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martes, 31 de diciembre de 2024

Miren Agur Meabe: La puerta del mar

Idioma original: euskera

Título original: Itsasoaren atea

Traducción: Miren Agur Meabe

Año de publicación: 2001

Valoración: Recomendable para su público


Pues para cerrar el año tenemos literatura juvenil, un género o subgénero que no tengo muy claro que me sienta capacitado para valorar correctamente. Como en cualquier otro caso, entiendo que tiene sus propios códigos, que deben contemplarse en función del público al que se dirigen. En el caso de este libro, y tirando de un criterio meramente doméstico, creo que ese segmento podría fijarse entre los doce y los catorce años. ¿Qué se debe ofrecer a un chaval de esas edades? En mi opinión, aventura, ciertas dosis de misterio y algo de miedo, un lenguaje que vaya un poco más allá de lo sencillo, valores que se deben subrayar, una atmósfera que invite a sumergirse en el relato, cosas así. En definitiva, entretenimiento sí, pero también un reclamo para saber más, pensar y avanzar. Pero claro, todo esto lo sabe mucho mejor que yo Miren Agur Meabe, que para eso tiene un buen montón de publicaciones de este tipo y numerosos premios.

En esta ocasión nos lleva a un escenario de corte romántico, mediados del siglo XIX en una isla atlántica quizá cercana a la costa de Bretaña. Una chica, huérfana de madre, es enviada a vivir con su abuela, y enseguida entrará en contacto con diversos personajes del lugar, por lo que irá conociendo viejas historias de sagas familiares, y descubriendo caserones con pasadizos secretos, diarios polvorientos, confusos relatos de desapariciones y amores prohibidos.

Como supongo que exige el género, la niña trasciende su edad y se convierte en protagonista de una aventura, disfruta ante emociones nuevas y no se arredra ante los misterios, se sobrepone a los peligros y ayuda a quien lo necesita a su alrededor. Una buena combinación para atraer al lector joven y mantener su atención en esas edades en que, supongo, siente la necesidad de experimentar, adentrarse en el mundo adulto y cobrar conciencia de que puede intervenir en él como un actor importante.

Me gusta el escenario, tenue pero bien construido, suficientemente oscuro y con la sensación de lejanía y vulnerabilidad que transmite la isla como confinamiento en el que la única opción es integrarse en aquel mundo y valerse de la bondad, el valor y la astucia para sobrevivir a los peligros y conseguir que triunfe la verdad. Hay también cosas que me convencen menos, como esos chispazos, entiendo que no siempre justificados, de elementos sobrenaturales que imagino que buscan más que nada seducir al lector, o una nómina de personajes que me parece algo excesiva, y que en mi opinión dispersan el foco sin necesidad.

Pero reconozco que quizá estas pequeñas objeciones están hechas desde un punto de vista de lector adulto, y manejando las claves de un relato juvenil se debieran valorar de otra forma. En conjunto, y con todas las cautelas que vengo indicando, el libro me parece bastante adecuado para esas edades, entiendo que tiene el punto justo de una prosa bien calibrada y seguramente gustará al público al que va dirigido. Se preguntarán cosas los jóvenes lectores, seguramente disfrutarán de la mayoría de los pasajes, y deberán detenerse a pensar en algunos detalles. Y eso siempre está bien.


También de Miren Agur Meabe reseñado en ULADUn año en el faro

jueves, 3 de octubre de 2024

Gregorio Muro Harriet & Daniel Redondo: La marca de la bruja

Idioma original: castellano, euskera y francés (*)

Títulos originales: Infernuko erromesak; La marque de la sorcière; La marca de la bruja.

Año de publicación: 1983 por parte, en la revista Habeko Mik; 1985, como álbum integral.

Valoración: recomendable

Puesto que ha comenzado eso que los cursis llaman la spooky season (convendremos que suena bastante cheesy... aunque claro, decir cheesy también lo es), propongo hacer un repaso por diferentes personajes emblemáticos del género de terror, ése que a algunos nos encanta (nunca mejor dicho), aunque nos lo pueda hacer pasar bastante mal... y de hecho, mejor si nos lo hace pasar mal. Uno  de esos arquetipos terroríficos, ya desde los cuentos populares enraizados, supuestamente, en la noche de los tiempos: las brujas. 

También es verdad que la acusación de brujería se solía hacer en épocas pretéritas de forma no ya falsa, sino bastante gratuita y eso es lo que le ocurre a la protagonista de esta historia, Elvira de Goitie, una vecina de Ustaritz, en Lapurdi (País Vasco francés), que en 1611 es detenida por supuesta brujería (la verdadera causa de la acusación es bastante más pedestre). Logra escapar de la prisión junto a unas tía y sobrina de Biarritz, Catheline y Ane, y junto al hijo de Elvira, con la ayuda dela curandera Inés de Goiburu y el pastor Martín de Harza, cruzan la frontera, perseguidas por los hombres del tristemente célebre Pierre de Lancre -este sí fue un personaje real-, para llevar a cabo un periplo por tierras navarras, riojanas y aragonesas durante el que vivirán diversas aventuras, sinsabores y alguna que otra alegría. De paso, se irán uniendo a esta improvisada familia  otros miembros como el joven Felipillo o el alquimista francés Eugéne.

Así pues, asistiremos a tribulaciones varias, combates a espada, asesinatos... de hecho, buena parte de las vicisitudes de Elvira y sus amigos se diría sacada de algún episodio de C.S.I. o de algún caso de la señora Fletcher, puesto que deben resolver los misterios con los que se van topando -en algún caso, siendo ellos también el objetivo de los criminales- en una variedad de aventuras de lo más entretenida, a lo largo de cuatro episodios largos y tres intermedios más cortos ; al parecer, en su momento se publicó también un quinto, pero por mor de las circunstancias no fue terminado de forma satisfactoria y no fue incluido en esta recopilación...


Lo más interesante, aparte de la trama en sí de estas historias, es la ambientación que se hace de la época, el siglo XVII, con un repaso de los entresijos de la sociedad, las costumbres, fiestas, etc. aparentemente muy bien documentado, así como un retrato de ciertos grupos marginales como los pícaros y buscavidas, los agotes de Navarra y los moriscos -ocultos- de Aragón. Los autores muestran además una gran sensibilidad hacia los problemas de las mujeres de la época, totalmente subordinadas al dominio masculino y víctimas, a menudo, no sólo de la violencia individual sino institucional (sensibilidad que tal vez pueda sorprender a algunas miembras y miembros de las nuevas generaciones, viniendo de unos "señoros" de hace 40 años... lo que demuestra que los prejuicios suelen estar errados).

Para que esta ambientación resulte verosímil es fundamental el aspecto gráfico de este cómic; las ilustraciones de Daniel Redondo, de trazo realista y muy detallado, en la línea de la BD de género histórico y de aventuras de aquellos años (François Bourgeon, Juillard, Hermann Huppen), no sólo muestran un grandísimo nivel en lo que se refiere a personajes, paisajes y animales (los caballos suelen ser una pesadilla para los dibujantes, según se dice), sino además, en la recreación arquitectónica, ya se trata de pequeños pueblos o de ciudades como Logroño, zaragoza o incluso París, mostrando unas reconstrucciones minuciosas y cabe suponer que bien documentadas que resultan una auténtica delicia. Sólo por esto merecería echarle un vistazo a este libro, pero ya digo que no es lo único por lo que recomiendo su lectura, si tenéis la ocasión. Cierto que la bruja en cuestión no satisfará tanto a los amantes del terror, pues acaba siendo algo bien diferente, pero eso también era lo que ocurría con las brujas "de verdad", después de todo...


(*) Nota: he puesto estos tres idiomas como originales porque la trayectoria editoria de las historietas recogidas en este libro resulta bastante curiosa. Concebido originalmente en castellano, al parecer, fueron primero publicadas por entregas en lengua vasca, en la revista de cómics para adultos habeko MIk, del organismo del Gobierno Vasco para la enseñanza y difusión del euskera; después editadas como libro en Francia por Dargaud (en francés, se entiende), no siendo recopiladas y publicadas en español (y en euskera, de nuevo), hasta 2017.

sábado, 20 de julio de 2024

Bernardo Atxaga: El hijo del acordeonista

Idioma original: euskera

Título original: Soinujolearen semea

Traducción: Asun Garikano y Bernardo Atxaga

Año de publicación: 2003

Valoración: Recomendable


'La gran novela vasca', es uno de los ditirambos que, como es habitual, lucen en la solapa del libro. Eso de la gran novela quiere tener un aura definitiva, la gran obra que representa a un país, una lengua, que debe ser un texto de extensión generosa, con guiños a la identidad de la cultura en cuestión, y que recorre una parte significativa de su historia a través de unos personajes o de una saga. A todos estos parámetros se ajusta en líneas generales la que creo que es la novela más extensa de Bernardo Atxaga, de manera que, al menos conceptualmente, podría entrar en esa supuesta categoría.

