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lunes, 27 de enero de 2025

Colaboración: Me casé con un comunista, de Philip Roth

Idioma original: Inglés

Título original: I Married a Communist

Año de publicación: 1998

Traducción: Jordi Fibla

Valoración: Muy recomendable


Hace once años me hice con la Trilogía americana de Philip Roth, en el volumen de Galaxia Gutenberg para el desaparecido Círculo de Lectores, con la ilusión de leer por primera vez a uno de los mejores novelistas de Occidente (el mejor, según algunos). Y empecé por Pastoral Americana, que me pareció una novela de calidad desigual, lenta y anodina. De modo que, decepcionado con la obra y con el escritor, dejé el volumen en el estante por años y años. Pero un libro en la biblioteca de un lector, virgen en 2/3 de su lectura completa ¿no es a la vez un reto y un pequeño deshonor? Roth merecía una segunda oportunidad. 

Por medio del anciano Murray Ringold, años atrás brillante profesor de lengua y literatura inglesas del joven Nathan Zuckerman  -supuesto alter ego de Roth- se nos narra en retrospectiva la historia de Iron Rinn - Ira Ringold, un mocetón de más de 1,90 m, hermano del primero y, como él, criado en un barrio duro de Newark, Nueva Jersey: obrero y cavador de zanjas, seductor, soldado, un tanto violento, polemista a veces un tanto inoportuno y apóstol ferviente de la religión de Lenin en la América de finales de los 40 y los 50, allá cuando la persecución ideológica y las listas negras. Ira se convierte en la popular estrella improbable de series radiofónicas y llega a codearse con los más florido del mundo artístico de los EEUU, sin perder por ello ni sus ideas ni, en gran parte, su desastrado estilo.  

Roth no deja de ser Roth, de modo que la lectura de esta obra puede no ser del todo recomendable para quienes prefieran un discurso más ligero o un relato en el que los diálogos agilicen con frecuencia la trama. Incluso visualmente, las páginas se llenan de renglones de extremo a extremo. Hay pocos puntos y aparte, pocos diálogos en un trabajo que, si bien se extiende algo más de lo deseable -a entender de quien escribe esta reseña- es sólido, está bien estructurado y retrata, de forma verosímil y convincente, a hombres y mujeres de toda laya y estilo en un país y en un momento histórico concretos. Las piezas de la historia encajan mejor que las de Pastoral. Y es que, según avanzan las páginas, no te cabe duda de que estás leyendo a un novelista de raza. 

Eso sí, prepárense para una sobredosis de EE.UU. de América –salpimentada de la cuestión identitaria judía.- Quizás este exceso sea el fruto o la consecuencia de un conjunto heterogéneo y sin embargo compacto, del gran retrato de una nación en esplendor, poco porosa a influencias externas. No en vano, estamos en el corazón de la trilogía americana.

Pero la historia de Ringold trasciende la creación y el arte y sin ser, digamos, una novela-protesta, refleja con maestría las tensiones expresas y ocultas de una sociedad fragmentada, las diversas circunstancias de las personas y, en suma, sus distintos modos de afrontar el mundo, con personajes sólidos y psicológicamente bien definidos. 

Una obra de factura al alcance de pocos, pero de las que no suelen contentar a todo el público. En mi opinión y en esta ocasión, Roth deja clara su madera de gran novelista, de constructor de retratos completos y creíbles, en un trabajo estético e inteligente.     

Firmado: Francisco Marín

Muchos libros de Philip Roth reseñados en ULADaquí

sábado, 18 de enero de 2025

Colaboración: La noche quedó atrás, de Jan Valtin

Idioma original: Inglés

Título original: Out of the night

Año de publicación: 1940-1941

Traducción: No consta

Valoración: Imprescindible


Anoten: Richard Julius Hermann Krebs, alias Jan Valtin: La noche quedó atrás. ¿Cómo es posible que una obra como ésta sea prácticamente desconocida, y lleve tiempo descatalogada en nuestro país? Nada desde que Seix Barral la publicara hace bastantes años, en una edición y traducción que no podemos calificar sino de manifiestamente mejorables. 

La vida de Krebs – Valtin no es la de un narrador, ni la de un novelista, ni la de un académico: es una vida de película, riesgo, suspense, espionaje y contraespionaje; es la entrega a una causa que prácticamente abduce todo lo demás (familia, hijos, hogar). Valtin fue un consagrado al partido comunista alemán y a la internacional comunista en la Europa de entreguerras. Si les gusta la Historia de la primera mitad del siglo XX, si les atrae la política de la época y saber los entresijos concretos tras cada acción visible –ésas que luego los historiadores a menudo explican en visión aérea- no esperen. Porque Krebs fue autor de varias obras, pero en realidad sólo lo fue de una, que es la historia de su vida. 

Nacido en Maguncia, hijo de un inspector marino espartaquista allá cuando Rosa Luxemburgo (“quien no se mueve, no siente las cadenas”) Krebs tuvo una infancia errante debido a la profesión de su padre. Pero si puede citarse una ciudad asociada a su adolescencia y juventud, ésa es Hamburgo, donde vive entre muelles, obreros y revueltas, en un país moramente derrotado tras Versalles, a cuya célebre Constitución azotan el paro, la pobreza y las fuerzas extremas del momento –partido comunista y partido nacionalsocialista- que sorprendentemente no dudan en aunar fuerzas para acabar con las opciones moderadas, a la espera de un futuro duelo a dos que nunca llegó a producirse…al menos entre germanos y sin trincheras. Krebs insiste: el error comunista en la identificación de los socialistas como el enemigo a batir, y la consiguiente subestimación del potencial del partido nazi allanan el camino de Hitler al poder. 

En el difícil contexto de los años 20, Valtin se adhiere al comunismo, una nueva religión que anuncia su pronto advenimiento, trasciende fronteras y pretende acabar para siempre con la injusticia en el mundo. Pero el parto, necesariamente, ha de ser doloroso. Y así se transforma en un soldado dentro de la jerarquía de la Komintern, un activista que medra en la sección marina. Como apóstol de una nueva fe, predica la cercanía de una realidad que auspicia y protege Moscú. Recluta adeptos, reparte por medio mundo octavillas multilingües producidas en imprentas clandestinas, conspira en clubes internacionales que son realmente centros de operaciones del partido, organiza sabotajes y huelgas en los buques y en los puertos, perfecciona su formación en Leningrado y viaja y propaga sin descanso la buena nueva en cada país, obedeciendo como un soldado y ejecutando cada consigna con la fe y el ardor de un convertido. No obstante, de vez en vez aparecen las dudas. Y es que el propio autor llega a afirmar que “sólo la compañía de Jesús tiene más poder sobre sus juramentados que la Komintern.” 

El libro muestra en detalle el funcionamiento del partido y la organización de sus actividades, en especial en Alemania y los países nórdicos; respeta nombres de personajes reales y, en otros casos, parece que oculta personas bajo nombres ficticios, y tal vez introduce algunos de su propia imaginación. El más notable y seguramente el mejor descrito, Ernst Wollweber, sería futuro Ministro para la seguridad del Estado de la RDA y cabeza de la Stasi. Por las páginas de esta autobiografía novelada desfilan personajes de segundo orden, precisamente los que ejecutan las decisiones concretas (y aquí radica uno de los alicientes del libro, como he anticipado): Grigori Dimitrov, Heinz Neumann, Richard Jensen, Peter Kraus, Hertha Jens. Heinrich Himmler y Herman Göring aparecen igualmente, si bien de forma fugaz. 

Alemania, Dinamarca, Noruega, Suecia, Inglaterra y Estados Unidos son los escenarios de la acción de Krebs bajo múltiples identidades falsas, hasta su detención por la Gestapo en su país natal, momento en que empieza una segunda parte de la novela, claramente diferenciada de la primera y –no vamos a negarlo- descarnada y sin concesiones (pueden imaginar la vida de un espía de la Komintern, poseedor de información valiosa, en manos de la policía de Hitler). Los campos, las cárceles, las leyes dictadas por el partido nazi y la ampliación paulatina del espectro de colectivos objeto de persecución nacionalsocialista son retratados sin una sola tirita: la –entonces- cara oculta de aquella “nueva Alemania”, descrita tal cual fue. 

Pero Krebs recupera la libertad, de un modo y a un precio que no vamos a desvelar. Ex preso de los nazis, su desencanto y sus dudas aumentan con el creciente poder de Stalin en un partido en el que –por razones que tampoco desvelaremos- su posición pasa a ser incómoda. De modo que finalmente huye a los Estados Unidos y publica, entre 1940 y 1941, la obra que reseñamos, que automáticamente se convierte en un best seller en el que, con probabilidad, maquilla al menos algunas acciones no demasiado honorables de su biografía. “Encuentro grotesco seguir aún con vida” llegó a declarar el autor. A la vista de la obra, no nos extraña.

¿Qué es La noche quedó atrás? Parece que Roosevelt la describió como “el mejor libro que he leído sobre el siglo XX.” Son diversas las reacciones o juicios que la obra puede provocar en el lector; algunos positivos, como la fe en unos valores, la lucha por algo en lo que se cree, la esperanza de un mundo mejor; o negativos, como la interdicción de cuestionar directrices o la deriva radical dentro de una organización de estructura férrea, con la consiguiente pérdida de la amistad, confianza y camaradería. Pero creo que, esencialmente, la novela es un duro alegato y una prevención, justo durante el curso de una guerra mundial, contra los dos extremos que asolaron Europa –el nacionalsocialismo de Hitler y el comunismo de Stalin- en casi 800 páginas sin fisuras, que te atrapan y no te sueltan. Un libro que, una vez empezado, no puedes parar de leer.       

