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domingo, 24 de septiembre de 2023

Isaac Bashevis Singer: Keyle la Pelirroja

Idioma original: Yiddish
Título original: Yarme un Keyle
Año de publicación: 1972
Traducción: Rhoda Henelde / Jacob Abecasís
Valoración: Recomendable

Keyle la Pelirroja, de Isaac Bashevis Singer, me ha encantado. Es un novelón tan expresivo en el fondo como maduro en la forma. A eso hay que añadir que su acabado general es más compacto que el de otras obras del autor. Por tanto, su calidad literaria es incuestionable, y no me extraña que en 2023 se haya apostado por su traducción simultánea al español y al catalán.

Trata sobre Keyle, quien, tras haber ejercido la prostitución, intenta convertirse en una digna hija del pueblo judío. Keyle comprende que eso es imposible si permanece junto a Yarme, su marido (aunque éste la ama con locura, nunca será una persona honrada) y se lía con Búnem, un joven cuyo padre es un rabino humilde. Al principio, a Keyle le parece que al lado de Búnem las cosas pueden ir bien; desgraciadamente, su pasado la perseguirá.

Keyle la Pelirroja recuerda sobremanera a la narrativa larga singeriana. A fin de cuentas, explora los temas que obsesionan al autor, transcurre en escenarios familiares y presenta caracterizaciones previamente esbozadas; asimismo, abunda en enredos de toda clase, romances turbios, parrafadas introspectivas, reflexiones teológico-existenciales y agudas observaciones sociológicas. 

Sin embargo, la novela aporta no pocas novedades para aquellos lectores asiduos al Premio Nobel de Literatura de 1978. Por ejemplo, mientras que al ya mentado Búnem o a Max (tranquilos, enseguida os hablaré de él) son similares a otros personajes de Singer, no sucede así con Keyle, que exhibe un arquetipo psicológico y un rol en la historia bastante refrescantes.

Keyle la Pelirroja se divide en dos partes. La primera transcurre en Varsovia, Polonia; la segunda nos traslada hasta Nueva York, Estados Unidos. En la primera parte se pone foco en los cuatros integrantes del elenco principal; en la segunda, en cambio, presenciamos casi exclusivamente la vida de Keyle y Búnem, y se descuida en el proceso a Max, que tanto prometeía en un inicio.

Y esta es, quizá, una de las pocas pegas que se le pueden poner a la novela: que no exprime a Max, un embaucador de mujeres que se ha enriquecido en el extranjero gracias a la prostitución. Es Max, precisamente, quien desencadena la trama y, más adelante, origina un nuevo conflicto que lo sacude todo. Desgraciadamente, Singer no sabe qué utilidad darle después de que Keyle la Pelirroja rebase su hemisferio. 

Algo que también sucede, en parte, con Yarme, pero que molesta sólo en el caso de Max porque éste es tremendamente ambicioso y aspira a ser tan célebre como el mismísimo Rasputín, y por tanto resulta poco verosímil que se desvanezca tan fácilmente.

Hay otros personajes cuya aportación es menor a lo esperable, pero creo que, dado su papel secundario, esto se nota mucho menos. Hablo de Solche o Tsírele, hermana y novia de Búnem respectivamente, o de Fania, una de las amantes de Max.

Como viene siendo habitual en las novelas de Singer, algunas de las ideas expuestas en Keyle la Pelirroja (e incluso un par de metáforas) se repiten. Puede que esto se deba a que la obra se publicó originalmente, al igual que otras del autor, por entregas.

Por cierto, la sinopsis que hallamos en la contra cubierta de la edición de Anagrama resulta un tanto engañosa. En primer lugar, porque no menciona a Búnem, uno de los protagonistas indiscutibles de la obra. También porque no acaba de plasmar con fidelidad el argumento: Keyle sí duda cuando Max les propone a Yarme y a ella viajar juntos a Sudamérica. Además, los bajos fondos de la comunidad judía no son, en absoluto, el núcleo de la obra; de hecho, tras los capítulos iniciales, se esfuman y dejan paso a distintos estratos sociales y localizaciones, lo cual permite que la novela plasme desde una visión panorámica la coyuntura histórica y detalle, sobre todo, las diferencias entre los judíos, los rusos y los americanos en esa época. 

