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lunes, 20 de enero de 2025

Neil Gaiman & Shane Oakley: Esposas prohibidas de siervos sin rostro en la mansión secreta de la noche del aciago deseo

Idioma original: inglés

Título original: Neil Gaiman's Forbidden Brides of the Faceless Slaves in the Secret House of the Night of Dread Desire

Año de publicación: 2017

Traducción: José Torralba

Valoración: no podemos recomendar este libro, aunque, en otras circunstancias, lo merecería...

- ¿Neil Gaiman? ¿NEIL GAIMAN? -me espetaron en el Consejo Supervisor de Reseñas de Un Libro Al Día cuando fui a solicitar el permiso para ésta-. ¿Tú estás loco? No podemos reseñar a Neil Gaiman.

- ¿Cómo? ¿Por qué no?

- ¿No te has enterado? Está canceladísimo...

- ¿Y eso? -pregunté, del todo estupefacto.

- Por lo visto, le acusan de hacerle guarrerías muy feas a varias chicas. Hasta J. K. Rowling le ha puesto a caldo... y, como comprenderás, no vamos nosotros quedar peor que J. K. Rowling...

- Pues vaya con Neil; si parecía más majo que las pesetas...

- Ya ves... Esos son los peores.

Reflexioné un instante. Yo había publicado varias reseñas de libros de Neil Gaiman y bastante elogiosas, además. No podía arriesgarme a que alguien pudiera relacionarme de alguna manera con un cancelado... Pero, por otro lado, caramba, la reseña ya la tenía escrita y no me apetecía tirarla a la papelera...

- Bueno, en realidad tampoco es que sea exactamente un libro de Neil Gaiman. Se trata de un cómic dibujado por Shane Oakley basado en un relato de Gaiman.

- ¿Sale su nombre en la cubierta o no?

- Sí, pero...

- Pues no hay más que hablar. Reseña no autorizada. No nos vamos a meter en líos por un simple tebeo.

- ¡Pero es que no es un simple tebeo! -vislumbré una rendija en la que podía meter las uñas y agrandarla-. Se trata de una historia de carácter irónicamente metaliterario sobre un escritor de novelas góticas que incluyen todos los tópicos del género. Para empezar, hay una bella y turgente joven en apuros...

- Uy, turgente... eso no lo puedes poner, si es de Neil Gaiman.

- Vale, dejémoslo... Se trata de un chica en verdad muy formal, una huérfana que va a trabajar como institutriz y en una noche de tormenta debe refugiarse en una siniestra mansión...

-Ya vemos eso de los tópicos del género.

- El caso es que Gaim... quiero decir Oakley se sirve de esta historia para, con gran sentido del humor, reflexionar sobre la creación literaria, los géneros la representación de la realidad en la ficción... Con la ayuda, además, de unas magníficas y expresivas ilustraciones, llenas de dramatismo gracias a unos encuadres originales, un teatral uso del claroscuro...

- Como si son obra del mismísimo Caravaggio. Lo sentimos, pero no choice... Gaiman está vetado en este blog.

Guardé silencio, mirando fijamente al comité. Me quedaba una última bala en la recámara y decidí usarla. Me acerqué a ellos y, bajando la voz, como si contara un secreto, les razoné:

- Pensad en la cantidad de visitas que atraerá el nombre de Gaiman, aunque sólo sea por morbo. Y más visitas al blog representan más ingresos para nosotros... que, al fin y al cabo, es lo que importa, ¿no?

-De acuerdo -la respuesta no tardó ni dos segundos en llegar, junto con la autorización debidamente cumplimentada y sellada-. Y publícala cuanto antes; tenemos que aprovechar el momento...


Más reseñas de libros de Neil Gaiman que serán eliminadas del blog en cuanto el Comité Supervisor lo decida: aquí

jueves, 14 de noviembre de 2024

Shintaro Kago: Fraction

Idioma original: Japonés
Título original: フラクション
Traducción: ¿?
Año de publicación: Entre 1998 y 2009
Valoración: Delirante
 
"Fraction" es una ida de olla que sólo un autor tan extravagante como el mangaka Shintaro Kago podría concebir. 

"Fraction" es, también, una joya del noveno arte. Al fin y al cabo es un cómic sumamente original, tiene algunos de los giros de guión más locos que he leído nunca y su componente metaliterario es muy audaz. Asimismo, su apartado gráfico es tan creativo y refinado como el de todas las obras de Kago.

En "Fraction" seguimos los pasos de Rebanador, un asesino en serie que se dedica a partir a mujeres por la mitad y que puede tener a un imitador; también seguimos a Mangaka (el propio Kago), que quiere dejar de ser reconocido como autor ero-guro y entregar un cómic de misterio que juegue con el espectador recurriendo a distintos trucos narrativos que desafíen los «prejuicios», «ideas preestablecidas» y «predisposiciones» de la gente (mostrando, por ejemplo, qué hay más allá del «marco» de las viñetas, cómo nos pueden engañar los «bocadillos», etc...).

"Fraction" subvierte toda clase de expectativas: aquellas derivadas  del género en el que se inscribe la historia (el misterio detectivesco) y aquellas que propicia el medio empleado para narrar dicho género (el cómic). Y, de paso, Kago subvierte también lo que la gente espera de él en tanto que autor ero-guro (es decir, «cadáveres, vísceras, mierdas, torturas, sadomaso»).

"Fraction" se publicó en 2009 junto a cuatro relatos que ya habían sido editados previamente. Dichos relatos combinan, al igual que su predecesor, el desmadre argumental y la estética repulsiva propias del ero-guro, aunque sin poner ambos apartados al servicio de exploraciones metaliterarias. En comparación con "Fraction" son algo sencillos, pero todos me han gustado. 

Quizá los más locos son "El retornado" (homenaje todavía más perverso que "La oruga" de Edogawa Rampo, su obvia inspiración) y "Colapso" (desquiciado estudio de personaje de una mujer). 

Por otro lado, "El súmmum de lo irritante" se mantiene bastante fiel al concepto de base (cosa que viene a ser poco habitual en Kago, tan proclive a dispersar sus historias en direcciones variopintas) y "Colapso" tiene una imaginería muy poderosa, pero lleva su prometedora premisa hacia el registro más cliché posible, el de lo psicológico.

En resumen: si sois amantes de la literatura gamberra en la que la violencia, el gore, la pornografía, el absurdo, el humor negro, la sátira, las ideas locas y los giros de guión se dan cita, el volumen Fraction os encantará; también os lo recomiendo a quienes busquéis en el arte (y en su lenguaje) un componente transgresor y autoreferencial. Bueno, seas quien seas, lee a Kago en general; créeme, no te va a decepcionar lo más mínimo.




También de Shintaro Kago en ULAD: Aquí

viernes, 2 de febrero de 2024

Iban Zaldua: A escondidas

Idioma original: euskera

Título original: Inon ez, inoiz ez

Año de publicación: 2014

Traducción: el propio autor y Mikel Iturria (en el caso de uno de los cuentos)

Valoración: entre recomendable y está bien 

Último libro publicado en castellano del prolífico escritor Iban Zaldua, el estajanovista de las letras vascas, el taylorista de la narrativa breve, el fordista que saca libros de relatos  como antaño salían coches de las factoría de la Motor Town, a ritmo de soul... (no tengo ni idea de lo que significa nada de lo que he escrito, pero supongo que él sí, así que lo suelto por si se da la casualidad de que lee esta reseña). El libro, en cualquier caso, es una traducción del publicado hace algunos años en su original vasco, Inon ez, inoiz ez, aunque ignoro si ha habido algún cambio o añadidura en el transvase de una lengua a la otra.

