiendo la hipótesis del autor Stephen Knight, que en 1976 publicó Jack the Ripper: The Final Solution, el Destripador habría sido Sir William Gull, primer médico real y destacado masón, que habría matado a sus víctimas para tapar el escándalo de cierto desliz cometido por un joven y alocado miembro de la casa real. Por ellos, en el complot estarían desde la mismísima reina Victoria hasta miembros prominentes de Scotland Yard, así como simples agentes, etc. Aunque en su momento tuvieron bastante éxito -incluso se realizó una película basada en el libro, con Sherlock Holmes persiguiendo al famoso serial killer-, parece que las tesis de Knight han sido refutadas desde entonces y no gozan, hoy día, de demasiado crédito.


Pero eso poco importa. En primer lugar, porque también Moore, aunque siga estas ideas durante todo el desarrollo de la novela, las pone en cuestión, así como al resto de teorías que han ido surgiendo sobre la identidad del destripador, en uno de los dos apéndices, titulado, significativamente Dance of the gull catchers (es decir, la danza de atrapagaviotas, pero también de los farsantes). Y, por otra parte, porque lo interesante de su narración no es tanto si la autoría hay que atribuírsela a éste o aquel personaje, sino el retrato descarnado que hace de un alma humana desquiciada, ambiciosa y megalómana... y de una sociedad, la del Imperio Británico de la era victoriana, que se correspondía punto por punto con ese retrato individual. Porque si algo se hace evidente en esta novela gráfica es que, crímenes aparte, el mayor horror del Londres en el que se desarrolla es la tremenda diferencia económica entre unos y otros, la miseria en la que viven los habitantes de Whitechapel, donde suceden los asesinatos, en contraste con la opulencia de la buena sociedad del West End, la autocomplacencia de los francmasones, la hipocresía de la realeza... Un mundo de desigualdades donde las más perjudicadas son las mujeres y, sobre todo, aquellas que se ven obligadas a "hacer la calle" para sobrevivir, como las víctimas del asesino; es más, en el libro el propio Gull ve sus actos como parte de una guerra de los hombres contra las mujeres, en la que aquellos han conseguido revertir la  situación, tras muchos milenios de dominio de éstas... Los crímenes del Destripador no serían para él sino unos sacrificios rituales para asentar el poder del heteropatriarcado, en la eterna lucha de lo femenino y lo masculina, de la diosa Luna contra el dios Sol... (no está mal para unos señoros de hace 30 años, ¿eh, amigues?). También hay que decir que a Gull -o al Gull que nos presenta Alan Moore- se le iba un poco bastante la pinza con los rollos esotérico-metafísicos y, de hecho, uno de los capítulos más memorables del libro no es para nada truculento, sino un recorrido "psicogeográfico" que hace por Londres, siguiendo la pista de las iglesias de su admirado Hawksmoor y otros monumentos, que resulta fascinante y también bastante perturbador. 


Enfrente, el asesino tiene al inspector Abberline, representación no ya del policía honesto pero poco imaginativo, sino del hombre común que se ha de enfrentar, con evidente impotencia, al monstruo, pero no sólo al que representa el asesino, sino también al de la degradación humana y social que ve a su alrededor, en esas calles de las que trata de huir sin conseguirlo. Ambos, Jack/Gull y Abberline son los dos protagonistas, sin lugar a dudas, de la narración, aunque sin olvidar a las prostitutas víctimas del Destripador, a las que los autores tratan con especial deferencia y compasión, deteniéndose lo suficiente en la vida de cada una de ellas, para que no convertirlas en simple atrezzo de vísceras y sangre, como ocurre en tantas novelas o películas policiacas, incluso en aquellas también basadas en casos reales. A su lado aún hay sitio -son casi 600 páginas- para encontrar a personajes destacados que pululaban por el Londres de la época: desde miembros de la familia real, como ya he dicho, al célebre "hombre elefante", John Merrick, Oscar Wilde, William Morris, los pintores Whistler y Sickert -éste, metido de hoz y coz en el asunto, de hecho-, etc. Todos se mueven por una ciudad recreada con todo detalle y conocimiento, en contraste buscado, en más de una viñeta, con el abocetamiento de las figuras humanas. Londres, sin duda, es en esta obra no ya el escenario, sino uno más de los personajes y no el menos importante...

He hablado durante toda la reseña de Moore porque es el autor de un guión de una complejidad y profundidad que rara vez se suele encontrar en las novelas gráficas, pero no quiero olvidar la magnífica labor gráfica del escocés Eddie Campbell, que en un estilo aparentemente sobrio -a esa impresión contribuye no sólo el imprescindible blanco y negro (aunque, por lo visto, existe también una edición posterior coloreada que no tengo la menor intención de ver jamás, ni por curiosidad...), sino la estricta y casi invariable distribución de las viñetas en la página- consigue no obstante transmitir todo el horror y la agitación inherentes a una historia tan tremenda, con un estilo que podríamos llamar "expresionista contenido". Las escenas de los crímenes en sí, basadas en el mejor montaje cinematográfico son, sencillamente, aterradoras. Sólo por el aspecto gráfico de este cómic (aunque el término aquí, más que en ninguna otra obra, se queda muy corto) ya merecería la pena el libro, pero si le sumamos el guión de Moore, no cabe duda de que nos encontramos ante una gran novela tanto policíaca como de terror, más un estudio psicológico y sociológico de primer orden y una narración absorbente que convierten a esta obra, definitivamente, en imprescindible.



También del maestro Moore y reseñados en Un Libro Al Día: V de Vendetta, Watchmen y La broma asesina



lunes, 27 de noviembre de 2023

Umberto Eco: Baudolino

Idioma original: italiano
Título original: Baudolino
Traducción: Helena Lozano Miralles
Año de publicación: 2000
Valoración: Muy recomendable

Debo empezar diciendo que me acerqué a esta obra que no conocía simplemente por ser de Umberto Eco; por no saber, ni siquiera conocía de su existencia. Sin embargo, había leído con anterioridad El nombre de la rosa y El péndulo de Foucault y, por decirlo de una manera ilustrativa, eso me había convencido para leer todo lo que pusiera Umberto Eco en el dorso, así fueran 50 libros.

Baudolino no llega a la altura de estos dos gigantes, pero sería una injusticia compararlos; basta cualquiera las otras dos obras maestras anteriormente citados para que nuestro semiólogo italiano favorito pasara a la historia. Pero ojo, eso no significa que este no sea un buen libro; como digo, simplemente no llega a la altura de las anteriores citadas.

En Baudolino, Eco nos cuenta la historia del personaje del mismo nombre, mentiroso por excelencia, pero tanto, tanto, que en ocasiones da la vuelta entera a la realidad y lo que inventa acaba por volverse real.

Empieza Baudolino contando este su historia y sus intrépidas aventuras al bizantino Nicetas Coniates, al cual utiliza como ellos mismos dicen como pergamino para contar su biografía. Esta parte comprende casi todo el título, salvo los capítulos finales en los que, Baudolino, al terminar de relatar su historia, se da cuenta de la importancia que han tenido ciertos momentos decisivos en su vida, hace propósito de enmienda, y, como dice el capítulo final, Baudolino se va.