Sea como fuere, la novela está habitada por personajes sumamente complejos, contradictorios y memorables; incluso un par de ellos (Max, Solche...), a los que reprocharía que aportan poco a nivel argumental, son al menos interesantísimos. Los temas, tan propios de Singer, se espesan a la hora de mostrar que la gente no cambia, y menos todavía para bien, y que la existencia es intrínsecamente un tormento. Los diálogos son fluidos y se ciñen a las voces y temperamentos de los distintos interlocutores; hay escenas logradísimas; amén de pasajes memorables. Singer en su máximo esplendor, sin duda.


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lunes, 9 de mayo de 2022

Isaac Bashevis Singer: El seductor

Idioma original: Yiddish  
Título original: Der Sharlatan
Año de publicación (por entregas): 1967-68
Traducción: Jacob Abecasís y Ronda Henelde
Valoración: Entre recomendable y está bien

A más leo a Isaac Bashevis Singer, más admiro su pluma. Y es que la literatura del premio Nobel polaco derrocha una calidad, sensibilidad y profundidad admirables. Como prueba de esta afirmación tenemos, por ejemplo, El seductor, una magnífica comedia de enredos protagonizada por el contradictorio Hertz Mínsker. 

Mínsker, que vive a expensas de su mejor amigo, el magnate inmobiliario Morris Kálisher, se acuesta con Minne, la esposa de éste. La llegada a Nueva York del ex marido de Minne pondrá la vida de los intregrantes del triángulo amoroso patas arriba.  

De esta novela me han gustado: 

  • Su prosa depurada y dinámica.
  • Sus personajes y las interacciones que éstos mantienen entre ellos.
  • Ciertos giros argumentales.
  • Sus últimos capítulos. Introducen algún que otro elemento abruptamente, pero cierran con tino múltiples arcos y subtramas.
  • Su humor, fino o cáustico según se tercie.
  • El sustrato psicológico que despliega.
  • Su trasfondo misántropo y pesimista.
  • Sus críticas a la comunidad judía y, en concreto, las que dirige a los religiosos, por hipócritas o por intransigentes según se tercie.
  • Las agudas observaciones que hace en torno a la ciudad de Nueva York (y América en general).

Las únicas pegas que puedo ponerle a esta obra son tan insignificantes que para nada lastran al conjunto. Aun así, quisiera señalarlas: 

  • Le falta empaque.
  • No me parecen verosímiles las disertaciones de corte teológico de muchos personajes (algunos de los cuales admiten saber poco de religión).
  • En ocasiones, Singer repite información que ya había dado previamente. Aunque supongo que estas reiteraciones se deben a que El seductor se publicó originalmente por entregas, pueden llegar a molestar.
  • Igual que me sucedió con Escoria, del mismo autor, pienso que a esta novela le falta concesión. En ningún momento se hace larga, pero el mensaje que transmite es demasiado explícito.

Pese a todo lo expuesto, recomiendo esta historia. Aparentemente es vodevilesca, sencilla, localista y mundana; sin embargo, su verdadero alcance es universal. Además, creo que es perfecta en tanto que catalizador del oficio de Singer. A fin de cuentas, apreciamos en estas páginas los personajes, escenarios y temas que obsesionaban al escritor: la desesperación existencial, la congoja espiritual, el sentimiento de desarraigo de los apátridas, el Nueva York tamizado por la mirada de los emigrantes judíos, el adulterio, etc...

Antes de terminar esta reseña querría alabar la edición de Acantilado. Como viene siendo habitual, es tan elegante como bonita. Me gusta especialmente la simpática ilustración de la cubierta, que resume magistralmente el contenido del libro. 
 