La acción se sitúa en la localización imaginaria clásica del autor, Obaba, una pequeña población, paradigma de la Euskadi rural, que Atxaga fundó en su obra más conocida. Allá por los años sesenta del siglo pasado, el protagonismo lo adquiere un grupo de jóvenes del pueblo, algunos más abiertos a lo urbano, otros incrustados en las tradiciones más rústicas de las pequeñas aldeas montaraces. Esta podría ser, con sus divergencias y conexiones, la primera de varias segmentaciones de aquella primera generación nacida después de la Guerra civil. Porque precisamente otra de las grietas, en principio poco visibles, serán sus antecedentes familiares, en unos casos muertos o represaliados, en otros adictos al bando franquista en distintos grados, simpatizantes, colaboradores o directamente asesinos. Algunos saben y callan, porque la guerra terminó hace mucho, por miedo, espíritu de supervivencia o por simple amistad. Lo que en principio parece ajeno a la vida despreocupada de los jóvenes, va asomando poco a poco, fruto de la casualidad o de la curiosidad, hasta empezar a marcar su propia vida.

Las heridas de la guerra, mal cicatrizadas y ocultas quizá por la voluntad de olvidar para poder seguir adelante, se reproducen sin embargo en estos jóvenes que no la vivieron, y que conviven sin embargo con algunos de sus responsables, ahora bien colocados por el régimen. Los chicos asimilan el pasado, lo entienden a su manera, muchas veces diferente a la de sus mayores, y en poco tiempo se embarcan en una lucha voluntarista, a veces bajo una ideología muy marcada, otras impulsada por la simple necesidad de ‘hacer algo’. Encontrándonos en Euskadi, en un pequeño pueblo donde se conservan bien las esencias, en esa decisiva década de los sesenta, no es difícil adivinar que estamos ante el germen de ETA, una pequeña parte de cuyo desarrollo veremos también.

Atxaga tiene un estilo bien reconocible, sosegado, se podría decir que amable y, si convenimos que la vida no es tan trepidante como a veces nos la quieren presentar, se puede decir que su cadencia se ajusta muy bien a la realidad. Es decir, que acompasa el relato a un ritmo más bien lento que, hay que reconocerlo, puede hacerse algo pesado cuando la narración, como es el caso, tiene un crescendo de fondo bastante evidente. Otra cosa es que voluntariamente haya querido retirar el foco de lo que parecía más importante, el inicio de la violencia política, para reducirlo a consecuencia, inevitable aunque indeseable, del descubrimiento de un pasado que opera también como elemento de maduración. De esta forma, aquellos jóvenes de Obaba, entre los problemas cotidianos de su mundo más o menos idílico, van descubriendo, y el lector con ellos, las sombras de lo que se suponía oculto bajo una trampilla o tras un silencio hosco, y llega así la ruptura con una vida anterior que parece lejana aunque solo hayan pasado unos meses. 

Encontramos también algunos otros aspectos significativos de la prosa del autor de Asteasu, su capacidad para levantar personajes y diferenciarlos con sutileza, la afición por la diversidad de localizaciones, a veces quizá algo forzada (de California a Japón, nada menos) o la necesidad de subrayar el protagonismo de la lengua, la ‘vieja lengua’ que en el relato parece sucumbir más por la diáspora, una globalización avant la lettre, que por la represión o la colonización cultural (Y aquí tengo que reiterar, detalle menor desde luego, que siempre me resulta algo enojoso el empleo de una especie de traducción simultánea, no solo del euskera, que podría haberse resuelto mucho mejor mediante notas al pie, por ejemplo).

Tal vez sea mucho considerarla la gran novela vasca, aunque por argumento, localización y momento histórico, incluso por extensión, pudiera cumplir los supuestos requisitos. Pero es desde luego un libro muy estimable, que puede leerse igualmente como obra narrativa en sí, o como retrato de una época y unas circunstancias, si es que nos interesa esta otra vertiente.

Otras obras de Bernardo Atxaga reseñadas en ULADDesde el otro ladoObabakoakEsos cielosSiete casas en FranciaEl hombre solo


viernes, 2 de febrero de 2024

Iban Zaldua: A escondidas

Idioma original: euskera

Título original: Inon ez, inoiz ez

Año de publicación: 2014

Traducción: el propio autor y Mikel Iturria (en el caso de uno de los cuentos)

Valoración: entre recomendable y está bien 

Último libro publicado en castellano del prolífico escritor Iban Zaldua, el estajanovista de las letras vascas, el taylorista de la narrativa breve, el fordista que saca libros de relatos  como antaño salían coches de las factoría de la Motor Town, a ritmo de soul... (no tengo ni idea de lo que significa nada de lo que he escrito, pero supongo que él sí, así que lo suelto por si se da la casualidad de que lee esta reseña). El libro, en cualquier caso, es una traducción del publicado hace algunos años en su original vasco, Inon ez, inoiz ez, aunque ignoro si ha habido algún cambio o añadidura en el transvase de una lengua a la otra.

En este libro Zaldua vuelve a mostrar su querencia por el regate corto, salvo por un par de cuentos más extensos -y quizás de los mejores de la compilación-; la mayoría son relatos bastante breves, lo cual, junto con la impecable prosa y el humor suavemente irónico, en absoluto agresivo, que recorre todo el libro, contribuye a una lectura fácil y placentera. A grandes rasgos, por su temática, se pueden dividir esos cuentos en tres grupos, lo que no es óbice para que algunos de ellos muestren más de una de las características clasificadoras. De hecho, un elemento común a casi todas las narraciones es la inclusión en ellas de algún elemento fantástico:

  • Por una parte, los cuentos que podríamos considerar como "específicamente vascos", no sólo por su ambientación en el País Vasco -puesto que hay otros que también lo están, pero de forma más superficial, ya que cambiando los nombres de los personajes o lugares podrían convertirse en, qué se yo, cuentos suecos o italianos-, sino porque tratan, de una manera u otra, sobre el mal llamando "conflicto vasco" (mal llamado porque ya Lendakaris Muertos explicó en una canción de hace tiempo cual era el verdadero conflicto vasco), al que este mismo autor, en Como si todo hubiera pasado, denominaba, simplemente "la cosa". Se trata, en este caso, de Discutiendo conmigo mismo, Guerras civiles y su extensión Extracto del informe de la Ertzaintza... y Entrevista. Curiosamente, el primero, quizás el más inherentemente vasco o, al menos, el más difícil de entender fuera de Euskal Herria, tiene el final más inherentemente español o, al menos, más difícil de entender fuera de España. Por su ambición, sin embargo, el mejor de todos éstos me parece Guerras Civiles; también puede que el más irónico.
  • El segundo grupo estaría formado por los cuentos que se pueden denominar "metaliterarios", puesto que tratan sobre otros libros, escritores y juegan o especulan sobre ellos, sobre el acto tanto de escribir como de leer y la relación entre literatura y realidad. Se trata de Cuando me prohibió leer en la cama, El traductor de Kafka y "La Côte Basque" revisited. Excelentes los tres, en especial los dos primeros.
  • Por último, el grupo más extenso, compuesto por relatos de los que se podrían llamar "costumbrismo fantástico", en el sentido de que ellos se introducen elementos fantásticos en realidades cotidianas de lo más comunes -hay un par de ellos, no obstante, Las moscas y Como los chorros del oro en los que ocurre a la inversa, creo yo: se trasladan a contextos costumbristas historias propias de la Ciencia-Ficción... de momento-; en ellos encontramos desde zapaterías que funcionan como la máquina del tiempo de Dr. Who, a llamadas telefónicas de la propia conciencia o una especie de body horror de lo más doméstico en Gusanos de seda. No voy a mencionar aquí todos, sino sólo los dos cuentos que más me han gustado: Madre, una visión diferente -y divertida, cosa que parece difícil de creer- sobre un tema tan espinoso, a la par que trillado, como es el alzheimer o la demencia senil, y Muerte por Twitter, cuento especialmente chanante, sin dejar de ser angustioso, para todos aquellos adictos a la citada red social que ahora tiene, por capricho del cenutrio de su dueño, nombre de género cinematográfico para adultos.
Por último, está el incómodo asunto de la valoración; se me puede acusar, seguramente con razón, de ser un tanto jesuítico con la valoración "entre recomendable y está bien". La razón no es que haya una calidad dispar entre los relatos del libros -no hay ninguno malo, en verdad-, sino que, por simple comparación, al lado de los que me han gustado más otros me resultan digamos más "pedestres", sin que eso suponga que no se disfruten y tengan todos su punto de originalidad. Así que propongo inaugurar una nueva categoría: "Entre recomendable y está bien porque el reseñista es demasiado gilipollas tiquismiquis, pero tirando más hacia recomendable, sin duda".

Bastantes reseñas de libros de Iban Zaldua (+ una entrevista) se pueden encontrar: aquí

domingo, 18 de junio de 2023

Katixa Agirre: De nuevo centauro

Idioma original:
euskera
Título original: Berriz zentauro
Traductora: Aixa de la Cruz
Año de publicación: 2023
Valoración: recomendable
 
Si hay algo de lo que no se puede acusar a Katixa Agirre, es de acomodarse en fórmulas que han demostrado funcionarle y tener éxito. Su anterior novela, Las madres no, tuvo muy buena acogida, tanto en el original en euskera como en sus traducciones al castellano, catalán y muchos otros idiomas. Lo fácil podría haber sido insistir en el tema (la maternidad) o en el género (una especie de thriller periodístico-judicial). En cambio, en Berriz zentauro, la autora se adentra en un terreno bastante poco transitado por la literatura en euskera: la ciencia ficción (o ficción especulativa, que es un término algo más amplio y sugerente). 