Firmado: Francisco Marín

domingo, 5 de enero de 2025

Colaboración: De umbral en umbral, de Paul Celan

Idioma original: Alemán

Título original: Von Schwelle zu Schwelle

Año de publicación: 1955

Traducción: Jesús Munárriz

Valoración: Muy recomendable / Imprescindible


No es fácil que un libro de poemas te alcance y te deslumbre; más si lo lees traducido; y más aún si el original se escribe en una lengua tan distinta al castellano como el alemán. Los que, con alguna frecuencia, leemos Poesía conocemos esa sensación, ese interno convencimiento de saber que la sugerencia, el misterio es inescindible del idioma; que, en fin, hay ahí dentro algo que no captas, que se escapa por cuidadoso que sea el trabajo de traducción. En nuestro caso, según consta en las Notas a los poemas, la traducción “ha sido depurada, corregida y revisada a fondo, en busca de esa fidelidad al original que, si nunca es posible en poesía, en el caso de Celan es especialmente imposible.” No sé cuánto ha respetado Munárriz la dicción original ni cuánto ha sacrificado en pos del ritmo, pero el resultado del texto sorprende gratamente.   

La vida de Paul Celan (anagrama de Antschel – Ancel, su apellido real) transcurre entre 1920, año en que nace en una familia judía de habla alemana en Czernowitz – Rumamía (hoy Chernivsti, Ucrania) y París, ciudad que ve acabar su vida antes de cumplidos los 50, cuando se arrojar al Sena desde el puente Mirabeau, el mismo al que dedicara un famoso poema Gillaume Apollinaire. 

De umbral en umbral es la segunda obra del autor y está, simplemente, plagada de belleza. Los versos son armónicos, aunque parecen venir preñados de asechanzas: “En el azul / pronuncia una palabra arbórea promisora de sombra / y el nombre de tu amor / sus sílabas añade.” No hay poemas largos. Cada texto es un pespunte de armonía elevado a una cima: “Esta es una palabra que caminó junto a las palabras / una palabra a imagen del silencio, / enramada de hierbaluisa y pena.” 

La tragedia marcó –a la postre, seguramente de forma irremisible- la juventud del autor, obligado a abandonar sus estudios universitarios y que pierde a sus padres en campos de concentración alemanes. En París también pierde un hijo al poco de nacer. 

Sin embargo, el libro no presenta –al menos en apariencia- poemas desesperados, ni trasluce la intranquilidad sonora o el desequilibrio visible que los hitos de un pasado desdichado pudieran sugerir. Los versos de Celan, aun no exentos de tensión controlada, son primeramente bellos, y las imágenes se suceden en un conjunto ordenado y sensible, si bien no ajeno al dolor. El poeta busca, más allá de cualquier cosa, crear belleza, y vaya si lo consigue.  

Algunos versos rozan la perfección y adveran que Celan es parada obligatoria en el itinerario del lector de Poesía moderna: “En el nombre del primero de los tres, / que gritó / cuando hubo que vivir allí donde antes que él ya estuvo su palabra, / en el nombre del segundo, que miró y lloró, / en el nombre del tercero, que blancas / piedras apiló en el centro / te absuelvo / del amén que nos aturde (…) / ¡Tú sigues siendo, sigues siendo / la hija de una muerta / consagrada al no de mi añoranza…!”

¿Qué añadir tras estos versos, que no los emborronen? Paul Celan: no se lo pierdan. 

Firmado: Francisco Marín


jueves, 26 de diciembre de 2024

Colaboración: El cielo de la selva, de Elaine Vilar Madruga

Idioma original: Español 

Año de publicación: 2023

Valoración: Muy recomendable


En los últimos años hemos disfrutado de buena literatura escrita por mujeres latinoamericanas: Enríquez, Schweblin, Bazterrica, Ampuero… Todas escriben, en mayor o menor medida, sobre lo femenino y la violencia. Sus novelas y relatos están poblados de sangre, de fantasmas, de disparos, de maltrato…

Pues bien, son comedias románticas al lado de El cielo de la selva.

Creo que es la novela más dura que he leído de este boom. Y eso es mucho decir. Qué barbaridad. Qué estilo, qué ritmo, qué lenguaje.

Elaine Vilar Madruga (Cuba, 35 años, un montón de libros escritos y un montón de premios ganados) nos presenta un mundo cerrado, asfixiante y asfixiado. Una hacienda solitaria, a los pies de una selva voraz, donde la vida consiste en criar para sacrificar. Como si de una granja de pollos se tratara, aquí las mujeres se preñan y paren (no se embarazan y dan a luz) y con el tiempo, cundo la selva tiene hambre, sus hijos e hijas (sus crías) son asesinados y entregadas a la selva. La autora elige muy bien las palabras: no es lo mismo tener hijas que crías, no es lo mismo tener sexo que fecundar. 

El argumento es duro, pero podría haberse quedado en una carcasa vacía de no ser por los personajes, la mayoría mujeres: Santa, Ifigenia, Romina, la abuela, la perra… generaciones malditas y condenadas a morir y matar. A matar o morir.

Dice una:

Aquí hay que ponerse dura —carraspeó—, pa’ que la selva sea buena contigo. Aquí hay que parir y parir y parir. Y luego darles cuchillazos a las crías pa’ que la selva te deje en paz.

De hecho, uno de los golpes en el estómago que lector se lleva mientras lee la novela es el asesinato de un menor. Otro escritor habría hecho una elipsis o lo habría narrado de forma suave: aquí Elaine Vilar Madruga se arremanga y se mete en el barro. Nos cuenta con detalle el sacrificio de uno de los niños. Así que avisados estáis: aquí hay dragones.

Se puede leer: 

La selva era una trampa cruel.

Santa lo sabía. Todos lo sabían. Y Juanquito hoy iba a descubrirlo.

Quien es marcado como carne para la selva, termina en su garganta y dentro de su mandíbula.

En esta novela, también hay hombres, y siempre son seres deleznables. Cuando son niños, tienen un pase; al crecer, se convierten en asesinos, maltratadores, traficantes de droga…

Vilar Madruga escribe cada capítulo desde el punto de vista de un personaje, a veces en presente, a veces en pasado, a veces en tercera persona, en primera o en segunda. Nos mete en su vida pasada, en sus sentimientos, en sus deseos y miedos y logra, y es un logro gigantesco, que incluso tengamos compasión por (casi) todos ellos.

Salvo de la selva, claro. Ella también es un personaje, un agujero negro sobre el que giran las vidas de todos los demás. ¿Y qué simboliza? Ahí está el núcleo de la novela: quizá la violencia o lo masculino o el destino. Ya lo dice una de las mujeres: Con la selva no se juega.

El cielo de la selva no es un libro fácil. Leerlo es casi un acto de valentía, pero es muy buena novela, de las que quedan en la memoria, como una cicatriz.

Firmado: Raúl Gay


sábado, 30 de noviembre de 2024

Colaboración: Las llanuras, de Gerald Murnane

Idioma Original: inglés 

Título Original: The plains

Año de Publicación: 1982

Valoración: Imprescindible 


Aníbal cruzando los Alpes, de Turner, la Sonata para Piano no 14, de Beethoven o Doña Bárbara de Rómulo Gallegos son creaciones artísticas en donde se comprueba lo siguiente: la naturaleza ha sido uno de los principales motores del arte. ¿Cuántas montañas y volcanes, mares tempestuosos o noches estrelladas no han alimentado a poemas, pinturas o películas?

Australia, la tierra del escritor Gerald Murnane, no está exenta de paisajes seductores: selvas húmedas e indómitas, playas de ensueño y monolitos místicos, pero Las llanuras, nuestra novela en cuestión, se desarrolla en las planicies centrales. ¿Por qué este novelista escoge la monotonía de este lugar y no el mundo salvaje de las otras regiones? 

Las montañas imponentes tienen su fin ante la vista de quien contempla, el mar es interminable, pero volátil: solo las llanuras permanecen en su vastedad. Y es esta cualidad la que ha fascinado a sus habitantes, quienes han desarrollado mitos, artes y tradiciones en torno a ella, a tal grado que la inmensidad de las planicies y lo inexplorado de sus tierras simbolizan perfectamente la grandeza de su pueblo, que incluso delira con ser otra Australia independiente: no la de los canguros y koalas, sino la de las perdices y avutardas. Son ellos quienes afirman que solo hay algo mayor: la eternidad como planicie.

En Las llanuras, Murnane nos presenta a un cineasta que llega a esta región con la finalidad de retratar su inmutabilidad. Tan explorador como ascético, pasará muchos años intentando cumplir su cometido: porque Murnane es más que aventuras, más que atardeceres indescriptibles y relaciones inefables: es una maraña creciente de posibilidades y detalles. El texto se vuelve una lucha contra las limitaciones del pensamiento y la consciencia. Murnane nos hará reflexionar a través del cineasta y los habitantes de las llanuras que lo que yo veo no es igual a lo que tú ves, y esto mismo se traslada a lo individual, porque lo que hoy veo y pienso no es lo mismo que lo que vi y pensé ayer.

Este abanico heterogéneo de percepciones hará que el cineasta observe cada elemento del paisaje y note la sutileza con que todo cambia en lo que parece inmutable. Basta que una hierba se mueva para que esas llanuras sean ya otra cosa. Nada permanece por vasto que sea. Perplejo por este descubrimiento, él pospone indefinidamente el rodaje de su película.

Pero los frutos de este desengaño también cambian. El cineasta pasa de la parálisis a la fascinación con una meditación sobre este mundo laberíntico e inasible. El “nada existe, si algo existe no lo podemos comunicar” de Gorgias es poéticamente reescrito y lanzado como una patada directa al corazón, como defendiéndose del ángel de Jacob, reconociendo su derrota, pero dejando un texto tan épico como esa lucha bíblica contra el ángel de Dios, con un lenguaje tan delicado y profundo que recuerda a Proust y que se se bifurca sin fin como un mapa dibujado por Borges.

