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No ha sido tiempo perdido


He estado trabajando, y Codorniz también ha estado a lo suyo, poniendo huevos. Ya está en el número veinte. Cuando alcance la segunda docena, pongo la foto.
Ahora estoy con otra cosa. Esto es que hace unos años encontré unas fotos de habitaciones donde duermen niños. Me interesó y lo comenté con ilustración gráfica incluida.
El domingo pasado, pensando cómo hablar a mis muchachas y muchachos de la situación mundial respecto a la riqueza y la pobreza, la abundancia y la escasez, la hartura y el hambre, el variado pelaje que nos gastamos los seres humanos respecto del uso y abuso que hacemos unos y de la carencia brutal que padecen otros, me acordé de aquel escrito, y volví a releerlo.
Cogí el libro entero, Where Children Sleep, y lo he estado traduciendo y formateando para comentarlo en catequesis en la próxima reunión.
Contento y satisfecho del resultado, ofrezco su contemplación, que espero sirva también para una, al menos relativa, reflexión. Y si a alguien le aprovecha para la conversión… sería yo entonces merecedor de un premio gordo a la constancia y la cabezonería.
Obvio resulta decir que este material está sujeto a las leyes que regulan los derechos de propiedad. Si se me avisa de que esto no se me consiente, lo borro y callo. En caso contrario, agradeceré el detalle y lo mantendré a la vista.

¿Huevo al plato o huevo frito?



La última vez que escacharré el microondas fue por culpa de un huevo. Acababa de estrenar el aparato que me habían regalado por sorpresa y, lejos de leer la instrucciones, como suelo hacer cuando utilizo por primera vez lo que concienzudamente investigo antes de adquirirlo, me precipité metiendo dentro un huevo para ver qué sucedía y si podría cenar aquella noche huevo cocido, huevo pasado por agua, o huevo estrellado.
Me estrellé. Pegó la cosa un zambombazo, saltó la puerta sobre sus batientes y rompiese el cierre. Creo que fueron mil quinientas pesetas la avería. Caro huevo me salió.
Desde entonces ya no lo he vuelto a intentar. Hasta esta tarde. Un plato, un chorrín de aceite, un huevo, microondas al 30% y minuto y medio han dado como consecuencia esto, que no sé bien qué es, pero que me lo he cenado pringado con pan y me he chupado los dedos.
Mañana tal vez repita o haga otro experimento. Total por probar…
No cabe duda de que freír un huevo con aceite de oliva, por supuesto, es un placer sólo semejante a comérselo recién hecho. El olorcillo del aceite al calentarse, el aspecto del huevo al caer en la sartén, el chisporroteo inconfundible, la puntillita que se forma alrededor de la yema, y esa especie de sábana blanca que medio la cubre, ya es disfrutar por anticipado del festín que suele seguir a continuación. No comérselo allí mismo ya es renuncia. Sacrificio insoportable es que se lo coma otro, salvo que sea de la propia carne. Sin embargo hay otra salvedad al repective: que salte y te salpique. Esa quemadura duele…
Muchas he tenido a lo largo de mi vida cocineril y freidora de huevos. Todas, –en la cara, en el pecho, en los brazos– las doy en estos momentos por bien vividas. La última, sin embargo, que narré aquí y de la cual me enteré tarde y mal, me decidieron a buscar otra manera de hacerlo, más, digamos, con los tiempos.
Creo que la he encontrado. ¡Felicíteseme, por favor!
Ahora viene la moraleja. No, no se trata de aquella que dice “quien se come un huevo sin sal, se come a su padre si se lo dan”, que es por vieja conocida. Sino de esta otra: “Una segunda oportunidad no significa nada si no se aprende nada de la primera.” No sé de quién es, pero sí de dónde la he tomado, de aquí: http://misfrasesparaelrecuerdo.blogspot.com.es/

Rematando




La caza de ayer no terminó de satisfacerme. Así que esta mañana volví a coger mi arma y busqué la presa que dejé para redondear la faena.
Aunque ese sendero lo recorro a diario, un pino me parece igual a otro pino cuando todo son pinos. Ocurre que el bosque no suele permitir ver al árbol, como también sucede que mirándole a él uno no se percata de que está en una arboleda.
¿No me viste en misa? ¡Pues estuve el domingo! me suelen reprender cuando digo no recordar quién viene y quién no, cuándo fue la última vez que coincidimos en algún lugar y tiempo.
Afinar la vista para discriminar al personal y distinguirlo del contexto no es una de mis cualidades. Para mí todo son cabezas, y las caras, los rostros, se me hacen un borrón cuando las miro en su conjunto.
Por fin lo encontré, y esta vez sí que acerté. Es la imagen que encabeza este escrito. Se trata de un hongo de la madera, en un pino piñonero. Para más información, consultar las muchas guías que existen sobre este tipo de cosas o preguntar a persona entendida.