Así, la acción de De nuevo centauro se sitúa en un futuro no demasiado lejano, a mediados del siglo XXI, en un mundo que comparte muchos elementos con el nuestro, pero en el que también se han acentuado o acelerado ciertos procesos ya en curso: por ejemplo, el cambio climático ha provocado oleadas de desastres y refugiados; la realidad virtual ha pasado a formar parte de la vida cotidiana, y como consecuencia de las dos anteriores, los viajes se han reducido al mínimo y el turismo prácticamente ha desaparecido. Y sin embargo, esta es la historia de un viaje: el que la protagonista, Paula Pagaldai, realiza a París para documentarse para preparar un módulo educativo de realidad virtual sobre la vida de Mary Wollstonecraft, pionera del feminismo, testigo de la Revolución Francesa y madre de Mary Shelley. (Este recurso de integrar en el texto la biografía de un personaje histórico ya lo había explorado Katixa Agirre en Los turistas desganados, aunque en este caso se trata de un elemento más orgánico en la trama).

Los avances tecnológicos, tan presentes en este resumen, no son un simple elemento de worldbuilding, sino uno de los temas fundamentales de la obra: cómo la tecnología puede cuestionar, modelar o manipular nuestra percepción de la realidad y de nosotros mismos, cómo puede impactar en nuestra relación con los demás, con aspectos positivos y negativos. De nuevo centauro no es en ese sentido una novela "ludita", que cargue las tintas contra el progreso técnico, aunque sí alerte sobre ciertas alienaciones peligrosas. (Y la tecnología no es, por otra parte, la única forma en la que los personajes de la novela escapan de la percepción "normal" de la realidad; de hecho la protagonista tiene alucinaciones en las que conversa con la propia Mary Wollstonecraft, y en los últimos capítulos se adentrará en otro tipo de experiencias "extracorporales" no mediadas por la tecnología).

En cualquier caso, la utilización de medios tecnológicos es también un modo de plantear la disolución o fluidez de los binarismos establecidos: entre máquina y humano, entre humano y animal, en la definición de género o sexualidad. Así, por ejemplo, en sus escapadas virtuales Paula Pagaldai juega a "disfrazarse" con un avatar masculino llamado Viktor para mantener relaciones sexuales esporádicas, y otro personaje central en la segunda parte de la novela, Max Dox, representante de una resistencia contra el avance ciego de la técnica, mantiene una cierta ambigüedade de género y sexualidad que atrae poderosamente a quienes la rodean, incluida la protagonista. El propio título de la novela, con su referencia al centauro (mitad humano, mitad animal), vincula el texto con esta ruptura posthumana de conceptos binarios establecidos, en la línea del Manifiesto cyborg de Donna Haraway ("Prefiero ser una cyborg que una diosa", acaba diciendo). Esto no significa, con todo, que en la novela se obvien las violencias específicas de género (en el mundo real o en el virtual), desde el desigual reparto de tareas domésticas o la discriminación laboral, hasta las agresiones o violaciones de cuerpos o avatares.

Decía al principio que esta novela explora caminos nuevos y diferentes a la anterior; con todo, también existen algunas continuidades entre ambas. Una muy obvia es que repite editorial tanto en la lengua original (Elkar) como en la castellana (Tránsito), aunque en este caso no ha sido la propia autora quien se ha ocupado de la traducción (como sí hizo en Las madres no), sino su colega y amiga Aixa de la Cruz. Otro elemento importante que une ambas novelas es el tema de la maternidad, que era central en Amek ez dute y que aquí aparece en un plano relativamente secundario, aunque relevante: por una parte, está la cuestión de la maternidad de Wollstonecraft; también el proyecto, inspirado inadvertidamente por la propia Paula Pagaldai, de crear un módulo que permita vivir un embarazo y un parto virtual; y por último, también se plantea la posibilidad (que creo que tendría potencial incluso para un spin off en forma de relato) de tener hijos virtuales conectados a todos nuestros aparatos electrónicos, como un Tamagochi omnipresente e imposible de apagar.

De nuevo centauro acaba por lo tanto por ser una novela con varias capas de significado: en un nivel superficial, es una novela de ciencia ficción sobre un mundo que podría ser el nuestro dentro de unos cuantos (pero no demasiados) años; en otros niveles obvios de lectura, es una reflexión sobre la forma como navegamos un mundo en el que, por causa de la tecnología, pero también de la crisis climática o del "final de los grandes discursos" de la posmodernidad, "todo lo que era sólido se desvanece en el aire", como dijeron Marx y Engels hace ya más de 150 años. La búsqueda (las búsquedas) de Paula, así, de referentes o ilusiones a las que aferrarse puede ser la de todos nosotros, sus lectores, en un tiempo de constante(s) crisis.


Entrevista

Esta entrevista fue grabada a través de zoom el día 7 de junio de 2023. En la entrevista Katixa Agirre se refiere al proyecto Borradores del Futuro / Zirriborroak eta gero, en el que se integra el relato "Loratze perimetroa" ("Perímetro de floración") que en varios aspectos se puede considerar el germen de De nuevo centauro.



Otras obras de Katixa Agirre en Un libro al día

jueves, 25 de mayo de 2023

Eider Rodríguez: Material de construcción

 


Idioma original: euskera

Título original: Eraikuntzarako materiala

Traducción: Lander Garro y Eider Rodríguez

Año de publicación: 2023

Valoración: muy recomendable alto

Las comparaciones son odiosas. 

Solamente voy a decir eso. La historia de la literatura dispone de muchos ejemplos de textos sobre muertes de padres o madres. Una situación humana que puede disponer de muchos enfoques, y el tono de esos enfoques, mucha vez, define a un escritor. Porque ante la muerte de un progenitor uno puede oponer un cúmulo de sentimientos que incluirán miedo, rabia, desesperación, nostalgia, por supuesto tristeza. Uno también puede  mostrarse ridículo y expresar su rendida e incontestable admiración por encima de toda lógica, porque ningún padre puede ser perfecto aunque uno pueda verlo así. Todas las reacciones son legítimas, pero no siempre canalizarlas a través de la creación literaria tiene porqué dar lugar a una obra inapelable.

Pero yo decía que las comparaciones son odiosas. 

Material de construcción no es una elegía ni una postración rendida, ni una colección de frases inconexas de admiración pueril. Es una novela (así se define en su contratapa) que parece contener mucho material autobiográfico. Pero ante todo es una narración magnífica y madura de cómo uno asiste al declive inexorable de un ser querido. Sin lloriqueos y con una descomunal habilidad para trazar diálogos que calan en apenas un par de frases, en puras expresiones propias de personas de a pie, sin pretensión moralizante, sin humor negro gratuito, más bien con una dignísima abnegación, la mostrada por Eider, la hija, que contempla como su padre destruye a fuego lento su vida por el alcoholismo. Que asiste a sus infantiles pretextos para ausentarse y aparecer de vuelta en casa asolado por la borrachera. Con tres vértices, poderosos, pero desiguales, el padre como centro de gravedad, atendiendo el negocio familiar y aprovechando cada resquicio de su jornada laboral para ceder ante su vicio. La narradora, hija que se debate entre la disparidad de sentimientos que esa situación le provoca. La madre, cariacontecida ante la situación y protagonizando fulgurantes  destellos en esos chispazos que son los diálogos furtivos, una auténtica joya que aporta vitalidad, credibilidad, ritmo. 

Un retrato familiar que podría resultar trágico y cargado en otras manos, pero que en manos de la escritora vasca  resulta duro, con pocas concesiones, pero abrumadoramente honesto. Ni lagrimeo ni pornografía emocional a cambio de unos cuantos miles de ejemplares vendidos. Lo que decía de las comparaciones. En un mundo ideal Material de construcción sería un éxito desbordante, estaría alto en las listas, aunque fuera  para agradecer ese formidable diálogo interior de la narradora, sin aspavientos, sin desgarro ni necesidad de hurgar en el tuétano del lector, de apelar al sentimentalismo de bazar.

¿La lista de todos los  escritores que deberían aprender de este libro? Podéis añadirla en los comentarios.

Otras obras de Eider Rodríguez reseñadas en ULAD: Katu jendeaUn corazón demasiado grande


martes, 11 de octubre de 2022

Reseña + Entrevista: X ha muerto, de Alaine Agirre

Idioma original: euskera

Título original: X hil da

Traducción: Xabier Mendiguren

Año de publicación: 2015

Valoración: Está bien


La editorial bilbaína consonni, con una trayectoria ya larga, publica una colección que, inspirándose en el famoso cuadro de Courbet, se titula El origen del mundo. Al carácter independiente y alternativo del sello se añade un sesgo decididamente feminista, pero también el deseo de buscar caminos diferentes, ideas o formas de expresión que no encuentran sitio en los cauces convencionales, una mirada crítica, rebelde o simplemente libre a la que se ofrece un espacio para expresarse. Me permito por una vez arrancar con un comentario centrado en la colección porque me parece una iniciativa interesante donde sondear cosas diferentes.