En este libro Zaldua vuelve a mostrar su querencia por el regate corto, salvo por un par de cuentos más extensos -y quizás de los mejores de la compilación-; la mayoría son relatos bastante breves, lo cual, junto con la impecable prosa y el humor suavemente irónico, en absoluto agresivo, que recorre todo el libro, contribuye a una lectura fácil y placentera. A grandes rasgos, por su temática, se pueden dividir esos cuentos en tres grupos, lo que no es óbice para que algunos de ellos muestren más de una de las características clasificadoras. De hecho, un elemento común a casi todas las narraciones es la inclusión en ellas de algún elemento fantástico:

  • Por una parte, los cuentos que podríamos considerar como "específicamente vascos", no sólo por su ambientación en el País Vasco -puesto que hay otros que también lo están, pero de forma más superficial, ya que cambiando los nombres de los personajes o lugares podrían convertirse en, qué se yo, cuentos suecos o italianos-, sino porque tratan, de una manera u otra, sobre el mal llamando "conflicto vasco" (mal llamado porque ya Lendakaris Muertos explicó en una canción de hace tiempo cual era el verdadero conflicto vasco), al que este mismo autor, en Como si todo hubiera pasado, denominaba, simplemente "la cosa". Se trata, en este caso, de Discutiendo conmigo mismo, Guerras civiles y su extensión Extracto del informe de la Ertzaintza... y Entrevista. Curiosamente, el primero, quizás el más inherentemente vasco o, al menos, el más difícil de entender fuera de Euskal Herria, tiene el final más inherentemente español o, al menos, más difícil de entender fuera de España. Por su ambición, sin embargo, el mejor de todos éstos me parece Guerras Civiles; también puede que el más irónico.
  • El segundo grupo estaría formado por los cuentos que se pueden denominar "metaliterarios", puesto que tratan sobre otros libros, escritores y juegan o especulan sobre ellos, sobre el acto tanto de escribir como de leer y la relación entre literatura y realidad. Se trata de Cuando me prohibió leer en la cama, El traductor de Kafka y "La Côte Basque" revisited. Excelentes los tres, en especial los dos primeros.
  • Por último, el grupo más extenso, compuesto por relatos de los que se podrían llamar "costumbrismo fantástico", en el sentido de que ellos se introducen elementos fantásticos en realidades cotidianas de lo más comunes -hay un par de ellos, no obstante, Las moscas y Como los chorros del oro en los que ocurre a la inversa, creo yo: se trasladan a contextos costumbristas historias propias de la Ciencia-Ficción... de momento-; en ellos encontramos desde zapaterías que funcionan como la máquina del tiempo de Dr. Who, a llamadas telefónicas de la propia conciencia o una especie de body horror de lo más doméstico en Gusanos de seda. No voy a mencionar aquí todos, sino sólo los dos cuentos que más me han gustado: Madre, una visión diferente -y divertida, cosa que parece difícil de creer- sobre un tema tan espinoso, a la par que trillado, como es el alzheimer o la demencia senil, y Muerte por Twitter, cuento especialmente chanante, sin dejar de ser angustioso, para todos aquellos adictos a la citada red social que ahora tiene, por capricho del cenutrio de su dueño, nombre de género cinematográfico para adultos.
Por último, está el incómodo asunto de la valoración; se me puede acusar, seguramente con razón, de ser un tanto jesuítico con la valoración "entre recomendable y está bien". La razón no es que haya una calidad dispar entre los relatos del libros -no hay ninguno malo, en verdad-, sino que, por simple comparación, al lado de los que me han gustado más otros me resultan digamos más "pedestres", sin que eso suponga que no se disfruten y tengan todos su punto de originalidad. Así que propongo inaugurar una nueva categoría: "Entre recomendable y está bien porque el reseñista es demasiado gilipollas tiquismiquis, pero tirando más hacia recomendable, sin duda".

Bastantes reseñas de libros de Iban Zaldua (+ una entrevista) se pueden encontrar: aquí

martes, 8 de agosto de 2023

Oda Sakunosuke: El signo de los tiempos

Idioma original: Japonés
Título original: ¿?
Traducción: Yoko Ogihara / Fernando Cordobés
Año de publicación: 1940-46
Valoración: Muy recomendable

El signo de los tiempos compila seis relatos de Oda Sakunosuke. Todos están escritos con un estilo sencillo y austero no exento de riqueza formal y destellos líricos. Narran historias realistas y costumbristas pobladas por seres marginales. Su tono podría definirse como hermosamente melancólico o apagadamente vitalista, pues abordan al mismo tiempo la tragedia existencial y las alegrías cotidianas.

Resulta imposible no conmoverse ante la tristeza, precariedad y miseria que experimentan sus personajes; resulta impensable que su forcejeo para arraigar en el mundo, sus acentuadas degradaciones y sus tímidos arcos de redención no nos toquen la fibra. 

Cómo no cogerle cariño a Choko ("Viva el matrimonio"), una geisha empeñada en tolerar los infinitos defectos de su amado y ganarse el respeto de sus conocidos. Cómo no apreciar la irreductible dignidad de Narao ("Seis Venus blancas") y Tokichi ("Ad Balloon"), la cual les impulsa a vivir al margen de las convenciones. Cómo no emocionarse ante Terada ("Carrera de caballos") y su capacidad para sobreponerse fugazmente a su dolor, su rencor, sus celos y su espiral de autodestrucción.

Cierra el volumen el relato que da nombre al conjunto. Además de como ficción al uso, puede leerse en tanto que declaración de intenciones metaliteraria. A fin de cuentas, Sakunosuke expresa en él que su obra debe reflejar el presente (aunque también dialogar con el pasado), que en tanto que autor no permitirá que la censura u otros factores externos le impidan expresarse y que siente predilección por ciertos paisajes, arquetipos y temas. 
 
Todos los relatos de El signo de los tiempos me han parecido cuanto menos notables, e incluso me atrevería a decir que alguno de ellos roza la excelencia. Además de por su calidad, destacan por su apabullante modernidad técnica, por la complejidad de sus personajes, por la potencia emocional que transmiten y por las reflexiones que suscitan. Si bien nos acercan al Japón de posguerra y sus habitantes, destilan a su vez un conocimiento del mundo y del ser humano casi universales.

Sólo les pondría dos pegas: el uso excesivo de descripciones topográficas y la tendencia, a ratos algo gratuita, por el ribete sórdido. En cualquier caso, ambos son rasgos deliberados del estilo de Sakunosuke y para nada abultan.

En fin: recomiendo encarecidamente El signo de los tiempos. Las piezas que aglutina esta antología rebosan sensibilidad, y los conflictos que las mismas desarrollan resonarán con fuerza en nosotros.

lunes, 9 de enero de 2023

Ignacio Arrabal: Personajes de novela

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Se deja leer

Personajes de novela, novela corta de Ignacio Arrabal, me provoca sentimientos encontrados. He apreciado sus virtudes, pero me es imposible ignorar sus múltiples defectos.

Empecemos remarcando las virtudes:

  • Presenta alguna que otra ingeniosa meditación en torno a la realidad o la memoria.
  • La subtrama del narrador y Lucía tiene mucha fuerza. 
  • Su componente metaliterario resulta moderadamente audaz.

Llegados a este punto, dejad que liste los defectos:

  • Su estilo y argumento, aunque correctos, pecan de cierta monocromía y pretenciosidad.
  • Tarda tanto en fusionar las dos líneas argumentales principales que, cuando por fin llega el momento, el lector ha perdido interés en las mismas.
  • Mira que a mí no me ofende que un autor implemente la llamada "male gaze", pero creo que las féminas de esta obra han sido sexualizadas y supeditadas a sus contrapartes masculinas en demasía.
  • Varios elementos narrativos no se desarrollan satisfactoriamente.

