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lunes, 4 de marzo de 2019

Isaac Bashevis Singer: El certificado

Idioma original: Yiddish  
Título versión inglesa: The Certificate
Año de publicación versión inglesa: 1992
Traductor: Carlos Lagarriga
Valoración: Entre recomendable y está bien

Esta novela de Isaac Bashevis Singer apareció originalmente en 1967, por entregas, en el diario Forverts. En ella se relatan las tribulaciones de David Bendinger, un joven provinciano que aterriza en la Varsovia de 1922 sin un céntimo. Estamos, por tanto, frente a un "bildungsroman"; uno, además, que sigue los pasos no sólo a un adolescente que debe acceder al mundo de los adultos, sino de un aspirante a escritor que quiere publicar su obra. 

Bendinger recuerda a muchos otros protagonistas singerianos. A fin de cuentas, es un judío al que le falta fe, impulsivo y contradictorio. Asimismo, salta a la vista que es un alter ego del propio Singer. De hecho, los eventos narrados en El certificado coinciden con algunos episodios de Amor y exilio, la autobiografía del premio Nobel de literatura.

También el argumento de la novela es reminicente de otros trabajos de Singer: como ya he adelantado, la acción transcurre en Varsovia, y hay callejeo y enredos amorosos a cascoporro. Por lo general, la historia es interesante y está bien llevada, aunque quizás se le podría reprochar que le sobra alguna subtrama, o que tiende a repetir eventos y situaciones. Por cierto, entiendo que dicha reiteración está justificada: vivir a salto de mata y participar de un proceso burocrático para conseguir un dichoso certificado es lo que tiene. Sin embargo, me hubiera gustado que el autor paliara la sensación de bucle, de falta de progreso, que por momentos se tiene cuando se está leyendo este relato.

El componente judío de El certificado tiene un peso importante. No en balde, hay quien afirma que esta es la novela «más judía» de la bibliografía de Singer. Me lo creo: los términos en hebreo que salpican estas páginas son tantos que hay un prolijo glosario de definiciones al final del libro. Personalmente, me gustó que el escritor no se limitara a victimizar al pueblo judío, pese a que tanto el contexto histórico en el que transcurre El certificado como su argumento se prestaran a ello. De modo que aquí hay una denuncia al antisemitismo y, al mismo tiempo, una feroz autocrítica al judaísmo y al fanatismo de algunos de sus practicantes. 

La prosa del autor es muy dinámica, incluso en aquellos capítulos sin apenas diálogos. Lástima que el argumento reiterativo lastre un poco su fluidez. Asimismo, resaltaría que, aunque el manejo narrativo de Singer es brillante, al conjunto le falta algo de empaque. Por ejemplo, se nos repite tres veces que Bendinger y una mujer con la que está viviendo parecen un matrimonio. Este símil hubiera quedado mejor de sólo sugerirse. Huelga decir que, puestos a emplearlo, con una ocasión bastaba.

La ambientación es uno de los aspectos más logrados del relato. Los que conozcan la coyuntura histórico-político-social de la época la disfrutarán especialmente. Igualmente destacaría la sensibilidad de Singer a la hora de apelar a lo universal en el hombre, su maestría al plasmar la psicología de los personajes con apenas unas pinceladas y el ya mencionado estilo, dinámico pero atento al detalle.

Pese a todas estas virtudes, no puedo recomendar del todo El certificado. Y es que a este texto no le hubiera ido mal una revisión final, que puliera aquí y allá las reiteraciones del argumento o los puntuales gazapos del estilo. En definitiva, esta es una novela disfrutable que, no obstante, le deja a uno la sensación de que podría haberse mejorado.


También de Isaac Bashevis Singer en ULAD: Shosha, La familia Moskat, La destrucción de Kreshev, Escoria, Una ventana al mundo y otros relatos, El seductor, Keyle la Pelirroja

domingo, 24 de septiembre de 2023

Isaac Bashevis Singer: Keyle la Pelirroja

Idioma original: Yiddish
Título original: Yarme un Keyle
Año de publicación: 1972
Traducción: Rhoda Henelde / Jacob Abecasís
Valoración: Recomendable

Keyle la Pelirroja, de Isaac Bashevis Singer, me ha encantado. Es un novelón tan expresivo en el fondo como maduro en la forma. A eso hay que añadir que su acabado general es más compacto que el de otras obras del autor. Por tanto, su calidad literaria es incuestionable, y no me extraña que en 2023 se haya apostado por su traducción simultánea al español y al catalán.