Una piedra en el camino




Había una vez un hombre muy rico que habitaba un gran castillo cerca de una aldea.
Quería mucho a sus vecinos pobres y siempre estaba ideando medios de protegerlos, ayudarlos y mejorar su condición.
Plantaba árboles, hacía obras de gran importancia, organizaba y pagaba fiestas populares, y junto al árbol de navidad que preparaba para sus hijos hacia colocar otros con regalos para los niños de la vecindad.
Pero aquella pobre gente no amaba el trabajo, y esto les hacía esclavos de la miseria.
Un día el dueño del castillo se levantó muy temprano, colocó una gran piedra en el camino de la aldea y se escondió cerca de allí para ver lo que ocurría cuando pasara la gente.
Poco después pasó un hombre con su vaca. Gruñó al ver la piedra, pero no la tocó. Prefirió dar un rodeo, y continuó enseguida su camino. Pasó otro hombre tras el primero, e hizo lo mismo. Después siguieron otros.
Todos mostraban disgusto al ver el obstáculo y algunos protestaban con él; pero ninguno lo removió.
Por fin, ya cerca del anochecer, pasó por allí un muchacho, hijo del molinero.
Era trabajador y estaba cansado a causa de la faena del día. Al ver la piedra, dijo para sí: "La noche va a ser oscura, y algún vecino se va a lastimar contra esa piedra. Es bueno quitarla de ahí".
Y en seguida empezó a trabajar para quitarla.
La piedra pesaba mucho, pero el muchacho empujó, tiró y se dio maña para irla rodando hasta quitarla de en medio.
Entonces vio con sorpresa que debajo de la gran piedra había un saco lleno de monedas de oro. El saco tenía un letrero que decía: Este oro es para el que quite la piedra.
El muchacho se fue contentísimo con su tesoro, y el hombre volvió también a su castillo, gozoso de haber encontrado una persona de provecho que no huía de los trabajos difíciles, y que pensaba en el beneficio de los demás.
* * * * *
Palabra de honor que esa piedra no le ha movido yo, y palabra también que no encontré ningún tesoro. Tuve que hacer como los primeros caminantes, dar un rodeo, no por la piedra sino por las zarzas que cerraban por completo el sendero.
Este cuento es popular y lo cuentan en muchos lugares. Menos en el mío, porque piedras como ésa no existen; allí sólo hay tierra.
Viene muy a cuento, sin embargo, este cuento para referirse al sendero que une Castromonte y La Santa Espina. Por las piedras, que abundan, y por la maleza, que sobreabunda. Lo malo es que no sé de qué manera podrían enterrarse bolsas con monedas a lo largo de todo el recorrido para que hubiera alguien que fuera limpiando las dos veredas que discurren por el valle, a ambos lados del río Bajoz.
No faltan caminantes en día de descanso. No sólo por estar próximo al Camino de Santiago que procede de Madrid. También por el embalse, que es una preciosidad rica en flora y en fauna.
Estaría muy requetebién que alguien con autoridad se lo tomara en serio.

¡¿Por qué me has abandonado?!



3 de octubre de 2012. Un hombre llora mientras mantiene el cuerpo de su hijo muerto durante un ataque del Ejército sirio cerca del hospital Dar El de Shifa en Aleppo, Siria. FOTO LPG/ AP



No hace ni dos meses que colgué otra foto semejante, en femenino, con la misma carga de dolor, de impotencia, de actualidad horripilante, de abatimiento ante lo irremediable…
Esta ha salido en todos los diarios, virtuales, impresos y televisivos. Pertenece a qué importa qué guerra. Una de las tantas que alguien alimenta y multitudes humanas sufren y padecen.
Buscar un título para esta entrada me parece casi una burla tras haber reeditado otra antigua que perdió la foto y ya está recuperada. No, el cielo no sonríe esta vez, tampoco Dios. ¿Se puede decir que Dios llora?
Quien llora es un hombre de carne y hueso; el motivo es manifiesto.
Aunque resultare macabro, en lo más profundo desearía que fuera un montaje de algún avispado para dar con la foto, lograr notoriedad y ganarse algún premio y dinero. Se lo perdonaría si me dijera que eso no ha ocurrido, que sólo es una pose.
Mucho me temo que es una foto robada. Quién disparó a la máquina no tuvo permiso, ni siquiera aquiescencia tácita. Es un hecho crudo y real. Actual. Cercano.
¡Malditos aquellos que por activa o por pasiva están en el origen, desarrollo y remate de situaciones como ésta!
¡Ay de cuantos estamos endurecidos, nos hemos insensibilizado y no movemos ni un dedo para evitarlas!
“No lloréis por mí, llorad por vosotros…”

Una foto


Es una foto, pero de una obra de Dalí. Y no sé qué significa. Tampoco la conocía. Me la encontré tonteando y me llamó la atención.
Esos gatos se lo están pasando pipa, saltando al ritmo que marca con sus baquetas el propio Dalí. Mientras, Gala permanece quieta desde el trono en que el pintor la colocó.
Todo está suspendido, entre arriba y abajo, y el agua sirve de hilo conductor.
Alguien, desde bambalinas, parece dirigir toda la acción. Suele ocurrir que quien controla no aparezca en escena.

No quiero que esta foto sea una mentira



Por supuesto que sé que puede tener truco. ¿Y qué? Al fín y a la postre, mentirosill@s lo somos tod@s.

Miente el prestidigitador que pretende que creamos que puede sacar un elefante de su chistera. O no, y lo único que quiere es que le admiremos por lo bien que tiene aprendido el truco.

Miente el enfermo que despista al médico con sus dolencias, y éste tiene que ingeniárselas para descubrir si hay enfermedad somática o simplemente, ¿simplemente?, necesidad de que alguien se interese por él, le escuche, le atienda, le sonría…

Mentimos cuando prometemos algo, sin pensar o pensando si seremos capaces de cumplirlo, para que algo o alguien no se separe nunca de nosotros. ¡Cómo si fuéramos dueños de nuestro futuro!

Nos mentimos a nosotros mismos tantas veces: no lo volveré a hacer, esta es la definitiva, si ella en realidad no es tan mala como aparenta, ese ascenso en el trabajo me lo merezco yo que he hecho más que los demás, me ha suspendido porque me tiene manía, no me importa que no me quiera con tal que se case conmigo, me tiene sin cuidado si los vecinos han cambiado de coche, de verdad de verdad que da igual que hayas rayado la tapa del piano vienen enseguida y lo arreglan, huy pues nosotros hemos veraneado en las Seichelles, tengo que adelgazar mañana empiezo…

Pues eso, que no me da la gana que esta foto esté trucada. Me hace mucha ilusión que alguna vez haya ocurrido -o pueda ocurrir- que tres aves hagan esa escena tan chula en lo alto de los cielos.

