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martes, 24 de septiembre de 2024

Claire Dederer: Monstruos

Idioma original: inglés 

Título original: Monsters. A Fan's Dilemma

Año de publicación: 2023

Traducción: Ana Camallonga

Valoración: entre recomendable y está bien

Como resulta obvio, este ensayo que nos ocupa hoy no va de Godzilla ni de la Cosa del Pantano, sino de artistas -entiéndase en su sentido más amplio; también escritores- que se comportan o han comportado alguna vez de forma reprobable; de hecho, la cubierta ya nos indica por donde van los tiros, porque el caballero que está haciendo el canelo con una máscara de toro (es decir, convertido en un monstruo clásico, el Minotauro) es uno de los más conspicuos, nada menos que el ínclito Pablo Ruiz Picasso. El subtítulo del libro ya nos lo deja claro, por otra parte: ¿Se puede separar al artista de su obra?, el no tan viejo como pueda creerse, pero siempre espinoso dilema que la escritora estadounidense Claire Dederer trata de dilucidar aquí. Veamos si lo ha conseguido... Ahora bien, como hay mucha tela que cortar, me voy a permitir utilizar el Método Patentado Oriol para reseñar libros. Primero, los aciertos de este ensayo, a mi entender:

  • La autora sigue el sistema de ir analizando uno por uno los diferentes elementos o actores del asunto, con el objetivo (o eso parece) de ir conduciéndonos poco a poco a una conclusión: el fan, la crítica, el genio, el "antimonstruo" -éste es Nabokov, a quien dedica uno de los mejores capítulos del libro- las "madres abandonadoras", etc.
  • Aborda el tema no desde una posición supuestamente ecuánime, elevada o académica, sino desde el reconocimiento de su propia subjetividad, que Dederer considera imprescindible para ejercer la crítica. De hecho, su interés por el tema viene de su devoción por el cine de Roman Polanski y Woody Allen, pese a los, como poco, censurables comportamientos de ambos con chicas menores de edad.
  • El análisis que hace de los diferentes aspectos de la cuestión a menudo está lleno de sutileza, a lo que contribuye, sin duda y en buena medida, no poco sentido del humor  y la empatía que le otorga ese punto de vista subjetiva que ya he mencionado.

Ahora bien, en cuanto a los puntos desfavorables del libro (que, en cierto modo, son los mismos que los favorables), también se pueden mencionar:

  • Justamente, esa subjetividad de la que hablo. Mejor dicho, el personalismo, la necesidad constante que muestra Dederer de ilustrar todas sus observaciones con anécdotas personales, por triviales que sean. Esto tiene su sentido e interés cuando, por ejemplo, nos habla de su experiencia como crítica de cine, pues resulta pertinente, pero, ¿qué más nos da lo que le dijera la camarera del local de crepes o una amiga mientras tomaban una copa de vino en el jardín de su casa? Porque tampoco es que estuviese charlando con Noam Chomsky, precisamente... Comprendo que la autora ha escrito antes libros memorialísticos (sic) y, además, existe esa costumbre norteamericana de tener que ejemplificar cualquier aserto con anécdotas propias, pero llega un momento que ya resulta excesivo e incluso ridículo.
  • Esa subjetividad -que tiene su cara positiva, repito- se plasma también en el claro sesgo ideológico y cultural  presente en el libro. Lo cual, en principio, tampoco tiene nada de malo, menos aún porque Dederer no lo oculta, pero ocurre lo mismo que con las referencias personales, que resultan un tanto excesivas. En este caso, Dederer deja bien claro su impronta liberal (ojo, liberal en el sentido norteamericano, es decir "progre", no "liberal de extremo centro" como se entiende aquí); lo mismo ocurre con el feminismo, algo que le alejan del asunto central del libro, esto es, si debemos separar o no la vida y la obra de determinados creadores debido a su comportamiento indigno y hasta criminal. Es lo que ocurre con el capítulo dedicado a la artista Ana Mendieta y su presunto asesino, su marido y también artista Carl Andre (en el caso de Ana Mendieta, también denota Dederer la sonrojante obsesión estadounidense por la clasificación racial, pues la califica como "artista de color" porque, claro,  era de origen cubano...). También, y aunque quizás no le corresponda por la edad, Dederer se deja llevar por la ola woke y le dedica un capítulo a la figura de J.K. Rowling; bien es cierto que además de aportar una interesante explicación de la animadversión de los fans hacia ella, no se ensaña demasiado con la autora de Harry Potter, tal vez porque piense que sus "pecados" no son comparables con los de los violadores de niñas o los maltratadores de mujeres, como Picasso (*).
  • Sin embargo, lo menos entendible del ensayo, en mi opinión, es que todo ese sistema de análisis que he mencionado y que nos las prometía muy felices acaba, a partir de cierto momento diluyéndose en ese aluvión de personalismo y derivaciones varias, quedando, en última instancia, la respuesta al Fan's Dilemma que menciona el título en inglés, cuando menos bastante difusa. Lo que viene a decir es que debemos asumir e incluso reivindicar nuestro amor por las obras creadas por personas que despreciamos, sin olvidar el motivo por el que son despreciables, pero asumiendo nuestra propia contradicción ("...el amor no depende del criterio, sino de la decisión de dejar el criterio de lado"). Lo cual podría parecer una respuesta muy madura y reflexiva al problema, si no cupiera cierta sospecha de que Dederer ha llegado a ella simplemente por ser incapaz  -o no tener ganas- de llegar a otra... Es decir, ¿se puede separar al autor de su obra? Pues ni sí ni no, sino todo lo contrario...

En todo caso, estemos o no de acuerdo con sus conclusiones, el asunto aquí es valorar este libro. Pues bien, siguiendo las premisas de Alessandro Manzoni, nada menos, para hacer una crítica y de las que propia Dederer extrajo el método que utilizaba cuando era crítica de cine, debemos preguntarnos cual era la intención de la autora, si esa intención es razonable y, sobre todo, si la autora ha logrado lo que pretendía. La respuesta a la primera cuestión parece clara, establecer un criterio para saber si podemos o no disfrutar de las obras artísticas realizadas por personas de comportamientos dudosos, deplorables o incluso claramente condenables. En segundo lugar, la intención, sin duda, parece razonable... Ahora bien, en cuanto a la tercera cuestión, ya digo que no creo que llegue a ofrecernos una conclusión nítida y categórica, sino que más bien, y siguiendo el tono subjetivo de todo el ensayo, lo deja al criterio personal de cada cual. Lo que no me parece tampoco mal, salvo que no sé si esa era la intención de su autora, desde un principio, o el resultado final de un proceso algo (bastante) divagante. Si en verdad era lo que pretendía, ella sabrá...

(*) Sé que me meto en un jardín bien frondoso, pero quiero aprovechar para expresar mi perplejidad sobre el hecho de que, al mismo tiempo (y en ocasiones por parte de las mismas personas) que se ha creado un consenso casi general en descalificar a J.K. Rowling a cuenta de sus opiniones sobre cierto tema (que no entraré a valorar aquí) asistamos a un reconocimiento también casi general de la figura de otro escritor cuyas ideas extraliterarias resultan no menos cuestionables (cierto es que quizás cada vez menos, por desgracia), como es H.P. Lovecraft, convertido ya casi en un icono pop... Yo me pregunto: ¿Se debe esta diferencia a que una está viva y el otro muerto? ¿A que una se haya hecho multimillonaria y el otro fuera pobre como las ratas? ¿O, siendo más suspicaz, a que una mantiene un control férreo sobre sus derechos de autor y la explotación de sus personajes, mientras los del otro son de dominio público, sus obras pueden ser reeditadas por cualquiera, monetarizada la fan-fiction y vendido el merchandising de sus criaturas? Que Cthulhu guarde a quien encuentre la respuesta...

viernes, 26 de julio de 2024

Paco Alcázar y Torïo García: Las 100 primeras películas de Nicolas Cage


Idioma: español

Año de publicación: 2021

Valoración: recomendable para todos públicos, pero, sin duda, imprescindible para fans...

El fabuloso actor Nicolas Cage(¿qué digo, actor? ¡La estrella!) brilla por derecho propio en el universo hollywoodiense y gracias a su magnífica labor interpretativa y a su indudable carisma ha ido generando a lo largo de su dilatada carrera todo un ejército de seguidores, que se pueden encontrar en los lugares más insospechados... Sin ir más lejos, en este benemérito blog cuenta, al menos, con dos: nuestro padre fundador, Santi y yo mismo (he de aclarar que soy fan, pero de baja intensidad; no duermo en unas sábanas estampadas con la cara de Nicolas Cage, ni nada de eso... Ojo, que tampoco estoy diciendo que Santi lo haga. Repito: NO ESTOY AFIRMANDO QUE SANTI DUERMA EN UNAS SÁBANAS ESTAMPADAS CON LA CARA DE NICOLAS CAGE... A mí, al menos, no me consta).