Trata sobre Keyle, quien, tras haber ejercido la prostitución, intenta convertirse en una digna hija del pueblo judío. Keyle comprende que eso es imposible si permanece junto a Yarme, su marido (aunque éste la ama con locura, nunca será una persona honrada) y se lía con Búnem, un joven cuyo padre es un rabino humilde. Al principio, a Keyle le parece que al lado de Búnem las cosas pueden ir bien; desgraciadamente, su pasado la perseguirá.

Keyle la Pelirroja recuerda sobremanera a la narrativa larga singeriana. A fin de cuentas, explora los temas que obsesionan al autor, transcurre en escenarios familiares y presenta caracterizaciones previamente esbozadas; asimismo, abunda en enredos de toda clase, romances turbios, parrafadas introspectivas, reflexiones teológico-existenciales y agudas observaciones sociológicas. 

Sin embargo, la novela aporta no pocas novedades para aquellos lectores asiduos al Premio Nobel de Literatura de 1978. Por ejemplo, mientras que al ya mentado Búnem o a Max (tranquilos, enseguida os hablaré de él) son similares a otros personajes de Singer, no sucede así con Keyle, que exhibe un arquetipo psicológico y un rol en la historia bastante refrescantes.

Keyle la Pelirroja se divide en dos partes. La primera transcurre en Varsovia, Polonia; la segunda nos traslada hasta Nueva York, Estados Unidos. En la primera parte se pone foco en los cuatros integrantes del elenco principal; en la segunda, en cambio, presenciamos casi exclusivamente la vida de Keyle y Búnem, y se descuida en el proceso a Max, que tanto prometeía en un inicio.

Y esta es, quizá, una de las pocas pegas que se le pueden poner a la novela: que no exprime a Max, un embaucador de mujeres que se ha enriquecido en el extranjero gracias a la prostitución. Es Max, precisamente, quien desencadena la trama y, más adelante, origina un nuevo conflicto que lo sacude todo. Desgraciadamente, Singer no sabe qué utilidad darle después de que Keyle la Pelirroja rebase su hemisferio. 

Algo que también sucede, en parte, con Yarme, pero que molesta sólo en el caso de Max porque éste es tremendamente ambicioso y aspira a ser tan célebre como el mismísimo Rasputín, y por tanto resulta poco verosímil que se desvanezca tan fácilmente.

Hay otros personajes cuya aportación es menor a lo esperable, pero creo que, dado su papel secundario, esto se nota mucho menos. Hablo de Solche o Tsírele, hermana y novia de Búnem respectivamente, o de Fania, una de las amantes de Max.

Como viene siendo habitual en las novelas de Singer, algunas de las ideas expuestas en Keyle la Pelirroja (e incluso un par de metáforas) se repiten. Puede que esto se deba a que la obra se publicó originalmente, al igual que otras del autor, por entregas.

Por cierto, la sinopsis que hallamos en la contra cubierta de la edición de Anagrama resulta un tanto engañosa. En primer lugar, porque no menciona a Búnem, uno de los protagonistas indiscutibles de la obra. También porque no acaba de plasmar con fidelidad el argumento: Keyle sí duda cuando Max les propone a Yarme y a ella viajar juntos a Sudamérica. Además, los bajos fondos de la comunidad judía no son, en absoluto, el núcleo de la obra; de hecho, tras los capítulos iniciales, se esfuman y dejan paso a distintos estratos sociales y localizaciones, lo cual permite que la novela plasme desde una visión panorámica la coyuntura histórica y detalle, sobre todo, las diferencias entre los judíos, los rusos y los americanos en esa época. 

Sea como fuere, la novela está habitada por personajes sumamente complejos, contradictorios y memorables; incluso un par de ellos (Max, Solche...), a los que reprocharía que aportan poco a nivel argumental, son al menos interesantísimos. Los temas, tan propios de Singer, se espesan a la hora de mostrar que la gente no cambia, y menos todavía para bien, y que la existencia es intrínsecamente un tormento. Los diálogos son fluidos y se ciñen a las voces y temperamentos de los distintos interlocutores; hay escenas logradísimas; amén de pasajes memorables. Singer en su máximo esplendor, sin duda.


