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jueves, marzo 12, 2015

Roberto Ponce - Cuestionario básico


Permítanme un pequeño divertimento. Le he planteado el cuestionario básico a Roberto Ponce, el protagonista de mi novela "Parece que cicatriza". Todas las respuestas están sacadas de las páginas del libro. Espero que les guste el resultado.


1.- ¿Por qué escribes?

Escribir no es un hobby, escribir es mi vida. Cuando era joven soñaba que la literatura sería como un transatlántico de lujo, pero ahora resulta que no es más que un simple salvavidas. Escribo para limpiar la conciencia, escribo porque lo necesito, para no saltar desde la terraza del edificio. A eso se reduce todo: escribir para sobrevivir. Miro los libros que se amontonan a mi alrededor, que me arropan y que son los culpables de que se me forme un nudo en el estómago. Me pregunto si se escribe porque no se está satisfecho con la propia vida. Al final de El oficio de vivir, Cesare Pavese escribe: «Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más». Y luego se suicida. Es en esa última frase, «no escribiré más», donde se encuentra el dolor de su decisión. Podía haber dicho: no respiraré más, no caminaré más, no veré más, no amaré más, no lucharé más… sin embargo, se despide de la literatura. Vivió mientras escribió. No hay otra conclusión. Los escritores se mueven por la delgada línea de la desesperanza, expuestos a perder el equilibrio en cualquier momento.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Me siento ante mi máquina de escribir, que se llama Brautigan, observando la página en blanco. A mi izquierda, un montón de folios y una botella de whisky barato. A mi derecha, unos cuantos libros y algunos apuntes en papeles de todo tipo: desde servilletas  hasta billetes de autobús, pasando por hojas de propaganda o paquetes de tabaco. Frente a mí, clavados con chinchetas en la pared, un póster de Michelle Pfeiffer y otro de Spirit, así como algunos dibujos realizados por mí con rotulador negro en los que intento representar a mi héroe, Julián Hierro, inspirándome en los grandes protagonistas de la novela negra, bajo el aspecto de Humphrey Bogart, por supuesto. Necesito sentirme arropado por todos esos objetos.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Quizá mis historias son un refugio, una argucia para tratar de vivir otras experiencias y escapar de la propia, un intento de desdoblarme. Quizá descargo mi rabia sobre personajes ficticios, ante la imposibilidad de descargarla sobre los congéneres reales que me rodean. Tal vez mi temática gire en torno a la huida.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

La verdad es que suelo pasar más tiempo paseando que escribiendo y esto, sobre todo en las horas de duermevela, es algo que me desasosiega bastante. En serio, me paso noches enteras rodando por la cama, sin poder dormir, víctima de ataques de desazón, pensando que tengo que dedicar más horas a escribir, que estoy perdiendo el tiempo y me haré viejo sin haber conseguido terminar nada. Por otra parte, soy consciente de que me da miedo escribir, me pongo excusas y falsas obligaciones, rehuyo el enfrentamiento con la máquina, me miento a mí mismo con estúpidas consideraciones sobre la inspiración cuando lo que en realidad se necesita es disciplina, método, esfuerzo, constancia… Ése es mi principio, no perder la constancia y seguir siempre adelante.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Mi estado de ánimo es propicio para refugiarme en la novela, llenando páginas y páginas de basura que terminan en la papelera. Por cada libro que triunfa hay cien mil autores mendigando un trozo de pan, decía mi padre. Y yo no le escuché. Me presento como escritor ante todo el mundo e incluso lo he hecho constar en mi carné de identidad, pero a la hora de la verdad me siento frente a mi máquina de escribir y lleno los folios de basura, palabras y palabras como van surgiendo. No, no planifico nada.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

A veces creo que no soy capaz de recuperar el tiempo perdido, de leer todo lo que tengo pendiente, de escribir todo lo necesario para definir un estilo propio. No he leído el Quijote ni el Ulises ni la Odisea. Y lo peor es que me siento incapaz de hacerlo. Prefiero leer a autores como Kafka, Musil o Knut Hansum, esa es la verdad. Cuando me siento abatido, atormentado por la idea de que se me acaba el tiempo, pienso en los escritores que han publicado su primera obra a una edad avanzada, y esto que hace tiempo me daba resultado, se me presenta ahora como un nuevo motivo de ansiedad, pues me encuentro próximo a esas edades y mi bagaje literario es exiguo. Ni Chandler, ni Buffalino, ni Sampedro despiertan en mí la mínima esperanza.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Intento escribir algo sobre la gente que se obsesiona con la idea de adelgazar, que se esfuerza por mantenerse en forma y no soporta la idea de tener que compartir su ciudad con gente gorda. Sí, la historia de una obsesión, el diario de un paranoico, alguien que se siente acosado por la presencia de personas obesas e intenta evitarlas por todos los medios, pero todo parece inútil, siempre termina encontrándose con alguna. Quiero crear un ambiente asfixiante, dar la impresión de que existe un pacto real entre los gordos para acosar al protagonista. Ya veremos.





Roberto Ponce es un escritor inédito que se encierra en su habitación y se siente culpable por ello. Piensa que no escribe lo suficiente y que debe leer más y mirar menos la televisión y no visitar nunca más a nadie y, en definitiva, irse a una isla desierta y perderse, lo cual es, por supuesto, del todo imposible. Así que muchas veces piensa que nada de esto vale la pena. Quizá debería dejar de escribir… Quizá debería poner fin a todo… Quizá debería arrojar sus sueños al cubo de la basura… Pero, ¿acaso no sería eso como la muerte?
Roberto Ponce es el protagonista de la novela Parece que cicatriza, de Miguel Sanfeliu, editada por Talentura.