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viernes, 29 de diciembre de 2017

Desde La Costa de los Esqueletos, Manuel Mateos nos conmueve con sus “Canciones para después de un naufragio”

Portada
En nuestro ingente mundo discográfico llamémosle “underground”, calificativo que entiendo  por posicionamiento al margen de las radio fórmula, de las multinacionales y de los mass media, que nunca se enteran ni se espera que algún día lo hagan; en ese microuniverso devoto del vinilo en el que pululan fervientes coleccionistas de “groove” buscando secretos imposibles en cubetas de mercadillo para uso propio o para compartir con otros iguales mediante exquisitas reediciones; en esa espiral de singles “rare” a precios imposibles, a veces convertida en el “yo lo tengo y tú no”, o el “yo pincho el original y tú no”; en ese espacio vital de necesaria resistencia y solidaridad, los músicos, las discográficas,  luchan encarnizadamente por conseguir el interés de todos los melómanos de pro, al menos de aquellos interesados no solo en el pasado sino también en el presente como fundamento imprescindible para que el futuro exista. Sin duda alguna, no resulta nada fácil estar al tanto de todo lo que, de una forma u otra podría llegar a ser de nuestro interés, pero cuando hallamos algo que se nos antoja único, sin necesidad de ser un incunable, en el Magic Pop se nos ilumina la cara, se nos estuca la piel y nos sentimos tan felices que incluso nos olvidamos de que el rock and roll se las ve y se las desea para seguir adelante con nuevas propuestas que no hayan pasado “unreleased” durante décadas acumulando el polvo de la indiferencia.  Pues bien, eso es lo que hemos sentido al escuchar el sorprendente disco de debut de Manuel Mateos quien con el nombre de La Costa de los Esqueletos firma este álbum de folk psicodélico, autoeditado en 2017 con el título genérico de “Canciones para después de un naufragio”.  Un trabajo lírico y sonoro ciertamente descomunal que te cautivará hasta lo indecible.      

Trayectoria 
 
Manuel Mateos. La Costa de los Esqueletos
Durante los años 80 y 90, Manuel Mateos fundó y participó en multitud de bandas de su ámbito jerezano ya sea como guitarrista, cantante, bajista o baterista. Su primera formación, con vocación experimental e influencias del postpunk, se llamaba El vino del asesino, con referencia al poema de Baudelaire y proyecto a caballo entre la música y el teatro. Después vinieron Fataltango, (1987-1993) en la que canta y toca la guitarra, en sintonía con otras bandas de la época como Los Bichos, Cancer Moon, entre otros. Grabaron varias maquetas y un mini LP, "Guillotina" que desgraciadamente nunca fue editado. Se cumplen 25 años ya de su último concierto.

Posteriormente crea con Miguel Rosales, guitarra de Fataltango, y la escritora y cantante francesa Kits Hilaire, Ginkgo Biloba (1995-96) donde toca la guitarra y el bajo. Sacaron un mini LP en el mezclaban el afterpunk de los ochenta con la canción francesa o el Grunge. De ahí, pasa a The Playground (1999-2000), banda en la que canta y toca la guitarra más bajo. En ese proyecto coincide con Ángel Figüeroa, baterista (The Plastic Fantastic Lovers, Champagne, Paco Loco Trío). Grabaron unos cuantos temas con claras influencias del powerpop. También estuvo en las formaciones Adictos, los Paramecios y Playgroud. Recientemente Manuel fue invitado por el músico Pablo Petidier  a participar como guitarrista en la banda que va a presentar su segundo disco "Second Grace", lanzado recientemente en diversas plataformas digitales.


Manuel Mateos
La Costa de los Esqueletos nació a raíz de la grabación de una canción, ("Jinete Azul") para un documental, "Luz en los márgenes", sobre el pintor jerezano Juan Carmona,  realizado por un amigo del autor de toda la vida, Miguel Rosales con el que también colaboró en varias bandas durante los años ochenta y noventa. Este disco que nos presenta bajo el nombre de La Costa de los Esqueletos fue grabado en Estudio 79 de Jerez por Rafael Camisón (G.A.S. Drummers, The Ships, Gente Mayor). 

Rafael y Manuel se encargan de la producción. Ha sido mezclado y masterizado por Eduardo Amblar en AmblarStudio, Barcelona. Colaboran Jesús Cabral al contrabajo en dos canciones, Rafa Camisón a la percusión, batería y  sintetizador, y Rocío Márquez al violín. Mateo canta y toca el piano, la armónica, el bajo, la arpa de boca, el órgano, la steel guitar y las guitarras.   La conmovedora ilustración de la portada es de Joaquín Terán, y las del interior y contraportada, no menos sugerentes, de Antonio Ojeda Monge. El diseño y la tipografía son de Luis Vázquez Pinteño.