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lunes, 14 de enero de 2019

Isaac Bashevis Singer: Escoria

Idioma original: Yiddish    
Título versión inglesa: Scum  
Año de publicación versión inglesa: 1991 
Traductor al español: Carlos Lagarriga 
Valoración: Entre recomendable y está bien



Mi primer contacto con Isaac Bashevis Singer, escritor laureado con el Premio Nobel de Literatura en 1978, no podría haber sido más satisfactorio. Y es que Escoria es una novela de poco más que doscientas páginas, soberbiamente escrita y cuyo trasfondo no carece de interés. Presenta algunos defectos, como se verá en breve, pero, pese a todo, sigue siendo una lectura de lo más recomendable. 

¿De qué trata? Pues bien, su protagonista se llama Max Barabander. Max es un judío polaco que de joven emigró a la Argentina y consiguió amasar una fortuna. A sus cuarenta y siete años regresa a Varsovia, huyendo del trauma que ha supuesto la muerte de su único hijo, así como de la crisis matrimonial que dicha muerte ha conllevado. Ya en su ciudad natal, Max se irá hundiendo más y más en «un embrollo de mentiras y estafas», debido a su personalidad contradictoria e impulsiva.

El argumento de Escoria es bastante repetitivo, todo hay que decirlo. Max va conociendo (o reconociendo, en algunos casos) a gente, y a veces hace alguna promesa que momentos después se ve incapaz de cumplir. Sobre todo, hace promesas a mujeres. Como el buen Don Juan que es, se compromete/lía con mujeres a las que no puede honrar ni ayudar.

Así pues, si su argumento es tan cíclico, ¿qué tiene de aconsejable esta novela? Bueno, para empezar, la prosa de Singer es buenísima. Además, los retratos que el autor hace de Varsovia y de la sociedad judía de la época están muy logrados. Pero, para mí, lo mejor de Escoria es su protagonista, el propio Max. Está escrito para ser muy verosímil, para sentirse humano. Asimismo, sus defectos nos impelen a simpatizar con él. ¿Qué decir de su vano intento por sobrellevar una crisis de la mediana edad? ¿O de su constante forcejeo entre su sexualidad y las rígidas costumbres de sus compatriotas? ¿O de su voluntad para hacer lo correcto, siempre frustrada por su naturaleza moral corrupta? Como se podrá ver, es imposible no sentir cierta empatía por este mujeriego ya caduco, por este creyente extraviado.

Poco más que añadir. Pese a sus defectillos (un argumento reiterativo y una extensión algo exagerada para lo que se nos está contando), Escoria vale la pena. A su manera, recuerda a la magistral Memorias del subsuelo, tiene una prosa correcta, buena ambientación y un protagonista interesante. Tampoco es una novela que caiga en el olvido nada más acabarla. Eso lo consigue un final algo efectista, pero que no resta seriedad al conjunto y que, de hecho, cierra la narración con un broche memorable. Lo tengo claro: insistiré con Singer.


lunes, 9 de mayo de 2022

Isaac Bashevis Singer: El seductor

Idioma original: Yiddish  
Título original: Der Sharlatan
Año de publicación (por entregas): 1967-68
Traducción: Jacob Abecasís y Ronda Henelde
Valoración: Entre recomendable y está bien

A más leo a Isaac Bashevis Singer, más admiro su pluma. Y es que la literatura del premio Nobel polaco derrocha una calidad, sensibilidad y profundidad admirables. Como prueba de esta afirmación tenemos, por ejemplo, El seductor, una magnífica comedia de enredos protagonizada por el contradictorio Hertz Mínsker. 

Mínsker, que vive a expensas de su mejor amigo, el magnate inmobiliario Morris Kálisher, se acuesta con Minne, la esposa de éste. La llegada a Nueva York del ex marido de Minne pondrá la vida de los intregrantes del triángulo amoroso patas arriba.  

