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jueves, 5 de diciembre de 2013

Déjate llevar por las emotivas historias de Ángel Ninguno y siéntete como liebre en madriguera

Portada de Marina Guerrero

Todo el mundo sabe que para contar con gancho una historia, no solo hay que tener un buen motivo. El arte de hilvanar la narración, o la destreza para sensibilizar el lenguaje con arreglos  musicales, se convierten en herramientas y recursos indispensables para crear una complicidad imprescindible entre un emisor y un receptor que comparten ese, siempre fascinante, proceso comunicativo. Angel Ninguno tiene, mediante su disco de debut, “Una historia que contar”, editada por Clifford Records, y en ella ha volcado sus inquietudes, su cosmología, algunos recuerdos y su amor por la naturaleza; y lo ha hecho con un convencimiento encomiable, tan introspectivo como realista aunque, a priori,  pueda parecer un álbum meramente bucólico.

Angel Ninguno. Foto:Lara Roda
Ángel Martínez es un músico murciano criado en la vida rural a medio camino entre la villa de Cañada de la Cruz y la ciudad de  Caravaca de la Cruz, cerca del límite de las provincias de Murcia y Albacete. Estuvo tocando la guitarra con el grupo de pop Vacaciones, donde también estuvo Rafa Skam (The Yellow Melodies), hasta que deciden seguir sus propios caminos en solitario en 2006. Ese año inicia su propio proyecto bautizado como Ángel Ninguno y consigue el primer premio como artista revelación  musical del festival Tendencias al mismo tiempo que queda entre los primeros puestos de revelación nacional del festival Contempopránea y Lemon Pop. Tras pisar los escenarios de varias  salas del Estado, se plantea la necesidad de dejar constancia de las canciones que va creando y con ese propósito llega a 2008. Ese año graba en Barcelona dos temas con el músico Pigmy que, como bien sabrás, se trata de Vicente Maciá “Willy” de los Carrots.  Uno de esos temas es “Quién” incluido en su álbum de debut y el otro “Soldadito de Plomo” que Pigmy ha editado en el single de adelanto de su inminente nuevo disco “Hamsterdam”.

En octubre de 2013 salía a la luz su álbum de debut como solista de Angel Ninguno en formato Lp de vinilo. Una edición limitada de 200 copias que ha sido posible gracias al micromecenazgo y al sello discográfico Clifford Records. Las canciones han sido compuestas, arregladas y grabadas por Angel entre el año 2012 y 2013, excepto la mencionada “Quién” de Pigmy que cobró vida en 2008. Aparte de Vicente Maciá  que aporta voces y guitarras en ese tema, han colaborado en el disco Amélie Bernal quien canta y toca la guitarra en “Tramontana”; Marcos García a los teclados en “Los Cementerios del Mar”; Francisco López a la batería; Antonio Viwe con los teclados en “Oda al viento”; Inga Schulte al chelo en los “Cementerios del Mar” y “Azahar”; y Jordi Montero al violín en “Quién” y “Los Cementerios del Mar”.

La mezcla del disco la llevó a cabo el propio Ángel con Constantino López en los estudios Primavera en el Atlas de Alhama de Murcia y de la masterización se encargo  Guido Lucas. La preciosa ilustración de la portada es de Marina Guerrero. Resulta muy apropiado el dibujo de ese paisaje invernal que, pese a todo, está repleto de colorido mientras deambula un músico sin cara para que todos podamos imaginarnos la nuestra propia. También hay que mencionar que Ángel se encargó de la maquetación y que el disco está dedicado, de forma genérica, “a los que quedan en el recuerdo por su valiosa sabiduría”.  