Y yo, ¿dónde me pongo?



Alguien con mucho gracejo me ha enviado este azulejo con mensaje por correo. Producto tal vez de esas cadenas que se forman en internet a base de envíos, reenvíos y requeteenvíos, ignoro en esta hora quién es el promotor de la historia, que viene titulada así: "Azulejo Sevillano... ¡¡¡ BUENIIIISIMO !!!"

Acostumbrado a los superlativos de los emails, entre los que son buenísimosssss, interesantísimossssss, maravillosísimosssssss y genialísimossssssssss, este a mí no termina de gustarme demasiado, pero le reconocería cierta gracia si no fuera porque en la relación de componentes societarios servidor no se encuentra.

Lo socorrido sería situarme entre los pobres, pero nadie me creería si lo hiciera. Soldado no, que ni he usado, ni uso ni pienso usar jamás un arma. Contribuyente sólo a medias, porque en mi condición de cura no tengo derecho al paro. Vago tampoco; en todo caso maleante; pero ni eso. Borracho menos, aunque por aquí hay buenos caldos; mi cuerpo no lo soporta. Banquero de banco, ni hablar, no doy la talla. Abogado, mucho menos, que el derecho se me ha caído siempre de las manos. Médico quiá; me mareo cuando veo sangre. Sepulturero exige manos duras y tripas recias; y ni lo uno ni lo otro. Político requiere mucha labia y cara de cemento; y yo soy de pocas palabras y enseguida se me sube el pavo.

Para exigir un puesto en esa relación, antes tendría que pensar bajo qué epígrafe podría proponerme, y solicitar su inclusión.

Tengo todo el mes de agosto por delante para darle vueltas a este asunto. Mientras tanto quienes me visitáis mirad y ved si os reconocéis, y si no haced lo que yo, pensad también un poco durante estos días de verano.

Una humilde berza: la lombarda

¿Te apetece leer una fábula para entender los orígenes y causas de la crisis?

Juanma Roca, en su libro El reino de la humildad, construye una fábula sobre la importancia de conceptos como la humildad, el respeto y la prudencia, y los perjuicios que originan la avaricia y la soberbia.
El reino de la humildad nos ayudará a entender los orígenes y causas de las crisis económicas, y nos dará las claves sobre la importancia de los valores éticos del directivo.

Por sólo 9,95 euros pasarás un buen rato y te informarás de los entresijos de la economía y la sociología. No me digas que es caro, y máxime tratándose de ejecutivos.


Tras este anuncio publicitario que me podría reportar pingües beneficios económicos si ahora pasara por ventanilla, he de reconocer, humildemente por supuesto, que no conozco al tal Juanma y no he leído -ni pienso hacerlo- ese volumen así titulado. Hay que tener imaginación para juntar esos dos palabros y pretender que tengan relación: reino y humildad.

En gastronomía, lo mires por donde lo mires, el marisco reina; lo saben en Galicia y en Sebastopol. La humildad, por el contrario, en cualquier parte del mundo está representada por la  huerta. Las hortalizas están bien como acompañantes, siempre junto a. Pasan desapercibidas, pero hacen su labor. Pero si se pretende que ocupen primer plano, la cosa se complica. No tienen entidad suficiente, no saben. Dar color, está muy bien. Afinar, aromar, suavizar, es su función. Pero ¿qué hacer con unas simples zanahorias? Y no digo nada si se trata de patatas, o de puerros, o sin ir más lejos de unas moradas lombardas. Decididamente, salvo que se sea vegetariano, las berzas y similares tienen función secundaria entre hornillos y pucheros. Y casi simple adorno si nos vamos ya a la mesa. Estómagos con verdura son necedad, y vigilia el pretender vivir comiendo sólo eso. En mi pueblo se decía cuando pequeño, el que "fresco come, al fresco se queda", referido al pescado. Pero si era sólo vegetal se espetaba: "A ellas, padre, vos a las berzas y yo a la carne". Y eso no era nada, porque en otros sitios se pensaba que "Las berzas de enero, espurren el puchero". En Cantabria no era para menos, y allí decían: "En el huertuco del pobre, todas las cabras entran a comer berzas". Y hasta los gallegos opinaban de manera semejante cuando decían que "se queres ao teu marido matar, dalle berzas polo San Xoán". Resumiendo, las verduras no tenían entonces la prensa que tienen ahora, que es moda y hasta mola ir de vegetariano; y hay unos restoranes muy guays sólo fibra vegetal por un ojo de la cara.

Ahora a la pequeñez parece que se les da mal comer verduras y legumbres, y los papás y las mamás se preguntan cómo hacérselo. Y buscan la manera de engañarles y metérselo al tiempo que el bollito de turno o la pizza de encargo. No comprenden ellos, los padres me refiero, que la comida de pobres nunca fue apetecible. Porque los pobres, cuando mi niñez, se despachaban con eso, media lechuga para almorzar, o un par de zanahorias, o mismamente un pepino, mientras la otra parte se almorzaba con un par de huevos, una pieza o tres de lomo y una buena costilla sacada del puchero con manteca. Claro que el labrador pudiente metía entre el grano arrobas de melones, pensando en el invierno, por supuesto.