De esta novela me han gustado: 

  • Su prosa depurada y dinámica.
  • Sus personajes y las interacciones que éstos mantienen entre ellos.
  • Ciertos giros argumentales.
  • Sus últimos capítulos. Introducen algún que otro elemento abruptamente, pero cierran con tino múltiples arcos y subtramas.
  • Su humor, fino o cáustico según se tercie.
  • El sustrato psicológico que despliega.
  • Su trasfondo misántropo y pesimista.
  • Sus críticas a la comunidad judía y, en concreto, las que dirige a los religiosos, por hipócritas o por intransigentes según se tercie.
  • Las agudas observaciones que hace en torno a la ciudad de Nueva York (y América en general).

Las únicas pegas que puedo ponerle a esta obra son tan insignificantes que para nada lastran al conjunto. Aun así, quisiera señalarlas: 

  • Le falta empaque.
  • No me parecen verosímiles las disertaciones de corte teológico de muchos personajes (algunos de los cuales admiten saber poco de religión).
  • En ocasiones, Singer repite información que ya había dado previamente. Aunque supongo que estas reiteraciones se deben a que El seductor se publicó originalmente por entregas, pueden llegar a molestar.
  • Igual que me sucedió con Escoria, del mismo autor, pienso que a esta novela le falta concesión. En ningún momento se hace larga, pero el mensaje que transmite es demasiado explícito.

Pese a todo lo expuesto, recomiendo esta historia. Aparentemente es vodevilesca, sencilla, localista y mundana; sin embargo, su verdadero alcance es universal. Además, creo que es perfecta en tanto que catalizador del oficio de Singer. A fin de cuentas, apreciamos en estas páginas los personajes, escenarios y temas que obsesionaban al escritor: la desesperación existencial, la congoja espiritual, el sentimiento de desarraigo de los apátridas, el Nueva York tamizado por la mirada de los emigrantes judíos, el adulterio, etc...

Antes de terminar esta reseña querría alabar la edición de Acantilado. Como viene siendo habitual, es tan elegante como bonita. Me gusta especialmente la simpática ilustración de la cubierta, que resume magistralmente el contenido del libro. 
 

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domingo, 27 de marzo de 2022

Isaac Bashevis Singer: Una ventana al mundo y otros relatos

Idioma original:
Yiddish  
Título versión inglesa: Job and Other Stories
Año de publicación versión inglesa: 1972
Traducción: Carlos Lagarriga
Valoración: Entre recomendable y está bien

Una ventana al mundo y otros relatos recupera seis narraciones breves del premio Nobel Isaac Bashevis Singer. Todas, exceptuando "El huésped", inéditas en nuestro idioma hasta la fecha. En general me han parecido destacables, si bien pienso que algunas son mejorables. 

Por ejemplo, me atrevería a decir que "El último regalo" es algo plana. Recuerda al Paul Auster más rutinario, lo cual es indicativo de calidad monocroma. Asimismo, "Job" me ha encantado, porque abunda en ideas vinculadas con el pesimismo filosófico al que me adscribo. Sin embargo, creo que el formato que Singer emplea para esta historia no es el adecuado.

Sea como fuere, merece la pena leer los textos del polaco. Tienen premisas la mar de sugerentes y pasajes logradísimos; sus reflexiones de corte misantrópico, amén de las congojas existenciales y espirituales que supuran, deslumbran por su lucidez; por no hablar de que las pinceladas de autoficción y las estrategias metaliterarias que emplean se antojan sumamente audaces.  


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domingo, 24 de abril de 2016

Colaboración: TochoWeek #7. La familia Moskat de Isaac Bashevis Singer

Idioma original: yiddish
Título original: The Family Moskat 
 Año de publicación: 1950
Páginas: 816
Traducción del ingles: Juan José Guillén
Valoración: muy recomendable, difícil

La familia Moskat es un libro enorme. Enorme por su extensión: quinientas y pico páginas del formato pequeño y letras chiquitas, chiquititas, tan pequeñitas, tantas; ochocientas y pico páginas del formato grande con letras medianas, mini medianas, medio intermedias, casi pequeñas. Enorme por su argumento: la historia de la familia Moskat se extiende desde principios del siglo XX hasta la entrada de los nazis en Varsovia en 1939. Enorme por la forma aplicada a su argumento: historias amorosas y líos de familia se entremezclan en el transcurso de la Historia y el autor demuestra su formidable autoridad a la hora de dar a cada cosa su lugar. Enorme por la cantidad de personajes: encontramos a toda clase de gente y a gente de todas las clases, en una especie de caos ordenado, principales y secundarios en perfecta armonía.