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domingo, 27 de marzo de 2022

Isaac Bashevis Singer: Una ventana al mundo y otros relatos

Idioma original:
Yiddish  
Título versión inglesa: Job and Other Stories
Año de publicación versión inglesa: 1972
Traducción: Carlos Lagarriga
Valoración: Entre recomendable y está bien

Una ventana al mundo y otros relatos recupera seis narraciones breves del premio Nobel Isaac Bashevis Singer. Todas, exceptuando "El huésped", inéditas en nuestro idioma hasta la fecha. En general me han parecido destacables, si bien pienso que algunas son mejorables. 

Por ejemplo, me atrevería a decir que "El último regalo" es algo plana. Recuerda al Paul Auster más rutinario, lo cual es indicativo de calidad monocroma. Asimismo, "Job" me ha encantado, porque abunda en ideas vinculadas con el pesimismo filosófico al que me adscribo. Sin embargo, creo que el formato que Singer emplea para esta historia no es el adecuado.

Sea como fuere, merece la pena leer los textos del polaco. Tienen premisas la mar de sugerentes y pasajes logradísimos; sus reflexiones de corte misantrópico, amén de las congojas existenciales y espirituales que supuran, deslumbran por su lucidez; por no hablar de que las pinceladas de autoficción y las estrategias metaliterarias que emplean se antojan sumamente audaces.  


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lunes, 4 de marzo de 2019

Isaac Bashevis Singer: El certificado

Idioma original: Yiddish  
Título versión inglesa: The Certificate
Año de publicación versión inglesa: 1992
Traductor: Carlos Lagarriga
Valoración: Entre recomendable y está bien

Esta novela de Isaac Bashevis Singer apareció originalmente en 1967, por entregas, en el diario Forverts. En ella se relatan las tribulaciones de David Bendinger, un joven provinciano que aterriza en la Varsovia de 1922 sin un céntimo. Estamos, por tanto, frente a un "bildungsroman"; uno, además, que sigue los pasos no sólo a un adolescente que debe acceder al mundo de los adultos, sino de un aspirante a escritor que quiere publicar su obra. 

Bendinger recuerda a muchos otros protagonistas singerianos. A fin de cuentas, es un judío al que le falta fe, impulsivo y contradictorio. Asimismo, salta a la vista que es un alter ego del propio Singer. De hecho, los eventos narrados en El certificado coinciden con algunos episodios de Amor y exilio, la autobiografía del premio Nobel de literatura.

También el argumento de la novela es reminicente de otros trabajos de Singer: como ya he adelantado, la acción transcurre en Varsovia, y hay callejeo y enredos amorosos a cascoporro. Por lo general, la historia es interesante y está bien llevada, aunque quizás se le podría reprochar que le sobra alguna subtrama, o que tiende a repetir eventos y situaciones. Por cierto, entiendo que dicha reiteración está justificada: vivir a salto de mata y participar de un proceso burocrático para conseguir un dichoso certificado es lo que tiene. Sin embargo, me hubiera gustado que el autor paliara la sensación de bucle, de falta de progreso, que por momentos se tiene cuando se está leyendo este relato.

El componente judío de El certificado tiene un peso importante. No en balde, hay quien afirma que esta es la novela «más judía» de la bibliografía de Singer. Me lo creo: los términos en hebreo que salpican estas páginas son tantos que hay un prolijo glosario de definiciones al final del libro. Personalmente, me gustó que el escritor no se limitara a victimizar al pueblo judío, pese a que tanto el contexto histórico en el que transcurre El certificado como su argumento se prestaran a ello. De modo que aquí hay una denuncia al antisemitismo y, al mismo tiempo, una feroz autocrítica al judaísmo y al fanatismo de algunos de sus practicantes. 