Así, Murnane cambia el conocimiento por la contemplación: el protagonista teje una elegía de los límites y canta una oda a lo indecible. Echa por tierra cualquier itinerario porque de nada sirven en un mundo cambiante donde para viajar basta levantar la cabeza y dar un suspiro.

Ante la ausencia de lo definitivo, el cineasta podrá desertar de su película: Murnane jamás abandonará el arte. Del vértigo del cambio a la tranquilidad de la introspección, el texto fluirá como lo hará el cineasta: dejando de cuestionar y comenzando a vivir en carne propia la naturaleza. Solo así podrá disfrutar de su vida e iniciar un nuevo proyecto frente a otras dificultades (todo esto con un muy particular sentido del humor). Murnane logra una poética de lo contingente y en Las llanuras la bebemos extasiados sin riesgo de resaca. Estamos listos para recorrer cualquier mundo.

Firmado: Arturo Jiménez Viveros

martes, 29 de octubre de 2024

Colaboración: Una obra maestra, de Lorenzo Caudevilla

Idioma original: Español.

Año de publicación: 2024.

Valoración: Muy recomendable.


Me encontré con Lorenzo Caudevilla durante el BBK-Legends de 2023. Le conocía por el cómic que había dibujado durante el confinamiento y me habló de un proyecto que tenía entre manos. «Apenas puedo contar nada», dijo, «pero estoy dibujando textos de Juan Carlos Ortega. ¡La hostia!». Unos meses después recibí un email suyo: «Hola, tío. Necesito que escribas el sermón de un funeral». Me dio un par de pautas para el panegírico y santaspascuas. 

Así de poca cosa fue mi aportación.

La semana pasada leí “Una obra maestra”, el cómic del que hablamos. En sus páginas, Lorenzo Caudevilla pone el foco en Jacinto, un escritor narcisista, misántropo y malhumorado, un antihéroe solitario y empobrecido que, sin embargo, alberga el sueño de escribir una obra maestra. Una obra que le sobreviva y dé testimonio de su nombre, sólo una. 

La escritura como proyecto de inmortalidad.

El problema es que Jacinto, ¡ay!, no tiene talento y paga su frustración con el mundo. Pero esto que podría devenir en un viaje a la locura —como en la película del “Joker”— en “Una obra maestra” deriva en una divertidísima sátira que no deja títere con cabeza. Con puntería y mala baba, Lorenzo dispara dardos envenenados hacia la egolatría de los escritores, hacia la autoedición, hacia una industria editorial prisionera del marketing y hacia la irrupción de la inteligencia artificial en el mundo de la narrativa. 

Un ejercicio metaliterario alumbrado desde el humor. 

Diría que incluso desde el cariño.

Todo esto, además, acompañado con un apartado gráfico descomunal. Apabullante. De manera orbicular (op cit), una auténtica obra maestra. La destreza gráfica de Lorenzo Caudevilla abarca cantidad de estilos e incluye desde el trazo belga hasta suntuosas splash-page. ¡Y qué uso del color! No exagero si aseguro que muchas viñetas te llenan los ojos convirtiendo la gama cromática en un personaje más. También propone este cómic un reto adicional para el lector, ya que el autor desperdiga por doquier guiños a obras literarias, cuadros o películas, en una suerte de juego de pistas o agudeza visual. La solución al crucigrama, como siempre, al final, donde también encontraremos una banda sonora para acompañar las andanzas del queridísimo Jacinto.

Porque, a pesar de sus numerosos defectos, nos resulta imposible odiar a Jacinto. Quien más quien menos ha fantaseado en cierta medida con ser escritor de éxito y componer páginas inatacables, utilizando la literatura a modo de un cincel que dé forma a su dolor. Jacinto es un espejo deformante que señala nuestra ridiculez, nuestro empequeñecimiento, nuestra absoluta insignificancia bajo el líquido amniótico de este mundo hecho de apariencias. Si nos divierte su tozudez, su vanidad o su proverbial pereza, es porque es la nuestra.

Jacinto somos todos, sí, enfadándonos por naderías, despotricando de forma pueril en redes y finalmente alzándonos sobre los escombros humeantes del fracaso. Decid la verdad, ¿acaso no buscamos igual que él esa piedra filosofal que nos eleve, nos signifique y nos señale como personas especiales, no transitorias, eternas?

Jacinto escribió como si no supiera que el mundo estaba mal hecho y así hay que vivir.

Desde el arte.

Desde un envanecimiento esperanzado.

Desde las alturas —qué caray— de creer ser mejores de lo que realmente somos.


Firmado: David Villar


sábado, 9 de marzo de 2024

Colaboración: Dora Bruder, de Patrick Modiano

Idioma Original: Francés.

Título Original: Dora Bruder.

Año de Publicación: 1997

Valoración: Muy Recomendable

París, la ciudad luz, es para Patrick Modiano la ciudad de las tinieblas. Porque la luz es movimiento y la oscuridad inacción. Y es que, desde la desaparición de Dora Bruder, en esta ciudad el tiempo se ha detenido.

Un día, el narrador -Modiano mismo- encuentra un anuncio de 1941 donde se reporta como desaparecida a una niña judía, Dora Bruder, al fugarse de un internado. Así él iniciará su búsqueda, no a través de la historia, sino del olvido y de la indiferencia, en esa Francia a la par cuna de los Derechos del Hombre y colaboradora de la Gestapo, donde se revelará un París ajeno a nuestra idea habitual de belleza, en un ambiente gris e indiferente pero salpicado de poesía con atardeceres que aniquilan, estaciones de metro que emergen de la neblina y reflejos enigmáticos entre las familias Bruder y Modiano.

En su investigación, los edificios hablarán lo que otros han intentado borrar. A través de registros civiles, internados y cárceles -materialización del olvido- Modiano hará resonar los ecos de los que no tuvieron voz, ecos que nos hablarán de Dora y su familia, de esos migrantes que huyen de un cazador solo para que una bestia los devore. La historia de esta niña va más allá del pueblo judío: interesa a toda la humanidad. Como también interesa desenmascarar a París y mostrar ese lado crudo que tanto se maquilla y que lo fue aún más en ese invierno de 1941, el más duro de la ocupación, empeñado en separar familias y sembrar incertidumbre. ¿Por qué Dora se fugó? ¿En qué condiciones se refugió ante ese ambiente tan adverso? ¿Cómo pudo su padre registrarla como extraviada ante la policía si ellos mismos lo estaban buscando? ¿Se reencontró con sus padres? Solo Modiano puede arrojar luz en la oscuridad, o en este caso, oscuridad en una luz que borra todo.

Como en cualquiera de sus novelas, la sencillez de Modiano sacude. Basta con una caminata vespertina para comunicarse con Dora. Pero es una comunicación fundada en interrogaciones persistentes, en preguntas que la niebla de París parece despejar pero el tiempo acrecienta. Modiano refleja la complejidad de la historia en oraciones sencillas pero lo suficientemente mordaces para comenzar a cuestionar lo que otros han escrito y así liberar y liberarse: hay que salir de los caminos habituales y andar en callejones sin salida porque ahí se encuentra la verdad, o lo que queda de ella en fotografías rotas y archivos ilegibles. He aquí la otra gran virtud de este escritor: arrebatar a los que él llama guardianes de la historia el secreto que ellos mismos olvidan que custodian.

Los ecos de Dora, como ella, regresan y se van. Son una huella en el vacío, como la de tantos. Pero su destino ha sido reivindicado en la escritura de Modiano con un secreto victorioso. Nos toca aplicarlo.

Firmado: Arturo Jiménez Viveros

Unos cuantos libros de Modiano reseñados en ULADaquí


miércoles, 21 de febrero de 2024

Colaboración: La sombra del kasha de Miyuki Miyabe

Idioma original: japonés

Título original: Kasha (火車)

Traducción: Purificación Meseguer Cutillas

Año de publicación: 1992

Valoración: recomendable


Ya que está tan de moda el city pop japonés, qué mejor oportunidad para usarlo de soundtrack que disfrutar de un thriller ambientado en el Tokio de los 90s. Luces de neón, rascacielos, oficinistas, yakuzas, colegialas con uniforme de marinero, ¿qué más quieres?

Novela escrita por la Agatha Christie japonesa, la Henning Mankell nipona, la Stephen King del lejano oriente... bueno, me entienden. Miyuki Miyabe es toda una celebridad del mundo literario en Japón, aunque su trayectoria literaria tuvo un inicio curioso. Después de graduarse de una escuela técnica, Miyabe-san trabajó en un bufete de abogados como mecanógrafa, muy útil para escribir novelas policíacas. Ya bien entrados sus veintes, entró a un taller de escritura donde profesionalizaría su afición a la escritura. Hasta la fecha, no ha parado de escribir de manera compulsiva.

La novela aborda directamente el problema del sobreendeudamiento, que se volvió especialmente problemático durante la década perdida. El fácil acceso al crédito en los años previos al estallido de la burbuja económica llevó a muchos japoneses a acumular deudas insostenibles. “Kasha”, la carreta en llamas que lleva a las almas al infierno, me parece una buena metáfora para el espiral de endeudamiento y descenso hacia ese bajo mundo de vicios, juego y deudas. La novela también nos presenta una visión crítica del sistema de crédito japonés y su impacto en la identidad individual. A través de la historia, Miyabe sugiere que el valor de una persona se ha reducido a su solvencia financiera o historial de crédito. La trama pone de relieve cómo la crisis económica y el sistema de crédito afectaron profundamente la percepción de la identidad y el valor personal, llevando a algunos a adoptar medidas extremas para escapar de sus deudas (el seppuku ya no es exclusivo de los samuráis).