Isaac Bashevis Singer, el autor de esta enorme novela, fue un escritor polaco de origen judío que emigró a Estados Unidos en 1935, cuando comenzó a vislumbrar la inclinación de Hitler hacia el voivodato de Pomerania, el territorio creado en el Tratado de Versalles para dotar a Polonia de un acceso al mar Báltico a través la desembocadura del río Vístula a cuenta del extinto Imperio alemán. Hijo y nieto de rabinos, vivió en el barrio judio de Varsovia, donde contempló en primera persona el creciente antisemitismo en forma de pogromos (destrucción y expolio de sus bienes por parte de la población polaca).

Bashevis Singer, que en 1978 obtuvo el Premio Nobel de Literatura, escribió siempre en yiddish, y todas sus obras se enmarcan dentro de la narrativa realista. Como el propio Henry James definió: «El realismo es lo que de alguna forma o manera nos podríamos encontrar, mientras el romanticismo es algo que nunca encontraremos». En esta novela, Singer refleja muy bien las costumbres de la gente, la vida de la calle, el ruido de la ciudad y su movimiento perpetuo, la cultura tradicional, las escenas de familia, quizá porque tuvo el don de captar el secreto de la existencia, la variedad de las relaciones humanas y la discordancia de sus comportamientos. Los personajes pertenecen al escenario y este resulta esencial para ellos: los protege, les da un sentido, los explica, y eso produce una significación frente a todo lo que les rodea.

La novela puede parecer, en realidad, un incisivo documental sobre el mundo judío de Varsovia. Su enorme valor literario no eclipsa el valor de crónica de una sociedad demolida y arruinada como es la de los judíos de Polonia. Refleja también el eterno conflicto entre tradición y modernidad que subyace todavía hoy en el seno de la sociedad judía: los fieles chassidim, encerrados en sus practicas ancestrales, y los jóvenes defensores del Iluminismo, seguidores o simpatizantes del movimiento Haskalá, que es el movimiento de iniciación que intenta secularizar la vida judía y abrirse al exterior, germen del actual estado de Israel.

Así, quien se adentre en sus páginas, encontrará entre los personajes principales a Meshulam Moskat, el viejo patriarca, a Asa Bannet, un abatido y desorientado luchador en medio de sus dos esposas, al tío Abram, optimista trágico, o a Koppel, administrador de Meshulam, que crece y crece en su condición de secundario hasta casi protagonizar la novela. Todo está medido y cuidado, ningún detalle se muestra menor; Singer fue un artesano con vocación de artista, un prodigio de la recreación literaria que culmina en esta novela con la troupe de segundones: Abram Shapiro, marido de Hama, el yerno irreverente del patriarca Moskat; Adele, la hijastra de Meshulam; o Leah, la hija más joven, que vive enamorada de Koppel, casado y con hijos. Nadie está contento con nadie pero, mientras tanto, o, a pesar de ello, todos celebran el Sabbath, el Purim, la Januká, las mujeres se peinan con trenzas retorcidas hasta que se casan y se cortan el pelo para ponerse la tradicional peluca de matrona, los hombres se visten de negro y lucen largas barbas... Da igual, al final son incapaces de comprenderse unos a otros. Ni una relación feliz del todo, permanente o calma en sus paginas. Más de una vez, da la impresión de que Singer plasma una desilusión: nadie puede ser feliz en el amor, todos envilecen a la mínima de cambio, un cambio cruel y desgarrador.

Llegados a este punto, me veo incapaz de escribir esta reseña. Tal es su complejidad y las implicaciones que conlleva. Tómese el lector las líneas que anteceden como una aproximación sutil a la novela. Una novela inolvidable, magistral e inmensa. Y también difícil. Quien la lea quedará admirado de su capacidad para cruzar millones (¿millones?) de historias y personajes sin que sobre ni falte nada. Cualquiera que acepte el reto chocará de frente con una manifiesta escasez de razonamientos y explicaciones, pero gozará de la potencia expresiva de la mirada, una mirada que recorre por dentro a los personajes hasta darles una dimensión personal e histórica; Singer pertenece a esa clase de escritores para los que lo importante es ver aquello que resulta invisible para los demás.