Como es de supone otros dos grandes fans de Nicolas Cage son los autores de este libro, Paco Alcázar, dibujante que ya había incorporado al actor como personaje de sus tiras cómicas, y Torïo García, autor en internet  de una NicCagepedia; dos personas, por tanto, idóneas, para llevar a cabo la gloriosa recopilación de las cien primeras películas de este titán de la interpretación.  Y sí, no me equivoco, porque Cage ha aparecido ya -y sin tener en cuenta el doblaje de dibujos animados- en más de cien películas, cien (bastantes más, a estas alturas), desde su primera aparición en la pantalla, siendo aún adolescente. Y también: cien películas puede parecer una barbaridad (lo es) para cualquier actor, pero es que Cage no es un actor, es toda un género cinematográfico, en palabras del propio libro... Entre estos cien interpretaciones encontramos, claro está simples cameos -bien es cierto que cuando hablamos de quien hablamos, nada es "simple"- y papeles más o menos secundarios, pero también claramente protagónicos e incluso dobles; películas de culto, blockbusters y de serie Z, cine experimental y palomitero, metaficción y adaptaciones de cómics. películas dirigidas por grandes directores contemporáneos -ojo ahí, porque Nicolas Kim Coppola, a.k.a. Cage, ha sido dirigido por los hermanos Coen, David Lynch, Paul Schrader, Martin Scorsese, Brian De Palma, Werner Herzog, Ridley Scott, Oliver Stone, Spike Jonze (con guión de Charlie Kaufman) y, por supuesto, su tío Francis Ford... Bien es cierto que,  salvo en el caso de Jonze, ninguna de las películas es de las mejores de estos directores,-, así como por artesanos del cine de acción -Simon West, Michael Bay-, visionarios de la ida de olla gore -Rob Zombie, Panos Cosmatos- o dobles de acción, operadores de cámara y debutantes en busca de su oportunidad. Incluso ha sido dirigido por sí mismo, aunque en un papel secundario, que Cage puede tener algún que otro patito desalineado, pero no todos... Naturalmente el registro de personajes que ha interpretado en todas estas películas es inacabable, épico, aunque con alguna repetición de cierta tipología: agentes de la ley tanto corruptos como incorruptibles, delincuentes variados -gángstwr, ladrones, traficantes diversos-, guionistas, borrachos o no, rebeldes juveniles y maduros, vampiros, caza tesoros, leñadores, superhéroes, motoristas fantasmas y, sobre todo, vengadores de diverso tipo y condición, porque puede que ningún otro actor se haya vengado tantas veces en la pantalla, excepción hecha de Liam Neeson...

Toda esta facundia interpretativa la debemos agradecer, en buena medida, al colapso financiero sufrido por Cage hace unos años, consecuencia, más que de la crisis económica, de la legendaria tendencia al despilfarro, sobre todo inmobiliario, que adolece nuestro ídolo. Pero también, creo yo, a una tendencia  totalizando, a la ambición de convertirse en un artista, más que completo, absoluto. Aparte que, entre tanta morralla como la que ha debido aceptar desde que se arruinó (entiéndase de la forma en que se arruinan los ricos y famosos) pueden surgir y, de hecho, surgen gemas que cimentan su prestigio y leyenda como actor. Todo gracias a sus técnicas interpretativas que él mismo ha bautizado como "Nouveau Shamanic" o "Western Kabuki" (sic), pero, sobre todo,  a ciertos recursos caracerísticas, como sus famosas "explosiones Cage", sus gestos y expresiones de locatis o sus excesos (en la pantalla, se entiende)a la hora de beber, cantar, bailar o mataer a sus adversarios. Rasgos que le han convertido no ya en carne de cañón de memes en las redes sociales, sino, posiblemente, en uno de los principales proveedores, aunque involuntario, de los mismos. Circunstancia que, por otra parte, ha contribuido de forma decisiva al culto a su figura (puede que este término sea excesivo, dejémoslo en "subculto") que estamos viviendo en los últimos años, y que quizás ya sea incluso mainstream.

La estructura del libro, repetida cien veces, es sencilla: cada película está explicada en una página, en la que consta una escuela sinopsis del film, cómo fue su proceso de gestación y anécdotas relacionadas -más o menos jugosas- del rodaje, promoción, etc. Se completa la ficha con las opiniones de los autores sobre dicha película y una valoración del " nivel de intensidad Nic", que puede ir desde " moderado" a "demonio volador", por ejemplo. En la página opuesta, un retrato de Cage hecho por Paco Alcázar, con el look que luce el actor en esa película y que, no en pocas ocasiones, suele ser bastante peculiar (1).


Además de la lista de películas, está curiosa biografía nos ofrece también una serie de apartados, que tratan desde la fascinación de los autores (y el público en general) por Nicolas Cage, sus ajetreadas circunstancias biográficas, familiares y conyugales, las fases por las que ha pasado su carrera actoral, las fases, aún más variadas, por las que han pasado sus arreglos capilares e indumentarios, sus técnicas - igual esto es mucho decir- interpretativas y los proyectos en los que Nic se hallaba embarcado a partir de su película número cien, muchos de los cuales ya han sido llevados a la pantalla, grande o pequeña. Porque, amigues, de momento, en los tres años transcurridos desde que se publicó este el señor Nicolas Cage ya ha intervenido en nada menos que trece películas, con interpretaciones tan destacadas como la del dueño de una cerda trufera en Pig, un histriónico -cómo, si no- conde Drácula en Renfield o la encarnación de sí mismo en la metaficcional El insoportable peso de un talento descomunal, cuyo título ya lo dice todo...

A este ritmo, pronto Nic Cage llegará a las doscientas películas y los autores de este libro escribirán otro, no menos descacharrante. Disfrutemos entre tanto de esta primera parte y, sobre todo, de ese "talento descomunal" de su (y nuestro) ídolo... ¡Larga vida al cine y a Nicolas Cage!

(1) Hay que señalar (y admirar), que para el libro Paco Alcázar ha dibujado a Cage, si no me equivoco, no cien, sino ¡doscientas cincuenta veces! Eso, sin contar los innumerables Nics de la tapa y la contratapa, con los que ya no me he atrevido...

miércoles, 3 de abril de 2024

Werner Herzog: Cada uno por su lado y Dios contra todos. Memorias

Idioma original: Alemán 
Título original: Jeder für sich und Gott gegen alle - Erinnerungen
Año de publicación: 2022
Traducción: Marina Bornas
Valoración: Imprescindible (hala, ahí tenéis)

Werner Herzog, ese tipo extraño y solitario, adicto a las historias peculiares, es uno de los máximos exponentes del cine del último cuarto del siglo XX y su "trilogía" Nosferatu - Aguirre, la cólera de Dios - Fitzcarraldo forma una especie de Santísima Trinidad cinematográfica para mi. Esto es un arma de doble filo; las expectativas no siempre se ven cumplidas y uno puede terminar, aunque sea de forma injusta, algo decepcionado. Vamos, un poco lo que me ocurrió con Conquista de lo inútil, diario de rodaje de Fitzcarraldo. 

En el caso de Cada uno por su lado y Dios contra todos las expectativas se han visto superadas, hasta el punto de que puedo afirmar, aunque aún estemos en el mes de abril, que este libro figurará en mi lista de "lo mejor del año 2024". Y, además, lo voy a razonar.

Siguiendo un orden por lo general cronológico, Herzog va entrelazando vida y obra en un texto que puede ser leído, obviamente, como autobiografía, pero también como novela de formación, novela de aventuras o crónica de viajes. 

Quien tenga interés en su cine, ya sea de ficción o documental, encontrará en estas páginas algunas de las claves que se observarán en su obra. En este sentido, hay dos frase determinantes: "lo que vimos de niños lo sigo viendo hoy" "hay una serie de motivos recurrentes en mi cine que casi siempre se basan en experiencias de la vida real". La infancia y adolescencia como claves que condicionan y explican el futuro, como punto de partida de un primer tercio del texto de lo más bernhardiano, con quien el autor comparte tiempo y espacio; la vida como escenario.

Entre lo anecdótico y el contexto sociopolítico de la época, la infancia y adolescencia a finales de la Segunda Guerra Mundial, las complejas relaciones familiares, su devoción por dos de sus hermanos, su pasión por el fútbol, su etapa escolar, sus diferentes formas de buscar la trascendencia (a través los viajes, de la religión, etc) configuran una novela de formación que puede ser leída, perfectamente, por alguien que no conozca la obra del alemán. Interesantísimo retrato de un tiempo y un lugar muy determinados, pero por ello profundamente universal, posee por sí solo un alto valor literario.

A medida que avanza el libro y que Werner Herzog se hace adulto, el texto se centra en el cine. Desde aquellos comienzos autodidactas y autofinanciados hasta los últimos documentales, pasando por sus adaptaciones operísticas, el autor repasa sus diferentes proyectos, fallidos o no. Siempre caminando por la cuerda floja y siempre atraído por historias al límite y personajes extravagantes, Herzog desgrana historias de sus rodajes, de sus relaciones con diferentes miembros de su equipo (Klaus Kinski (cómo no), Walter Saxer, etc) y con personajes tan sumamente interesantes como Bruce Chatwin, Mike Tyson (!!!) o Reinhold Messner. Es esta vertiente del texto la que lo sitúa más cerca de la novela de aventuras y la crónica de viajes, además de historia del cine, por supuesto. 

Su parte final, en cambio, pasa a centrarse en aspectos más confesionales e íntimos, más reflexivos o ensayísticos. Lo personal y familiar se unen a sus visiones de futuro y cierran el círculo que comienza con una epifanía de juventud.