Ambientada a principios del S. XIII, Baudolino cuenta a Nicetas (nos cuenta a nosotros, lectores) cómo pasó de ser hijo de campesinos a ser adoptado por el mismo Federico I; este procura darle la mejor educación posible, así que lo envía a París, donde se hace Baudolino rodear de una pandilla de sabios y tunantes (impagables) que le acompañarán durante largos años.

Es grande el cariño que siente Baudolino por su padre adoptivo, y trata de hacer siempre lo mejor para él y para el reino; sucede que a veces, maquillando un poco la verdad, se consiguen mejores resultados que dejándolo todo tal y como es en realidad. Huelga decir que ni Baudolino ni sus compinches tienen un mínimo de mesura y acaban por hacer temblar los cimientos más sólidos y sagrados de la cristiandad con sus mentiras. Pero eso sí, siempre con buenos fines, sin atisbo de ironía; no buscan lo mejor para ellos, sino para el emperador.

Una parte importante de la novela es la búsqueda del Preste Juan por parte de Baudolino y sus amigos, que, creyéndolo rey y sacerdote, imaginan como el apoyo perfecto para mantener a Federico I en el trono. Es la parte más aventurera de la obra, en la que nuestros amigos corren mil aventuras y se cruzan con todo tipo de gentes y criaturas.

¿Y el tono general de la obra? Pues Eco hace gala de sus amplios – amplísimos – conocimientos en la materia para sumergirnos en un mundo mágico y absurdo del que nunca sabemos hasta qué punto es real, y hasta qué punto es obra del fecundo magín del gran mentiroso.

Se nota que Eco disfrutó escribiendo el libro: maneja totalmente el mundo en el que se desarrolla la novela, tanto mezclando personajes inventados como utilizando personajes históricos para sus protagonistas. A la vez, utiliza leyendas existentes, así como hacer inventar a sus personajes nuevas leyendas que se han colado en nuestro mundo; se cruzan con todo tipo de personajes mitológicos semihumanos y mantienen también todo tipo de relación con ellos...

¿A quién no le va a gustar un baptisterio romano del siglo I una novela en la que unos poetas se convierten en estrategas de un ejército formado por esciápodos, sátiros, blemias y panocios? Además de otras criaturas más pacíficas como Hipatias, o más irracionales, como basiliscos o quimeras. No falta de nada, oiga.

Pero como suele pasar, este tipo de libros con tantísimas referencias se disfruta más cuánto más se sepa de la historia de la época y es posible pasar por alto los numerosos chistes internos en los que gusta prodigarse Eco. A mí me ha pasado, Wikipedia me ha ayudado mucho a “completar” la lectura.

Como nota final, y haciendo referencia también a esto último, la traductora se reserva unas páginas para explicarnos algunas de las dificultades con las que se tuvo que enfrentar, y, créanme, no parece un trabajo fácil. Me da la sensación de que la forma de jugar que tiene Eco con el lenguaje, mezclando el piamontés y distintos dialectos, no es nada fácil de traducir a ningún idioma.

Resumiendo: Como dije al principio, ¿recomendable? Mucho. ¿A la altura de otras obras de Eco? No, pero, como dije, no sería justo pedirle que mantuviera ese nivel.


Todo lo de Umberto Eco reseñado en la ULAD aquí.

martes, 6 de agosto de 2019

Terry Pratchett & Neil Gaiman: Good Omens - Buenos presagios

Idioma original: inglés
Título original: Good Omens
Año de publicación: 1990
Traducción: María Ferrer
Valoración: Bastante recomendable, sin duda

El Fin del Mundo fue un día de verano a finales del siglo pasado y comenzó en un villorrio de Inglaterra, cerca de Oxford, ¿no lo sabíais? La verdad es que a todo el género humano le pilló por sorpresa, a pesar de que lo que iba a ocurrir estaba detallado con pelos y señales en un libro de título Las Buenas y Acertadas profecías de Agnes la Chalada, escrito por la misma... En fin, que aún así, no se pudo hacer nada para evitarlo... o quizá sí (hay que leer este libro para saberlo), porque el ángel y el demonio que estaban por entonces de retén en Inglaterra,Afirafel y Crowley, no parecían muy contentos con la decisión de declarar el Armagedón, el Apocalipsis y toda la pesca... de hecho, se encontraban bastante a gusto en este nuestro planeta, entre los humanos, esos dos. Lástima que para evitar el desastre tuvieran que localizar al Anticristo, y el Anticristo, ejem... se les había extraviado. Cosas que pasan.

Como podéis ver, honrando la acendrada tradición de un Libro Al Día de reseñar libros que se han convertido en exitosas series de televisión (es broma, en realidad, las solemos reseñar bastante antes, merced a nuestro excelente ojo para estas cosas), aquí tenemos hoy Good Omens, publicado en su momento, hace casi treinta años, como Buenos presagios en España (aunque en las últimas reediciones y debido, precisamente, a la mencionada serie, ha conservado su título en inglés (*)), que supuso una celebrada y descacharrante colaboración de los que , ya en su momento, pero sobre todo a partir de ahí, se convertirían , junto a Alan Moore, en los grandes de la fantasía británica de nuestra época: el prolífico Neil Gaiman Terry Pratchett (hace no mucho fallecido). Dos tipos que sin duda se lo pasaron en grande imaginando esta historia llena de humor, ángeles, demonios y anticristos. pero también brujas y cazabrujas, jinetes apocalípticos, moteros, médiums BDSM, monjas satánicas, militares americanos, teleoperadores, extraterrestres y tibetanos, entre otros ingredientes. Todo aderezado con la música de Queen.

Porque, eso sí, la novela es un poco ochentera/noventera y algunas de sus referencias (aunque no la de Queen, eso seguro) puede que no las pillen del todo las nuevas generaciones de lecctores... ¿cómo explicarles, por ejemplo, a los chavales de hoy, que la posibilidad de un apocalipsis de verdad, provocado por una guerra termonuclear, era algo que teníamos bastante presente en aquellos felices años en que aún coleaba la Guerra Fría? de todos modos, es el único pero que se le puede poner a una novela estupenda y muy divertida, que puede hacer las delicias de cualquiera que se plantee pasar un buen rato entre sus páginas. Novela, además que muy posiblemente esté en el germen de otros títulos y sagas aún más exitosos; no me extrañaría nada que J. K. Rowling hubiese escrito sus Harry Potter bajo el influjo de estos Buenos presagios (de la misma forma que en esta novela se deja notar, aunque en otro tono, la influencia de los cómics de John Constantine... (que aparecía, además, en los cómics de la serie Los libros de la magia, guionizados por Gaiman, y cuyo protagonista, el joven mago Timothy Hunter parece ser un antecedente claro de... Harry Potter). En fin, todo esto da lo mismo: lo importante es que si queréis parar un buen rato, incluso tronchante a veces,no dudéis de leer esta novela... o ver la serie, o ambas cosas. No vaya a ser que empiece otra vez el Apocalipsis y no nos dé tiempo ; )

(*) Por cierto, que un grupo religiosos norteamericano, al parecer, se ha dedicado a recoger miles de firmas para solicitarle a Netflix que retire esta serie por su contenido blasfemo. Están en su derecho, así que nada que objetar, por supuesto, excepto que la serie ha sido producida por Amazon...