En la actualidad está adaptando las canciones para el directo con otro guitarrista, Juan Carlos León, de la formación sevillana The Smoggers.También está involucrado en lo que será el primer vídeo de La Costa de los Esqueletos, extraído del segundo corte del álbum, "La hora final".

Las canciones 

Artwork
El disco empieza con “Saco de huesos” mediante esa misteriosa arpa de boca que desemboca en un sinuoso combinado de guitarras lisérgicas y ritmos aventureros sobre los que susurra la voz oscura del cantante “sin patria ni gloria”. Explota la melodía “cabalgando a lomos del viento”   en el estribillo para proseguir con riffs cortantes que te invitan a moverte como si fueras un “saco de huesos” entre eléctricas desbordantes procurándonos múltiples efectos y momentos solistas  alucinantes más pedales de órgano estratosféricos. Tras ese “camino de la insurrección vencida, con la voz dormida en los brazos del viento” llegamos a “La hora final” en la que destaca la aportación celestial de ese magnífico violín desparramando dulzura a juego con la profunda voz principal. Ritmos pausados, efectos a cargo de la Steel guitar, guitarras punteando más recorridos lisérgicos conforman una melodía cariñosa  en “esa luna de septiembre en el malecón” donde “todo es desierto y la venganza del mundo” llega “a su hora final”.  

Manuel Mateos
A continuación oímos “Imposible” canción en la que nos cuenta que “hoy daría igual que se desplome el sol porque un rio insondable nos separa  los dos… cuantas veces soñé que soñabas el sueño imposible que había en mí”.  Melodía ensalzada con apasionantes arreglos a base de punteos y solos de brillantes guitarras con numerosos matices bien definidos, algunos con raíces en el pop 80’s menos contemplativo, entre ritmos envolventes y solo de armónica,  sobre los que se luce la voz principal.  Continúa con “Errante”, tema inquietante situado en el ocaso donde “busco hallar la redención, inmutable singladura al horizonte occidental”. “Un pasajero accidental a bordo de tu corazón” nos canta con una precisión altamente conmovedora en este medio tempo perfectamente hilvanado para definir toda una “canción con espinas” y ritmos “afrolatinos”. Acaba la cara A con “Galo moribundo”, espectacular recorrido rítmico tras una breve intro acústica en el que aparece ese “galo herido que se desangra mientras bosteza el mundo bajo un torrente irrefrenable de estupidez perfecta…”. Un mundo cotidiano “al revés” en el que “nadie es inocente, y la mentira nunca descansa”. Estremecedora descarga de guitarras, ya sean rítmicas como solistas, con detalles incluso de krautrock, entre voces entregadas y medidas mediante  una poderosa sección rítmica que te entusiasmará de principio a fin al tiempo que te invitará a desfogarte sin límite alguno.
 
Rafael Camisón
La cara B se abre con “Huellas invisibles” en la que vuelve a aparecer ese bonito violín aportando más fraseos que te llegarán al alma. “Ahora nada puede hacerte daño- nos canta- la corriente te guiará hacia un mundo sin fronteras, huérfano de furia”.  Y mediante ese “superhéroe sin disfraz entre la espuma del mar” empieza una fascinante segunda parte repletos de momentos folk entre efectos soberbios y rítmica lisérgica. Geniales secuencias de piano acompañan una voz principal emocionante,  y dialogan con guitarras arrebatadoras. Juntos dan forma a este tema para “peregrinos inocentes sin rumbo… bajo un sello estrellado…hacia el país de los sueños”.  Le sucede “Flor de invierno”, con protagonista “pasajera que del silencio y la escharcha nació, portadora de un celeste obsequio, de madrugada cruzaste mi umbral… Ángel de aterciopeladas manos, venciste lentamente mi desdén”. En este caso incide en su vertiente más intimista arropado por pulidos punteos de acústica, teclados estratosféricos, armónica y steel aportando fragmentos muy americanos, para descargar sobre una canción que anda con soltura “enredándose en tu corazón”. Brillantes espacios instrumentales, con un tempo extraordinariamente bien definido y matices sensuales por doquier, acaban por perfilar una canción enternecedora.     

Manuel Mateos
Llegamos de este modo a “Dueño de nada” en el que nos dice “quisiera sumergirme en un viaje al olvido, huir a donde no haya respuestas que buscar. Mis paraísos soñados son los restos de un naufragio que un océano de silencio, poco a poco cubrirá… materia en espiral girando eternamente”. Ese control extraordinario y audaz de la lírica se completa con un planteamiento sonoro verdaderamente proverbial a base de momentos pop y new wave enriquecedores, con aportaciones de rock americano, en los que los teclados dialogan con las guitarras envolviendo a la sensacional voz principal entre cambios de tempo milimétricos, sin olvidarnos de la ya imprescindible presencia de ese violín que nos llevan hacia ese final ácido y progresivo que desaparece entre el sonido de la lluvia.  
    