Tres son, especialmente, las cosas que más me gustan de las memorias de Werner Herzog:
  1. Ya lo he comentado, pero el texto trasciende lo meramente personal y este me parece fundamental en libros de este tipo.
  2. Que no haya "ajustes de cuentas". Con una vida de este tipo y con la multitud de gente con la que se ha cruzado Herzog, sus memorias podrían haber tomado derroteros más sensacionalistas. No lo hacen y se agradece.
  3. El ritmo. Herzog nos mantiene pegados a las páginas del libro y maneja la tensión narrativa a la perfección. Resulta sorprendente, por la escasez de casos, que el autor maneje dos lenguajes tan diferentes como el literario y el cinematográfico con tanta soltura y solvencia.
En fin. Creo que lo todo anterior sirve para dar una imagen general de lo que son estas memorias y de los motivos de la valoración, ¿no os parece?

sábado, 28 de octubre de 2023

Siegfried Kracauer: De Caligari a Hitler

Idioma original: inglés

Título original: From Caligari to Hitler: A Psychological History of the German Film

Traducción: Héctor Grossi

Año de publicación: 1947

Valoración: Interesante


Confieso humildemente que no tenía ni idea de quién era este Herr Kracauer hasta que vi la referencia a su libro, este que traemos hoy, en algún sitio que tampoco recuerdo, puede que otro libro o algún artículo. Y resulta que más que el oscuro cinéfilo que parecía, se trata de un personaje de cierto peso en el pensamiento alemán de las primeras décadas del siglo XX, fuertemente relacionado, por amistad, por trabajo o inquietudes intelectuales con tipos como  Walter Benjamin, Ernst Broch o Theodor Adorno, vamos, un conjunto nada despreciable. 

Así que Kracauer, crítico de cine pero también intelectual interesado en cuestiones de mayor calado, escribe esta su primera obra ya exiliado en Estados Unidos huyendo del nazismo, y su historia del cine alemán, que abarca desde sus inicios hasta el periodo hitleriano, intenta profundizar en sus implicaciones con la psicología del pueblo alemán. 

Las primeras obras significativas del cine alemán aparecen coincidiendo aproximadamente con el final de la I Guerra mundial, y desde el punto de vista estético están muy influenciadas por el expresionismo dominante en la época, en especial en la propia Alemania. El libro analiza con detenimiento bastantes de estas películas, algunas de las cuales han dejado una profunda huella no solo en el cine, sino en el imaginario cultural europeo: El gabinete del Dr. Caligari, Nosferatu, El testamento del Dr. Mabuse o Metrópolis (la única que recuerdo haber visto, lo confieso), entre otras. Igualmente examina la trayectoria de ilustres directores, como Lubitsch, Murnau, o Lang, la mayoría de los cuales alcanzaron el éxito en el mismo exilio norteamericano donde fue a parar el propio Kracauer.

Para los más cinéfilos me parece muy atractivo el análisis de estas películas, los encuadres, el movimiento de la cámara, los rasgos externos y psicológicos de los personajes, o las diferentes tendencias hacia la recreación histórica, el escapismo o la toma del pulso de la calle. Pero en mi opinión lo más interesante del libro es cómo el autor relaciona todo esto con la evolución ideológica del pueblo alemán, que recién derrotado en la Gran Guerra se debate entre el miedo al caos y un íntimo deseo de solución autoritaria que deriva no solo de la situación puntual sino de ciertas carencias históricas.

Instalados en el régimen dubitativo de la República de Weimar, la izquierda no se decide a apostar por la revolución inspirada por figuras como Rosa Luxemburgo o Karl Liebknecht, y la postración económica y psicológica deja un país desnortado y propenso por tanto a admitir mensajes populistas que anuncien un renacimiento nacional. Alemania no ha tenido una revolución burguesa y liberal, le falta ese elemento para progresar decididamente hacia la democracia, y eso será un lastre en un momento histórico tan delicado.

Dice Kracauer que Alemania es un país que desea fervientemente ser dirigido, lo cual, junto con la ceguera de los socialdemócratas que ignoran la debilidad ideológica de las clases medias y la tendencia de la juventud a aceptar ofertas totalitarias, da lugar a la rápida penetración social del nazismo. No se corta el autor a la hora de dibujar el ascenso de Hitler en toda su crudeza:

‘Se tiende a sugerir que fue un puñado de fanáticos y gangsters el que logró sojuzgar a la mayoría del pueblo alemán. Esta conclusión no se ajusta a los hechos (…) La mayoría de los alemanes se plegó al gobierno totalitario con tal presteza que no podía ser el resultado de la propaganda’.

Ideas tan radicales, quizá por ser formuladas muy en caliente (recordemos, 1947), se ilustran además con el éxito de films que glorificaban el pasado prusiano, exaltaban el espíritu nacional en aventuras de montaña o sugerían comportamientos de sumisión a la autoridad que, aunque entre líneas, parecen siempre presentes. Naturalmente, tampoco falta un estudio detenido sobre los potentes mecanismos propagandísticos del nazismo, y en concreto de su cine documental, con panorámicas de Ejércitos multitudinarios y organizados al milímetro, la infantería barriendo al enemigo, o la ridiculización de franceses e ingleses a través de imágenes de negros o el acompañamiento de música burlona. Algunos aspectos recuerdan los muy interesantes análisis de Susan Sontag sobre los trabajos cinematográficos de Leni Riefenstahl.

Tampoco voy a ocultar que el libro es denso, bien desarrollado y con una prosa clara (si acaso con algunos tropiezos que quizá tienen que ver con la traducción), pero tan pormenorizado que puede llegar a cansar al lector que no esté muy interesado en el tema y la época. Aun así, a poco que nos atraiga escudriñar algo más en lo que podríamos llamar el alma alemana y el peculiar fenómeno del nacimiento del nazismo, me parece un material muy valioso, y original e interesante el punto de vista elegido para analizarlo.

Y cuidado, que unas cuantas de las reflexiones sobre cómo pudo ocurrir algo así resultan inquietantemente actuales.


jueves, 26 de octubre de 2023

Quentin Tarantino: Meditaciones de cine

Idioma original: inglés

Título original: Cinema Speculation

Año de publicación: 2022

Traducción: Carlos Milla Soler

Valoración: recomendable, sobre todo para fans (tanto de Tarantino como del cine, en general... o de ambas cosas, que no son excluyentes).

Todo el mundo, supongo, conoce la historia de que, durante su juventud, antes de comenzar a dirigir películas, Quentin Tarantino trabajó en un videoclub (un sitio, queridos millenials y compañeros centennials donde, por lo visto, podías ir a alquilar películas en formato VHS y más tarde, en DVD) de Los Ángeles, donde se dedicó a ver todas las películas que pudo, sin importarle que fueran de serie B o incluso Z. de ahí le viene su enciclopédico saber cinéfilo y multitud de referencias que luego utilizó en sus propios filmes. Ahora bien, en realidad sus gustos cinematográficos e incluso el estilo que luego reflejaría en su obra es algo que se fue formando años antes, durante su infancia, pues el niño Quentin tuvo la ¿fortuna? (en su caso , sin duda, pero no sé si hubiera sido lo mismo para todo el mundo- de que su madre no sólo le permitía sino que le llevaba con ella y sus amigos cuando salían a ver una peli, aunque fuera para adultos -cuidado, no me refiero a ESAS pelis para adultos, malpensados-, siguiendo el criterio de que aunque en aquellas películas hubiese escenas más o menos explícitas de sexo y/o violencia, no había problema en que un niño las viera, siempre que se adecuasen al argumento del film y pudiesen entenderse ene se contexto. De esta forma, el amigo Quentin pudo ver, a una tierna edad buena parte de las películas más polémicas e incluso escandalosas del "nuevo Hollywood" de los años 70, que le marcarían indefectiblemente como espectador y luego, como creador: a los 6 años (!), aún en 1968, vio Bullitt; a los ocho, Harry el Sucio y The French Connection; a los nueve, La huida y a los 11, nada menos que Deliverance y Grupo salvaje (madre del amor hermoso...) o, a los trece, Taxi Driver y La Matanza de Texas... entre muchas otras. Aparte de que algunos de esos amigos de su madre eran negros y le llevaban a cines donde él era la única cara blanca para ver películas del "blaxploitation" en el bullicioso ambiente al que iban dirigidas. Vamos, que se lo pasaba pirata, el chaval...

Es sobre esta educación cinéfila -e incluso sentimental, en su sentido más amplio- de lo que tratan estas Meditaciones de cine. En el libro analiza muchas de esas pelis que ya he mencionado y también otras, como Rolling Thunder -una de sus favoritas de todos los tiempos-, Fuga de Alcatraz, Hardcore, un mundo oculto... En fin, todo un festival de sensaciones fuertes, peculiares personajes al límite, venganzas implacables -de hecho, le dedica muchas páginas al género "venganzamático", especialmente fecundo en aquellos años-, estallidos de violencia...  vamos, elementos todos que le sonarán a los aficionados (y -adas, que también hay muchas) al cine de propio Tarantino. de hecho, éste es uno de los principales alicientes del libro: entender de dónde le vienen a este tipo sus filias, sus obsesiones y los rasgos que le han convertido en un director tan único y exitoso. 