Miyabe ya era toda una experta en el oficio de escribir novelas de género cuando escribió "Kasha". Una novela policíaca de manual, en el buen sentido de la palabra. Miyabe desarrolla la trama a un muy buen ritmo, aunque tarda un poco en arrancar. Los giros de trama no son abruptos ni del todo inesperados, pero todo el conjunto da una sensación de coherencia y de redondez, donde no se dejan cabos sueltos. Los personajes principales están bien desarrollados, aunque algunos de los personajes secundarios carecen de profundidad y se cae en los estereotipos. Esto podría deberse al enfoque en el desarrollo de la trama y los temas sociales más que en la exploración profunda de cada personaje. Fuera de eso, es sin duda un libro recomendado para aquellos que añoran el fax y los directorios telefónicos.

Nota: La portada de esta edición es horrenda y no tiene nada que ver con la trama, si pueden, arránquenla.

Firmado: Alain Ríos

lunes, 12 de febrero de 2024

Colaboración: Los relámpagos de agosto, de Jorge Ibargüengoitia

Idioma original: español

Año de publicación: 1964

Valoración: recomendable (muy recomendable para mexicanos)


“Es muy cómico que alguien sea sensato en una situación absurda”. Con estas palabras Juan Villoro describe la obra de Ibargüengoitia, quien es un maestro de la sátira mexicana, y esta novela es un excelente ejemplo de ello.

Ubicada en el caótico periodo posrevolucionario mexicano, cuando la dictadura de Díaz dio paso a un juego de tronos con sombrero y sarape, Ibargüengoitia nos ofrece una visión alternativa de la Historia Mexicana, distanciándose de las narrativas tradicionales y mostrando una perspectiva para nada glorificada. En su relato, el autor desenreda los mitos heroicos, revelando que detrás de las medallas y los pomposos discursos, muchos de los llamados héroes nacionales no eran más que, como diríamos en México, unos 'culeros con suerte'.

La novela gira en torno a las supuestas memorias del general José Guadalupe Arroyo, un narrador tan poco fiable como cualquier político chaquetero. A través de sus ojos, Ibargüengoitia nos sumerge en las astutas maniobras de militares y políticos que buscan beneficiarse de los restos de la revolución. Todo ello bajo el pretexto de defender los altos ideales revolucionarios, excepto cuando estos ideales son inconvenientes para sus propios intereses, como se muestra en algunos discursos: “Propongo declarar la constitución en receso por improcedente”. El general Arroyo considera que sus memorias pasarán a formar parte de los anales históricos de la revolución, por lo que las escribe con un estilo grandilocuente, que emula las grandes novelas del siglo XIX, aun cuando la situación no lo amerite:

— Mi general, Vidal quiere formar un partido único—me dijo Trenza. La noticia no me fulminó porque no sabía yo lo que esto iba a significar.

En esta disputa por la silla presidencial, los militares inician una serie de insurrecciones que resultan igual de absurdas que sus campañas políticas:

—Si con falta de organización les ganamos, imagínese lo que será cuando nos organicemos bien.

En este tono se desenvuelven los personajes de este libro, ya sean militares, cuatreros u oficinistas, los cuales, como dice el mismo Ibargüengoitia en el epílogo, solo se dedicaron a autodestruirse. Personajes detestables y ridículos, pero bien desarrollados, ricos en matices y personalidad, producto del estilo simple y directo de Ibargüengoitia.  

Dicho lo anterior, "Los Relámpagos de Agosto" puede presentar ciertos puntos débiles, especialmente para lectores que no son mexicanos. Por muy universales que sean la codicia y el cinismo humano, es claro que no podemos abstraer del todo esta novela de su contexto histórico y cultural, el cuál es muy marcado. Los lectores no familiarizados con este periodo pueden tener dificultades para comprender completamente las alusiones y el humor relacionado con eventos y figuras históricas específicas de México. Sin embargo, cualquiera que disfrute de las intrigas políticas encontrará este libro muy entretenido.

Nota: La portada de la edición aquí presentada muestra a Pancho Villa, el cuál no entra directamente en la trama de la novela. Supongo que se pretendía aumentar su atractivo para los lectores fuera de México usando un personaje famoso. Personalmente prefiero las portadas con pinturas de Joy Lavile, esposa de Ibargüengoitia.

Firmado: Alain Ríos


También de Jorge Ibargüengoitia reseñado en ULADLas muertasLos conspiradores

miércoles, 31 de enero de 2024

Colaboración: La dependienta, de Sayaka Murata

Idioma original: japonés

Título original: Konbini ningen (コンビニ人間)

Traducción: Marina Bornas

Año de publicación: 2016

Valoración: muy recomendable


Escrita por la mujer del año 2016 (según Vogue Japón), "La dependienta" cuenta la historia de Keiko Furukura, una mujer de 36 años (tómese nota de la edad) que trabaja en una tienda de conveniencia en Tokio, estilo Seven-Eleven. Para más referencias, véanse los reels y tik-toks sobre estos combinis japoneses, mostrados como si fuesen parques temáticos de la comida kawaii. 

En México, y me imagino que es similar en todo Latinoamérica, las personas que trabajan en este tipo de tiendas provienen de diversos orígenes. Sin embargo, en Japón, el puesto de dependiente del seven es ocupado principalmente por estudiantes de prepa o universidad (y más recientemente, inmigrantes provenientes de países en desarrollo), los cuales combinan los estudios con su trabajo a media jornada. Atender la caja del combini es visto solo como un trabajo de paso, nadie piensa en hacer carrera o lograr un desarrollo profesional organizando los refrigeradores o haciendo inventarios. Además, al ser un trabajo que está en constante trato directo con los clientes (los cuales pueden ser personas horribles), es estresante y altamente demandante (afortunadamente, en Japón no se tienen que preocupar por los robos con violencia en mitad de la noche. Una de cal …).

Aquí es donde entra nuestra heroína, Keiko, una protagonista atípica, considerada una anomalía social por su familia y amigos, la cual encuentra sentido en la rutina y las reglas de su trabajo. Aunque la novela no lo especifica, es evidente que Keiko se encuentra dentro del espectro autista. Volcada en su interioridad y carente de una personalidad definida, adopta el comportamiento de sus colegas con el propósito de “encajar”. Su predilección por la rutina y el orden es tan marcada que, en un episodio, la encontramos organizando productos en una tienda donde no trabaja. La narración destaca su falta de reciprocidad emocional y su dificultad para adaptar su conducta a diferentes situaciones. Su comportamiento, aunque atípico, resulta particularmente útil en un entorno laboral rígidamente estructurado. Además, la novela resalta su asexualidad, un aspecto notable en el contexto de una sociedad conservadora como la japonesa. 

No sé hasta que punto la autora se describa a sí misma (la novela se desprende de sus experiencias trabajando en una tienda de conveniencia), pero tiene una capacidad sobresaliente para generar empatía y comprensión por la protagonista (a pesar de que Keiko no se ve a sí misma como una víctima). Murata escribe con claridad y precisión la atmósfera de la tienda de conveniencia y sus tejemanejes (descripción que podría ser un tanto excesiva para los que no viven en Japón, e innecesaria para los que sí). Su estilo es sencillo, con un tono que oscila entre lo cómico y lo melancólico, indagando las complejidades y las contradicciones de la sociedad moderna japonesa, principalmente el papel de aquellos que no quieren (o pueden) llevar una vida “normal”.

Aunque "La dependienta" es una obra destacada, hay ciertos aspectos negativos a señalar. Uno de ellos es la representación y el desarrollo del personaje principal, Keiko. A pesar de que su comportamiento y modo de pensar singular añaden profundidad al personaje, algunos lectores podrían encontrar que la novela no explora suficientemente las complejidades emocionales y psicológicas de Keiko, dejándola algo plana y enigmática. Creo que el hecho de que no se mencione directamente su neurodivergencia, y por lo tanto no se enfoque su comportamiento desde esa perspectiva, puede ser un intento de la autora por no encasillar a la protagonista bajo un diagnóstico médico, lo cual le restaría peso a su intento por hacernos empatizar con personas que llevan una vida poco convencional. Por otra parte, la novela, centrada intensamente en la vida diaria de la tienda de conveniencia, podría ser percibida por algunos como monótona o con falta de dinamismo narrativo, limitando su alcance a un escenario muy específico sin explorar a fondo otras facetas de la sociedad japonesa. Por último, la sutil crítica social que Murata intenta transmitir no llegue a ser completamente apreciada por lectores no familiarizados con las sutilezas y las normas culturales de Japón, haciendo que el mensaje se pierda o se malinterprete (por ejemplo, en un lector extranjero se podrían reforzar ciertos estereotipos negativos que se tienen de los japoneses). Considerando todo lo anterior, me parece un libro indispensable para cualquier interesado en la literatura japonesa del siglo XXI, y para los que no, no se preocupen, es un librito que se lee de una sentada.

Nota. “La dependienta” ganó el premio Akutagawa en 2016, uno de los premios literarios con más prestigio en Japón. 

