viernes, 25 de noviembre de 2022
Dolan Mor: Larvalar
domingo, 15 de agosto de 2021
Patti Smith: Devoción
Título original: Devotion
Año de publicación: 2017
Valoración: Infumable
Confieso que, a priori, no me esperaba una obra maestra pero nunca me niego a cambiar de opinión para bien. Es más –a pesar de haber leído algunas críticas muy tibias, de percibir cierta renuencia al elogio– esperaba superar mis prejuicios por la irrupción de una advenediza (una más, y van…) en el mundo literario, apoyándome tanto en las críticas positivas recibidas por otras publicaciones de Smith como por haber reincidido repetidamente en este campo tanto ella como sus editores, e incluso (¡qué ingenuidad la mía!, siempre creo que estoy de vuelta de todo pero resulta que me la siguen colando) por ese lavado de cara (y de manos) que encontramos en la sinopsis promocional de esta… ¿novela corta? ¿autoficción híbrida? ¿crónica de un viaje? ¿NADA?. Apuesto por esto último y me explico. Devoción está compuesta por tres unidades de muy poca extensión, sin entidad en sí mismas, con nulo interés literario y ninguna relación entre sí. He tenido en mis manos docenas de recopilatorios más que dignos: volúmenes de relatos, colecciones de artículos publicados en prensa a lo largo de los años, misceláneas, artefactos que mezclan exitosamente diversos géneros o que empiezan siendo una cosa y acaban siendo otra muy diferente etc. En este caso, en cambio, da la impresión –o la evidente y cristalina certeza – de que se han unido tres borradores tan heterogéneos que nunca deberían publicarse en un solo volumen (es decir, no pegan ni con cola, que diría un castizo) y que se ha hecho así porque quien fuera quería publicar algo de la cantante y ella no tenía disponible más que esto. O, peor aún, ha compuesto tres piezas a toda prisa y el cacumen no le ha dado para más. Y por si fuera poco, para rellenar, han colocado unas cuantas fotitos.
Dicho esto, paso a describir lo que va a encontrar quien cometa la
temeridad de leerlo, que no dudo serán y habrán sido bastantes porque el fenómeno fan es muy
potente, incluso habrá quien lo disfrute, no digo que no, los gustos son
libres, yo solo doy mi opinión.
La primera parte, y la más digerible, me parece, se titula Cómo funciona la mente y consiste en divagaciones intimistas, en
primera persona y cuatro capítulos, donde la autora nos conduce por los recovecos
de su cerebro, pasiones vitales, fetichismos culturales y algunos retazos de su
vida cotidiana de forma graciosamente desorganizada y arbitraria en apariencia (o no).
Aquí destacaría algunas metáforas afortunadas, párrafos con cierto interés, una
melancolía bastante atractiva y una prosa agradable (aunque mencionar el estilo
tratándose de una traducción puede resultar muy injusto y pocas veces a favor
de quien escribe). ¿Se puede mejorar notablemente el estilo de un escritor?
Pregunten a los traductores. Pero a mí no me ha disgustado leer algo así. Vean:
“De pronto refresca. Me fijo en unas migas de pan, varias palomas incansables, los besos lánguidos de una pareja joven y un tipo sin techo con barba larga y un abrigo que espera recibir unas monedas. Nuestras miradas se cruzan, así que me levanto y camino hacia él. Tiene los ojos grises y me recuerda a mi padre. Una luz plateada parece extenderse sobre París. Noto un arrebato de nostalgia inducida por la perfección del presente. Empieza a lloviznar. Pedacitos granulados de película dan vueltas.”