Otro atractivo, incluso más interesante, de este libro, es que resulta una gozada para cualquier cinéfilo que se precie y que no tenga demasiados prejuicios, también hay que decirlo. Porque podrán gustar más o menos las películas de Tarantino e incluso él como personaje público, pero lo que está claro como el agua -o rojo como la sangre, en este caso- es que el tío sabe mucho de cine. Muchísimo, en realidad. Y buena parte de ese conocimiento y de su inmenso amor por el medio cinematográfico lo ha plasmado en este libro, en el que no sólo nos explica el proceso de creación de éstas y otras películas -porque, por ejemplo, cuando nos habla de la primera película dirigida por su admirado Stallone, La cocina del infierno, da antes un rodeo en el que nos habla de películas y series de televisión anteriores sobre pandilleros neoyorquinos y también de la gestación, más análisis crítico de Rocky y hasta Rocky II-,y, sobre todo, el azaroso camino que llevó a algunas películas a ser como son y no como pudieron haber sido -¿qué tal un Taxi Driver dirigido por Brian De Palma y con Jeff Bridges de Travis Bickle?-, dándole una especial relevancia a los guiones Paul Schrader, claro está, y a su obsesión por Centauros del desierto). Pero también, y esto es aún más interesante, a una parte del proceso cinematográfico al que no siempre se presta atención posteriormente: la reacción del público cuando vio esas películas en su momento y los condicionantes de por qué reaccionaban de esa forma -por seguir con el ejemplo, el entusiasmo del público setentero ante Rocky sólo se explica debido a los varios años que llevaban viendo películas deprimentes y/o cínicas sobre individuos con problemas-; una circunstancia a la que él era muy sensible en aquellos sus años mozos en los que acudía a cines de cualquier barrio de Los Ángeles a ver programas dobles e incluso triples. Además, en esta indagación de cómo se gestaron las películas que ama y de las circunstancias de su producción y exhibición, Tarantino cuenta con la ventaja de haber hablado sobre ellas con muchos de los creadores de las mismas, y así, es habitual encontrar en el libro las respuestas a sus curiosas preguntas que le dieron De Palma, Scorsese o Walter Hill... Dedica también sendos capítulos al "crítico de reserva" del Los Angeles Times, Kevin Thomas, entusiasta encargado de visionar lasa películas de explotación que tanto gustan a Tarantino; otro, especialmente instructivo, al "nuevo Hollywood" de los años setenta (Robert Altman, Dennis Hopper, Arthur Penn, Sam Peckinpah, William Friedkin, John Cassavettes, etc.), que en pocos años serían destronados por los llamados movie brats o "niños mimados del cine": Coppola, De Palma, Scorsese, George Lucas, Spielberg y alguno más. Por último, un cariñoso capítulo dedicado a Floyd, un hombre que estaba realquilado en casa de su madre y con el que el joven Quentin solía ir al cine, que, además de un criterio cineatográfico estimable, quería ser guionista y, pese a no conseguirlo, sirvió de acicate para que el joven Tarantino se iniciara, a su vez, en esa carrera; lo que es más, uno de sus guiones que quedaron inéditos le dio la idea de origen, en gran medida, de Django desencadenado. A este Floyd se le dedica, ya digo, el último capítulo del libro, sin duda el más emotivo... claro, que de una manera "tarantiniana": sentimental, sí, pero sin ñoñerías y con mucho sentido del humor.

Por último (y ya sé que la reseña me está saliendo un poco larga) el gran aliciente de este libro es que conjuga la erudición sobre el mundo del cine con una escritura ágil e incluso descarada, que lo convierten en un ¿ensayo? (no sé si llegamos a hablar de eso) muy, pero que muy divertido. Desde luego, y al menos,  para quien le guste el cine, incluso sino es el de Tarantino.

Nota final: un consejo para quien lea este libro; dada la cantidad de información y de nombres de actores, guionistas, productores, críticos, etc. que se mencionan conviene tener Google a mano para ir buscando quién era éste o aquel. Muchas veces, habla de actores y actrices cuyo rostro tenemos en la memoria pero cuyos nombres, a la mayoría de los no norteamericanos, no nos dirán nada.

jueves, 8 de diciembre de 2022

Ian Nathan: Guillermo del Toro

Idioma original: inglés

Título original: Guillermo del Toro: The Iconic Filmmaker and his Work

Año de publicación: 2021

Traducción: Jonathan López-Vera

Valoración: bastante recomendable (muy recomendable para fans)

Supongo que resulta fácil adivinar de qué, o mejor dicho, de quién trata este libro... Y supongo también que no hace falta explicar quién es Guillermo Del Toro, pero, por si acaso, ahí va: cineasta mexicano, nacido en Guadalajara en 1964, y director, entre otros títulos, de las aclamadas CronosEl espinazo del diablo, El laberinto del fauno y La forma del agua (por la que consiguió sendos Oscars a mejor película y mejor director), así como de películas más enfocadas hacia el éxito comercial, como Blade II, las dos entregas de Hellboy o Pacific Rim.  En suma, una artista singular y gran profesional del cine que ha demostrado su creatividad u eficacia lo mismo en en películas más personales -que no necesariamente "intimistas"- que en grandes producciones hollywoodienses. Además, hasta donde yo sé y parece aún más difícil de conseguir, es un tipo muy simpático que le cae bien a todo el mundo.

Este libro, a pesar de su gran formato y estar ilustrado con gran profusión de fotografías "a todo color (como se decía antes) se puede considerar no sólo como una biografía del cineasta mexicana sino, sobre todo, un exhaustivo recorrido por las películas que ha dirigido -e incluso por las que no ha llegado a dirigir-, desde su primera Cronos, la única que ha rodado en su propio país, de hecho, hasta la última, producida por Netflix y con la técnica de stop-motion, Pinocchio. El recorrido entre ambas pasa por EE.UU. y Canadá (donde se ruedan muchas de las producciones de Hollywood-, España, donde ha realizado dos de sus más reconocidas películas, Praga, Australia, Nueva Zelanda, Londres... lugares todos que han tenido -o no han llegado a tener, como cuando estuvo preparando El Hobbit, para luego abandonar el proyecto por sus dilaciones-su relevancia en la carrera de este cineasta.


Además de las circunstancias biográficas y las vicisitudes, tanto profesionales como familiares, de la trayectoria de Guillermo del Toro, desde las dificultades para rodar Cronos y El laberinto del fauno, su problemática relación con el productor de Mimic, Bob Weinstein o el largo secuestro de su padre en 1998, el libro también se detiene en sus momentos dichosos, como poder llevar a la pantalla uno de sus cómics favoritos, Hellboy, de Mike Mignola, el reencuentro con las cámaras, tras cinco años en el dique seco, su amistad con Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu  -amén de, por ejemplo, James Cameron o Ron Pearl- o el éxito de crítica y público de La forma del agua, El laberinto... etc. Por otra parte, ya que el autor del libro, Ian Nathan, además de escribir otros similares sobre otras luminarias del cine actual, como Tarantino, Wes Anderson o los hermanos Coen, es un experimentado crítico y editor de publicaciones sobre el tema, hace aquí un riguroso recorrido por las obsesiones, temáticas, referencias, motivos recurrentes en todos sus trabajos y hasta características técnicas de los mismos. Todo un mundo propio de este director que se cristaliza no sólo en sus películas,  sino también en la casa-museo- lugar de trabajo que posee en Los Ángeles, la llamada "Bleak House", repleta de atrezzo, libros, colecciones de objetos variopintos y cómics, cuadros, esculturas hiperrealistas, en fin, una suerte de paraíso para cualquier friki de la fantasía y el terror, como él...



No me extiendo más. A la espera de que Del Toro consiga realizar alguno de sus proyectos aún sólo soñados -como una versión mexicana de El conde de Montecristo u otra de Las montañas de la locura, de su admirado Lovecraft (que parece también podría realizarse con stop-motion)-, echar un vistazo a este libro sería de lo más recomendable para todo aficionado al cine, pero también para quienes no conozcan en profundidad la obra de este gran y personalísimo realizador. Leyéndolo y admirándolo, sin duda no podrán evitar querer ver sus películas de inmediato. Que es de lo que se trata, claro.

lunes, 21 de noviembre de 2022

Iván Reguera: El hombre que podía hacer milagros

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Entretenido (y especialmente recomendable para amantes del cine de finales de los 60 y primeros 70)

Si hace unos días traíamos a este espacio "El Padrino", la novela que dio origen a dos de las mejores películas de la Historia del Cine, la reseña de hoy está dedicada a "El hombre que podía hacer milagros", texto que recrea el antes, el durante y el después de la primera entrega de la saga de Coppola.

A efectos de etiquetas o clasificaciones, al inicial y previsible ensayo ha de agregarse el matiz, confesado por el propio autor, de que el libro se basa en hechos y personajes reales, si bien algunos sucesos, personajes y diálogos son inventados. Por tanto, ensayo novelado podría ser una aproximación más correcta. En cualquier caso, le pongamos al texto la etiqueta que le pongamos, lo importante es que "El hombre que podía hacer milagros" es un libro entretenido e interesante. 

Es interesante porque, en realidad, es un texto mucho más amplio que una simple "historia de El Padrino".  Así, creo que la principal lectura del libro es la  relacionada con la historia del cine de la época y las luchas de poder que tuvieron lugar a finales de los 60 y primeros 70, momento en el que nuevos directores (Coppola, Friedkin, Bogdanovich, G. Lucas, Polanski,...) buscan formas de hacer cine que rompan con los rígidos esquemas de las grandes productoras que dominan el mundillo. La eterna lucha de lo viejo y lo nuevo, la batalla por el control, la dicotomía arte / taquilla o artista / industria, etc y cómo estas afectan a la preparación y rodaje de la película aparecen muy bien reflejadas en el libro y constituyen, en mi opinión, su aspecto más destacable.

Además, y en términos generales, es un texto entretenido. El interés narrativo se mantiene a lo largo del libro gracias a unos personajes (Coppola, Brando, Evans, Puzo...) con unas biografías que por sí solas podrían ocupar muchas más páginas y a unas situaciones que casi lo acercan a la novela de intriga / misterio.