Firmado: Alain Ríos


viernes, 19 de enero de 2024

Colaboración: Salto mortal, de Kenzaburo Oé

Idioma original: japonés

Título original: Chuugaeri (宙返り)

Traducción: Fernando Rodríguez-Izquierdo

Año de publicación: 1999

Valoración: recomendable

En marzo del año pasado falleció el premio Nobel Kenzaburo Oe, y yo, ni enterado, a pesar de vivir en Japón. Me sorprendió ver en las librerías una nueva edición de sus obras completas, y… ya. Por lo que no se me pasó por la cabeza que fuese en honor a su muerte. Si hubiese sido Murakami (Haruki, no el otro) el fallecido, no dudo que se habría armado un gran alboroto. Supongo que esta reacción discreta hacia Oe se debe a ciertas posturas que él mantenía, las cuales podrían no ser muy celebradas en la sociedad japonesa: su negación a reconocer la autoridad del emperador, su antagonismo hacia la presencia del ejercito estadounidense en territorio japonés, y (lo más imperdonable) los chismes sobre sus vínculos con líderes chinos. Una vez superado el desconcierto por el fallecimiento de Oe, me alegró ver reeditada en tapa dura la primera novela que escribió después de recibir el Nobel (creo importante mencionar este detalle debido a lo feas que suelen ser las obras al periodo inmediato post-Nobel), "Salto Mortal".

Publicado originalmente en 1999, en una época marcada por la paranoia tras los ataques al metro de Tokio por la secta Aum Shinrikyo (un evento que llegó a alterar aspectos tan cotidianos como la eliminación de botes de basura de las estaciones), "Salto Mortal" ofrece una perspectiva diferente sobre el auge y la radicalización de los movimientos religiosos en el Japón de finales del siglo XX. Oe pretende entrelazar lo personal con lo político, creando una narrativa donde la figura del líder carismático se convierte en el eje central. "Salto Mortal" gira en torno a dos líderes religiosos, Patrón y Guiador (Salvador y Profeta, para los fans) que, después de abjurar de su propia doctrina y de una década de silencio, deciden reconstruir su movimiento. Estos personajes ejercen una influencia intensa sobre sus seguidores, resonando con la dinámica de Aum Shinrikyo bajo Shoko Asahara, que, por cierto, fue ejecutado después de pasar casi 20 años en prisión.

A pesar de los evidentes paralelismos, "Salto Mortal" trasciende una mera representación de Aum Shinrikyo. En contraste con otras obras sobre el tema que condenan abiertamente a estas sectas, como "Underground" de Murakami, Oe utiliza la ficción para indagar en temas de fe, moralidad y además, nos da una visión sobre la organización y los métodos utilizados por este tipo de cultos para aumentar una grey, como el sutil lavado de cerebro. En ocasiones, la novela desafía al lector a discernir entre la ironía y una aparente apología de este fanatismo, especialmente al adentrarse en la crisis de fe y los conflictos internos que motivan a los seguidores, principalmente jóvenes desencantados y sin un futuro prometedor, a unirse al culto apocalíptico de moda. La complejidad de "Salto Mortal" radica en su capacidad para entrelazar estos elementos en una narrativa que es tanto provocativa como introspectiva.

La mayor crítica hacia la novela es su ritmo lento, con menos énfasis en la acción y más en la introspección y el desarrollo de personajes. Muy fiel a su estilo, Oe a menudo presenta situaciones y dilemas morales sin soluciones claras o definidas. La reiteración de ideas sin profundizar del todo sobre ellas puede hacer tediosa la lectura. Se requiere un poco de paciencia para disfrutar de esta novela, un tanto escondida entre diálogos que muchos podrían calificar de innecesarios.

Este libro es particularmente recomendable para los admiradores de la obra de Kenzaburo Oe y, en un sentido más amplio, para aquellos que aprecian la narrativa japonesa moderna, la cual se distingue por la exploración de la psicología y las emociones de los personajes, transmitida mediante un estilo minimalista y haciendo énfasis en la sutileza y la insinuación. Para aquellos que no, "Salto Mortal" puede llegar a resultar aburrida y redundante. 

Firmado: Alain Ríos

Otras obras de Kenzaburo Oé reseñadas en ULADaquí


viernes, 15 de diciembre de 2023

Colaboración: Mercería Merche, de Dolores Fragueiro

 Idioma original: castellano

Año de publicación: 2020

Valoración: Muy recomendable 


Que el año del Corona dio para mucho, no es ninguna sorpresa. 

Para mucho pensar, divagar y reírse, además de todo lo que ya sabemos.
 
Sí, porque dentro de la tragedia, la más fatal de las tragedias, siempre habrá sitio para el humor. Pocos libros nos recuerdan que esto es así, sin más. De primeras y como fragante ejemplo, me viene a la cabeza Lectura Fácil de la la gran Cristina. Y no es casualidad, porque este pequeño tesoro escondido (no sería un tesoro si no estuviera escondido; ya soy cansina porque este lema lo he repetido ya demasiadas veces, pero no sería un lema si…) que lleva por título Mercería Merche, recuerda a LF en el tono maldito y la actitud disparatada más allá del bien y del mal, y las ilustraciones estilo collage del libro, que ninguna de ellas tiene pérdida, aunque no tanto en el argumento. Mejor dicho, en los argumentos, porque se trata de varias historias, relatos por llamarlos de alguna manera, escritos por la misteriosa Dolores Fragueiro. Sin embargo, ahora que lo pienso, también hay algo de la tesis argumental de LF en algunas de las historias de Mercería Merche. Como la maravillosa escena de los “discapacitados” que dan un concierto y que transcribo un poco más abajo, y que tanto recuerda a las divinas “discapacitadas” de LF. Esta nativa de Cedeira, un pueblito muy particular de Ferrol, a ciencia cierta no leyó LF cuando escribió el libro (por aquello de la influencia)… la leyó mucho después y le encantó porque así me lo dijo ella misma. En todo caso, vale. Podrá ser una influencia pero inconsciente/sincrónica, algo muy común en tiempos empantallados. Y ya está, que perdure este aislamiento que envuelve a la isla antes de que llegue el turismo, que me animaría decir, dada la juventud de la escritora, en algún momento será. Los 5 primeros relatos que componen Mercería Merche:

1. Prólogo de Víctor Erice. (Lo crean o no lo crean, pero ni se les ocurra ser tan “omito la palabra fea” de comprarlo solo por este motivo, sería imperdonable).
2. El hámster del puma.
3. Mi animal protector es un percebe.
4. Objetiviwonder y los Crazybrothers.
5. Capítulo piloto de una sitcom con posibilidades.

Como yo soy mucho cuando hago crítica, de expresarme a través de una cita oportunísima y directa de la autora o autor en cuestión, transcribo unos diálogos de esos que una vez leídos, se llevan encima para toda la vida. Como una prenda que no se abandona nunca, aunque esté toda apolillada y huela ya, por más que la laves con el jabón de Marsella más bienoloroso, a mil demonios:

–No hay derecho! ¡No lo hay! ¡Yo debería poder bajar a las fiestas de mi pueblo, a disfrutar tranquilamente con los amigos de mi puto fin de semana libre! ¡Después de estarme rompiendo la puta espalda trabajando toda la puta semana ¡No es justo! No es justo bajar y encontrarse con esto! Os debería dar vergüenza utilizar a gente enferma para burlarse así de ellos, ¡de ellos y de nosotros! ¡Con niños delante! ¡En las fiestas de mi pueblo! ¡Os merecéis una paliza! – se desahogó el «yonki de fin de semana».
Tras el discursito, todo el mundo comenzó a corearlo de manera mucho más patética y descoordinada que los Crazybrothers y Objetiviwonder. Peska se levantó de la batería y pidió calma, pero rápidamente Manuel le quitó la palabra.
– Mi nombre es Manuel y estos son mis hermanos y mis amigos. Estoy aquí porque yo quiero. ¡Nadie me obliga! Me gusta la música y tanto yo como mis hermanos estamos disfrutando de hacer esto. Estamos cansados de que la gente nos trate de manera diferente, somos personas igual que vosotros y tenemos derecho a expresarnos como nos plazca. ¡Venga, hermanos! ¡Gritemos juntos! ¡Igualdad ¡Igualdad!...
Después de estas palabras los Crazybrothers comenzaron a gritar a la vez, enfadando al público, que no podía contenerse más ante el posible anonimato de una paliza multitudinaria.
– ¿Queréis igualdad? Pues os vamos a dar igualdad – gritó el padrazo farlopero que comenzó el debate. Mientras se armaba con un casquillo de cerveza y corría hacia el escenario.

Objetiviwonder y los Crazybrothers. PP. 67/68.

Lo dicho, que una buena cita del libro comentado, vale más que 10 páginas de análisis, o en muchas ocasiones: tostón. Con más motivo, si nos sirve para finalizar una reseña. 

Extraído de: Rosanna Moreda: Las 10 mejores maneras de hacer crítica sin provocar la muerte por aburrimiento al personal en el intento, (en vías de elaboración).

Firmado: Rosanna Moreda

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Colaboración: ¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar?, de António Lobo Antunes

Idioma original: portugués

Título original: Que cavalos são aqueles que fazem sombra no mar?

Traductor: Antonio Sáez Delgado

Año de publicación: 2009

Valoración: interesante y muy recomendable para fans


¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar? estaba destinada a ser la penúltima novela de António Lobo Antunes. Así lo manifestó el propio escritor en el momento de su publicación. Nunca sabremos si la última iba a ser Sobre los ríos que van, crónica de la enfermedad que había padecido dos años antes y el título que sucedió a aquel órdago. Quizá sería menos aventurado pensar en la inolvidable Comisión de las lágrimas, donde llevó su fabulación hasta el límite. Tanto, que por ejemplo en España los críticos que hasta entonces solían reseñar sus novedades hicieron mutis por el foro. Pues vale... Lo cierto es que después de aquel (aparente) arrebato continuó con su ritmo de publicación de libro al año. Pero esta pudo haber marcado un final innecesario que nadie quería.

