1.- ¿Por qué escribes?
Creo sinceramente
que a escribir me impulsa el hecho y la necesidad de conocerme a mí mismo y
conocer el entorno que me rodea. Eso es, en verdad, lo que hay detrás de cuanto
he creado y escrito: saber del mundo y del tiempo en el que se vive. Siempre he
concebido la escritura como una exigencia de conocimiento y de explicación.
Como un arma eficaz que ayuda ante la vida, porque fiel al tiempo en el que el
arte nace, ayuda a explorar, a observar y a explicar cuanto rodea. Sin obviar,
por supuesto, la pasión y la diversión de la escritura, pues si al escribir yo
sufriese como apuntan algunos cuando hablan del terror ante la hoja en blanco,
hace tiempo que habría abandonado la literatura. Escribir es aprender y
divertirse y el día en que estos dos pilares, tan clásicos y vitales para mí,
desaparezcan, yo dejaré de escribir.
Además, en mi
persona, escribir siempre va acompañado de leer, porque concibo que la
literatura es una de las mejores fuentes de la sabiduría al resumir formas de
estar en el mundo y en la vida. Formas que otros seres humanos pensaron, tras
imaginar, observar y reflexionar para lanzarlas como guía de actuación y como
filón de diversión. Si leer es placer y
al tiempo enseñanza (como ya apunta la máxima de los clásicos con su “docere y
delectare”) escribir es su gran complementario, el que cierra, de forma
definitiva, el arco de estar en el mundo y de vivir en él sabiendo o intentando
comprender como es.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres,
preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
La vida es cambio y
mudanza. Algo semejante puedo aplicar a la mis costumbres y manías a la hora de
escribir. Las circunstancias mandan. Antes, de joven, la alta noche fue reina
junto al tabaco y algún que otro “reconstitutivo” alcohólico. Con el tiempo, no
mucho, la lógica se impuso y las fantasías librescas, bohemias o fabulosas, se
disiparon. Es decir, que abandoné la noche y los esquemas diarios de trabajo se
impusieron. En una palabra: escribo (como hecho físico de escribir) dos horas
al día, generalmente apenas me levanto (madrugo bastante). Lo hago a sabiendas
de ese aire de ayuno y ensueño que permite tanto recuperar los espejismo de la
noche como centrarse en las historias dormidas. Lo hago sin prisas porque no
importa lo mucho o poco que escriba, sabiendo siempre que, además, lo escrito
deberá pasar el cedazo de la lectura del anochecer si es posible.
Siempre releo lo
escrito antes de volver a la historia con la que batallo. Cada mañana releo lo
de días anteriores, porque así descargo mi mente de lo que hasta ese momento me
ha torturado a lo largo del día anterior. Una manía.
En cuanto espacios,
mi casa, sólo mi casa y en mi despacho (No rindo en hoteles y demás, salvo para
lectura y crítica de libros o escritura de artículos). En silencio. Con toda la
documentación alrededor, sea de libros, revistas, películas o fotografías. Y poco más digno de mención.
Lo normal, vamos.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus
preocupaciones temáticas?
Creo que el escritor
es hijo y testigo de su época y, como tales, responde a todo (ojalá) cuanto esa
época tiene. Lo normal es que los temas universales de siempre estén presentes
en mis textos porque son esenciales en la vida. No obstante, para mí son
básicas unas temáticas que me ayudan a entender la vida y que van desde el paraíso
perdido visto con melancolía (no con nostalgia, porque no sirve de nada) hasta
hechos transcendentales en nuestra historia pasada como la importancia de la trágica
guerra civil. Ambos temas me sirven de explicación a lo que no entendí en la
infancia y primera adolescencia. Quizás, habría que añadir temas como la
transcendencia, la importancia del paso del tiempo y la celebración de la vida
observada desde el defecto casi siempre. Por eso, me interesan los perdedores
frente a los héroes. Ofrecen más aristas.
4.- ¿Algún principio o consejo que
tengas muy presente a la hora de escribir?
Sí, algunos. El
primero: que una cosa es escribir y otra cosa es dar el texto a la imprenta.