X ha muerto forma parte de ese catálogo, y en un primer momento casi me sorprende, porque podría entenderse como un libro en torno al amor. Unas poquitas páginas son suficientes para intuir que la narradora vive un amor intenso, y de entrada nos encontramos con la desaparición repentina de su pareja, X. Tampoco sabemos nada muy concreto de esa relación porque el relato es un monólogo, casi un diario, donde van quedando anotadas reflexiones sobre esa desaparición. Es por tanto una visión exclusivamente subjetiva, no sabemos, ni a los efectos tampoco importa mucho, lo que X siente o piensa, solo tenemos la versión de la narradora. Y es además un enfoque parcial, sesgado, porque en realidad tampoco habla de sentimientos, sino que más bien se cuestiona algo así como su dependencia: estoy con esta persona desde hace un cierto tiempo, pero las cosas pueden cambiar de repente y dejar de estar juntos por distintos motivos. De esta forma, el relato contempla cómo X muere, desaparece o abandona a su pareja. Por momentos perdemos la noción de si nos están contando algo que ocurre o son solamente pensamientos que giran en desorden.

De aquella primera impresión vamos profundizando un poco más. Podríamos también pensar que se trata de temores ante lo desconocido, la imagen del derrumbe de una relación, el futuro incierto en soledad. Pero hay que ver que esos flashes de pesadilla son de duración muy limitada. Quizá la originalidad del texto se encuentra en eso, y aquí creo que llegamos al núcleo del relato: no pienso qué será de mí si X no está, sino cómo será el momento concreto en que me entere de que me ha dejado, ese intervalo de la ausencia inexplicable, la llamada del hospital, el descubrimiento de una nota. Una especulación que tiene un fondo de pánico, de juego malsano, esos minutos de negrura que invaden un tiempo de insomnio o que siguen a un desencuentro.

El innegable toque morboso se subraya mediante el lenguaje frío y la objetividad que destila la narración. No se dejan ver emociones, como si lo que se busca es solamente interiorizar una expectativa para tenerla bajo control por si pudiera hacerse realidad. 

Entremedio, un cúmulo de temores, inseguridades, quizá las dudas o la incomodidad sobre uno mismo, debilidades que a lo mejor no están más que dentro de la propia cabeza, cosas que a veces se atenúan con la edad, pero no siempre. A fin de cuentas el libro, si transmite reflexiones reales, es de una sinceridad aplastante, y si es ficción pura, muestra una capacidad brutal para bucear en las sensaciones más íntimas. Si acaso, en el delicado camino que decide seguir cabría pedirle una construcción menos apresurada y más sólida, un paso adelante para engrandecer ese interesante esqueleto narrativo y transformarlo en una historia de mayor peso. Quizá esta vez se ha quedado a medias, pero la narración muestra un talento interesante y la autora tiene desde luego mucho tiempo por delante para hacer algo más grande.

ooOoo

Para conocer un poco más el libro nada mejor que las opiniones de la propia autora. En este caso, Alaine Agirre ha atendido amablemente las preguntas que le hemos formulado, y aquí está la pequeña entrevista:

Un Libro Al Día: Como lector he pensado primero que X ha muerto parecía un libro en torno al amor, para ir después sospechando que se refería a la dependencia de la pareja, y descubrir finalmente que se trata de especulaciones o fantasías sobre ese momento crítico en que llega el fin de la relación. No sé si este proceso te parece lógico, si lo has buscado así o si tal vez no es esta la lectura que esperabas.

Alaine Agirre: Para empezar, diría que no busco una lectura en concreto, ya que pienso que la vivencia de la lectura, cuanto menos dirigida y condicionada esté, mejor. Por otro lado, mi escritura tampoco suele dirigirse a un horizonte marcado de antemano: suelo tener unas cuantas ideas, imágenes, sensaciones corporales, emociones todavía por nombrar… en las que indagar. Para mí la escritura es eso: buscar, romper, mirar, sumergirme, perderme, hojear, barajar, explorar, hacer preguntas, rehacer preguntas, desaprender, aprender… No es, en ninguna de sus posibles formas, certeza, orden, seguridad. Escribir es ir creando el camino, como dijo el poeta. Quizás trazo parte del camino, visualizo qué ideas tomarán cuerpo de capítulo, pero, aunque lo haga, muchas veces termino desviándome y yendo a lugares que ni sabía que existían. Y es eso lo que, como escritora, me gustaría que las lectoras de mis libros sintieran: que el libro las lleva de viaje a sitios (internos, de ellas mismas) que ni siquiera sabían que existían.

En cuanto a X ha muerto, para cada una de nosotras hablará de una cosa o de otra. Para mí, creo que habla de lo extraño que se siente al percibir por primera vez eso que hemos denominado como amor sentimental, de pareja. La narradora se siente rara al vestir, por primera vez, esa prenda: le surgen miedos (sobre todo el de perder a la persona que ama) que antes no había experimentado, o que sí había experimentado pero habían tomado otras formas; le entran dudas de si será capaz o no de cumplir los mandatos del amor romántico, que dictan que la relación ha de durar a pesar de todo, que tiene que ser monógama; se enfrenta también a la dualidad de no querer someterse a esa fidelidad y lealtad, al mismo tiempo que se asusta y se le encienden los celos al pensar que su pareja pueda no cumplirlas. En general, X ha muerto abre la trampilla de ese sótano lúgubre que yace en todas nosotras, pero en el que rara vez entramos.

ULAD: Al final, ¿todo esto tiene algo de morboso? ¿Puede considerarse una terapia, como intentar fortalecerse ante lo que pueda venir? ¿O son ideas que simplemente nos llegan a la cabeza y que tú te has atrevido a ponerlas sobre el papel?

A.A.: Puede ser tanto una sesión de terapia como de brujería, puede ser un ejercicio de llevar al papel aquello que nos ronda, y también un ejercicio de exorcismo del miedo y de lo oscuro. Podemos llamarlo como queramos, siendo el mecanismo el mismo: sacar a la luz lo que escondemos, lo que no podemos preguntar ni mencionar por tabú. Es levantar la alfombra para barrer el polvo acumulado que hay debajo.

ULAD: En la reseña me he permitido destacar la frialdad con que la narradora relata esas situaciones de pérdida o ruptura. Sin embargo, sí que muestra emotividad cuando se centra en las sensaciones en torno a sí misma. ¿Es algo contradictorio, un rasgo de egoísmo, o simplemente algo natural que nos ocurre a todos?

A.A.: Normalmente suelen describir mi literatura como opuesto a frío. Puede ser que parte del diálogo que tiene la protagonista consigo misma (la novela en sí es un constante diálogo interno) pueda calificarse, desde un juicio externo, como cruel o despiadado. Me alegra si es así. Significaría que he sabido desencajarme de los discursos convencionales y normativos.

ULAD: Aparte del puntazo de haber contado en esta ocasión con un crack como Xabier Mendiguren, me planteo como curiosidad (y me ha ocurrido en otros casos) por qué muchas veces se prefiere recurrir a alguien externo en vez de que la traducción la haga el mismo autor.

A.A.: La autotraducción solo se produce de manera habitual en situaciones de colonización cultural, donde la escritora en lengua minorizada se siente obligada a ofrecer una versión canónica de su obra en la lengua dominadora, para así sentir que se la acepta, que es homologable y aceptable. A lo largo del mundo, lo más habitual es que las traducciones las hagan las traductoras; serán contadas las ocasiones en las que la misma autora conoce y maneja las dos lenguas con idéntico dominio y creatividad. En mi caso no se da esa condición, no al menos con la exigencia que me impongo. Pero esa es solo una parte de la verdad. Otra parte (no todas las partes han de ser desveladas) es que me resultaría extraño, incómodo y falto de pudor hurgar en mis escritos. Y para traducir bien, hay que entrar hasta las entrañas del texto. Simplemente, no me pone traducirme.

ULAD: Desde el punto de vista personal, has tocado géneros como la poesía o la literatura infantil, además de la novela. Te planteas centrarte en el futuro en alguno de estos campos, o prefieres dejarte llevar por lo que te apetezca en cada momento?

A.A.: Espero seguir descentrada.

ULAD: Y si por fin nos das una opinión sobre el momento de la literatura en euskera, pues lo agradecería mucho. Yo creo que se publica mucho, pero los autores que de verdad lo petan siguen siendo los de siempre (Atxaga, Uribe, Saizarbitoria), y no sé si ves relevo generacional claro.

A.A.: Si a mí me preguntaras cuáles son, según mi sensación, las autoras que lo están petando, me vienen a la mente Rodriguez, Cano, Jaio, Agirre (Katixa), Meabe, Alberdi.



miércoles, 5 de octubre de 2022

Iban Zaldua: Panfletario

Idioma original: euskera y español

Año de publicación: como recopilación en este libro, 2021

Traducción: del propio autor

Valoración: recomendable 

Al escritor Iban Zaldua, conocido de sobra (creo) por los lectores españoles, conocido aún más (supongo) por los lectores vascos y archiconocido (espero, ya que hemos reseñado varios de sus libros e incluso entrevistado) por los lectores de este magnérrimo blog, le encantan las proclamas, los manifiestos y los decálogos, amén de cultivar el género de los relatos o cuentos, como demuestra su actividad literaria hasta la fecha -de hecho, uno de los artículos recogidos en este libro es un manifiesto en forma de casi-decálogo que se intitula Por qué nos empeñamos en escribir cuentos-; así, muchos de ellos, tanto de unos como de otros y ya publicados en diversos medios durante los últimos años, firman esta recopilación acertadamente llamada Panfletario y cuyo subtítulo no deja lugar a dudas (y perdón por la repetición): Manifiestos, decálogos y otros artefactos a favor (y en contra) de la literatura.

