Tampoco
este año falté a la cita con el Hay Festival de Segovia, pese a que el desgaste
que llevo tiempo observando va haciendo mella. Sólo acudí a cuatro eventos. Las
entradas se mantienen al precio del año pasado, 7 euros. La nómina de
escritores no me pareció demasiado extensa para un evento de este tipo: María
Dueñas, Elisabet Benavent, Muñoz Molina, Elvira Lindo, Soledad Puértolas, Vicente
Molina Foix… Resulta muy diferente a aquella primera edición de 2006.
Llegué
el viernes, con amenaza de lluvia que finalmente no se cumplió. Fui
directamente al Teatro Juan Bravo para asistir a la charla de la escritora
mexicana Valeria Luiselli y Javier del Pino, moderados por Aurelio Martín. El
teatro estaba lleno. La charla, que giró en torno al último libro de Luiselli, "Desierto
sonoro", del que leyó un impactante pasaje, se centró en el ambiente de
xenofobia que se respira actualmente en EE.UU. Valeria Luiselli contó que este
verano su hija tuvo una enfermedad y la llevó al médico. Le dijeron que tenía
que contestar primero una pequeña encuesta que se centraba casi exclusivamente
en sus orígenes: ¿qué lengua hablan en casa?, ¿se identifica como hispana?,
etc. Existe un temor a que los hispanoamericanos amenacen lo que consideran la
esencia norteamericana.
El
siguiente acto al que pensaba acudir era la charla de Vicente Molina Foix con
Renato Cisneros. Acudí a la biblioteca municipal, donde estaba ubicada la sede
del festival, y allí me aclararon que el acto tenía lugar en la biblioteca
pública, que se encontraba a dos kilómetros de distancia, por lo que me
aconsejaron pedir un taxi. Me quedé helado. Siempre había resultado posible desplazarse
andando de un acto a otro. Conseguí que me cambiaran la entrada para otro
evento del día siguiente y me marché.
El
sábado fui por la tarde, con tiempo porque la primera charla contaba con la
presencia de Charlotte Casiraghi, que firmaba junto a Robert Maggiori un libro
titulado "Archipiélago de pasiones", y suponía que habría mucha
gente. Yo quería colocarme en un buen sitio para poder hacer fotos del evento.
Conseguí mi objetivo, aunque al parecer no querían que se hicieran fotos. No obstante, la gente usaba sus
móviles para inmortalizar el momento. Si a partir de este momento se va a prohibir hacer fotos, creo que
es algo que deberían advertir en la página web del Festival.
La charla la dirigió principalmente Robert Maggiori.
Charlotte Casiraghi, aunque contestó a un par de cuestiones, se mantuvo en
general bastante distante, mirando al suelo con el rostro muy serio. "La
filosofía es un ejercicio de paciencia, ante todo plantea la cuestión de la muerte
y por tanto la relación con el tiempo no es la relación de lo
inmediato", dijo ella. Maggiori criticó la actitud de Salvini respecto a
la inmigración y provocó aplausos.
El
tercer acto fue una charla entre Fernando Savater y Maite Pagazaurtundúa. No
recuerdo ahora el nombre del moderador, pero el caso es que las preguntas se
planteaban en inglés y la charla en español, por extraño que parezca. El asunto giró en torno a la
comunidad europea y el problema del brexit. Fue muy interesante. Savater dijo
que las comunidades son siempre egoístas, sólo los individuos pueden ser
altruistas. Respecto al populismo y el nacionalismo recordó una frase de un
humorista americano que afirmaba que para cada problema siempre hay una
solución simple, sencilla y equivocada. Decía Umberto Eco que no hay más
imbéciles que antes, pero ahora se les escucha más. Las redes sociales permiten
que cualquiera pueda decir cualquier cosa y se difunda en igualdad de
condiciones con pensamientos fundados y meditados. Se habló de la aparición de
un libro escrito por David Cameron en el que afirma que no se arrepiente de
haber convocado el referéndum sobre la Unión Europea, al parecer sufrió tantas
presiones que está convencido de que si no lo hubiera hecho él, lo habría hecho
otro.
Por
último, llegó el que para mí era el plato fuerte de esta edición, la causa real
de que no me hubiera quedado definitivamente en casa: James Ellroy. Conversó
con Guillermo Altares sobre su trayectoria literaria en general y su último
libro en particular, "Esta tormenta". Habló de su fascinación por el Los
Ángeles de los años 40, de su afición por el cine negro, de la grandeza de
Hammet, criticó a Chandler y a Orson Wells, alabó la última película de
Tarantino, dijo que su padre, cuando él tenía once años, le contó que se había
follado a Rita Hayworth y que él no lo creyó, aunque con el tiempo ha llegado a
la conclusión de que pudo ser cierto, dijo que escribía a mano y luego una
secretaria pasaba el texto a máquina y él lo volvía a revisar, que cuida mucho
el estilo, que si quieren que no escriba más que le obliguen a leer el realismo
mágico y García Márquez, que odia las adaptaciones al cine de sus novelas de
las que sólo le gusta el dinero que le pagaron por ello, que no se adaptarán
más libros suyos al cine… Y todo lo dijo con histrionismo, levantando la voz,
lanzando algún que otro grito. En el turno de preguntas pidió que nadie le
preguntara sobre la realidad de EE.UU. en la actualidad, dijo que no entendía
nada de política y que no tenía ninguna opinión al respecto.
Debo
lamentar en este caso la poca calidad de la traducción simultánea, una lástima,
ya que siempre suele ser muy acertada.
Y
ya veremos qué pasa el años que viene.