Para terminar, una advertencia: la conciencia judía impregna el libro, pero no estamos ante un libro de carácter judío. Al menos, no solo. El poder de esta novela radica en su universalidad. Como en las grandes obras de los Grandes, es la esencia de la condición humana, no el lugar, la raza o la creencia, lo que la engrandece, idea que ya he intentado pincelar en líneas precedentes. Estoy seguro de que ustedes, ávidos lectores, serán capaces de apreciar su capacidad para llegar al corazón, como uno de esos relatos imprescindibles que nos atrapan desde la primera página.

También del mismo autor en ULAD: La destrucción de KreshevShoshaEscoriaEl certificado, El seductor, Keyle la PelirrojaUna ventana al mundo y otros relatos

Firmado: Alex Azkona

viernes, 3 de julio de 2015

Isaac Bashevis Singer: La destrucción de Kreshev

Idioma original: inglés
Titulo original: The destruction of Kreshev
Año de publicación: 1961
Traducción: Rhoda Henelde y Jacob Abecassis
Valoración: muy recomendable

"Yo soy el Espíritu del Mal, Satanás, la serpiente primigenia"

Así se nos presenta este peculiar narrador: fuera sutilezas y fuera cualquier máscara. Sus planes son sencillos, y se resumen en hacer el mal: el mal es su finalidad y los caminos que usa para llegar a él serán más largos y darán más rodeos unos que otros, pero siempre llegan. Y Lise y Shlóimele son solo dos marionetas más en la ejecución de sus planes. Un curioso matrimonio casi planificado por reb Búnim, un plan a priori poco complicado, pero que se tuerce: Porque hay cosas que se tuercen. ¿O no?

Curioso: Bashevis Singer era solo uno de esos escritores que, a raíz de lo de Modiano, me ha dado por averiguar si merecen o no el reconocimiento del Nobel. Y esta corta novela, apenas una hora y media de lectura, que me confirma que es de los que sí lo merecían, se presenta, en su modesto formato, como una obra menor, como un fondo de catálogo. Pero miren, quizás la portada ayuda, pero me sorprende su claustrofóbico aire, casi lovecraftiano. Su cuidado estilo, su riqueza de conceptos a la hora de mostrarnos la existencia en una pequeña comunidad judía en Ucrania, llamada Kreshev, y su apariencia leve. Pero, si vamos a ser justos, nada hay que deje atrás a esta pequeña narración respecto a historias tan concisas pero mucho más afamadas y promocionadas como, por ejemplo, Seda de Baricco. La delicadeza de su vocabulario no ha de engañarnos. Aquí hay mucho vitriolo, mucha crítica de fondo a la asfixiante vida de las pequeñas comunidades, al estricto sentido religioso del judaísmo ortodoxo y, si me aspan, a la hipocresía latente tras la obsesión de ciertas culturas por preservar las apariencias y por perpetuar tradiciones milenarias o centenarias, pero no por ello menos obsoletas. A la dependencia de las pequeñas comunidades de la existencia de un poder económico que les aporte relevancia económica. Con un formidable sentido de la progresión, la historia trágica de este matrimonio concertado, que parece, a priori, tan sencilla e idílica, acaba pendiendo del delicado hilo que es la mente humana, su capacidad de complicar las cosas, su tendencia a la inestabilidad, sus ganas de hurgar en las consecuencias de sus especulaciones.Y Satanás, el mismo que nos sonríe maléfico desde la portada, aplaude satisfecho, pensando si ha intervenido o, simplemente, ha dejado a cada cual comportarse siguiendo sus instintos.

También de Isaac Bashevis Singer en UnLibroAlDía: ShoshaLa familia MoskatEscoriaEl certificado, El seductor, Keyle la PelirrojaUna ventana al mundo y otros relatos

sábado, 12 de octubre de 2024

Joseph Roth: Job. Historia de un hombre sencillo

Idioma original: Alemán
Título original: Hiob 
Traducción (al catalán): Judith Vilar
Año de publicación: 1930
Valoración: Entre recomendable y está bien

Job, de Joseph Roth, es una novela formidable. Una que cuenta una historia sencilla pero emotiva con una prosa también sencilla pero expresiva y vigorosa, cuyos temas, tono y argumento me han recordado poderosamente a los de varias obras de mi admirado Isaac Bashevis Singer.