Otros títulos de Terry Pratchett reseñados en Un Libro Al Día: El color de la magia

jueves, 1 de diciembre de 2016

James Carr & Archana Kumar: Hipster Hitler

Idioma: inglés
Título original: Hipster Hitler
Año de publicación: 2012
Valoración: divertido (e inquietante)


Como ya ha escrito alguien antes que yo (soy un cutre, lo sé, pero la idea es demasiado buena para no aprovecharla), Adolf Hitler, Führer del III Reich, fue un hipster avant-la-lettre... ¿Que no? Veamos: de joven, tras una etapa Ni-Ni, quiso ser artista y llevó un estilo de vida bohemio -por no decir clochard- en la capital del aún Imperio Austro-Húngaro, mientras la academia de Bellas Artes le rechazaba una y otra vez (algo muy hipster, también). adema´s, era vegetariano y cuidaba con esmero su vestimenta y corte de pelo, salvo en sus últimos días, que ya no estaba para nada... Y no le hacía ascos -más bien lo contrario- a las drogas de diseño y otros estimulantes. No sçesi le gustaba pasear en bici de piñón fijo, pero sí que he visto, para mi desdicha, alguna foto suya en pantalón corto, con unas bermudas estilo vintage. le gustaba el diseño gráfico y los eslóganes molones, aunque esa tarea se la dejase sobre todo a Goebbels, y se pasaba horas departiendo sobre arquitectura con su amigo Albert Speer... No sé si hacen falta más pruebas...

Algo así debieron de pensar los autores de estas historietas cuando pensaron en convertir al Führer en un hipster de nuestro tiempo (conservando el bigotillo, eso sí; no creo que le hubiese quedado bien la barborra lumberjack); ataviado con gafas de pasta y camisetas con lemas irónicos -Eva 4 Eva; I Love Juice; Back to the Führer...-, nuestro Hitl... uy, perdón por el plural: este particular Hitler bebe ceveza orgánica, juega con videojuegos vintage (es decir, pre-vintage), elige los uniformes para las SS o toma decisiones militares como si jugase al ajedrez chino para ser más multicultural. El Hitler hipster no invade Suiza porque en un país tan montañoso no puede circular en su fixie, propone una estrella de David invertida (sic) como símbolo anti-judío y en Navidad recibe la dickensiana visita de los dictadores del pasado, el presente y el futuro (éste resulta ser el viejo Kim Song Il o Song Il Kim o como sea). ¿Suena todo demasiado extravagante... quiero decir: bizarre? Quizás, pero pensemos que sí existen los llamados nipsters, neonazis tan preocupados de la exclusividad de su estética como de la pureza de la raza aria a la que creen pertenecer. Hay gente pa tó, que diría el clásico...

Hay que reconocer que estas historietas, dibujadas con un austero estilo infográfico, mueven más a la sonrisa irónica que a la carcajada -aunque haya momentos brillantes, como cuando Hitler zanja una discusión con Goering apelando a la Ley de Godwin-. Ello se debe, supongo , a las limitaciones creativas de sus autores, pero también, en gran medida, a la necesidad de dominar varios códigos de humor para entender los chistes: además de los juegos de palabras entre el  inglés y el alemán,se basan sobre todo en la confrontación de elementos de la subcultura hipster y los acontecimientos o circunstancias sucedidos durante el II Reich y la II Guerra Mundial. Incluso es necesario conocer un mínimo de la Historia de esa época para identificar a los personajes secundarios: Rommel, Goebbels, Goering, Eva Braun, Leni Riefenstahl...

Quizá ésta sea la mayor dificultad para disfrutar de las historietas; otra, no menos, pero de otro orden, consiste en saber hasta qué punto tenemos derecho a reírnos de una caricatura amable, después de todo, de un personaje real tan inequívocamente siniestro. Como es lógico, este escrúpulo no se me ha ocurrido sólo a mí: hubo asociaciones judías e incluso algún diputado británico que protestaron cuando salió este cómic, y tampoco es la primera vez que se plantean: recordemos que el propio Chaplin afirmó que no hubiera hecho El gran dictador de haber sabido cuáles serían los horrendos crímenes del III Reich. O, más recientemente, las polémicas acerca de la película La vida es bella o la novela alemana Ha vuelto. Las dudas, en cualquier caso, pueden multiplicaarse hasta la extenuación. ¿somos de alguna forma cómplices del nazismo por reírnos con estas historietas' ¿Seremos cómplices del terrorismo si nos hemos reído también con los sketches sobre ETA de Vaya semanita o con la divertida peli Cuatro leones? ¿Si nos mofamos de Hitler estamos también obligados a hacerlo de otros dictadores no menos sanguinarios, como Stalin, para no ser acusados de tendenciosos? Bien, yo no tengo respuesta a estas preguntas, excepto para la última: en Hipster Hitler también aparece un campechano y borrachín Broseph Stalin, así como hay apariciones estelares de Napoleón, Lenin, Mussolini y hasta Robert Mugabe.

Por otra parte, también se puede reflexionar sobre la actual banalización de estas figuras ominosas de la Historia, incluso sobre su conversión en iconos de la cultura pop dentro de la sociedad de consumo en que vivimos; al fin y al cabo, creo que es de eso de lo que trata este libro. Se llegue a la conclusión a la que se llegue, no está de más una reflexión sobre el tema ahora que parece que los nietos de los seguidores de Hitler vuelven a las andadas en buena parte de Europa. Pero, por desgracia, no de este Hitler hipster, sino del otro, del verdadero cabronazi.






miércoles, 7 de septiembre de 2016

José Javier Abasolo: Una decisión peligrosa

Idioma: castellano
Año de publicación: 2014
Valoración: está bien

Alguna vez he comentado en este blog (tampoco es que piense que alguien se va a acordar, pero nunca se sabe) que me pirran las ucronías. Y que a los cultivadores de esta subespecie literaria les suele pirrar todo lo relacionado con la Segunda Guerra Mundial, el Tercer Reich o la Guerra Civil española. Es algo que podemos comprobar en novelas tan dispares , aunque excelentes, como son La conjura contra América, del gran Philip Roth, Patria, de Robert Harris o la más esquiva y fascinante de todas, El hombre en el castillo, del no menos esquivo y fascinante Dick. Son temas que siguen dando mucho de sí (y si no, échenle una ojeada al llamado Canal -ejem- Historia...) No podía faltar tampoco alguna versión autóctona del asunto y, en el caso vasco, aquí tenemos una ucronía pergeñada a la perfección por el escritor vizcaíno José Javier Abasolo, quien, al parecer, ya había jugado con la idea de una Euskadi independiente en El aniversario de la Independencia