Si hubiese continuado en esa línea estaríamos hablando de otra cosa. Nada excepcional, de acuerdo, pero bastante más aceptable. El problema es que esta sección no ocupa ni cuatro decenas de páginas contando los espacios y las fotos y que, como digo, tampoco tiene gran interés. Ya llegando al final, leemos: “Empecé a escribir el relato titulado “Devoción” en el tren de París a Sète. Al principio se me ocurrió componer un discurso destacado entre voces dispares: un hombre sofisticado y racional y una chica precoz e intuitiva…” Siguen reflexiones sobre su escritura intentando introducir esa segunda parte que acabará dando al traste con todo lo leído hasta el momento. Este es el único elemento de ficción pura y nos presenta a una chica que aún no ha cumplido los dieciséis, sola en el mundo, marcada por la tragedia, ajena a todo lo que le rodea -incluso a sus estudios, que abandona a pesar de su brillantez- excepto a su pasión por el patinaje que practica en un estanque cercano. Sabemos cómo ha llegado a esa situación pero no de qué vive, solo, como ya suponíamos, que no le sobra el dinero. Detecta a un individuo que la observa mientras patina oculto entre los árboles, y así comienza una versión demencial de la fantasía navokobiana, en la que un hombre atento, riquísimo y de conducta irreprochable seduce a una adolescente precoz. No obstante, y por encima de idealizaciones inmundas, los factores que definen el secuestro abusivo y las violaciones reiteradas están muy presentes, solo hay que saber verlos. En primer lugar, la edad de ella, su carácter taciturno, falta de recursos y de un adulto que la oriente, la promesa –nunca cumplida– de que él la va a convertir en una estrella, el alejamiento de su entrenadora, única persona que se interesa de verdad por su futuro, y –lo fundamental– la reacción desesperada de la niña, que acaba deshaciéndose del fulano. “El hambre es su propia carcelera” llega a decir de ella misma. Tal como lo cuento esperarían un relato realista ¿no? Pues, a pesar de tantas evidencias, nos encontramos ante una especie de cuento de hadas en el que todo está idealizado, un romanticismo de telenovela barata, una sarta de incoherencias que no firmaría nadie que haya leído algo en su vida, ante lo inverosímil elevado al infinito. Hasta el hombre casado que tiempo atrás las mantenía a su tía y a ella, y que por tanto llevaba vidas paralelas, aparece como un tipo genial, un dechado de virtudes porque ¡oh maravilla! un día compró una pulsera con colgantes. Impresiona que quien fue todo un icono de la contracultura tenga un cacao mental de ese calibre; con esa forma de analizar los hechos, ¡cómo nos vamos a extrañar de que haya quien no perciba la violencia contra las mujeres!
Un escritor tiene que conocer bien el mundo en que vive y saber hacia dónde
se dirigen los personajes que ha creado. A falta de esto, el argumento va a la
deriva, enlazando incongruencias y acaba de cualquier forma, sin desenlace. No es que este quede abierto sino que todo flota, el personaje, la historia, la propia Smith y
hasta sus lectores, que volvemos la página esperando encontrar algo mejor en la
última parte: afortunadamente, la más corta. Porque tampoco esta vez tenemos
suerte. Les ahorraré detalles, basta con decir que recrea, o más bien presume de un viaje de París a Aix-en-Provence, invitada por la hija de Albert Camus y
que todo se reduce a una sucesión de banalidades y a la clamorosa ausencia de
la figura del escritor. Con repetir su nombre una y otra vez parece que ya ha
cumplido.
Aunque tampoco es para tanto, lo cierto es que era de esperar algo así. Se trata,
recordemos, de alguien que solo ha demostrado tener buena voz y entonar
correctamente. Sin más. No puedo entender esa manía de dar crédito y aplauso a
todo lo que hagan determinadas personas solo porque son populares. Aparecer en
papeles y pantallas no otorga inteligencia, cultura ni aptitudes artísticas
diferentes a las que han dado fama al individuo (que en otros muchos casos no ha
destacado por ningún mérito propio, hago notar). Me doy cuenta de que casi he
escrito yo más que la propia Patti Smith, pero no era para menos. Ahora que
cada uno saque la conclusión que le parezca.