Otro: cuando una historia, por muy avanzada que éste, no sigue, lo mejor aunque
duela, es desecharla.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por
la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?
No soy escritor de
plano con todo detallado antes de ponerme a escribir. Al contrario, soy de
brújula. Basta con una frase, un impacto, una sensación para que la mente se
active. Eso sí, desde la activación a la escritura, la idea, sensación, título,
impacto, etc. debe bullir en mi cabeza algunos días para ver si cuaja su masa.
Solo cuando esto acontece, comienzo a escribir dejándome llevar (pero con mi
nebulosa ya en la cabeza, claro).
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de
cabecera?
Es difícil
circunscribir tus intereses a unos pocos títulos. El listado sería
interminable, desde los clásicos a la actualidad. Uno es hijo de todo cuanto
lee, lo bueno y lo malo, porque todo enseña. Para bien o para mal. Por eso,
incluso a los libros vacíos habría que citarlos, por su enseñanza. No obstante,
te cito algunos de autores básicos que siempre están a mano: Gracián,
Cervantes, Rulfo, Kafka, Céline, los realistas rusos... para que seguir.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último
proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o
estés escribiendo.
El último libro
publicado es El tamaño del mundo, una novela que aborda los primeros cuarenta
años del siglo pasado en un espacio muy concreto de Aragón, los Pirineos,
aunque existen otras ramificaciones
espaciales complementarias. Todo sucede en una familia que va haciéndose desde
la ilusión al fracaso, representado éste por la guerra civil. El despertar a la
vida, el azar, la felicidad y celebración de la vida, la tragedia, la muerte,
el trabajo, las ilusiones, los sucesos de la historia, la fuerza del tiempo, la
despoblación, las mutaciones del espacio, la memoria, el olvido... son algunos
de los hilos que la “sostienen”. Y quiere ser una novela de aprendizaje, de la naturaleza
y sus cambios, de viaje e histórica cuando menos.
Ramón
Acín (Piedrafita
de Jaca - Huesca). Doctor en Filosofía y Letras (Universidad de Zaragoza),
Catedrático de Lengua y Literatura. Académico de número en Real Academia de
Bellas Artes de San Luis (Zaragoza). Escritor y crítico literario.
Como crítico, entrevistador o
articulista, sus textos han aparecido en revistas y prensa diaria. Ha impartido
conferencias y ponencias en congresos nacionales e internacionales, así como en
cursos de verano, universidades extranjeras y españolas. También ha dirigido e
impartido talleres literarios y cursos sobre lectura y literatura.
Fue el creador y director
de “Invitación a la lectura”, programa didáctico-lector de la
Comunidad Autónoma de Aragón (1985-2011).
Es autor de los ensayos Narrativa o consumo literario (Prensas
Universitarias, Zaragoza, 1990. Reimpresión, 1992 y 1999), Los dedos de la mano (Mira, Zaragoza, 1992. 2º ed. 1993), En cuarentena. Literatura y mercado (Mira,
Zaragoza, 1996. 2º ed. 1997), La línea
que come de tu mano (Ediciones De la Torre, Madrid, 2000), Aproximación a la narrativa de Tomeo (Instituto
de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 2000) y Cuando
es larga la sombra (Zaragoza. Ed. Mira, 2009).
De las novelas Extraños (Prames, Zaragoza, 2000), La marea (Algaida Editorial,
Sevilla, 2001), Cinco mujeres en la vida
de un hombre (Algaida Editorial, Sevilla, 2004), Siempre quedará París (Algaida Editorial, Sevilla, 2005. Cuarta
edición: 2014), Muerde el
silencio (Algaida Editorial, Sevilla, 2007. Segunda edición: TodoeBook,
4ª de. 2012), Ya no estoy entre vosotros,
(Mira, Zaragoza, 2014) y El tamaño del
mundo, (Doce Robles. Zaragoza, 2017).
De dietarios, literatura juvenil
e infantil y también libros de relatos como Abrir
la puerta (Editorial Traspiés, Granada, 2013) o Monte Oscuro. Álbum de familia (Los libros del Gato Negro.
Zaragoza, 2016).
http://ramonacin.blogspot.com.es/