Pero aquí va todavía más lejos -o más atrás- al presentarnos una realidad, en la que el reino de Navarra habría conseguido, de forma casi milagrosa, mantenerse independiente desde el siglo XVI (e incluso, por lo que parece, ampliar su territorio hasta lo que hoy en día se conoce como Euskal Herria), merced sobre todo a la conversión del Viejo reino a la religión protestante, a partir de la traducción del Evangelio al euskera por parte de Joannes de Leizarraga ("punto Jonbar" que sucedió realmente, por otro lado). Así, a las potencias protestantes del norte de Europa les habría interesado mantener un reino de la misma confesión, por pequeño que fuera, entre las dos grandes potencias católicas, Francia y España -España que, por su parte, se habría anexionado también Portugal-, lo que le hubiese permitido a Navarra sobrevivir, mal que bien, como estado libre e independiente a lo largo de los últimos cuatro siglos. Hasta que, en 1941, esa libertad se vería amenazada por la dictadura de Franco en España, por un lado, y por la ocupación alemana de Francia, por otro. El reino de Navarra, tradicionalmente amigo de los británicos, tendría entonces que decidir si mantener la neutralidad, con el riesgo de ser invadidos por España con alguna excusa provocada o entrar en la guerra y ser invadidos por Alemania, pero manteniendo ciertas opciones de independencia en caso de que la guerra la ganasen los aliados (aunque Estados Unidos aún no se contaba entre ellos). En esa coyuntura y con la presión añadida de un movimiento fascista autóctono, los llamados "Caballeros de Roncesvalles", aparece desnudo en la puerta de un burdel el cadáver del arzobispo de Iruñea, monseñor Argote, cabeza de la minoría católica navarra (minoría aún marginada en esa sociedad, como los judíos y los agotes). Podría ser la excusa perfecta para que el nacionalcatólico régimen español se decida a intervenir en Navarra, así que el viceministro de seguridad del Reino, Xabier Perurena, le encarga al comisario Da Silva -bilbaíno pero hijo de inmigrantes portugueses y por ende, católico- y al eibarrés subinspector Baskaran la resolución del caso. caso en el que se mezclarán intrigas políticas, espionaje y religión, además de otros elementos más morbosos, relacionados con las circunstancias del hallazgo del cadáver, claro...

La novela, ciertamente, resulta entretenida y del todo plausible: Abasolo sigue con lógica implacable las elucubraciones sobre lo que podría haber pasado en situaciones como las que se plantean. Ahora bien, quizás sea ese el flanco más débil de esta ucronía: aparte de la lógica histórica, una novela de estas características o género necesita también un punto o varios de sorpresa, de locura, incluso. Algo que resulte inesperado y que exija aún más complicidad por parte del lector. Y aquí, pese a lo divertida que pueda resultar la idea, por ejemplo, de una Euskal Herria independiente pero con una impronta navarra y no bizkaitarra, o incluir al padre Arrupe como misionero protestante en Japón, el caso es que todo, al final, resulta previsible, de tan correcto y casi rutinario, de tan bien pensado como está. Aún así, ya digo, una novela entretenida, aunque sea por su vertiente más policíaca y que creo que puede hacer bastante gracia a los lectores vascos y, sobre todo, navarros, que a lo mejor hasta se plantean si el pasado de su tierra ha sido el mejor que podía haber sido o no (para eso sirven las ucronías, después de todo). Eso sí, la cabra siempre tira al monte (dicho sea con cariño): a pesar de que en la realidad que ha inventado, Bilbao sólo es una pequeña ciudad de provincias frente a la gran metrópolis de Iruñea, Abasolo hace al Athletic campeón de la Liga no sé cuantos años seguidos... está claro que hay cosas con las que no se juega ; )

lunes, 22 de febrero de 2016

Umberto Eco: El péndulo de Foucault

-Idioma original: italiano
Título original: Il pendolo di Foucault
Año de publicación: 1989
Traducción:  Ricardo Pochtar (revisada por Helena Lozano)
Valoración: recomendable


Sentimiento de culpa. Tal fue el que me asaltó el pasado día 20, cuando me enteré de fallecimiento de Umberto Eco. No porque tuviera algo que ver con el mismo, claro está, sino por una razón minúscula y quizás absurda: en la reseña que firmé sobre su última novela, Número Cero, no sólo no la dejé demasiado bien... además mencionaba mi sospecha de que su edición podía deberse sobre todo a que su autor, dada su avanzada edad, no quería que se quedara en un cajón... Vale, tal vez sentirse culpable por una cosa así sea excesivo y, de hecho, mi opinión sobre esta última novela de Eco no ha cambiado, pero, en todo caso, a modo de expiación y resarcimiento, si cabe, permítanme reseñar otra novela suya que me gustó bastante más y que creo que ha sido, en general, injustamente valorada; al menos yo puedo contar con los dedos de una mano las opiniones positivas que he oído sobre la misma. Y me sobran dedos, me temo...

Como es obvio, estoy hablando de El péndulo de Foucault, la siguiente novela que publicó Eco después de la mega-ultra-superexitosa El nombre de la rosa y que se esperaba con comprensible expectación. Que se convirtió en decepción para muchos lectores, parece ser... No es que la novela responda a los típicos argumento y esquema de los best-sellers, ciertamente -menos, incluso, que la anterior de Eco-: en el agitado Milán de los primeros 70, se conocen un estudiante de Filosofía y Letras, Casaubon (el nombre no es casual) y dos responsables de una bifronte editorial, Belbo y Diotallevi. Casaubon está escribiendo su tesis sobre los templarios y justamente, uno de los aspirantes a publicar en la editorial, el turbio coronel Ardenti, les habla de un supuesto plan esotérico desarrollado a lo largo de los siglos y en el que los templarios jugarían un papel central. Años después, los tres amigos se basan en esa idea para, a modo de juego -cada vez más serio-, trazar ellos una conjura similar que, de forma increíble, habría permanecido oculta, estructurando la historia secreta, teosófica y hermética de Europa durante el último milenio.

La novela funciona muy bien por lo que respecta a la invención de la trama por parte de los tres protagonistas y la dinámica entre éstos. Bastante bien la aportación de los diferentes secundarios, equívocos y peculiares, que van apareciendo alrededor de esta urdimbre. Y no tan bien en lo referente a la resolución de la novela y de la trayectoria individual de los personajes, creo yo. Además, Eco desplegó aquí buena parte de su inmenso arsenal cultural, sección hermetismo esotérico -o esoterismo hermético, no sé-; no es de extrañar que muchos lectores se sintieran abrumados (un ejemplo: el nombre de Casaubon se debe a un filólogo ginebrino del XVI que cuestionó la datación tradicional del  Corpus Hermeticum, obra de supuesta sabiduría secular, atribuida nada menos que a Hermes Trimegisto y... es todo un buen rollo, lo sé); sobre todo porque la narración, libracos y nombres arcanos aparte, no acaba de resultar redonda. Estructurada, además, a partir de las sefirot o esferas de la Cábala, lo que tampoco es moco de pavo... Aunque, en mi opinión, merece la pena leerla.