Un libro, por tanto, de temática "metaliteraria", lo cual, en principio, puede que eche para atrás a muchos lectores (confieso que incluso a mí mismo, según las circunstancias), poco interesados en el ombliguismo que se pueden traer escritores, críticos o simples reseñistas en blogs... Error. Porque Panfletario es, ante todo, un libro muy divertido. Zaldua ha recopilado aquí diversos textos referentes a la cosa literaria, en su más amplia concepción, que ha ido publicando  a lo largo de los años en diversos medios y en las dos lenguas que le son propias -aunque más en euskera y en medios vascos; de ahí las continuas referencias a su por fuerza, más exigua literatura-; el otro elemento común a todos los artículos, decálogo y hasta pequeños relatos seleccionados es, como ya digo, el humor.  Un humor que se despliega, en general, en forma de ironía, más o menos suave, más o menos ácida, aunque a veces derive hacia el sarcasmo y, sobre todo, no deja títere con cabeza... Porque el tono desenfadado no significa que el autor no suelte aquí las verdades del barquero, sin dejar incólume a casi ningún sector participante en esta cosa de los libros... (no confundir con la Cosa vasca, a la que dedica un capítulo... y no me refiero a uno de los 4 Fantásticos con txapela); si acaso, el de los lectores, y algún dardo que otro también hay. Sin ir más lejos, esto es lo que asevera Zaldua, conocido no sólo perpetrador, sino defensor acérrimo del relato corto, de sí mismo y de sus colegas que cultivan esta modalidad literaria:

"A fin de cuentas, ¿qué es un escritor sino un quejica? Pues un cuentista es un quejica al cuadrado,  o incluso al cubo. Es decir, el más escritor de todos los escritores..."

No me extenderé demasiado sobre el contenido de los diferentes capítulos, porque lo mejor es que cada cual los lea y disfrute de la ironía e incluso del puntito picante de cierta maldad  (sin ánimo de molestar) que convierten esto artículos en trasuntos del pintxo vasco por excelencia: las deliciosas gildas. Para abrir boca (y demostrar, que, en efecto, el autor reparte estopa a diestro y siniestro), algunos de sus títulos:

  • Guía para prologar adecuadamente.
  • Los siete pecados capitales de la poesía.
  • Texto para leer en la entrega de un premio literario.
  • Decálogo de consejos para el perfecto organizador de eventos culturales.
  • Tridecálogo del escritor amargado.
  • Contra la crítica (y también un poco a favor de ella).
  • Argumentos en contra de la novela (ese género menor).
  • Cómo llenar una contraportada.
No obstante, no puedo resistirme a reproducir aquí el comienzo de uno de mis capítulos favoritos (huelgan las explicaciones) el Manifiesto contra la autoficción. Con vuestro permiso y del autor:
"Un fantasma recorre el mundo literario: el fantasma de la autoficción.Todas las fuerzas de la República de las Letras se han unido en santa cruzada para azuzar a ese fantasma: la academia y la crítica, la FNAC y las librerías hípsteres,los clubes de lectores y los talleres de escritura, Alberto Olmos y Ana Rosa Quintana, las editoriales "soi-dissant" independientes y el complejo Penguin Random House.

¿Dónde están los escritores o los críticos que le harán, por fin, frente?¿Qué partido de oposición lanzará, tanto a los representantes más avanzados de la autoficción como a los más reaccionarios, los epítetos que merecen para así denunciar la literatura selfi?"

Simplemente GLORIOSO.

Otros títulos de Iban Zaldua reseñados en Un Libro Al Día: Ese idioma raro y poderoso, La isla de los antropólogos y otros relatosLa patria de todos los vascosSi Sabino viviríaBiodiscografíasComo si todo hubiera pasado, Nuestras guerras. Relatos sobre los conflictos vascos

jueves, 9 de junio de 2022

Irati Elorrieta: Luces de invierno

Idioma original:
euskera
Título original: Neguko argiak
Año de publicación: 2018
Traducción: Jon Gerediaga e Irati Elorrieta
Valoración: está bien

Antes de empezar a leer, esta novela venía con varios avales previos. La versión original en euskera, por ejemplo, había ganado el Premio Euskadi de narrativa en 2019; y la versión castellana, recién publicada por Galaxia Gutenberg, inauguraba una colección dirigida y seleccionada por Edurne Portela, cuyas recomendaciones suelen ser siempre fiables. Tenía también, es verdad, algo en contra: con el escaso tiempo que tengo últimamente para leer, cualquier novela de más de 200 páginas (y esta tiene 300) tiene que hacer muchas cosas bien, por no decir casi todas, para justificar el esfuerzo. En este caso, confieso que ha sido una experiencia que se ha quedado a medias, aunque sin duda le reconozco méritos a la novela, y sé que habrá lectores que la disfruten más que yo.

Para situarnos, Luces de invierno nos cuenta la vida de dos chicas, Añes y Marta, que se han mudado recientemente a Berlín después de haber convivido también previamente en París. Marta está embarazada de Martin, un abogado alemán, y Añes ha terminado una relación poco satisfactoria con Bruno, que era su novio y jefe en Berlín. Juntas, pero independientes, ambas intentan rehacer su vida junto con un universo de personas que van construyendo su nueva familia: Xuan, Claire, Lasse, Emiko, Kai... personas llegadas de diferentes partes del mundo y que han encontrado en Berlín un nuevo hogar, temporal o permanente. Además, Añes también lleva consigo otra compañía: la del recuerdo de Esteban, un amor trágico y nunca concretado del que no consigue (o no quiere) desprenderse.

Más allá de este conjunto de personajes y sus interacciones, no se puede decir que exista propiamente una trama: Añes y Marta se juntan, entre ellas o con los restantes personajes, y así vamos conociendo sus vidas, aquel pasado del que algunos han huido pero que insiste en hacerse presente, a través del recuerdo o de las personas que lo habitan. También se reconstruye el pasado de la ciudad de Berlín, y de París, y la vida de algunos de los habitantes que vivieron en los pisos donde ahora viven los protagonistas, y que dejaron en ellos sus huellas... No hay duda de que la idea de la memoria, junto con la de la migración y la relación con el propio origen (familiar, geográfico o cultural) están en el centro de esta obra, por lo que no me extraña que le haya gustado a Edurne Portela. Y también por la presentación de una (o varias) relaciones sentimentales tóxicas, o de mal trato, que eran también el tema central de Formas de estar lejos, de la propia Edurne Portela.

Solo que hay un aspecto que a mí personalmente me ha sacado bastante de la novela, sobre todo al principio: el que los personajes, en general, parecen responder más al estereotipo del expat (término que detesto) y no tanto al del migrante económico: son todos personajes cultos, interesantes, artísticos, que nunca parecen tener problemas de dinero o de trabajo, comen sushi y beben té y vino, ven películas de Agnes Varda o de la nouvelle vague (ellos propios parecen personajes de una película de la nouvelle vague), y se mueven de una capital europea a otra como peces en el agua, sin que parezcan tener nunca problemas de integración, ni siquiera a causa de la lengua (y estamos hablando de Alemania y del alemán...). Sé que la propia Irati Elorrieta es también migrante, precisamente en Berlín, y quizás su experiencia haya sido esa, pero la impresión que me da es la de que se trata de una experiencia muy específica, y muy idealizada, a la que le faltan muchas aristas y complejidades. 

En conjunto, quizás por esta dificultad para empatizar con los personajes, la novela me ha dejado bastante frío, como su título parece sugerir. Le reconozco, insisto, sus méritos, sobre todo en la creación del universo de personajes principales y secundarios, y también en la construcción de Añes y Marta, y su intermitente pero intensa relación a lo largo de los años. Pero me ha faltado algo más, algo de punch, un hilo narrativo más claro o, también, un estilo más personal (no sé cómo será en la versión original, en la traducción resulta prácticamente transparente) para atraparme y subir la nota. Sin ser una mala novela, esperaba más, y no lo he encontrado.

martes, 7 de junio de 2022

Bernardo Atxaga: Desde el otro lado

 Idioma original: vasco y español 

Títulos originales de los dos primeros: Bi anai, Andoniren heriotza LSDaren argitan

Año de publicación: 1985, 2014, 2022

Valoración: Está bien



Atxaga es uno de mis grandes mitos desde que leí Obabakoak, y de eso hace ya bastante. Ahora está de promoción de su última obra publicada, en esas apareció por el lugar dónde vivo y fui a verle. Simpático, cercano, contó mil anécdotas, abrió alguna puerta de su laboratorio particular y de su posición actual respecto a la escritura. Ahora le gustaría escribir textos más cortos, menos extenuantes que una novela, algo comprensible viniendo de alguien con su extensa trayectoria. Y este es el caso, aunque –rectifico– considerar Desde el otro lado su última obra es mucho decir, porque en este compendio de cuatro relatos solo los dos últimos son originales y en uno de ellos utiliza los argumentos de los dos anteriores –hasta el momento, sin ninguna relación entre sí– para componer una pieza algo extravagante y en la que, según yo lo veo, no parece sentirse muy cómodo.