En fin, que me estoy enrollando. Porque yo ahora pretendía escribir sobre la humilde lombarda. Pero no sé qué decir. Yo me la como así, cocida, con un chorrito de aceite crudo, de oliva ¡faltaría más! y pimentón picante por encima. Y me como en cantidad, nada de  unos trocitos. Y me relamo y repito.

Y diréis, ¡vaya simpleza! En efecto, así de simple soy, y así también lo es la lombarda. Y no sé si simpleza y humildad van unidas o cada una por su lado; también ignoro si la humildad es virtud o forzada necesidad. En estos tiempos de la cocina conceptual y de diseño, hablar de lo que comen quienes voluntaria o forzosamente viven en frugalidad suena a contrapunto.

Hace un montón de tiempo hube de pasar por la Trapa; mi obispo me exigía hacer retiro antes de recibir órdenes mayores. Fueron días paradisíacos. Me trataron a cuerpo de rey aquellos frailes del cenobio. Día sí, día también, sobre mi mesa lechazo asado, costillar de cerdo, capón en pepitoria, ternera de mil maneras… Cuando me despedía le pregunté al lego que me atendió si también ellos comían lo que ofrecían. El buen hombre, bajos los ojos y sonriendo, dijo que alguna vez, en fiesta grande, podían probar carne y hablar entre ellos; que a diario una sopita, verdura de la huerta y un deo gratias para terminar.

De lo que se come se cría. Lo he oído un montón de veces. Pero yo pienso que se come como se vive, y se vive -si es que puedes elegirlo- como se piensa. Y al final resulta que comes como piensas y hablas y escribes de lo que vives. O sea: como pienso, escribo. [Notad que me ha salido una frase para enmarcar, y sin pensármelo, no os vayáis a creer.]

De la lombarda poco sé. Que es de invierno. Que en los estantes del supermercado hay de todo durante todo el año, pero lombardas no; no la busques fuera de su momento. Tal vez no haya alcanzado la importancia necesaria para ser producida contra natura, tal vez no sea posible hacerla en invernadero, o en otras latitudes más cálidas. ¡Qué se yo!

Pero del mismo modo que es convincente la expresión: "El día que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo". Estoy plenamente convencido de que como se descubra que la lombarda atesora riquezas inconmensurables, tendremos lombarda durante las cuatro estaciones y su precio competirá con el del oro y otros metales precisos. ¡Al tiempo!

mariajesús paradela había puesto esta foto, diciendo que eran lombardas

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhOAEkT8UK0jtg-r8GFc7OXXlCyiAzPVr0J3X9lffzQKKG4jI7YUlfPTGQLpDfiMtstTcYIaXwFOpTPG71VbsgPRmj7NQfnWiaTt9mVYR0qtZqycjdk8IiI9MVKAM9TqPYoTKEmahg22E/s1600/Concurso+16+de+julio+014.JPG

Pero lo que yo conozco es esto




¡A que es preciosa! Pues eso, y está riquísima.

De pozos y similares


     Hay una foto en la serie que ofreció mariajesús paradela que dejé a un lado; me pareció demasiado obvia. En Galicia, en el medio rural, un pozo con su brocal y con su hiedra, me resultaba evidente. Si nos preguntaran dónde situaríamos esta imagen
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJtDHW2sgaSIKbme00_6Iw7xJDZFYZH1A42kePAAErEwhvA2v3-JXjkga14nN6UsyAfLQtknVr6cuQgtOZCBGaMdfjWGY5lyo-wApNTIOQyq6aHI69arp8vU4HUrCQ6jsnZ2s-1eeaYOw/s1600/Concurso+16+de+julio+016.JPG
     no quiero apostar, pero no exagero si un 70 u 80 por ciento largo lo situaríais precisamente en tierras gallegas con toda probabilidad.

[Sí, bueno, no empujéis; y también en Cantabria, y en Asturias, y hasta el León o Zamora. Sí, también en Escocia y en los Alpes. Que sí, también en Noruega. Vale, y en más sitios, multitud de sitios.]

     Y es que los pozos en otros lugares tienen otra apariencia y sugieren también mucho menos.

     Así es y así aparece un pozo en mi tierra:
http://www.camiher.es/servicios/pozos.jpg
     Diréis, ¡qué barbaridad! Pues sí, qué barbaridad. Los otros, los de brocal de piedra, con su polea para el caldero, y todo él cavado a mano, escarbado en tierra o picado en roca, de ésos creo que ya no existen. Y si aún quedan, habrá que buscarlos.

     Ahora los pozos, los nuevos y los de antes, están abiertos o reabiertos con máquinas, y con aros de cemento, como los de la foto, y no tienen brocal, ni polea ni caldero. Un motor, en superficie o sumergido, bombea agua para alimentar los surtidores del riego por aspersión o para rellenar la piscina de la urbanizacion o de la propia parcela. Porque beber, beber de un pozo, ya poca gente lo hace, con lo buena que está el agua embotellada. ¡Que es de manantial, oiga usted!

     Por mi tierra la foto romántica junto al pozo tiene color sepia, y habla de los tiempos en que el agua se sacaba, se acarreaba, se ahorraba y se cuidaba. Junto al pozo la gente se saludaba, charlaba, se despedía y hasta se citaba. Del pozo bebían los animales de trabajo, que para eso había una pila justo al lado. Bueno, también solía haber un pilón en medio del pueblo, pero ese no cuenta, que no usaba lo del pozo al lado; el agua le venía de alguna otra parte a través de una cañería que desaguaba en él precisamente a través del caño.

     El pozo estaba junto a la casa. Y también en el huerto, aunque a este le llamábamos noria, porque mediante unos cangilones un burro o una mula dando vueltas sacaba el agua para regar lenta pero pródigamente las patatas, los pepinos, las lechugas, los pimientos y lo que hubiere; y había mucho, hasta perucos.