Su primera mitad transcurre sobre todo en Zuchnov, una villa miserable de Rusia; la segunda parte, en cambio, sucede Nueva York, Estados Unidos. La protagonizan Mendel Singer, un judío devoto, su mujer y sus tres hijos.

Cada uno de los personajes del elenco principal está adecuadamente caracterizado. Incluso algún secundario desfila con la cabeza bien alta, pese al escaso foco que se le da; es el caso, por ejemplo, de Sameschkin, que tiene unas dinámicas muy interesantes con Deborah, la mujer de Mendel, y comparte una escena conmovedora con éste último.

Muchísimos temas se barajan en Job: el sufrimiento del desgraciado, el distanciamiento conyugal, el envejecimiento, la ambivalencia hacia los hijos, la melancolía del apátrida, el choque con la idiosincrasia americana, el desencanto con Dios... Dichos temas se tratan con humildad, pero sin subestimarlos, y se abordan desde la siempre cambiante perspectiva de los personajes, así como en función del tono que impregna la novela en cada momento (sobre todo agridulce o trágico).

El estilo narrativo de Roth es, como adelantaba más arriba, muy potente. Engañosamente sencillo, emplea varios recursos a su favor (como el de la repetición) y regala pasajes, descripciones o reflexiones de gran calado.

Quizá, eso sí, Job sea una obra ligeramente inferior a otras similares. Como estudio de personaje centrado especialmente en Mendel es menos completo y matizado de lo que podría haber sido. Como ficción que gira en torno a lo judío tampoco acaba de alcanzar toda la profundidad posible. Sea como fuere, esto no impide que estemos ante una novela formidable que hace gala de una prosa magnífica, un elenco sólido y unas reflexiones maduras.


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sábado, 30 de abril de 2011

Isaac Bashevis Singer: Shosha

Título original: Shosha
Año de publicación: 1978
Idioma original: yiddish
Calificación: Recomendable

¿Aaron Greidinger? Sí, lo conozco. Se crió aquí, era hijo del rabino. Prometía mucho cuando era un niño, siempre estudiando y con esos libros tan gordos a cuestas. Parecía que se iba a romper la espalda cualquier día. Y mírelo ahora. Un mantenido. Escritor, se hace llamar. ¡Ja! En mis tiempos, la profesión de escritor era algo honorable. Cada libro o cada obra de teatro era un acontecimiento, algo que había te revolvía por dentro, no sé si me entiende. Algo que uno guardaba en su memoria toda la vida, porque enseñaba algo nuevo. Pero lo que Aaron escribe no vale ni el papel en el que está impreso. Si es que ha llegado a publicar algo alguna vez... Porque siempre habla de su próxima obra y nunca termina ninguna. Si su padre pudiera verlo... qué vergüenza.

Y la vida que lleva. ¿Sabe usted la vida que lleva? Aquí todo el mundo habla y al final toda Varsovia sabe lo que pasa. Son los años treinta, los que hemos vivido la Gran Guerra estamos de vuelta de todo, no sé a quién pretende sorprender haciéndose el transgresor con su vida lividinosa. Pero déjeme que le cuente: tiene relaciones con Celia, la mujer de uno de sus mejores amigos ¡y mayor que él! También está liado con una comunista, Dora, un verdadero cáncer para este país. Y con una actriz americana (judía, sí, pero americana. Habla yiddish como si masticara un zapato), ¡que también está casada! Y, por si fuera poco, también se trajina a la criada, Tekla, cuyo novio está vaya a saber dónde. Qué poca vergüenza.

Y ahora dice que se quiere casar con Shosha. ¡Shosha! Ah, ¿no conoce a Shosha? Es una de las hijas de Bashele, una vecina. De lo peor del barrio, ya le digo. El marido de Bashele las abandonó cuando las crías eran aún pequeñas y se lió con otra mujer. Vaya panorama. Pero Shosha... jugaba con Aaron cuando ambos eran niños. Él es uno o dos años menor que ella, no recuerdo bien, pero ya de crío era mucho más listo. Ella es más tonta que un nabo. Casi no sabe leer ni escribir y la echaron de la escuela por zoquete. Además, cuando era niña tuvo una enfermedad extraña y dejó de crecer. Tiene más de veinte años y parece una cría de ocho. Y mentalmente se ha quedado igual, todos en el barrio sabemos que es retrasada, pero no se lo decimos a Bashele. Lo que le faltaba: tener semejante carga en casa y saber que todos los vecinos nos damos cuenta de que su hija es subnormal.

