1.- ¿Por qué escribes?
¿Por qué no sé cantar? Ni idea.
Solo sé que de vez en cuando me resulta necesario hacerlo.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Necesito tranquilidad, pero tampoco
tanta; a veces algo de música o el ruido de la calle me ayudan a concentrarme.
Prefiero las mañanas a las tardes
o las noches, tiempos más proclives para otros esparcimientos. También prefiero
robarle horas a mi rutina laboral que utilizar el tiempo libre que me regala el
fin de semana.
No empiezo un cuadernillo hasta
que no termino el anterior.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
La vida. El drama humano del día
a día. Las pequeñas miserias y las pequeñas alegrías.
El hombre tiende a la
exageración, a la conquista de logros faraónicos como el de alcanzar la
felicidad. Sin embargo, para su definición es necesario atender a la suma de esos
detalles que le pasan desapercibidos, obstinado como está en aquellos
menesteres. Mi obsesión, por tanto, sería la de traicionarle aireando sus
imperfecciones, sus miedos e incluso los pequeños motivos de alegría a los que
no les presta ni la más mínima atención.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
El lector es siempre más
inteligente que el autor y no requiere de mayores explicaciones para entender,
de ahí que la concisión suela ser el mejor método de transmisión con el que
contamos. Lo que se pueda decir con tres palabras, no necesita cuatro.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo
tienen todo planificado desde el principio?
De los primeros. Incluso en
relatos brevísimos soy incapaz de adivinar el desenlace -de haberlo- cuando
comienzo a escribir. A veces no sé ni qué quiero contar. Me siento frente al
cuaderno o el teclado y escribo, convirtiéndome en el primer sorprendido por lo
que va saliendo.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Heminway, Borges, Chejov,
Shepard,... Hubo un tiempo en el que le fui muy fiel a Capote; otro en el que
me fascinó Alphons Daudet, y otro lejano en el que solo quería ser un personaje
de R. L. Stevenson. En este presente, estoy empeñado en convertir en mis
autores favoritos a alguno de los maravillosos escritores a los que he tenido
oportunidad de conocer en persona: Olgoso, Casero, Ortiz, Herrezuelo, Espada,
Sanfelíu o Rosana Alonso.
En cuanto a ese libro de cabecera
al que siempre vuelvo: Las ciudades
invisibles, de Italo Calvino.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
En abril de 2012 salió mi último
libro de relatos, La suave piel de la
anaconda. En la actualidad estoy escribiendo relatos para algunos
colectivos en los que participo, acumulo cuentos para lo que espero sea un
nuevo libro en 2014, y juego con la posibilidad de terminar mi primera novela.