En conclusión: Personajes de novela es una ficción que derrocha oficio y madurez, pero que hubiera mejorado sustancialmente, al menos en mi opinión, si hubiera hecho concesiones al lector. Y es que Arrabal escribe una historia muy personal con la que cuesta conectar.

miércoles, 5 de octubre de 2022

Iban Zaldua: Panfletario

Idioma original: euskera y español

Año de publicación: como recopilación en este libro, 2021

Traducción: del propio autor

Valoración: recomendable 

Al escritor Iban Zaldua, conocido de sobra (creo) por los lectores españoles, conocido aún más (supongo) por los lectores vascos y archiconocido (espero, ya que hemos reseñado varios de sus libros e incluso entrevistado) por los lectores de este magnérrimo blog, le encantan las proclamas, los manifiestos y los decálogos, amén de cultivar el género de los relatos o cuentos, como demuestra su actividad literaria hasta la fecha -de hecho, uno de los artículos recogidos en este libro es un manifiesto en forma de casi-decálogo que se intitula Por qué nos empeñamos en escribir cuentos-; así, muchos de ellos, tanto de unos como de otros y ya publicados en diversos medios durante los últimos años, firman esta recopilación acertadamente llamada Panfletario y cuyo subtítulo no deja lugar a dudas (y perdón por la repetición): Manifiestos, decálogos y otros artefactos a favor (y en contra) de la literatura.

Un libro, por tanto, de temática "metaliteraria", lo cual, en principio, puede que eche para atrás a muchos lectores (confieso que incluso a mí mismo, según las circunstancias), poco interesados en el ombliguismo que se pueden traer escritores, críticos o simples reseñistas en blogs... Error. Porque Panfletario es, ante todo, un libro muy divertido. Zaldua ha recopilado aquí diversos textos referentes a la cosa literaria, en su más amplia concepción, que ha ido publicando  a lo largo de los años en diversos medios y en las dos lenguas que le son propias -aunque más en euskera y en medios vascos; de ahí las continuas referencias a su por fuerza, más exigua literatura-; el otro elemento común a todos los artículos, decálogo y hasta pequeños relatos seleccionados es, como ya digo, el humor.  Un humor que se despliega, en general, en forma de ironía, más o menos suave, más o menos ácida, aunque a veces derive hacia el sarcasmo y, sobre todo, no deja títere con cabeza... Porque el tono desenfadado no significa que el autor no suelte aquí las verdades del barquero, sin dejar incólume a casi ningún sector participante en esta cosa de los libros... (no confundir con la Cosa vasca, a la que dedica un capítulo... y no me refiero a uno de los 4 Fantásticos con txapela); si acaso, el de los lectores, y algún dardo que otro también hay. Sin ir más lejos, esto es lo que asevera Zaldua, conocido no sólo perpetrador, sino defensor acérrimo del relato corto, de sí mismo y de sus colegas que cultivan esta modalidad literaria:

"A fin de cuentas, ¿qué es un escritor sino un quejica? Pues un cuentista es un quejica al cuadrado,  o incluso al cubo. Es decir, el más escritor de todos los escritores..."

No me extenderé demasiado sobre el contenido de los diferentes capítulos, porque lo mejor es que cada cual los lea y disfrute de la ironía e incluso del puntito picante de cierta maldad  (sin ánimo de molestar) que convierten esto artículos en trasuntos del pintxo vasco por excelencia: las deliciosas gildas. Para abrir boca (y demostrar, que, en efecto, el autor reparte estopa a diestro y siniestro), algunos de sus títulos:

  • Guía para prologar adecuadamente.
  • Los siete pecados capitales de la poesía.
  • Texto para leer en la entrega de un premio literario.
  • Decálogo de consejos para el perfecto organizador de eventos culturales.
  • Tridecálogo del escritor amargado.
  • Contra la crítica (y también un poco a favor de ella).
  • Argumentos en contra de la novela (ese género menor).
  • Cómo llenar una contraportada.
No obstante, no puedo resistirme a reproducir aquí el comienzo de uno de mis capítulos favoritos (huelgan las explicaciones) el Manifiesto contra la autoficción. Con vuestro permiso y del autor:
"Un fantasma recorre el mundo literario: el fantasma de la autoficción.Todas las fuerzas de la República de las Letras se han unido en santa cruzada para azuzar a ese fantasma: la academia y la crítica, la FNAC y las librerías hípsteres,los clubes de lectores y los talleres de escritura, Alberto Olmos y Ana Rosa Quintana, las editoriales "soi-dissant" independientes y el complejo Penguin Random House.

¿Dónde están los escritores o los críticos que le harán, por fin, frente?¿Qué partido de oposición lanzará, tanto a los representantes más avanzados de la autoficción como a los más reaccionarios, los epítetos que merecen para así denunciar la literatura selfi?"

Simplemente GLORIOSO.

Otros títulos de Iban Zaldua reseñados en Un Libro Al Día: Ese idioma raro y poderoso, La isla de los antropólogos y otros relatosLa patria de todos los vascosSi Sabino viviríaBiodiscografíasComo si todo hubiera pasado, Nuestras guerras. Relatos sobre los conflictos vascos

domingo, 7 de noviembre de 2021

Santi Mazarrasa: El aspirante

Idioma original: Español
Año de publicación: 2021
Valoración: ¿Está bien?

El aspirante es la primera novela del cántabro Santi Mazarrasa. Aunque la he apreciado, se me ha hecho cuesta arriba. Eso se debe a que la atraviesan elementos de difícil asimilación. Por ejemplo, una estructura reiterativa, un tono por momentos pretencioso y un personaje que en casi doscientas páginas apenas evoluciona. Lo curioso es que estos elementos de difícil asimilación que menciono son deliberados e incluso me atrevería a decir que imprescindibles para que la obra de Mazarrasa funcione. 

Pero vamos por partes. Primero, dejad que os presente a Cayo Valerio, el protagonista de esta historia. Cayo es un fracasado que pasa los días en el apartamento de su novia. Entre esas asfixiantes paredes es donde el lector es retenido a lo largo de todo el texto. Ni siquiera cuando aparece un "flashback" se nos permite respirar algo de aire, abandonar los espacios cerrados, durante mucho tiempo. 

Además de en el apartamento de la novia de Cayo, el lector también está apresado en la claustrofóbica mente del propio Cayo. Ay, Cayo, estás hecho un lío. ¡Cuántos egos combatiendo los unos con los otros! ¡Cuánto autoengaño y cuánta autocompasión! ¡Cuánto dolor, sufrimiento, desesperación! Eso sí, que quede claro que te entiendo. Cómo no iba a hacerlo: reflejas buena parte de las dudas, miedos, incertidumbres y ansiedadades de mi generación, o de las generaciones limítrofes. 

Porque sí, los Millenial y los Z estamos bien jodidos. El ser humano en general lo está, pero nosotros especialmente. Estamos sobrecualificados, pero no tenemos futuro ni laboral ni económicamente hablando. Perseguimos la individualidad a la vez que lamentamos no encajar en la sociedad. Somos responsables de varias mierdas, mas ni de la mitad de las que se nos acusa. Podría seguir horas y horas con este tema, pero creo que ya se entiende que Cayo funciona no sólo en tanto que personaje, sino que opera asimismo en tanto que tótem generacional.

La enjundia del libro no se limita sólo a Cayo, pues aquí hallamos también reflexiones metaliterarias, antropológicas y sociológicas la mar de interesantes, que complementan al estudio psicológico y la descripción demográfica. Sin embargo, estos dos últimos apartados son los que tienen más presencia, lo cual provoca que el conjunto sea absorbido por un solipsismo abrumador. Y esto me permite recuperar una de las pegas que le ponía al libro: el hecho de que su protagonista no evolucione. Transcurriendo tanto rato a su lado, pueden volverse frustrantes sus círculos viciosos, su limitada capacidad para autoanalizarse. En cualquier caso, insisto en que esto es una estrategia narrativa que Mazarrasa eligió.