Sus escenarios son los más habituales: la naturaleza y el ámbito rural con los personajes, problemáticas y forma de abordarlas que le definen. El elemento mágico, a veces según creo rozando el surrealismo, también está presente aquí, los personajes del reino animal se asoman al humano como cómplices u observadores y a veces, incluso, influyen en lo que sucede. No tengo nada en contra de la fantasía siempre que se desarrolle con coherencia. Pero en este caso la encuentro un poco forzada; exceptuando el último relato –como decía, el único reciente– me ha costado bastante dejarme arrastrar por ellos. No sé muy bien en qué consiste la diferencia pues los elementos, personajes y conflictos, si bien son distintos entre sí, tienen todos el mismo sello. Dos hermanos es el más antiguo, también el más extenso y uno de los dos que se divide en capítulos. Presenta a un adolescente huérfano que debe cuidar de un conflictivo hermano, mayor que él en edad pero con la inteligencia de un niño. Un planteamiento atractivo ya que se trata de un drama familiar que podría dar mucho juego, pero se va desgastando a medida que las conductas inverosímiles hacen avanzar el argumento por terrenos tan sorprendentes como improbables. El protagonista es un chico ingenuo y encerrado en sí mismo, pero ¿tanto como para no ver lo que sabe todo el pueblo? ¿es que no habla con ningún paisano suyo? Pues parece que no, todo ocurre como si los personajes fueran marionetas en lugar de seres de carne y hueso. Paulo parece sordo, ciego y mudo, a pesar de que se presenta como un chaval despierto que intenta hacerse cargo de todo. No solo ignora las fechorías de su hermano –de las que, además, nadie le advierte– sino el evidente interés que siente por él la buena chica. Porque hay dos, la mala es la otra, igual que toda su familia. El maniqueísmo parte al elenco en dos mitades exactas: a un lado, amiga, familia, hermano buenos, al otro su reverso. El narrador comienza siendo un pájaro, pero su personalidad resulta un tanto endeble y debe ser sustituido, aunque tampoco su relevo parece muy convincente, así que se van alternando hasta el trágico y estremecedor desenlace que encuentro tan absurdo como todo lo anterior.

No es menos trágico el que sigue, a él me refería cuando hablaba de surrealismo. Comienza describiendo a unos humanoides cuya relación con el núcleo del relato se me escapa por completo. El protagonista es arrastrado por su antiguo profesor, en una especie de realidad paralela, al tiempo en que era estudiante. Entran en la casa de otro alumno y presencian la angustia de la familia por la grave enfermedad del chico. Pero aquí lo importante parece ser si sacrifican al loro o le dejan vivir tranquilamente. Ya sé, estoy simplificando porque no puedo desvelarlo todo, pero por muchos detalles que añada, la incongruencia sigue ahí. No obstante, si alguien considera lo anterior un despropósito, recomiendo que se fijen en el título. Ahí se justifica cualquier opinión en contra, por tanto, nada que objetar. Llegamos a Conferencia sobre la vida y la muerte en el cementerio de Obaba-Ugarte. El tono esotérico se mantiene, los personajes (orador y espectadores) son tan inmateriales como llamas, que tan pronto alumbran como se extinguen. La conferencia es una reivindicación de la muerte por encima de la vida y, de una forma bastante rebuscada y muy poco convincente, trata de relacionar los dos argumentos anteriores. Una lectura poco estimulante, como ven.

Pero queda lo mejor, y no es ironía. El último es un artefacto de suspense en el que un policía pide ayuda a un búho para aclarar una insólita cadena de sucesos y prevenir un posible asesinato múltiple. La personalidad exageradamente meticulosa del bicho resulta cómica y entrañable a la vez, el misterio se va desvelando poco a poco pero el interés no decae porque los personajes tienen solidez, el ambiente está muy conseguido y la información bien dosificada. Una pieza deliciosa, repleta de ironía y de complejos matices psicológicos, cuyo sorprendente desenlace funciona como el broche perfecto.

Por supuesto, la idea de reflexionar sobre el más allá a través de la ficción me pareció de lo más atractiva, más aún yendo de la mano de uno de nuestros escritores más relevantes. La experiencia prometía, pero a mi modo de ver se han escogido obras muy menores de Atxaga. Por ejemplo, el primer relato, escrito antes de su gran obra, me parece un texto de aprendizaje; en cuanto al penúltimo, intentar condensar dos argumentos en uno solo para componer un tercero forzando la acción para que encaje como sea tampoco ha sido la mejor decisión. Todo ello sin quitar mérito al autor, a la excelencia de su prosa y a la soltura con que se desenvuelven sus tramas. Al contrario, precisamente por esa maestría suya hay que exigirle más. Y, añado, ni siquiera él lo eligió como su preferido, y eso que lo estaba presentando. Por algo será. 


También de Bermardo Atxaga: El hombre solo, Obabakoak, Esos cielos, Siete casas en FranciaEl hijo del acordeonista

lunes, 27 de septiembre de 2021

Uxue Alberdi: Reverso

Idioma original: euskera
Título original: Kontrako eztarritik
Año de publicación: 2021
Traducción: Miren Iriarte
Valoración: Recomendable e interesante




De los creadores de a las mujeres no se les dan bien las ciencias y las mujeres no reúnen las condiciones para jugar a fútbolla alta cocina es cosa de hombres (como Soberano), llega a nuestras pantallas: las mujeres no pueden ser bertsolaris.

Bertsolaris (*1) son improvisadores populares de versos en vasco que se dedican a componer, cantar y/o improvisar según unas reglas de rima y métrica concretas. El bertsolarismo es una tradición fuertemente arraigada en euskadi que se ejerce como un oficio más; cuenta con escuelas de formación, organismos culturales y profesionales, y una serie de certámenes que se siguen con interés a través de diversos medios de comunicación autonómicos. Existe hasta un documental Bertsolari (2011). 

Pero aunque era necesario enmarcar el fenómeno, Reverso (Premio Euskadi de Ensayo 2020) no trata sobre el bertsolarismo, si no que explora desde el bertsolarismo aquellos mecanismos que limitan la voz pública de las mujeres en general y de las de ese colectivo en particular. ¿Otro ensayo feminista?  ¡Oh, no!

Oh, sí. (*2)

Resumen resumido: a través del testimonio de las vivencias personales y profesionales de 15 mujeres bertsolaris, la autora identifica, define, enmarca y analiza una serie de mecanismos estructurales  invisibles que coartan la actividad y el desarrollo de este colectivo de creadoras en comparación con sus compañeros hombres.

Sin embargo, al leer los diferentes testimonios, resulta innegable que el germen de tales mecanismos es básicamente el mismo, ya hablemos de bertsos, de pintura al oleo o de motocross. Es decir, que se trata de mecanismos transversales que siempre inciden sobre los mismos conceptos, muchos de ellos ya perfectamente acotados en el fantástico ensayo Cómo acabar con la escritura de las mujeres de Joanna Russ. Uxue Alberdi también reconoce la influencia de La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Alexiévich, y yo, durante la lectura de Reverso, en muchos momentos he percibido ecos de Rebecca Solnit en La madre de todas las preguntas. Pero las referencias no acaban ahí y tanto el arranque de cada capítulo como el prólogo de June Fernández y el epílogo de la autora, aportan gran cantidad de citas, de obras y de autoras que contribuyen a contextualizar (y, aunque no debería ser necesario, a legitimar) todo lo que se desarrolla a continuación.

Algunos de los temas más interesantes tienen que ver con la voz (qué digo, cómo lo digo, desde dónde y ¿tengo un desde dónde?...) y su  estrecha y necesaria asociación con el cuerpo, el cuerpo de mujer y todas las cargas culturales y sociales que se le atribuyen gratuitamente. 
Parece que nos pasa lo de la mujer del tiempo, es decir, el hombre bertsolari puede ser mayor, pero las mujeres, a día de hoy, parece ser que no envejecemos (...)
También se trata del silencio, como ausencia de voz, y otras cuestiones como la falsa categorización, el paternalismo, la violencia, el humor... los testimonios destacan sobre todo por su honestidad y por su sencillez expositiva que desenmascara con habilidad todas las trampas invisibilizadas tras muchos gestos y acciones cotidianas que con tanta naturalidad aceptamos en nuestro día a día. Por ello es muy de agradecer la generosidad y predisposición de las 15 bertsolaris, así como la claridad expositiva con la que la autora reúne y clasifica los diferentes testimonios. Se lee en un suspiro.