Manuel Mateos
El penúltimo corte se titula “Prometeo” al que pregunta “¿por qué permites mi derrota bajo el fuego de armas silenciosas?. Y sigue: “desde el epicentro de la amnesia se aproxima un nuevo diluvio… ¿por qué en el paisaje que contemplo ahora se amontonan las ruinas?.  Musicalmente, la canción destaca por esas cristalinas guitarras acústicas así como por su voz principal de amplio registro vocal que emerge desde notas graves con gran personalidad. Los teclados aportan pedales atmosféricos. La armónica se encarga de segundas voces igual de encantadoras mientras que las guitarras, resguardadas por la percusión, aportan unos compases sensacionales completando todo un “diluvio” de genialidades.  Cierra el disco “El rey del cielo (desde el olvido)” “flotando entre dos mundos donde todo es ligero y suave”. Su autor acaba el álbum prometiendo, entre más acústicas y armónica, “yo cuidaré de ti hasta el amanecer siempre en silencio… soy la brisa en tu piel, el rey del cielo”.  Una canción que va creciendo poco a poco con una gran personalidad y un mágico estribillo, añadiendo un pase de oscuro rock and roll nada desdeñable y una guitarra psicodélica hechicera “desplegando sus alas” hasta el infinito.   

Manuel y Rafa en el Estudio 79.
El Cd incluido en la carpeta del disco de vinilo contiene un bonus tack titulado “Jinete Azul” en el que participa Ángel Figueroa a la batería.  Entre sus vibrantes versos, oímos “Un jinete azul sumergido sin temor a retornar, en un campo magnético irresistible… un argonauta de fantasía y rebelión… en un universo en expansión, con la perfecta metamorfosis hacia la autodestrucción… maltrecho y lejos del caos”. Un tema añadido que se inicia con una suculenta combinación de efectos, cintas al revés, para trasladarnos a la última de las excelencias de este imprescindible álbum mediante otra instrumentación imprevisible, con  aportaciones memorables a cargo de todas las secciones que han dado forma a tan sensacional álbum.   

Reflexión final 

Manuel Mateos. Fotos cedidas por el autor
La llamada costa de los Esqueletos es un tramo de la costa occidental de África que se localiza en Namibia, donde la corriente fría de Benguela produce densas nieblas oceánicas la mayor parte del año. Con un clima poco o nada acogedor, entre un constante e intenso oleaje, si bien resulta posible desembarcar con botes de remo atravesando la marea, es materialmente inviable volver a zarpar. Entonces, la única forma de salir de allí es caminar cientos de kilómetros a través del árido desierto. Los numerosos restos de barcos naufragados que se hallan a lo largo de la costa, a consecuencia de la niebla, los vientos o el fuerte oleaje, son el origen de su peculiar nombre. Me imagino que, en un lugar así tan desolador, el silencio espectral, al que se refiere Manuel Mateos  en numerosas ocasiones en este álbum, se expande a sus anchas, tan solo roto por los vaivenes del fuerte oleaje. Si tuviera que elegir unas canciones que transmitieran lo extremo o lo inhóspito del momento escogería, sin lugar a dudas, estas “Canciones para después de un Naufragio”. Realmente, resultan conmovedoras, tan tajantes como escalofriantes. Al escucharlas, al igual que sucede con el oleaje en la costa a la que hacen referencia con su nombre genérico, se te permitirá desembarcar con facilidad en un nuevo espacio existencial mediante esa pasión creativa y destreza interpretativa que desprende; pero ya te estás olvidando de regresar fácilmente a tu cotidianidad siendo el mismo de antes. Te aseguro que tu visión de la vida va a cambiar con bastantes menos respuestas que hacerte. Como bien dicen en el inicio del álbum, el camino, aunque sea tras un naufragio, siempre vas a ser tú, así que tal y como se justifica al terminar tan emocionante trabajo discográfico “muestra toda tu belleza, ella hablará por ti”.     

Nota: Puedes escuchar las canciones de este álbum en el bandcamp donde también podrás adquirir una copia del disco.  También  está disonible en "La Fuga librerías" de Sevilla. (C/ Conde de Torrejón 4, Acc), Al ritmo -Urban Shop (C/Santa Rosa 10. Jerez), Mala Música Jerez. (C/Medina 10. Jerez) o la Librería Agrícola (C/Paul 2. Jerez).