Aparte de eso, la novela no deja de ser una parodia de todo ese género histórico-esotérico, que ya existía desde hacía muchos años, aunque, precisamente a comienzos del nuevo milenio, conocería -y sufriríamos nosotros- un exitoso revival. Cabe preguntarse si tuvo alguna responsabilidad en ello esta novela de Umberto Eco (en un momento determinado, se menciona la idea de que Jesucristo se casara con María Magdalena y su descendencia diera origen a la estirpe real de Francia, la sang réal:

" _ Vale -dijo Diotallevi-, nadie te tomaría en serio.
 _Te equivocas, vendería varios cientos de miles de ejemplares, repliqué sombrío-. Esa historia existe, ya está escrita, con diferencias de detalle (...)"  ).

De igual manera, podemos preguntarnos si Eco tuvo alguna culpa en la aparición de multitud de epígonos de género histórico-detectivesco que surgieron a partir de El nombre de la rosa  (o si algún escritor la tiene, cuando ocurre algo parecido)... En todo caso, también hay que recordar que esta su primera novela fue la causa de que miles o cientos de miles de personas se acercaran a la lectura y disfrutaran -disfrutáramos- de ella; sólo por eso, ya deberíamos estarle agradecidos a su autor.


Otras obras de Umberto Eco reseñadas en Un Libro al Día: El nombre de la rosaApostillas a El nombre de la rosaEl cementerio de PragaNúmero CeroLa misteriosa llama de la reina Loana

martes, 27 de octubre de 2015

Philip K. Dick: El hombre en el castillo

Idioma original: inglés
Título original: The Man in the High Castle
Año de publicación: 1961
Traducción: Manuel Figueroa
Valoración: Muy recomendable

La verdad es que me pirran las ucronías; ya saben: esas realidades alternativas pergeñadas a partir de un cambio en algún acontecimiento histórico, generalmente de orden bélico: qué hubiera pasado si Napoleón hubiese vencido en Waterloo o si los confederados hubieran logrado secesionarse de los Estados Unidos. Cosas se ese tipo... Y a los escritores de ucronías les pirra todo lo relacionado con la II Guerra Mundial, sus protagonistas, consecuencias y prolegómenos. Algunos ejemplos muy logrados son la estupenda Patria, de Robert Harris, la reveladora La conjura contra América -con un Lindbergh pro-nazi convertido en Presidente de los EEUU- de Philip Roth o en el caso español, la muy célebre, en su momento, En el día de hoy, escrita por Jesús Torbado, pero se dice que concebida por el astuto señor Lara -el primero-, que además le dio un premio Planeta en el 76 (todo un escándalo: ¡un premio Planeta encargado por la editorial...!).

En la realidad ucrónica que nos propone Dick, Alemania y Japón han ganado la guerra y se reparten  el mundo, grosso modo. Lo que eran los Estados Unidos de América han quedado divididos entre una entidad al este, depedendiente de Alemania y con un régimen político muy racista y bastante jerarquizado y otro protectorado, al Oeste -los Estados del Pacífico- dependientes del Imperio japonés, muy jerarquizado y bastante racista. En medio, a modo de conveniente colchón, los Estados de las Montañas Rocosas, más o menos a su bola, como antes de las guerra... Los alemanes, por su parte, después de seguir ejerciendo sus propósitos genocidas en los territorios conquistados, como África, se han lanzado a la exploración y colonización de otros planetas, mientras que los japoneses, más cautos, se preparan para una relación cada vez más gélida con sus antiguos socios. La novela se desarrolla sobre todo en San Francisco y en Colorado, mostrándonos las vicisitudes de una serie de personajes que resultan estar unidos entre sí a modo de cadena humana. Hay americanos, japoneses y alemanes. Vencedores y vencidos (y la actitud que toman algunos de éstos hacia su derrota resulta lúcidamente llena de sutilezas... No he leído la reciente Sumisión, pero por lo que dicen sus reseñas, sospecho que hay alguna concomitancia al respecto entre ambas novelas).

Aparecen además, dentro del libro, otros dos (y esto es lo más interesante, como ejercicio metaliterario): el I Ching chino o Libro de los cambios, cuyo sistema adivinatorio consultan muchos de los personajes (incluso parece que el propio autor lo utilizó para escribir esta historia... y no sólo él); y además, otra novela, también leída por casi todos los personajes, titulada La langosta se ha posado , donde  se narra ... una ucronía en la que Alemania y Japón han perdido la guerra -el "hombre en el castillo" al que alude el título es, precisamente, Hawthorne Abendsen, el autor de este otro libro dentro del libro-; se crea así un juego especular que, revelado poco a poco, no muestra toda su complejidad hasta el final de la novela (la que tenemos entre manos, no la otra) y que resulta algo confuso en algún momento, pero también muy satisfactorio, desde el punto de vista del lector poco acomodaticio.

Para terminar: El hombre del castillo, además de una magnífica novela, creo yo, es una obra política. Tal vez ya no dé esa impresión, pero sin duda lo era en el momento de su publicación y aún muchos años después; otra cosa es que a estas alturas se nos haya olvidado su motivación. Parece que por suerte, aunque quizá pequemos de incautos...


Otros libros de Philip K. Dick reseñados en Un Libro al Día:  ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Ubik

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Hilary Mantel: El asesinato de Margaret Thatcher

Idioma: inglés
Título original: The Assasination of  Margaret Thatchet
Año de publicación: 2014
Traducción: José Manuel Álvarez Flórez
Valoración: recomendable

En esta vida, cada cual hace lo que puede; es decir, lo que sabe o hasta donde le llega el talento. Un par de ejemplos: la anterior alcaldesa de Madrid le dedicó una plaza, en pleno centro físico y simbólico de la capital de España, a la mandataria británica Margaret Thatcher (en un alarde de coherencia, después colocaron a pocos metros de este lugar una estatua de Blas de Lezo, marino del siglo XVIII célebre por zurrarle la badana a los ingleses, precisamente; en fin, lo que la naturaleza no da, el barrio de Salamanca no lo presta...); en cambio, la afamada escritora Hilary Mantel, puesta a pensar en lo que había supuesto para ella la que fuera su Primera Ministra -a la que parece que tenía menos cariño que doña Ana Botella-, se le ocurrió hacer un relato sobre cómo podría haber sido su asesinato, allá por 1983 (por cierto, ¿se considera apología del terrorismo imaginar cómo podría haber sido un magnicidio -gracias por el término, Francesc- que, obviamente, no ha tenido lugar? En España, no me extrañaría que sí. En el Reino Unido, parece que no). Es decir, convirtió su opinión sobre Mrs. Thatcher -irritación, diríamos- en un motor de creación literaria y le salió un relato que, sin caer en el fácil efectismo ni en dramatismo alguno, mantiene vilo al lector hasta la última línea... literalmente. 

