'Los demonios' (a veces también traducida como 'Los endemoniados' o 'Los poseídos' o 'Los posesos') es probablemente mi novela favorita de Dostoievsky (a veces también escrito Dostoyevski o Dostoievski, o Dosto para los amigos). Parece que también era la favorita de Albert Camus, tanto que se propuso el reto de adaptarla para el teatro, algo que prácticamente era un suicidio, dada la extensión de la novela, la gran cantidad de personajes y tramas (tramas que al principio están alejadas pero se van cruzando hasta desembocar todas en un final redondo), y el peso de la reflexión filosófica que hay en el original. ¿Y cuál es el resultado? Pues para mí, un aprobado, pero nada más. Era muy difícil y Camus hizo un buen resumen, sin dejarse nada importante y captando el espíritu del original, pero sin la fuerza, el humor y la esquizofrenia del original. Supongo que es una obra sólo recomendable para completistas de Camus o de Dostoyevski.
Lo dicho, es un buen resumen, pero muchas veces lo que hace grande un libro son los pequeños detalles y yo he echado de menos muchos de estos. La verdad es que da la sensación que es una obra apresurada y metida con calzador dentro de los límites de los tres actos. Mejor leer el original de Dosto, pero si leéis la obra de Camus seguro que os entrarán ganas de leer el original de Dosto. La principal diferencia a mi modo de ver es que Camus está más interesado en la parte filosófica y nos presenta unos personajes angustiados que buscan sin éxito un sentido a su existencia, mientras que se olvida por completo de la reflexión política que hay en Dostoievsky, que es lo que a mí me fascina de verdad de la novela, que en el fondo se puede leer también como una sutil sátira política avanzada a su tiempo y totalmente válida hoy en día. El eslógan es el siguiente: Dostoievsky escribió la mejor sátira (anti)soviética, muchos años antes de que existiera la Unión Soviética. Y Camus pasa olímpicamente de esta lectura. Cada cual a lo que le interesa, supongo.
¿Y de qué va todo esto? Stavroguin es el típico héroe ruso carismático, del que todas las mujeres se enamoran y al que todos los hombres admiran, algunos con el servilismo de un lameculos y otros con la envidia llena de rabia de un amargado. Pero este pobre héroe, como siempre, está triste y ¿por qué esta triste nuestro pobre héroe? Pues porque no cree en nada pero le gustaría creer. Ay, pobrecito. Sin embargo, Stavroguin es un personaje que se deja arrastrar, el auténtico catalizador de la historia es Piotr Verhovensky, manipulador maquiavélico que se aprovecha del carisma de Stavroguin y la estupidez de unos cuantos revolucionarios para conseguir lo que quiere, que no es otra cosa que poder. Un personaje, para mí, mucho más fascinante que Stavroguin.
En Dostoievsky siempre me pasa lo mismo, me cuesta ver qué hay de tan extraodinario en estos héroes rusos quejicas que caen en gracia a todo el mundo y siempre me acabo interesando más por los secundarios. En este caso, Verhovensky, del que en la obra de Camus vemos poco, pero es que también eché de menos a otros personajes secundarios como la servicial y abnegada Dasha, la rebelde y orgullosa Liza, y sobretodo el pringado de Stepan Trofimovitz y Varvara Petrovna, y la relación que hay entre ellos, porque no están casados pero son como un matrimonio de muchos años, que la mayoría del rato no se soportan pero no podrían vivir el uno sin el otro. Pues eso, una versión correcta, pero a la que he echado en falta muchas cosas.
Lo dicho, es un buen resumen, pero muchas veces lo que hace grande un libro son los pequeños detalles y yo he echado de menos muchos de estos. La verdad es que da la sensación que es una obra apresurada y metida con calzador dentro de los límites de los tres actos. Mejor leer el original de Dosto, pero si leéis la obra de Camus seguro que os entrarán ganas de leer el original de Dosto. La principal diferencia a mi modo de ver es que Camus está más interesado en la parte filosófica y nos presenta unos personajes angustiados que buscan sin éxito un sentido a su existencia, mientras que se olvida por completo de la reflexión política que hay en Dostoievsky, que es lo que a mí me fascina de verdad de la novela, que en el fondo se puede leer también como una sutil sátira política avanzada a su tiempo y totalmente válida hoy en día. El eslógan es el siguiente: Dostoievsky escribió la mejor sátira (anti)soviética, muchos años antes de que existiera la Unión Soviética. Y Camus pasa olímpicamente de esta lectura. Cada cual a lo que le interesa, supongo.
¿Y de qué va todo esto? Stavroguin es el típico héroe ruso carismático, del que todas las mujeres se enamoran y al que todos los hombres admiran, algunos con el servilismo de un lameculos y otros con la envidia llena de rabia de un amargado. Pero este pobre héroe, como siempre, está triste y ¿por qué esta triste nuestro pobre héroe? Pues porque no cree en nada pero le gustaría creer. Ay, pobrecito. Sin embargo, Stavroguin es un personaje que se deja arrastrar, el auténtico catalizador de la historia es Piotr Verhovensky, manipulador maquiavélico que se aprovecha del carisma de Stavroguin y la estupidez de unos cuantos revolucionarios para conseguir lo que quiere, que no es otra cosa que poder. Un personaje, para mí, mucho más fascinante que Stavroguin.
En Dostoievsky siempre me pasa lo mismo, me cuesta ver qué hay de tan extraodinario en estos héroes rusos quejicas que caen en gracia a todo el mundo y siempre me acabo interesando más por los secundarios. En este caso, Verhovensky, del que en la obra de Camus vemos poco, pero es que también eché de menos a otros personajes secundarios como la servicial y abnegada Dasha, la rebelde y orgullosa Liza, y sobretodo el pringado de Stepan Trofimovitz y Varvara Petrovna, y la relación que hay entre ellos, porque no están casados pero son como un matrimonio de muchos años, que la mayoría del rato no se soportan pero no podrían vivir el uno sin el otro. Pues eso, una versión correcta, pero a la que he echado en falta muchas cosas.