En definitiva: El aspirante es una propuesta ambiciosa y, hasta cierto punto, valiosa, aunque quizás debería haberse escrito en un formato capaz de conciliar mejor sus búsquedas artísticas con el entretenimiento. Sea como fuere, lo que aporta no está mal y ayuda a visualizar lo jodidas que están las generaciones jóvenes.


También de Santiago Mazarrasa en ULAD: Caníbal sin dientes

domingo, 15 de agosto de 2021

Patti Smith: Devoción

 Idioma original: inglés

Título original: Devotion

Año de publicación: 2017

Valoración: Infumable



Confieso que, a priori, no me esperaba una obra maestra pero nunca me niego a cambiar de opinión para bien. Es más –a pesar de haber leído algunas críticas muy tibias, de percibir cierta renuencia al elogio– esperaba superar mis prejuicios por la irrupción de una advenediza (una más, y van…) en el mundo literario, apoyándome tanto en las críticas positivas recibidas por otras publicaciones de Smith como por haber reincidido repetidamente en este campo tanto ella como sus editores, e incluso (¡qué ingenuidad la mía!, siempre creo que estoy de vuelta de todo pero resulta que me la siguen colando) por ese lavado de cara (y de manos) que encontramos en la sinopsis promocional de esta… ¿novela corta? ¿autoficción híbrida? ¿crónica de un viaje? ¿NADA?. Apuesto por esto último y me explico. Devoción está compuesta por tres unidades de muy poca extensión, sin entidad en sí mismas, con nulo interés literario y ninguna relación entre sí. He tenido en mis manos docenas de recopilatorios más que dignos: volúmenes de relatos, colecciones de artículos publicados en prensa a lo largo de los años, misceláneas, artefactos que mezclan exitosamente diversos géneros o que empiezan siendo una cosa y acaban siendo otra muy diferente etc. En este caso, en cambio, da la impresión –o la evidente y cristalina certeza – de que se han unido tres borradores tan heterogéneos que nunca deberían publicarse en un solo volumen (es decir, no pegan ni con cola, que diría un castizo) y que se ha hecho así porque quien fuera quería publicar algo de la cantante y ella no tenía disponible más que esto. O, peor aún, ha compuesto tres piezas a toda prisa y el cacumen no le ha dado para más. Y por si fuera poco, para rellenar, han colocado unas cuantas fotitos.

Dicho esto, paso a describir lo que va a encontrar quien cometa la temeridad de leerlo, que no dudo serán y habrán sido bastantes porque el fenómeno fan es muy potente, incluso habrá quien lo disfrute, no digo que no, los gustos son libres, yo solo doy mi opinión. La primera parte, y la más digerible, me parece, se titula Cómo funciona la mente y consiste en divagaciones intimistas, en primera persona y cuatro capítulos, donde la autora nos conduce por los recovecos de su cerebro, pasiones vitales, fetichismos culturales y algunos retazos de su vida cotidiana de forma graciosamente desorganizada y arbitraria en apariencia (o no). Aquí destacaría algunas metáforas afortunadas, párrafos con cierto interés, una melancolía bastante atractiva y una prosa agradable (aunque mencionar el estilo tratándose de una traducción puede resultar muy injusto y pocas veces a favor de quien escribe). ¿Se puede mejorar notablemente el estilo de un escritor? Pregunten a los traductores. Pero a mí no me ha disgustado leer algo así. Vean:

“De pronto refresca. Me fijo en unas migas de pan, varias palomas incansables, los besos lánguidos de una pareja joven y un tipo sin techo con barba larga y un abrigo que espera recibir unas monedas. Nuestras miradas se cruzan, así que me levanto y camino hacia él. Tiene los ojos grises y me recuerda a mi padre. Una luz plateada parece extenderse sobre París. Noto un arrebato de nostalgia inducida por la perfección del presente. Empieza a lloviznar. Pedacitos granulados de película dan vueltas.”

Si hubiese continuado en esa línea estaríamos hablando de otra cosa. Nada excepcional, de acuerdo, pero bastante más aceptable. El problema es que esta sección no ocupa ni cuatro decenas de páginas contando los espacios y las fotos y que, como digo, tampoco tiene gran interés. Ya llegando al final, leemos: “Empecé a escribir el relato titulado “Devoción” en el tren de París a Sète. Al principio se me ocurrió componer un discurso destacado entre voces dispares: un hombre sofisticado y racional y una chica precoz e intuitiva…” Siguen reflexiones sobre su escritura intentando introducir esa segunda parte que acabará dando al traste con todo lo leído hasta el momento. Este es el único elemento de ficción pura y nos presenta a una chica que aún no ha cumplido los dieciséis, sola en el mundo, marcada por la tragedia, ajena a todo lo que le rodea -incluso a sus estudios, que abandona a pesar de su brillantez- excepto a su pasión por el patinaje que practica en un estanque cercano. Sabemos cómo ha llegado a esa situación pero no de qué vive, solo, como ya suponíamos, que no le sobra el dinero. Detecta a un individuo que la observa mientras patina oculto entre los árboles, y así comienza una versión demencial de la fantasía navokobiana, en la que un hombre atento, riquísimo y de conducta irreprochable seduce a una adolescente precoz. No obstante, y por encima de idealizaciones inmundas, los factores que definen el secuestro abusivo y las violaciones reiteradas están muy presentes, solo hay que saber verlos. En primer lugar, la edad de ella, su carácter taciturno, falta de recursos y de un adulto que la oriente, la promesa –nunca cumplida– de que él la va a convertir en una estrella, el alejamiento de su entrenadora, única persona que se interesa de verdad por su futuro, y –lo fundamental– la reacción desesperada de la niña, que acaba deshaciéndose del fulano. “El hambre es su propia carcelera” llega a decir de ella misma. Tal como lo cuento esperarían un relato realista ¿no? Pues, a pesar de tantas evidencias, nos encontramos ante una especie de cuento de hadas en el que todo está idealizado, un romanticismo de telenovela barata, una sarta de incoherencias que no firmaría nadie que haya leído algo en su vida, ante lo inverosímil elevado al infinito. Hasta el hombre casado que tiempo atrás las mantenía a su tía y a ella, y que por tanto llevaba vidas paralelas, aparece como un tipo genial, un dechado de virtudes porque ¡oh maravilla! un día compró una pulsera con colgantes. Impresiona que quien fue todo un icono de la contracultura tenga un cacao mental de ese calibre; con esa forma de analizar los hechos, ¡cómo nos vamos a extrañar de que haya quien no perciba la violencia contra las mujeres!

Un escritor tiene que conocer bien el mundo en que vive y saber hacia dónde se dirigen los personajes que ha creado. A falta de esto, el argumento va a la deriva, enlazando incongruencias y acaba de cualquier forma, sin desenlace. No es que este quede abierto sino que todo flota, el personaje, la historia, la propia Smith y hasta sus lectores, que volvemos la página esperando encontrar algo mejor en la última parte: afortunadamente, la más corta. Porque tampoco esta vez tenemos suerte. Les ahorraré detalles, basta con decir que recrea, o más bien presume de un viaje de París a Aix-en-Provence, invitada por la hija de Albert Camus y que todo se reduce a una sucesión de banalidades y a la clamorosa ausencia de la figura del escritor. Con repetir su nombre una y otra vez parece que ya ha cumplido.

Aunque tampoco es para tanto, lo cierto es que era de esperar algo así. Se trata, recordemos, de alguien que solo ha demostrado tener buena voz y entonar correctamente. Sin más. No puedo entender esa manía de dar crédito y aplauso a todo lo que hagan determinadas personas solo porque son populares. Aparecer en papeles y pantallas no otorga inteligencia, cultura ni aptitudes artísticas diferentes a las que han dado fama al individuo (que en otros muchos casos no ha destacado por ningún mérito propio, hago notar). Me doy cuenta de que casi he escrito yo más que la propia Patti Smith, pero no era para menos. Ahora que cada uno saque la conclusión que le parezca.