Este, sin duda, parece ser el relato estrella del libro, primero por lo llamativo de título y argumento, pero también porque es uno de los mejores. Y creo que el más optimista. El resto de los cuentos -me cuesta un poco llamarlos así, pero vale, en aras de la no reiteración- comparten, además de su excelente factura, la mirada femenina de sus protagonistas/narradoras, a excepción de uno, El QT largo, en el que el punto de vista femenino es, digamos, colateral... Nos ofrece, pues, un muestrario de tipos de mujer, que van desde el recuerdo de una niña curiosa o la escritora recluida por obligación (también hay otra escritora, pero ésta debe relacionarse con el mundo, también por obligación) a la turista en un país extranjero -e inquietante-, a la hija despechada o la criada asiática crudamente consciente de su desamparo. Porque la otra característica que reúne a casi todas las protagonistas de los cuentos es la consciencia de su vulnerabilidad y de las limitaciones que les son impuestas; limitaciones contra las que algunas se rebelan -de manera más o menos fructífera-, otras acatan como parte de las reglas de juego y otras tratan de sortearlas. Pero esas limitaciones y su percepción están presentes en todo momento; algo quizá no tan frecuente -o evidente- en los relatos con protagonistas masculinos.

Que Hilary Mantel es una escritora sumamente inteligente y perspicaz -es extraordinaria su atención a los detalles, por ejemplo- es algo evidente desde la primera página del libro. No menos evidente que escribe de forma magnífica, con un estilo claro y fluido pero rico y en absoluto simplista. Hay también una continua presencia de humor, por supuesto, aunque éste resulte más bien oscuro, mordaz y hasta inclemente con los personajes. Y hay un par de incursiones originales en el género de terror, si bien este elemento terrorífico se ve muy matizado por otro tipo de inquietud, más habitual y nada sobrenatural, que impregna casi todos los relatos del libro. Inquietud, desasosiego, desamparo. Pero también lucidez, ironía, inteligencia. Ésas son las sensaciones que me ha dejado el libro. Y que en las manos apropiadas la literatura puede sacar petróleo de cualquier parte. Hasta del recuerdo de Mrs. Thatcher.

viernes, 8 de mayo de 2015

Evelyn Waugh: ¡Noticia bomba!

Idioma original: inglés
Título original: Scoop
Año de publicación: 1938
Traducción: Antonio Mauri
Valoración: recomendable

Que Evelyn Waugh fue un caballero con gran sentido del humor lo señala el hecho de que su primera esposa también se llamaba Evelyn (cabe suponer, que, de hecho, esta jocosa coincidencia y las hilarantes situaciones que conllevó  tuvieron bastante que ver con la celebración de tal matrimonio, pues éste tuvo una duración de poco más de un año...quizás hasta que el chiste dejó de tener gracia). Pero además, como escritor nos dejó un buen puñado de libros que atestiguan, por si hubiera dudas, este encomiable rasgo de su personalidad (aunque también escribió otros de carácter más serio, como la celebérrima novela Retorno a Brideshead). Una de ellas es esta ¡Noticia Bomba!, subtitulada en su primera edición en inglés y en la traducción al castellano Novela de periodistas.

En esta novela, Waugh aprovechó su experiencia como corresponsal en Abisinia para crear un ácida sátira -aunque no exenta de cierto cariño, quizá nostálgico- sobre las prácticas y miserias del llamado "Cuarto Poder", pero también sobre las realidades de la política internacional y, más concretamente, sobre las relaciones exteriores de su propia nación. La historia en sí ya parte de un divertido malentendido: el periódico Daily Beast, del grupo Megalopolitan (propiedad de Lord Copper, una especie de Randolph Hearst británico o de Murdoch de entreguerras) envía a la supuesta guerra civil que se está produciendo en el africano estado de Ismailía -una mezcla, según el propio Evelyn Waugh, de la guerra de Abisinia y la de España, en curso en ese momento- al reportero más improbable, William Boot, un joven que hasta entonces escribía una columna quincenal sobre la vida campestre en la contraportada del diario. Como es de suponer, Boot lo ignora todo sobre el oficio periodístico y sobre la política internacional, circunstancias que aprovecha el autor para criticar si piedad alguna este oficio y sus costumbres (invención de noticias, ignorancia del tema del que se ocupa, jugarretas entre colegas, borracheras constantes...), pero también de las ideologías extremas (el fascismo de los "Camisas Blancas" ismailíes y el supuesto comunismo prosoviético de sus rivales), la injerencia interesada de los poderes económicos, el cinismo de la diplomacia británica... De hecho, aprovecha para disparar a todo lo que se mueve -persona, cosa o animal- y no dejar títere con cabeza. Incluso si a algún lector -o lectora, claro- más puntilloso percibe un tono demasiado displicente hacia los indígenas de este supuesto y pintoresco país (una suerte de Ruritania africana que bien hubiera podio merecer la mirada de Santi), enseguida se dará cuenta de que Waugh es aún más inclemente hacia los blancos, y no digamos ya hacia sus paisanos, nativos de la exótica Inglaterra: de sus dardos no se libran ni los miembros más influyentes de la clase alta, ni la gentry -la familia del bueno de Boot es todo un caso...o varios, de excentricidad british-, ni las clases populares... 

Ahora bien, si la sátira de Evelyn Waugh no perdona a nadie, no por ello es desdeñosa o ajena a lo que cuenta; en todo momento el autor parece ser consciente de que él mismo forma parte, en mayor o menor mediada, del chiflado mundo que nos describe y de que tan sólo a partir de esa premisa podemos tratar de encauzar sus sinsentidos hacia una realidad algo más razonable.

Claro que, como diría Mr. Salter, el jefe de Boot, hasta cierto punto...



Otros libros de Evelyn Waugh reseñados en Un Libro Al Día: Merienda de negrosRetorno a Brideshead

lunes, 29 de diciembre de 2014

Paco Ignacio Taibo II: Retornamos como sombras

Idioma original: español
Año de publicación: 2001
Valoración: Muy recomendable

En el año 1986, el muy prolífico escritor astur-mexicano -y creador de la Semana Negra de Gijón-  Paco Ignacio Taibo II (a partir de ahora PIT II) publicó su novela Sombra de la sombra, entretenida y heteróclita novela, entre el género policíaco, el político y, directamente, el absurdo, y protagonizada por un curioso cuarteto de personajes que parecen despojos de la Revolución mexicana, pero sin perder su carácter irredento. A partir de ese momento -según confiesa él mismo en el prólogo de Retornamos como sombras-, PIT II trató de escribir una continuación a esta historia, pero no fue hasta el 2001 cuando se publicó, por fin. Y en este mismo año 2014, una editorial española lo ha recuperado para nuestro solaz, lo cual resulta muy de agradecer.