Las canciones

Angel Ninguno. Foto de su Fb.
El disco de Ángel Ninguno, con una historia que contar, contiene nueve intensas canciones que se articulan temáticamente mediante recuerdos y sensaciones personales consecuentes a su pasión por la naturaleza entendida desde los parámetros de la vida rural, donde se crió. Pero que esa circunstancia no nos lleve al engaño de pensar que su manifiesto bucolismo está exento de la realidad cotidiana, ni mucho menos es únicamente contemplativo. Sus historias cuentan la vida de un niño acosado por los demás porque es distinto. Nos hablan también de los  mares contaminados por el plástico que arrojamos; de esos  amores que acaban cuando ya no hay nada más que hacer para salvarlos; de asumir fracasos, o de volar cuando es preciso desarraigarse de la realidad o de nuestros propios sueños. Todas las canciones emanan algo muy personal de Angel pero a poco que las escuches te darás cuenta que perfectamente puede estar hablando de tu vida o quizá la de alguien muy allegado a ti. De lo que no hay duda es que no tienen un solo acorde ni una sola palabra de desperdicio. Por ello vamos a escribir sobre ellas, una a una como bien se merecen.

Foto del abuelo de Ángel
Con el ruido peculiar de las ovejas, sus balidos y sus cencerros, oímos la “Salida del rebaño”, mientas amanecen esas guitarras folk procurando una sensación de paz y bienestar que nos permite imaginar la escena durante una mañana apacible. El tema adquiere una dosis energética necesaria para seguir el ritmo entre palmas y un toque de folklore murciano nada desdeñable para acabar con el ruido de los corderos adentrándose en busca del pasto y de sus madres. Como detalle de cualidad hay que añadir que Ángel desciende de familia de pastores.

Le sigue el tema “Niño Antena”, una historia que empieza en sábado, entre pájaros cantando, con un niño durmiendo en su portal tras una noche en vela. Nos cuenta la vida de un ser muy peculiar: un niño que se imagina antena, que quiere ser valiente, amable, fuerte pero que tiene miedos que no puede controlar, barreras difíciles de derribar. Acosado en la escuela, con un mundo inventado, le odian por sus virtudes. Su madre piensa que es superdotado, pero es corriente y normal.  Una canción cariñosa con esas guitarras cercanas a los laúdes que se dejan llevar por un ritmo amable y algunos toques flamencos de guitarra a contrapunto.

Angel Ninguno. Foto de su Fb.
“Tramontana” tiene esa mezcla entre el sonido del viento y las guitarras que preceden las voces de una “cruzada” entre el frío de la montaña, a lomos de un caballo avanzando entre la gran nevada; en un viaje para purgar los deseos que llevamos dentro. A destacar esas guitarras entrañables con punteos envolventes y percusión firme, así como frases   tan enriquecedoras como “el verso y mi espada forjados en la misma fragua”. Se incluyen también coros que le dan un toque de acid folk.

“Oda al viento” cierra la cara A con guitarras bailarinas y teclados, mientras su autor se pregunta: “si somos tan fáciles de resquebrajar para que tanto dilema, deja de llorar por ti, por mí. Aquí terminó la historia, si somos objetivos, es fácil de asumir”. Otro tema sensacional con un buen solo de guitarra que pasa a ser una segunda voz entretejiendo las emociones a flor de piel.

“Los Cementerios del Mar” inicia la cara B con ruido de fondo del de mar y gaviotas prendiendo a las guitarras melancólicas y los teclados envolventes. Mares llenos de plástico sobre los “qué estoy convencido de que no hay vuelta atrás”. Dividida en dos partes diferenciables pero consecuentes, la canción  adquiere una prestancia elegante, por momentos clásica, gracias a unos sensacionales punteos de guitarra que hilvanan secretos  con acompañamiento de un magnífico violín y chelo. Incluso añade un toque latino con percusión oriental y bajo, nada desdeñable. “¿Cómo restablecer el destino?”, se pregunta Ángel, a lo que añade: “Lo que se ha tragado el mar nos lo retornará pulido”. La canción también tiene sus momentos psicodélicos con un buen riff de guitarra eléctrica y batería. Para finalizar, una frase contundente: “Me gustaría encontrar la forma de escapar…” y unos arreglos “medievales” que convierten a este tema de folk psicodélico en francamente muy original.    