Traducción: Ana Mata Buil


Otras obras de Patti Smith: M Train

sábado, 16 de enero de 2021

Jo Nesbo: Macbeth

 Idioma original: noruego

Título original: Macbeth

Año de publicación: 2018

Valoración: Disfrutable

 

Como muchos de ustedes sabrán, y yo ignoraba hasta hace poco, (no por prejuicios, bueno, quizás un poco sí, pero sobre todo porque bebo de fuentes distintas), Jo Nesbo es un apreciado autor noruego especializado en novela negra desde su primera incursión en la escritura allá por 1997, más conocido hasta entonces por liderar un popular grupo musical. Aquella primera novela inauguró la serie del inspector Harry Hole compuesta hasta ahora de doce títulos, aunque existen otras dos series más, una de ellas de carácter juvenil, y otro puñado de obras independientes del que forma parte una cuyo título coincide con el publicado por un tal Shakespeare hace ya varios siglos, no sé si les sonará de algo.

Leo por ahí que los libros protagonizados por Hole han tenido más repercusión que los del también escandinavo Stieg Larsson. Me sorprende pero probablemente sea así, lo que sí he constatado es que sus lectores sufrieron una decepción con Macbeth porque no pertenece a la susodicha serie, es decir, porque el tal Harry no hace acto de presencia. Y, mira por donde, cuando estaba a punto de escribir estas líneas apareció casualmente en mi pantalla de televisión El muñeco de nieve, primera película basada en una de estas novelas y para la que se eligió una nómina de profesionales de primera línea. Ni que decir tiene que la vi con todo el interés, aunque me pareció una más entre las muchas de ese tipo que pueblan las salas, programaciones y plataformas. Luego he leído que el propio director reconoce los fallos achacándolos a la premura y falta de medios.

A todo esto, para conmemorar el 400 aniversario de la muerte de El Bardo se puso en marcha una curiosa iniciativa editorial: actualizar algunos de sus argumentos para acercarlos a la mentalidad del s. XXI. Para ello se contó con escritores tan relevantes como Margaret Atwood que recreó La tempestad con el título La semilla de la bruja, con Nesbo, que eligió Macbeth, y con media docena más. Los resultados en forma de novela aparecieron a partir de 2015.

Después de leer a Nesbo he tenido que echar una ojeada al Macbeth original, que no había vuelto a leer desde la secundaria, y he constatado que, en efecto, el asunto principal (la ambición), los personajes centrales y la sucesión de hechos son exactamente los mismos. De eso se trataba, la dificultad –y principal mérito por parte del novelista– consistía en adaptar un clásico a la mentalidad y circunstancias de nuestros días, una obra dramática a novela, y una tragedia a artefacto del género negro. En mi opinión está más que conseguido: la tensión dramática no decae en ningún momento, el juego de personalidades y situaciones es idéntico al original a pesar de las abismales diferencias y, excepto algún momento algo estereotipado, resulta bastante convincente. Pero ¡claro! al menos hasta ahora, yo no soy fan de Harry Hole.

Naturalmente, aquí no encontraremos reyes, nobles ni palacios. La acción se sitúa en una ciudad oscura y brumosa, de cierta importancia aunque en cierto modo dependiente de otra mayor llamada Capitol. El suculento pastel del poder se reparte entre los que lo ejercen oficialmente: el alcalde y el jefe de policía local, por una parte, y las dos bandas de traficantes que lo usurpan, a saber, el omnipotente Hecate y los Norse Riders, un grupo de violentos motoristas. Al corrupto jefe de policía que acaba de morir le sucederá Duncan, segundo en el escalafón y con fama de insobornable. A su vez, Macbeth, hasta ahora respetado capitán de un cuerpo especial llamado Guardia Real, es ascendido sin previo aviso, hecho que le hace tomar conciencia de su valía, e instigado por su mujer, Lady, propietaria de un elegantísimo casino, pone en marcha un maquiavélico engranaje, primero para acceder al cargo vacante, y mucho más tarde para suceder al actual alcalde en las inminentes elecciones. Para lo primero hay que matar a Duncan y a alguno más de rebote, luego hace falta que esas primeras muertes sean tapadas por otras, y así sucesivamente en una escalada de terror que antes de trascender a la ciudadanía debe ser atajada por los propios agentes. Macbeth elimina a los motoristas ganando así la protección incondicional de Hecate, cuyas emisarias –trasunto de las tres brujas de Shakespeare– son además las expertas cocineras de la droga. Las sustancias que estas le proporcionan y la invulnerabilidad prometida por Hecate mantienen controlado a Macbeth, pero en medio de esa infernal cadena de crímenes varias víctimas consiguen escabullirse y formar un pequeño grupo que se confabulará para destruir al tirano.

Los que gusten de acción trepidante, confabulaciones a mansalva, componendas políticas y un ambiente muy, muy sórdido, se encontrarán en su salsa leyendo esta enrevesada trama, al más genuino estilo de su autor, cuyas más de seiscientas páginas nos deparan una sorpresa tras otra. Pero por encima de los rasgos propios del thriller encontramos un estudio de los caracteres humanos –abiertamente maniqueo, tal como exigen y exigían las convenciones de un género y otro– que se ha mantenido en estado de crionización desde el siglo XVI hasta ahora.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Margaret Atwood: Penélope y las doce criadas

Idioma original: inglés
Título original: The Penelopiad
Año de publicación: 2005
Traducción: Gemma Rovira Ortega
Valoración: recomendable

Toca hoy, amigos y amigas de ULAD, no el último libro de la ya celéberrima Margaret Atwood, como tal vez alguien haya creído al verlo en las mesas de novedades del las librer... uy, perdón, en qué estaría yo pensando... En fin, que no se trata de un nuevo libro de Margaret Atwood, sino de una reedición, al menos en España, de una de sus novelas, de aquel jubiloso año de 2005, cuando aún no sabíamos lo que eran las pandemias globales y vivíamos tan pichis, instalados en nuestra burbuja económica. Novela -o novelita más bien- bastante peculiar, pues entraría, sin duda, en esa categoría, siempre riesgosa de caer en la pedantería, de la "metaliteratura"; es decir, literatura sobre literatura. Sí, algo que huele a gafapastismo de lejos, aunque por suerte doña Margaret tiene el antídoto que le permite sobrevivir a ese peligro, como también demostraría años más tarde con La semilla de la bruja: no es otro que el humor.

Y eso que la idea medular de esta novela no parece muy dada a ella; como el propio título en castellano indica, las protagonistas y además narradoras son, por una parte, Penélope, esposa de Odiseo (*) y reina de Ítaca, que se ve obligada a esperar durante veinte años a su marido, partido a la guerra de Troya y después a recorrer el Mediterráneo fornicando aquí y allá con diosas y hechiceras, mientras ella cría a su hijo Telémaco (no demasiado bien, que le sale un poco caprichosito), teje y desteje el sudario de su suegro y da largas a los muchos y muy gorrones pretendientes a su mano, y, claro está, al trono, que se agolpan cada día en su palacio. Por otra parte, están sus criadas preferidas, que además de sufrir los abusos de estos pretendientes, a los que se ven obligadas a atender y soportar, son luego  por ello colgadas por Telémaco, a una orden de Odiseo, cuando éste vuelve por fin y acaba con los molestos moscones. En el libro de Atwood, las criadas conforman un coro típico del teatro griego, y van punteando de forma no poco sarcástica, precisamente, el discurso de su señora.