En esta continuación, ambientada en 1941, veinte años después de la primera novela, nos encontramos al cuarteto disperso en diversas actividades y ubicaciones: Pioquinto Manterola, como periodista; el Poeta Valencia, trabajando de agente para los servicios secretos mexicanos; el chino Tomás Wong, en la selva chiapeña, construyendo la carretera Panamericana.  Y el narrador -en cierta forma peculiar-, Verdugo, encerrado en un psiquiátrico. Pero todos, de una manera o de otra, siguen pistas que les van conduciendo  hacia la misma revelación: la infiltración en México de los agentes y simpatizantes del III Reich (estamos hablando del momento previo a la entrada de los EEUU en la Segunda Guerra Mundial, que arrastraría luego a su bando a otros países americanos). PIT II mete en la coctelera el esoterismo nazi de Otto Rahm, los productores cafetaleros y los seguidores de la "cruz chueca", Hemingway y los submarinos alemanes, el peyote y los delirios de los enfermos mentales...

PIT II nos administra todos estos elementos y más aún, dosificándolos en pequeñas dosis de capítulos cortos y eficaces, que van construyendo una serie de tramas que parecen paralelas, en un principio, pero que acaban convergiendo y entrelazándose en un thriller ágil y atractivo, con una mirada original, diferente, hacia un momento histórico y unos personajes ya mil veces contados... Una novela que, creo, a cualquiera le resultará cuando menos entretenida, si no incluso absorbente y luminosa... la demostración de que las formas de narrar son muchas y no todas pasan por las convenciones atribuidas a cada género literario. Convenciones y géneros que si algún sentido tienen, además, es el de poder romperlos... Que es algo que resulta mucho más divertido -también pata los lectores-, que seguir sus reglas a rajatabla. 

sábado, 6 de diciembre de 2014

Jorge Zepeda Patterson: Los corruptores

Idioma original: español
Año de publicación: 2013
Valoración: entre recomendable y está bien


Para que queden las cosas claras, diré qué NO es Los corruptores :

Los corruptores no es una novela sobre constructores de la periferia madrileña, ni sobre empresarios que regalan coches para hacerse con contratas de basura en Alicante, ni sobre otros que pagan comisiones del 3% a familias mafiosas de políticos catalanes. Tampoco es una novela sobre un grupo sectario dentro de la Iglesia que capta menores de edad para abusar de ellos. Ni sobre editores y agentes literarios que obligan a los jurados de los premios -casi profesionales, en algún caso- a elegir los libros ya concertados entre ellos. Ya puestos,señalar que Los corruptores no es la novela ganadora del último premio Planeta.

¿Y qué SÍ es Los corruptores, en cambio?

Pues es una novela sobre los mecanismos de poder y corrupción en México, tierra de origen de Jorge Zepeda. Sobre esos círculos en los que se mezclan abogados, políticos, servicios de inteligencia, narcotraficantes, periodistas... que determinan el devenir de aquel país tan castigado por todo tipo de males, pero sobre todo por una violencia inclemente y -a lo que parece- creciente en los últimos años (22.372 homicidios denunciados en 2013, el año de publicación de esta novela, 19 por cada 100.000 habitantes). Es una novela, pues, sobre quién y cómo maneja los resortes que determinan la vida y la muerte de cualquiera de los habitantes de ese país, los hilos de las marionetas en que se convierten el resto de los ciudadanos... Los corruptores, además, es la primera novela del veterano economista, periodista y analista político Jorge Zepeda Patterson. Un debut literario, por tanto.

La trama, perfectamente urdida, hay que decir (no es para menos: el autor parece ser un perfecto conocedor de aquello de lo que habla), parte de un primer hilo suelto a partir del cual se va devanando toda una madeja: el truculento asesinato de una conocida y hermosa actriz, que ha sido amante, además, de una buena porción de la clase política y empresarial mexicana. Un periodista en horas bajas, Tomás Arizmendi, incluye en su columna un dato que parece implicar a uno de los hombres más poderosos del país, el ministro de la Gobernación.... temiendo por su vida, Tomás pide ayuda a sus mejores amigos desde el colegio, un grupo que se hace llamar "los Azules" (sic... y menos mal que son cuatro y no cinco), entre los que se cuentan, convenientemente, la presidenta del principal partido de la izquierda y un ex alto cargo de los Servicios Secretos...(también es casualidad).

De todos modos, no sólo la trama resulta perfectamente convincente, sino que además introduce con bastante solvencia muchos elementos informáticos o digitales que son imprescindibles en cualquier historia de espionaje político ambientada en la actualidad. También resultan muy bien resueltos, con eficaz agilidad, los momentos de acción y violencia que se suceden en la historia. Sin embargo, y pese a que el tono general del estilo es de una voluntariosa desenvoltura, me temo cuando se trata de las relaciones sentimentales y, sobre todo, sexuales entre los personajes, la narración tona un aire algo viejuno (y no por un exceso de pudor, precisamente), como si nos encontráramos leyendo un best-seller de hace treinta años y no una novela político-policíaca del siglo XXI...

Aún así, la novela resulta entretenida e interesante a partes iguales. Una de las pocas pegas que se le pueden poner es que quizá los entresijos de la política mexicana nos podrían resultar ajenos a los lectores que no somos de allá. pero Zepeda resuelve este problema desplegando toda una serie de explicaciones y recapitulaciones, más que suficientes para ponernos en materia.  También, que a los lectores de otras latitudes nos puede parecer algo lejano e incluso "exótica" la ya legendaria corrupción que campa por sus respetos en ese país y la violencia en la que parece estar sumido... Aunque también es cierto que, en el caso de este bendito Estado español desde el que escribo, algunas concomitancias sí que resultan cada vez más familiares -salvando las distancias y, por fortuna, no en lo que se refiere a la extrema violencia-. ¿Acaso no nos hemos acostumbrado a leer u oír cada día sobre las corruptelas, más o menos graves o cutres, de nuestros gobernantes; sobre caciques provinciales que entran en prisión (e incluso algún asesinato); sobre los chanchullos organizados por los servicios de inteligencia, utilizando como peón a algún joven mentecato, si es necesario? ¿O sobre el control cada vez mayor sobre la población y, ante todo, sus protestas, perseguidas gracias al conveniente recorte de nuestros derechos? ¿Sobre el enquistamiento de una clase política (tranquilos todos: no voy a emplear esa dichosa palabra que empieza por "C") que se resiste a perder el privilegio, sumo, de manejarnos a su antojo, y de acuerdo a intereses que no tienen por qué ver con los de los ciudadanos a quienes se supone que sirven?

Caramba... a ver si va resultar que Los corruptores sí que tiene que ver con lo que he negado al principio de esta reseña...

martes, 2 de diciembre de 2014

Nadine Gordimer: La gente de July

Idioma original: inglés
Título original: July's people
Año de publicación: 1981
Traductores: Barbara McShane y Javier Alfaya
Valoración: recomendable

No soy demasiado entusiasta de los celebérrimos premios Nobel y suelo acoger cada concesión anual de al Academia Sueca con bastante escepticismo. No se trata solamente que me parezca adecuado o justo a quién se concedan o se dejen de conceder, que también (además de que no quiero saber nada hasta que se haga justicia y se lo den a Murakami... Ryu, por supuesto), sino que la misma idea de que la culminación óptima de una carrera literaria se cumpla con la obtención de un premio me rechina bastante. Pero, en fin, cosas mías...