La prosa del autor es muy dinámica, incluso en aquellos capítulos sin apenas diálogos. Lástima que el argumento reiterativo lastre un poco su fluidez. Asimismo, resaltaría que, aunque el manejo narrativo de Singer es brillante, al conjunto le falta algo de empaque. Por ejemplo, se nos repite tres veces que Bendinger y una mujer con la que está viviendo parecen un matrimonio. Este símil hubiera quedado mejor de sólo sugerirse. Huelga decir que, puestos a emplearlo, con una ocasión bastaba.

La ambientación es uno de los aspectos más logrados del relato. Los que conozcan la coyuntura histórico-político-social de la época la disfrutarán especialmente. Igualmente destacaría la sensibilidad de Singer a la hora de apelar a lo universal en el hombre, su maestría al plasmar la psicología de los personajes con apenas unas pinceladas y el ya mencionado estilo, dinámico pero atento al detalle.

Pese a todas estas virtudes, no puedo recomendar del todo El certificado. Y es que a este texto no le hubiera ido mal una revisión final, que puliera aquí y allá las reiteraciones del argumento o los puntuales gazapos del estilo. En definitiva, esta es una novela disfrutable que, no obstante, le deja a uno la sensación de que podría haberse mejorado.


También de Isaac Bashevis Singer en ULAD: Shosha, La familia Moskat, La destrucción de Kreshev, Escoria, Una ventana al mundo y otros relatos, El seductor, Keyle la Pelirroja

lunes, 14 de enero de 2019

Isaac Bashevis Singer: Escoria

Idioma original: Yiddish    
Título versión inglesa: Scum  
Año de publicación versión inglesa: 1991 
Traductor al español: Carlos Lagarriga 
Valoración: Entre recomendable y está bien



Mi primer contacto con Isaac Bashevis Singer, escritor laureado con el Premio Nobel de Literatura en 1978, no podría haber sido más satisfactorio. Y es que Escoria es una novela de poco más que doscientas páginas, soberbiamente escrita y cuyo trasfondo no carece de interés. Presenta algunos defectos, como se verá en breve, pero, pese a todo, sigue siendo una lectura de lo más recomendable. 

¿De qué trata? Pues bien, su protagonista se llama Max Barabander. Max es un judío polaco que de joven emigró a la Argentina y consiguió amasar una fortuna. A sus cuarenta y siete años regresa a Varsovia, huyendo del trauma que ha supuesto la muerte de su único hijo, así como de la crisis matrimonial que dicha muerte ha conllevado. Ya en su ciudad natal, Max se irá hundiendo más y más en «un embrollo de mentiras y estafas», debido a su personalidad contradictoria e impulsiva.

El argumento de Escoria es bastante repetitivo, todo hay que decirlo. Max va conociendo (o reconociendo, en algunos casos) a gente, y a veces hace alguna promesa que momentos después se ve incapaz de cumplir. Sobre todo, hace promesas a mujeres. Como el buen Don Juan que es, se compromete/lía con mujeres a las que no puede honrar ni ayudar.

Así pues, si su argumento es tan cíclico, ¿qué tiene de aconsejable esta novela? Bueno, para empezar, la prosa de Singer es buenísima. Además, los retratos que el autor hace de Varsovia y de la sociedad judía de la época están muy logrados. Pero, para mí, lo mejor de Escoria es su protagonista, el propio Max. Está escrito para ser muy verosímil, para sentirse humano. Asimismo, sus defectos nos impelen a simpatizar con él. ¿Qué decir de su vano intento por sobrellevar una crisis de la mediana edad? ¿O de su constante forcejeo entre su sexualidad y las rígidas costumbres de sus compatriotas? ¿O de su voluntad para hacer lo correcto, siempre frustrada por su naturaleza moral corrupta? Como se podrá ver, es imposible no sentir cierta empatía por este mujeriego ya caduco, por este creyente extraviado.

