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jueves, febrero 18, 2016

Ángeles Sánchez Portero - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Esta es una pregunta de difícil respuesta para mí y por eso, tal vez, no me la hago. Además tengo la sensación de que las razones conllevan ciertas dosis de justificación, de doblegarse a un motivo. Creo que la escritura es un acto de libertad. Es un lugar no compartimentado. Un lugar en el que ser. 

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Intento adaptarme al momento, a lo que hay, sin esperar  circunstancias favorables para escribir, sin que ninguna manía o hábito me imponga nada.
Una se imagina escribiendo, tan a gusto, en una casita en medio de un bosque, junto a una taza de café muy caliente. Este lugar, que cuenta con un escritorio ordenado, silencio y grandes dosis de soledad, permanece aislado del tiempo. Allí, siempre son las nueve de la mañana y no existe esa desazón que supone el paso de las horas, con su retahíla de quehaceres. Sin embargo, cuando me pongo a escribir, se me olvida que esa casita no existe. Se me olvida que son las diez de la noche, o las tres de la tarde, y que estoy en el balcón, o en la cocina, o que llego tarde a la vida.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Creo que mis preocupaciones temáticas pasan por esa parte de la realidad que está rota pero que se nos presenta uniforme. Esas discontinuidades por donde escapa, muchas veces, lo racional y esperable. Me interesa ese “qué raro” que se suele decir cerrando un asunto, cuando sucede todo lo contrario. Algo se abre. Se resquebraja lo cotidiano. Y en esas grietas, casi imperceptibles, casi absurdas, hay locura, seres imposibles, objetos extraños. Están las posibilidades (todas) de lo que hubiéramos sido si hubiéramos escogido un camino que no escogimos. Están nuestras vidas ajenas. Hay, también, ausencias. Y hay muerte, que es una de las mayores ausencias, la gran fractura de la realidad,  la más tremenda.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Esperar, escuchar y respetar. Me explico. Más que a saber lo que suceda o deje de suceder en la historia, a lo que aspiro es a escucharla correctamente. Hay una voz narrativa para cada historia, si cambia esa voz, contamos otra historia. Por eso, para mí, lo que prima es encontrarla. Hay que ser amable con esa voz. Hay que  saber escuchar y esperarla, para que llegue de manera clara, para que cuente la historia que guarda. Luego, una vez descubierta, me dedico a encontrar la palabra exacta. No me sirve cualquiera. Hay que respetar la vibración de cada frase, su armonía.

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

Escribo desde la inseguridad que supone no tener la historia planificada, pero también desde la sorpresa que supone ir descubriéndola. Voy un poco como a oscuras, encendiendo cerillas, tropezándome, palpando muebles, dejándome guiar por una sensación hasta esa voz que viene a hacer la luz y me permite contemplar la habitación donde vive esa historia.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Aún tengo muchas deudas con la literatura, en el sentido de que me quedan muchos escritores por leer, pero me han fascinado en algún momento de mi vida lectora autores como Nabokov, Irène Némirovsky, Ana María Matute, Miguel Delibes, García Márquez, Saramago, Juan José Millás, José María Merino, Eloy Tizón y Javier Tomeo.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

El año pasado, la editorial Talentura publicó Enero, mi primer libro. Enero es una novela corta, escrita en segunda persona, cuyo tema central es el duelo, en la cual se tratan, de manera soterrada,  otros temas como la vida en las ciudades, la amistad y el amor.  

Siempre digo que Enero es un libro muy especial para mí, que me está dando muchas alegrías, ya desde antes de su publicación pues disfruté mucho escribiéndolo.  Actualmente estoy trabajando en un libro de relatos, que espero tener acabado para finales de año. 


Ángeles Sánchez Portero.

Nací el verano del 74, en una ciudad sin mar pero con viento. He vivido en Zaragoza, mi ciudad natal, de manera intermitente. Cada cierto tiempo, la ciudad me expulsa, indómita. Entre maleta y maleta, estudié Ingeniería Técnica Industrial, me peleé con varios tubos de ensayo, perdí planos, cuidé del medio ambiente y escribí microrrelato, relato y novela corta. Ahí sigo.