     Y sí, el pozo estaba junto a la casa. Suerte la casa que lo tenía. Podría resistir todo un asedio, con el pozo y la matanza, las gallinas y los huevos, el huerto y la harina, los conejos y el rebaño. Decían en mi pueblo que cuando el año del hambre, por allá no se notó, porque eran pocas las familias que no tenían su autosuficiencia alimentaria. En fin, cosas de antes.

     Porque de los pozos, bebíamos las personas. No importa que fuera sosa, era fresca y era agua. Luego vino el depósito del pueblo, y las cañerías (ahora se dice tuberías, pero son lo mismo), y las fuentes públicas, y, al fin, el grifo en la cocina. Ya fue el colmo.

     Por mi tierra existen otros pozos, que en realidad no lo son, aunque así se denominen.

     Por ejemplo, el Pozo de los Humos, en Las Arribes del Duero. Es una cascada preciosa de la provincia de Salamanca
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/c1/Pozo01.jpg
     Aquí está impresionante. La verdad es que yo lo he visto siempre más humilde, se ve que sólo se ofrece de esta guisa para que lo cuelguen en Wikipedia.

     Otro pozo bonito es el Pozo Azul, en Covanera, Burgos:
http://www.tubilla.net/covanera/imagenes/PozoAzul3.jpg
     Este debe tener mucho más por su interior, pero a mí de eso no me habléis que me dan miedo las profundidades.

     Este tampoco es un pozo sino un embalse, pero lo llaman Pantano de la cuerda del pozo, y está en Soria:
http://f1.eltiempo.es/f//62/80/feba39f548651cd8fb835931b1adc1a3_720x560.jpg
     Y en esta foto tiene incluido un envase vacío de leche, o de vino, o de mala leche. En fin.

     En Gredos, por la parte de Ávila, más que pozos hay pozas. Todo un paraje recibe el nombre de Prado de las pozas, y es éste:
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZXsVrDYDfXak5GhQWpNKxrE2Xs1VuLr0r0IzAR5VtjgrJK4shZWmHsvLrGYw2vmG4SEEOfAL9L-QzuzgrHS0Vu-Gz38Ot6SeTAr5F34luP7vD92oasdJXp3cLCVVtnbqFtySC-4nNQvNC/s400/Rio-Pozas10-07.jpg
     Si quieres subir al Almanzor, y llegar hasta la Mira, u otear Extremadura toda sin salir de mi Castilla, hay que pasar por este prado. Es, sin dudarlo, el camino más corto y más fácil.

     En fin, estos son los pozos que conozco.

     Aunque hablando de pozos se podrían decir muchas más cosas. Pozo o pozos es palabra que sirve para denominar una situación poco apetecible. Lo mejor es oír "he conseguido salir del pozo". Porque caerse dentro, tanto física como anímicamente, es una cosa mala. No se puede estar dentro de un pozo, ahí no se puede vivir. Es insano e inhumano. Si alguien te pide que lo saques del pozo, hazle el favor, por fa, no le dejes dentro. Y si no lo dice, pero lo está, sácalo, alma de Dios, sácalo y que respire… Y olvídate de aquello que dicen de enseñar a pescar en lugar de dar un pescado, anda que eso son monsergas. ¡Cómo va a aguantar alguien ahí dentro mientras tú aprendes a enseñarlo! ¿Paternalismo, dices? ¡Anda y nos digas melonadas!

     Antiguamente se introducía a condenados en su interior,  de un pozo por supuesto, que de eso estamos hablando; y parece que lo pasaban muy mal. Esa era su condena. Hoy ya no se hace, pero sigue habiendo gente dentro de pozos. Pozos de la incomunicación, pozos de la incomprensión, pozos de silencio, pozos de inmundicia, pozos del subdesarrollo, pozos de la  miseria, pozos y pozos y pozos…

     Hace no tanto curas y similares ayudaban a salir de pozos. En la actualidad esa competencia pertenece en exclusividad a psicólogos y psiquiatras. No hay otra. ¿Los políticos? Esos están para otra cosa.

     En nuestra catequesis parroquial utilizamos la imagen del pozo, y la chiquillería lo entiende perfectamente, aunque ya no tienen pozo en casa, ni beben agua de pozo, ni su piscina se surte con agua de pozo.

     Una de ellas, por ejemplo, se titula Los pozos. Y cuenta la historia de gentes que se niegan a vivir en la superficie y hacen su casa en un pozo; o de un pozo, su casa. Ahí dentro, sin ver más que a los de casa, creen que lo tienen todo-todito-todo. Hasta que un nene se escapa y descubre que hay otros pozos habitados de los cuales nada sabía; que hay ríos y bosques, que el sol alumbra y calienta, que de día es de día y de noche es de noche. Y otro montón de cosas más, como pueblos y ciudades enteras. Cuando vuelve contento a su pozo y cuenta lo que ha descubierto convence a los suyos para salir de allí y encontrar lo que desconocían. Estaban satisfechos con lo que tenían, pero es que tampoco habían buscado nunca otra cosa diferente.

     Otra historia también habla de pozos habitados, sólo que sus ocupantes desconocen que el agua que disfrutan no es suya en exclusividad, sino que toda ella pertenece a la misma corriente que alimenta todos los pozos. Desconocidos entre sí, y tampoco interesados en relacionarse, descubren que no pueden vivir como islas, es decir, como pozos, y que quieran o no quieran los demás también cuentan. Y si alguien mancha el agua, la mancha para todos; y si alguien la quiere toda para sí, tendrá que contar con los demás, que también cuentan; y si alguien pica más profundo su pozo, aumentando el caudal de agua, inunda no sólo su casa, sino la de los demás, y le protestarán.