Poco más que añadir. Pese a sus defectillos (un argumento reiterativo y una extensión algo exagerada para lo que se nos está contando), Escoria vale la pena. A su manera, recuerda a la magistral Memorias del subsuelo, tiene una prosa correcta, buena ambientación y un protagonista interesante. Tampoco es una novela que caiga en el olvido nada más acabarla. Eso lo consigue un final algo efectista, pero que no resta seriedad al conjunto y que, de hecho, cierra la narración con un broche memorable. Lo tengo claro: insistiré con Singer.


sábado, 9 de septiembre de 2017

Moyshe Kulbak: Los zelmenianos

Idioma original: Yiddish
Título original: Zelmenyaner
Traducción: Rhoda Henelde y Jacob Abecasis
Año de publicación: 1931 (libro 1) y 1935 (libro 2)
Valoración: Recomendable (o algo más)

Que las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del sigo XX fueron tiempos de radicales transformaciones (tecnológicas, económicas y políticas, fundamentalmente) es algo innegable. Así, en el ámbito tecnológico tenemos la bombilla eléctrica, la radio o el cinematógrafo. Y en el ámbito político, la Comuna de París, la Primera Guerra Mundial o la Revolución Rusa.

Cuento esto porque "Los zelmenianos" es un libro acerca de la influencia de esos cambios, sobre todo los que origina la Revolución Rusa, en una comunidad tradicional judía.

Los "zelmenianos" son los descendientes de reb Zelmele, judío llegado desde la "Rusia profunda" a territorio de la actual Bielorrusia alrededor de 1864. En Bielorrusia se establecen en un "patio", en el que convivirán (en un decir) tres generaciones de zelmenianos, que será escenario de prácticamente todo el libro, como si de una obra de teatro se tratara.

Como digo, conviven tres generaciones de zelmenianos:. reb Zelmele, su esposa Basche y los hijos y nietos (yernos, nueras, sobrinos y demás familia). Las dos primeras generaciones son hijas de la tradición, cumplen los preceptos que establece la ley y desempeñan oficios también tradicionales, como el de sastre, curtidor o relojero. Por contra, la tercera generación es hija de la Revolución y trata de romper con la secular tradición familiar.

El enfrentamiento está servido. Los mayores ven con recelo cualquier novedad impulsada por los jovenes, ya sea la electricidad, la radio, el cine, las fábricas y granjas colectivizadas, una campaña de alfabetización, el matrimonio con "gentiles" o el nombre de los nietos, y los jóvenes ven a sus mayores como seres aburguesados y anquilosados en la tradición. Pero el enfrentamiento no es solo intergeneracional, sino que entre los miembros de una misma generación también se producen choques. 

Dos aspectos destacan por encima de todo en la novela. El primero es el humor con el que Kulbak trata el tema. Pese a que puede parecer una novela costumbrista con su punto trágico, por el desmoronamiento de una forma de vida, Kulbak da a las diferentes escenas un toque satírico, con sus dosis de humor absurdo, surrealista y negro, por momentos. Por otro lado, Kulbak no enjuicia a los personajes, no toma partido ni por unos ni por otros, sino que únicamente pone de manifiesto las tensiones a las que los múltiples personajes se ven sometidos, siempre con el humor como fondo.

Pese a todo lo anterior, el libro no ha cubierto las expectativas que en el tenía depositadas, si bien es cierto que estas eran muy altas.  Por una parte, está la estructura de la obra. Personalmente, esperaba una novela "más rusa", una narración más "al uso". Por otro, el hecho de que a lo largo de la historia aparezcan y desaparezcan tantos personajes hace que me quede con la sensación de que alguno de ellos pudiera haber tenido "más jugo", más profundidad, más extensión.