Pese a ese innegable carácter interesante y entretenido del texto, hay un par de cosas que no me acaban de convencer. Una es el exceso de personajes secundarios que quizá no sean tan fundamentales para la intrahistoria de la película y que hacen que uno se pierda por momentos; la otra es un excesivo peso de la trama gangsteril. Hablamos de El Padrino y de la Mafia, la cual extendía sus tentáculos por todas partes, pero creo que esta parte está sobrerrepresentada en el texto. 

No obstante los dos últimos apuntes, confieso que lo he pasado de maravilla leyendo "El hombre que podía hacer milagros". ¡Coño, que he leído sus 320 páginas en apenas 4 días!  Además, no todo va a ser "alta literatura", ¿no?

sábado, 1 de octubre de 2022

David Lynch: Atrapa el pez dorado

Idioma original: inglés

Título original: Catching the Big Fish

Traducción: Cruz Rodríguez Juiz y Aurora Echevarría

Año de publicación: 2006 (reeditado)

Valoración: Decepcionante


Qué difícil resulta y qué amargo tener que valorarlo así. Ya me ha ocurrido antes, a cuenta de cierto libro en torno a un autor que admiro (me ahorro recordar el mal trago), y parece que he caído de nuevo en la trampa. En esta ocasión se trata de David Lynch, uno de mis favoritos en el mundo del cine, cuyo libro corrí a comprar en cuanto tuve noticia.

Resulta que Lynch hace meditación trascendental, y eso parece que le va muy bien. Se inició con el famoso Maharishi, y la cosa le proporciona, según dice, un bienestar especial, está en sintonía con el mundo, se encuentra en plenitud y gracias a eso no solo ve la vida de una forma más placentera sino que es capaz de captar esas ideas que fluyen por ahí y tiene la perseverancia y la presencia de ánimo para darles forma y, añado yo, obtener los extraordinarios resultados que podemos disfrutar en sus películas. 

El problema, uno de ellos, es que Lynch lo cuenta muy mal. Podría haber explicado un poco en qué consiste la meditación, que es algo que casi todos intuimos pero muy pocos conocen de verdad, y cuáles son sus beneficios, más allá de vaguedades como que es fantástico, inspirador, increíble, zambullirse en un océano muy especial, y cosas por el estilo. Personalmente no es que me interese mucho el tema, pero si alguien tiene una experiencia de algún tipo que le resulta gratificante y la transmite con un mínimo de habilidad puede conseguir atraer la atención en un cierto grado. Pero es que Lynch ni se acerca, así que nos quedamos con que el invento le va muy bien, y ya está.

La parte que todo fan del genio de Missoula está (estamos) esperando del libro son naturalmente las noticias acerca de sus películas o del cine en general. Aquí tenemos algunas anécdotas más o menos interesantes, acerca por ejemplo de otro director-monstruo (Kubrick, claro), o de los actores Jack Nance o Dennis Hopper, alguna excusa sobre el fracaso de Dune (humm...), los sutiles vínculos de Twin Peaks con la infancia de Lynch, o la extraña gestación de Inland Empire. A veces apunta cómo surgieron algunas secuencias geniales y cómo las ideas iniciales se van trabajando, perfeccionando o traduciendo en imágenes, hasta conseguir captar la atmósfera buscada a través del sonido, la iluminación o un simple gesto. Es desde luego lo más atractivo del libro porque son vivencias personales que rara vez pueden encontrarse en otro tipo de textos.

Pero todo vertido en pequeñas píldoras, nunca más de dos páginas, y algunas con el formato y profundidad de lo que sigue:

SENTIDO COMÚN

Hacer películas es casi todo cuestión de sentido común. Basta con mantenerse alerta y pensar las cosas.

Una página entera para esto. 

Y el resto, una colección de cosas heterogéneas hasta rellenar ciento y pico páginas sin una mínima elaboración, sin que parezca ni por un momento que la perseverancia y el mimo que Lynch utiliza en su cine haya llegado en ninguna medida al texto. Que está muy bien la espontaneidad y el desorden, siempre y cuando el conjunto conduzca a alguna parte y no se limite a una acumulación de ocurrencias entre las que hay que pescar un pequeño puñado de cosas que puedan interesar (¿consistirá en eso la tontería esa del ‘pez dorado’?). Todo ello con el aspecto de haber sido escrito por un alumno mediocre de la ESO y, que no se olvide, reeditado por Pengouin en 2016, aparte de con algunas erratas insoportables (*), con un bonus consistente en…  entrevistas (¿) realizadas por el propio Lynch a dos lumbreras como Paul McCartney y (oh My God!) Ringo Starr.

No sé si se nota que me duele haber escrito todo esto. Pero creo que en definitiva el mundo ha sido afortunado porque David Lynch se haya dedicado al cine y no a la literatura. Así que llevo el libro a algún rincón oscuro donde me evite el cabreo de volver a verlo, y me pongo a disfrutar una vez más de Cabeza borradora. Por ejemplo.

(*) Confundir el apellido del actor fetiche del director y autor del libro es un insulto para ambos y para el lector. Sí, Kyle McLachlan se transforma en Kyle McLaughlin, como si el poder de los gurús hubiera doblegado la voluntad del corrector (si es que lo había)


jueves, 23 de diciembre de 2021

Miguel Ángel Villena: Berlanga. Vida y cine de un creador irreverente

Idioma: español

Año de publicación: 2021

Valoración: recomendable, sobre todo para interesados

Uf, casi me pilla el carrito del helao... me refiero a que casi se me pasa este 2021, centenario del nacimiento de Luis García-Berlanga (también, entre otros, de Stanislaw Lem, Patricia Highsmith y Leonardo Sciascia, pero de ellos sí que hemos reseñado libros) sin rendirle un homenaje, si quiera por medio de la reseña de esta biografía escrita por su paisano Miguel Ángel Villena. Vale, que ya sé que éste es un blog sobre libros y no hablamos de un literato, sino de un cineasta, pero tampoco nos vamos a poner tan tiquismiquis y, además, Berlanga es de los pocos creadores que ha visto su apellido convertido en un adjetivo , "berlanguiano", aceptado por la RAE y toda la pesca...Adjetivo que, para quien nos lea desde España seguramente no hará falta definir, pero para el resto, podemos decir que representa una visión entre escéptica, socarrona y cariñosa de una realidad contradictoria, caótica o incluso absurda, amén de hipócrita... (y sobre todo, atañe a la obra cinematográfica de este director, aunque en mi opinión también se le puede aplicar a otros como el coreano Bong Jong-hoo, por ejemplo).

Una visión del mundo en la que hay consenso en que tiene mucho que ver la tierra de origen de Berlanga (además de las flores, de la luz y del color): Valencia. Nacida en una familia burguesa de posibles, en su posterior vis desencantada tuvieron mucho que ver, sin duda, los avatares políticos que zarandearon su juventud: hijo de un político republicano -y nieto de todo un prócer liberal-, García-Berlanga era un "gamberro pijo" de simpatías anarquistas y amigos falangistas, para acabar, tras su paso por el ejército de la república durante la guerra Civil, luchando contra los soviéticos en la División Azul, con el fin de conmutar la pena de muerte a la que el régimen franquista había condenado a su padre... y al volver de Rusia, aún le tocó hacer la mili, al pobre. Otras facetas de su vida no le fueron a la zaga a esta paradójica etapa juvenil: burgués "benestante" pero crítico implacable de su clase social y de la Iglesia; amigo de comunistas, pero refractario a encuadrarse en alguna ideología política; célebre erotómano, pero marido y padre fiel durante toda su vida; misógino, aunque de trato exquisito con las mujeres; tímido recalcitrante , mas sempiterno amante de la bulla mediterránea; con fama de cineasta descuidado, pero en realidad sumamente atento a los detalles y plazos de rodaje y, sobre todo, maestro del complicado plano-secuencia...

Esta biografía, escrita por el veterano periodista Miguel Ángel Villena -de raíces geográficas similares a las de Berlanga- hace tras estos episodios juveniles, un exhaustivo repaso a la trayectoria del director: su paso por el IEEC -primero como alumno y luego, ya en la Escuela de Cine, como profesor-, su vida familiar y social y, por supuesto, a todas sus películas, desde la primera, dirigida al alimón con Juan Antonio Bardem, a sus obras maestras de los años 50 y 60 -Bienvenido, Mr. Marshall, Plácido, El verdugo-, el cierto declive que vivió después, pese a esa insólita e iconoclasta cinta que es Tamaño natural, el nuevo éxito de la serie de La escopeta nacional y La vaquilla, hasta llegar a sus últimas películas y su testamento cinematográfico que fue París-Tombuctú. El libro diserta además sobre las circunstancias y peculiaridades de cada una de las épocas en las que fue rodando estos films, así como las distintas personas participaron en ellos, en muchos casos amigos del director, tanto actores como Fernando Fernán-Gómez, José Luis López Vázquez, Amparo Soler Leal... ayudantes como Ricardo Muñoz Suay, productores -Alfredo Matas- o guionistas como su propio hijo Jorge y, cómo no, el sin par Rafael Azcona, que formó con Berlanga una pareja irrepetiblemente caústica en la historia del cine español.

