A principios de septiembre del año pasado leí una noticia que me hizo tremendamente feliz; decía que en noviembre la Editorial Lumen iba a publicar un libraco llamado ‘Una vida sin ti’ que contendría cuatro novelas cortas de Jean Rhys. Llegó noviembre y nada. Pasaron los meses y aún sin rastro. Busqué desesperadamente hasta que perdí la esperanza. Quizás se habían echado para atrás. Quizás había sido una trola. Y el otro día, cuando bajé a Barcelona y fui de librerías, cuando ya no lo estaba buscando, lo encontré y no podéis imaginar lo contenta que me puse. Al final resulta que en realidad no lo publicaron hasta el pasado abril, pero bien está lo que bien acaba.
¿Y por qué tanto desasosiego para encontrar un libro de una tal Jean Rhys? Pues porque nadie escribe como ella, porque me es facilísimo conectar con la tristeza que transmiten sus escritos, porque sus libros son tan deprimentes que se te hace un nudo en la garganta. Tan pronto como lo tuve en mis manos empecé con la primera novela, ‘Viaje a la oscuridad’, y la devoré. Ahora me estoy refrenando y me he propuesto aplazar el momento de empezar la segunda novela del volumen porque no quiero terminármelas demasiado pronto y quedarme sin nada de Jean Rhys que leer.
‘Viaje a la oscuridad’ es un libro tremendamente autobiográfico; está protagonizado por una joven que nació en las Antillas pero que ahora sobrevive como puede haciendo de corista en Inglaterra, donde el frío y la soledad se hacen casi insoportables. Y por si fuera poco, encima, se enamorará y tendrá que sufrir un desengaño que la hundirá aún más. Es una novela sobria, seca, dura, que nunca habla directamente de tristeza y soledad, pero no hace falta porque son sentimientos que se palpan en cada una de sus líneas.
Si una imagen tuviera que resumir 'Viaje a la oscuridad' en ella veríamos a la protagonista tumbada en la cama de una pensión gris y deprimente recordando su infancia (que tampoco fue especialmente feliz), recordando el pasado para no tener que pensar que en el presente el hombre que ha amado la ha abandonado. Y en la mesilla probablemente habría el detalle tópico pero eficaz de una copa con restos de vino y por la ventana se vería un cielo oscuro y todos los colores serían fríos y apagados.
Y sin emgargo, lo que me gusta más de Jean Rhys es que su tristeza no es causada por circunstancias externas (como podría ser el desamor) sino que es algo que está arraigado más profundamente, algo terrible e incontrolable que se puede esconder pero que siempre está ahí. Es probable que Jean Rhys tuviera depresión crónica. Lo que sí es seguro es que tenía una habilidad para describir los estados depresivos que pocos escritores pueden igualar.
¿Y por qué tanto desasosiego para encontrar un libro de una tal Jean Rhys? Pues porque nadie escribe como ella, porque me es facilísimo conectar con la tristeza que transmiten sus escritos, porque sus libros son tan deprimentes que se te hace un nudo en la garganta. Tan pronto como lo tuve en mis manos empecé con la primera novela, ‘Viaje a la oscuridad’, y la devoré. Ahora me estoy refrenando y me he propuesto aplazar el momento de empezar la segunda novela del volumen porque no quiero terminármelas demasiado pronto y quedarme sin nada de Jean Rhys que leer.
‘Viaje a la oscuridad’ es un libro tremendamente autobiográfico; está protagonizado por una joven que nació en las Antillas pero que ahora sobrevive como puede haciendo de corista en Inglaterra, donde el frío y la soledad se hacen casi insoportables. Y por si fuera poco, encima, se enamorará y tendrá que sufrir un desengaño que la hundirá aún más. Es una novela sobria, seca, dura, que nunca habla directamente de tristeza y soledad, pero no hace falta porque son sentimientos que se palpan en cada una de sus líneas.
Si una imagen tuviera que resumir 'Viaje a la oscuridad' en ella veríamos a la protagonista tumbada en la cama de una pensión gris y deprimente recordando su infancia (que tampoco fue especialmente feliz), recordando el pasado para no tener que pensar que en el presente el hombre que ha amado la ha abandonado. Y en la mesilla probablemente habría el detalle tópico pero eficaz de una copa con restos de vino y por la ventana se vería un cielo oscuro y todos los colores serían fríos y apagados.
Y sin emgargo, lo que me gusta más de Jean Rhys es que su tristeza no es causada por circunstancias externas (como podría ser el desamor) sino que es algo que está arraigado más profundamente, algo terrible e incontrolable que se puede esconder pero que siempre está ahí. Es probable que Jean Rhys tuviera depresión crónica. Lo que sí es seguro es que tenía una habilidad para describir los estados depresivos que pocos escritores pueden igualar.