La traducción del título original: Kontrako eztarritik significa literalmente "por la garganta contraria", el típico atragantamiento puntual que suele explicarse diciendo "se me ha ido por el otro lado". Un título que sugiere incomodidad y disociación; incomodidad como cuando las mujeres quieren formar parte de cualquier colectivo en el que históricamente han predominado los hombres, disociación en el sentido de diferenciar un "lado bueno" de otro "no tan bueno". Por otra parte, la referencia a la garganta está íntimamente ligada a la voz, una cuestión central en el bertsolarismo tal y como ya hemos hablado. Sin embargo Reverso, además del juego de palabras con el elemento básico del verso, pone en crisis la universalidad de la experiencia masculina haciendo referencia a todo un cúmulo de posibilidades que se encuentran (desafortunadamente) justo al otro lado y que todavía no han sido plenamente exploradas gracias a las limitaciones que sufren las mujeres en el desarrollo de su actividad como bertsolaris. Como dice June Fernández en su prólogo:
De pronto, el reverso toma la forma de un sujeto colectivo que agarra el micrófono y habla. Entonces, lo que antes nos parecía normal, pierde la "l" y desnuda una serie de asfixiantes normas.
Así que recomendable e interesante a partes iguales, como fórmula para explorar esos mecanismos transversales y universales de dominación. Y si su lectura también sirve para que algunas/os se interesen por el mundo del bertsolarismo, pues qué maravilla.


(*1) Definición plagiada de la wikipedia donde también se incluye un largo listado de bertsolaris en el que no se menciona a ninguna mujer. Malamente (tratrá) esos wikipédicos.
(*2) Que exista una sola persona en el mundo que piense que HAY DEMASIADOS ensayos feministas, solo significa una cosa: que NO HAY SUFICIENTES ensayos feministas.

sábado, 10 de octubre de 2020

Ramón Saizarbitoria: Porque empieza cada día

Idioma original: euskera

Título original: Egunero hasten delako

Traducción: F. Eguía Careaga

Año de publicación: 1969 (en castellano, 2020)

Valoración: Está bastante bien 


Alguien debería explicar por qué (razones editoriales, supongo) hemos tardado la friolera de cincuenta años, que se dice pronto, en tener traducción al castellano de la primera novela de Ramón Saizarbitoria. Se iba a publicar el pasado mes de mayo pero, ya se sabe, hasta en eso ha tenido que intervenir el puto virus. Hay que ser sincero: el mundo no estaba pendiente de la traducción de este libro, ni (que yo sepa) se han organizado seminarios para analizar la nueva joya y celebrar el descubrimiento; pero sí que es un título que tiene cierto valor en la historia de la literatura vasca. 

Allá por el final de los 60 la narrativa en euskera era poco menos que un erial, y la aparición de esta novela fue una revelación, confirmada pocos años después con Ehun metro (Cien metros). Tal vez junto con Txillardegi, Saizarbitoria había roto con la forma tradicional de narrar en lengua vasca, había demostrado que podían contarse otras cosas (aparte de historias del terruño, la guerra o el exilio) y de otra forma (planos diversos, secuencia temporal fragmentada, en alguna medida bajo la influencia del nouveau roman, que ya llevaba unos cuantos años de rodaje). Así que con un cierto retraso, desde luego muy comprensible, respecto a la narrativa en castellano, este libro abrió la puerta a una nueva etapa, y de ahí el interés en contar con la traducción para aquellos a los que la lengua materna no nos da como para disfrutar plenamente de la lectura, aunque en este caso no sea demasiado compleja.

Y no, no es un texto complejo en absoluto. El estilo de Saizarbitoria es limpio, fluido y objetivo, como de alguien que lleva años depurando su prosa, aunque en este caso fuese su primera obra. Y es además un relato a la vez intemporal y muy pegado a su tiempo. A finales de los 60 brotaban ideas y comportamientos que ponían en jaque el orden ético dominante tras la Segunda Guerra mundial, ya se sabe: el movimiento hippie, el pacifismo, el amor libre y toda esa historia nacida en una juventud que se siente despegada del pasado reciente y mira hacia nuevas perspectivas. El 67 fue el Verano del Amor, y en mayo del 68 (justo después de terminarse nuestro libro) pues ya sabemos. El mundo asiste al nacimiento de ideas que desafían la moral tradicional, y Saizar se coloca en uno de los polos: su protagonista, Gisèle, es una joven estudiante suiza que decide tener su primera experiencia sexual, y queda embarazada. Da el paso y le sale por donde no quería.

La chica se había entregado en pleno uso de su libertad y tenía muy claro lo que quería hacer. Aquí no hablamos de amor, sino de una experiencia, algo que hoy parece sobradamente superado pero que en ese tiempo resultaba demasiado para cierta moralidad. Gisèle asume que la decisión ha sido suya y suya debe ser la solución, y así comienza un duro recorrido buscando cómo deshacerse de esa carga, con poca ayuda y bastantes reproches. Es un camino que el autor describe mayoritariamente con la objetividad (casi diríamos frialdad) propia del estilo con que trabaja, dejando que sea el lector quien se meta, si quiere, en la piel de la protagonista y pruebe a sentir por ella hasta donde sea capaz de identificarse. No hay moralina, ni antigua ni moderna, solo unos hechos que cada cual entenderá a su manera.

El contrapunto narrativo lo pone un individuo que charla sin descanso, el típico pesado que se te pega en cualquier parte (el autobús, un bar, la cola del súper) y se lanza a una perorata interminable sobre cualquier asunto. Es un personaje curioso, con un puntito depravado pero que inspira una especia de ternura. Su mirada se proyecta siempre al exterior, como si todo lo que ocurre en el mundo le interesase de veras, algo así como el reverso de Gisèle, cuyo foco es solo ella misma y su tragedia personal. Porque es ese momento lo único que desea la chica es corregir el error, es decir, interrumpir el embarazo que siente como algo monstruoso. El debate sobre el aborto toma fuerza justamente en la época en que se escribe el libro, coincidiendo con los movimientos en favor de la libertad sexual o los métodos anticonceptivos, y medio siglo después todavía estamos lejos de la unanimidad, así que queda clara la valentía de Saizarbitoria para abordarlo en esa época. Y lo hace de forma cruda, transparente, sin trucos ni emotividades desbordadas, diríamos con eficiencia: medios narrativos administrados con destreza impropia de un debutante, con equilibrio y elegancia, algo un poco en la línea de Robbe-Grillet, por ejemplo.

Iba a decir que quizá a estas alturas lo que plantea la novela lo hemos visto ya cien veces, desde diferentes perspectivas. Pero es un problema que continúa siendo cotidiano, y en ese sentido el relato no deja de resultar actual. Desde el punto de vista narrativo, puede que no sea una lectura arrebatadora, pero sí un texto muy bien resuelto, buen punto de partida para un autor que ha ido creciendo y dejándonos un buen puñado de obras muy estimables. 

P.D: Muy culto, sí, y también egocéntrico, obsesionado con su propio pasado, y por lo visto necesitado de justificarse cada vez que asoma la patita. Pero ¿a quién demonios se le ocurrió encargar el prólogo a Jon Juaristi?

Otras obras de Ramón Saizarbitoria en ULAD: Cien metrosLos pasos incontablesGuárdame bajo tierraMartutene

miércoles, 24 de junio de 2020

Danele Sarriugarte: Entrañas

Idioma original: euskera
Título original: Erraiak
Año de publicación: 2019
Traducción: Miren Iriarte
Valoración: Está bien







No podemos ir por ahí criticando lo mal que está el mercado editorial y lamentándonos de que solo se publique a las glorias de siempre y de que no haya variedad temática ni voces nuevas si luego nosotros mismos, como lectores, solo nos decantamos por esos supuestos «valores seguros». 

También es comprensible que deban existir ciertas garantías para animarnos a salir de nuestra zona de confort. Y Entrañas las tiene: éxito de público y crítica de la edición en vasco (2015) y el premio Euskadi de Plata. Si a eso le sumamos que la edición en castellano es a cargo de una de esas pequeñas editoriales (Reikiavik ediciones) con un proyecto personal y entusiasta, y un catálogo que apuesta por las historias bien contadas con independencia de los parámetros del mercado, pues ahí que voy. 

Resumen resumido: la protagonista llega a casa y encuentra la nota de despedida del que ha sido su pareja hasta ese momento. A partir de ahí inicia un proceso —intenso y calculado— de depuración emocional en el que reflexiona sobre todos aquellos factores propios y ajenos que la han conducido, no sólo al punto de ruptura, si no al mismísimo germen de la relación. 

Quien más y quien menos ha reconstruido en su cabeza (o en el papel) los hechos de una ruptura amorosa, tal como justificaba la genial Nora Ephron: «Porque si cuento la historia, domino la versión (…) Porque si cuento la historia, no me duele tanto. Porque si cuento la historia, puedo soportarla». Con esto tan solo quiero decir que la autorreflexión tras la pérdida no es algo nuevo en la literatura ni en la vida y que un argumento en el que ya sabemos de antemano que la acción no evoluciona (una pareja rompe y uno de los miembros reflexiona sobre ello), depende mucho más del CÓMO que del QUÉ para atrapar al lector. 