He escrito antes "exhaustivo", pero no es sinónimo de "rollazo"; todo lo contrario: el libro, además de escrito con gran soltura, resulta suficientemente variado y ameno para no aburrir al lector en ningún momento. Además de recoger múltiples testimonios de personas que trabajaron o trataron con el director, se basa en gran medida en libros de memorias escritos por él, en colaboración con escritores amigos, como el significativamente titulado Bienvenido, Mr. Cagada -el apodo que le pusieron durante el rodaje de la película que todos suponéis-, y aunque parece ser que Luis García-Berlanga era alguien propensos a equivocarse de fechas e incluso recuerdos concretos, las anécdotas resultan de lo más ilustrativas y, sabrosas...  Como se suele decir (ya casi es un lugar común), lástima que Berlanga no siga entre nosotros porque nuestra cotidianeidad (más aún últimamente), le iba a proporcionar una montón de ideas más para sus películas... Porque somos berlanguianos, queramos o no (el mundo entero, en realidad), no lo podemos remediar.... 

martes, 28 de septiembre de 2021

Woody Allen: A propósito de nada. Autobiografía

Idioma original: Inglés
Título original: Apropos of nothing
Traducción: Eduardo Hojman
Año de publicación: 2020
Valoración: Chanchi 

Woody Allen es, para mi, uno de los grandes cineastas del siglo XX. Películas como Annie Hall o Hannah y sus hermanas estarían en mi Top 10 sin ninguna duda, así que resulta cuanto menos curioso que haya dejado pasar un montón de meses desde que compré este libro hasta que decidí sacarlo de la pila de pendientes y leerlo. Cosas de la acumulación incontrolada de libros, supongo.

El caso es que si estáis en esa situación, con el libro cogiendo polvo en la estanterías o, incluso, con el libro apuntado en la lista de futuribles, dejad lo que estéis leyendo o corred a vuestra librería o biblioteca más cercana y poneos a devorarlo. De verdad, no os va a defraudar lo más mínimo (o eso espero). ¿Por qué?

En primer lugar porque es un texto muy muy divertido que os traerá a la memoria alguna de sus películas. Sin ir más lejos, el magnífico comienzo en el que rememora su infancia y adolescencia, con su odio a la escuela, sus primeras escapadas para ir al cine, la relación con sus padres, con la religión, sus primeros y prosaicos acercamientos a la cultura, etc, me recuerda una barbaridad a "Días de radio". Es, por ritmo, "acidez" y risas, la parte más destacada del libro.

En segundo lugar porque está lleno de chispa, de frases ingeniosas y de comentarios mordaces con los que Allen deja ver su crónica insatisfacción, su misantropía, su sentido del humor, la "Welschmerz" alleniana. Sí, los que llevamos gafas de pasta somos así, soltamos palabrejas de estas que dan enjundia a una reseña aunque no tengamos ni puñetera idea de su significado.
Algunas personas ven el vaso medio vacío, otras lo ven medio lleno. Yo siempre veía el ataúd medio lleno.

Estáis leyendo la autobiografía de un analfabeto misántropo que adoraba a los gángsters... 

En tercer lugar es un texto desmitificador y, al mismo tiempo, alejado de cualquier presuntuoso ejercicio masturbatorio (otra vez "Annie Hall") y de la falsa modestia. Resulta sorprendente observar el "desapego" que Allen siente hacia el éxito o el fracaso, hacia su modo de hacer cine y hacia sus películas, hasta el punto de autodefinirse como "cineasta imperfecto", de no leer las críticas o de no volver a ver sus películas una vez finalizado todo el proceso, sin que esto sea obstáculo para declarar su amor incondicional por el séptimo arte.

La gracia de hacer una película es hacerla, el acto creativo. Los aplausos no significan nada (...) Basta de perder el tiempo con trivialidades 
En cuarto lugar porque, si os interesa el cine de Allen, revela un montón de anécdotas, chascarrillos e información sobre algunas de sus películas más emblemáticas, sobre su "método" de trabajo, sobre su relación con actores, productores, montadores, representantes, etc. Además, comprobaremos cómo los gustos del público no van siempre en la línea con las preferencias del autor.
A mi me gusta rodar, irme a casa y ver un partido de baloncesto.
La correlación entre las películas malas y el éxito de taquilla es  un enigma que la física aún no ha logrado dilucidar.

Podría seguir, pero creo que lo voy a resumir en que conjuga de forma magistral memoria personal con una cierta forma de memoria colectiva y con historia del cine, todo ello a un ritmo (de jazz, como no podía ser de otra manera) trepidante. Solo un pero, relacionado con la parte en la que se refiere a su relación con Mia Farrow y a las acusaciones (de las que jamás fue declarado culpable) de abusos sexuales: parece un poco "ajuste de cuentas" y, aunque no deja de ser algo importante en su biografía, creo que se equivoca al concederle tanto espacio. Pero, ¿quién soy yo para llevar al contraria a don Allen Stewart Koningsberg?

También de Woody Allen en ULAD: Cómo acabar de una vez por todas con la cultura

lunes, 12 de abril de 2021

Álvaro López Martín / Marta García Villar: Mi vecino Miyazaki

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2017

Valoración: Está bien (Recomendable para fans)


Es lo que tienen los libros sobre cine, o también sobre música, que en principio nos atraen por aquello de lo que sabemos que van a hablar, porque es algo que conocemos, que nos gusta o nos interesa en alguna medida. De forma que empezamos con un cierto prejuicio generalmente positivo, un poco lo que me ha ocurrido en este caso. Conozco unas cuantas de las películas de Hayao Miyazaki (o mejor, de Studio Ghibli), algunas vistas bastantes veces, y se me ofrece un libro que a primera vista tiene ya un evidente aspecto laudatorio, de esos que parecen destinados a lucir en la estantería, con formato generoso, tapas duras y muchas ilustraciones. Pero a pesar de este segundo prejuicio, ahora más bien negativo, supongo que algo nos contará sobre este popular e inconfundible cine japonés, en apariencia destinado a los niños aunque seguramente con mucho más contenido detrás.

Antes de nada, para los que no conozcan el tema, Ghibli es un importante estudio de animación japonés creado por Isao Takahata (Heidi, Marco), Hayao Miyazaki y el productor Toshio Suzuki. Su primera película fue Nausicaä del Valle del Viento (1984) y parece que Miyazaki, ya bastante mayor, prepara ahora la que será la de su despedida, años después de que Takahata hubiera fallecido. Son casi siempre largometrajes, varios de ellos muy conocidos y objeto de numerosos premios en el ámbito internacional. Y sobre todo, en mi opinión, trabajos con un sello especial, artesanal, claramente alejados de los productos Disney y sus réplicas.


El libro hace un repaso exhaustivo de todos los títulos del estudio, dedicando unas cuantas páginas a cada uno, acompañadas de imágenes significativas, breves comentarios en relación con su gestación y algunas otras anécdotas sobre los relatos o mangas en los que se han basado, su banda sonora o las circunstancias de su producción. Aquí encuentro el primer motivo de crítica: será una apreciación personal pero dedicar el mismo espacio a todos los títulos da al libro un aspecto de catálogo que le hace perder bastantes puntos. No dudo de que haya cosas interesantes que contar sobre la mayoría de las películas, pero creo que hubiese sido más lógico destinar a cada una la atención que de verdad requiere, que no siempre ha de ser la misma. En concreto, entiendo que debiera haberse otorgado un lugar más destacado a las más emblemáticas y que han dado a conocer el sello de Ghibli, todas alrededor del año 2000: La princesa Mononoke y, sobre todo, El viaje de Chihiro y El castillo ambulante

Aunque este no es un blog sobre cine, no me quedaré sin decir que estas películas han llevado a su nivel más alto el cine de animación por la complejidad y valentía de sus guiones, la perfección de las imágenes (esos fondos maravillosamente detallados), la riqueza de sus personajes o la música que los acompaña (esa soberbia banda sonora de El castillo ambulante, de Joe Hisaishi). En mi opinión estas tres películas, y más en general toda la filmografía de Miyazaki, marcan una ruptura decisiva en la animación, como a nivel creativo y técnico lo haría, casi al mismo tiempo aunque en otra dirección distinta, Pixar en Estados Unidos. Bueno, sin ser experto en estos asuntos, se habrá dado cuenta el lector de que con algunos infantes en casa uno se ha digerido una tras otra (y unas cuantas veces cada una) casi todas estas pelis. Pero volvamos al libro.

El análisis de las aproximadamente veinte películas se centra sobre todo en explicar el argumento, y ahí resulta algo escaso y excesivo a la vez. Excesivo cuando las películas no tienen demasiado que contar o su contenido resulta en alguna medida recurrente, con protagonistas similares (casi siempre infantiles o juveniles), o tramas en las que se repiten  episodios de amistad, amor, situaciones de desamparo y mensajes de superación personal. Y  escaso cuando los relatos se salen de ese esquema y ganan en complejidad o funcionan sobre escenarios de mayor peso, como La tumba de las luciérnagas. En este supuesto de películas de mayor riqueza, la limitación de espacio y la fijación por el argumento dejan poco margen a otras cuestiones que pudieran un interés especial, como las alusiones a la mitología y tradiciones japonesas, o los aspectos puramente artísticos o técnicos, las diferencias gráficas, e incluso narrativas, entre Miyazaki y Takahata, el uso del efecto máscara y el diseño de personajes, o por qué parece haberse detenido lo que parecía una evolución hacia historias más complejas.