Jordi Montero, Pigmy y Angel Ninguno
“Quien”, cantado a dos voces, es otra perla del disco. Un tema que va creciendo en intensidad mientras se formula preguntas sobre la persona amada. “Quién te dijo que te odiaba, que lo voy a estrangular. He buscado por los mares una razón, me has quitado la cordura… ¿quién me tira de la lengua?… y ahora soy un perdedor, un castigo que perdura, pretencioso y rompedor. Me despido sin furor”. “Azahar”, siguiente canción,   tiene ese toque melancólico que nos arropa con otra memorable aportación de la cuerda. “Vuela lejos flor para no volver, alas de papel proyectan elevarte con un soplo sutil.  ¿Cuál es la distancia entre tú y yo, cuál es el espacio y cuál la dimensión?… Déjate llevar… arranca tu raíz y vuélvela a plantar; quizás en el camino se cruce otro final… desde el rincón puedo respirar el rastro que dejaste… vuela hasta el final quizá los nuevos días nos vuelvan a encontrar”. Poesía del alma musicada con extraordinaria destreza y repleta de detalles sutiles que distinguen un estilo propio bien definido.

“Una historia que contar” es, a nuestro modo de ver, una perfecta canción de popsike, incluso con algo de beat sixties, gracias a sus arreglos tan preciosistas y esos coros encantadores. Ángel nos dice ”disculpe la intromisión, voy buscando un final que llegue con discreción… voy buscando a quien ladrar. Dejo rastro en cualquier intento. Como un mal perdedor, actuó sin un papel, con un miedo que anda suelto y esclavo del sentimiento. Voy malherido y no encuentro páramo donde aullar para crear una historia que contar”.

Angel Ninguno y Amélie Bernal
Acaba el disco con una “Noche invernal” en la que irrumpe el sonido de una tormenta. Aparece de nuevo el rebaño para cerrar la jornada de reflexiones y vivencias tanto existenciales como sonoras: “es muy tarde ya, la nube está muy cerca, no sé donde buscar…el rebaño está en la sierra, mañana dios dirá… Noche invernal, enciendo una hoguera, quien pudiera estar como liebre en madriguera”. Magnífica canción en la que se pueden apreciar también esos detalles de folk de raíz murciana que Angel recuerda de las Cuadrillas: música de tradición con canciones que hablan de las hazañas del pueblo interpretadas por las rondallas.


Angel Ninguno tocando en la Cuadrilla
Como habrás podido comprobar hay muchas cosas a destacar en el disco de Ángel Ninguno, entre otras tantas que, con toda seguridad, encontrarás tú mismo o misma al escuchar este gran álbum. Entre todas ellas, me ha llamado poderosamente la atención la expresión “como liebre en madriguera” porque creo que contiene, en gran parte, la esencia de este fabuloso trabajo discográfico. A riesgo de pecar de atrevido, creo que la mencionada  frase implica dos aspectos importantes para el proceso creativo del autor. Por una parte esa necesidad de libertad, la de la liebre en sintonía con la naturaleza al margen de un entorno domesticado, por no utilizar directamente la reivindicación de un mundo salvaje alejado de esas malévolas reglas anquilosadas de la sociedad. Por otra parte, se me antoja la no menos imprescindible sensación de tener algún sitio donde refugiarse de los peligros que nos acechan. Una madriguera que, como tal, contiene en si la posibilidad de desarraigarse para desplazarse a otros páramos cuando haya necesidad de cambiar. Apostaría a que la música, para Angel Martínez, como para muchos de nosotros, es esa madriguera a la que acudimos para refugiarnos de los desengaños, para buscar razones acechados por los cementerios del mar, dentro de ese páramo donde poder aullar o ladrar.

Detalle de la portada
La obra de Angel Ninguno resulta, en definitiva,  tan sutil como cariñosa, y por encima de todo, ideal para arropar nuestros miedos con el loable propósito de explicarlos con absoluta normalidad. ¿Cuántas veces nos hemos sentido, como él mismo dice, esclavos del sentimiento, dispuestos a volar hasta el final?. ¿Cuántos rastros hemos seguido con el poder de atracción del azahar?.  Personalmente, muchos, y  Ángel Ninguno me lo ha recordado con una extraordinaria creatividad que ha conseguido emocionarme. Con un disco tan sincero como éste, espero que “los nuevos días nos vuelvan a encontrar” para que nos cuente y nos cante muchas más historias tan reconfortantes como éstas.     

Nota: Puedes escuchar el disco en el bandcamp; comprar una copia en la web de Clifford Records o escuchar una entrevista con el autor en el programa del Cuartelillo.