¿Qué caballos son aquellos...? cuenta el declive de una potentada familia agrícola. La casa en cuestión la llevan de aquella manera un padre que no ejerce como tal, una madre que lo hace de forma relativa y una criada, Mercília, que hace lo suyo y lo que no hacen los demás. El matrimonio tiene cinco hijos: Francisco, João, Beatriz, Ana y Rita. En el momento de la agonía de la madre se reúnen todos alrededor en un encuentro de presencias humanas con fantasmales. Y empiezan a debatir los motivos que les han conducido a la decadencia y a una más que previsible extinción. El trasfondo podría tener ciertos símiles con el de Cien años de soledad, si no fuera porque aquí nunca hubo lo que se dice un pasado de esplendor. Los narradores se van turnando y cada uno de ellos aporta al testimonio común una serie de vivencias particulares, de todo lo cual resulta la tormenta sin ambages en que se encuentra la saga.

Antes de todo, lo que había eran unos ciertos posibles económicos y una extensa finca de ganadería. Cuando el aliento de la memoria se pone en marcha se ven unos hijos a los que arrastra la vida. Más allá del primer plano aparecen un padre entregado a actividades y compañías precarias; una madre abandonada a la religión y el tempestuoso recuerdo de su juventud; y una criada, de origen dudoso, que intenta suplir la falta de ambos referentes con más voluntad que eficacia. Los hijos son víctimas de existencias disipadas, clientes de Caronte todos sin óbolo para el viaje. Los hay desde los que esperan agarrarse al clavo ardiendo de la parte de herencia que les toque hasta los que habrían querido tener un verdadero hogar al que volver como reposo del guerrero.

Todos los miembros de la familia tienen su minuto de gloria, aunque se desmienten unos a otros y acusan de manipulador a quien reproduce sus voces. Este transcriptor no es otro que el propio Lobo Antunes, gran partidario de esa tradición iberista que rinde armas a ancestros de una literatura común como Miguel de Unamuno. Como es habitual en el autor, la novela es un río de poesía con la corriente desenterrando diamantes a cada poco. Por momentos no se sabe si los personajes, como múltiples Ulises, alcanzarán el descanso o tendrán que encomendarse a la divina providencia, que es prácticamente lo único que les queda. 

Firmado: César

También de Lobo Antunes: Aquí


viernes, 8 de septiembre de 2023

Colaboración: Las tentativas, de Isabel Retamoso

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2021

Valoración: Imprescindible


No solamente en los géneros humanos se desdibujaron hace rato ya las fronteras, también en los artísticos en general. Y es una gran suerte porque de modo rotundo, las fronteras nos marcan, nos obligan a detenernos en esa línea temida, donde parece que si pasamos al otro lado, nos perderemos para siempre en los misterios más insondables, sin vuelta atrás. Cuando una lee Las tentativas de la joven uruguaya Isabel Retamoso, se siente esa especie de libertad tan añorada en los corsés literarios. Sí, aunque las temáticas nos sobrepasen con chorros y chorros de “morbo”, “perversidad”, (porque no nos olvidemos, venden), todavía existen los corsés, por más que nos llenemos la boca con estas y otras mil subversiones.

Como que entramos en una sala totalmente opuesta cuando hacemos inmersión en Las tentativas, pues el silencio ahí tiene un lugar crucial, más bien la calma uruguaya. Esa calma de país chico, la calma de diamantes fílmicos como Whisky. De fondo suspendido, turbador. Se palpa en su escritura una naturalidad enorme, una espontaneidad brutal, casi que anti literaria por el desapego que muestra ante las virguerías, los trucos artísticos, que tanto abundan en creación textual. Diría que es también anti pretenciosa pero sin pretenderlo, lo cual es una cualidad sin parangón. Ese sacarle importancia a lo que escribe, a lo que relata, como quien anota cositas a lápiz en servilletas de papel al agua mientras espera a su amiga más querida, con la única compañía de una grapa miel y la voz de una leyenda musical adorada en el país: Eduardo Darnauchans; en un bareto gallego de una esquina de la ciudad vieja montevideana, por ejemplo. Y que luego, de manera distraída, para horror nuestro, no guarda la servilleta, sino que la arruga y la tira a la papelera con sonrisa melancólica. Es ese registro de lo esencial a punto de perderse para siempre en las alcantarillas de tanta vida rica y vacía al unísono, vida rápida, vida digital, lo que atrapa totalmente de Las tentativas. No obstante, aún parece invitarnos sin ánimo alguno de maestra, sino todo lo contrario, a acompañarla en reflexiones lapidarias de cuatro palabras, que bien podrían ser el último verso de un haiku rey:

“También está el trauma”. Página 41.

Haiku, muy probablemente, pero de impronta sudamericana, lo cual ya sabemos es mucho, en tiempos donde las escritoras del sur brillan con luz propia. Siempre lo han hecho, pero ahora lo hacen con una historia pesada al hombro, con esa historia que también es la de las Europas emigrantes, que tiene toneladas también de tradición afro y de realismos mágicos nativos. Aunque no sean conscientes. Ahí está ese pasado de un pedazo gigante de continente que valga la paradoja, siguen llamando nuevo, y pensando algunos brutos que fue conquistado.

Lo suyo no es novela, ni ensayo, ni poesía, ni relato. Pero si tuviéramos el inconveniente de tener que definirlo, sería todo eso. Un poco de cada cosa. Algunos textos de Las tentativas, son además pura página en blanco (qué compañía más sana, acostumbradas como estamos al relleno sin más),  pero solo porque ella es conocedora de que cada una de sus palabras es absenta. Y la absenta, hay que degustarla. Como aquella figura a un costado, de aquel cuadro, que abre la boca, y la miran, la observan a ojos como platos porque durante horas y horas, aquella boca había estado cerrada a cal y canto:

“El cliente decidió un día que no le gustaba que dijéramos ok, por lo que ok se volvió palabra prohibida. La lengua hablada por los representantes de call centers no es lengua viva”.

 Página 38.

Aquí asistimos con emoción, no sin previo aviso, al manifiesto más potente. Sí, porque esta pequeña joya, que así fue calificada con enorme acierto por la también escritora uruguaya Sofi Richero, es un manifiesto de principio a fin. En solo dos líneas, (lo suyo es abstracción pura y por ello finísima), Isabel nos describe el mundo asfixiante de los call centers. No necesita más para que nos llegue ese fuerte olor a naftalina que desprende la norma, la prohibición, el miserable panóptico que nos obliga a vestirnos como no queremos, a amar como no queremos, a comer como no queremos, a hablar como odiamos… Solo añadir que ojalá más editoriales españolas siguieran el ejemplo de las uruguayas, que se arriesgan a publicar a noveles en libros diminutos y cuidadísimos, y que no se llenan la boca con estribillos huecos como puede llegar a ser debido al mal uso, la “perspectiva de género” (cuando sus publicaciones de feministas no tienen nada).

'Pez en el hielo' es una de esas editoriales honestas. Es decir, una rara avis de principio a fin, y no una logia más o menos sofisticada como lo son el 90/95 por ciento de las editoriales en “nuestro” país. Sin dejarse llevar por modas y sin autorotularse, sin tener necesidad de jactarse, saca material muy potente, de autoras y autores que puede ser no hayan ganado premio alguno, pero que como dije antes, no precisan de nada más porque brillan con luz propia. Porque quizás el ganar premios, sea en realidad perder en lo más hondo, y entrar de lleno en ese concepto ya perdido, por culpa de las innumerables ignominias (no paro de escribir sobre esto) con la que cargan a les creadores con mil trampas, amaños y pagos (no solo en metálico), la mayoría de los concursos literarios: la dignidad…

Sigamos el ejemplo de no dejarnos influenciar por los mismos gurús con sus caramelos de siempre. De qué nos servirá igualmente, si hace rato que las Editoriales sudamericanas, estando las argentinas y uruguayas a la cabeza, lideran el tiempo literario. No sin razón España publica lo que los países nombrados, sin olvidar a Chile, o ya en el norte México, han publicado originalmente… Me pregunto para rematar, ¿quién conquistó entonces a quién?                


 Firmado: Rosanna Moreda

viernes, 21 de julio de 2023

ULAD hace Historia #5: La voz de los dioses de Diego Chapinal-Heras (Colaboración)

Idioma original:
castellano
Año de publicación: 2023
Valoración: Muy recomendable para lectores interesados por la historia.

Aunque creemos haber cambiado mucho en nuestro camino como humanos desde la Antigüedad hasta ahora, lo cierto es que en determinados temas no lo hemos hecho prácticamente nada. La ciencia o la tecnología no impiden a algunos seguir aferrándose, por ejemplo, a aquellas prácticas que parecen poder predecir lo que nos deparará el futuro o ayudarnos con un problema: el tarot, el horóscopo, las religiones… De esta conexión tan fascinante con nuestros antepasados helenos trata en el fondo La voz de los dioses de Diego Chapinal, así como de una de las caras más misteriosa, irracional y menos conocida de los antiguos griegos entre el gran público: la adivinación a través de los oráculos.
 
Posiblemente estemos ante el ensayo más completo en castellano sobre la adivinación en la Antigua Grecia y, sin duda, ante el más ameno de ellos, sin perder por ello ni un ápice de rigor académico. Su autor consigue trasladarnos a la realidad de la Antigüedad helena a través de su narración y dar respuesta a varias de las preguntas que nos surgen cuando pensamos en los oráculos griegos: ¿Dónde aparecieron? ¿Cuál fue su importancia en la cultura helénica y cuáles fueron los más relevantes? ¿Cómo eran los métodos empleados para consultar a los dioses? ¿Por qué fueron tan importantes en su momento? Y, especialmente, el interrogante que nos puede asaltar al final de nuestro viaje: ¿Cuándo y por qué empezaron a decaer?
 
