Gigante, fue una de
aquellas pelis que marcaron mi pubertad/juventud. Esta y también Rebelde sin
causa y Al este del Edén. Hubo otras muchas que ahora no vienen al caso, porque
hoy mi tema es James Dean. Sí, anoche vi Gigante por 7CyL. La empecé con
desgana, porque era una copia vieja y se oía mal; pero luego me fue ganando el
interés, y me la tragué entera.
En absoluto pretendo
añadir algo sobre este actor, cuya personalidad está tan descrita y estudiada, tan
universalmente aceptada como un diamante desaprovechado para la industria del
cine, aunque gloriosa, que con sólo tres títulos ha quedado eternizado, porque
¡quién soy yo, pobre de mí!
Pero sí puedo decir
de lo que me ha supuesto volverlo a ver, tras… pongamos ¿cuarenta y cinco años?
Un fiasco.
Y una ocurrencia: me salté la evidente confrontación de Jett Rink (Jame Dean) con Jordan 'Bick' Benedict Jr. (Rock Udson) y me obsesioné por compararle con Angel Obregón II (John Garcia como niño y Sal Mineo como joven), y me salía este último mucho mejor, donde va a parar. El niñito (moreno mejicano, por cierto) salvado milagrosamente por la atención maternal de Leslie Benedict (Elizabeth Taylor) sabe aprovechar sus oportunidades mucho mejor que el agraciado jovenzuelo (blanco, por supuesto) de rebeldía consentida. Claro que este personajillo pasa casi desapercibido. ¿O no?
Una vez más
compruebo, sin dolor y sin pena, que cualquiera de mis viejos ídolos tiene los
pies de barro, y que a todos ellos, hicieran o no trabajos duros o deporte de
riesgo, les olían, les huelen, los sobacos.
Me acuerdo de Millán
Santos, tan humano él, que, en cierta ocasión, y para hacerme caer del burro,
me dijo, cogiéndome bien fuerte del brazo como para atemperar la dureza con que
iba a hablarme, una frase sobre la mujer que ahora no me atrevo a repetir.
Me quedé
auténticamente espantado.
No tenía razón. O, si
la tenía, aquella frase irreproducible era igualmente aplicable al resto de los
sexos.
Me fui anoche tarde a
la cama, y desvelado. No obstante, he dormido de un tirón hasta que Moli dijo
¡ya está bien, ya te vale!