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domingo, 2 de junio de 2013

'El ángel Esmeralda' de Don DeLillo






Don DeLillo es un tipo que, no sé por qué, me cae bien. En las fotos tiene pinta de hombre severo y que está por pocas bromas, pero a mí me da la sensación que en realidad es un tipo cordial y amable con el que puedes conversar fácilmente de cualquier cosa (creo que esta idea se desprende de las pocas muestras que he podido leer de su correspondencia con David Foster Wallace).

He leído dos de los novelones de Don DeLillo (‘Ruido de fondo’ y ‘Libra’) y los dos me encantaron. Pero, como sus novelones suelen ser bastante largos (y a mi los libros largos pueden llegar a estresarme, en parte es por eso que no llegué a terminar ‘Submundo’), en ocasiones me he decantado por leer alguna de sus novelitas más cortas (concretamente ‘Body art’ y ‘Punto Omega’) y en estas ocasiones me he quedado algo decepcionada, porque me ha dado la sensación que parten de una buena idea pero se alargan demasiado y me he quedado con el convencimiento de que estas novelitas quedarían mejor con menos páginas, en forma de cuento. Por eso, cuando vi que ‘El ángel Esmeralda’ era una recopilación de sus cuentos me dije que tenía que leerlo.

Los cuentos de ‘El ángel Esmeralda’ son puro DeLillo, pero tengo que reconocer que se trata de una colección algo irregular. Por ejemplo, una prisión de baja seguridad para condenados por fraude o corrupción y que se dedican a seguir por la televisión las noticias de la caída de la bolsa presentadas por dos niñas pizpiretas pero muy profesionales es algo que sólo se le podría ocurrir a DeLillo. Es un escritor capaz de escribir ensayos en forma de cuentos que diseccionan nuestra sociedad capitalista y hacerlo de un modo casi paródico pero a la vez absolutamente serio.

Hay algunos cuentos (como el antes citado) que se quedan simplemente en una buena idea desarrollada de forma algo decepcionante y/o cansina (porque si hay algo que se le tiene que reconocer a Don DeLillo es que siempre tiene buenas ideas). Pero luego también hay otros cuentos realmente buenos. Me gustó mucho el del tipo atrapado en un lujoso resorte de vacaciones en el Caribe que se levanta cada día par intentar coger un vuelo pero nunca puede, pero acaba no importándole tanto, acaba habituado a esta nueva rutina. O también el de dos profesores norteamericanos trabajando en Grecia a los que les sorprende un terremoto y las consiguientes réplicas y, a partir de entonces, se apodera de ellos el miedo y la paranoia. Estos dos, con su aire de pesadilla paranoica me parecieron excelentes.

Después también me gustó mucho el cuento del tipo que corre por el parque y presencia el secuestro de un niño; es sólo una anécdota pero a partir de ella dice tantas cosas sobre nuestra forma de pensar y nuestros temores. Y finalmente también está el cuento de los dos universitarios que se dedican a seguir a un tipo que se encuentran por la calle e inventan una vida para él, un cuento interesantísimo sobre la identidad y el autoengaño de la ficción, algo de lo que también habla el cuento de un tipo que pasa los días recorriendo la ciudad yendo de cine en cine. Lo dicho, Don DeLillo tiene las mejores ideas, las más originales, las más certeras. 


viernes, 4 de diciembre de 2009

Leyendo 'Submundo' (I)



Puede que lo que más me guste de Don DeLillo sea que habla de nuestro presente (o pasado) pero lo hace como si estuviera escribiendo una novela sobre un futuro distópico. Puede que la segunda cosa que más me gusta de Don DeLillo sea que sus novelas más que novelas son ensayos disfrazados de novelas. Y puede que la tercera cosa que más me gusta de Don DeLillo sea que sus protagonistas más que personajes individualizados son personajes que encarnan una idea de lo que significa ser un individuo en una determinada época; no sabemos nada realmente personal o íntimo de sus protagonistas, sólo conocemos sus costumbres y sobre todo lo que consumen. Sus novelas no son sobre la individualidad sino sobre la colectividad. Lo sé, características muy particulares que te hacen amarlo u odiarlo.