Contaba Diego Chapinal en una de sus primeras presentaciones (en Pamplona, en su Feria del Libro), que siempre ha sentido curiosidad por las religiones desde un punto de vista antropológico y que los oráculos, para él, son el ejemplo más evidente de unas creencias que, como ya he comentado al principio, aún llegan hasta nosotros. La voz de los dioses es un recorrido a través de la historia de los oráculos y de sus prácticas, para que el lector conozca la complejidad de sus técnicas y la magia de su embrujo, muchas veces tejido en la consciencia colectiva a través de la mitología y las epopeyas griegas. Así, Diego nos habla en su ensayo de los mitos fundacionales de los centros oraculares, de su relación intrínseca con la polis, de sus principales dioses (Apolo y Zeus). También nos narra muchas cosas que el lector puede llegar a desconocer, como la existencia de los adivinos ambulantes o la figura de los cresmólogos (que se dedicaban a la salida de los templos a ofrecer sus servicios para dar una nueva interpretación al creyente de la respuesta que había recibido), los sobornos en algunos famosos casos conservados o las diferentes tipologías de centros, entre las que destaca los nekyomanteia u oráculos de la muerte. Todo un abanico de temas que dejará a cualquiera anonadado, una vez más, ante la hermosa y mistérica fascinación del mundo griego que, como bien decía Dodds, poco tiene de racional en muchos momentos de su existencia.
 
A título personal, lo que más me ha gustado del estudio de Chapinal es su hincapié en el estudio del oráculo de Dodona. Siempre obnubilados por la imagen de Delfos (de cuya investigación se encargó y de maravilla Michael Scott en un ensayo del mismo nombre publicado por Ariel), Dodona es como una joya insólita que Diego nos descubre con una habilidad magnífica. Chapinal reivindica la importancia de Dodona porque, durante las investigaciones de los últimos años, el oráculo epirota ha dado a los expertos una serie de datos fuera de lo común: desde su práctica de poner las consultas por escrito por parte de los propios peregrinos (fuente vital para los estudiosos de los dialectos griegos y los lingüistas y que tira por tierra muchas de las teorías que se venían manteniendo sobre la alfabetización del pueblo bajo) hasta su enorme cantidad de consultas privadas cotidianas, Dodona es un ejemplo más de que Grecia siempre tiene una sorpresa para nosotros y que su sociedad, con sus problemas cotidianos, no es tan diferente a la nuestra en la actualidad.
 
Con la llegada de la Roma cristiana, los oráculos parecieron tener un declive pero, sin embargo, siguieron siendo un referente para la comunidad del Imperio, que los asimiló en su propio beneficio. Y es que, aunque nos parezca lo contrario, lo mistérico nunca pierde su poder de atracción.
 
En definitiva, nos encontramos ante un estudio riguroso y a la vez divertido que explora uno de los temas más seductores del mundo griego, escrito con una pluma ágil y cercana y que no duda en utilizar las fuentes documentales, arqueológicas y epigráficas más actuales para acercarnos a la verdad de los designios divinos. Todo un ejemplo de lo que es un buen ensayo de historia.

Firmado: Silvia Broome (librera)

martes, 16 de mayo de 2023

Colaboración: Todo modo, de Leonardo Sciascia

Idioma original: italiano

Título original: Todo modo

Traducción: Joaquín Jordá

Año de publicación: 1974

Valoración: Muy recomendable


Siempre me ha parecido un acierto y modelo a copiar por la crítica de otras ramas del saber la diferencia que se establece en enología, (disciplina a la que soy totalmente ajeno), entre lo que se le suele llamar “gusto” y “regusto”. Esto, como profano, lo entiendo como la diferencia de sensaciones que te produce algo (un “input”, se mal llamaría ahora) en el momento del consumo y en su digestión; y que conste, hablo de vinos porque de momento no me he dado a las drogas, ni tampoco quiero propugnar su uso. Por cierto, al contrario que en la comida, soy acérrimo defensor de las novelas de digestión pesada, profunda y laboriosa.

No es este el caso, puesto que es una novelita corta que se puede despachar en un par de horas a placer. Y hablo del gusto/regusto porque, a pesar de su brevedad, me ha recordado muy claramente a tres obras muy distintas entre sí (y, al menos dos de ellas, bastantes más largas), sensación que ha ido aumentando a medida que lo dejaba reposar: La montaña mágica, El nombre de la rosa, y, porqué no, Hotel Pánico, de Superlópez. Curiosamente, todas ellas, incluida la reseñada, del S. XX.

Les cuento parte del argumento y ya me dirán ustedes:

Un pintor, sin nombre revelado en toda la obra, llega como casi por casualidad a una especie de antigua ermita que actualmente funciona como hotel, pero regentada por curas, monjas y demás personajes religiosos.

Nuestro protagonista se entera de que en los próximas días se celebrarán unas jornadas de meditación a las que acudirán la flor y nata del país, desde el presidente y ministros, hasta peces gordos de la banca y la industria, por lo que decide quedarse a ver qué se cuece, cosa que consigue valiéndose de su influencia.

Dado que en ese primer día de estancia las únicas ocupantes parecen ser cinco llamativas jóvenes, nuestro protagonista (gustos hay de todo tipo) aprovecha para acercarse y conocer al padre Gaetano, sacerdote y jefe de hotel, que se convierte rápidamente en la figura central de la novela, y con el cual surge una complicidad que no sabemos hasta qué punto es real y hasta cuál imaginada por el pintor.

También con rapidez (todo tiene que ser rápido a la fuerza, es una novela realmente corta), en cuanto llegan los afamados huéspedes se producen una serie de actos que forman el argumento en sí de la novela. Y hasta aquí podemos leer sin destripar el argumento.

Tildada por la posterioridad como profética (publicada unos 4 años antes del asesinato y secuestro de Aldo Moro) y por la crítica como novela de fuerte carga social, la verdad son estos aspectos que no he detectado en ningún momento, quizá por mi inevitable distanciamiento con el régimen italiano de la época. De hecho, si cito La Montaña Mágica y El nombre de la Rosa es por la sensación de aislamiento y mundo propio que me han hecho sentir las tres.

Aunque he leído en bastantes sitios que Todo modo se podría catalogar como novela negra, no encaja para mí dentro de lo noir: No hay un Sherlock Holmes – ni, más importante, un Watson – si no contamos las deducciones que se le ocurren al propio pintor y que hace llevar al personal encargado de resolver el caso, que por alguna razón desconocida parecen tomarlas en consideración. Sí que hay, pululando a lo largo de todo el libro, algo de brumoso, pero con una niebla que más que ocultar de misterio acoge parece tener forma de existencialismo – mérito del padre Gaetano.

De hecho, lo mejor de la novela, para mí, son los parlamentos entre el pintor y el padre Gaetano, o más bien todos los momentos en los que aparece este último, verdadero eje central del libro. Aunque de inevitable tendencia religiosa, se nos muestra un personaje maquiavélico y manipulador con el que en ningún momento los lectores sabremos a qué atenernos. Mención aparte para su final, lo que para mí descarta definitivamente el género negro: simplemente, no cumple las reglas no escritas del género.

Sciascia se sirve de la oportuna amistad entre el personaje del juez instructor, compañero de la infancia del protagonista, y de la complicidad que surge entre este y el comisario para irnos dando migajas del – nulo – avance en el caso.

Con estos tres personajes centrales, acompañados de un cocinero acongojado por las circunstancias que personifica al personal laico del hotel, y un comisario con más ganas de retirarse que de solucionar el caso, cumpliendo este el papel de policía pasota y corrupto que presuntamente preponderaba en la época, Leonardo Sciascia construye una novela muy bien formada, excelentemente escrita, con numerosas citas (muchas de las cuales, vergüenza de mí, ignoro) que nos hablan de alta cultura pero aún así accesible y perfectamente disfrutable.

Lo abierto del final, que no sé si se deberá a que fue escrita para una época y un lugar muy concretos o es así por decisión artística, y las referencias críticas que no he conseguido advetir en la novela, la alejan, a mi juicio, la calificación de Imprescindible, pero con los suficientes méritos propios como para alzarse con un Muy Recomendable.

Pero ojo, me da la sensación – tan manida pero a la vez tan cierta - que es de esos libros que el no poder disfrutarlo al máximo es más culpa de (la ignorancia) del lector que del oscurantismo del autor.

PD: Y sí, no es tan divertida como Hotel Pánico, pero es que hablar de la época buena de Superlópez ya son palabras mayores...

Otras (bastantes) obras de Leonardo Sciascia en ULADaquí

Firmado: EPS

sábado, 6 de mayo de 2023

Colaboración: El secuestro de Miss Blandish, de James Hadley Chase

Idioma original: inglés

Título original: No orchids for Miss Blandish

Traducción: Joaquín Urrieta

Año de publicación: 1939

Valoración: Intragable


Bien, está claro, escribir un buen libro es muy difícil, pero ¿de verdad hace falta seguir editándolo? ¿no sería más loable e incluso digno de compasión dejar ciertas obras en el olvido? Admito que el tiempo de un incauto como yo quizá no valga mucho, pero háganlo al menos por los árboles. Salvemos el planeta: no sigan gastando hojas en libros como este. Ópera prima de J.H. Chase, nos hace preguntarnos si no hubiera sido conveniente esperar a madurar un poco más antes de publicar algo como esto.

¿Y qué tiene de excepcional? Nada, no es un exabrupto salido de la mente de un lunático, es simplemente una novela pobremente escrita con un argumento aburrido y, a poco que se rasque un poco, ilógico. Ya en su momento su publicación generó cierta controversia por lo violento y gráfico de algunas escenas (y gratuitas, añadiría yo), no contento con rayar los bajos fondos de la literatura de calidad, se grabó una película que a día de hoy sigue siendo considerada de culto, permaneciendo a lo largo de las décadas en los malignos listados de la peor película de la historia.

Lo malo es que hubo una secuela. Y lo peor es que (me conozco) acabaré leyéndola.