Algo hay de todo esto, es  verdad, como también algunos amagos de tímida crítica que realmente son de agradecer. Pero en definitiva personalmente me sobra bastante del componente decorativo y promocional del libro, como también cierta pretenciosidad al describir argumentos que a veces son bastante simples, y echo de menos un análisis un poco más sólido (¿más serio?) de esta interesante filmografía, algo que indique que los autores son más que un par de fans que se saben de memoria cada minuto de cada película (que me da la impresión de que sí lo son). Seguramente me sobran y me faltan todas estas cosas que he comentado porque este no es quizá el tipo de libro adecuado para encontrarlas, aunque para cierto segmento de entusiastas más interesados en recrear la memoria y conocer unas cuantas anécdotas puede ser una opción interesante. Para gustos.


domingo, 13 de diciembre de 2020

Michael Herr: Kubrick

 

Idioma original: inglés
Título original: Kubrick
Año de publicación: 2000
Traducción: Damián Alou
Valoración: muy recomendable alto

A ver quién es el guapo que se resiste, después del festín que me di en Despachos de guerra, a investigar sobre más obra de Michael Herr. Lamentablemente, la lista es corta, tanto que con este fascinante Kubrick ya he llegado a la mitad y ni siquiera sé cómo podré hacerme con las otras dos publicaciones que figuran en su escueto perfil en Wikipedia. Kubrick es un casi obvio enlace ya que Michael Herr ayudó al director a preparar La chaqueta metálica y Herr nutre este breve (120 páginas) pero intenso libro de su experiencia en ello, con especial mención a agotadoras llamadas telefónicas que Kubrick le hacía, pero en general con un tono que podríamos resumir, pero os agradeceré que sigáis leyendo, en la clásica frase sobre los genios y sus difíciles personalidades y sus complicados modos de trato con su entorno.

A los profanos he de advertirles que Stanley Kubrick fue un director de cine norteamericano conocido por su ambición y su perfeccionismo, y que entre sus películas hay no menos de media docena de obras maestras absolutas, abarcando todo tipo de géneros y siempre dejando su impronta.

(Por cierto, me cuento entre los que hasta ahora habían optado por no ver su discutido último film, Eyes wide shut, pero es muy posible que la marca que ha dejado este libro me haga decidir a ello).

Lo de Herr ni es una biografía ni un panegírico. Herr no ha de dorar la píldora a Kubrick ni mitificarlo incluso habiéndose publicado el libro tras su fallecimiento. Herr habla de su tacañería, de su escaso don de la oportunidad, de su personalidad obsesiva, de sus arrebatos. Y eso es escribir sobre un genio: mostrar todas sus facetas sin apelar al morbo ni rendirse de antemano ante su grandeza. El enorme valor de esa sinceridad, de ese testimonio de periodista que ha visto al personaje y ha atravesado la capa y se ha relacionado con la persona, es lo que convierte esta centena de páginas en un hito. Sirve, desde luego dudo que algún incondicional del director no conozca el libro, repito, sirve igual si eres un admirador del director como si te interesa el cine contemporáneo (o directamente clásico), pero su valor se confirma igualmente si la curiosidad se restringe a cualquier manifestación artística o incluso si se trata de acometer el perfil psicológico de los genios, palabra que Herr en ningún momento recuerdo que haya usado. Hasta en eso el libro es sincero y profesional: hay anécdotas de los procesos de concepción de las obras y hay menciones a una convencional vida familiar, pero sobre todo hay una constante sensación de absoluta fidelidad a lo real. Kubrick racaneando con los presupuestos de sus películas, Kubrick entregado en cuerpo y alma a su perfeccionismo, a la necesidad absoluta de que las imágenes acabaran reflejando aquello que concebía en su cabeza, la cercanía es total y la rendición del personaje de una transparencia (la que Kubrick, introvertido, permitía casi de forma inconsciente) intuyo, absoluta, sin necesidad de detalles escabrosos o de pirotecnia sensacionalista. No lo dejéis escapar si cae en vuestras manos.

jueves, 2 de julio de 2020

Raquel Taranilla: Noche y océano


Idioma: español
Año de publicación: 2020
Valoración: Recomendable... o todo lo contrario

Es ésta la novela ganadora del último y aún notorio premio Biblioteca Breve (a lo que no quito su mérito, no mucho menos. no pretendo reabrir el debate sobre los premios literarios concedidos por editoriales), que parte de un suceso ocurrido en realidad y de lo más sugerente: el robo, en el verano de 2015, de la calavera del director de cine F. W. Murnau, artífice, si ir más lejos, de la no sólo apreciada sino casi mítica película Nosferatu. Cuando la protagonista y narradora de esta novela, Beatriz Silva, profesora de Sociología del Turismo en la Universidad de Barcelona -aunque, en verdad, especialista en Gyorg Lúkacs (que es un marxista, no el de Star Wars)-lee la noticia, de inmediato piensa que el profanador y ladrón del cráneo ha sido Quirós, un documentalista amigo de la propietaria del caserón donde ella reside, y que se alojó allí uno tiempo antes, mientras preparaba una película sobre el rodaje de otra, en la Polinesia: Tabú, a la sazón la última que dirigió Murnau.

No cuento más, no tanto por no destripar el libro (algo casi imposible de hacer, en este caso) sino porque tampoco hay mucho más que contar: la trama en sí de esta novela, elementos "accesorios" Aparte (ya explicaré las comillas) y sin necesidad de resumirla no ocuparía más de dos o tres páginas, media docena como mucho... El resto, hasta las más de 400 de extensión del libro, las completa un sinfín de referencias "culturetas" (que no se me ofenda nadie, por favor): menciones incesantes a sociólogos, filósofos, economistas, literatos, pintores y, por supuesto, cineastas -en un momento dado, la misma narradora reconoce que lleva mencionados a 336 personajes, nada menos (aunque tampoco me he puesto a contarlos yo)... cuando aún quedaba bastante para el final del libro-, muchos de ellos con sus correspondientes notas explicativas -casi todas en clave irónica, menos mal-, en un delirio anotador que recuerda al DFW más desatado o a un libro que reseñó Koldo hace no mucho, Leyden Ltd. ; además de todo esto, anécdotas y sucedidos varios, desde, por ejemplo, la descripción pormenorizada e historia  del complejo alemán "Tropical Islands", a la del cuadro La Magdalena de la Lamparilla, de Georges de La Tour, o los comentarios a un libro de Gilles Lipovetsky. Pasando, cómo no, por los muchos avatares de la vida y muerte del propio Murnau, y del rodaje y posterior suerte de sus películas...

"Es la acumulación (...) aquello que garantiza que la verdad emerja; es sólo abrazando el todo como es posible asegurar el acierto. El método (...) no se anda con remilgos, sobrelleva o perdona el desatino y a cambio, en la fricción de lo infinito, convierte montañas de plomo en pepitas de oro. Según las reglas de su alquimia, es en la omisión donde estás el error (...)"

Todo este maremágnum de referencias, citas, anotaciones, etc. lo encontramos bañado, además, por un estilo vesubiano, torrencial, barroquizante y enrevesado (más que el mío, que ya es decir...), abarrotado de oraciones que se pliegan sobre sí mismas como figuras de origami, enmarcadas en párrafos interminables, en los que se saluda a los puntos y aparte como a oasis en medio del desierto. Este estilo alambicado y encantado de haberse conocido recuerda un poco bastante al de la sin par (o casi, como vemos) Marta Sanz, aunque, por suerte, resulta menos onanista y las retorcidas frases parecen buscar algún objetivo más aparte del lucimiento y rellenar páginas como sea... En efecto, lo mismo que ocurre con tanta cita pedantuela, impregna todo el escrito un espíritu no ya humorístico, sino paródico, que busca ridiculizar (o eso espero), tanto la pedantería intelectualoide contemporánea como la rigidez esclerotizada del estilo académico universitario, modelo del que, aunque diga que a su pesar, ha bebido la protagonista-narradora durante toda su vida, y se nota... Personaja que además, como resulta embarazosamente evidente en la novela, trata de distraer la atención -o fijarla, ya no sé- de las importantes carencias emocionales y sociales que padece.

"(...) Admito que voy sin rumbo, sacando temas según se me ocurren (...) Concentración, me exigirán ustedes, pero ya hace muchas páginas que he renunciado a sujetar las riendas d este relato, de modo que no voy a poder evitar que se imponga en él cierta lógica turbia, pero tan real, como la carne viva que, sobre mi esqueleto, metaboliza, metaboliza, metaboliza (...)"

Aunque, como cabe suponer, las cuitas de la protagonista no componen el único trasfondo de la  novela -repito que son más de 400 páginas con una mínima trama-: podríamos hablar también de la dicotomía entre la acción y la reflexión o la vida activa frente a la vida contemplativa; la diferencia entre la realidad y su representación o la más pedestre entre lo verdadero y lo falso. Todo esto sin olvidar, eso también, que, según declaraciones de su propia autora, Noche y océano nació antes que nada como reacción o respuesta a otra novela, Aire de Dylan, del insigne y prolífico Vila-Matas. Como yo no he leído este otro libro , no puedo aclarar gran cosa a este respecto, excepto decir que la novela de Taranilla tiene a su vez un cierto aire vilamatesco o vilamatero, quizás también a modo de parodia.