Aún así, lo que sí le agradezco a la dichosa Academia Sueca es que, gracias a sus premios, nos descubran o popularicen escritores de ámbitos que nos pueden quedar más o menos lejanos. Escritores a quienes quizás no leamos en ese momento, pero cuyos nombres ya se nos quedan grabados en la memoria y tal vez, aun con retraso -y no sin remordimiento-, acabemos por abrir alguno de sus libros. Eso es lo que me ha ocurrido a mí con Nadine Gordimer, escritora sudafricana que recibió el galardón en 1991 (sí, ya sé: el retraso es considerable...), posicionada siempre, tanto en su actividad política como literaria, contra el régimen racista del apartheid.

Precisamente esta novela, La gente de July, trata sobre el tema de las relaciones entre blancos y negros o, para ser mas precisos, entre amos y sirvientes, entre dominadores y dominados... Parte de una especulación -que podríamos llamar incluso "ucrónica"- sobre la realidad del lugar y la época: en un momento dado, las protestas y disturbios negros en las ciudades sudafricanas devienen en una auténtica guerra civil en la que la peor parte se la lleva la población blanca, que sufre saqueos saqueos y matanzas. Los Smales, una familia blanca de clase media -para nada racistas, pero sí beneficiarios del sistema injusto en el que viven- huye a ocultarse, con las escasas pertenencias que pueden recoger, al lejano poblado de chozas de barro de donde proviene su criado, July, que les ha servido durante años. Allí deben adaptarse a las duras condiciones de vida del bush mientras tratan de enterarse de lo que está ocurriendo en el mundo del que provienen, en el exterior de la humilde aldea donde se han escondido y de la que no saben si pueden o no marcharse...

Las relaciones entre ellos empiezan a cambiar de manera sinuosa: July pasa de ser el sirviente de los Smales a su huésped e incluso amigo. Y luego, a su protector, guardián e incluso "poseedor", con la familia blanca convertidos en una suerte de exóticos animales domésticos que le aseguran el disfrute de un vehículo y quizás, incluso de un arma de fuego... Como puede deducirse, toda la novela no deja de ser una metáfora sobre la situación política y social de la Sudáfrica de aquél entonces (supongo, además, que su publicación causaría algún impacto en aquél país, al menos en ciertos círculos). Pero no sólo eso: también la podemos considerar hoy en día, en el mundo globalizado del siglo XXI, como una alegoría de las relaciones entre los países desarrollados, opulentos -a pesar de la crisis- y el resto de la humanidad, que malvive en condiciones mucho más precarias, lo que nosotros, los ricos,  nos permitimos llamar "el Tercer Mundo"... Y además, es una reflexión sobre el despojamiento. No sólo de los elementos materiales o las estructuras y sistemas que nos facilitan la vida y nos protegen, sino también de aquello que consideramos que forma las diversas capas de nuestra identidad, pero que pueden deshacerse como azucarillos cuando nos encontramos con que no nos sirven para nada: la ideología, la pertenencia a una comunidad, la cultura...

Una novela, pues, francamente interesante y sugerente por lo que nos propone. Lástima, he de decir, que, a pesar de que se trata de una narración, si no minimalista, sí que bastante austera, en la forma y los elementos con los que juega, su lectura se halle jalonada de algunos párrafos de sintaxis un tanto dificultosa (al menos para este limitado lector). Como es la primera novela que he leído de esta autora, ignoro si esta circunstancia es una característica de su estilo o se debe a una traducción desafortunada. Me inclino por esta última opción, puesto que otra pega que me he encontrado, en las abundantes escenas en que se encuentran personajes de ambos sexos, es la elusión constante de los pronombres personales, lo que también dificulta seguir el hilo de la acción o el diálogo y que, como es obvio, se debe a la traducción al castellano y no al original en inglés.

Nadine Gordimer murió en Julio de este año, abundante en ilustres fallecidos del mundo de las letras. Sirva esta lectura y su reseña como minúsculo y modesto homenaje a una escritora que, hasta donde yo sé, supo estar siempre a la altura de la complicada situación de su país y del siglo en los que le tocó en suerte vivir.



viernes, 9 de agosto de 2013

Harkaitz Cano: El filo de la hierba

Idioma original: euskera
Título original: Belarraren ahoa
Año de publicación: 2004
Valoración: recomendable

Muy curiosa esta novela de Harkaitz Cano, publicada en 2004 y que en 2005 ganó el Premio Euskadi de Literatura; muy curiosa y algo desconcertante. Empezando por el título, sin duda muy sugerente e imaginativo, pero que más allá de la primera página y algunas menciones tangenciales más adelante, tiene poco que ver con el contenido del libro... Porque El filo de la hierba es algo que nadie imaginaría leyendo ese título: es una ucronía, un ejercicio de historia alternativa en el que los nazis han conquistado toda Europa y se dirigen ahora hacia Nueva York para conquistar los Estados Unidos.

La novela, además, se compone de dos historias entrelazadas: la de la flota nazi que atraviesa el Atlántico llevando consigo a Hitler (denominado solamente como el hombre pequeño) y a Charles Chaplin (denominado como el comediante), detenido y torturado como represalia por haber filmado El gran dictador; y otra travesía que tuvo lugar 80 años antes: la que Olivier Legrand realiza como polizón en el barco que transporta la Estatua de la Libertad, todavía desmontada, desde Francia hasta Nueva York. Las dos historias terminarán por con confluir, y Hitler, Chaplin y Legrand forman una improbable terna de personajes protagonistas.

Lo que sostiene la novela y la salva, probablemente, de caer en el ridículo, es su aire de farsa o de fábula: los personajes y las situaciones no intentan ser realistas sino que aparecen caricaturizadas y reducidas a una máscara (de ahí la utilización de nombres genéricos como "el hombre pequeño" o "el comediante"); y al mismo tiempo el espíritu poético del autor (que es, de hecho, poeta antes que narrador) consigue dotar a la novela de cierto aire onírico y surreal.

Es interesante, por ejemplo, aunque el texto solo la sugiere y no la desarrolla, la idea de un mundo compuesto de capas que están separadas pero que a veces pueden atravesarse unas a otras (una variante, parece, de la teoría de los universos paralelos); también apunta en esa dirección el texto que sirve de prólogo, en el que Chaplin explica que en toda película hay también otra película: aquella que no se llegó a filmar; del mismo modo, parece decir Harkaitz Cano, también en la vida y en la historia hay caminos que no se llegaron a recorrer, y uno de ellos es el que propone, entre bromas y veras, esta novela.

También de Harkaitz Cano en ULAD: Aquí