Con ella dice Aaron que se quiere casar, que es el amor de su vida. ¡Ay, qué risa! ¡Si es incapaz de ir a la compra sola, porque se pierde! ¿Cómo va a ser una esposa? Ni siquiera podrá darle hijos, es imposible que crezca nada en ese cuerpecillo de muñeca. A saber qué intenciones tiene Aaron. ¿Quiere que le diga lo que pienso? Quiere que todo el mundo piense que es un buen hombre y que va a cuidar de ella. Pero qué va. Lo que quiere es tener una criada que no moleste y poder seguir acostándose con todas esas mujeres experimentadas ¡y casadas! Si lo supiera su padre...

También del mismo autor en ULAD: La destrucción de KreshevLa familia Moskat, EscoriaEl certificado, El seductor, Keyle la PelirrojaUna ventana al mundo y otros relatos

lunes, 19 de diciembre de 2022

Lo mejor de 2022

Un año más nos obstinamos en ir contracorriente, en llegar de los últimos para desmentir a muchos de los medios cautivos de jamones, lotes de Navidad y transferencias a cuentas cifradas en paraísos fiscales. También aclaramos que estas son nuestras lecturas durante el año, y que si se nos cuela algún libro inencontrable de hace cuatro décadas, seamos o no conscientes de ello, no nos culpéis. Es el amor a la literatura, que nos ciega con sus fogonazos.

Dicho ello:

La lista de Juan

Año de muchas y buenas lecturas, aunque quizás pocas que hayan destacado del resto. Por eso, me vais a permitir que desgrane mis mejores lecturas a base de tríos...


La lista de Koldo

Curiosamente o no, pocas novedades de 2022 en mi lista de mejores lecturas del año:


La lista de Santi

Año de muy pocas lecturas, pero algunas que me han hecho disfrutar soberanamente:


La lista de Oriol


La lista de Marc

Un año irregular en cuanto a lecturas, que no contaría entre mis mejores. Mejor en ensayo que en ficción, en líneas generales. Aún así, hay libros y autores a destacar en todos los géneros:
Propósitos para el 2022: más poesía, (aún) más ensayo y más literatura infantil


La lista de Montuenga

Lo mejor

Lo peor


La lista de Carlos

Entre medio, algunas cosas que han quedado cerca de esta lista de destacados, y otras inevitablemente prescindibles, regulares o más o menos decepcionantes. Como siempre, vaya. Veremos lo que está por venir.


La lista de Nieves J.

Destaco dos novelas: Josefine y yo (intimista) de Hans Magnus Enzensberger y El tren de la última noche (género histórico) de Dacia Maraini

La lista de Francesc Bon

Confirmando que las situaciones personales afectan a las lecturas, no recuerdo año en que haya leído tan poco y peor. Así que mis referencias del año serán pocas y al ralentí:

Tostonazo, de Santiago Lorenzo, me confirmó en los términos que esperaba, más o menos, que sigue siendo, con su estilo naïf y pasota, de los pocos escritores locales capaces de definir una carrera. No me hagáis mencionar todos los que no, por favor.

Si digo que acusé la falta de munición de alto calibre en Aniquilación, igual soy un poco injusto, pero es que venimos de cotas muy altas (ejem, casi siempre) con Houellebecq. Sigue siendo un placer y un autor único, pero, a lo mejor, se nos está ablandando. Será como el del dicho. - ¿Cree Vd. en Dios? - Cuando estoy enfermo.

Demasiado terreno conocido: reseñar a Kapuscinski, Foster Wallace, Vila-Matas o Philip Roth (otra vez) es demasiado indicativo de que la cosa no ha ido como debía.

Como, a veces, la ficción se espesa en un cerebro algo angustiado, los ensayos o crónicas de corte investigador me han resultado (aunque acusé su extensión) muy útiles: El Imperio del Dolor o Solo la verdad obraban a distintos niveles su efecto: hay que controlar los poderes, manifiestos u ocultos, que nos rodean.
Y me han dicho que no tiene sentido comentar tanto abandono. Por este año, obedezco.