Entrañas explota el CÓMO mediante la voz narrativa: una narradora en primera persona que aborda su propio viaje interior con una crudeza y una desfachatez sorprendentes. La protagonista se abre en canal para superar la reciente ruptura y lo hace con una hosquedad deliberada, muy acorde con su temperamento rebelde e impulsivo pero también con honestidad, lucidez y gran capacidad de autoconocimiento: 
«A quienes fuimos diagnosticadas como chicas solo nos quedaba la posibilidad de demostrar con el mayor espanto posible el asco que nos producía aquel juego (…) porque nunca nadie había dicho ni mu sobre meter la mano en la entrepierna, y hasta que no tuvieses un novio, o, en realidad, hasta que varios novios no te tuviesen a ti y pasasen varios años, hacia los diecisiete más o menos, diría yo, nadie confesaría con voz firme que el coño podía utilizarse para algo más que para mear o para desangrarse una vez al mes» 
Esta voz cargada de ironía, desparpajo, descontento y mucha crítica social me ha recordado por momentos al canalla desorientado de Gabriel Barrios de La noche es virgen y a la reivindicativa Nati de Lectura fácil; voces muy poderosas y atractivas cuyos personajes logran seducir al lector sin despertar su empatía. La protagonista de esta novela resulta interesante, uno quiere saber más de ella, se llega a comprender en buena medida su situación pero cuesta identificarse emocionalmente con ella. Y así como en Gabriel y en Nati tal efecto era buscado, no tengo tan claro que también lo sea en este caso y eso, en mi opinión (o así ha sido en mi experiencia lectora particular), le resta empaque a la parte de crítica y de incitación a la reflexión del texto.

Es una novela que va de menos a más (el arranque contiene algún titubeo en el estilo y en alguna reflexión puntual de la protagonista) pero enseguida toma cuerpo con solidez y agilidad. La trama alterna presente con un pasado más o menos reciente, mediante capítulos no muy largos y guiando al lector con habilidad para que se sitúe ya en los primeros renglones. A ello contribuye especialmente la forma con la que se numeran los capítulos, teniendo en cuenta que «0» es el momento presente en el que la protagonista se encuentra la nota de despedida de su pareja. Al artefacto narrativo de Entrañas hay que sumarle todo un conjunto de notas al margen que puntualizan, desarrollan, aclaran y/o se regodean generando un segundo plano de lectura paralelo. 

Otro valor interesante es la capacidad evocadora en diferentes niveles: (1) la de una fase vital perfectamente reconocible en la que el inminente —y digo «inminente» porque nadie se escapa— encaje en la vida adulta genera tanta rabia, frustración y desorientación. (2) la del «momento ruptura» que todos hemos vivido alguna vez y que solo podemos explorar desde la distancia que da el paso del tiempo o por el hecho de observarlo en un tercero. (3) la de una sociedad y modo de ver el mundo de los pueblos pequeños cuyos jóvenes «salen» a estudiar y a trabajar, y viven en una particular y eterna dicotomía. (4) la del plano sensorial, es una novela en la que lo que se oye, lo que se huele, lo que se ve, lo que se toca, está muy presente y otorga una atmósfera especial a la narración. 

En resumen, Entrañas es una novela valiente que no decepciona, que se lee de una sentada y cierra de forma impecable, dejando al lector sujeto a la reflexión.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Katixa Agirre: Las madres no

Idioma original: euskera
Título original: Amek ez dute
Año de publicación: 2018
Traducción: Katixa Agirre
Valoración: Muy recomendable

1.- Una madre, Alice, ahoga a sus dos hijos en la bañera; los envuelve en una toalla, los deposita delicadamente en la cama y espera pacientemente a que llegue su niñera. Este acto, aparentemente incomprensible e inasumible, hace que la narradora, que conoció a la infanticida hace años y que también acaba de ser madre, se embarque una búsqueda obsesiva de un sentido o una explicación: ¿cómo es posible que una madre mate a sus propios hijos? ¿No es el acto más antinatural imaginable? ¿Estaba deprimida, drogada, loca? ¿Y si no estaba loca, qué le llevó a hacerlo? ¿Por qué nadie hizo nada para ayudarla o detenerla? Por el camino, la propia se plantea su propia maternidad, sus miedos, frustraciones, esperanzas y trivialidades cotidianas, confrontándose con algunos tabús contemporáneos y con sus propias dudas como madre, mujer y escritora.

2.- Se oye (por lo menos en mi cabeza) un coro de voces: "¿Otra novela más sobre la maternidad? ¿Cuándo va a pasar esta moda, para que podamos hablar de la Guerra Civil o de la crisis de los hombres de mediana edad, temas verdaderamente importantes y universales?". A lo que en primer lugar se podría contestar: ¿y si es otra novela sobre la maternidad, qué? Después de siglos hablando de la muerte, ¿no podemos hablar también sobre el principio de la vida y sus consecuencias? Y en segundo lugar, no, esta no es una novela más sobre la maternidad y sus misterios místicos, sino que ofrece una aproximación a sus caras más oscuras, más invisibles, más materiales. No se trata solo del infanticidio como crimen absoluto, sino también del dolor del parto, del puerperio o de la lactancia; de los infinitos miedos que acechan a los madres [y padres] primerizos (no ser capaz de cuidar del bebé; que el bebé muera en algún accidente ridículo o improbable; que nuestra vida desaparezca consumida por el bebé, etc.); y también del interminable aburrimiento que supone intentar mantener entretenido (o dormido) a un ser que solo sabe mamar, llorar y cagar. [Como padre reciente, no me cuesta mucho identificarme con muchos de esos miedos, fobias y culpas, y reconocer en otros momentos la experiencia de mi pareja durante estos meses pasados. "La paternidad es el origen de miedos y odios insospechados", me dijo, en palabras más o menos aproximadas, Iban Zaldua en un twit hace poco].

3.- Esta que podríamos llamar no bullshit approach a la maternidad impone también un léxico y una retórica: médica (calostro, episotomía, percentil, oxitocina), legal (asesinato, homicidio, infanticidio) y, en general, a un campo de lo concreto cotidiano que huye tanto de la abstracción filosófica como de la mistificación new age. No es que no haya reflexión en el texto, o mejor, detrás del texto, sino que esta reflexión se encarna en un catálogo de "malas madres" (la peor de todas, la asesina, pero también la madre adúltera, la irresponsable, y hasta la propia narradora, que se siente aliviada-y-culpada por dejar a su hijo en la guardería) y en el coro de personajes secundarios que las rodean. La alternancia entre los capítulos sobre la investigación del crimen y los dedicados a la vida de la narradora, que huye siempre que puede de sus obligaciones maternales, tienden a colocar a ambas mujeres en un plano semejante: el de las madres que no son como deberían ser, a juzgar por lo que el resto de la humanidad piensa que deben ser las madres.

4.- En algunas reseñas he visto que se compara Las madres no con A sangre fría de Truman Capote, y es cierto que comparte con esta obra clásica la indagación detenida en un crimen horrible, pero no el método ni el género (la famosa "novela de no ficción"). Para mí, en cambio, el modelo más cercano, consciente o inconsciente aunque (creo) no explícito, es El adversario de Carrère. En Las madres no, como en El adversario, la figura de la escritora que investiga ocupa tanto espacio (en realidad, más) como el crimen investigado; la búsqueda de la verdad, esquiva y oscura, acaba por resultar más importante que esa propia verdad. Los separa, eso sí, el nivel de autoficcionalidad: mientras que el Carrère narrador de El adversario está más cerca de ser un trasunto literal del autor, en este caso la narradora es también una escritora vasca, pero que se separa de la Katixa Agirre real en aspectos no menores (uno de ellos, por ejemplo, haber ganado un Premio Euskadi de Literatura que le permite dedicarse en exclusiva a la investigación del doble crimen que da origen a la novela).

5.- A este modelo genérico se suma, además, una serie de rasgos que, por la comparación con Atertu arte itxaron, parecen ser característicos del estilo de su autora: el humor, la autoconsciencia, la distancia irónica, la crueldad consigo misma (con la narradora, en este caso) y con sus personajes, y una serie de juegos formales y experimentales, menos habituales y extensos en esta que en la novela anterior, como la introducción de listas, repeticiones, entrevistas, o ese capítulo que va siendo punteado por las ostras que se va comiendo la protagonista. También las digresiones históricas, sobre el infanticidio o sobre el sexo durante el embarazo, contribuyen a construir esa narrativa autoconsciente e irónica (y el humor, como ya se sabe, es a veces un mecanismo de autodefensa. Como la propia escritura.

6.- Las madres no fue publicada originalmente en euskera (Amek ez dute); la traducción española es de la propia Katixa Agirre, y ha sido publicada en la editorial Tránsito, dirigida por Sol Salama, que está haciendo una labor encomiable en su corta (por ahora) trayectoria, con la publicación de obras de escritoras como Fernanda Trías, Arelis Uribe, Claire Legendre o Margarita García Robayo.

Coda.- Por esas casualidades que tiene la vida, leo este libro mienras Portugal se conmociona con esta noticia: una madre abandonó a su hijo recién nacido, todavía con restos del cordón umbilical, en un contenedor de basura en Lisboa. El suceso choca con el mismo tabú que Las madres no: ¿cómo puede una madre abandonar, probablemente para matarlo, a su propio hijo? ¿No atenta eso contra los instintos más primarios y los valores más esenciales? En el caso portugués, sin embargo, dado que la madre era inmigrante y sin techo, también plantea otras preguntas de tipo más colectivo y político: ¿en qué situación se encontraba la madre para llegar a tomar esa decisión? ¿Fallaron los mecanismos sociales que deben dar apoyo a mujeres en situaciones tan extremas? ¿Por qué optó por una solución tan extrema y cruel, y no por otras como el aborto, la adopción o el abandono en una institución que acogiese a la criatura? A partir de estas preguntas podría construirse otra historia, también compleja y oscura, que quizás podría leerse como complemento a Las madres no.