     En fin, que esto de los pozos da mucho de sí y se puede escribir sobre ello largo y tendido. Pero veo que ya es hora de irme a la cama, de modo que aquí termino y concluyo con esto de las fotos de mariajesús paradela.

Las manos

     Después de lo que ha escrito Arobos, poco tengo yo que añadir, a pesar de que tenía el asunto apartado para el final, como el más interesante de los cinco. Él titula "Manos que dan vida" a su contribución en el concurso que organiza maríajesús paradela. Yo no participo, en el concurso digo, pero sí estoy invitado a reflexionar desde mí por las imágenes que la gallega dejó como provocación y propuesta.

     
Para mí las manos es lo mejor que tenemos los humanos. No hay miembro de nuestro cuerpo que se les pueda comparar. Y mira que somos completos y estamos dotados de cualidades. Pero es en las manos donde yo considero que se encuentran de manera ilimitada nuestra capacidad de expresión, de comunicación, de sensibilidad, de fraternidad, de creación. Desde las manos que nos reciben cuando nacemos, hasta las manos que nos cerrarán los ojos cuando muramos, todo, absolutamente todo, está amasado por las manos. Incluso en el caso de que nos faltaran, supliríamos como fuere el miembro ausente, para hacer lo que las manos hacen, porque de lo contrario esta vida no sería vida.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsAZcCb8MU_GbmJx4vf0n2HNci_GnxqjuBsGJCba3btV4enHyeXZLwemn99flbPdOnXovHH8izi1maobXFGmMGpF3LHJLmY_9mt1jNeSvF96ysMwkEMSSHO3v35gr0UE-1onKaR8SKlDw/s1600/Concurso+16+de+julio+009.JPG

     Algo tan simple a primera vista como capar una tomatera, sin embargo encierra en sí todo un largo proceso de aprendizaje. Pero también una maravilla de instrumento, formado por huesos, tendones, articulaciones y músculos que no ha encontrado aún rival. Ni lo encontrarán.

      En las manos está todo dicho de una persona. Si trabaja o estudia. Su edad. Su condición. Su ternura. Su afabilidad. Su energía. Su corazón. Si da o recibe. Si acoge o despide. Si sirve o no sirve.

      Puestos a enumerar usos y posibilidades de las manos, saldría una lista demasiado larga para un blog. No obstante me atrevo a iniciarla.

      Las manos pueden servir para…

Abrazar,
Acariciar,
Acercar,
Acoger,
Adornar,
Aflojar,
Agasajar
Agraciar,
Amasar,
Aplacar,
Aplaudir,
Apoyar,
Aproximar,
Asir,
Atusar,
Ayudar,
Calmar,
Casar,
Confortar,
Congraciar,
Consagrar,
Construir,
Embellecer,
Enarbolar,
Engalanar,
Ensamblar,
Estrechar,
Firmar,
Fortalecer,
Gestionar,
Gratificar,
Hacer,
Indicar,
Llamar,
Moldear,
Ordenar,
Organizar,
Orientar,
Ornar,
Palmear,
Plantar,
Recoger,
Reconfortar,
Reforzar,
Reunir,
Sanar,
Sembrar
Sostener,
Suavizar,
Tensar,
Unir…

     Lo malo de las manos es que también tienen doble uso. Por eso hay que calificarlas, ponerlas un añadido que las determine y no permita confusión. De ahí lo de

mano derecha,
mano izquierda,
manos abiertas
manos amigas,
manos blancas,
manos cansadas,
manos dormidas,
manos entrelazadas,
manos entumecidas,
manos frías,
manos grandes,
manos hinchadas,
manos inquietas,
manos juntas,
manos libres,
manos limpias,
manos llenas,
manos milagrosas,
manos ocupadas,
manos orantes,
manos perfectas,
manos rápidas,
manos sanadoras,
manos sucias,
manos tendidas,
manos unidas,
manos vacías…

     Si es gratificante conocer qué y cuánto pueden hacer las manos, es deplorable, deprimente y hasta escandaloso enterarse de lo que pueden deshacer, o mal hacer. No bastaría con cambiar el calificativo añadido anteriormente por su contrario; no sería suficiente; habría que alargar un poco más la frase, indicando el modo de la acción, su intención, su sujeto paciente, incluso el momento y la circunstancia.

     
Esas manos que nos hacen y con las que hacemos, pueden ser alternativa o simultáneamente destructoras. Y no es que una mano pueda desconocer lo que hace la otra; las dos, de una en una o ambas juntas, sirven para lo uno y para lo otro.

      Quiero sin embargo esta noche ser optimista. Y puesto que mariajesús paradela nos ha fotocopiado sus manos laboriosas, yo propongo como manos ejemplares estas que tengo en mi iglesia para recibir y acoger desde el primer momento a los recién nacidos y a cuantos quieran renacer y estén decididos a ello.

https://sites.google.com/site/laparroquiadeguadalupe/_/rsrc/1253350670134/el-presbiterio/Pilabautismal1.JPG

Julia Ardón tiene una página web muy superior, que podéis visitar y disfrutar. Y esa página web tiene entre otros un apartado que se titula Lazos.

Jessica Isla dijo el 5 de octubre de 2009 como comentario en Lazos este precioso texto:
A mi hermano Leo

Unas manos no son más que unas manos, pienso.