Traducción: Ana Mata Buil
Otras obras de Patti Smith: M Train
martes, 5 de enero de 2021
Marina Perezagua: Seis formas de morir en Texas
Año de publicación: 2019
Valoración: Escalofriante aunque
muy recomendable
“Soñar llegó a
ser el acto más subversivo que podía permitirme”
Esta novela no es solo una novela, por eso cualquier esquema previo no servirá para juzgarla. Luego lo explicaré con detalle pero, de momento y para advertir previamente a los lectores, sirvan como ejemplo de lo que quiero decir dos textos paradigmáticos de la hibridación novela-investigación periodística: A sangre fría de Capote y otra obra también magnífica que se inspiró en los procedimientos de la anterior: La canción del verdugo de Norman Mailer. Se me escapa si Perezagua ha utilizado modelos previos o no, a mí sus procedimientos me han parecido bastante originales, algo que de ser así no le restaría méritos sino todo lo contrario.
Desde el inicio ya se nos sirve un plato fuerte que va in crescendo durante
casi 400 páginas, así que prepárense para no leer un relato amable y
tranquilizador, con el agravante de que, en paralelo a la ficción, se nos
muestran hechos reales –y documentados en más de una treintena de notas finales
y notas a pie de página– de forma que la invención y la realidad están perfectamente
imbricadas en la narración pero pueden diferenciarse en la mente del lector
gracias a recursos propios de géneros no narrativos.
Si digo que el ser humano es capaz del mayor de los heroísmos y de las más
deleznables conductas no estoy descubriendo nada nuevo, además de nuestra
experiencia personal existen grandes obras en el panorama literario que así lo
atestiguan y esta es sin duda una de ellas.
Un hombre muere ejecutado y su corazón es uno de los muchos que contribuyen
al desorbitado negocio con que el gobierno chino alimenta –o alimentó– sus arcas,
pero los descendientes del fallecido no están dispuestos a que se disuelva su
esencia, alma (o shen en su idioma
original) y esto desencadena una serie de acontecimientos que afectan a
personas muy lejanas espacial y temporalmente. Pero, aunque el argumento gire
alrededor de este suceso, la novela no trata solo de trasplantes, nos
quedaríamos muy cortos si redujéramos a un solo asunto una obra cuya
complejidad estructural y temática es enorme. Y de paso advierto: ojo a la
estructura, que personalmente me parece una genialidad, así como la mejor
manera de convertir un artefacto narrativo en algo que ensambla magníficamente
la ficción pura –en la que se alternan los géneros epistolar y puramente
narrativo– con lo testimonial, divulgativo y de denuncia.
Como digo, los ejes temáticos son múltiples, citaré solo los que considero
más relevantes. A través de una joven estadounidense llamada Robyn y de una
familia china cuyo descendiente más joven se llama Xin Zàng se habla de
drogadicción, asesinatos, del corredor de la muerte en Texas, de amistad, amor
y erotismo, de fidelidad a las promesas, de heroísmo, de resistencia anímica,
de decisiones impuestas, de egoísmo atroz, de empatía o ausencia de ella, crueldad
con o sin ánimo de lucro, donantes anónimos de esperma, evolución personal, ansias
de maternidad, relaciones paterno y materno-filiales, de represión política, de
corrientes espiritualistas y supersticiones ancestrales y, por supuesto, de trasplantes
y donación de órganos (que no es exactamente lo mismo). Si quieren una síntesis
de todo ello ahí va: injusticia extrema con
el terror como aliado.