Ahora estoy leyendo 'Submundo'. 983 páginas. Todo un reto. Voy lenta y tampoco demasiado segura. La vida real tiende a interponerse en mis planes como lectora, así que no estoy muy convencida de conseguir terminarlo. El prólogo se me hizo algo cuesta arriba; la primera parte me ha encantado, ahí me he quedado por ahora. Hay un momento en que una artista de apariencia alternativa pero totalmente integrada en el sistema pregunta cuándo la vida se volvió tan irreal. Creo que ésta puede ser una constante de la novela. Sospecho que (entre otras cosas) 'Submundo' reflexiona sobre qué hay de realmente auténtico en nuestras vidas. Me temo que realmente poco, porque:

01. Muchos personajes parecen estar representando el papel que les toca: Brian (el amigo de Nick, el protagonista de al menos esta primera parte) imita el papel de padre preocupado; los empleados de Nick imitan la voz de sus jefes sin darse cuenta (algo que incluso a veces le pasa a Nick; se sorprende imitando la voz de un antiguo jefe suyo); en un isntituto se representa una parodia del apartheid y durante una jornada a unos estudiantes les toca hacer de negros y a otros de blancos; etc. En el fondo siempre finges que eres lo que realmente eres.

02. El arte es simplemente pop art subvencionado por el ejército y el gobierno; el arte es algo col·lectivo, no una experiencia individual. Siendo así es difícil que el arte pueda ser realmente auténtico.

03. Lo vemos todo desde la barrera: Nick va a ver con compañeros de trabajo un partido de beisbol, pero en lugar de sentarse en las gradas, ven el partido de lejos, a través de un cristal mientras comen; Nick escucha los recuerdos sobre él que explica su madre como si su madre explicara los recuerdos de otra persona diferente a él. Nada es auténtico, todo parece irreal.

04. Vivimos en la sociedad de consumo y la publicidad dicta patrones: una chica lleva tatuado el logo de Pepsi; para describir un verde no se opta por compararlo con la hierba sino con una lata de una bebida; la mujer de Nick es guapa como la mujer de las pastillas de jabón; etc. Nada es original.

05. Vivimos en una sociedad previsible, pero esto es lo que queremos. Queremos previsibilidad porque nos da seguridad. La tele da sensación de hogar, une la familia, y lo más importante: conocer de antemano las réplicas de la enésima reposición de una vieja sitcom de los 60 nos hace sentir seguros, tanto como dar nombre a los más nimios y triviales objetos y partes de objetos. No hay lugar para la originalidad.


viernes, 31 de octubre de 2008

'Ruido de fondo' de Don DeLillo


Este año leí mi primer DeLillo y no me convenció. Se trataba de 'Body Art'. Pero había en él cierto potencial que sí que me convenció. Y sabía que tarde o temprano volvería a leer a DeLillo. E incluso intuía que esta nueva vez me gustaría. Ahora que me ha gustado, ahora que he conocido la vocación ensayística de DeLillo y entendido su sentido del humor, quizás me gustaría 'Body Art'. O quizás no, porque no deja de ser citada como una obra "prescindible". Ahora que he leído 'Ruido de fondo' ya puedo decir que DeLillo me gusta. Incluso podría decir que lo quiero. Si hay escritores con los que te gustaría casarte, escritores de los que te gustaría ser amiga para toda la vida, escritores que te gustaría que hubieran sido profes tuyos, a mí me gustaría ir al supermercado con Don DeLillo.

'Ruido de fondo' es una novela sobre estudios culturales y miedo a la muerte. Y es una comedia. Una comedia inteligente y sin estridencias que fluye de manera impecable. También tiene alma de ensayo. Y es la mezcla más equilibrada y perfecta entre novela y ensayo que he leído nunca (mucho más que los existencialistas franceses, dónde va a parar). Jack Gladney es un profesor universitario de mediana edad. Es el mayor y más reputado experto en estudios hitlerianos (aunque no sabe hablar alemán). Vive en una casa idílica con su mujer, sus hijos de anteriores matrimonios (tanto de él como de ella), y la televisión y la radio, que son como un miembro más de la familia que prácticamente interviene también en las conversaciones familiares. Es una novela en la que prácticamente no pasa nada. Pero está tan bien escrita que todas y cada una de las frases se leen con extremo placer. Y, como no pasa nada y está tan bien escrita, es perfecta para releer (y saborear) fragmentos al azar. Y encima es divertidísima. Es una mirada irónica a nuestra obsesión por ser espectadores de catástrofes (sean televisadas o en directo), una sátira de como la cultura popular ha creado un imaginario colectivo que modifica la percepción que tenemos de nuestras experiencias personales, una parodia tanto del idílico consumismo de los suburbios como una parodia de una parodia del idílico consumismo de los suburbios, una disección humorística de la desinformación que reina en la sociedad de la información (no hay nada que no se haya dicho el otro día por la televisión), etc.