El tema es el siguiente: un ratero de poca monta se entera de que se organizará un baile en el pueblo al cual acudirá la Miss Blandish del título, hija de un acaudalado potentado, por lo que planea un robo: el collar que llevará la princesa del oeste vale unos 50.000 dólares. Se organiza con unos colegas de profesión y trazan un plan: cuando la chica vuelva del baile con el novio, le harán una emboscada y se producirá el robo. Mala suerte, son unos patanes y todo sale mal: se cargan al novio y acaban secuestrando a la chica.

Es aquí donde más me chirría todo: ¿Por qué no hay una mínima protección para la chica? ¿nunca antes había salido de casa? ¿Cómo se realiza un secuestro de una forma tan sencilla? ¿Cómo de patanes tienen que ser los asaltantes para que salga todo tan mal? Chase organiza todo esto de una forma muy embrollada, deja muchas situaciones inexplicables en el aire y los cabos sueltos se amontonan de una manera que no queda más remedio que utilizar una gran dosis de suspenso de la credibilidad. No es esta una situación única, es simplemente el primer momento en el que todo parece venirse abajo.

Siguiendo con el argumento, la banda de secuestradores sigue cometiendo chapuza tras chapuza (y esto es importante remarcarlo, es el escritor quien comete todas las chapuzas, sus personajes no parecen estúpidos de por sí, simplemente toman unas decisiones difícilmente comprensibles) y acaban siendo aniquilados por otra banda más peligrosa, liderada por una mala mujer y su hijo psicópata – tenía que haber uno, siempre lo hay.

No hay mucho más que decir, la chica rápidamente cae en un estado de shock, y mientras la policía va disminuyendo el cerco sobre los captores, los distintos miembros de la misma van cayendo uno tras otro.

En un final inesperado – no – la novela acaba, dejándonos la sensación de que nunca cumplió las promesas que tampoco hizo.

Me consta que, con el tiempo, James Hadley Chase se convirtió en un buen escritor (o eso dicen) respetado por la crítica y público, pero, créanme, no hay nada aquí que nos haga intuir algo de talento en él.

¿Lo peor? Todo, no encuentro nada salvable. Quizá la recreación del ambiente de los USA postdepresión sea lo más logrado de toda la novela. ¿Lo mejor? Citando a Marge Simpson, tiene lo que más me gusta en un libro: un final.

Firmado: EPS

miércoles, 19 de abril de 2023

Colaboración: Todos muertos, de Chester Himes

Idioma original: inglés

Título original: All shot up

Traducción: Ana Goldar

Año de publicación: 1960

Valoración: Se deja leer


Siempre hay una primera vez, y a pesar de ser este claramente un ejemplar de libro de novela negra, si hay algo que revolotea por toda la novela es el término de Blaxploitation, (aquellas películas de los años 70 centradas en el mundo negro de los USA de las que Tarantino tan fan se declara), un género que confieso que es totalmente nuevo para mí, pero que visto lo visto, bienvenido sea.

Chester Himes, el escritor, de raza negra y antiguo recluso en los USA de primera mitad del S.XX, refleja el ambiente de su época en el Harlem de los 60, llevándolo al extremo y en algunas ocasiones hasta cayendo en la autoparodia – quiero pensar, no creo que se haya tomado demasiado en serio en algunos pasajes de este mismo libro.

En la novela, dos detectives negros – todos los personajes, excepto un blanco, son de raza negra – tratan de resolver un caso de asesinato en el que pronto todo parece embarullarse de forma caótica.

Los detectives, Grave Digger Jones y Coffin Ed Johnston (Sepulturero y Ataúd, ahí es nada) son los Hombres (la mayúscula no es mía), héroes clásicos directamente sacados del Western, rebosantes de testosterona y alimentados a base de alcohol en cantidades industriales, pero también los únicos con un deje de humanidad en su corazoncito. Pero ojo, que no se tome esto en ningún momento como síntoma de debilidad: Parece que, a lo 007, tienen licencia para matar (y pegar, torturar, mutilar...) y no dudan en usarla en cuanto la cosa se les puede llegar a complicar mínimamente. Pim, pam, de forma expeditiva. Sobra gente y sobran balas. Y lo entiendo, cada personaje que aparece es peor que el anterior y ni el primero de ellos merece un final más piadoso.

De hecho, no me extrañaría que el título del libro fuese un guiño cómico a los procedimientos poco ortodoxos de estos dos policías; la cantidad de muertes que se producen – si bien es cierto que no todas son achacables a la pareja de protagonistas – es tal, que hasta un tanatorio se convierte en un lugar clave de la novela.

A modo de antagonista, tenemos a un político corrupto y manipulador (¿Han visto ustedes The Wire? Sheeeeeiiiiiiit!) hasta el punto de que no duda de manejar sus asuntos estando ingresado en el hospital, incluso totalmente incapacitado para hablar, comunicándose a través de la escritura a ciegas. Por algo, si Grave Digger y Coffin Ed son Los Hombres, él es El Hombre (uno vale más que dos, entiendo).

¿Y el resto del elenco? Pues tenemos un jinete descabezado circulando en un sidecar, un hombre (vivo) con un cuchillo atravesando el cráneo e incluso un personaje que acaba literalmente empotrado en un muro, sosteniéndose por la incrustación de la cabeza en la pared. Tomémoslo como muestra de humor negro, puesto que estos episodios son bastante gratuitos para el desarrollo de la novela.

Aparte de la violencia extrema, otro aspecto muy llamativo es el machismo generalizado; es elocuente que solo aparezcan dos mujeres en el libro. Una de ellas, cuya función es simplemente ser la pareja de un personaje, se la pega al novio literalmente con el primero que pasa (¿por qué? Es totalmente innecesario para el argumento), mientras que la segunda solo funciona como cebo sexual en una emboscada tendida por los dos detectives. A mayores, es de los pocos personajes del que no sabemos el final; la dejamos agonizando sin que el autor se moleste en aclararnos qué pasará con ella.

Cierto es que hay referencias a otras mujeres, pero solo como cocineras, prostitutas como telón de fondo o para comentar lo gordas que se están volviendo sus mujeres. Este es claramente un mundo de hombres. De haber papeles femeninos, estos estarán interpretados por travestís, de los que todo el mundo abusa – en todo sentido – y abocados irrevocablemente a la muerte o al fracaso.

Como apunte final, esta es solo una de varias novelas que Chester Himes escribió sobre estos dos detectives, todas centradas en Harlem y la cultura negra.

Me ha dejado con la sensación de que, de tener la posibilidad, me gustaría leer más aventuras sobre estos dos animales, pero que tampoco me perdería nada importante si no me vuelvo a cruzar (literariamente) con ellos. Está bien para pasar el rato, pero como novela negra, las hay muuuucho mejores.

Firmado: EPS

domingo, 9 de abril de 2023

Colaboración: Los comediantes a medianoche, de Marco Vinicio Aragonés

Idioma original: español

Año de publicación: 2023

Valoración: recomendable 


La literatura centroamericana ha dado grandes autores como Eduardo Halfon, Horacio Castellanos Moya o Carlos Cortés, y continuamente nuevas voces jóvenes siguen apareciendo para confirmar que Centroamérica no solo es tierra de poetas, sino también de interesantes narradores.

Marco Vinicio Aragonés (Costa Rica, 1991) es uno de esos jóvenes escritores que, aún con varios aspectos a mejorar, ya desde su primer libro muestran un estilo muy personal y la audacia narrativa del autor novel que no tiene nada que nada que perder y muchísimo por ganar.

Los comediantes a medianoche es una recopilación de once cuentos ambientados en la Península de Vadalcadar, que aunque es solo un territorio literario, el autor ha sabido darle tanto realismo que para ser sincero en un momento tuve que parar la lectura y buscar si realmente existía o no fuera de las páginas del libro.

Como su título ya lo deja entrever el libro tiene bastante humor, a veces muy disparatado y lúdico como en el relato Las fiestas nulas, en que una secta de números ceros (sí, así tal cual) tienen una celebración privada en la que se cuela un siete que provoca un altercado, y en otras ocasiones un humor mucho más negro como en el relato Los comediantes a medianoche en que dos asesinos a sueldo le dan consejos de vida a un desdichado hombre tierraplanista antes de matarlo.

Un aspecto realmente destacable del autor es su habilidad para entender los arquetipos y sacarles provecho de manera muy original, este el caso de Sobre el desdoblamiento y la triplicación del ser, donde partiendo del arquetipo del doble (ya saben, ese gemelo malvado que quiere arruinarnos la vida mostrándose mucho mejor que nosotros mismos) se plantea la existencia de un triple, es decir, una versión desmejorada de cada uno de nosotros que carga con todos nuestros defectos e inseguridades y que anda por el mundo sin ignorando su naturaleza.   

Quizá los relatos que pretenden ser más serios y en su estructura más clásicos como La jaula, Señales terrestres o La Estancia Solar son aquellos en los que el libro pierde fuerza narrativa, de hecho me atrevo a decir que si todos los relatos fueran así la obra sería un compilación relatos más, de esas que pasan sin pena ni gloria por los estantes de las librerías.

Afortunadamente el libro no se queda en lo predecible, y en el relato de cierre La Bastardía nos topamos con un texto polifónico, escrito como el guion de un falso documental que nos cuenta la vida de Lorenzo Dravia, un hombre que por la presión de ser el ciudadano un millón, símbolo del progreso de la ciudad, intenta justificar esa condición con toda clase de hazañas que siempre terminan de la peor manera.

En conclusión Los Comediantes a Medianoche en sus pocas páginas nos muestra una narrativa ingeniosa, sencilla de leer y con un humor que mezcla lo culto y lo popular dándoles igual importancia.


Firmado: Dave Chacón