Título original: From Hell
Publicación: a partir de 1991, por capítulos; 1999, como obra completa
Traducción: Jaime Rodríguez, asistido por Beatriz Barba
Valoración: imprescindible
En el muy improble caso (aunque a saber, que estos suecos, cuando se ponen, están muy locos)de que se concediera el premio Nobel de literatura a un creador del mundo del cómic, me parece que hay pocas dudas de que uno los principales candidatos, si no el primero, sería el guionista Alan Moore, por muchas razones, entre las que se cuentan los guiones de novelas gráficas tan destacadas como Watchmen, V de Vendetta o la que ocupa la reseña de hoy, otra obra magna de este arte (ya no recuerdo si era el octavo o noveno.): From Hell, una recreación/elucubración de la figura y los asesinatos del célebre Jack el Destripador. Como véis, amigues, el espíritu navideño aún no ha abandonado ULAD...
No me andaré con rodeos por miedo a destri... perdón estropearle la lectura a alguien, puesto que en el libro a la autoría de los crímenes se desvela o atribuye casi desde el comienzo y, de hecho, buena parte de la novela consiste en acompañar al asesino mientras los comete. Siguiendo la hipótesis del autor Stephen Knight, que en 1976 publicó Jack the Ripper: The Final Solution, el Destripador habría sido Sir William Gull, primer médico real y destacado masón, que habría matado a sus víctimas para tapar el escándalo de cierto desliz cometido por un joven y alocado miembro de la casa real. Por ellos, en el complot estarían desde la mismísima reina Victoria hasta miembros prominentes de Scotland Yard, así como simples agentes, etc. Aunque en su momento tuvieron bastante éxito -incluso se realizó una película basada en el libro, con Sherlock Holmes persiguiendo al famoso serial killer-, parece que las tesis de Knight han sido refutadas desde entonces y no gozan, hoy día, de demasiado crédito.
Pero eso poco importa. En primer lugar, porque también Moore, aunque siga estas ideas durante todo el desarrollo de la novela, las pone en cuestión, así como al resto de teorías que han ido surgiendo sobre la identidad del destripador, en uno de los dos apéndices, titulado, significativamente Dance of the gull catchers (es decir, la danza de atrapagaviotas, pero también de los farsantes). Y, por otra parte, porque lo interesante de su narración no es tanto si la autoría hay que atribuírsela a éste o aquel personaje, sino el retrato descarnado que hace de un alma humana desquiciada, ambiciosa y megalómana... y de una sociedad, la del Imperio Británico de la era victoriana, que se correspondía punto por punto con ese retrato individual. Porque si algo se hace evidente en esta novela gráfica es que, crímenes aparte, el mayor horror del Londres en el que se desarrolla es la tremenda diferencia económica entre unos y otros, la miseria en la que viven los habitantes de Whitechapel, donde suceden los asesinatos, en contraste con la opulencia de la buena sociedad del West End, la autocomplacencia de los francmasones, la hipocresía de la realeza... Un mundo de desigualdades donde las más perjudicadas son las mujeres y, sobre todo, aquellas que se ven obligadas a "hacer la calle" para sobrevivir, como las víctimas del asesino; es más, en el libro el propio Gull ve sus actos como parte de una guerra de los hombres contra las mujeres, en la que aquellos han conseguido revertir la situación, tras muchos milenios de dominio de éstas... Los crímenes del Destripador no serían para él sino unos sacrificios rituales para asentar el poder del heteropatriarcado, en la eterna lucha de lo femenino y lo masculina, de la diosa Luna contra el dios Sol... (no está mal para unos señoros de hace 30 años, ¿eh, amigues?). También hay que decir que a Gull -o al Gull que nos presenta Alan Moore- se le iba un poco bastante la pinza con los rollos esotérico-metafísicos y, de hecho, uno de los capítulos más memorables del libro no es para nada truculento, sino un recorrido "psicogeográfico" que hace por Londres, siguiendo la pista de las iglesias de su admirado Hawksmoor y otros monumentos, que resulta fascinante y también bastante perturbador.