Pese a su brevedad, la novela puede analizarse atendiendo a varios asuntos: 
  • Desde una perspectiva de género: es la lectura más evidente, puesto que el punto de vista de las mujeres el que nos presenta toda la historia (punto de vista que en la epopeya original no se tenía en cuenta, sobra decir). Eso no se trasluce en una complacencia acrítica: Helena de Troya, prima de Penélope, no sale muy bien parada, y tampoco Anticlea, madre de Odiseo, ni su nodriza Euriclea. Ahora, bien, tampoco tengo muy claro si a ésta se la puede considerar una novela feminista 8ni soy el más adecuado para decidirlo).
  • Desde una perspectiva de clase: porque si empatizamos con Penélope, reina de Ítaca y sus cuitas, mucho más -lo hace ella misma, en verdad- con las infortunadas criadas que se llevan la peor parte de la situación creada por la tardanza de Odiseo; obligadas a atender a los pretendientes, violadas por éstos y, por último, asesinadas como represalia por "confraternizar" con ellos... (resulta inevitable acordarse, por cierto, de las "criadas" de otro famoso libro de esta autora).
  • Desde una perspectiva antropológica -esto lo comenta en el libro el propio coro de criadas-: este episodio de la Odisea representaría la sustitución, en diversos lugares del mediterráneo, de los cultos a diosas femeninas regidos por ciclos naturales, por religiones dominadas por dioses (y sacerdotes) masculinos.
  • Desde la perspectiva metaliteraria (ésta quizá sea la que más nos interese a muchos lectores): la novela, en la línea de otras que se han escrito antes y después -hace poco yo mismo reseñé aquí Ancho mar de los Sargazos, por ejemplo- nos da una versión de alguna conocida historia, pero desde la visión, la lógica y los intereses de algún personaje no tan secundario, pero sí subsidiario de los intereses, etc. del protagonista. Esto nos ofrece una alternativa siempre interesante a la historia original, aunque hace necesario conocer antes ésta -y en este caso, bastante-, para poder apreciarla.
Llegamos por fin, al punto fuerte de la novela (o al menos lo que más me gusta a mí) y ue ya he comentado al principio: la forma que tiene Margaret Atwood de evitar convertirla en una narración plúmbea y, sobre todo, pedante, además de su impecable estilo literario, es echar mano de un gran sentido del humor, que va desde la ironía más fina a la parodia descacharrante de, sin ir más lejos, las populares películas y series de juicios (novelas no sé si hay tantas, aparte de Matar a un ruiseñor). Es algo en lo que, sin duda, doña Margaret acierta de pleno y convierte la lectura de esta novela, ya de por sí interesante, en una actividad aún más palcentera. Que además se lee en un pis-pas, lo que también es de agradecer... 

(*) Ulises, claro, aunque Odiseo es la manera correcta y molona de llamarlo, como explica Irene Vallejo en El infinito en un junco... además de que es la forma que aparece en este libro.


Tropollón de reseñas de libros de Margaret Atwood: aquí

martes, 25 de febrero de 2020

Helder Macedo: Sin nombre


Idioma original: portugués
Título original: Sem Nome
Año de publicación: 2005
Valoración: Está bien




Una novela –o cualquier otro artefacto narrativo que nos acompañe a lo largo de los días, como las series de TV– acaba siendo un compañero de viaje cuya presencia puede producir sensaciones muy diferentes. Cerramos el libro por última vez y lo hacemos con alivio, tras días de resistir a la tentación de abandono, sorpresa, porque estábamos tan enfrascados con la historia que ni nos fijamos en las páginas por leer, la promesa de no olvidarlo nunca o, como en este caso, sospechando que un autor experimentado y muy listo nos ha tomado un poco el pelo. Helder Macedo (1935) es un autor portugués nacido en Mozambique, hijo de funcionario y político ocasional a su vez, que repartió su quehacer periodístico entre Londres y Lisboa, igual que el protagonista principal de la novela. La mayor parte de su producción consiste en ensayo y poesía, abarcando la ficción, aproximadamente, el 20 por ciento de esta. Su novela más celebrada es Pedro y Paula (1998)

Dicho esto, pregunto: ¿Puede un planteamiento más o menos filosófico justificar cualquier inconsistencia narrativa? ¿No es el elemento absurdo mucho más difícil de manejar que cualquier argumento apoyado en la lógica, como demuestra la prestigiosa corriente teatral (Ionesco etc.) que logró llevarlo a la cima? Los narradores tienen a su disposición toda una gama de cuestiones esenciales y existenciales que pueden poner en marcha si les place, cuestiones que en manos de un Borges, por ejemplo, alcanzaron la excelencia artística. Pueden hablar, sin mencionarlos, del asunto del doble, de la identidad personal y nacional, de cómo el tiempo modifica cuerpos y mentes hasta no dejar ni rastro de lo que fuimos, de fidelidades políticas y personales, de la traición y sus incalculables consecuencias, de represión y tortura, de amor y sexo como entidades independientes, de mitos nacionales que transmiten una ilusión de grandeza, de casualidades impredecibles y difíciles de creer –cuidado con esto en narrativa porque es una tentación al alcance de todos que puede acabar fatal–, de relaciones asimétricas, de las fronteras entre realidad y ficción etc. Si hacemos un recuento exhaustivo, encontraremos en esta novela estas y otras muchas ideas igual de interesantes pero de lo más escurridizo, por sí solas y más aún cuando se mezclan. Entonces la confusión que afecta al escritor se traslada a los lectores y, en lugar de disfrutar o aprender, nos instala en un desconcierto algo incómodo.

Concretando. Un abogado portugués residente en Londres se presenta en el aeropuerto, requerido por la policía, para que identifique a una turista cuyos documentos no concuerdan con sus rasgos personales, disparidad que, como tantos otros misterios que se van introduciendo, no llega a aclararse nunca. La mujer retenida es una periodista portuguesa que no conoce al abogado ni, por cierto, absolutamente a nadie en todas las Islas Británicas, pero alguien –una mano mágica– le facilitó su teléfono en origen y recurre a él como último recurso. El problema consiste en que la documentación de ella parece falsa, la edad no coincide con su aspecto, el nombre también resulta ambiguo y la situación, en su conjunto, parece bastante irregular. Se presenta allí el tal José, con sus cincuenta y pico años a cuestas, y resulta que –la hasta ahora– Marta (por otro nombre, Julia) es idéntica a una antigua novia cuya pista perdió treinta años antes; se llama igual, pero con matices, y, para acabar de arreglarlo, su vivienda es la misma que la que compartió la pareja antaño. Pero ella aún no ha cumplido los treinta. Resultado obvio: perplejidad por parte de todos, en particular del abogado, que cree estar ante una aparición y eso le mantiene conmocionado toda la novela, de la policía, que se cura en salud mandándola a su casa, y de ella misma, pero mucho menos de los esperable: a pesar de ser la que está bajo sospecha y a la que han privado de sus vacaciones, se queda tan fresca y vuelve a meterse en el avión.
Amparado en un envoltorio metaliterario con mucho abolengo pero que, en mi opinión, no aporta nada aquí, Macedo nos embarca en un maremágnum de especulaciones que nos vuelven un poco tarumbas sin que lleguemos a sacar nada en claro. Él va a visitarla a Lisboa pero el misterio no se resuelve, ella vive obsesionada con la aparente desaparición de la otra, investiga aquí  y allá, se inventa lo que le parece (y él no llega a descubrirlo), pide a un par de amigos que busquen información sobre su paradero con el pretexto de un proyecto de novela y miente descaradamente a todo el mundo. Él vive sumido en la confusión, cada uno por su lado se plantea un escarceo amoroso con el otro y, finalmente, cuando el ovillo llega a su máximo nivel de enredo, la secretaria de José confiesa una pequeña omisión, que nadie sabe –ni nosotros– si fue trascendente o no y hasta qué punto y, aunque no resuelve nada, sirve de pretexto al autor para ejecutar el vuelco narrativo que necesitaba para llegar a un desenlace.

