Una noticia llamó mi
atención: el viejo puente de Isabel la Católica estaba cortado porque peligraba
la caída de no qué aparatos por culpa de fuerte viento.
Cierto que sabía que
habían hecho obras en él, y que justo al lado habían ocupado el antiguo
aparcamiento del edificio de “usos múltiples” con una especie de caperuza
blanca. Algo había oído de la plaza del milenio. Pero como no me interesó, ni
me acerqué.
Ahora, con la
noticia, me he acercado y he comprobado que puedo pasear por mi ciudad y no
verla, ni siquiera percatarme de los cambios que se dan… a velocidad de
vértigo.
Esto es que han
colocado unos chismes a ambos lados del puente, que en mi infancia se llamó de
la academia y luego de Isabel, porque servidor lo vio construir desde las
ventanas de su casa; no en vano entonces vivía en la plazuela de Tenerías. O
sea, justo enfrente.
Esos chismes, a los
que no presté atención cuando he pasado ese puente en los últimos tiempos,
–supuse que serían estatuas urbanas a las que son muy dados el alcalde y la
gente de mi ciudad–, resultan ser aerogeneradores, no simples adornos. Dan
vueltas, no para hacer bonito, sino para producir electricidad. Se explica aquí muy bien: http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/11/valladolid/1302552137.html
Ya debe estar todo
subsanado, pero esta tarde, según volvía del tanatorio, vi a la poli vigilando
y las vallas protectoras colocadas en la acera sur del puente.
Gracias al viento que
ha azotado durante estos días me he enterado de algo que ha costado una buena
pasta, diez millones ochocientos mil euros más iva, y veremos qué productividad
nos da. Ahora sólo falta que tengamos que pagar también los casi cien millones
que piden los antiguos propietarios de los terrenos donde está el hospital del
Río Hortega.
Voy a ver si tengo
calderilla…