En esta novela hay un departamento de estudios culturales que se dedica a estudiar las etiquetas de los cereales, muchas visitas al supermercado, una oda a las marcas blancas, un escape de un misterioso gas tóxico a la atmosfera, un medicamiento experimental que cura el miedo a la muerte, un seminario de accidentes de coche, rumores de avistamientos de ovnis y profecías varias, puestas de sol perfectas por culpa de la contaminación ambiental, un equipo de simulacros de accidente que aprovecha una catástrofe real para ensayar un simulacro, un adolescente que quiere entrar en el libro de los récords encerrándose en una jaula llena de serpientes, una pareja de ancianos que se pierde durante días en las inmediaciones de un centro comercial, unas monjas alemanas que sólo fingen tener fe para que los que no tienen fe no la pierdan, una niña que dormida recita los modelos de Toyota como un mantra, etc. Es una novela ligeramente apocalíptica como ligeramente apocalíptico es el mundo en que vivimos. El ruido de fondo es la información que nos llega constantemente a través de los medios de comunicación pero también los rumores que nos llegan a traves del boca-oreja, una información que (en ambos casos) la mayor parte de las veces no tiene fundamento. Pero el ruido de fondo es también la muerte que por más que intentemos ignorarla está siempre ahí, en el fondo. Creo que no he leído nunca un libro que describa (e intente explicar) mejor el mundo en el que vivo (aunque ya hace más de 20 años que fue escrita). Es genial. Es divertida e inteligente. No le puedo pedir nada más.

Panasonic.

Unos cuantos fragmentos de 'Ruido de fondo' en inglés (por lo tanto, de 'White noise') escogidos al azar para intentar transmitir la sensación que podría tener alguien que lo ojeara en una librería.

jueves, 30 de octubre de 2008

A voice from the subconscious: Toyota Corola


Creo que quiero a los redactores de The Onion. Al menos a uno de ellos. Porque está claro que al menos uno de ellos es un lector empedernido y sabe un rato de literatura. De vez en cuando salen parodias de noticias literarias y me hacen muy feliz. La última que he encontrado es el (supuesto) blog de Don DeLillo (Master of Postmodern Literature) sobre las elecciones en EEUU. Y la parodia de su estilo está tan bien conseguida que por un momento dudé de si era él o no. Aún ahora si me dijeran que es el mismo Don DeLillo quién está parodiando su estilo me lo creería.

We've witnessed these spectacles every fourth September, every four years. The volunteers stand handshake-dazed near their supervisors, seeing images of themselves in every direction. Staffers greet each other with comic cries and gestures of sodden collapse. In Denver there were vendors nearby when we ate breakfast. Stretch limos outfitted with powerful communications technology stalled in murderous crosstown traffic. Helicopters shine searchlights down at the buildings, the crowd. Chanted rhymes emerge like a collective tribal memory. Allegations are advanced concerning faked pregnancies. "This is one of those moments." There is a meet-and-greet with the guy from the Doobie Brothers.

A voice from the subconscious: Toyota Corola.

Here in Minneapolis, a woman with a clipboard, frazzled, efficient. She reads from a printout to a group of staffers a change in schedule from the coordinating committee: the station wagons arrive at noon. In the Free Speech Zone, a man dangles from a wire, the famous performance artist from New York. Everywhere, security: badges, metal detectors, small plastic cards with magnetic stripes. Police, silent in riot gear, truncheons like humming, efficient software. Someone says: "So she was technically never the actual Miss Alaska?"


Sólo tendrá gracia para los que han leído Don DeLillo. Pero os aseguró que es divertidísimo. Oh, es que me encanta la sátira que gastan los de The Onion: una sátira inteligente y nunca gratuita, a veces incluso respetuosa, o como mínimo, "de buen rollo".

(Quizás cuando haga la reseña del libro de DeLillo que estoy terminando, copie una cita de sus propias palabras y no una cita de una parodia de sus palabras hecha por otra persona. O quizás no.)

The Onion, junto con Cracked, es mi página de humor favorita. Si no existieran tendrían que inventarse.