En cualquier caso, se trata de una obra curiosa, divertida y bastante entretenida. A quien parece que no le hizo tanta gracia fue al amigo Stalin, lo que llevó a la detención y ejecución de Kulbak en las tristemente famosas purgas del 37. Eso sí, el hombre fue rehabilitado en 1960, aunque de poco le sirviera ya. 

domingo, 24 de abril de 2016

Colaboración: TochoWeek #7. La familia Moskat de Isaac Bashevis Singer

Idioma original: yiddish
Título original: The Family Moskat 
 Año de publicación: 1950
Páginas: 816
Traducción del ingles: Juan José Guillén
Valoración: muy recomendable, difícil

La familia Moskat es un libro enorme. Enorme por su extensión: quinientas y pico páginas del formato pequeño y letras chiquitas, chiquititas, tan pequeñitas, tantas; ochocientas y pico páginas del formato grande con letras medianas, mini medianas, medio intermedias, casi pequeñas. Enorme por su argumento: la historia de la familia Moskat se extiende desde principios del siglo XX hasta la entrada de los nazis en Varsovia en 1939. Enorme por la forma aplicada a su argumento: historias amorosas y líos de familia se entremezclan en el transcurso de la Historia y el autor demuestra su formidable autoridad a la hora de dar a cada cosa su lugar. Enorme por la cantidad de personajes: encontramos a toda clase de gente y a gente de todas las clases, en una especie de caos ordenado, principales y secundarios en perfecta armonía.

Isaac Bashevis Singer, el autor de esta enorme novela, fue un escritor polaco de origen judío que emigró a Estados Unidos en 1935, cuando comenzó a vislumbrar la inclinación de Hitler hacia el voivodato de Pomerania, el territorio creado en el Tratado de Versalles para dotar a Polonia de un acceso al mar Báltico a través la desembocadura del río Vístula a cuenta del extinto Imperio alemán. Hijo y nieto de rabinos, vivió en el barrio judio de Varsovia, donde contempló en primera persona el creciente antisemitismo en forma de pogromos (destrucción y expolio de sus bienes por parte de la población polaca).

Bashevis Singer, que en 1978 obtuvo el Premio Nobel de Literatura, escribió siempre en yiddish, y todas sus obras se enmarcan dentro de la narrativa realista. Como el propio Henry James definió: «El realismo es lo que de alguna forma o manera nos podríamos encontrar, mientras el romanticismo es algo que nunca encontraremos». En esta novela, Singer refleja muy bien las costumbres de la gente, la vida de la calle, el ruido de la ciudad y su movimiento perpetuo, la cultura tradicional, las escenas de familia, quizá porque tuvo el don de captar el secreto de la existencia, la variedad de las relaciones humanas y la discordancia de sus comportamientos. Los personajes pertenecen al escenario y este resulta esencial para ellos: los protege, les da un sentido, los explica, y eso produce una significación frente a todo lo que les rodea.

La novela puede parecer, en realidad, un incisivo documental sobre el mundo judío de Varsovia. Su enorme valor literario no eclipsa el valor de crónica de una sociedad demolida y arruinada como es la de los judíos de Polonia. Refleja también el eterno conflicto entre tradición y modernidad que subyace todavía hoy en el seno de la sociedad judía: los fieles chassidim, encerrados en sus practicas ancestrales, y los jóvenes defensores del Iluminismo, seguidores o simpatizantes del movimiento Haskalá, que es el movimiento de iniciación que intenta secularizar la vida judía y abrirse al exterior, germen del actual estado de Israel.

Así, quien se adentre en sus páginas, encontrará entre los personajes principales a Meshulam Moskat, el viejo patriarca, a Asa Bannet, un abatido y desorientado luchador en medio de sus dos esposas, al tío Abram, optimista trágico, o a Koppel, administrador de Meshulam, que crece y crece en su condición de secundario hasta casi protagonizar la novela. Todo está medido y cuidado, ningún detalle se muestra menor; Singer fue un artesano con vocación de artista, un prodigio de la recreación literaria que culmina en esta novela con la troupe de segundones: Abram Shapiro, marido de Hama, el yerno irreverente del patriarca Moskat; Adele, la hijastra de Meshulam; o Leah, la hija más joven, que vive enamorada de Koppel, casado y con hijos. Nadie está contento con nadie pero, mientras tanto, o, a pesar de ello, todos celebran el Sabbath, el Purim, la Januká, las mujeres se peinan con trenzas retorcidas hasta que se casan y se cortan el pelo para ponerse la tradicional peluca de matrona, los hombres se visten de negro y lucen largas barbas... Da igual, al final son incapaces de comprenderse unos a otros. Ni una relación feliz del todo, permanente o calma en sus paginas. Más de una vez, da la impresión de que Singer plasma una desilusión: nadie puede ser feliz en el amor, todos envilecen a la mínima de cambio, un cambio cruel y desgarrador.

