1.- ¿Por qué escribes?
Es el modo que tengo de pensar. Procuro que se entienda y
atraiga. En el caso de que pretenda ser literatura en prosa me esfuerzo
por seguir lo que como lector me ha enseñado a expresar algo
que considero personal. En realidad construyo novelas para vivir en paralelo situaciones
más arriesgadas y duraderas que las habituales, en las que de hecho me baso. La
memoria actualizada en una narración presente constituye el material
sobre el que despliego un habitar en un mundo indecente con algo de
decencia.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Escribo con facilidad. Puedo tomar notas en cualquier
sitio, como por ejemplo mientras espero el embarque en un avión. Esas notas a
mano, como mi escritura no consigo descifrarla ni yo mismo, las paso en
cuanto tengo ocasión al ordenador. Porque desde hace mucho escribo con uno
de ellos, como antes hacía a máquina, Si estoy con una novela imprimo las
páginas y corrijo sobre ellas con lápiz y las vuelvo a llevar a la pantalla.
Hasta que la página no resulta impecable no la doy por terminada
(provisionalmente y a espera de más correcciones según avanzo). Realizo muchas
lecturas y entonces el trabajo fundamental consiste en suprimir.
Utilizando el lenguaje cinematográfico, primero hago un copión al que someto
luego a un montaje.
Mi mesa de trabajo habitual es enorme —antes fue la de
comedor para ocho o nueve comensales— y la mantengo muy ordenada. Hago
gráficos, índices de dramatis personae y llevo un fichero de
notas para incluir en capítulos futuros ya planeados. Pero la versión
definitiva no puedo empezarla hasta que tengo los párrafos de principio y
final. Escribo en total soledad, habitualmente con música, y las
interrupciones, si no son frecuentes, no afectan mi concentración.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Creo
que bastante hice con escribirlos, como diría Borges. Eso le toca descubrirlo a
los lectores. Algunos reseñistas y críticos hablan de que todas mis novelas
tratan de amores y desamores, en un mundo de drogas, rock y traducciones. No
parecen haberse esforzado mucho. He escrito mucho (en ocasiones
autobiográficamente) sobre los dos primeros asuntos, y mi otra profesión es la
de traductor literario. Sobre lo primero sólo hay que leer cualquier libro mío
para comprobarlo.
4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a la hora de
escribir?
Sobre mis
procedimientos literarios he aprendido en especial de la correspondencia de
Flaubert y de París era una fiesta,
de Hemingway. De este último siempre tengo en cuenta que se debe
dejar de escribir cuando aún se está en condiciones de seguir. De ese modo al
día siguiente se puede retomar lo interrumpido como continuación.
5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Una cosa
no es incompatible con otra. Hay un momento en el que se alcanza un punto
en que la novela impone las leyes que habías fijado y obliga a seguirlas.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
La lista sería interminable, y en su mayor parte
coincidiría con la de cualquier buen lector. En mi adolescencia Ulises, de Joyce, me descubrió que el
realismo no tiene límites. A partir de entonces asumí que lo tratado y
cómo tratarlo exige un modo específico. Por eso soy muy fan del olvidado
"nouveau roman" francés y de gran parte de la liteartura
americana —más del norte que del sur— que, sin pretenderlo, habla de mi
realidad. De cabecera son sobre todo los diccionarios, empezando por el de
María Moliner y bastantes más.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Tengo
una novela terminada, Antes que Dios
fuera dios, a la caza de editor. Y trabajo en otra de la que prefiero no
hablar porque, igual que conservar las reseñas y críticas sobre mis libros,
hacerlo da mala suerte. Y en algunas cosas soy supersticioso.
Mariano Antolín Rato. Nació en Gijón,
pero tras vivir, sobre todo en Madrid, con largas estancias en varias otras
ciudades españolas, europeas y norteamericanas, actualmente reside en
Andalucía. Estudió en las universidades de Oviedo, Complutense, de Madrid, y La
Sapienza, de Roma, licenciándose en Filosofía y Letras. Ha publicado 14 novelas
en editoriales como Alfaguara, Alianza, Anagrama, Azanca, Espasa y Pre-Textos.
Con Cuando 900 mil Mach aprox, ganó el Premio de La Nueva Crítica; el
Premio Quiñones con Fuga en espejo: el Premio Villa de Madrid con No
se hable más; el Premio Juan March con Picudo rojo; y el Premio del
Tren, con el relato Latinos en N.Y. También es autor de dos libros de
ensayo y colabora habitualmente en revistas literarias y diarios de difusión
nacional. Traductor de reconocido prestigio, ganó el Premio Nacional de
Traducción en 2014.