Después de lidiar con este endiablado argumento, no me ha parecido una reflexión intelectual de alto calado sino una pretensión fallida de conseguir algo así, pero no puedo descartar que me esté equivocando. Puede que alguien más experto en el autor aporte las claves imprescindibles que arrojen luz sobre tanta incertidumbre.

martes, 9 de julio de 2019

Enrique Vila-Matas: Esta bruma insensata

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2019
Valoración: Entre Recomendable y Está bien

No descubro nada si digo que Vila-Matas escribe muy bien. Como tampoco es ningún secreto que disfruta como un cochino jugando (Vila-Matas, no el cochino) con lo metaliterario, la intertextualidad y las citas, sean originales o apócrifas. O que tiene don Enrique un bagaje cultural muy respetable que gusta de exhibir y manejar, y que lo hace con soltura y a veces con gracia. Todos estos son elementos reconocibles en el autor, o al menos es lo que se desprende de las reseñas que aquí se han publicado de todas o casi todas sus obras, porque personalmente solo había leído su anterior novela (Mac y su contratiempo)... y, sí, también en aquella ocasión encontrábamos cosas como las citadas. El maestro Santi, en la Contrarreseña a Kassel no invita a la lógica definía con gracia este cóctel, al que llamaba el método Vila-Matas, y cuestionaba si todo esto es suficiente para armar una novela. La reflexión es igualmente pertinente si hablamos de Esta bruma insensata, pero antes hagamos un boceto sobre lo que en este libro se cuenta. 

Simon es un tipo solitario que vive cerca de Cadaqués y ejerce de traductor y recopilador de citas literarias, actividad esta última a la que Vila-Matas llama hokusai (y que no sé si tiene algo que ver con el pintor japonés, ni si es un invento o realmente existe algo llamado así). Vamos, que entramos de cabeza en el rollo metaliterario. Este buen hombre lleva veinte años suministrando citas (literarias, claro) a un escritor de gran éxito (un tal Rainer Bros) que se oculta del público en algún lugar de Nueva York, una especie de Pynchon germano-catalán, que a su vez mantiene una peculiarísima relación con el Pynchon auténtico –o eso es lo que parece. Pese a la distancia física entre el hokusai y el escritor estrella, su muy diferente estatus y su gélida relación profesional hay algo que une estrechamente a Simon y a su cliente, y al mismo tiempo los separa. 

El texto íntegro es una narración en primera persona que, como puede suponerse, se centra casi en su totalidad en el hecho mismo de la creación literaria. En torno a ella, Simon y Rainer son los dos polos de una dialéctica múltiple que, como las dos vocecitas de la conciencia, encarnan y enfrentan sus respectivas tesis: fe y entusiasmo en el hecho de escribir, frente a desprecio y abandono del ejercicio literario; ficción contra no ficción; creación pura, o intertextualidad; celebridad y anonimato. En última instancia, éxito vs. fracaso. Aunque la reflexión sobre estas ideas (a su vez siempre sembrada de citas) ocupa casi todo el libro, es en su parte final cuando se concretan y en parte podríamos decir que se materializan. Vila-Matas lo hace con inteligencia, claro, no enfatiza a favor de ninguna de las dos opciones, pero de ese magma aparentemente confuso termina el lector por obtener algunas respuestas, aunque siempre abiertas a interpretaciones o sometidas a contradicciones.  

Porque esto, aparentemente novela, tiene bastante de ensayo y también cierto aire lúdico, porque esa colisión entre dos formas de entender la literatura (todo lo nebulosas que se quiera) efectivamente crea tensión entre los personajes, pero esta no se transmite al lector. Poniéndonos unamunianos diríamos que no hay ‘agonía’ ni ‘sentimiento trágico’, solo miradas diferentes, posibilidades abiertas. Se le va a gusto al autor en ese terreno, donde exhibe su agilidad para divagar por distintos caminos sobre el hecho literario y hasta se permite deslizarse en alguna ocasión hacia lo onírico. Y en ese contexto de lo metaliterario, me permito destacar una poderosa imagen, de mucho contenido aunque parece dejada ahí como por casualidad:

(…) Se apiñaban una gran cantidad de familias felices y de familias infelices, tribus rusas y chinas, suegras y cuñados de todas las razas y clases sociales, jóvenes solitarias y señoras de edad, abanderados y no abanderados, camareros y turistas, todos absolutamente indiferentes a la literatura, a la fama mundial del empedernido bebedor Rainer Bros y a mi archivo.

Sin embargo, Vila-Matas parece menos cómodo en terrenos digamos más convencionales. Es cierto que una de las escenas mejor resueltas es el viaje de Simon a Barcelona en el coche de un pintor (donde aparece uno de los pocos momentos de humor), pero en cambio funciona peor el entorno histórico-político que sirve de telón de fondo a la segunda mitad del relato: quizá forzado por la relevancia del momento, Vila-Matas sitúa la acción en la Barcelona de los últimos días de octubre del 17, es decir, en plena efervescencia de la Declaración unilateral de independencia y las situaciones inmediatamente posteriores. Ni qué decir tiene que el decorado resulta algo impostado, o mejor aún, ajeno, dando la impresión de que no aporta nada más allá de un paisaje llamativo. A lo sumo útil –y es que uno siempre tiende a justificar al escritor- para subrayar la imagen que transmite el párrafo que copiaba arriba: la soledad del escritor (escritores en este caso) ante una sociedad que le ignora, sumida en sus propias preocupaciones o en su mera cotidianeidad. O, volviéndolo del revés, el ensimismamiento del autor en su propio mundo, mientras todo se agita a su alrededor.

En fin, que como puede deducirse, el libro, construido con pulcritud e inteligencia, gustará seguro a los fans de Vila-Matas y a quienes disfrutan con los entresijos y las diferentes perspectivas de la creación literaria en sus múltiples facetas. En tanto que novela –lo que quiera que eso sea- con un desarrollo y algo parecido a un argumento, esta última entrega de don Enrique resulta algo más cuestionable. Quizá nos gustaría ver cómo asoma un poco más fuera de esa burbuja, que a lo mejor no es tan autosuficiente como él cree.

Todas las reseñas sobre Enrique Vila-Matas en ULAD: aquí

lunes, 21 de enero de 2019

Pol Beckmann: Novel·la

Idioma original: catalán
Título original: Novel·la
Año de publicación: 2018
Valoración: bastante recomendable

En la permanente y constante búsqueda de nuevos talentos, parece que el año pasado fue fructífero y complaciente con este humilde reseñista. A las ya mencionadas Eva Baltasar y Marta Orriols, una nueva y joven voz se añadió a esos autores que dan el salto al género de la narrativa: hablamos de Pol Beckmann quien, después de haber publicado una cincuentena de cuentos participando en premios literarios, se atrevió a publicar su primer libro de narrativa. E hizo bien, a tenor del resultado obtenido y las críticas cosechadas.

La novela que nos ocupa es de corta extensión y donde mi prudencia ya habitual en no adelantar lo que ocurre se extrema en este caso, pues cuanto menos se sepa del argumento, más sorpresa causará al lector. Y este es uno de los puntos fuertes del libro. Así que no seré yo quien lo estropee.

En esta novela, con un claro componente de meta literatura o meta ficción, lo primero que sorprende, ya en sus primeras páginas, es el estilo desenfadado, pero a la vez perfectamente narrado, que destila el libro. Hablaría de un estilo fresco pero esta palabra a menudo tiene connotaciones negativas por lo que hablaré mejor de desparpajo, pues no negaré que se hace evidente y palpable la juventud del autor, quien no rehúye ni esconde su edad. Y, en aras de ese atrevimiento y meta ficción, el autor escoge su propio nombre (prácticamente) y se lo otorga al protagonista de la obra, quien ejerce de protagonista absoluto, narrador, y quien, a la vez, también es escritor (e incluso parece que hasta pueda tener su misma edad). Y es la capacidad narrativa enérgica propia de esa edad la que alimenta el ritmo de la novela como si de una juventud algo alocada se tratara. Así, afloran en ella las dudas propias de la edad, un punto de inconsciencia o irresponsabilidad, pero a la vez un punto de euforia y desenfreno, atrevimiento y vitalidad; la exposición sin filtros al errático camino vital de un escritor perdido en su propia vida y en ausencia de una inspiración que le permita plasmar sobre papel lo que en su cabeza tiene forma de éxito.