Las que tengo enfrente: heridas, astilladas, vueltas pedazos. Unas manos con dedos imperfectos, quebrados por otras manos llenas de odio. Unas manos que sostuve entre las mías de hermana grande, desde la cuna para que fueran creciendo, poco a poco, para que moldearan su propia vida. Unas manos que defendí para que pudieran crecer sanas, sin moretes, ni golpes, para poder acariciar y abrazar la vida, para estudiar, tomar notas y escribir. Unas manos para dibujar y sanar. Unas manos para reír.

Ese mismo par de manos se defendieron sorprendidas, mientras caminaban alegres a la par del cuerpo que las acompaña hacia la casa de un amigo. Solo pudieron formar un muro frente a los golpes y las patadas de veinte policías. Dos manos, contra cuarenta extremidades de furia. Esas manos sólo pudieron quebrarse por la violencia sin sentido, por la violencia que se cree en el derecho de la razón. Unas manos que ahora son yeso y están inmóviles, que nunca quedarán igual, que tendrán que recorrer un camino largo de ida y vuelta para curarse. Unas manos que son la cara angustiada de mi madre y su pregunta ¿cómo te voy a dejar así? Unas manos que son mi rabia y mi impotencia. Un dolor que explota en cada parte de mi cuerpo y que se abre paso en mis entrañas. Sale, se retuerce, parpadea.

Pienso porque me duele tanto, y me imagino que haría yo sin mis manos. Sin los dedos que teclean estas notas, sin mi herramienta de vida, sin mi voz. Sin todas esas manos que me sostienen: Las manos de mi compañero y mi hija sobre mis manos consolándome, las de Manitos Negras sobre mi espalda blanca, doliente, haciéndome llorar, las de la Margarita que desde la computadora traducía a las otras mis mensajes de auxilio y apoyo mientras sufría su propio dolor, su propia pérdida. Las manos de la hermana con nombre de abeja que cada día se aseguraba de que estuviera bien. Las manos que sostienen la manta de la solidaridad infinita de El Salvador, de Costa Rica, México, Cuba, Argentina y Guatemala. Las de mis hermanas escritoras y la red de araña paciente que han tejido mis hermanas y hermanos hondureños desde esta resistencia. Las manos de mis ancestros, ancianas, brujas y guías espirituales. Las manos de Obatalá y Oshún.

Esas manos quebradas son las manos de la resistencia. Apaleada, quebrada, pero firme. Unas manos dignas que gritan un mensaje al mundo que no escucha por ahora. Que cuidan y acogen, que acunan, se acurrucan, cocinan, se levantan y abrazan. Unas manos que con paciencia, tiempo y ternura volverán a curarse y a crear. Que no volverán a ser las mismas. Que crecerán de otra forma, que sanarán más o menos, que se extenderán al mundo. Que en sí mismas forman una voz. Que son miles de manos y una sola.

Unas manos son todas las manos…

Muros, tradiciones, el mito del eterno retorno y otras consideraciones


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     Una pared puede tener muchos usos y aplicaciones. Generalmente sirve para cerrar un espacio. Vale tanto para impedir que entren como para imposibilitar salir. A veces se utiliza para sujetar algo, por ejemplo mi casa, que está hecha hace tiempo y tiene paredes que son muros de carga, en expresión albañileril. Hoy día se construye de otra manera, y las paredes son como de adorno, y hasta se mueven sin te apoyas en ellas. Se pueden pintar y adornar, consienten que cuelgues estanterías y cuadros, incluso te dan la seguridad de estar protegido. No te fíes; puede que al otro lado alguien escuche tus pensamientos y trame algo gordo contra ti. No duermas tranquilo, esa pared es de papel o similar.

     Un muro refiere a otra cosa. A mí, por ejemplo, me recuerda el de Berlín, que viví desde mi infancia. Ahora el de Gaza, que es otra monstruosidad consentida urbi et orbe. Vergüenza de vergüenza, se nos tenía que caer la cara a trozos…

     Muros los hay que no tienen piedra, ni cemento, ni siquiera adobes. Son reales, pero no tienen apariencia física. Reciben diversos nombres, según cómo estén pergeñados: del silencio, de la indiferencia, de la exclusión… que dan lugar a separaciones en la sociedad y en las ciudades. Son barreras muchas veces más difíciles de evitar que las físicos porque no les vale ni el pico y la pala, sino un cambio de mentalidad, sí, cabeza y corazón. Y eso es harto complicado y exige mucho tiempo, demasiado.

     Mi lugar, por ejemplo, antes era todo muy semejante, con casas entre huertas y tierras de cultivo. Cosas había, por supuesto, que separaban, pero también que unían. Ahora han venido urbanizaciones, con parcela y piscina propias, o sea particular. No entrar. Tampoco hace falta que lo digan, con tener la puerta cerrada es suficiente. Y lo está. Tienes que llamar para pasar al otro lado de lo que antes eran todo campo.

     No hace tanto, apenas diez años, iba yo un día atravesando a través, por linderas y senderos, pasando de una finca a otra finca, de un poblado a otro poblado. Era lo habitual. Sin embargo aquel día me salió un seguridad que me dio el alto diciendo ¡dónde va usted! Perplejo le dije que como siempre caminando hacia mi barrio. Y él va y dice que la tierra que piso es propiedad privada. Ya lo sé, le contesté, pero eso no quita para que pueda pasar, que ni valla ni ná me lo impide. El otro con cara seria me dijo que eso se terminó, que aquella tierra ahora era de una gran constructora y que el libre paso se acabó. Pocos días después todo aquello quedó encerrado con una alambrada. Ahora ya no es alambre, es pared, eso sí, disimulada por la hiedra.

     ¿Dijo alguien alguna vez que no se le podían poner puertas al campo? Pues se equivocó. 

