1.- ¿Por qué escribes?
Empecé a leer compulsivamente a
partir de los doce años, todo lo que caía en mi mano. Supongo que el paso
siguiente, escribir, era inevitable. Quizás yo también pueda contar historias,
se pregunta uno. Las palabras, el libro más memorable de Sartre, solo tiene dos
capítulos: leer y escribir. Creo que ahí está todo. La literatura es un refugio
contra la soledad, un lugar donde asombrarse y atisbar alguna luz. Un espacio donde
nos reconocemos como humanos y en el que habitan pequeñas verdades que no
pueden expresarse de otro modo. Contar historias, leerlas, es el medio que he
encontrado para mostrar mi perplejidad ante el mundo.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Cuando era pequeño carecía de
cuarto propio y tenía que estudiar en la cocina, un lugar de tránsito. Esta
experiencia me inmunizó, tanto que en la universidad me preparaba las clases en
los cafés y alguno de mis textos los he escrito ahí. Eso antes de tener a mi hijo,
claro. Ahora escribo en casa, con un poco de música, a veces a solas y otras
con interrupciones inevitables. Las condiciones ideales no existen. Además,
parte de mi escritura la concibo mientras camino o hago recados. Los personajes,
las frases, las palabras, son una especie de sombra las veinticuatro horas.
Escribo a diario, incluidos los fines de semana, intentando aprovechar todos
los huecos que me permite el trabajo y la vida cotidiana.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Me gustaría que mi literatura
estuviera hecha de personajes vivos. Me interesan las relaciones humanas, la
zona gris de nuestra existencia, la que nos define como seres vivos, complejos
y contradictorios. Trato de llevar a los personajes a situaciones en las que
deben adoptar decisiones que quizás cambien el resto de sus vidas. La tensión
entre la vida en el campo y en la ciudad siempre ha estado presente en todo lo
que he escrito. Un escritor debe mantener el reto de no repetirse y de abrir
nuevos caminos. Por supuesto, debe buscar la belleza. En mi caso, me gustaría
conseguir un estilo transparente, como un papel de cebolla, con las palabras
precisas, donde no sobre nada. La facundia, el engolamiento y la prosa
sonajero, que diría Marsé, no van conmigo.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
Que nadie se fíe de los consejos.
La literatura es uno de los pocos espacios de libertad real que nos quedan.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen
todo planificado desde el principio?
Siempre hay un punto de partida,
unos personajes más o menos definidos, unas situaciones. Suelo tener claro el
inicio y no siempre el final. Tenerlo todo planificado me aburre, pero no creo
que los personajes existan por su cuenta. Eres tú quien los mueves, quien los
creas.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Hay decenas. Aparte de los
clásicos, a los que siempre hay que regresar, si tuviera que elegir algunos más
o menos contemporáneos me quedaría con Dublineses,
El
gran Gatsby, El primer hombre, los
cuentos de Cheever, El largo adiós, cualquiera
de los libros de Alice Munro, cualquiera de las novelas de Marsé, Campo de amapolas blancas, Estrella distante. Aunque no soy un gran
lector de poesía, suelo releer a Claudio Rodríguez, Cernuda y Ángel Campos
Pámpano, entre otros.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Antes del verano publiqué Pequeñas biografías por encargo, mi
primera novela. Hace años escribí otra, que guardo en un cajón y que nunca
saldrá de allí. De alguna forma Pequeñas
biografías por encargo ha supuesto cerrar un ciclo iniciado con mis dos
libros de relatos anteriores, Lisboa
y La despedida.
Hace
poco he terminado un nuevo libro de relatos, Ocho cuentos y medio, en el que he intentado abrir mi narrativa a
otros temas. En el libro tengo el honor de contar con una colaboración muy
especial, un cuento del gran Gonzalo Calcedo. Ahora ando inmerso en una nueva
novela, quizás más visceral y pegada al momento, en ningún caso una novela de
tesis, no me gusta soltar moralina.
Javier Morales Ortiz (Plasencia, 1968) es escritor y periodista.
Estudió Periodismo y Derecho en Madrid. Es autor de la novela Pequeñas biografías por encargo y de los
libros de relatos La despedida y Lisboa. Ha participado en la antología 2012:La generación del #FinDelMundo. Además de su trabajo como reportero en varios
medios de comunicación de ámbito nacional (El País, Mujer Hoy), tiene una
columna dominical sobre libros, Área de Descanso, en El Asombrario, el portal
de cultura de eldiario.es. Colabora habitualmente en Quimera o Leer. Es
profesor de escritura creativa e imparte un ciclo sobre pintura y literatura en
el Museo Thyssen.
2 comentarios:
Conocí a Javier en la FLM pasada, en la caseta de Menoscuarto donde coincidimos unos cuantos y buenos amigos. Hace poco leí "Pequeñas biografías por encargo" y me ha parecido una novela magnífica, original, ficción dentro de la ficción en un juego de espejos muy estimulante. Enhorabuena.
Abrazos.
Muchas gracias, Miguel Ángel. Agradezco mucho tus palabras, las de un maestro del cuento. A ver si este año coincidimos también. Una abrazo
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