De todos modos, no es ninguna de estas circunstancias lo más destacable de la novela; en mi opinión, lo fundamental de ella es que representa una cierta radicalidad narrativa (ojo, tampoco estoy diciendo que vanguardista), al llevar al extremo una determinada forma de narrar... Si se me permite una autocita, en una reseña de hace algún tiempo yo comparaba el estilo de ese libro con el de las carrocerías autoportantes de los automóviles; en el caso del que nos ocupa hoy, creo que una metáfora más adecuada sería la de las "estructuras aeroportadas"(*): esa especie de naves, a modo de grandes tiendas de campaña, que se mantienen en pie merced al aire que circula entre sus paredes. Sólo que, en este caso, estas paredes de lona o plástico estarían compuestas por el propio estilo abarrocado de esta novela y el aire que las sostiene y da forma, por ese chorrazo de nombres propios, datos biográficos, fechas, ideas y sucedidos variopintos... (también se entiende que si te has molestado en empollarte alguna vez a Thorstein Veblen, a Lipovetsky y, por supuesto, a Lúkacs, pues qué menos que ponerlo en tu libro, cuando luego cualquier jeta te suelta sus anécdotas del Erasmus y lo llama"autoficción"). Lo que ocurre es que sin ese aporte de aire, si se apagan los generadores y ventiladores, la estructura se deshincha y no quedan sino unos plásticos tirados por tierra, poco más que unos toldos para que los campesinos los extiendan sobre cuatro palos y den sombra a las gallinas.

"Y a ustedes les ruego paciencia con mi discurso canceroso, que, por flácido, resulta de lo más actual. Vean de qué forma tan despampanante se acumulan en él los temas, que se inflan y generan ecos y nuevas remisiones, el noventa por ciento de los cuales es puro desecho (...)"

De ahí que mi valoración del libro quizás parezca ambigua o contradictoria... Pero es una novela que lo mismo puede resultar absorbente y divertida que cargante o incluso irritar al lector, por momentos; a mí, cuando menos, me ha ocurrido un poco de todo esto.

(*) Esta idea no se me ha ocurrido a mí solo, que ya sabéis que soy bastante gañán, sino que la he tomado de este estupendo hilo de twitter, sobre la Instant City de Ibiza de 1971, de la cuenta del arquitecto Pedro Torrijos (@Pedro_Torrijos). Os recomiendo que leáis todos sus hilos agrupados en  el hashtag #LaBrasaTorrijos, porque son una maravilla... y que, sospecho, habrían encantado a la protagonista de esta novela, además.

domingo, 2 de febrero de 2020

Semana del cine #7: La gran superproducción de Jan

Idioma original: Español
Año de publicación: 1985
Valoración: Genial




Las relecturas son peligrosas y más cuando se trata de libros que se tienen mitificados y más cuando el mito se forjó nada menos que en la tierna infancia. Pero como me parecía que La gran superproducción de Superlópez era un cierre ideal para la primera Semana del Cine de ULAD, no me quedó otra que cruzar los dedos y lanzarme a la relectura. Cuántos sacrificios hay que hacer… 

El personaje de Superlópez no es más que un Superman en tono de humor y a la española: Juan López viene de las afueras (El Masnou) y trabaja en una oficina de Barcelona junto a su compañera y novia Luisa Lanas. Nadie sabe que Juan mantiene una doble vida y que es el alter ego de Superlópez. A todos aquellos que han leído algo de Superlópez y que consideran que no les va, no voy a convencerlos de nada. El resto, mucha atención porque nos encontramos frente a uno de los álbumes más singulares y desternillantes de la saga. 

Resumen resumido: La empresa en la que trabaja Juan López ha sufrido un cambio de rumbo debido a una crisis (la editorial Bruguera estaba en crisis cuando Jan escribía e ilustraba esta historieta) y ahora es una productora de cine (Llauna Films SA). Su primer proyecto acabará siendo una versión de Conan el bárbaroTronak el Kárbaro— con muchas pretensiones que el presupuesto y los numerosos imprevistos acabarán rebajando hasta cotas insospechadas. Súperlópez acabará tomando las riendas de la producción hasta sus últimas y esperpénticas consecuencias.

Esta aventura de Súperlópez se diferencia del resto porque no hay ningún villano o escuadrón maligno al que derrotar, pero lo mejor es ver cómo la excusa de hacer una película le sirve a Jan para hablar un poco de todo con toda la retranca posible: 
  • Los plazos imposibles. En esta historia el villano, si lo hubiera, sería el tiempo. 
  • El «postureo» de contratar a super estrellas de Hollywood a las que no puedes pagar. 
  • El mal hacer que te lleva a embarcarte en un guión elegido por error. 
  • La lucha obrera (por los extras de la escena de la batalla que temen que no les paguen y se acaban peleando de verdad) 
  • El niño tipo «el vaquilla» que contratan para hacer de Tronak cuando era niño y que se pasa el rodaje pidiendo cigarrillos. 
  • La protagonista que se niega a actuar vestida a menos que sea por exigencia del guión. 
  • La crítica cinematográfica: cómo algunos tras asistir al estreno del tremendo bodrio aún le encuentran sentido. 
  • Etc 
Y lo que más me sorprendió cuando lo leí con diez u once años fue descubrir la importancia del montaje a la hora de hacer una película. Jamás se me hubiera ocurrido que las escenas se filmasen en un orden distinto al del montaje final o que hubiera material que se acabara desechando. 
Más allá del guión y el estilo irónico, el dibujo de Jan me sigue pareciendo una maravilla por su dinamismo y nivel de detalle. 
Así que genial, porque esta relectura lejos de decepcionarme me ha reafirmado en mi predilección por este álbum maravilloso.

PD: De la película de Superlópez, mejor no hablamos.

sábado, 1 de febrero de 2020

Semana del cine #6: Jean Vigo de Paulo E. Salès Gomès

Idioma original: portugués
Título original: Jean Vigo
Año de publicación: 1957
Traducción: Juan Abeleira
Valoración: recomendable para interesados

Si algún cineasta ha sido siempre recordado como una promesa truncada, un talento prematuramente desaparecido, así como una figura que el espíritu de libertad y el romanticismo de la juventud -como una especie de Modigliani del cine, si se me permite-, sin duda, ése es el director francés Jean Vigo

Hijo de un polémico periodista, que se hacía llamar Miguel Almereyda -fotógrafo anarquista, primero, pacifista y socialista después, para acabar siendo acusado de traición y asesinado en medio de una turbia trama política, durante la I Guerra Mundial-, Jean vigo creció interno en colegios de Millau y Chartres, años que determinarían luego su primera película de ficción, Cero en conducta, para luego decidir dedicarse al cine, algo que consiguió no sin dificultades; antes, durante una estancia, debida a su mala salud, en el sanatorio de Font-Romeu, junto al Pirineo, había conocido a la que sería el amor de su vida, Lydou, hija de un industrial polaco. Esto no impidió que la pareja pasara estrecheces en Niza, ciudad a la que Vigo se había traasladado por su clima y buscando trabajo en el cine. No le fue demasiado bien, aparte de fundar un cineclub donde se proyectaban películas de vanguardia, pero fue allí donde rodó, por su cuenta y con el cameraman ruso Boris Kaufman, su primer film: un documental un tanto sui generis sobre la ciudad, titulado, justamente, À propos de Nice (A propósito de Niza - 1930). Éste, junto a un cortometraje por encargo sobre el nadador Taris, supusieron su aprendizaje, casi del todo autodidacta, de jean Vigo tras la cámara.

Dos años más tarde su suerte en el oficio, que parecía esquivarle, cambió de la mano de un empresario que quería introducirse en el negocio cinematográfico y le encargó un mediometraje en clave de comedia; éste sería Zéro de Conduite (Cero en conducta - 1933), una película protagonizada por unos niños internos en un colegio que se rebelan contra las injusticias y noramas que les atenazan. Imperfecta, iconoclasta, vulgar y hasta escatológica en ocasiones, pero también reivindicativa, satírica, tierna y poética a su manera; libre, sobre todo, la película pronto lue prohibida por la censura y no se volvió a exhibir hasta 1945, y ya mutilada.

Después de este traspiés, el empresario Nounez no se arriesgó a producir otra película que pudiera adquirir un tono subversivo y le encargó, en cambio, un largometraje que, en principio, trataría sobre una sencilla historia de amor y desamor: L'Atalante, el nombre de la chalana en la que viven y viajan los protagonistas: el capitán Jean, recién casado con la hermosa Juliette (Dita Parlo), el viejo marino, el pére Jules (un Michel Simon magistral) , un grumete y un montón de gatos. Vigo, pese a no estar demadiado emocionado con el proyecto,  aprovechó para, adquiridas ya todas sus destrezas en la dirección, firmar una película de una belleza, emoción y lirismo subyugante, que con el tiempo ha adquirido un carácter de obra clásica del cine, y no sólo francés, aunque en su momento no obtuviera demasiado éxito comercial. De todas formas, Jean Vigo no llegaría a ver esa reivindicación posterior de su película, pues, siempre delicado de salud, falleció ese mismo año de 1934.

La biografía escrita por el crítico brasileño Paulo Salès Gomès resulta ser una semblanza pormenorizada hasta el mínimo detalle, no solo debido a la brevedad de la vida del biografiado, sino porque cuando la escribaó aún no habían pasado ni veinte años desde la desaparición de Vigo; muchos de sus amigos y conocidos seguían con vida. Resulta por ello una biografía quizá demasiado exhaustiva para el lector común, aunque muy interesante y útil para los estudiosos y admiradores del joven cineasta. Salès Gomès, además, no escatima elogios hacia el talento y la determinación vocacional de Vigo, pero tampoco ocults sus "defectos", tanto en lo que se refiere a su labor profesional y artística, como a alguna que otra impostura a la hora de publicitarse. Pero que en ningún caso empañan la figura, tan singular y poética, de este director, pese a la escasez de su obra; una obra y una figura que todo aficionado al cine no debería dejar de conocer y amar.