     También una pared sirve para adosar algo sobre ella o junto a ella. Por ejemplo, unas tomateras. Así lo ha hecho en su huerta mariajesús paradela.

     Hay muros que obstaculizan. Hay tradiciones que imposibilitan hacer cosa distinta a lo que es usual y recibido de los mayores.

     Hay una filosofía que habla de que todo da vueltas y vueltas, para volver siempre al mismo lugar, o sea, al principio. Los griegos pensaban así, eso dicen. No había salida, todo estaba encerrado en un fatídico e infernal círculo, y por más giros que se dieran, siempre se estaba empezando… y acabando. Eso se llama círculo cerrado. Una obviedad, porque si estuviera abierto ya sería otra cosa. Otros lo llaman círculo vicioso, y no sé por qué, pero es así. Tal vez porque si un niño pregunta por qué no puede hacer eso que quiere la respuesta fuera simplemente porque no. Y ante su insistencia recibiera como única explicación, porque ni tu padre, ni tu abuelo, ni tu tatarabuelo lo hicieron, no vas a ser tú más que ellos. También le podrían decir, yo lo he oído, porque si haces eso la gente te mirará raro, eso no se hace, nunca nadie lo ha hecho.

     Otra cosa era lo que vivían los judíos, ese pueblo milenario que sufrió mil avatares, aventuras sin cuento, aunque lo parezcan, que haciendo eses, subiendo y bajando, dando dos pasos para alante y uno para atrás, fue progresando en la búsqueda de una tierra de promisión, donde serían felices y comerían perdices. Y las comieron, vaya si las comieron, pero de felicidad no creo que alcanzaran mucha, más que nada a juzgar por lo que cuentan en sus anales. Pero eso sí, miraban para adelante con uno de sus ojos, aunque con el otro echaran en falta muchas veces lo que dejaban a la espalda. Pero ellos concebían su historia como una línea, abierta al futuro, susceptible de infinitud. Esto, ya lo descubrieron los matemáticos, que dijeron que una línea no tiene ni principio ni fin; cosa distinta es el segmento, que es un trozo de línea acotada por ambos extremos. Y ojito que me estoy refiriendo a la línea recta; que si fuera otro tipo de línea ya no saldrían las cuentas.

     Matemáticas, historia o filosofía, los judíos no deben saber demasiado, yo creo que más bien poco. A la vista está lo poco que han aprendido de sí mismos, que ahora están repitiendo, por activa por supuesto, lo que antes vivieron por pasiva. Les echaron de aquí, pues ellos echan de allá. Les arrinconaron en ghetos, pues ahora ellos encierran entre muros. Les privaron de suministros, pues ellos también dejan pasar con cuentagotas víveres y medicinas. Les masacraron con gas, pues ahora ellos aplastan con tanques. Y ojito, que no se muevan, que tienen energía nuclear. Y eso son palabra mayores.

     Dejemos las matemáticas y la historia y hasta la filosofía. Yo sé de personas que se dejan encerrar entre paredes. Y también conozco gente que ni emparedándola la encarcelan. Toure y Yankhoba son dos ejemplos que me sirven. Son hermanos por parte de padre, que por allá hay muchas madres aunque no cuenten, y nacidos en Senegal, África, el continente de abajo.

     El mayor vino a España hace ya ni se sabe, puede que más de quince años. Logró salir de allá, nadie sabe cómo, y llegó hasta acá. Y el arrojo que mostró viniendo lo perdería por el camino, porque aquí vive encerrado en sus limitaciones personales y en la pequeñez que se le ofrece. No hace sino mercadillo, aunque tenga que alimentar allá muchas bocas. No sé si es que no sabe hacer otra cosa, o no puede, o no le dejan. Y así está. Comparte casa con otros en la misma situación; aún no ha conseguido sacarse el carnet, y su español es tan deficiente que malamente se le entiende. Malvive, no puedo decir más.

     Yankhoba, su hermano, le pidió venir. Como fuera, entre todos le tragimos. En cuanto llegó se puso en movimiento: aprender el español, estudiar el código de la circulación, conocer geografía e historia del país, leer libros de acá… Es verdad que mucho le ayudamos, pero él se propuso dejarse ayudar, y puso de su parte toda su carne sobre el asador.

     Hace de esto cinco años. En tan poco tiempo ahora conduce por Europa un carísimo camión, contrajo matrimonio con su novia de toda la vida a la que se trajo para acá; compró casa nueva, aunque con hipoteca alta; hizo dos preciosos hijos y tiene frente a sí un futuro, si no seguro -quién lo tiene ahora-, bastante asegurado. Y Astou Pilar e Hibrahim, ya españoles de hecho y por derecho, no tienen por qué repetir historias que otros vivieron, sino que tendrán vida propia, decidiendo lo que tengan que decidir.

     Y es que hay muros que separan y muros que unen; hay personas que se esconden tras los muros y personas que se sienten encerradas entre ellos; y hay seres humanos que por altos que sean los muros con que se topen, saltan por encima de ellos, escarban bajo sus cimientos o recorren medio mundo para darles la vuelta, y lo que pretendía ser obstáculo se convierte para ellos en ocasión de nuevas oportunidades.
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     mariajesús paradela ha limpiado primorosamente sus tomateras. El muro está ahí, pero es ayuda para crecer no barrera que limita. Apoyados en su firmeza los tomates no vencerán a la planta, engordarán y enrojecerán hasta reventar y se hará con ellos una ensalada festiva, que espero de su amabilidad, de mariajesús por supuesto, que nos haga partícipes a cuantos visitamos su lugar y nos deleitamos con sus peripecias junto a caballos, ranas, perros y demás parentela.
     ¡Si aquello parece el arca de Noé…!

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