También encontraremos ejecuciones y torturas, gobiernos totalitarios y
asesinos (así como gobiernos asesinos bajo un barniz demócrata), componendas
políticas, soledad a raudales, locuras de juventud, seres desalmados y
observaciones inteligentes. Todo ello presentado en el envase que lo unifica:
la ciencia (biología, medicina, historia y documentación, principalmente) entendida
como conocimiento de una realidad cuyos factores más relevantes quedan fuera
del alcance del profano. Pues lo que consigue la autora es servirnos en bandeja
esta información sin salirse de los parámetros narrativos, tal como he indicado
más arriba, pero hay más, irán de sorpresa en sorpresa y –lo garantizo– el estupor
no les abandonará hasta la última página, tanto que a veces seguir adelante se
hace muy cuesta arriba.
Marina Perezagua no se ha conformado con el hallazgo de un argumento
altamente impactante como sucede a menudo en la literatura contemporánea, al
contrario, lo ha desarrollado con esfuerzo y talento, ambos perfectamente a la
altura de esa idea inicial. No tengo más que un pequeñísimo reproche: aunque le
agradezco que nos tranquilice cuando estamos al borde del infarto, a la trama
no le favorece en absoluto ese dato reductor de una intriga tan laboriosamente urdida
hasta el momento.
Además, una vez cerrado el libro y rumiando lo que hemos leído, puede que encontremos en el conjunto de los hechos tal como se presentan un toque algo estrafalario, pero no se pueden negar sus grandes dosis de ingenio, y, sobre todo, que en ningún momento deja de interpelarnos –y de eso se trata en mi opinión– ya que saca a la luz realidades que no deberían quedar ocultas para el público y sobre las que la comunidad internacional debería tener algo que decir.
También de Marina Perezagua: Criaturas abisales
sábado, 12 de septiembre de 2020
Angelina Muñiz-Huberman: El último faro
Año de publicación: 2020
Valoración: Recomendable (para aficionados a los alardes)
La ficción es siempre un pretexto, me refiero claro está a la ficción literaria. Un pretexto para hablar de las preocupaciones del escritor, para que este se cuente a sí mismo, dé testimonio de algo e incluso en algunos casos para que se aclare las ideas y regrese algo más sabio de la aventura de escribir.
La ficción, además, se mira el ombligo en gran cantidad de ocasiones, lo llamamos metaliteratura. Extraer historias dentro de historias al modo de las muñecas rusas, hilvanar anécdotas, sacar personajes de la manga. Aunque también existe otra más teórica y directa: que el propio autor explique sus propósitos o analice conceptos en su nombre o por boca de algún personaje. Muñiz-Huberman emplea un procedimiento mixto: interviene al modo de los autores decimonónicos, pero además nos deja ver las costuras de la historia sin ocultar que (casi) todo es invención suya. No obstante, la escritora parte de hechos reales de la vida de sus antepasados, ocurridos en el primer tercio del siglo XX. Aunque, ciertamente, se toma todas las libertades imaginables, tanto para narrar como para no narrar en absoluto, pues el texto oscila entre la reflexión, los juegos de palabras, la información objetiva y cualquier otro recurso que le sirva para apartarse del tenue hilo argumental sin dejar de insistir en su proyecto intelectual y emotivo, el que la empuja a enlazar palabras con un sentido muy claro, de forma inteligente, capaces de conmover al lector dispuesto a ello. Y he de advertir, una vez más, que no es un artefacto pensado para gustar a todo el mundo y que, como ya he señalado otras veces, solo desde una perspectiva amplia se le puede encuadrar en el género novela.
viernes, 4 de septiembre de 2020
Svetislav Basara: El ángel del atentado
“Jamás el arte ha tenido mejor mecenas y custodio. La Kunstkammer de Rodolfo era una fortaleza inexpugnable a la cual solo tenían acceso unos pocos elegidos. Y en muy contadas ocasiones además. ¡Solo para las grandes celebraciones! Al establecer un cordón sanitario en torno a su biblioteca y su colección artística, Rodolfo II mantenía el arte alejado de la plebe. Y por eso al arte y a la plebe les ha ido tan bien. El arte no es para todos, Berchtold, y la cultura es una espalda de mil filos.”