En estos primeros días de noviembre el cartero, muy amable, me ha dejado en el buzón estas cinco publicaciones. Ya digo que es muy amable, y no me ha preguntado si el lote de las mismas revistas que me dejó el mes de octubre ya ha pasado al apartado de leído. Si lo hubiera hecho, que ya digo que no, le tendría que haber respondido que aún sigue en el montón de cosas por leer. Ha sido aquel un mes en blanco.
Doy, pues, por supuesto que todo quisque ha entendido que se trata de publicaciones periódicas. No son, qué va, de contenido tipo noticias de última hora, sino más bien de artículos y documentos de sesuda reflexión.
Doy, pues, por supuesto que todo quisque ha entendido que se trata de publicaciones periódicas. No son, qué va, de contenido tipo noticias de última hora, sino más bien de artículos y documentos de sesuda reflexión.
He de reconocer que no sé leer en diagonal, es decir, al biés. Yo sólo lo hago de izquierda a derecha, y de arriba a abajo. Y no una sola vez, sino varias, hasta que la frase que dejo la he entendido bien. De modo y manera que no soy nada rápido; más diría que soy muy lento en esto de la lectura. Y así voy yendo…
El caso es que de esas suscripciones alguna es más antigua que la Tara (por ejemplo, de Selecciones de Teología sería por el año 1970/1 cuando me apunté); otras lo son un poco menos; pero todas calzan sus buenos años. Y es posible que algún ejemplar haya pasado de un montón al otro sin ser ojeado, pero apuesto a que no pasan de diez.
Debería espabilarme un poco más y aprender algún método, si es que existe, que puede que sí, para enterarme de su contenido de un modo más rápido.
Ocurre que si me llega Alandar, esa misma noche cae pieza y me lo calzo. Con CiJ, le echo un vistazo. Y lo mismo me ocurre, pero menos, con Sal Terrae.
Sin embargo Reseña Bíblica me cuesta algo más entrar en ella. Ahora bien, Selecciones de Teología puede tener hasta polvo encima y entre sus páginas cuando la abro y la miro por primera vez. (He de decir que eso de polvo en mi casa es muy corriente, que como estoy al cabo de la calle, entra por puerta y ventanas todo lo que puede y quiere).
Algunas suscripciones más llegué a tener, pero hube de renunciar por incapacidad mental y temporal para abarcarlas. Cito por ejemplo, y es muy buena, Éxodo; y también, algo menos contundentes, Homilética y Catequética. Las tuve que dejar.
Además recibo, no sé quién me apuntaría, Erosky, UDP, Cáritas, Mundo Negro, Servir…
Si esto es fijo, luego está lo variable. ¿Cómo no vas a comprar tal libro que es de actualidad, o tal otro que profundiza en ese asunto tan importante para completar aquel de allá? O ese autor que ahora está en el candelero y acaba de decir tal y tal cosa… De donde resulta que tengo empezados unos cuantos epítomes, que voy atendiendo sin orden ni concierto, cuando encuentro el momento y el humor apropiados para cada uno. Así resulta que cuando cojo cualquiera de ellos, primero tengo que rebobinar y encontrar el sitz im leben (“situación de vida”) para poder asir el hilo o las hojas del rábano y poder continuar profundizando en el asunto. Mi tiempo me lleva, pero al fin lo consigo. Y cuando ya he metido la directa y estoy entrando en harina, es la hora de plegar y apagar la luz, porque mañana hay que madrugar.
Así me encuentro: roto y derrotado, como en un campo de batalla a medio rematar, incapaz de organizarme y sin ganas de hacerlo. Cuando miro el montón que tengo sobre la mesa camilla, suspiro impotente, me encojo de hombros y me digo: mañana seguro que empiezo…
El caso es que de esas suscripciones alguna es más antigua que la Tara (por ejemplo, de Selecciones de Teología sería por el año 1970/1 cuando me apunté); otras lo son un poco menos; pero todas calzan sus buenos años. Y es posible que algún ejemplar haya pasado de un montón al otro sin ser ojeado, pero apuesto a que no pasan de diez.
Debería espabilarme un poco más y aprender algún método, si es que existe, que puede que sí, para enterarme de su contenido de un modo más rápido.
Ocurre que si me llega Alandar, esa misma noche cae pieza y me lo calzo. Con CiJ, le echo un vistazo. Y lo mismo me ocurre, pero menos, con Sal Terrae.
Sin embargo Reseña Bíblica me cuesta algo más entrar en ella. Ahora bien, Selecciones de Teología puede tener hasta polvo encima y entre sus páginas cuando la abro y la miro por primera vez. (He de decir que eso de polvo en mi casa es muy corriente, que como estoy al cabo de la calle, entra por puerta y ventanas todo lo que puede y quiere).
Algunas suscripciones más llegué a tener, pero hube de renunciar por incapacidad mental y temporal para abarcarlas. Cito por ejemplo, y es muy buena, Éxodo; y también, algo menos contundentes, Homilética y Catequética. Las tuve que dejar.
Además recibo, no sé quién me apuntaría, Erosky, UDP, Cáritas, Mundo Negro, Servir…
Si esto es fijo, luego está lo variable. ¿Cómo no vas a comprar tal libro que es de actualidad, o tal otro que profundiza en ese asunto tan importante para completar aquel de allá? O ese autor que ahora está en el candelero y acaba de decir tal y tal cosa… De donde resulta que tengo empezados unos cuantos epítomes, que voy atendiendo sin orden ni concierto, cuando encuentro el momento y el humor apropiados para cada uno. Así resulta que cuando cojo cualquiera de ellos, primero tengo que rebobinar y encontrar el sitz im leben (“situación de vida”) para poder asir el hilo o las hojas del rábano y poder continuar profundizando en el asunto. Mi tiempo me lleva, pero al fin lo consigo. Y cuando ya he metido la directa y estoy entrando en harina, es la hora de plegar y apagar la luz, porque mañana hay que madrugar.
Así me encuentro: roto y derrotado, como en un campo de batalla a medio rematar, incapaz de organizarme y sin ganas de hacerlo. Cuando miro el montón que tengo sobre la mesa camilla, suspiro impotente, me encojo de hombros y me digo: mañana seguro que empiezo…