La frase es demasiado fácil, de típico periodista vago y tontorrón, pero está tan puesta a huevo que resulta dificil resistirse. La diré: es un gran placer leer Los pequeños placeres. Se trata del segundo libro de relatos de Miguel Sanfeliu, el que fuera "escritor casi inédito" y que ya no lo va a ser nunca más (seguirá publicando sin parar).
Sigue este libro la misma línea del primero: un estilo claro, exacto y conciso; unas historias que enganchan, que te obligan a pasar la página con curiosidad; un ambiente realista, cotidiano, de personajes comunes, pero siempre con algo -un rasgo, un detalle, un suceso- que lo trastoca todo y sirve de catalizador del suspense. En general, al leer a Sanfeliu, siempre me siento (aunque quizás es cosa mía) como metido en una atmósfera kafkiana: un mundo real de tan extraño, extraño de tan real, entre la ficción alucinada y la pesadilla de la rutina. En ocasiones se respira en sus relatos tristeza o desencanto; otras veces, una violencia real que ahoga (al estilo de Caché, la peli de Michael Haneke). Se me hace raro pensar que este hombre tan amable y sosegado pueda llevar dentro un asesino en serie... en su versión literaria, claro.
Me gusta mucho la importancia que tienen los detalles en sus historias; también cómo utiliza la voz de la primera persona, en sus distintas modulaciones, para introducirnos en las características psicológicas del personaje-narrador. Y cómo maneja el suspense en el relato.
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