En la narración, las escenas se entremezclan en la cabeza de Bekman, estableciendo un juego de muñecas rusas donde el personaje entra en una espiral de vidas ficticias o reales, personajes dentro de personajes, ideas imaginadas mezcladas con las reales o al revés, en una obra literaria donde lo onírico, lo imaginario, lo creativo, lo ficticio y lo real se entremezclan en un solo personaje. No sabemos qué es lo que hay de realidad o de verdad en ello, ni cuanto, pero la prosa y el estilo del autor nos envuelve en una lectura trepidante que vas más allá de lo que la propia historia cuenta, y nos lleva a explorar caminos donde personaje y autor, realidad y sueños, se entremezclan conformando una muy original novela que posiciona al autor como uno de los talentos a seguir muy de cerca.

De esta manera, obra y escritor, narrador y narración, sueños y realidades se entremezclan conformando una amalgama de ideas que envuelven, ocupan, habitan y crecen en la cabeza del autor y, por extensión, en la de un lector que asiste con interés al desarrollo de una historia caóticamente enrevesada. Estamos hablando de libros dentro de libros, de personajes dentro de personajes, en un ejercicio literario que va más allá de una simple historia, pues pretende estructurar, de manera coherente, la explosión de ideas que emana de la cabeza de un autor atrevido y valiente, osado y directo, espontáneo y brillante. Porque nada es lo que parece, o sí lo es, pues la vida la conforma no solo aquello que vivimos, sino también aquello que experimentamos, aunque sea únicamente en nuestra cabeza, o en la de los personajes que a su vez creamos.

De esta manera y partiendo de un triángulo amoroso, Beckmann ha escrito una novela fractal en la que plantea un juego meta ficcional en un ejercicio intelectual atrevido, pero a la vez acertado, donde realidad y ficción (y ficción dentro de la ficción) plantean un juego literario y analítico sobre la condición humana, sobre la realidad que vivimos y creamos, sobre las ilusiones y los sueños, sobre los distintos mundos en los que vivimos de manera simultánea y en el que intentamos encajar el mundo de los demás en el nuestro.

Prometedor debut el de Pol Beckman, en una novela que se disfruta por el exceso: el exceso en la historia, que uno adivina atrevida y forzada, pero que la narración valiente y desmesuradamente locuaz la convierte en un divertimento interesante. Porque es bastante irrelevante si la historia es algo inverosímil, pues dudo que un autor que pone su nombre y profesión al personaje protagonista, y encima narre en primera persona, tenga algún inconveniente en que así sea calificada. El planteamiento y juego literario en el que el autor invita al lector a participar, entrar y aventurarse, sustenta sobradamente una obra en la que la ficción muestra su mayor propósito: un ejercicio de imaginación sin límites ni cortapisas. El autor se muestra valiente y compensa su juventud con una gran calidad literaria; su osadía es su virtud, su atrevimiento es un valor y la narración cumple ampliamente con el cometido. Espero que la novela sea traducida al castellano porque se trata del debut de un talento a tener muy en cuenta, y del que deseo que su evolución esté a la altura de este prometedor debut.

viernes, 21 de septiembre de 2018

Nuria Amat: El sanatorio

Resultado de imagen de el sanatorio nuria amat amazonIdioma original: español
Año de publicación: 2016
Valoración: Inane

Tras catorce días viendo el libro abandonado en cualquier rincón de mi casa, abriéndolo de vez en cuando a regañadientes por puro sentido del deber, tengo muy claro que mi obligación es decir la verdad. Y la verdad es que, por una serie de razones que especificaré más adelante, me ha agotado esta lectura, de ella apenas he disfrutado algunos párrafos a los que jamás habría llegado motu proprio. Eso no quita para que me cueste horrores emitir una opinión tan extrema sobre una obra cuya autora es sobradamente conocida, y reconocida, en nuestro panorama literario. Recuerdo, una vez más, lo subjetivo de mi visión y que no pretendo sentar cátedra. Por eso, a todo el que sienta curiosidad, le animo a comprobar por sí mismo qué es lo que hay detrás de un título tan sugerente.
Hasta ahora, Nuria Amat no era más que un nombre para mí, esta es mi primera incursión en una obra suya y puede que sea una limitación a la hora de juzgarla. Porque quizá deba situarse a El sanatorio entre sus obras menores. Porque ubicar un texto en un contexto puede prestarle una categoría que no se aprecia en el producto aislado. Porque quizá mi valoración esté lastrada por el desencanto al no encontrar lo que esperaba (una novela distópica). Porque, al fin y al cabo, se trata de una obra valiente y sincera, virtudes que, si bien no son garantía de calidad, considero indiscutibles y es de justicia resaltarlas.
De todas formas, me sorprende que una escritora cuya profesionalidad es de sobra conocida presente –aunque no constantemente, por fortuna– unas… digamos peculiaridades sintácticas que no cuadran, ni con lo que esperábamos a priori ni con otros fragmentos del texto. Hasta tal punto que algunas frases resultan farragosas y otras francamente ininteligibles.
En primer lugar, aclaro que, aunque a primera vista lo parezca, no estamos hablando de ficción, ya que la autora no se está inventando nada, ni siquiera recreando hechos reales. Nada que se parezca al asfixiante y opresivo escenario de hechos distópicos, al estilo de El cuento de la criada, aunque la imagen de portada y el texto de contraportada induzcan a pensar que es así. Tampoco es propiamente un ensayo, pues no reflexiona sobre ningún asunto concreto. Podría decirse que se encuentra a mitad de camino de cualquier género y de ninguno, al moverse entre la libre expresión de sentimientos, la reflexión metaliteraria y la introducción de datos conocidos. Estos le sirven para recrear, aunque muy rara vez, situaciones hipotéticas (y esto es lo más cercano a la narración que encontraremos) y, más a menudo, para dialogar con Siegfried Unseld, editor que fue en su época de autores de primera línea (Walser y Bernhard, por ejemplo) y que tiene en su haber una obra extensa, gran parte de la cual está dedicada a relatar la relación que mantuvo con sus editados. Entre ellas destaca El autor y su editor, publicada en alemán en 1985 y que quizá haya servido a Amat de fuente para gran cantidad de episodios.
Procedimientos similares fueron utilizados por autores como Claudio Magris, Orham Pamuk y Cees Noteboom, entre otros, aunque con resultados infinitamente mejores. Al igual que ellos, se propone romper las fronteras entre géneros, tal como insinúa en algún punto y como ha venido haciendo en obras anteriores. Quien nos habla aquí es la propia Amat, en primera persona, exponiendo un punto de vista muy concreto sobre los hechos que se están desarrollando en la Cataluña actual (el sanatorio del título). Para ser exactos, más que un punto de vista, se trata de una explosión de sentimientos, de una larguísima lamentación (para mí absolutamente tediosa) con la que introduce el texto –y que abarca algo menos de un tercio del total– y vuelve a aparecer más adelante entremezclada con el resto de contenidos. Estos consisten en una recopilación de informaciones sobre la trayectoria literaria de autores como Duras, Kafka y Flaubert, además de los mencionados, a lo que añade sus personales reflexiones sobre el oficio de escribir, pequeñas cuñas que podrían calificarse de ensayo literario y que, en mi opinión, constituyen lo más gratificante, incluso lo único aprovechable, de El sanatorio. Este sesgo metaliterario sirve secundariamente para quitarnos de encima tanta angustia.