Una receta tradicional,
en principio muy fácil y sencilla de hacer, pero en la que, sin embargo,
conviene tener cuidado con algunos detalles para no hacer un “pastiche
grasiento”.
Necesitamos:
Patatas; entre
200/250 gramos por ración.
Chorizo de buena
calidad, mejor tierno. Yo puse unos 50 gramos por ración.
½ cebolla.
2 ó 3 dientes de
ajo.
Aceite de oliva
virgen y sal.
½ cucharilla de
pimentón, dulce, picante o mezclado, al gusto.
1 hoja de laurel, optativa. Yo no se la pongo porque me
parece que tiene mucho sabor y resta protagonismo a otros ingredientes.
Empezamos
poniendo en una cazuela un poco de aceite de oliva y hacemos
un sofrito con los dientes de ajo y la cebolla picada muy menuda hasta que
esté trasparente.
Pelamos el
chorizo y lo partimos en rodajas; lo agregamos al sofrito y dejamos que
se dore y suelte la grasa.
Añadimos las
patatas cascadas, para que los bordes irregulares se
deshagan y den espesor al guiso.
Espolvoreamos el pimentón con cuidado sobre las patatas y mantenemos el fuego
bajo mientras revolvemos, para que no se queme y acabe amargando.
Salamos.
Cubrimos con agua fría de dejamos hervir hasta que la patata estén tierna, unos 25/30 minutos,
moviendo la cazuela de vez en cuando.
Dejamos reposar unos minutos antes de servir.
¡Y listo, a disfrutar!
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