Llegados a este punto, me veo incapaz de escribir esta reseña. Tal es su complejidad y las implicaciones que conlleva. Tómese el lector las líneas que anteceden como una aproximación sutil a la novela. Una novela inolvidable, magistral e inmensa. Y también difícil. Quien la lea quedará admirado de su capacidad para cruzar millones (¿millones?) de historias y personajes sin que sobre ni falte nada. Cualquiera que acepte el reto chocará de frente con una manifiesta escasez de razonamientos y explicaciones, pero gozará de la potencia expresiva de la mirada, una mirada que recorre por dentro a los personajes hasta darles una dimensión personal e histórica; Singer pertenece a esa clase de escritores para los que lo importante es ver aquello que resulta invisible para los demás.

Para terminar, una advertencia: la conciencia judía impregna el libro, pero no estamos ante un libro de carácter judío. Al menos, no solo. El poder de esta novela radica en su universalidad. Como en las grandes obras de los Grandes, es la esencia de la condición humana, no el lugar, la raza o la creencia, lo que la engrandece, idea que ya he intentado pincelar en líneas precedentes. Estoy seguro de que ustedes, ávidos lectores, serán capaces de apreciar su capacidad para llegar al corazón, como uno de esos relatos imprescindibles que nos atrapan desde la primera página.

También del mismo autor en ULAD: La destrucción de KreshevShoshaEscoriaEl certificado, El seductor, Keyle la PelirrojaUna ventana al mundo y otros relatos

Firmado: Alex Azkona

lunes, 10 de diciembre de 2012

Der Níster: La familia Máshber

Idioma de publicación: yídish
Título original: Di Mishpokhe Mashber
Año de publicación: 1939, 1948
Valoración: imprescindible
Si queremos resumir en una palabra La familia Máshber ("crisis" en yídish), diremos que es monumental. Y no sólo porque, inacabada como está, abarque casi novecientas páginas, sino porque es sin ninguna duda una de las mayores obras de la literatura europea del siglo XX. 
Der Níster ("el oscuro", pseudónimo de Pinjas Kahanovich, quien después de sufrir la censura de su obra moriría en un gulag soviético en 1950) ambientó esta novela en la ciudad ucraniana de N en el siglo XIX, describiendo con todo lujo de detalles la vida de la comunidad judía en una época en la que ya se atisbaban los enormes cambios que traería la nueva centuria.

La familia Máshber nos habla de Moisher, el patriarca, un comerciante que ha visto tiempos mejores; de su hermano Luzzi, un hombre muy religioso; de Álter, enfermo y aislado en el ático; de Sruli Gol, un oscuro vagabundo que visualiza los peores augurios; y de un sinfín de personajes secundarios –pero no por ello menos importantes– que se encargan de desarrollar, más que la historia de una familia, una narración compleja en la que la tradición, la política, la historia, la religión y las relaciones humanas retratan en profundidad la vida de un pueblo.

Pero la obra de Der Níster destaca también por la maestría que muestra el autor en su prosa, que, haciendo uso de la ironía y el humor negro, nos descubre una obra poética elaborada con gran belleza, consiguiendo además que la lectura avance a buen ritmo y que no nos pese su extensión. 

Es una lástima que La familia Máshber, como hemos dicho, sea una obra inacabada (el primer libro fue publicado en Moscú en 1939, el segundo apareció en Nueva York en 1948 y el tercero se perdió mientras el autor intentaba sobrevivir en un gulag), y sin embargo también es una alegría que a pesar de ello haya logrado ser publicada, pues éste es uno de los pocos libros que hay que merezcan leerse, a pesar de su inconclusión.

sábado, 30 de abril de 2011

Isaac Bashevis Singer: Shosha

Título original: Shosha
Año de publicación: 1978
Idioma original: yiddish
Calificación: Recomendable

¿Aaron Greidinger? Sí, lo conozco. Se crió aquí, era hijo del rabino. Prometía mucho cuando era un niño, siempre estudiando y con esos libros tan gordos a cuestas. Parecía que se iba a romper la espalda cualquier día. Y mírelo ahora. Un mantenido. Escritor, se hace llamar. ¡Ja! En mis tiempos, la profesión de escritor era algo honorable. Cada libro o cada obra de teatro era un acontecimiento, algo que había te revolvía por dentro, no sé si me entiende. Algo que uno guardaba en su memoria toda la vida, porque enseñaba algo nuevo. Pero lo que Aaron escribe no vale ni el papel en el que está impreso. Si es que ha llegado a publicar algo alguna vez... Porque siempre habla de su próxima obra y nunca termina ninguna. Si su padre pudiera verlo... qué vergüenza.

Y la vida que lleva. ¿Sabe usted la vida que lleva? Aquí todo el mundo habla y al final toda Varsovia sabe lo que pasa. Son los años treinta, los que hemos vivido la Gran Guerra estamos de vuelta de todo, no sé a quién pretende sorprender haciéndose el transgresor con su vida lividinosa. Pero déjeme que le cuente: tiene relaciones con Celia, la mujer de uno de sus mejores amigos ¡y mayor que él! También está liado con una comunista, Dora, un verdadero cáncer para este país. Y con una actriz americana (judía, sí, pero americana. Habla yiddish como si masticara un zapato), ¡que también está casada! Y, por si fuera poco, también se trajina a la criada, Tekla, cuyo novio está vaya a saber dónde. Qué poca vergüenza.

Y ahora dice que se quiere casar con Shosha. ¡Shosha! Ah, ¿no conoce a Shosha? Es una de las hijas de Bashele, una vecina. De lo peor del barrio, ya le digo. El marido de Bashele las abandonó cuando las crías eran aún pequeñas y se lió con otra mujer. Vaya panorama. Pero Shosha... jugaba con Aaron cuando ambos eran niños. Él es uno o dos años menor que ella, no recuerdo bien, pero ya de crío era mucho más listo. Ella es más tonta que un nabo. Casi no sabe leer ni escribir y la echaron de la escuela por zoquete. Además, cuando era niña tuvo una enfermedad extraña y dejó de crecer. Tiene más de veinte años y parece una cría de ocho. Y mentalmente se ha quedado igual, todos en el barrio sabemos que es retrasada, pero no se lo decimos a Bashele. Lo que le faltaba: tener semejante carga en casa y saber que todos los vecinos nos damos cuenta de que su hija es subnormal.

Con ella dice Aaron que se quiere casar, que es el amor de su vida. ¡Ay, qué risa! ¡Si es incapaz de ir a la compra sola, porque se pierde! ¿Cómo va a ser una esposa? Ni siquiera podrá darle hijos, es imposible que crezca nada en ese cuerpecillo de muñeca. A saber qué intenciones tiene Aaron. ¿Quiere que le diga lo que pienso? Quiere que todo el mundo piense que es un buen hombre y que va a cuidar de ella. Pero qué va. Lo que quiere es tener una criada que no moleste y poder seguir acostándose con todas esas mujeres experimentadas ¡y casadas! Si lo supiera su padre...

También del mismo autor en ULAD: La destrucción de KreshevLa familia Moskat, EscoriaEl certificado, El seductor, Keyle la PelirrojaUna ventana al mundo y otros relatos